Página Dieciocho - Capítulo Tres


Luego, cuando se separaron, se marchitaron, como sueños rotos y esperanzas perdidas.

Cuando finalmente terminaron el momento, Toya acarició la línea de la mandíbula de Tsukasa con su mano y dejó que su mano descansara debajo del mentón del chico rubio.

"¿Para qué fue eso, Toya?" preguntó Tsukasa, con los ojos brillando de emoción.

Toya rió de nuevo, con esa risa especial y tranquilizadora que solo él podía producir, la risa que, hasta un par de horas atrás, no había escuchado en años.

"Bueno, noté cuánto pareces desearte a mí..."

"Bueno... Yo tampoco mentiré..." dijo Tsukasa.

Toya sonrió traviesamente.

"Quiero mostrarte un lugar, Tsukasa..."

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