04

—¿Chicos?

Jungkook levantó la cabeza hacia la voz. Seokjin estaba ahí, mirándolos con recelo y curiosidad. Sin embargo, apenas su atención se fijó en Taehyung, se apresuró a ponerse de cuclillas frente al castaño con una expresión preocupada en la cara.

—Hyung...

—¿Qué sucedió? ¿Por qué estás llorando? —El mayor volteó hacia Jungkook inevitablemente, agudizó la visión de manera inquisitiva para buscar una explicación en el pelinegro—. ¿Ustedes..?

—No lo golpeé o algo parecido —el pelinegro respondió con una mueca fastidiada. Escondió las manos en los bolsillos de su sudadera y se puso de pie, mirando al rededor de forma distraída—. ¿Cuánto hace que nos conocemos para que pienses eso?

Eran varios años, casi toda una vida en realidad. Primero había sido Taehyung y él, juntos en todas partes desde muy pequeños. Entonces, una tarde aquel niño llegó; un niño de ojos enormes y oscuros que parecían mirar a través de él. Seokjin le tuvo miedo al principio, pese a que era mayor se sintió muy inquieto cuando Jungkook llegó y los convirtió en un grupo de tres. Como un niño que nunca tuvo que compartir nada le resultó difícil compartir a su mejor amigo, pero Taehyung estaba feliz. Demasiado.

¿Qué cambió?

No estaba seguro, entrar a la adolescencia, tal vez. Y pronto era él deteniendo discusiones sin sentido entre esos dos. Discusiones absurdas, en su opinión, discusiones donde la mayor parte del tiempo era el castaño exasperado por cualquier cosa y Jeon actuando de manera despreocupada mientras miraba al contrario con una expresión en blanco que era dificil de entender.

Así que, sí. Estaba seguro de que algo había pasado. Pero al observarlos alternativamente no pudo hallar respuestas. Por algún motivo Taehyung rehuía de sus ojos, y Jungkook. Bien, él se veía más tenso de lo habitual. Lucía como si quisiera huir y al mismo tiempo sus ojos no dejaban de observarlos, atento.

Respiró hondo.

—¿Entonces qué sucedió, eh? —Se pasó la mano por el cabello empezando a sentirse frustrado. Encontró la mirada de Jeon y habló—: ¿Crees que no sé lo rudo que eres con tus comentarios? ¿Dijiste algo...?

—Hyung —Taehyung detuvo con voz suave. Le sostuvo la esquina de la chaqueta sin atreverse a enfrentarlo de frente. En su mente todavía estaban frescos los pensamientos que había tenido hace un rato mientras hablaba con Jungkook. Ahogó un suspiro antes de continuar—, no peleamos... Nosotros, él... No tuvo nada que ver.

Eso no hacía sentido si tomaba en cuenta que Taehyung ni siquiera estaba viéndolo. El rostro clavado en el piso, para Seokjin era clara muestra de que estaba mintiéndole.

—¿En serio? —Se dirigió al pelinegro, a quien lo veía de reojo y resoplaba—. ¿Jungkook?

El pelinegro levantó una ceja y se cruzó de brazos. Sintió, por segundos, la mirada de Taehyung y el la devolvió sin muchas ganas. No quería. Así que, ni trató de entender la razón tras la expresión angustiada que, por supuesto, notó. Intentó esconderse en la bufanda, pero no logró demasiado, no evitó que pudiera ser testigo de Seokjin sosteniendo las manos contrarias con fuerza. Ambos se sostenían frente a él. Carajo, en serio dolía y era ridículo, no es como si nunca los hubiese visto así. En su mundo. ¿Por qué seguía siendo doloroso?

Estaba bien, no tenía ganas de cambiarlo de todos modos. Se había rendido desde hace tanto.

