Parte 13
Era otro día como vemos como diana estaba en su clase tomando apuntes de lo que dictaba la maestra, pero para ser honesta con ella misma solo esperaba que el timbre sonara para poder salir al recreo y divertirse, aunque en eso escucho a la maestra decir
-Cuando regresen del recreo vamos a hacer los equipos para el proyecto de ciencias, así que aprovechen este tiempo para pensar en posibles ideas. Los equipos los haremos por sorteo-
Diana levantó la vista de sus apuntes, un poco sorprendida. "¿Proyecto de ciencias?", pensó. No le preocupaba tanto la parte de hacer el proyecto, sino más bien el hecho de que tendrían que ser asignados en equipos por sorteo. Aunque solía ser buena trabajando con otras personas, no podía evitar sentirse un poco nerviosa cuando no sabía con quién le tocaría.
Suspiró, y miró a su alrededor para ver las reacciones de sus compañeros. Algunos ya estaban murmurando entre sí, buscando ideas para el proyecto, mientras que otros, como ella, simplemente esperaban que el timbre llegara rápido.
-Espero que me toque con alguien con quien sea fácil trabajar -pensó, mientras trataba de no concentrarse demasiado en el proyecto y más bien en lo que haría en el recreo.
Finalmente, el timbre sonó, y todos se levantaron rápidamente de sus asientos. Diana dejó sus cosas en el pupitre y salió al patio con una sonrisa, lista para relajarse un poco antes de que el sorteo cambiara la dinámica del día.
Esta al salir se juntó con otras chicas las cuales eran del club de porristas que siempre estaban llenas de energía y listas para divertirse. Todas estaban conversando animadamente sobre lo que harían en el recreo. Algunas hablaban de ir a la tienda a comprar algo, mientras que otras discutían sobre las próximas rutinas que iban a practicar.
-¡Hola, Diana! -saludó Valeria, una de las chicas del club, mientras se acercaba con una gran sonrisa-. ¿Ya pensaste en alguna idea para el proyecto de ciencias?
Diana se encogió de hombros, un poco indecisa.
-Todavía no -respondió con una ligera risa-. Estoy más concentrada en disfrutar del recreo por ahora-
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Por otro lado con Mérida estaba sentada en su escritorio revisando expedientes de casos que han sucedido mientras ella estaba incapacitada, a decir verdad ella estaba estresada por estos casos.
-Asesinato de una prostituta, robo de vehículo, secuestro, amenazas de muerte, ¿Todo esto sucedió mientras no estube? -
Está solo dejo caer un gran suspiro mientras se pasaba una mano por su pelo ya que nadie se ha hecho cargo de estos casos lo cual la frustraba ya que tendría que hacerse cargo ella misma.
Mérida se recargó en el respaldo de su silla, cerrando los ojos por un momento para intentar calmar la tensión que se acumulaba en su pecho. El despacho estaba muy pacífico, pero su mente era un caos de pensamientos que no paraban de darle vueltas a las pilas de expedientes frente a ella. Sabía que no podía resolverlos todos de golpe, pero la sensación de abandono en cada caso le resultaba insoportable.
-¿Qué demonios estuvieron haciendo mientras yo no estaba? - murmuró entre dientes, con un tono que mezclaba frustración y resignación.
Decidió empezar con el expediente más reciente: el asesinato de la prostituta. Abrió la carpeta y comenzó a leer los detalles del caso, pero pronto notó algo extraño. Había inconsistencias en los informes iniciales. Las declaraciones de los testigos eran vagas, y parecía que nadie había hecho un esfuerzo real por investigar a fondo.
Tomó un bolígrafo y comenzó a anotar lo que parecía fuera de lugar, lista para empezar su propia investigación. Sin embargo, justo cuando estaba por terminar de leer la primera página, escuchó unos pasos apresurados acercándose a su cubículo .
-Adelante - respondió con voz firme, aunque un poco cansada.
En eso apareció apareció Nicole una joven agente que acababa de unirse al departamento hace un par de meses. Tenía una expresión de urgencia y preocupación.
-Disculpe, Mérida, sé que está ocupada, pero esto no podía esperar -dijo Nicole mientras cerraba la puerta tras de sí, dejando claro que lo que iba a decir no era para oídos curiosos.
Mérida dejó el expediente sobre el escritorio y se cruzó de brazos, señalando con la cabeza el sobre que Nicole sostenía. -¿Qué es eso?
Nicole se acercó y dejó el sobre frente a Mérida. -Es sobre el caso del secuestro. Hice una revisión de los archivos y noté algo extraño. Hay pruebas que nunca llegaron al archivo central, y parece que alguien las sacó del caso deliberadamente.
