prólogo

Obra original de: 2Yeonista
¡Gracias por dejarme adaptar tu bella historia!

ପ 🏹 ⿻  Coffee & Chocolate  ᨒ ♥︎ ミ

Algunos odian las personas egoístas, otros a las personas extremadamente amables, otros a los hombres, otros a las mujeres.

Siempre es así.

El mundo se divide en categorías, todos odiamos alguna.

Sana detesta una amplia categoría.

Los alfas puros.

Si, Sana detesta estar cerca de aquellos
pertenecientes a la punta de la pirámide de jerarquías.

¿Por qué? Era bastante simple. Los alfas puros vienen de la unión de dos alfas, esto hace que sus instintos sean mucho más fuertes, sus sentidos más agudos y sus aromas mucho más fuertes.

Sana ha tenido terribles experiencias con este tipo de alfas. Sus aromas la marean al punto de que una vez casi se desmaya al sentir las feromonas del celo de un alfa puro cautivado por ella.

Porque era así, Sana es una omega común, pero bastante unida con sus instintos y su parte animal. Su aroma tan dulce siempre atraía a muchos alfas, era considerada la omega más deseada de la preparatoria.

Alfas adolescentes revoloteando encima de ella era lo peor.

Su loba y ella son muy apegadas. Su madre siempre le ha dicho que es muy raro ver qué alguien conecte tanto con su parte animal, pues es algo que se ha ido perdiendo con el tiempo.

Si retenía de algún modo sus instintos, la tristeza de su loba la contagiaba, y entraba en un estado de desánimo y depresión hasta que su loba se recuperara de ello.

Sana amaba a su parte animal, mucho, así que hacía lo posible por protegerla. Hacia lo posible para no acceder a la sumisión que exigían muchos alfas.

Aprendió a las malas a poder negarse a su natural sumisión, pero se ha mantenido fuerte y firme a pesar de ello.

Sana y su loba eran como una sola, así que Sana notó inmediatamente la inquietud en las orejas alzadas de su parte animal con la cual amaneció un día común.

Intentó ignorarlo, pero no podía. El día pasaba y el sudor de inquietud y ansiedad adornaba su cuello y frente.

Era raro.

Sentía la necesidad de levantarse y caminar hacia un lugar específico. Pero no sabía que lugar era ese.

Cuando la clase terminó, se levantó bruscamente del escritorio, guiada por su loba. Olfateó alrededor y sintió llegar a su nariz un olor peculiar. Algo le decía que
siguiera ese olor.

Café, olía igual a ese café con leche y chocolate que su madre le daba para convencerla de tomar un poco de
cafeína.

Inmediatamente, ese sentimiento de calidez en su pecho, la hizo correr, corrió entre los pasillos, en busca de la dueña de ese aroma.

De repente ese olor se volvió tan intenso que sintió sus ojos ponerse en blanco, su mundo volverse borroso y cayó contra la pared en busca de un apoyo.

Su cabeza empezó a doler, su vista estaba borrosa, lo único que logró ver fue una silueta alta y de cabello rubio.

Sus ojos enfocaron lo suficiente para notar que era una chica.

Una alfa.

La dueña del olor. De aquel olor tan fuerte que ahora mismo hacia que su cabeza doliera como un infierno.

- Hey, ¿Estás bien? ¿Necesitas ir a la enfermería?

Sus feromonas de preocupación hacían todo mucho peor. No ayudaba en nada esa voz grave y atractiva.

Su loba estaba embriagada, pero muy emocionada. Mucho. Estaba feliz, entusiasmada y pidiendo cercanía de esa alfa y ese aroma que la tenía al borde del desmayo.

No tenía que estar en sus cinco sentidos, no tenía que consultarlo completamente con su loba.

Escuchar a su parte animal chillar un "¡Mi alfa!" lo supo.

Había conseguido a su alma predestinada.

Por ese aroma intenso a café con chocolate, también supo otra cosa.

Es una alfa pura.

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