—Pregúntale tu mismo —respondió con un tono más brusco de lo que hubiese querido. Respiró hondo para calmarse, maldita sea. Dirigió su atención hacia ellos, Taehyung le apartó la mirada enseguida y él no pudo evitar la risita herida que salió de sus labios por eso. ¿Qué pasaba con el castaño? ¿Ahora estaba avergonzado de haberle dicho abiertamente lo que sentía por Seokjin? No era lógico, Jeon lo sabía desde hace tanto. ¿A qué venía esa repentina pena?—. Yo me largo.

Dio algunos pasos; largos y rápidos. Pero, todavía así, Seokjin lo alcanzó.

—Oye, espera —dijo agarrando del hombro al pelinegro. Sonrió ante la mirada llena de advertencia que recibió y rápidamente buscó en su bolsa con ambas manos—. Ten. —Puso un par de compresas calientes frente al pelinegro, y cuando no las sujeto, él mismo las metió dentro de la sudadera contraria—. Hace frío.

—¿Qué es esto?

—Compresas calientes.

—Ya sé que son, mierda. —Se mordió el interior de la mejilla y contó hasta tres. La respiración más rápida—. ¿Por qué me haces esto, hyung? —preguntó sin molestarse en ocultar la leve angustia que lo absorbió—. Sería más fácil si fueses un imbécil.

Si fuese así, Jeon podría odiarlo y maldecirlo sin ninguna culpa. Pero no era así, ese chico era mil veces mejor que él y tenía sentido que Taehyung lo viera como todo.

—Pero, ¿qué estás diciendo, Kook? —Soltó una risita suave, medio aturdido—. ¿Te sientes bien?

—¿Quieres parar? —Jungkook pidió volteando a todos lados menos a los ojos preocupados frente a él. Tenía que irse antes de decir algo de lo que que podría arrepentirse más tarde—. Es suficiente.

Seokjin era el chico perfecto. El chico que todos soñarían, alguien imposible de odiar incluso por él.

—En serio, ¿pasó algo grave entre ustedes?

—Se trata de su papá —confesó Jeon solo porque sabía que Taehyung terminaría diciéndole. Cabeceó en dirección al castaño, a quien se erguía en la silla para tratar de averiguar lo que ambos se decían. Apartó la vista—. Ve a hablar con él. No te preocupes por mí.

—Jungkook...

—Me quedaría yo, ¿bien? —murmuró sin verlo, su atención se mantuvo en la carretera vacía—. Pero ambos sabemos que no es buena idea. Eres el único que puede mejorarlo. Si no eres tú, probablemente no sea nadie.

Y se refería a todo.

Sonrió y decidió alejarse, una vez más.

(...)

—¿Jisung dijo algo malo?

Taehyung se tensó, sus manos dejaron de moverse sobre sus jeans. Pensó rápidamente en una respuesta para huir del tema de su padre. Se detuvo, no había mencionado nada. ¿Cómo es que...? Soltó una risita nasal y comprendió que había terminado diciéndole todo al pelinegro hace rato.

—Jungkook no sabe quedarse callado estos días, ¿no? —Exhaló, su cuerpo se encorvó de pronto y sus hombros cayeron sin cuidado, exhausto—. En serio, no quiero hablar de eso ahora mismo.

No obstante sí lo había hecho con Jungkook, Seokjin frunció el ceño ante ese pensamiento y aparto la mirada. Qué carajos le pasaba. Cabeceó en respuesta, respirando lentamente para calmarse.

—Lo que sea que te haya dicho —murmuró después de pensarlo un poco y de golpe sintió la tensión envolviendo nuevamente a Taehyung. Le agarró la mano, esa que estaba empuñada y la abrió lentamente para entrelazar los dedos. Ignoró la ansiedad, y el terror de lo que pasaría si alguien pasaba. No importaba, no en ese instante. Todavía no—. Piensa que, a su forma de ver, está tratando de cuidarte. Quiere lo mejor para ti.

