Página Siete - Capítulo Uno
"¿Qué hora es?" preguntó. Rui parecía despertar. Probablemente estaba distraído, pensando en algo. ¿Sobre esto? ¿Grité tanto?
"Es... ¡Demonios! ¿Son las diez y cuarto?" murmuró. "¿Puedes... ir a la práctica?" preguntó.
Tsukasa lo fulminó con la mirada. "¡Ahora estás haciendo una montaña de un grano de arena! ¡Fue solo una pesadilla, Rui!"
"No es la pesadilla. Pareces agotado." explicó Rui. Tsukasa suspiró.
"Estaré bien. ¿Ya te has duchado?" preguntó. Rui asintió, y Tsukasa se sintió aliviado.
"Me voy a duchar ahora. Tú prepara el desayuno. Un vaso de leche está bien." se estiró y se dirigió a la ducha. Vio que Rui tenía una expresión preocupada, pero la ignoró.
El agua le hizo sentir repulsión. Quemaba, y gritó, pero inmediatamente se tapó la boca. No quiero llamar la atención de Rui otra vez.
Salió, cubierto con una toalla y sintiéndose enfermo.
Se vistió con el uniforme y se dirigió a desayunar.
Bebió el vaso de leche en unos pocos segundos. Rui estaba sorprendido.
"¡Vaya! Tenías bastante hambre..." dijo, asombrado.
"Sí. Vamos."
Se sentía aún peor. El insomnio, más la tarde agitada y la pesadilla lo habían dejado en mal estado. Pero era uno de los últimos ensayos antes del gran día, así que no podía faltar.
"Si tú lo dices..." Rui tomó sus llaves, y se dirigieron a la furgoneta.
Una vez en la carretera, Tsukasa sacó la cabeza por la ventana, esperando que el viento lo hiciera sentir mejor. En cambio, sintió ganas de vomitar y metió la cabeza de nuevo tan rápido como pudo. Intentó recostarse, pero eso lo empeoró aún más.
Rui lo miró, preocupado y un poco asustado.
"Tú... No pareces estar bien... Quizás..." comenzó, pero la furia de Tsukasa lo interrumpió.
"Mira. Ya hemos llegado." gruñó Rui. Salió de la camioneta, abrió la puerta de los camerinos y entró, dejando solon a Tsukasa, quien suspiró, airado.
Tsukasa entró y los encontró a todos en el escenario. Comenzaron su práctica, pero Tsukasa no estuvo a la altura de las expectativas. Olvidó sus líneas, no logró meterse en el personaje y las canciones sonaban horriblemente.
Después de un rato, Miku se acercó a él.
"Tsukasa... algo no va bien... Te... te ves exhausto. ¿Te has visto?"
"Estoy bien. Déjame en paz," respondió, cortante. Miku se estremeció.
"Tsukasa, insisto. Ve a casa, descansa. No le harás bien a nadie en ese estado."
Tsukasa suspiró.
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