Toda la tensión que había estado presente instantes atrás desapareció, como si fuera disipada por un hechizo. Un hechizo que ahora los mantenía a ambos en su trance, mientras reían.

Alegres, bailaron por el parque junto al mar. Las olas lamían el pequeño acantilado a su lado, y el sonido rítmico del mar calmaba sus mentes.

"Entonces... ¿Deberíamos ir a mi restaurante antes, por favor?" murmuró Toya, acariciando el rostro de Tsukasa. "M-me gustaría mostrarte algo."

Tsukasa sonrió, y besándose, dejaron el parque y se subieron al coche de Toya.

La lluvia comenzó a caer mientras conducían por las silenciosas calles de Shibuya. Las aceras estaban vacías, y solo se podía ver a dos o tres personas, con bolsas de compras y paraguas, corriendo por las calles para llegar a la seguridad de sus hogares.

"Es tan hermoso cuando está vacío..." dijo Tsukasa.

Toya sonrió. "Tienes razón."

Finalmente, llegaron a su establecimiento.

"Así que... ¿Qué estás...?" comenzó Tsukasa.

"Lo verás ahora mismo", dijo Toya con una sonrisa burlona.

Entrando al restaurante, se dirigieron hacia la parte trasera, donde estaba la oficina de Toya.

"Cierra los ojos, Tsukasa...", le indicó Toya.

Tsukasa hizo lo que Toya le había dicho. Luego sintió que algo se deslizaba alrededor de su rostro. Luego, sintió más de uno.

"Toya, ¿qué...?" comenzó a decir, pero no pudo escucharse a sí mismo. Luego intentó abrir los ojos, pero, como sospechaba, estaba vendado.

"No te lo quites todavía", dijo Toya desde algún lugar de la habitación.

Pasaron unos momentos, mientras Tsukasa esperaba, un sentimiento de nerviosismo y emoción se mezclaba en su corazón.

"Quítatelo todo." Ordenó Toya.

Al hacerlo, Tsukasa fue recibido por Toya.

Pero no Toya normal.

El joven estaba desnudo y, lentamente, caminó hacia Tsukasa.

"Entonces... ¿Qué piensas?" —Preguntó Toya.

Tsukasa no pudo encontrar palabras.

"¿Emocionado, al menos?" —Preguntó Toya. "¿Divertido?"

Luego, sacudió la cabeza.

"No importa."

Luego se arrodilló y, lentamente, le quitó la camisa a Tsukasa.