01
Las clases estaban por empezar en unos minutos más. Taehyung se mordió el labio observando la caja de galletas que había horneado esa mañana, la apretó entre sus manos como si de esa manera pudiese proteger sus propios sentimientos. Comprobó la hora en el reloj del salón nuevamente y suspiró. Si no se apuraba iba a llegar tarde y no era una opción válida porque realmente no quería sentarse hasta el final y adivinar lo que decía el profesor Choi toda la clase.
Entonces, se rindió y giró con una mueca desganada, sus ojos perdidos en el bonito listón que adornaba su regalo.
-¡Oh, lo siento! -balbuceó al sentir que había golpeado algo. Alguien, en realidad. Levantó la cabeza enseguida con la culpa pintada en el rostro hasta que se encontró con una sonrisa divertida que le produjo una profunda exhalación cansada-. Ah, eres tú.
-Oye, ¿qué es esa forma de saludar a tu amigo?
Taehyung frunció el ceño.
-¿Quién es mi amigo?
Una sonrisa más grande se instaló en el rostro del aludido. Giró hacia otro lado cabeceando pensativo, Taehyung le lanzó otra mirada y se preguntó porqué razón seguía siendo blanco de sus bromas, ya no eran los niños de escolar. ¡Había crecido, maldición! Pese a ello, a Taehyung todavía le costaba creer lo mucho que Jeon Jungkook cambió en esos años. Su cuerpo se hizo más grande, su rostro añiñado se transformó, ¡de verdad! Ahora parecía mucho mayor y ambos tenían la misma edad. Y después estaba la constante necesidad de rayarse los brazos con tatuajes extraños, los aros en las orejas, la necesidad de vestirse como si no conociera la decencia. Dios... Quizás lo único que conservaba era el cabello negro y los ojos enormes de aquel niño que conoció a los diez años.
-No puedo creer que seas parte del consejo estudiantil con esos modales, cariño -Jungkook volvió a hablar sacando de sus pensamientos al contrario que, únicamente, le frunció el ceño apretando la caja celeste en sus manos-. Huh, ¿y eso? ¿Me trajiste comida?
No solo se ganó una expresión mordaz en respuesta, también una risa entre molesta y rendida.
-¿Por qué traería algo para ti? -Cerró los ojos unos segundos en busca de calma, no estaba enojado con ese chico, pese a lo fastidioso que era. No iba a desquitarse-. ¿Has hecho algo bueno últimamente?
Jungkook se peinó los cabellos hacia atrás con los dedos sin quitar la mirada de la expresión decaída del contrario. Fue fácil después de tanto tiempo reconocer que esos labios haciendo una mueca extraña estaban tristes, y ni hablar de la voz apagada y sin su acostumbrado tono demandante.
-¿Estamos hablando de cosas estudiantiles o puedo contarte acerca de... -Jeon levantó una ceja de forma sugerente-... asuntos más amplios?
El castaño se le quedó viendo, él no entendió por algunos segundos y cuando lo hizo fingió arcadas.
-Dios, eres asqueroso.
Eso estaba mejor, Jeon sonrió satisfecho porque Taehyung siguió caminando y lanzando insultos como si hubiese olvidado el asunto inicial. Pensó en la razón por la que parecía un cachorro apaleado hace algunos minutos y en realidad fue muy sencillo. Estaba de pie fuera del salón de arte, observando de manera soñadora aquella caja. Jungkook solamente había visto esa mirada cuando el castaño estaba con Kim Seokjin. Ahogó un suspiro, era de ese modo desde que tenían, ¿qué? Quince, quizás.
Observó de reojo, comprobando que la expresión de tragedia se había disipado y en su lugar encontró un par de ojos tristes.
Metió las manos en sus pantalones y fingió ver a otro lado antes de volver a hablar:
-Puedes entregarle eso otro día. -Cabeceó en dirección a la caja e ignoró la expresión mortificada del contrario-. ¿Es necesario el drama?
¿Desde cuándo Taehyung se había vuelto tan transparente? Y es que Jungkook no era precisamente su mejor amigo y parecía notar fácilmente lo que había sucedido.