No hubo respuesta, Taehyung se mantuvo en silencio. Tenía los ojos fijos en las manos entrelazadas con un sentimiento de angustia en el pecho. Se veían bien juntas. Aunque, ¿cómo se suponía que se verían mal? Estaba sujetando la mano de alguien que amaba, pero se sentía diferente a cómo había pensado. No podía verlas correctamente, el faro aún parpadeaba y gran parte de su brazo estaba sumido en la oscuridad. Oscuro y difuso.

De reojo observó el perfil de Seokjin, lo encontró agitado, vigilando al rededor. En ese estado era obvio que él no iba a sentir lo mismo que Taehyung, él no estaba prestando atención a lo especial que era ese gesto. Entonces no tenía lógica que lo sostuviera. Se soltó, sonrió levemente cuando el mayor lo observó confundido. Deseaba poder hacerle sentir seguro, seguro de tomar su mano. Pero lo cierto es que también le asustaba.

No era valiente como Jungkook.

Bajó la cabeza y susurró:

—¿Eso es lo qué piensas tú? —La mirada de Seokjin se sintió pesada sobre él. Tragó y comprobó que la luz del faro volvió a encenderse y las sombras en el rostro del contrario desaparecieron, sin embargo, seguía viéndose sombrío y difuso—. Cuando tus padres dicen algo... ¿Eso es lo que piensas?

No. Por supuesto que no. Kim Seokjin era el heredero de una gran cadena de hoteles, sus padres tenían un patrimonio millonario y su existencia desde siempre había sido parte de una gran inversión. No lo veían como a un hijo, veían la manera de perpetuar su imperio. No era así para Taehyung, sus padres lo amaban, todos esos años conviviendo con ellos le dejó claro la diferencia de tratos.

No era igual.

Antes de que pudiese responder, los pasos de una pareja se escucharon. Seokjin se acomodó la chaqueta fingiendo que no había oído aquella pregunta, o decidiendo convenverse que no existió.

—Hace frío —susurró en cambio, buscando desesperadamente hablar de algo más para cambiar la expresión extraña que Taehyung tenía—. ¿Quieres ir por un helado?

—No te gusta el helado en invierno —el castaño murmuró deteniendo a Seokjin, lo observó sentarse de nuevo por lo que pudo mirarlo de frente—. Hace que tu garganta se irrite.

—¿Qué? —Seokjin se rio aturdido. Observó al contrario sin comprender el motivo por el que parecía sobrepasado, frunciendo el ceño de esa manera mientras sus labios temblaban—. ¿De qué hablas?

—Lo mencionaste algunas veces. Que no te gusta el helado en invierno, hyung.

—No. —Parpadeó ignorando el significado tras esas palabras y en lugar de indagar, miró al rededor sintiendo miradas sobre él. Quizás habían sido demasiado ruidosos, entonces se inclinó con una sonrisa a modo de disculpa. Esa misma sonrisa falsa que solía darle a todo mundo, esa que Taehyung conocía muy bien—. Pero a ti sí. ¿Qué te sucede?

—No necesitas complacer a todo el mundo, hyung —el castaño murmuró con la voz rota. Tomó aire y se puso de pie. Él caminó alejándose, detrás Seokjin lo seguía a paso rápido hasta que entraron en un callejón oscuro y ahí se detuvo para dar vuelta—. A veces, me cuesta tanto saber si eres tú o si estás tratando de encajar.

El mayor respiró rápidamente, se mantuvo en silencio al principio y segundos; interminables segundos, después mintió:

—No sé a qué te refieres...

—Sí, sabes —detuvo con angustia. Tragó el nudo que le impedía hablar y se secó las lágrimas qué nublaron sus ojos. Dio un paso atrás cuando Seokjin hizo el amago de acercarse. Dios, ¿qué le sucedía? ¿Es que Jungkook lo había contagiado de su humor extraño? No importaba, nada lo hacía. Sentía el pecho apretado de una manera que le impedía pensar de forma racional en algo que no fuera conseguir que el contrario fuera sincero al menos con él—. ¿No crees que también podría hacer algo que tu quieras? ¿Algo que te guste? Dime, vamos, puedes decirme.

