06
El sol ya se estaba ocultando. En algún momento los faros de la calle se encendieron y una vista espectacular se coló justo por el ventanal que Seokjin había elegido. Se preguntó si era el único en notarlo, si tras la mirada perdida del contrario había algo.
—¿Todo bien? —preguntó haciendo un esfuerzo por parecer desinteresado, removió un poco del café en la taza y le dio un vistazo rápido al rostro distraído del castaño—. Pensé que estarías más feliz.
Estaba feliz, mucho.
Sin embargo...
—¿Notaste algo extraño en Jeon? —Taehyung hizo una mueca y clavó la cuchara en su helado con fuerza, provocando que un poco cayera a los lados—. No sé... Creo que... Había algo raro en él hoy.
El mayor tomó un poco de café y miró al rededor. Había escogido un lugar que le gustaba, o que creía que le gustaba porque era tranquilo debido a la poca gente. Quizás se debía a que no muchas personas podían costearlo. Sin embargo, ¿por qué Taehyung hablaba de alguien más? ¿Acaso no se daba cuenta de que estaba siguiendo su consejo? Eso acerca de hacer lo que le gustara.
—Parecía bastante normal a mí parecer.
—Creo que se peleó con alguien —Taehyung siguió pensando en voz alta. Él no notó que el tono de voz usado por el contrario era extraño, algo tosco y frío. Se metió un poco de helado a la boca y prosiguió—: No lo sé, dice que no le importan los comentarios de los demás, pero suele ponerse de mal humor cuando sucede, sabes. Entonces...
—¿Por qué no le preguntaste? —cortó sintiéndose sobrepasado. Se arrepintió al instante, y cuando lo hizo levantó la cabeza lentamente hacia la cara sorprendida del castaño. Desvió la mirada, aparentando una normalidad que no existía en ese momento. Bebió del café en silencio, sintiendo la incomodidad yendo en aumento. Dios, entre ellos nada era incómodo, no para él al menos. Sin embargo, estaba siendo más difícil ocultar ese sentimiento amargo que a ratos lo inundaba. No tenía fundamento, no tenía coherencia—. Es decir... Él estaba ahí, creo que debiste preguntarle.
Taehyung parpadeó rápidamente y observó de manera inquisitiva, Seokjin tenía esa extraña sonrisa en la cara, esa tensa y rara expresión. Bajó la cabeza al helado a medio comer y ya no le pareció tan atractivo.
—Lo siento, hyung. —El castaño pasó la lengua por sus labios y frunció el ceño pensando en las razones tras esa actitud—. Yo debería ser más agradecido contigo por haberme traído a tu lugar favorito.
—No he dicho que sea mi favorito.
—¿No lo es? —Taehyung barrió con la mirada todo el elegante sitio y después de algunos segundos se detuvo en Seokjin. Descansó la barbilla en sus manos poniendo toda su atención en el contrario—. Es muy tranquilo, la música es suave, la comida es deliciosa... —Se detuvo y probó un poco más de helado, pensando si sabría mejor ahora. Aunque dentro sabía que no sería así una vez dijera—: No hay mucha gente.
Nadie que pueda verlos ahí, quería decir, pero no lo hizo. Y el silencio fue la mejor respuesta, la confirmación, tal vez. Esperó varios segundos a que Seokjin lo refutara, pero pronto supo que no sucedería. Escuchó el sonido de la cuchara contra la taza de café y nada más. Entonces pensó en lo que dijo, ¿fue demasiado? ¿Sonó como una recriminación por llevarlo a un lugar así? Tenía que aclararlo.
—¿Quieres dormir en mi casa esta noche?
Taehyung perdió todos sus pensamientos. Desconcertado le lanzó una mirada llena de sorpresa al mayor, y balbuceó:
—¿A tu casa?
—Pues, sí. —Seokjin se rio, miró con cariño al castaño y al hacerlo no pudo evitar recordar a ese niño de diez años con quien solía pasarse todas las tardes de verano—. Mis padres fueron a una reunión en el extranjero. Así que, sí. Tenemos casa sola.