El castaño se mordió el labio y tragó evitando los ojos que ahora lo estudiaban llenos de diversión. Se acomodó la maleta en los hombros incómodo y volvió a encontrarse con ese rostro fastidioso.
-¿Alguien te preguntó? -Taehyung carraspeó debido a que su voz se escuchó más aguda de lo natural-. Ahora que lo pienso, ¿por qué me estás siguiendo? ¡Tu clase está en el otro edificio!
Jungkook giró la espalda para mostrarle la maleta en su hombro. La maleta de entrenamiento.
-Fui a practicar.
-Huh, ¿practicar? -Taehyung soltó una risita irónica-. No sabía que tenías que practicar para golpear a alguien.
No podía creer que le gustara tanto; que esa pequeña boca sarcástica y llena de prejuicios fuese su debilidad desde hace tanto tiempo. Pero era de ese modo, y en serio Jungkook ya estaba cansado de intentar negarlo, al menos a sí mismo. Ojalá fuese algo físico, es decir, Taehyung era precioso, sus ojos curiosos se volvían enormes al hablar de algo que le interesaba, su rostro era perfecto con todos esos lunares en puntos estratégicos, su voz, su sonrisa, el cabello castaño bien arreglado hacia atrás... Maldita sea. Sin embargo, en todo ese tiempo, Jeon conoció a muchas personas preciosas y todavía seguía enganchado. Así que, no, no era solo un enamoramiento. Tres o cuatro años después ya estaba claro.
-Te sorprendería todo lo que la gente suele practicar.
Ay, por Dios.
Taehyung rodó los ojos fastidiado cuando el pelinegro le levantó ambas cejas de manera sugestiva.
-¿Por qué siempre que hablas todo se vuelve sucio? -Bufó dando vuelta hacia su salón de clases-. Es molesto.
-¿Qué? ¿De qué hablas? -Jungkook se apoyó en la pared con una sonrisa enorme cruzando su rostro, lo observó de arriba abajo en segundos-. ¿Pensaste en algo sucio, cariño?
-Me largo.
Antes de que pudiese correr lejos de esa expresión burlona, Taehyung sintió el apretón en su brazo que lo obligó a encontrarse nuevamente con la mirada de Jeon. Frunció el ceño al notar que el pelinegro ya no estaba mirándolo con diversión. Él lucía muy serio por alguna razón.
-Puedes darle eso otro día, cariño. No tienes que lucir tan desdichado.
Sí, esa era una buena palabra para describir cómo se sentía el castaño, no era para tanto en realidad. Seokjin pudo haber olvidado que dijo que iría a verlo. Además, encontraría otra oportunidad, puesto que compartían varias clases juntos. Y ni hablar del club de arte al que había entrado recientemente. Sin embargo, el molesto dolor en su pecho no desapareció en ningún momento.
-No es algo que entenderías. -Taehyung hizo un mohín clavando los ojos en piso, tal vez por ello no pudo notar el rostro de Jungkook volviéndose sombrío. Sacudió la cabeza y ahogó un suspiro-. Así que, trata de no meterte. Por favor.
El agarre se aflojó, Jungkook se llevó las manos a los bolsillos mirando al horizonte. No realmente, más bien a los pasillos llenos de estudiantes corriendo a la última clase y pensó en lo patético que se veía ahí, fingiendo que lo que acababa de escuchar no lo hirió. Bueno, Taehyung no sabía lo que sentía, no tenía porqué saberlo y podía decir lo qué sea.
Entonces, tragó de manera disimulada. Su garganta subiendo y bajando con rapidez.
-Como quieras. -Se encogió de hombros dándole un último vistazo a la cara larga del castaño-. Solo no dejes que nadie te vea llorando por ahí.
Taehyung le volvió a fruncir el ceño, pero el pelinegro ya había girado y levantaba su mano de lado a lado a modo de despedida.
¡Dios, qué fastidio!
Él simplemente no lograba entender la razón por la que a Jeon le gustaba estar al rededor en sus peores momentos. Cada vez que cerraba los ojos y pensaba en un mal día, ese chico estaba ahí, colándose en sus recuerdos.
-Por la cara que traes apuesto a que no salió bien.
