07
—Si te suelto vas a a reírte de mí —Taehyung murmuró con la voz ahogada, amortiguada por el abrazo. Sintió el pecho del pelinegro moviéndose de arriba abajo debido a la suave risita que dejó salir—. ¿Cierto?
—Depende.
—¿Huh? —El rostro del castaño se levantó para ver directamente a Jungkook. Sin embargo, no pudo sostenerle la mirada y rápidamente volvió a apoyar la frente en el hombro contrario —. ¿De qué? ¿De cuánto más podrás avergonzarme?
—De qué tan bonito podrías ponerte mientras más avergonzado estés.
¿De qué rayos estaba hablándole? Y más importante que eso, ¿por qué lo hacía sentir mejor?
Se alejó finalmente y en ese momento Jungkook lo sujetó de la mano para dirigirlos hacia la azotea del edificio. Caminaron lentamente; en silencio motivados por no ser atrapados, puesto que, ir ahí no era permitido. Una vez la puerta se abrió y el aire frío los golpeó el toque se había ido. Taehyung le lanzó una mirada rápida al pelinegro, pero por alguna razón no logró mantenerla y su atención volvió a su mano con una extraña sensación en el pecho. Luego pensó en lo desecho que se sintió mientras todos los mayores lo miraban como si fuese un idiota ahí dentro, y como estuvo a punto de creer que tenían razón.
Y entonces, de a poco, la sensación de estar enfermo regresó junto con esa frustración que le obstruía el estómago. Era angustiante pensar que de haberlo hecho correctamente las cosas no pasarían así, que en alguna parte debió tener fallas y es por ello que pudieron cancelarlo sin objeciones.
De haberlo hecho bien nadie se plantearía nunca cancelar.
—Gracias —murmuró sin darse cuenta de que todo rastro de diversión había desaparecido del contrario en respuesta a su sombría expresión—. Por estar aquí. Por... Huh... El abrazo.
—¿Hablas del que tú me diste?
—Sí, ese.
Jungkook ahogó un suspiro y decidió que lo mejor era mantenerse serio, caminó hasta quedar frente al castaño para sostenerle la barbilla. Había tanto en ese rostro, había demasiada tristeza y lágrimas contenidas que no terminaban de caer. Le lastimó confirmar que los comentarios estúpidos si tambalearon a ese chico.
—Lo siento mucho —murmuró notando la confusión en el castaño. Exhaló luchando contra el sentimiento de impotencia que él mismo tenía por todo lo que escuchó en aquella reunión—. Siento que tengas que pasar por esta mierda. Es injusto, es muy injusto. Y si me hubieses dado dos minutos más estoy seguro de que podría haberles dado unos cuantos golpes a esos...
—Jamás harías algo así.
—¿Qué? —Jeon parpadeó dejando de imaginar la escena en su cabeza y regresó al castaño—. ¿Por qué no?
—No usarías la violencia. —Taehyung se encogió de hombros abochornado por la forma que Jungkook amplió sus ojos luciendo una infantil sorpresa—. A no ser algo de vida o muerte no lo harías.
—¿Eso crees?
—No es algo que crea. —Suspiró rascándose la cabeza, le dio un rápido vistazo a Jungkook y bufó sin ganas de continuar diciendo más. Lo hizo de igual forma cuando un recuerdo llegó a su cabeza—. Es algo que sé. ¿Te acuerdas de lo de quinto grado? Golpeaste a Lee y lloraste toda la noche.
—Carajo —Jungkook maldijo con una especie de gruñido—. ¡Juraste no volver a mencionarlo!
—Bueno. —Sonrió—. Pues hagamos como que no pasó.
El pelinegro le sonrió y Taehyung le devolvió la sonrisa para luego bajar la cabeza hacia la incómoda silla de madera vieja en una esquina. Se dejó caer en esta y soltó un suspiro lento. Observó al rededor pensativo, viendo de reojo como Jungkook se dejaba caer a su lado para simplemente quedarse ahí en un silencio qué solo era roto por los sonidos del ajetreado tráfico, y las voces distorsionadas por la lejanía.
