Página Dos - Capítulo Cinco


"Buenos días, dormilón. Despertáste ya?"

Tsukasa miró a su derecha, y, con los ojos apenas abiertas, vislumbró la familiar figura de Toya.

Bostezó, cansado, y sonrió.

"Buenos días, Toya." empezó a levantarse, pero le crujió el cuerpo, e hizo una mueca de dolor.

"Bobo. Sigues dolorido después de tantas convulsiones. Aguarda, que ya te traigo el desayuno, tragón." Toya salió de la estancia brincando como un cervatillo primaveral.

Tsukasa rió interiormente, imaginándoselo como si realmente fuera el animal.

Llevaría una bata, además de una bandeja con el dicho desayuno. Bollería, fruta fresca, café con leche... Se lo imaginaba dando botes hasta llegar a la cama, para darle el desayuno e ir a sentarse en una silla frente a él.

De repente, su mente se sumió en una especie de oscuridad- una oscuridad que corrompía su mente y sus sentimientos.

Entonces, vio como la ventana del dormitorio reventaba en mil pedazos, en cuanto una bala la atravesó.

La bala siguió su trayectoria, y en menos de un abrir y cerrar de ojos, impactó contra el cuello del ciervo, y lo atravesó. Entonces, una figura se colaba a través de la ventana, y un resplandor metálico se vislumbró sobre su mano.

El cuchillo rebanó el cuello de Toya, que había recuperado su forma humana, y le decapitó. Metió rápidamente la cabeza de su pareja en una bolsa, antes de encararse con Tsukasa, aún arropado por las mantas.

Dientes, dientes blancos, perfectos, brillaron en la oscuridad, y, en medio del caos y la sangre, la figura avanzó, y acabó con la vida del soñador.

Tsukasa recuperó su estado de consciencia repentinamente.

Por suerte, al menos para la poca salud mental que le quedaba, no se encontró gritando por su vida.

En cambio, estaba temblando, más que de frío, o por fiebre, por el miedo que se le había metido en el cuerpo y la mente tras la ensoñación.

En ese momento, volvió Toya, como había previsto Tsukasa, brincando y silbando una tonadilla que identificó como una de las canciones de VBS.

Pero entonces, se fijó en el desayuno.

Su mente se quedó en blanco. Momentáneamente.

Entonces, recuperó el control, y, temblando aún más, intentó procesar que, al igual que había imaginado previamente, llevaba la bolleria, la fruta fresca y hasta el mismo café con leche, con la misma taza, con estampado vacuno.

Era todo igual que en su sueño.

Sueño, o visión, tal vez. Tsukasa ya no lo podía saber.

Ahora, solo faltaba la figura- y sus muertes.

En ese momento, por el rabillo del ojo, vio una sombra, encaramada a el balcón de arriba- solo se veía un zapato, pero podía suponer lo que era.

Saltando de la cama, tirando las mantas al suelo, ignoró el dolor que le suponía levantarse, y, cogiendo una mesilla de metal robusto que estaba al lado de la ventana, la abrió.

Sintió un impacto. Miró hacia abajo, pero no vio nada en su cuerpo.

Había una abolladura en la mesa. Les había salvado.

"Tsukasa...? Qué haces, quitarle el polvo a la mesa?" preguntó Toya, confundido. Tsukasa vió la figura escapar por la callejuela, y suspiró.

Quitó la bala, y la tiró a la calle. "Sí, el polvo me estaba dando alergia..."

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