El rostro de Mérida se tensó. Tomó el sobre y lo abrió, sacando una serie de documentos y fotografías. En ellas, había imágenes de un vehículo sospechoso y de un hombre que parecía estar rondando el lugar donde ocurrió el secuestro. Mérida frunció el ceño al notar que estas pruebas no aparecían en el informe oficial.
-¿De dónde sacaste esto? -preguntó con seriedad, alzando la vista hacia Nicole.
-Estaban en el escritorio de Sánchez... bueno, en su antiguo escritorio. Parece que dejó todo desordenado cuando fue transferido, y nadie revisó sus cosas. Fui a buscar algo relacionado con otro caso y me encontré con esto por accidente.
Mérida soltó un suspiro largo, apretando los puños sobre el escritorio. Sánchez siempre había sido descuidado, pero esto iba más allá de una simple omisión. Alguien había tratado de enterrar pruebas importantes, y si Nicole no las hubiera encontrado, ese caso habría quedado inconcluso para siempre.
-Buen trabajo, Nicole. Esto confirma lo que sospechaba: alguien en este departamento no está haciendo su trabajo, o peor aún, lo está saboteando -dijo Mérida, poniéndose de pie.
Nicole asintió, aunque su expresión mostraba cierta preocupación. -¿Qué hacemos ahora?
Mérida guardó los documentos en el sobre y lo colocó cuidadosamente en su escritorio. Luego tomó su chaqueta del respaldo de la silla y la colocó sobre sus hombros.
-Tendremos que informarle al teniente Issac-
-Pense que no le agradaba el teniente-
Mérida dejó escapar una risa seca, casi burlona, mientras se ajustaba la chaqueta sobre los hombros.
-No es que no me agrade, Nicole. Es que Issac tiene una forma particular de... no hacer nada útil cuando las cosas se complican. Pero, como él es el teniente, es nuestro deber informarle. Aunque tenga que arrastrarlo a regañadientes, esto no se va a quedar enterrado.
Nicole asintió, aunque podía notar la ironía en la voz de Mérida. Había oído los comentarios en el departamento sobre Issac: un hombre que cumplía con su trabajo, responsable y que siempre trataba de animar las cosas en la jefatura, aunque nunca lo a tenido de frente y al escuchar a su superiora hablar de esa manera de el no sabía a quien debía de creerle.
Mientras avanzaban hacia la oficina del teniente Issac, Nicole no podía evitar sentirse un poco nerviosa. Era joven y nueva en el equipo, pero había escuchado historias contradictorias sobre Issac. Algunos decían que era un líder justo y carismático, mientras que otros, como Mérida, insinuaban que no siempre tomaba las decisiones más firmes cuando las cosas se complicaban.
-¿De verdad es tan ineficaz como parece? -se atrevió a preguntar Nicole, rompiendo el silencio mientras caminaban.
Mérida lanzó una mirada rápida hacia ella, como evaluando si responder con sinceridad o no. Finalmente, decidió ser directa.
-No es que sea inútil. Issac tiene carisma y sabe cómo manejar a la gente, pero a veces parece más interesado en mantener la paz dentro del departamento que en hacer el trabajo sucio. Y en casos como este, donde hay alguien saboteando investigaciones, necesitamos a alguien que no tenga miedo de ensuciarse las manos.
Nicole asintió en silencio, procesando las palabras de Mérida. No sabía exactamente qué esperar del teniente, pero confiaba en que Mérida sabía lo que estaba haciendo.
Cuando llegaron a la oficina de Issac, la puerta estaba entreabierta. Estás solo pudieron ver al entrar como Issac estaba lleno de papeleo con unas ojeras notables pareciendo que no había dormido en algunos días.
Issac levantó la vista al escuchar los pasos, y al ver a Mérida y Nicole, se enderezó en su silla. Sus ojos cansados trataban de disimular su agotamiento, pero las ojeras eran imposibles de ignorar.
-Mérida, Nicole -dijo en un tono neutral, dejando el bolígrafo que sostenía sobre un montón de papeles-. ¿Qué las trae aquí?
-Tenemos un problema serio, Issac -respondió Mérida con firmeza, sin darle rodeos. Cerró la puerta detrás de ellas y caminó hasta su escritorio, dejando el sobre sobre la pila de documentos.
Issac frunció el ceño al ver el gesto. -Por tu cara, parece que no es cualquier problema.
-Exacto -dijo Mérida, cruzándose de brazos mientras Issac abría el sobre. Nicole permanecía detrás de ella, observando la interacción con nerviosismo.
El teniente comenzó a revisar los documentos y las fotografías, y su expresión cambió lentamente de cansancio a preocupación. Se inclinó hacia adelante, sosteniendo una de las imágenes de un vehículo sospechoso en sus manos.