No hizo falta voltear para ver de quién se trataba. Park Jimin tenía una voz particular, no por nada era uno de los principales en el coro de la universidad. Su timbre melodioso y agudo era uno de los mejores, si no es que el mejor. Sin embargo, Taehyung en serio no quería escucharlo en ese preciso instante. Menos aún ver su preciosa cabellera rubia que seguramente estaba más ordenada que toda su vida.
-Él... -respiró hondo y un intento de sonrisa se instaló en su cara-... Él no estaba.
-¿No? -Jimin se adelantó para quedar frente al castaño. Tenía su bonito rostro deformado en indignación—. Le dijiste que irías, ¿no? ¿Cómo que no estaba?
Taehyung volteó haciendo una mueca cansada, pidiéndole así que se detuviera porque él ya se sentía demasiado triste como para que su mejor amigo continuara echándole sal a la herida.
-Pues eso. -Se acarició el codo de manera distraída y soltó un suspiro tembloroso-. Creo que el profesor del club le organizó una celebración o algo así. Entonces, ya sabes... Era, uh, imposible negarse.
Jimin se irguió en su sitio con los brazos cruzados sobre su pecho. Seokjin era un chico muy conocido en la universidad. Ser el presidente del consejo estudiantil era, de por sí, intimidante. Ahora había conseguido exhibir una de sus pinturas en una galería famosa. Eso lo hacía prácticamente inalcanzable a su parecer. Pero Taehyung era su amigo de la infancia, ¿no podía conseguir un minuto de su atención? ¿No?
Suprimió un bufido al ver la expresión toda triste de su mejor amigo, parecía que iba a echarse a llorar en cualquier momento y definitivamente no era eso lo que deseaba.
—Tienes razón —susurró suavemente. Asintió cuando su amigo levantó la mirada con ojos brillantes—. Puede que le haya sido imposible negarse. Ese tipo, YoungJae, es muy insistente.
Había un poco de esceptisismo en la voz de Jimin. Aun así, Taehyung sonrió de manera enorme mientras asentía varias veces con la cabeza.
—¿Quieres una galleta? —Abrió sin cuidado, tirando del listón que tanto le costó armar. El olor a canela y chocolate inundó sus fosas nasales. Odiaba ese olor, por algún motivo el dulce no era agradable para él, pero a Jin le gustaba. Entonces había aprendido a hacerlos, le costó tanto. Había quemado varias cosas en la cocina de su madre, ¿ella ya lo habría notado? y... —. ¡Auch! —se quejó al sentir la presión en su brazo. Jimin le había pellizcado—. ¿Qué pasa?
—No lo pienses tanto. —El rubio tomó aire pensando seriamente si se arrepentiría de lo que diría. Quizás, pero también quería escuchar la excusa que pondría Seokjin ahora—. Es decir... Podríamos ir a verlo más tarde.
Los ojos de Taehyung se abrieron de par en par y en segundos estaba sosteniendo los brazos de su amigo con emoción.
—¿Me acompañas? —Hizo una mueca aliviada cuando el contrario soltó el aire rendido y asintió—. ¿¡De verdad!? ¡No tienes permitido echarte para atrás!
Fueron suficientes algunos minutos para que el rubio se contagiara de la emoción de Taehyung, de su risita alegre y animada. Lo observó fijamente y no pudo evitar preguntarse si realmente Seokjin no había notado lo que su mejor amigo sentía por él, era imposible que no lo hiciera. Es que Taehyung era demasiado transparente, él prácticamente brillaba cuando lo veía. ¿En serio no lo había notado? Y de hacerlo, ¿por qué lo apartaba de esa manera en lugar de ser sincero y decirle que no se sentía igual?
Dios, qué confuso todo.
—Bien, sí. Sí iremos —repitió dejando esos pensamientos de lado porque le gustaba ver a su mejor amigo feliz y Seokjin lograba aquello—. Pero mejor corremos si no queremos pasar las siguientes horas tratando de adivinar lo que dice el viejo Choi.
Como fuera, Jimin estaba preparado para sostener a su amigo.
(...)