Kim Seokjin apartó la vista, esas palabras haciendo eco en su cabeza. ¿Algo qué le guste? ¿Algo que quiera?

No había ninguna respuesta clara en su mente, ni si quiera una. Lo pensó, mas el solo intentar encontrar algo que lo hiciera ser él mismo fue desgastante. Parpadeó, huyendo de todas esas preguntas de una vez. Frunció el ceño atreviéndose a enfrentar al tembloroso chico que tenía al frente.

—¿Por qué eso es importante? —Fue únicamente un murmullo. El tono de su voz denotaba confusión y desesperanza. Y pese a todo eso, seguía sonriendo—. Lo que a mí me guste o lo que yo quiera es demasiado superficial, Taehyung.

—¿Superficial? —repitió el castaño con incredulidad. Fue él quien se acercó esta vez, dando pasos rápidos y torpes para sostener las manos de Seokjin e impedir que se alejara—. Pensar en ti mismo no es superficial, hyung. ¿De qué me estás hablando?

Lo era. Lo era para él. Toda su vida había hecho lo que le dijeron que hiciera y resultó bien. Nadie en el mundo podría atreverse a decirle que Kim Seokjin lo lastimó, nadie. Él siempre se encargó de ser su mejor version para todos. Así que, sí. Pensar en sí mismo resultaba chocante y absurdo. Alejó el toque con gentileza, y se mantuvo mirando al piso, fijamente para ordenar sus ideas y cuando creyó que podía responder buscó el rostro de Taehyung. Se congeló enseguida, y es que ese chico esperaba algo, lo qué sea que fuera, Seokjin sabía que no iba a encontrarlo en él.

—No soy como tú —respondió sin inflexión en la voz. No pudo detenerse a pensar en más que no fuese huir de ahí rápido, huir de la mirada decepcionada de la que estaba siendo receptor. El nudo en su garganta de repente fue imposible de ignorar, la ansiedad se convirtió en algo más grande y todo aquello, absolutamente todo, era en respuesta a Taehyung luciendo tan triste frente a él—. No puedo... yo no puedo hacer eso. Hay muchas personas que sacrifican todo para verme triunfar. ¿Crees que debo simplemente "hacer lo que quiera"?

Porque hacer lo que quería tenía un significado mucho, mucho más grande que ir por un helado en invierno y ambos, tal vez, lo sabían.

Taehyung se echó para atrás, sus ojos atentos al brillo sombrío en la mirada que recibía. Sonrió, o creyó hacerlo. No estaba seguro de nada.

—Tienes razón. —Volteó hacia otro lado, sintiéndose demasiado exhausto para continuar luchando por algo que en ese instante veía imposible. Quizás la adrenalina terminó su función y lo dejaba a la deriva de nuevo—. No sé qué es lo que estoy diciendo.

—Tae... —Seokjin se apresuró a caminar hasta quedar frente al castaño y así impedir que se fuera. Que se fuera luciendo de esa forma—. Mira, lo siento mucho, ¿bien? Estuve... No fue un buen día.

—¿Qué es lo que sientes, hyung?

Seokjin tragó.

—Bueno, yo... Siento no poder ir por ese helado. No entiendo porque viene la irritación, sabes. En serio desearía ir por ese helado contigo.

—¿No confías en mí? —cuestionó Taehyung deteniendo el monólogo ensayado. Sacudió la cabeza porque Seokjin no debería estar pidiendo disculpas por eso. Ahogó un sollozo y miró a otro lado. Su mente muy cansada le rogaba que se fuera de ahí. Sal de ahí, sal. Sonrió, algo roto en ese gesto—. Te lo dije, puedes ser quien eres realmente conmigo. No voy a huir.

—Tae...

Dolía mucho que pese a tantos años, Seokjin no pudiera mostrarse tal cual. Como si creyera que lo iba a asustar. Sin embargo, si era sincero consigo mismo también lastimaba ver el lado oscuro, ese lado hostil y enojado.