—Lo hiciste bien —Jeon dijo en algún punto entre el atardecer y la noche. Regresó a ver a Taehyung y lo halló con los ojos cerrados, llorando en silencio. Le dolió el pecho—. Tú proyecto no es el problema. El sistema lo es.
—¿Eres político?
—Hablo en serio, cariño. Si no quieren que algo se dé no se dará. Son los dueños de la universidad y verán por sus propios intereses.
—Lo sé —Taehyung aceptó con voz triste, subiendo las piernas a la silla para abrazarlas—. Lo sé. Pero no puedo dejar de sentirme asqueado, yo solo... No lo entiendo.
Jungkook giró para ver directamente al pequeño ser encogido en su sitio.
—¿Recuerdas de lo que hablamos antes? —Le quitó un mechón de cabello sin perder de vista la reacción de leve sorpresa—. Todas las personas son un mundo. Tratar de entender sus motivaciones es inútil e ineccesario ahora.
—Su mundo apesta.
—Lo hace. —Jungkook dejó escapar un suspiro pesado, haciendo que el cabello castaño del contrario se moviera un poco. Puso en evidencia la muy clara cercanía entre ambos—. No dejes que te contamine. Tú eres precioso.
Dios. ¿Era necesario decirlo así? Taehyung tuvo que recordar como respirar por algunos segundos. Se alejó levemente, haciendo la cabeza para atrás y miró a otro lado.
—¿No te parece ridículo? —preguntó con voz suave, lenta, perezosa. Respiró hondo y apoyó la barbilla en sus rodillas a la espera de una repuesta—. Hablo de mi proyecto.
—¿A ti sí?
Taehyung sacudió la cabeza con el ceño fruncido.
—Claro que no. Es importante hablar de esto, la salud mental. —Su voz se volvió más fuerte cada vez, incluso sus ojos adquirieron un brillo especial. Jungkook lo observó embelesado—. De la presión a causa de las notas, ¿qué me dices de lo irreal que es el estándar que impusieron este año? ¿Quién logra mantener tantos diez? Y de hacerlo, ¿en serio sirve mantenerlo? —Se detuvo, una sonrisa apenada en su cara—. Yo... Eh... Lo siento, me dejé llevar.
—Eso es, cariño. —El pelinegro bajó la mirada a la mano en puño de Taehyung y le lanzó una sonrisa enternecida—. Me enorgullece que sigas pensando así.
Y al oír aquello, el castaño no pudo evitar sentirse enorme, inalcanzable. ¿Qué rayos?
Bajó las piernas y las palmeó.
—Voy a revisar todo de nuevo —resolvió. Decidió ignorar todas esas sensaciones extrañas que le producía lo que decía Jeon y se pasó la mano por el cabello—. Pude ganar una vez. Lo haré de nuevo. —Vio de reojo al contrario, lo vio reírse y lo enfrentó con las manos cruzadas sobre el pecho—. ¿Qué es tan gracioso?
Jeon se encogió de hombros, poniéndose de pie bajo la atención de un molesto castaño.
—Eres algo sexi cuando hablas con tanta seguridad, cariño.
—¿De qué... —Tosió el aludido—. De qué rayos hablas?
Y no esperaba una respuesta realmente porque la situación le parecía ridícula, ¿ellos teniendo una conversación tan seria? ¿Él diciéndole todos sus miedos a Jeon? Taehyung se miró a sí mismo y se rio. Fue un sonido suave y lindo que después de algunos segundos quedó como una sonrisa suave que le quitó el aire a Jungkook.
Dios, mierda, maldición.
El pelinegro se obligó a pensar en algo; y únicamente encontró en su cabeza lo mucho que deseaba hacer que funcione. Por más loco e inverosímil que fuera deseó que hubiese chance de algo entre ellos. Se proyectó tomándole las manos y diciéndole algo estúpido para hacerlo reír. Estar ahí durante un día dicifil.
Cómo en ese instante.
Asustado, apartó la vista debido a que esa sensación de esperanza era abrumadora. Como si el sol ocultándose para dar paso a la oscuridad fuese una revelación.