No era tan así, en realidad estaría toda la gente que trabajaba ahí, incluidos escoltas y cocineros. Pero Taehyung conocía ese sentimiento de estar rodeado de personas y todavía sentirse bastante solo en una casa enorme. Afortunadamente, tenía a su abuela para hacerle compañía, ojalá Jin tuviera también a alguien.
—Perfecto —aceptó sin tratar de ocultar su emoción y pronto estaba moviendo las manos de manera efusiva por todos los planes que se le venían a la cabeza—. Podemos ver alguna película antes de dormir, ¿qué tal terror? o, ¿prefieres un musical?
Encogiéndose de hombros, el mayor dejó el dinero en la mesa y se puso de pie.
—Sé que escogerás algo que me guste —respondió y de verdad esperaba que fuese así. Que lo conociera tan bien como a Jeon... Volteó el rostro enseguida, asustado de aquellos pensamientos y volvió a sonreír con naturalidad—. Vamos, tenemos que aprovechar al máximo hoy.
Llegaron al cabo de algunos minutos, demasiado pocos a decir de Taehyung. Su pecho latía más rápido en anticipación, no recordaba la última vez que estuvo ahí, puede que hayan pasado más de cinco años. Intentó recordar la razón tras esa decisión, pero no encontró algo realmente importante y lo único que tenía claro es que no había vuelto ahí en mucho tiempo. Además, no es como si pudiera pensar en ello seriamente en ese instante.
—Será una serie romántica —murmuró Taehyung. Regresó a ver el rostro curioso del mayor y le dio una gran sonrisa. Sacó su celular para mostrarle lo que había estado haciendo—. Este en específico, ¿qué tal, eh?
Se trataba de una serie, dedujo Seokjin leyendo por encima la sinopsis que arrojaba la reciente búsqueda en Internet. Arqueó una ceja en dirección al menor y ladeó la cabeza.
—"Imposible" —leyó el título con una risita y luego continuó—: "cuenta la historia de un amor que no puede llevarse a cabo sin que el otro muera" —Asintió con una mueca satisfecha—. Correcto, me encanta lo dramático.
Taehyung levantó la barbilla risueño. Al ver por la ventana se dio cuenta de que el camino de a poco se volvió conocido hasta convertirse en aquella calle que había transitado tantas veces cuando niño.
—Sigue viéndose igual.
—¿Esperabas algún cambio? —Seokjin murmuró observando también; la gran puerta de entrada a la mansión Kim lucía imponente incluso para él mismo, pese a que, vivía ahí. Estaba rodeado de vegetación colorida y faros enormes de luz que en la noche hacían un espectáculo precioso. Solitario—. Quizás haya tres o cuatro escoltas más, sabes.
No se sentía como un hogar, el mayor tenía un hueco en el estómago cada vez que las enormes puertas se abrían y un par de personas lo recibían con inclinaciones exageradas. Y ese momento no fue la excepción.
Las puertas se abrieron de par en par para dar paso al automóvil de lujo que los llevaba. Inclinó levemente la cabeza para saludar, pero se congeló enseguida cuando, al barrer el sitio con sus ojos, captó el auto de sus padres. Ahí, estacionado junto a los otros mientras un escolta bajaba lo que parecían ser sus equipajes.
¿Regresaron? No se supone que fuera de esa forma. Los miró casi sin aire, ahogando la desesperación, pero tenso como el arco de una flecha.
—Sus padres están de regreso, joven Kim —confirmó el viejo Lee, por si acaso el heredero no lo había notado. Se acercó a la ventana y le lanzó una sonrisa suave justo antes de soltar un suspiro al ver la expresión en blanco de Seokjin. Era demasiado obvio que no los había estado esperando—. ¿Desea que les diga algo?
—No... No...