Seokjin lastimaba. 

—Me gustaría que pudieras verte como yo te veo —siguió con un hilo de voz. De pronto hacía demasiado frío, se preguntó si también debía conseguirse una bufanda como la que Mina le había dado a Jungkook. Una negra, ya que se vería mejor que ese rosa llamativo—. Tal vez así dejarías de esconderte tras esa sonrisa.

El mayor tragó con fuerza, empuñando sus manos al costado cuando Taehyung pasó de él finalmente. Dejó detrás su aroma, el sonido suave de su voz, o quizás nada y él simplemente se aferró a cualquier mentira para no derrumbarse ahí mismo.

—¿Tienes derecho a decirme eso? —preguntó a la nada, o puede que solamente fuera un pensamiento. No podría decirlo. Escondió las manos en sus bolsillos, ya que de otra manera empezaría a lastimarse—. Tú, Kim Taehyung, ¿tienes derecho a decirme eso? Tú que sigues poniéndome en primer lugar pese a lo triste que debe ser para ti un amor unilateral. Quieres que piense en mí, ¿pero tú piensas en ti mismo?

Se dio vuelta y alcanzó a ver la silueta de Taehyung ya desapareciendo a lo lejos. Se tocó la mejilla. No encontró lágrimas, ni siquiera una, pese a que se sentía desecho. Qué tan desconectado estaba de su propio cuerpo que no lograba llorar. Respiró y volvió a darse vuelta.

Lo que él quería apareció en forma de una sonrisa, como una persona más bien. Era Taehyung.

Y como todo lo que quería o lo que deseaba, quedaría atrás. No importaba, él ya tenía un destino trazado, sus decisiones ya estaban tomadas y él se apegaría a estás porque así había sido siempre. Así seguiría siendo, y confiaba en que, aún así, Taehyung seguiría junto a él.

Por favor.

(...)

—¿Desde cuándo le gusta la actuación? —Taehyung cuestionó lleno de sorpresa. Leyó de nuevo los nombres del elenco que participaría en la obra de teatro organizada por el grupo de arte. Volvió a observar el rostro harto de Min Yoongi—. Estoy bastante seguro de que esto es una equivocación.

Ajá. Yoongi ladeó la cabeza y la levantó levemente. Era algunos centímetros más bajo, pero no hacía que se viera menos intimidante. Incluso el tono pálido de su piel jugaba a su favor, entonces estaba la voz rasposa que preguntó:

—¿Estás diciéndome estúpido o algo así?

—¡No! Es solo que...

—¿Crees que no puedo escribir correctamente un nombre? —Yoongi siguió con voz plana, atento a la gama de emociones del castaño. Se arregló la camiseta, mirándose en el reflejo de la ventana, distraído. De reojo comprobó la expresión en pánico del castaño—. ¿En serio estás tratando de llamarme un idiota?

Las manos de Taehyung se movieron rápidamente al frente para negar. La expresión en pánico se hizo más evidente cuando Min giró totalmente y cruzó los brazos. 

—No, no. Es solo que...

—Déjalo, Yoongi hyung —Jungkook pidió con una clara advertencia en su voz. Al parecer a él no le asustaba que Min fuese parte de la directiva del consejo estudiantil y tuviera la potestad de mandar a quien sea a detención si quería. Lo conocía bien para saber que no haría algo así, al menos no a él. Como sea, el pelinegro dejó en el pisolas cajas que traía consigo y levantó una ceja en dirección a Taehyung—. Hola, cariño.

—¿Qué haces aquí, Jeon?

—Míralo —Min habló dirigiéndose al pelinegro. Soltó un resoplido molesto y se pasó las manos por su gorro negro para acomodarlo—. Sigue preguntado cuando todo está bastante claro.