Dile, dile, dile.
Giró, Taehyung levantó la mirada y lo observó con cautela.
—Cariño —se detuvo, su voz sonaba demasiado aguda, o solo era idea suya puesto que el castaño no mencionó nada y simplemente se le quedó viendo—, ¿quieres ir mañana a Yongsan?
—¿Huh? —Taehyung murmuró, un gesto extrañado en su cara apareció. Levantó una ceja y ladeó la cabeza—. ¿Tan de repente?
—¿Eso es un no?
—Mas bien es un me tomaste por sorpresa.
—¿Y eso es un no?
—Es un sí —el castaño se rio, volteando el rostro al faro que se encendió a su lado. Estaba consciente de la mirada de Jeon sobre él, y por cualquier motivo aquello dejó de sentirse como una molestia. Era más bien muy inquietante—. En la noche. Será después de tu trabajo de medio tiempo.
Jeon soltó una risita suave y siguió los movimientos de Taehyung cuando se puso de pie y cargó su bolsa sobre la espalda.
—¿Por qué me encanta recibir tus órdenes, cariño?
—Porque eres extraño.
O porque te amo.
Jungkook se mordió la lengua para no decir eso en voz alta. Miró el reloj en su muñeca y después al cielo empezando a nublarse.
—Bien, a esta misma hora mañana en el río Jangpo. —Se acercó al castaño para ponerle la capucha sobre la cabeza y le besó la frente. Aprovechó al máximo la sorpresa y el estado de aturdimiento que obtuvo en respuesta para hacerlo. Entonces se alejo y sonrió—. Estaré esperándote, ¿bien? Procura ser puntual, me decepcionaría que el ganador del proyecto estudiantil llegase tarde.
—Ya no soy el ganador —Taehyung dijo con pesadez, deteniendo los pasos de Jungkook hacia la salida—. ¿De qué hablas?
—Eres el ganador para mí.
(...)
Jungkook miró la hora una vez más, escuchó el bufido exasperado y recordó que estaba haciendo un café.
Cierto.
—Lo siento —murmuró, quitando un poco del excedente del líquido y derramando otro tanto—. Si quiere esperar un poco más mientras le hago uno nuevo.
—Olvídalo, chico —el calvo hombre de aspecto huraño graznó. Le dio una mirada de muerte al pelinegro y salió a grandes zancadas, insultando en cada paso—. ¡Qué clase de gente contrata este lugar!
—¿Todo bien?
Dirigió su atención a la expresión preocupada de Chaeron, su compañera, y asintió rápidamente. Él no trató de ocultar la risita tonta que tenía en los labios. No podía creer que fuese tan difícil concentrarse, incluso dormir había sido todo un desafío y aquello se resumía a que el reloj daría las seis y tendría que irse. Irse a ver a Taehyung, no solo era eso, claro. Iba a pedirle que lo intentaran, de manera seria como había sugerido Yoongi hace algunos días.
Ser serio.
Recordó el día anterior, repasó de nuevo las reacciones del castaño y volvió a aferrarse a la posibilidad de que funcionara. Iba a ignorar la otra parte, la que le gritaba que era imposible.
—Sí. —Se tocó el aro de la oreja y lo giró en un intento por distraerse—. No dormí muy bien.
—No luces como alguien que no ha dormido bien, en realidad.
—¿No?
Ella ladeó la cabeza y se le quedó viendo fijamente. Le encantaba Jungkook, y durante esos dos años trabajando juntos juraba era la primera vez que lo veía sonreír de esa manera. Obviamente, Chaeron sabía que no era la razón.
—No. Parece que tuviste una dosis de dopamina o algo así.
Vaya, así que eso era Taehyung. Su dopamina.
—Puede que sea eso —murmuró distraído, bajando la cabeza incapaz de detener otra sonrisa tonta. Giró en la barra para darle la bienvenida a un cliente junto con una de las expresiones más alegres que haya tenido antes. Vio de reojo a su compañera y levantó una ceja—. No tienes que verme así, no me drogo ni nada de eso.