—Está bien —Taehyung susurró. ¿Taehyung? Seokjin apenas recordó que estaba sentado junto a él. Volteó buscando mostrarle esa sonrisa que siempre le daba, pero no logró demasiado. De hecho, la mirada que el castaño le dio le confirmó que no logró nada—. Puedo venir otro día, no quiero molestarlos si acaban de llegar...
Ambos giraron hacia la puerta de entrada, tal vez, sintiendo la fría mirada del señor Kim Heunso. Él tenía las manos en los bolsillos de su traje gris de diseñador, y sin perderlos de vista sacó una pipa brillante y empezó a fumar. Inquietante, eso era enquietante.
—No. —Seokjin negó, aunque, no sabía a qué realmente. Tragó, la corriente de aire movió sus cabellos cuando alguien le abrió la puerta para que saliera—. Puedes venir, estoy seguro de que mamá se alegrará de verte aquí.
Pese a que la señora Kim solía ser amable, Taehyung no estaba seguro de que fuese buena idea. Su corazón empezó a latir más rápido a medida que se acercaba al padre de su amigo, sintió que todo su cuerpo se tensaba incluso más al tener la atención de ese hombre en específico. Se regañó mentalmente, nada sucedía, por qué rayos estaba apunto de vomitar.
—Hijo —Kim habló apenas los vio llegar. Sin embargo, el tono que usó no era el que alguien usaría para su familia. Era, más bien, impersonal y distante, como si fuese protocolo, obligación y ya. El hombre no medía más de un metro setenta; su cuerpo atlético lo hacía ver más grande, pero cuando estuvieron juntos la diferencia de alturas era muy marcada. Aún así, sin dudarlo levantó la mano para golpear la mejilla de Seokjin. El golpe deteniendo cualquier sonido al rededor, Taehyung sintió que se le cortaba el aliento y tomó todo de sí no lanzarse encima de Heunso—. ¿Sabes que me informó el rector de tu universidad?
—Papá...
—Que el proyecto en el que invertí varios wones no fue aceptado.
Taehyung se encogió en su sitio, pensando rápidamente en lo que significaban esas palabras. Apretó la mandíbula, apunto de estallar.
Hablaba del concurso que él ganó.
—Papá...
—¿Cómo que un proyecto corriente acerca de una emisora radial le ganó a la creación de viviendas estudiantiles? ¡Qué clase de mundo es este! —Se echó a reír para después darle una calada a su pipa y soltar humo sin respeto alguno—. ¿Tan mediocre fue tu presentación para que se diera así?
Se sentía como una patada, algo peor que eso incluso. Taehyung estaba ahí, petrificado en su sitio sin saber a dónde mirar. Quería gritarle a ese hombre que estaba equivocado, que el proyecto de viviendas diseñado por sus trabajadores no era lo que parecía. Ellos estaban buscando aplicar restricciones de ingreso económico para mantener la exclusividad de ciertos grupos. Seokjin no parecía de acuerdo y aún así hizo lo posible por defenderlo para que funcione. Fue genial, tanto que Taehyung muchas veces pensó que lo suyo era una burla. Ahora, teniendo esos ojos soberbios mirándolo lo volvió a creer. ¿En serio había ganado?
—No sé qué sucedió, papá. Yo todavía no he ido a la reunión programada . —El tono de voz de Seokjin era lento y cuidadoso, evidenciando el miedo que sentía. Incluso su postura estaba encorvada, por ello se sobresaltó cuando su padre se acercó con un bufido y le palmeó la espalda—. Papá, lo siento...
—Debes sentirlo, no sabes la vergüenza que tengo ahora mismo al saber que no puedes ni siquiera lograr algo tan básico como un proyecto universitario. ¿Qué esperas de la vi..?
—Señor —Taehyung interrumpió, sintió un toque en la mano y al echar un vistazo se dio cuenta que era Jin esperando detenerlo. Negó con la cabeza suavemente, y volteó para encontrar a Heunso observando la mano de su hijo sobre la suya con una expresión cada vez más sombría. Debía callarse, el castaño debía callarse. Pero ya estaba hablando—: el proyecto de hyung fue uno de los mejores, lo leí. Supongo que es por ello que no lo aceptaron, ya sabe, demasiado bien elaborado para una universidad. Ellos...
