Parte 12

Era otro día soleado y tranquilo era sábado por lo que isaac estaba aún acostado en su cama y cuando abrió los ojos lentamente vio que a su lado no estaba su esposa por lo que este simplemente volvió a cerrar ya que estaba muy cansado con la carga de trabajo y más ya que terminando de salir de su oficio como teniente se dirige a su dojo a dar lecciones de karate por lo que estar acostado hasta la tarde era un lujo estos días tan ajetreados.

Isaac volvió a cerrar los ojos, disfrutando de la calidez de las sábanas que lo arropaban. Sin embargo, no pudo evitar pensar en la ausencia de su esposa, Patricia. Aunque el cansancio lo estaba ganando, la quietud de la habitación le daba espacio para sus pensamientos. Recordó la noche anterior, cuando ella le había hablado sobre un viaje que deseaba hacer, pero Isaac no había prestado mucha atención debido a lo agotado que estaba después de una larga semana de trabajo.    

Suspiró, se giró en la cama y observó la ventana, donde la luz del sol se filtraba suavemente, iluminando las paredes del cuarto. Después de unos minutos de descanso, se dio cuenta de que ya no podría dormir más. Se levantó lentamente, estirándose para aliviar la rigidez en sus músculos, y al instante escuchó un sonido proveniente de la cocina. El olor a café recién hecho llegó hasta su nariz, lo que le hizo esbozar una leve sonrisa. Patricia había estado siempre tan puntual, siempre tan atenta.

Con una leve sonrisa en los labios, salió de su habitación y caminó hacia la cocina. Allí, la encontró de pie, con una taza de café en la mano y una expresión pensativa en el rostro. Isaac se apoyó en el umbral de la puerta y observó en silencio, disfrutando del momento en que ella no lo notaba.

Patricia, al percatarse de su presencia, levantó la mirada y sonrió con ternura. 

-Buenos días, dormilón- Dijo con una voz suave. Isaac se acercó y le dio un beso en la mejilla.

-Buenos días- respondió él, todavía un poco adormecido, pero ya comenzando a recuperar la energía que necesitaba para el resto del día.

-Hoy no tienes entrenamiento temprano, ¿verdad? - preguntó ella, mientras preparaba un sándwich.

—No, hoy no—respondió Isaac. —Aunque después de comer tengo que pasar por el dojo. Ya sabes cómo es—

-Bueno, ¿Crees poder llevartelas contigo? -

-Claro, pero no creo que les guste estar en el dojo ¿Podrías llevarlas a un parque de diversiones? pero conociéndo a april se asustará un poco-

A lo que patricia mientras tomaba su café le dice 

-Solo vayan y diviértanse, no volveré hasta el lunes por lo que estarán ustedes dos-

—¿Segura que no te importa? —preguntó Isaac mientras se sentaba en la mesa, buscando un poco de comida para acompañar el café.

—Claro que no, Isaac. estas demasiado tiempo en la oficina y yo también tengo trabajo, aparte ustedes tres se divertirán. Diana y april disfruta mucho de esos momentos con su papá—

—Ya, ya lo entiendo—

Isaac se quedó un momento en silencio, digiriendo las palabras de Patricia. La idea de pasar el día con sus hijas lo hacía sentir un poco nervioso, especialmente porque no siempre era fácil saber qué les gustaba o le que les asustaba a sus hijas.

 —Bueno, está bien, tomaremos el día con calma —respondió Isaac.

En eso Patricia sonríe para después dejar su taza de café en la barra y darle un beso corto a Isaac para después despedirse de este y salir de la caza dejando a Isaac Salo en la cocina.

—Tendre que despertar a diana y april—Se dijo mientras se rascaba la nuca, en eso este escucho unos ruidos proveniente de la sala y al asomarse vio a sus hijas diana que estaba con una cámara fotográfica.

Isaac no sabía que a ella le apasionaba la fotografía por lo que le compro una camara aunque al tomar ella demasiadas fotos ocupaba mucho rodillo lo cual veces era difícil de conseguir, por otro lado vio a su hija April que es tres años menor que diana, ella es muy inteligente y a pesar de que tiene 9 años y a ella le encanta la lectura.

A decir verdad mientras April crecía Isaac dudaba un chingo de que ella fuera su hija por el cabello que era de color rubio, por lo que esté tomo un cabello de esta hace mucho, mucho tiempo y se hizo una prueba de ADN y cuando le entregaron los resultados se alivio como si le quitarán el peso de un yunque ya que la prueba confirma que este era el padre y nunca se lo dijo a Patricia ya que no quería tener una discusión sin pruebas contundentes.