Chaeron se rio un poco, sintiéndose levemente decepcionada, ya más segura de que esa felicidad tenía un nombre y apellido.
—Ya sé. —Observó el reloj y susurró—: si quieres puedo tomarlo desde aquí. Casi es tu hora de salida y... —Miró al cielo a través del cristal de las ventanas—. El cielo parece que va a caerse.
Un trueno acompañó esa observación, las pequeñas gotas de lluvia empezaron al instante. Nada de nada eso mermó el ánimo de Jungkook, parecía más emocionado incluso por la idea de estar más cerca, aunque fuese por el frío.
¿Qué carajo? Parecía un adolescente.
—Voy a tomarte la palabra —respondió. Se quitó el delantal y la gorra del uniforme—. Mañana puedo entrar más temprano para compensarlo.
—Qué dices —Chae sonrió siguiendo con sus ojos los pasos del contrario en todo momento; inquieta y curiosa por el motivo tras esa emoción—. No es que falte mucho para que termine tu turno de todos modos. Son quince minutos.
—Igual.
Terminó de vestirse, nada extravagante porque sería incómodo, quizás demasiado evidente. Una chaqueta negra y unos jeans cómodos. Sí, lo suficientemente decente, pero sin disfrazarse. Se observó al espejo, e hizo muchas cosas por mejorar el aspecto de su cabello, pero estaba seguro de que seguía viéndose como un desastre pese a sus intentos por arreglarlo. Al final se rindió y decidió ponserse una gorra de lana negra que tenía guardada en el casillero. Se tiró agua en la cara de nuevo, sin poder creer lo que iba a hacer.
Corrió a la salida y por primera vez durante esos dos años levantó una mano para despedirse de su compañera.
—Te veré mañana, Chaeron —habló, siendo ruidoso en gran medida—. Gracias.
No se quedó a ver lo que ella diría, y por lo tanto no logró ver la expresión llena de asombro que obtuvo. Se detuvo frente a una florería. Carajo. La idea de comprar rosas no dejaba de parecerle absurda, sin embargo, Namjoon le había dicho algo antes. Que podría intentarlo porque a Taehyung le gustaba. Entonces, ahí estaba.
—¿Te ayudo con algo?
Volteó lentamente hacia el chico de aspecto cansado que esperaba una respuesta. En el pecho junto al logo del establecimiento se podía leer un nombre Choi Soobin. Carraspeó tratando de no lucir nervioso. No tanto.
—No lo sé —Jeon confesó, mirando a todas las rosas al rededor con franca confusión—. Solo quiero algo que darle. Le gustan están cosas, pero no tengo idea de cuál debería llevarle. Es decir, algo que represente la alegría que me da su existencia.
Se atrevió a enfrentar el rostro del contrario cuando el silencio se extendió. Esperaba una mirada extrañada, quizás porque no sabía que Soobin escuchaba confesiones parecidas a diario. Y no estaba prestando atención, en lugar de eso ya buscaba las flores indicadas. Las puso frente al pelinegro. Eran girasoles.
—Para alguien que te da alegría —empezó. Observó al rostro del pelinegro y supo que eran las correctas—. ¿Sabes? El girasol tiene la capacidad de moverse y orientar sus hojas, sus tallos y sus flores hacia el sol de manera natural. Por ello, me parecen las más correctas para darle a alguien especial. ¿Qué tal?
—Son perfectas.
Tosió, incapaz de dejar de sonreír y pagó para salir corriendo enseguida.
Dios, si su madre se entarara sería todo un desastre. Puede que haya mencionado un par de cosas en la visita de esa mañana, un par de cosas que hicieron que ella le lanzara una mirada suspicaz. Era muy probable que ya lo haya deducido.
No es como si le importara en ese momento.
Llego puntual y algo mojado, quizás diez minutos antes. Se paró bajo una de las columnas del parque desde donde podía tener un amplio panorama de todas las entradas y se obligó a calmarse. Taehyung llegaría pronto y lo que menos quería era trabarse como un niño.