-¿De dónde salió esto? -preguntó, su tono más serio ahora.
-Nicole encontró esas pruebas en el antiguo escritorio de Sánchez. Al parecer, nunca llegaron al archivo central y, por lo que parece, alguien intentó ocultarlas deliberadamente -respondió Mérida, su voz afilada.
Issac soltó un suspiro y dejó las pruebas sobre la mesa. Luego se pasó una mano por el cabello, claramente frustrado. -Esto es grave. Si alguien está manipulando los casos, estamos ante algo mucho más grande de lo que parece.
-¿Y qué piensas hacer al respecto? -presionó Mérida, sin perder el tono directo.
Issac la miró, notando el desafío en sus palabras, pero no respondió de inmediato. En cambio, se levantó de su silla y comenzó a caminar de un lado a otro de la oficina.
-Lo primero es asegurarnos de que esto no sea un caso aislado. Si alguien en el departamento está saboteando investigaciones, tenemos que identificar patrones. Mérida, quiero que tú y Nicole revisen todos los expedientes de los últimos seis meses. Busquen cualquier inconsistencia o evidencia faltante. Yo me encargaré de hablar con el jefe de archivo y revisar quiénes han tenido acceso a los casos.
-¿Y si el responsable está más cerca de lo que pensamos? -preguntó Mérida, sus ojos fijos en él.
Issac se detuvo en seco, mirando a Mérida directamente a los ojos. -Si ese es el caso, Mérida, no me temblará la mano para actuar. Pero necesitamos pruebas sólidas antes de hacer cualquier acusación.
Mérida asintió lentamente, aunque en su interior todavía tenía dudas sobre si Issac cumpliría con su palabra. -Está bien. Nos pondremos a trabajar de inmediato. Pero te advierto, Issac, no voy a quedarme de brazos cruzados si veo que esto no avanza.
-No esperaba menos de ti -dijo Issac, con una leve sonrisa cansada. Luego miró a Nicole, quien había permanecido en silencio todo el tiempo-. Nicole, buen trabajo encontrando esto. Mantén la guardia alta, y si encuentras algo más sospechoso, infórmame de inmediato.
Nicole asintió rápidamente, sintiéndose un poco más aliviada al escuchar el reconocimiento. -Sí, señor.
Mérida giró sobre sus talones y abrió la puerta, haciendo una señal a Nicole para que la siguiera. Antes de salir, lanzó una última mirada a Issac.
-Espero que esta vez no decepciones, Issac.
La puerta se cerró detrás de ellas, dejando al teniente solo en su oficina. Él miró nuevamente las pruebas sobre su escritorio, con una expresión que mezclaba preocupación e irritación ya que la sobre carga de papeleo que tenía más mezclado con eso último que dijo Mérida le hacían preguntarse el porque acepto el puesto de teniente.
-Sabia que Mérida también estaba calificada para el puesto....¿Me preguntó si me odia porque me lo dieron a mi?. Bueno en todo caso te daré que darle prioridad a esto-
Issac se dejó caer nuevamente en su silla, pasando ambas manos por su rostro, tratando de sacudirse el cansancio y el peso de las palabras de Mérida.
Tomó el teléfono de su escritorio y marcó rápidamente el número del jefe de archivo. Mientras esperaba que respondiera, miró nuevamente las fotografías y documentos que Mérida había dejado. Había algo inquietante en la forma en que estas pruebas parecían haber desaparecido del expediente original. Esto no era un simple descuido; alguien quería que este caso quedara sin resolver.
-¿Sí? -La voz del jefe de archivo, Ramírez, sonó al otro lado de la línea.
-Ramírez, soy Issac. Necesito que revises quién tuvo acceso al caso del secuestro en los últimos tres meses. Quiero nombres, fechas y horarios. ¿Puedes hacerlo ahora mismo?
-Claro, pero necesito un par de horas. Hay mucho movimiento en los registros últimamente. -La voz de Ramírez denotaba algo de preocupación.
-Hazlo lo más rápido posible. Esto es prioridad. Llámame en cuanto tengas algo. -Issac colgó antes de recibir una respuesta. No había tiempo para formalidades.
Mientras tanto, en otro sector de la jefatura, Mérida y Nicole habían regresado al pequeño cubículo de la primera, donde una pila de expedientes esperaba su atención.
—Bueno —suspiró Mérida, tomando asiento y mirando la montaña de casos frente a ella—, si Issac dice que revisemos los últimos seis meses, más vale que empecemos de una vez.—
Nicole asintió y tomó uno de los expedientes, hojeándolo con rapidez.
—Si alguien estuvo manipulando pruebas, debe haber un patrón. ¿Qué deberíamos buscar exactamente?—
Mérida apoyó los codos sobre el escritorio y entrelazó las manos, pensando.