Isaac se acercó a sus hijas y las abrazo muy fuerte a las dos para después decirles que todo este finde semana serían solo ellas y el y que este día irían a cualquier lugar que ellas quisieran lo cual emocionó a ambas, aunque Isaac primero les dijo que tendrían que ir al dojo, Pero que terminado pasarían el día los tres juntos.

—Pense que no tendrías entrenamiento hoy papá—pregunto diana.

—Me atraparon—Dijo suspirando isaac—La verdad es que iré a entrenar un poco con su tío—

—¿Con el tío incognito?—Pregunto April a lo que Isaac como respuesta solo asintió

—Bueno, por mi no hay problema, además el podría enseñarme una que otra llave y aprovechare para tomar fotos de ustedes dos entrenando—Dijo diana con emoción.

—Creo que podría intentar hacer algo de ejercicio—Dijo April mientras hacia una pose de culturismo que ante los ojos de Isaac se veía muy tierna.

—Solo no le digan a su madre que iré a entrenar con su tío porque me mataria, más si descubre que ustedes estuvieron allí—

Isaac rió mientras imaginaba la cara de Patricia si descubriera su pequeño desliz. Sabía que no sería realmente grave, pero prefería evitar una discusión. Después de asegurarse de que las niñas estaban listas, les dijo que fueran a prepararse mientras él terminaba su café.

Minutos después, Diana apareció con su cámara colgada al cuello y una gorra que le daba un aire de reportera en una misión importante. April, por otro lado, llevaba una mochila llena de libros, siempre lista para leer en cualquier momento.

Isaac las miró y sonrió.

—¿Están listas para el dojo? —preguntó, mientras agarraba las llaves del auto.

—¡Más que listas! —respondió Diana, levantando su cámara con entusiasmo.

—Yo también —dijo April, aunque con una mirada un poco más tranquila.

Cuando llegaron al dojo tuvieron que subir unas escaleras y mientras subían las escaleras los tres pudieron escuchar música a alto volumen a lo que Isaac al abrir la puerta paso junto con diana y April al entrar sintieron que estaban en un sauna ya que estaba un calor insoportable, pero además de eso vieron incógnito sin camisa haciendo lagartijas todo sudado con su máscara puesta por lo que esté al darse cuenta de que Isaac ya había llegado y no solo el si no con diana y April se levanta y sacando su teléfono apaga la música ya que lo tenía conectado a vía Bluetooth por lo que esté se acerca y saluda a Isaac para después acercarse a las niñas y quitarse la máscara revelando a Lancelot el cual al quitársela se podía ver como estaba mucho más sudado de la cabeza con todo el pelo mojado.

Lancelot se secó la frente con una toalla mientras sonreía ampliamente al ver a sus sobrinas.

—¡Diana, April! ¿Cómo están mis guerreras favoritas? —dijo con entusiasmo, dejando la máscara sobre una mesa cercana.

—¡Tío Lancelot! —gritó Diana emocionada, levantando su cámara para tomarle una foto. —¿Por qué siempre estás usando esa máscara?

—Bueno diana, cuando te dedicas a lo que yo y más si eres enmascarado la incógnita es muy importante—

—Si, Pero ¿porque? —

—Para no hacer el cuento largo, si subo y lucho con máscara te vas a cansar más porque te sofocaras, más si es como la mía que es toda cerrada, no tienes por donde respirar, por eso se entrena con máscara para que te acostumbre y no te canses cuando estés luchando—

Diana miró la máscara con fascinación y luego a Lancelot, todavía impresionada por su respuesta.

—¡Wow, eso suena súper difícil, tío! —exclamó mientras enfocaba la cámara y tomaba otra foto. —Creo que nunca me pondría algo así.

April, que había estado escuchando mientras hojeaba un libro que sacó de su mochila, levantó la vista con una ceja arqueada.

—Entonces, básicamente entrenas para sofocarte menos. Eso parece un poco… extremo.

Lancelot se rió mientras secaba el sudor de su cabello con la toalla.

—Es extremo, pequeña lectora. Pero en mi trabajo, cada ventaja cuenta. A veces, lo único que te separa de la victoria es esa resistencia extra que otros no tienen.

