Página Cinco - Capítulo Dos


Rui se sonrojó, mientras escalofríos de placer recorrían su espalda.

"T-Tsukasa... P-Por favor... No hagas que duela..." gimió Rui.

Tsukasa no dijo nada, pero su respiración era entrecortada, estaba jadeando.

"Yo- Rui, estoy-" comenzó, pero un calambre lo detuvo.

"¡Tsukasa! ¿Estás bien?" jadeó Rui, sorprendido por los movimientos de Tsukasa.

"N-No... ¡Yo-!" gimió y cayó al suelo.

"¡Tsukasa!"

* * *

La luz lo cegó, mientras las sombras lentamente daban espacio a la luz.

Era una luz brillante, blanquecina, artificial.

Tsukasa gimió al notar que sus miembros despertaban.

Se sentían cansados y adoloridos.

De repente, la fuente de luz fue bloqueada por algo.

Escuchó murmullos mientras figuras oscuras corrían a su alrededor. Luego comenzó a observar su entorno.

Estaba en una habitación pequeña, con paredes blancas brillantes y un techo liso y gris.

Era fácil reconocer un hospital, por todo el tiempo que había pasado allí con...

"Saki..." gimió.

Tan pronto como pronunció la palabra, pareció desatarse el caos.

Figuras oscuras comenzaron a entrar en la habitación y por un segundo pensó que le harían daño.

Pero luego notó la ropa blanca y las máscaras.

Escuchó voces, pero no pudo distinguir ninguna palabra.

Poco después, volvió a dormirse.
Incluso en sueños, los recuerdos lo atormentaban.

Se encontró en su antigua casa. Estaba mirando todas las facturas cuando escuchó sonar un teléfono.

Conozco este momento.

Casi inconscientemente, Tsukasa intentó gritarle a su yo más joven que se detuviera, que se quedara quieto e ignorara el timbre.

Sabía que era inútil.

Podría no contestar, el destino le había preparado un camino de sufrimiento y ya había caminado demasiado como para dejarlo.

Mientras su yo más joven se acercaba al teléfono, el tiempo parecía detenerse.

Tsukasa corrió hacia el teléfono, esperando evitar que el pasado se repitiera.

Pero como si estuviera hecho de aire, la mano del Tsukasa del pasado pasó directamente a través de él.

Tsukasa cayó al suelo, el dolor hinchándose en su pecho, pero no porque la mano pasara a través de él.

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