Después de intercambiar expresiones de enojo, tanto Toya como Rui salieron de la habitación.

Finalmente, Tsukasa respiró aliviado.

¡No puedo creerlo! ¿Qué demonios le pasó a Rui?

Suspirando, desesperado por un poco de tiempo a solas y algo de descanso, cerró los ojos.

* * *

"Mesa 4."

"Mesa 1."

"Mesa 5."

"Mesa 2."

"Mesa 6."

"Mesa 3."

"Mesa 7."

"Mesa 9."

"Mesa 8."

"Mesa 10."

"Demasiadas mesas. Mesas..."

Tsukasa despertó, mirando alrededor de la habitación, confundido.

"¿Q-qué...?"

Toya lo miró, sus ojos grises, similares a la plata, nublados de preocupación.

"¿Te desperté, Tsukasa? Lo siento... Estoy muy preocupado por mi restaurante..."

Tsukasa forzó su mente, tratando de recordar algo sobre el restaurante de Toya, pero nada vino a su mente.

"Oh, sí, el..." Tsukasa se quedó en silencio, esperando a que Toya completara la frase.

"El Arándano Azul," murmuró Toya. "¿No me digas que no lo recuerdas?"

Tsukasa sonrió, avergonzado.

"Para ser honesto, ni siquiera recordaba que tenías un restaurante. Pensé que aún trabajabas en el otro lugar, ¿no era el Refugio del Pingüino de Haruka?" preguntó.

"Sí, eso era. Pero, ¿cómo no lo recordaste? Asististe a la Gran Apertura, aunque te sentías horrible. Luego, prácticamente nos dejaste sin comida ese día. ¡Y lo visitas mucho! ¿Perdiste la memoria otra vez, tal vez?"

Tsukasa sintió que su cuerpo se contraía mientras recorría su mente, tratando de recordar todos esos eventos pasados. Se estremeció al descubrir que muchas cosas que debería recordar estaban en blanco. Había perdido recuerdos, nuevamente, de muchas cosas, que la gente le había contado y sabía que habían sucedido, pero no podía recordar.