Isaac, apoyado contra la pared ya que antes abrió una de las ventanas para que el calor saliese y el aire fresco entrara, observaba la conversación con una mezcla de orgullo y diversión. Sus hijas tenían curiosidades tan diferentes, pero ambas las unía una cosa en común y era la admiración que le tenían a Lancelot y no solo a el sino que también a Zack.

—Bueno, chicas —interrumpió Isaac—. Dejen que el tío se recupere un poco, porque yo tengo que entrenar con él.

Diana bajó la cámara y frunció el ceño.

—¿No puedo tomar más fotos mientras entrenan?—

—Puedes, pero trata de no distraernos demasiado —respondió Isaac con una sonrisa.

April, por otro lado, se acomodó en un banco cercano, sacando otro libro de su mochila.

—Yo los observaré desde aquí. Pero no esperen que haga ejercicio, no quiero terminar sudada como ustedes.

Lancelot se acercó a ella con una sonrisa.

—¿Estás segura, pequeña? Podría enseñarte algunas técnicas básicas. Nada que implique sudor, solo movimientos.

April dudó por un momento, mirando el entusiasmo de su tío, pero negó con la cabeza.

—Paso. Prefiero leer.—

Lancelot se encogió de hombros antes de volverse hacia Isaac.

—Bien, empecemos.—

Mientras Isaac y Lancelot se preparaban para el entrenamiento, Diana comenzó a tomar fotos de los dos, capturando cada movimiento con precisión.

Por otro lado Lancelot e Isaac estaban en el ring con unos guantes de boxeo cada uno en una esquina.

—Espero que la paternidad no te haya ablandado—Dijo Lancelot

—Luchamos muchas veces y la mayoría de las veces siempre te ganaba—responde Isaac.—Aunque me sorprende que escogieras boxeo, pensé que sería olímpica—

Diana, con su cámara en mano, capturaba cada momento mientras April, sentada en el banco, echaba vistazos ocasionales desde su libro. El dojo, normalmente un lugar de disciplina y concentración, ahora se sentía como un escenario para un enfrentamiento épico entre los dos hombres.

Lancelot fue el primero en moverse, lanzando un jab rápido que Isaac esquivó con facilidad, contraatacando con un gancho al cuerpo. El impacto resonó ligeramente, pero Lancelot mantuvo la compostura, retrocediendo un paso para reajustar su posición.

—No está mal para un papá ocupado, pero aún estás un poco lento —dijo Lancelot con una sonrisa burlona.

—Es porque estoy calentando. No quiero dejarte en ridículo tan rápido frente a las niñas —replicó Isaac, lanzando un directo que Lancelot apenas logró bloquear.

El intercambio continuó, con ambos hombres mostrando su experiencia y habilidad. Diana estaba encantada, capturando fotos de cada golpe, cada esquive, y cada momento de tensión. April, por otro lado, aunque intentaba mantenerse concentrada en su libro, no podía evitar levantar la vista para ver el combate.

Finalmente, tras varios minutos de intensos golpes y movimientos ágiles, Isaac logró encontrar una apertura. Lanzó un gancho perfecto que impactó en el costado de Lancelot, haciéndolo tambalearse ligeramente hacia atrás.

—¡Punto para papá! —gritó Diana emocionada, bajando la cámara para aplaudir.

Lancelot levantó una mano, riendo mientras recuperaba el aliento.

—Cuando quieras, Lancelot. Todavía tengo energía para rato —respondió Isaac, preparado para otra ronda.

Antes de que pudieran reanudar, Diana se acercó al ring.

—¿Puedo tomarme una foto con ustedes dos antes de que sigan? ¡Se ven súper geniales!

Isaac y Lancelot se miraron, sonrieron y asintieron. Ambos se quitaron los guantes y posaron con Diana en el centro, mientras ella configuraba la cámara en el temporizador para capturar el momento.

April, desde el fondo, levantó la vista y dejó escapar una risa ligera.

—Parecen niños grandes jugando. Pero supongo que está bien si es por diversión.

Isaac miró a April y sonrió ampliamente.

—Ven aquí, April. Tú también eres parte de esto.

April negó con la cabeza al principio, pero al ver las miradas suplicantes de su hermana y su papá, finalmente cerró su libro y se unió al grupo para la foto.