Siete en punto empezó a sentir que las manos le sudaban, una sensación incómoda y casi imposible de soportar que lo hacía revisar la hora cada segundo. Incluso las palabras que había repasado en su cabeza sonaban muy vacías para describir todo lo que sentía realmente.
Suspiró, decidiendo que cualquier cosa que fuera a decir lo haría en ese momento. Volvió a revisar la hora, Taehyung llevaba diez minutos de retraso. Un trueno rompió el cielo, y él decidió pensar que era la lluvia la causa de su retraso.
Su celular timbró en su bolsillo, respondió sin ver el identificador.
—¿Cariño?
—Dios, mío. —Era su madre, ahogó una maldición. Sería imposible ocultarle a quién estaba esperando, ella ya lo sabría—. ¿Desde cuándo me tratas tan bien?
Pese a que estaba bromeando, Jungkook captó la voz trabajosa y la respiración superficial qué tenía. Se puso alerta enseguida.
—Mamá, ¿qué sucede?
—¿Así que no pasarás por la tienda hoy? —ella preguntó casi sin aliento. Soltó una maldición, Jihyun no soltaba maldiciones—. Mira, hijo, la cosa está así. Un par de ladrones entraron al local... ¡Estoy bien! ¡Estamos bien! La señora Gong y yo —aclaró rápidamente antes de que su hijo empezará a hacer escupir preguntas—. Pero tengo que ir a rendir declaraciones, ya sabes como es. ¿Si sabes no?
—Iré para allá.
—No, bebé —su madre detuvo más calmada al parecer—. Mencionaste que tenías algo importante que hacer hoy, así que, solo quería desearte suerte.
—Mamá, dame la dirección de la comisaría a la que te llevarán.
—Jeon Jungkook, te estoy diciendo que estoy bien.
—Pero...
—Adiós —volvió a parar, le lanzó un beso ruidoso y siguió—: en serio, amor. La única razón por la que llamé es porque la señora Jang vio todo y ya sabes lo chismosa que es. ¡Imagina que te enteras cuando estás en el mejor momento de tu cita!
Jeon miró su reloj, pasando por alto el comentario acerca de que fuese una cita. Ya había pasado más de media hora, Taehyung estaba demasiado retrasado y él no era así. Pero también llovía, ¿no? Tal vez fuese eso. Sí, él se obligó a calmarse, nada malo sucedió.
—Gracias, mamá.
—Te amo, mi amor. —La escuchó hablar con alguien, quizás con la señora Gong. Respiró hondo, tratando de tranquilizarse—. Espero que todo salga bien hoy.
Colgó, Jihyun siempre lo hacía antes. Jungkook se mantuvo mirando el celular fijamente por varios segundos y lo guardó.
Es por la lluvia.
En algún punto se sentó con los girasoles a un lado. Mucha gente se reunió al rededor de él porque era el único lugar en el que podían cubrirse de la lluvia. Su amabilidad lo orilló a la esquina, donde ya no podía evitar empaparse. Y todavía así, no se fue. Porque, ¿y si sí llegaba?
Se hizo oscuro de repente y la gente desapareció a medida que la lluvia empezó a volverse solo una ligera llovizna. Regresó a su sitio inicial para sentarse y dejó las flores a lado para sacar el celular. No tenía ninguna llamada, pese a la hora y media que había pasado ninguna explicación estaba ahí.
Él llamó. Dos pitidos y entonces...
—¿Jungkook? —Taehyung habló en un susurro, como si no pudiese levantar la voz. Jeon respiró con alivio, nada malo parecía haberle sucedido. No obstante, al instante la preocupación fue reemplazada por enojo, tristeza, decepción—. Mira, yo... Lo siento. Yo... No voy a poder llegar, en serio...
Pero claro, después de tanto tiempo era evidente. El pelinegro apretó la mandíbula.
—¿No pensabas decirme?
—Lo siento —siguió susurrando—. De verdad no puedo hablar ahora mismo. Te explicaré después.
—¿Es hyung?
—¿Qué?