—Llegas tarde —recriminó Namjoon con un tono molesto. Tenía las manos en las caderas y respiraba de forma trabajosa debido al reciente ejercicio. Se limpió el sudor después de quitarse los guantes de box y volvió a observar al pelinegro que ya se alistaba para empezar en entrenamiento—. ¡Dijimos que iríamos a almorzar juntos antes de venir aquí! ¡Pero no estabas! ¡Tuve que almorzar solo!
Jungkook le lanzó una mirada sin impresión al enorme chico que lo veía como si fuese un niño haciendo berrinche. Era mayor por dos años, incluso su cuerpo era mucho más musculoso que el suyo, pero a sus ojos parecía una niño pequeño en ese momento.
—Tú solo querías ver a Mina, hyung. —Sonrió de lado cuando su, nada disimulado, amigo empezó a toser—. ¿Qué? ¡Atrévete a mentirme!
—No... Yo...
Namjoon no se rascó detrás de la oreja y peinó su cabello, un poco menos negro y más castaño que el de Jeon, hacia atrás sin cuidado. Debía cortarlo un día de estos. Observó a su amigo por el espejo y no pudo detener las miles de preguntas que saltaron a su cabeza.
¿Qué le faltaba a él para gustarle a Mina? Sabía que se veía bastante bien, pero todavía así, Jungkook siempre sobresalía para ella.
Apartó la vista sintiéndose frustrado consigo mismo debido a que era su mejor amigo, por dios.
—Lo siento —murmuró Jeon notando el bajón de energía de su amigo. Lo vio de reojo sentándose con una mueca desganada, casi como si hubiese sido regañado o algo parecido—. Quise avisarte antes, pero mi teléfono murió.
Los ojos oscuros y tristes apenas se separaron de la botella para ver a Jungkook un instante.
—Jamás voy a gustarle, ¿verdad? —Soltó un gemido, más bien un gruñido adolorido y se tapó los ojos con las palmas de sus manos—. ¡Soy invisible para ella!
—Difícilmente tu metro ochenta y uno va poder ser invisible.
—Sabes a lo que me refiero.
Por desgracia, sí. Jungkook terminó de colocarse los guantes y dio algunos golpes al saco de boxeo antes de fijarse en Namjoon nuevamente. Lo observó ahora tirado en mitad de una colchoneta con la vista clavada en el techo y ahogó un suspiro.
A su amigo le gustó Mina desde que iniciaron la carrera, ya hace dos años. Estaba seguro de que todos sabían de sus intentos de conquista, incluso ella porque pese a que no era directo, no hacía falta que lo fuera.
Entonces ella había dicho...
Me gustas tú, Jungkook.
Desvío la mirada a la ventana del gimnasio, sintiéndose mal con la situación.
—Mina no me gusta —murmuró esperando que su amigo se sintiera un poco mejor. Namjoon se tensó en su sitio de manera visible y abrió los ojos—. Lo sabes, ¿no?
De un salto, el mayor se incorporó sobre sus rodillas y forzó una sonrisa en su cara. Sacudió la cabeza negando una y otra vez.
—Lo siento, hombre. Sé que esto es incómodo para ti. Es solo que... ¿¡Por qué no le gusto!? —lloriqueó de nuevo con exagerado dramatismo—. Soy hermoso.
Y volvió a ser el mismo tipo enorme quejumbroso que de alguna manera era uno de los hombres más inteligentes que Jeon haya conocido, pero que enamorado resulta a ser solo un niño llorón. El pelinegro rodó los ojos sintiéndose más tranquilo, él no creía poder soportar que la amistad de ambos se viese afectada por todo aquello de Mina.
—Por cierto... —volvió a hablar Namjoon después de algunos minutos. Se sostuvo la barbilla con las manos y siguió los movimientos contrarios mientras una sonrisita se asomaba en sus labios—. Me dijeron que estuviste por el club de arte, ¿algo interesante?
Un leve movimiento en los hombros de Jeon lo delató enseguida y el mayor en serio tuvo que ahogar una risa por ello. Era increíble lo fácil que era leerlo cuando se trataba de ese tema.
—El arte es interesante. —Jungkook golpeó el saco fingiendo que no veía la expresión del contrario—. Ya sabes.