Taehyung miró la hoja esperando encontrar respuestas. No obstante, el nombre de Jungkook no explicaba mucho. No más que iba a ser el personaje principal de esa obra. Un jefe mafioso, o alguna cosa así. Hizo una mueca triste, él no había conseguido ningún papel más que el del encargado de trasmitir la obra por el canal en línea de la universidad.

—Vine a ensayar la obra —Jungkook respondió al castaño. Ladeó la cabeza y sonrió mientras la expresión de Taehyung se tornaba incredula—. ¿Qué pasa con esa cara? ¿Sorprendido?

—Pues sí —Taehyung aceptó y sacudió las hojas—. ¿Desde cuándo sabes actuar?

Jungkook se acercó al castaño a paso firme, obligándolo a que diera pasos hacia atrás con el ceño fruncido por la confusión. Taehyung chocó con alguna pared, puerta o mundo extraño, pero el pelinegro no paró. Estaba muy cerca, respirando lenta y pausadamente sobre su rostro.

—¿Qué pasa, mi amor? —preguntó Jeon con voz grave, los ojos muy oscuros miraron a Taehyung severamente—. ¿No crees que sea capaz de hacerlo? —Sonrió y su mano se levantó para tocar los labios del castaño con la punta de sus dedos—. Te sorprenderías de todo lo que sería capaz de hacer. Todo, absolutamente todo para mantenerte aquí, mi amor.

El castaño abrió y cerró la boca, las palabras murieron en su garganta. Parpadeó aturdido, la voz del pelinegro nunca había sonado de esa forma, y estaba seguro de que esa mirada que le estaba dando era una de las más inquietantes que haya visto jamás.

—¿Huh?

—Una de las líneas —Jeon explicó y se alejó finalmente. Él señaló las hojas en las manos de Taehyung y volvió a mostrar sus dientes en una sonrisa enorme. De nuevo estaba ese tono divertido y bromista de siempre—. Tercer acto, o algo así.

Bien, ¿qué? Taehyung se obligó a ignorar el sonrojo en sus mejillas. Carraspeó antes de pasar las hojas hacia el tercer acto, ese que había mencionado Jeon y leyó las mismas frases que escuchó. Pasó saliva y vio de reojo al pelinegro, apenas un vistazo y fingió seguir leyendo.

—Bueno —murmuró. Carraspeó al escuchar su voz más aguda—. No eres tan malo... Eres... Eres bueno.

—Ajá. —Yoongi murmuró entre dientes. Los observó unos segundos con aburrimiento. Puede que soltara un bostezo también—. Si ya dejaron de coquetear empezaremos a ensayar.

—¿Eh? —Taehyung chilló aterrado—. ¿Quién está coqueteando?

—Yo sí estaba —Jungkook respondió enseguida. Riéndose un poco por la expresión desconcertada de Taehyung. Se encogió de hombros al oír el bufido hastiado de Yoongi—. ¿Qué?

Taehyung se le quedó viendo. Jungkook hacía parecer todo demasiado fácil, el decir lo que sentía con tanta naturalidad. Él no se imaginaba abriendo su corazón de esa forma, no se imaginaba ponerse en ese estado de vulnerabilidad. No se imaginaba recibiendo un rechazo de parte de Seokjin.

—¡Oye! —Yoongi llamó. El castaño parpadeó obligándose a quitar la mirada del pelinegro y llevarla hacia el hyung que lo estaba observando con una sonrisita divertida.—. ¿Qué pasa? ¿Soñando despierto?

—¿Todo bien, cariño?

—Felicitaciones, Jungkook —dijo enseguida, respiró hondo y lo miró fijamente—. Estoy ansioso por verte en la obra.

Los ojos oscuros de Jeon se abrieron ligeramente, y Taehyung no pudo evitar sonreírle satisfecho. Su forma de ver a ese chico se vio alterada un poco, sea por la razón que sea, Jungkook decía lo que sentía y el castaño lo admiró un poco más por ello.

—Gracias, cariño.








(...)

¡Hey! 👀

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