—Dime que no se trata de Seokjin.
Hubo un silencio, Jungkook se echó a reír. La rabia se volvió un inmenso océano que temía no poder controlar.
—Él no está bien...
Jungkook colgó.
(...)
—Puedes irte.
Taehyung apretó el celular y observó al cuerpo encogido en el piso, la sangre todavía salía como una fina línea por el rostro de Seokjin, manchando la camiseta que alguna vez estuvo impecable.
—Tenemos que ir al médico —el castaño habló, guardando su celular y obligándose a detener el profundo arrepentimiento que sintió al ver la llamada terminada. Jungkook le colgó—. La herida está abierta, necesita sutura.
—Voy a estar bien.
—¡Por supuesto que no! —alzó la voz, se arrodilló frente a Seokjin para hablarle de frente. Miró la herida abierta en la cabeza y se sintió levemente mareado por la sangre brotando—. Un golpe en la cabeza es grave, hyung. Tenemos que ir a un doctor.
—Pero...
—No estoy pidiéndote permiso —detuvo sin inflexión en la voz. Se tragó las ganas de llorar por la angustia, por la tristeza, y por todo lo que no lograba entender todavía. Necesitaba tener la cabeza fría—. Si me llamaste es porque querías mi ayuda. Bien, esta es mi forma de ayudarte.
Como pudo, Taehyung cubrió la herida al mayor para tratar de detener la sangre, y lo apoyó para que se pusiera de pie. Seokjin obedeció en silencio, apenas pareciendo consciente de lo que sucedía con él hasta que ya estuvo en el hospital sentado en una camilla mientras un hombre de mediana edad le revisaba la cabeza.
—Afortunadamente serán solo dos puntos —el doctor murmuró, miró de reojo al castaño quien parecía ser el familiar a cargo y preguntó—: ¿Fue una caída accidental?
—¿Huh?
—Sí —Seokjin respondió por Taehyung, de repente estaba más consciente e incluso su sonrisa apareció. Clmo si todo estuviese bien, fingiendo—. Estuve corriendo, no fue una buena idea. La lluvia y eso.
—Comprendo...
El doctor dijo algo más, Taehyung no fue capaz de entenderlo, estaba repasando lo que había pasado. Miró sus manos manchadas de sangre que no era suya. Era de su hyung, de la persona más fuerte e inteligente que haya conocido y no pudo terminar de convencerse que era el mismo que encontró tirado en mitad de un bar con un herida en la cabeza después de haberse peleado.
¿En qué clase de mundo paralelo estaba?
Cerró los ojos con fuerza, afortunadamente Seokjin estaba bien y la herida ya estaba siendo tratada.
Carajo.
Se le cerró la garganta, intentó tragar, pero las ganas de llorar no se iban a medida que veía lo roto que estaba su hyung y lo poco que podía él hacer por ayudar.
Miró la hora, no llegaría ni siquiera si corría. Se le revolvió el estómago.
Lo siento.
(...)
—¿Jungkook? ¿Pasó algo?
El pelinegro observó los ojos hinchados de Seokjin, parecía enfermo de alguna manera. Pese a que seguía viéndose elegante e inalcanzable, incluso con aquella gorra de lana azul sobre la cabeza.
—¿Taehyung estuvo contigo ayer? —preguntó y notó que su voz sonaba más grave de lo usual. Miró a otro lado para tratar de calmarse. No era buena idea estar haciendo una escena así en la universidad. De hecho, él tendría que estar practicando para la obra. Pero no lograba pensar de manera clara por la resaca, ¿cuántas botellas se tomó? Lo que sea—. Ayer por la tarde.
Jin se cubrió más con su abrigo y recordó las puntadas en la cabeza. Pasó saliva asustado de que todo estuviese escrito en su cara. Asustado de Jungkook mirándolo de esa manera tan oscura.
—Sí —susurró finalmente, sonriendo sin poder evitarlo por el recuerdo del castaño abrazándolo—. Le pedí que me ayudara con algunas cosas. ¿Por qué?