—Tú fuiste el ganador, ¿no es así? —el mayor habló, siguiendo el movimiento de garganta del chico—. Claro, vas a elogiar a tu rival como si fuera de ayuda. ¿Te crees un experto ahora para evaluar el trabajo de mi hijo?
—No, señor... Yo, solo estoy tratando de decir...
—Déjalo, Taehyung —Seokjin intervinó enseguida. Sorbió por la nariz y levantó los hombros en aparente control—. Papá tiene razón, fue mediocre y sin ambición. —Le dio un vistazo rápido al rostro aturdido de Taehyung, captó el brillo confundido en sus ojos y no pudo seguir viéndolo. Miró a su padre en cambio, apretando los puños a los lados—. Papá, tienes razón. Yo... Iré a revisar todo de nuevo. Lo siento, Taehyung. Tendré que cancelar la invitación de hoy.
Tenía que ser una broma, Taehyung dirigió su atención del mayor hasta su amigo, dos veces; todavía no logró comprender qué estaba pasando. Kim Heunso hablaba del proyecto rechazado como si fuese una gran aberración. Y Seokjin pedía disculpas sin una gota de arrepentimiento en la cara.
Entonces recordó la razón por la que no había ido otra vez. Kim Heunso era esa razón, en algún punto entendió que aquel hombre no lo deseaba en esa casa que incluso él, con su distraída personalidad a los trece años entendió que no era bienvenido. Ni siquiera por Seokjin.
Asintió apartando la mirada, aterrado de encontrar más similitudes entre ambos. Y prácticamente, corrió fuera. Se llevó las manos al pecho una vez se creyó a salvo, y se dijo que estaría bien. Jungkook le había dicho que llorar estaba bien y decidió creerle.
(...)
—¿Qué quieres? —Yoongi se cruzó de brazos mirando al pastel sobre la mesa, dejado ahí como si se tratara de algo normal. Levantó una ceja en dirección a Jungkook y bufó—: ¿Es de ayer? —Había leído la factura por encima, cuando el pelinegro no lo negó soltó una risita irónica—. Y eso no es todo, ¿menta y chocolate? ¿Quién mezcla ambas?
Alguien que no deseaba tanto dulce, tal vez.
—¿Entonces no lo quieres? —Jeon hizo el amago de agarrar el pastel, pero Yoongi lo detuvo con un chasquido—. ¿Qué? Pensé que no lo querías.
—Se lo venderé a alguien por ahí.
—Hyung...
—Estoy bromeando —Yoongi rio por el gruñido contrario. Suspirando cerró el paquete para ponerlo fuera del alcance de su amigo—. Lo comeré más tarde.
Bien, eso era mejor que echarlo a la basura. Jeon pudo haberlo comido ayer en la noche. Pero simplemente se pasó media hora mirando el paquete con el ceño fruncido y desistió asustado de que sí lo hacía podría tener indigestión después. Ninguna comida serviría si estaba enojado.
Las emociones podían enfermar, o eso decía su madre y él no estaba en posición de refutarlo. Además, la competencia estaba bastante cerca y debía cuidarse, prevenir cualquier problema intestinal. Necesitaba estar al cien... ¿En serio estaba sintiéndose como si alguien lo hubiese traicionado? No tenía sentido, se supone que había aceptado hace años que jamás sucedería algo entre ellos. ¿Qué pasaba con esa tristeza tan repentina?
Sacudió la cabeza y le dio un vistazo rápido a la pequeña oficina donde Yoongi se había hecho cargo como coordinador de diferentes áreas estudiantiles. Lo observó ya sentado, bebiendo de una taza de café con calma. Tecleaba en su celular y se reía a ratos. Jungkook decidió acercarse, y lo vio con una ceja arqueada.