En eso Lancelot le pregunto a diana si quería que se pusiese la máscara a lo que ella dio un salto emocionada y exclamó:

—¡Claro que sí, tío! ¡Con la máscara será aún mejor!—

Lancelot sonrió y tomó su máscara de la mesa, colocándosela con dramatismo. Adoptó una pose imponente, flexionando un brazo mientras con la otra mano hacía un gesto desafiante. Diana ajustó la cámara para capturar la escena.

—¡Listos! —dijo ella mientras configuraba el temporizador y corría para colocarse en el centro entre Lancelot e Isaac.

April se cruzó de brazos, con una leve sonrisa.

—Bueno, al menos esta foto será única.

El clic de la cámara resonó y capturó el momento perfecto: Isaac con una sonrisa confiada, Lancelot con su pose intimidante y máscara, Diana llena de energía, y April, con su habitual tranquilidad, pero claramente disfrutando el momento.

—¡Quedó increíble! —dijo Diana al revisar la foto.

Isaac se acercó para verla y asintió.

—Definitivamente, esta va directo a un marco en la sala.

Lancelot se quitó la máscara y dejó escapar una risa.

—Bueno, creo que con esto se acabo. ¿Qué dicen.si vamos a comer? Yo tengo hambre—

Diana y April gritaron un emocionado "¡Sí!" al unísono, mientras Isaac asentía, contento de ver a sus hijas tan animadas.

—Vamos entonces —dijo Isaac, recogiendo sus cosas—, pero recuerden, esto queda entre nosotros. Nada de hablarle a su madre de que estuvimos en el dojo con Lancelot.

—¿Y si nos sobornas con helado para asegurarnos de guardar el secreto? —bromeó Diana con una sonrisa traviesa.

Isaac fingió pensar seriamente.

—Está bien, pero solo si April también está de acuerdo.

April, levantando la vista de su libro, arqueó una ceja y sonrió.

—Acepto el trato. Pero será de chocolate—

El pequeño grupo salió del dojo en dirección al auto, con Lancelot despidiéndose en la entrada mientras se secaba el sudor.

—¡Nos vemos pronto, niñas! —dijo agitando la mano—

—¡Claro, tío!—Dijo diana

Una vez en el auto, Isaac encendió el motor y miró a sus hijas a través del retrovisor.

—Bueno, chicas, ¿a dónde quieren ir ahora?

—¡Helado! —exclamó Diana, levantando las manos con entusiasmo.

—Sí, pero después quiero pasar por la librería —añadió April—. He leído tanto estos días que ya necesito algo nuevo.

Isaac sonrió. Era evidente que, aunque sus hijas tenían intereses muy diferentes, ambas sabían cómo llegar a un acuerdo.

—Helado primero, librería después. ¿Algo más?—

—¡Podemos ir al parque después! —sugirió Diana—. Podría tomar algunas fotos increíbles allí.

—Y yo podría leer tranquilamente en un banco —agregó April.

Isaac asintió, contento de ver cómo las ideas fluían naturalmente entre ellas.

—Plan perfecto. Vamos por ese helado primero—

El trayecto hacia la heladería estuvo lleno de conversaciones sobre los momentos en el dojo. Diana no podía dejar de hablar de lo genial que era Lancelot, mientras April mencionaba cómo ciertos movimientos que vio le recordaban un libro de estrategia que había leído recientemente.

Cuando llegaron, cada una eligió su sabor favorito: Diana optó por un helado de fresa con chispas de chocolate, mientras April eligió el de chocolate puro. Isaac, por su parte, se inclinó por un clásico de vainilla con caramelo.

Mientras comían en una mesa cercana a la ventana, Diana sacó su cámara nuevamente, esta vez para capturar a April mientras leía.

—¡No me tomes fotos mientras estoy comiendo! —protestó April, aunque no pudo evitar sonreír.

—Es para mi colección de "momentos espontáneos", hermana —bromeó Diana.

Isaac observaba a sus hijas con una sonrisa, disfrutando de la paz del momento. Por primera vez en mucho tiempo, sentía que podía relajarse completamente y disfrutar de su tiempo con ellas.

—Bueno, chicas, cuando terminemos aquí, vamos directo a la librería. Y después... al parque para coronar el día.

Ambas asintieron con entusiasmo, mientras Diana ya planificaba las fotos que tomaría y April pensaba en qué nuevo libro añadiría a su colección.

Isaac, mientras tanto, se prometió a sí mismo hacer más días como este, donde pudiera disfrutar de sus hijas sin las preocupaciones del trabajo o los entrenamientos. Al fin y al cabo, estos momentos eran los que realmente importaban.

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