Que Jin no supiera del plan que echó a perder fue fulminante para Jungkook, la revelación de aquel día, esa que le dio esperanzas se marchito como pasaría con los girasoles. Se sintió estúpido por esperar en mitad de la lluvia, estúpido por seguir buscando excusas para justificarlo. No había nada que justificar, Taehyung amaba a alguien más.
Y estaba bien.
Jungkook siempre lo supo. Maldita sea, él ya lo había aceptado. ¿Por qué se sentía tan triste de repente? Más importante aún, ¿por qué había pensado que iba a conseguir algo más?
Respiró hondo y soltó una risita suave. Estaba demasiado cansado de repente.
—Sabes lo que Taehyung siente por ti —se obligó a decir. Por primera vez en voz alta y de manera concisa. Encontró la mirada de Seokjin y fue evidente que tenía la razón—. Sabes que te ama desde que eramos adolescentes.
—No sé...
—Sí, sí sabes —Jungkook interrumpió la mentira. Un gesto herido se plantó en su cara a medida que comprendía lo que estaba tratando de hacer. Tratar de juntarlos—. Él te ama, y estoy seguro de que tú te sientes igual.
—¿De qué rayos me hablas?
Seokjin tembló, ¿es que estaba escrito en su rostro? ¿El hecho de que fuera gay era, malditamente, evidente? Giró para salir del salón, pero Jungkook le cerró el paso de alguna forma.
—Hyung, Taehyung te ama.
—Cállate —pidió con angustia en la voz, rechinó los dientes y levantó la barbilla—. No sabes lo que eso significa.
—¿Por qué no lo aceptas? —siguió, sin notar la presencia aterrada de alguien que acababa de llegar—. Taehyung te ama desde hace tanto tiempo. Desde adolescentes tal vez, ¿crees que darte las tostadas más grandes era porque sí? ¿Qué aprender a pescar fue una coincidencia? ¿Qué hay de querer actuar en la obra? ¿Sabes por qué fue que lo hizo?
—¡Jeon!
El pelinegro se congeló, en cámara lenta miró al dueño de la voz, a quien estaba con los ojos bien abiertos de pie en una esquina, temblando mientras sostenía el libreto de la obra en sus manos porque tenían repaso y Jungkook no había llegado, entonces Taehyung creyó que era buena idea ir a buscarlo y pedirle perdón. Porque era por eso, ¿no? Jungkook no había ido a ensayar porque estaba molesto y no porque estuviera diciéndole acerca de sus sentimientos a Seokjin. ¡Acerca de sus putos sentimientos!
—¿Eso es cierto, Taehyung? —El mayor de los tres cuestionó mirando directamente al castaño. Mismo que se tenso de manera visible y simplemente bajó la cabeza—. Mírame y responde, Taehyung. ¿Es cierto?
Era hora de hacerlo, no podía mentir ahora.
—¿No es obvio? —respondió con otra pregunta. Tembló, tembló mucho y observó al rededor sin encontrar las palabras que había soñado con decir solo en su imaginación—. Yo... Te amo.
Jungkook apartó la vista, pero antes de que empezara a sentirse desecho la voz de Seokjin se escuchó:
—No vuelvas a acercarte a mí.
Ambos, Taehyung y Jeon miraron al dueño de aquella voz con desconcierto demasiado claro. Jungkook le frunció el ceño, lleno de rabia e impotencia, debido a que Seokjin estaba lastimando a Taehyung con esa expresión fría que le estaba dando. ¿Cómo se atrevía a decirle algo así? ¿Cómo mierda decía algo así?
Pero antes de que pudiera reclamar, escuchó a Taehyung sollozar y antes de que pensara en hacer algo lo vio correr lejos de ahí. Jungkook buscó los ojos de Seokjin, ojalá no lo hubiese hecho. No había nada en estos, nada más que un oscuro e inquietante abismo. No se quedó a averiguar la razón, decidió correr tras Taehyung, aunque sabía que era mala idea. Terminaría lastimado si lo alcanzaba.
Como sea, se lo merecía.
(...)
Felices fiestas, pequeñines. 😘
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