—Ahora entiendo a Jimin cuando dijo que no estaba de acuerdo con tu trabajo —murmuró con la esquina del labio levantada en una media sonrisa. Volteó hacia otro lado—. Es decir, llevo aquí más de media hora y no te he visto trabajar ni una sola vez.
Pero Yoongi no parecía aludido de ninguna manera, él incluso dejó salir una suave risita y siguió tecleando en su celular un par de minutos más.
—Puede que esa sea la razón, Jeon. —Levantó un instante la mirada—. Que sigues aquí, ¿qué más querías a parte de darme un pastel que obviamente alguien desecho?
—Nadie desecho nada.
—¡Oh! —fingió sorpresa para después dar paso a una sonrisa casi siniestra—, ¿así que ni siquiera fuiste capaz de dársela?
Jungkook apretó la mandíbula y se cruzó de brazos mientras ahogaba una maldición. Giró hacia la ventana, casi recién notando que había una ahí para distraerse.
—¿Por qué iba a darle algo? —Se rio sin gracia, un toque irónico en su voz—. Ya iban a celebrar, supongo que no era necesario.
—¿Quién iba a qué? —Yoongi preguntó sin seguir el ritmo, pestañeando más rápido por la confusión—. Oye, necesitas ser más específico.
Rodando los ojos, el pelinegro siguió:
—A celebrar el proyecto. ¿No lo sabías? El proyecto de Taehyung fue elegido por los jueces del consejo estudiantil.
Por lo que Yoongi pudo intuir, Jeon no sabía de las nuevas noticias. Y pese a que él creyera que lo único que hacía Min era dedicarse a su celular, estaba algo equivocado. Algo. Revisaba el celular porque llegaron nuevos correos de dirección general pidiendo que los proyectos se volvieran a revisar. Debido a que, aparentemente, se habían pasado por alto varios filtros en el concurso. Lo que podía resumirse a que Taehyung tendría que volver a hacerlo nuevamente.
Y es que no estaban pidiendo opiniones, tras esa cordialidad estaba sentado el hecho de que iba a revisarse todo otra vez. No había otra opción.
Recibimos quejas... Blah, blah, gracias por su comprensión... Sugerimos que se... Blah, blah...
¿Qué se supone que iba a decir Min? ¿Que no? ¿Que hicieron todo bien la primera vez y por ende que se metieran sus sugerencias por dónde la luz no les daba...? Pues no, él no era un héroe. Estaba ahí para callar a sus padres y decirles que tenía muchas responsabilidades en la universidad y no podía hacer más en su aburrida empresa de seguros. Como sea, tenía el cargo meramente por conveniencia, no podía darse el lujo de meterse en líos.
—Oye —susurró decidiendo que el pelinegro sí podría ayudar a las víctimas del sistema, Taehyung en esa ocasión, a lidiar con aquella injusticia—, al parecer no sabes que cancelaron esa elección. El proyecto de Taehyung va a volver a ser revisado. En realidad todos los proyectos.
—¿De qué hablas?
—Alguien se quejó, ¿bien? —Se encogió de hombros y buscó el correo para ponerlo frente al pelinegro aunque estaba seguro de que no iba a leerlo completo—. No sé, a algún niño rico no le gustó perder. Ya sabes como son estas cosas, volverán a hacer la elección entre esta semana y la que viene.
Jungkook frunció el ceño, sus puños aparecieron en algún punto y solamente notó ese detalle cuando Yoongi bajó la mirada a éstos. Intentó calmarse, intentó darle sentido, pero a su cabeza no paraba de llegar el rostro de Taehyung recibiendo la noticia, su expresión rompiéndose en tristeza y decepción.
Mierda. Más y más mierda.
Sacó su celular para enviarle un breve mensaje, uno que no fue respondido. Y estaría bien, ya que, Taehyung solía ignorarlos. Pero los veía, siempre lo hacía. ¿Por qué no esta vez? Cabeceó a modo de despedida y guardó su celular para salir de ahí de una vez. Sin despedirse, sin molestarse en ver hacia atrás porque tenía que hacerlo de esa forma.