—Inconsistencias en los reportes, pruebas faltantes, declaraciones que no coincidan con los informes oficiales... cualquier cosa que parezca fuera de lugar.—
Nicole asintió y empezó a leer en silencio.
El reloj avanzó lentamente mientras ambas trabajaban en los archivos, subrayando detalles sospechosos y marcando notas en una libreta. Después de casi una hora, Nicole dejó escapar un leve jadeo y miró a Mérida con sorpresa.
—Creo que encontré algo.—
Mérida levantó la vista de su expediente, frunciendo el ceño.
—¿Qué cosa?—
Nicole le pasó un informe.
—Este es el caso de un robo a mano armada en una tienda hace cuatro meses. Según el informe oficial, el principal sospechoso fue detenido y luego liberado por falta de pruebas... pero aquí —señaló una hoja anexa— hay una lista de evidencias recolectadas en la escena. Entre ellas, había imágenes de seguridad y un arma con huellas dactilares.—
Mérida tomó el documento y lo examinó con cuidado.
—Si tenían huellas y video, ¿cómo es que no hubo pruebas suficientes?—
Nicole negó con la cabeza.
—Aquí dice que las imágenes de seguridad fueron “dañadas” antes de ser entregadas al archivo, y el arma... nunca llegó a balística.—
Mérida apretó los labios.
—Eso es demasiado conveniente.—
Nicole tragó saliva.
—¿Crees que este caso también fue saboteado?—
—Definitivamente. Y si alguien hizo esto con un robo, puede haberlo hecho con casos más graves—
Ambas se miraron, comprendiendo la magnitud del problema.
Mérida cerró el expediente con fuerza y se levantó de su silla.
—Vamos a necesitar más café. Esto va para largo—
Nicole asintió rápidamente y se levantó junto con Mérida.
—Voy por el café —se ofreció, tomando un par de tazas vacías del escritorio.
—Azúcar para mí, sin crema —dijo Mérida sin apartar la vista de los expedientes.
Nicole asintió y salió de la oficina, dejándola sola.
Mérida volvió a abrir el expediente del robo a mano armada y repasó las pruebas faltantes. No había forma de que fuera una simple coincidencia. Primero, pruebas desaparecidas en un caso de secuestro, y ahora esto. ¿Cuántos casos más habían sido manipulados?
Exhaló con frustración y se frotó las sienes. Sabía que esto iba más allá de simple incompetencia. Alguien dentro del departamento estaba limpiando su rastro, asegurándose de que ciertos casos quedaran inconclusos.
El sonido de pasos en el pasillo la sacó de sus pensamientos. Instintivamente, levantó la mirada justo cuando la puerta se abrió de golpe. Era Issac.
—¿Ya tienes algo? —preguntó él, con un gesto de impaciencia.
Mérida cruzó los brazos y le señaló la pila de archivos en su escritorio.
—Nicole encontró un patrón. Al menos dos casos en los que pruebas clave desaparecieron antes de que se resolvieran. Y estoy segura de que hay más.—
Issac frunció el ceño y tomó el expediente del robo a mano armada, revisándolo con rapidez.
—Maldita sea… —murmuró, pasando una mano por su cabello despeinado—. Ramírez me envió un informe hace unos minutos. Alguien accedió a los expedientes del secuestro y del robo el mismo día, con minutos de diferencia.—
Mérida sintió un escalofrío.
—¿Quién?—
Issac vaciló un segundo antes de responder.
—Sánchez.—
El nombre cayó como un balde de agua fría. Mérida sintió que la sangre le hervía.
—Ese idiota…—
Issac la interrumpió, alzando una mano.
—No saquemos conclusiones apresuradas. Sánchez fue transferido antes de que pudiéramos cuestionarlo, y aunque sí era descuidado, nunca lo consideré corrupto.—
Mérida apretó los dientes.
—¿Y si no estaba solo? ¿Y si alguien más dentro del departamento lo ayudó o le ordenó hacerlo?—
—Es una posibilidad, Pero hay que seguir investigando, Sánchez podrá ser descuidado, pero no creo que fuera tan estúpido para dejar evidencia de este tipo así como así—
En ese momento, la puerta se abrió de nuevo y Nicole entró con las dos tazas de café. Al ver la tensión en la habitación, se detuvo.
—¿Algo pasó?—
Issac tomó aire y habló con tono grave.
—Tenemos un nombre, pero aún no sabemos si es el culpable o solo una pieza en algo más grande.—
Nicole tragó saliva y dejó las tazas sobre el escritorio.
—Entonces, ¿qué hacemos ahora?—
Mérida tomó una de las tazas y dio un sorbo antes de responder.
—Vamos a encontrar la verdad, cueste lo que cueste.—
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