—Oh, vamos —alargó el otro pelinegro divertido, moviendo la cabeza de un lado a otro con emoción—. Fuiste a verlo, ¿no? ¿Resultó bien?
Obviamente hablaba de cierto chico con cabellos castaños, sonrisa singular y una boca que podía tirar miles de insultos y sarcasmos a él principalmente.
Jungkook lo pensó, ¿fue bien? ¿Fue mal?
En realidad fue como siempre. Él siendo testigo de Taehyung enamorado. Luciendo tan triste porque, aparentemente, Seokjin no pudo escribir un puto mensaje y decirle que no lo esperara. O tal vez sí hizo y Kim decidió ir de todos modos. Él haría algo como eso, así de enamorado estaba.
—No me golpeó —respondió al final cuando Namjoon ya había perdido su sonrisa divertida porque el menor no parecía especialmente divertido—. Supongo que bien.
Nam cabeceó pensativo, ya no le parecía buena idea seguir indagando. Se puso de pie y caminó al rededor pensando en lo qué diría.
—¿Cuando vas a decirle lo que sientes, Jeon? —Se rascó la cabeza cuando los ojos oscuros del contrario lo miraron con confusión—. ¿Qué?
—Él lo sabe.
Los ojos de Namjoon rodaron hacia atrás por la frustración.
—Soltarle chistes y bromas no cuenta como confesión.
—¿Dices que debería llevarle serenata o alguna cosa así? —Se echó a reír, pero no parecía estar sintiéndose feliz—. Sabes que esas mierdas no van conmigo.
Namjoon se acercó al saco de boxeo y lo sujetó para que Jungkook no pudiera seguir esquivando su mirada. Exhaló apenas sus ojos se encontraron.
—Pero a él le gustan —susurró lentamente—. Podría ser el comienzo de una historia de amor mejor que la de Romeo y Julieta.
—Cualquier historia es mejor que la de ellos. —Jungkook se quitó los guantes y se encogió de hombros—. Oye, en serio no quiero hablar de eso.
—Es que... —continuó Namjoon siguiendo los pasos de su amigo—... Piénsalo, se verían bastante bien juntos.
Cómo si no lo hubiese pensando antes, Jungkook odiaba que para algunas cosas su imaginación fuese bastante privilegiada y pudiese ser capaz de crear escenarios... Lindos junto a Taehyung. Pero era eso, escenarios ficticios que una vez traídos a la realidad resultaban estúpidos.
Kim no lo veía de esa forma, ese chico esperaba un príncipe azul y él, realmente, no planeaba fingir serlo. Estaba lejos de eso. Se miró a través del espejo, a los tatuajes pintados en sus brazos, y recordó lo mucho que Taehyung le había criticado aquello. Bien, comprendía que el ambiente en el que fue criado era ese. Único hijo de dos grandes abogados y abuelos políticos, estaba rodeado de gente millonaria. Explicaba, en parte, esa forma tan cerrada de pensar.
Y entonces estaba él, que la única razón por la que sus mundos colisionaron. O dicho de manera menos poética, la razón por la que coincidieron fue porque la madre de Jeon trabajó varios años para ellos como contadora y los Kim, con su buen corazón, decidieron darle una beca de estudio a ese pobre niño que la mujer llevaba al trabajo.
¿A quién más se lo dejaría? Su padre acababa de morir en un accidente de auto.
Jungkook miró a otro lado.
—No soy lo que quiere —murmuró tratando de ocultar la tristeza en su voz. Sin embargo, al ver la mueca arrepentida de Namjoon supo que no había logrado demasiado—. Y francamente, Nam, tampoco voy a tratar de encajar con lo que sí.
—Lo siento.
—Sí, ojalá que lo hagas. —Sonrió y bebió de su botella para intentar alejar ese molesto nudo que apareció de repente—. Puede que así dejes de mencionarlo.
Su cabeza había aceptado que no había posibilidad alguna, ni mas remota, de que ellos funcionaran juntos. Sin embargo, por alguna razón, su corazón tenía una esperanza.
Estúpido, tan estúpido.
(...)
Hola, 👀.
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