Llegó al cabo de quince minutos, puede que menos, pero no tenía idea. Buscó al rededor, a la silla donde solía verlo sentado escribiendo apresurado o tecleando en su celular. Pero no estaba. Jimin sí. Gracias, maldita sea. Estaba ahí, sosteniendo un gran libro en una mano y un pan en la otra.
—Oye —llamó al estar a dos pasos. Pasó por alto la sorpresa y siguió—: ¿Dónde está tu sombra?
Con mucha lentitud, Park levantó una ceja y se reclinó en la silla.
—¿Quieres ser más claro, Jeon?
—Taehyung.
—Así que sí sabes como se llama —Jimin se rio un poco y dejó de lado el libro junto con el pan. Era más interesante jugar con la paciencia de ese chico. Y es que, poner al límite a alguien que daba la impresión de poder golpearlo tras la mínima provocación era interesante—. Pensé que habías olvidado su nombre en algún punto y lo escondías diciéndole cariño.
—No estoy jugando.
—¿Crees que yo sí?
—Cancelaron el proyecto de Taehyung. —Bajó la cabeza en busca de calmar su respiración, apoyó las manos en la mesa para inclinarse y ver mejor al contrario—. Es decir... El que ganó, ellos...
—¡¿Por qué?! —Jimin entendió finalmente la expresión de tragedia que Jungkook tenía en su rostro. Le hizo sentido que sus llamadas y felicitaciones no fuesen contestadas ese día. Pensó que Taehyung estaba muy ocupado celebrando con Seokjin, así que decidió no ser insistente—. ¿Cómo se atreven esos idiotas? Hijos de... —Se detuvo para buscar la mirada contraria—. ¿Min sabía de esto? ¿Él fue parte?
—No tengo idea —Jungkook suspiró de manera ruidosa y volvió a barrer el lugar con la mirada—. Supongo que aunque no quisiera, no es algo que pueda impedir sin meterse en problemas.
—Ajá, ese idiota...
El pelinegro detuvo a Jimin cuando intentó alejarse porque no respondió su jodida pregunta.
—¿Entonces..?
—No lo sé, supongo que está en la sala del consejo estudiantil. —Revisó el celular y asintió—. Sí, creo que a esta hora se está terminando la reunión. —Jungkook asintió dispuesto a irse, sin embargo, fue el turno de Jimin para detenerlo, tenía una expresión furiosa en su rostro—. Irás a verlo, ¿cierto? Te lo encargo.
—¿No vienes conmigo?
Park sacudió la cabeza y miró al pasillo que conducía hacía un lugar en particular.
—Iré a recitarle un par de cosillas a Min Yoongi. —Soltó una risita lúgubre y bufó—. Suéltame, ¿quieres? Me estás retrasando.
Bien. Jungkook lo dejó ser con un asentimiento rápido. Estaba seguro de que no iba hacer más que gritar groserías mientras Min lo observaba aburrido. Todavía no comprendía como ellos habían durado tanto tiempo trabajando juntos sin matarse en el proceso. Y tampoco le interesaba intentar comprenderlo en ese preciso momento.
A paso rápido se dirigió hacia la sala de reuniones en el edificio principal, corrió el último trayecto y apenas estuvo cerca su pecho se apretó en anticipación. Se detuvo al escuchar las voces dentro, poco a poco su mano se empuño y la rabia se volvía más difícil de ignorar y es que, en serio, ¿ese idiota había sugerido que el proyecto ganador era ridículo? Ese imbécil.
Se acercó dispuesto a entrar, sin embargo, escuchó a alguien más hablar. Alto y claro:
—¿Usted revisó la encuesta que presenté? —Taehyung estaba de pie, Jungkook dedujo. No podía verlo, pero podía imaginarlo. No hubo una respuesta, simplemente silencio que dejaba en evidencia lo obvio. No había revisado nada, quien fuese que estuviese hablando no s había dado a la tarea de leer y pese a eso hablaba en contra—. ¿Cómo puede decir todo eso sin siquiera haber revisado lo más básico?
—Taehyung, siéntate —alguien ordenó. La voz calma y aburrida podría ser de kwan, el profesor de literatura que impartía clases a la facultad de filosofía—. No es necesario faltarnos al respeto.
—¿Me dice eso a mí, señor Kwan? —siguió el castaño. Su voz adquirió un tono desesperado, pero todavía seguro—. ¿Por preguntar la razón tras la cancelación de mi proyecto? ¿No es una falta de respeto que ellos ni se hayan molestado en leerla?
—Taehyung...
—Yo podría comprenderlo si estuviese mal escrita, si los datos estuvieran errados, que fuese imposible de financiar o llevar a cabo. —Se detuvo para dar una profunda exhalación—. Pero resulta que ni siquiera la han leído, entonces, ¿qué pasa exactamente?
—Pasa que a nadie le interesa poner una emisora radial donde se hable de temas tan... Delicados, ¿qué pensarán los padres? ¿Qué estamos sugiriendo algo?
—Para empezar, se trata de una universidad, señor kwan. Todos somos adultos.
—No es el punto.
—Cierto —Taehyung aceptó con tono grave—. ¿A nadie le interesa dice? ¿No se ha enterado del aumento en el porcentaje de suicidios el el país? ¡Y que la mayor parte son jóvenes universitarios! ¿Usted sabe del aumento de la depresión? ¿Ansiedad? ¿Problemas mentales? ¡Por supuesto que lo sabe! Usted es inteligente. Y ni hablar de la presión constante por ser los mejores, por lograr los primeros puestos. La marcada diferencia entre estudiantes becados y los demás. —Tragó—. ¿Cómo es ridículo hablar de esto? Podemos mejorar la situación...
—¡Suficiente, señor Kim! —alguien gritó.
Jungkook dio un paso más cerca dispuesto a entrar. Pero, quizás, tardó mucho y Seokjin llegó de alguna parte, le dio una mirada de reojo y entró. Su presencia detuvo todos los comentarios de quienes estaban sentados en la mesa. Sin dudarlo se paró a lado de Taehyung mientras le daba una sonrisa suave.
—Me parece que mi compañero tiene razón —habló finalmente, con tono claro y confiado. El tono que solamente se atrevería a usar alguien que tiene poder sobre esas personas—. No deberíamos hablar de algo sin saber de qué se trata primero, profesor Choi.
Así que era Choi Myungso, el viejo profesor de ciencias. Ese idiota.
—Lo sé, Seokjin, pero...
—Propongo que volvamos presentarlos —detuvo alguien más, viendo de reojo a Seokjin como si estuviese buscando aprobación—. Volvamos a iniciar todo, ¿bien?
Taehyung apretó los puños de impotencia, la frustración y la rabia no se iban ni siquiera cuando sintió la mano de su hyung sobre su hombro.
—¿Tae? —Seokjin preguntó, mirando al menor fijamente—. ¿Todo bien?
—Sí —el castaño murmuró y levantó la barbilla con una sonrisa más bien extraña—. Y volveré a dar todo de mi para que este tema ridículo vuelva a ser elegido.
Se inclinó levemente a modo de despedida antes de irse dando grandes zancadas hasta la puerta entre abierta. La cerró tras su salida y se apoyó en la pared; temblaba, respirando de forma trabajosa. Tan mal estaba que no notó que había alguien a su lado, silencioso, pero muy atento.
Lo miró, parpadeando más lento como si pudiese enfocar mejor así.
—Eso es, cariño —Jungkook habló con una sonrisa en sus labios. Le confirmó al castaño que estaba ahí—. Estoy orgulloso de ti.
Taehyung se echó en sus brazos. Todo lo que había pasado ahí dentro de repente no se sintió tan horrible.
(...)
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