002
—¡Hey, Chaeyoung-ah!
No es hasta que siento una gran mano zarandear mi hombro que logro quitar la mirada de la espalda de esa omega.
Su dulce olor a frambuesa acaramelada sigue en mi olfato, nítido.
Al ver que terminaba de alejarse, siento a mi loba entristecerse y solo acostarse para dormir.
Cómo siempre.
¿En serio iba a ser así?
Quiero pensar que es una excusa y no piensa verse con alguien. Espero que sea solo una excusa.
Siento el zarandeo hacerse con más brusquedad y finalmente veo a la causante de esta.
Somi frunce el ceño y mira por encima de mi hombro, seguramente a Sana yéndose a paso acelerado.
Ahora que mi loba volvió a recostarse para evitar estar triste, ya no me cuesta decir su nombre.
— ¿Ya ligando con omegas? ¡Te dije que era buena idea! —ríe y golpea mi hombro. sonrío por lo bajo ante la broma y niego con la cabeza.
— No, no. Solo... Fue raro. —fue todo lo que logré decir. no me apetecía contar lo que acababa de pasar.
Conseguí a mi alma destinada.
Y ella acababa de huir.
¿De verdad fue buena idea hacer caso y dejar de usar neutralizadores para mi aroma?
Si, por más que quiera negarlo, si. Fue agradable sentir a mi loba viva y eufórica.
Pero ahora me sentía increíblemente decaída al sentir ese aroma dulce alejarse. No pude acercarme lo suficiente y tocar su rostro para saber si era real. Para saber si lo que pasaba era real y no era otro de esos sueños donde sentía que conectaba con mi loba interior.
Fue raro cuando sentí que solo debía quedarme aquí parada y sentir una sensación de que algo se acercaba. Fue mucho más raro conseguir a una omega a punto de desmayarse.
Fue mucho más raro sentir a mi loba viva y eufórica ante esa presencia, sentir como soltaba mis feromonas sobre ella y finalmente llamarla como mi omega.
Jamás me había sentido tan viva hasta el momento en que tomé la cintura de esa omega.
Quería pensar más, quería resolver mis propias dudas, distraerme en ello para ignorar la fea sensación en mi pecho.
Pero Somi da una pequeña palmada a mi mejilla y me sonríe.
—Eres muy atractiva y tu aroma es agradable, seguramente esa omega quería coquetear contigo. —dijo con aire orgulloso.
Me encojo de hombros.
En realidad parecía querer huir de mi.
Es la primera vez que me dejo ver como una alfa pura hecha y derecha. Con mi fuerte y dulzón aroma que suele irritar a otros alfas alrededor. Suelo usar distintos modos de disminuir mi olor y mis instintos, no me gusta mostrarme de aquel modo frente a todo el mundo, mucho menos causar revuelto entre omegas como pasaba en mi anterior preparatoria.
No se me fue difícil adaptarme aquí, pero tampoco destacó mucho entre los demás.
Al menos no hasta hoy, con todas las palabras que escucho a lo lejos hablando de mi, de mi aroma y de porque llego repentinamente llamando tanto la atención por él.
El resto del día, mi mente vaga sola y únicamente en una omega, Minatozaki Sana.
No voy a mentir, en cada pasillo, en cada aula y en cada lugar, mis ojos la buscaban, con la esperanza de ubicarla.
Muchas veces sentí su aroma acaramelado cerca, pero no tenía las agallas de buscarla de verdad. Prefería conseguirme con ella de un modo más natural que el hecho de buscarla corriendo por cada rincón del lugar.
Noté un par de cosas: Es mayor que yo, por lo que no la iba a conseguir en ninguna de las clases; es bastante popular entre los alfas, todos hablan de su aroma y como quisieran que fuese su aroma el que cargaba encima aquella omega; y, por último, aún dormida mi loba no paraba de buscarla, entre sueños chillaba y al estar cerca levantaba la cabeza alerta para emocionarse al sentir su aroma.
Se hablaba mucho de ella, pero ahora que sé bien sobre su presencia, sí prestaba atención a lo que los demás decían.
— Dicen que Minatozaki Sana huele a alfa. —mi audición se agudiza y logro escuchar una conversación a un par de mesas de mi donde la mencionan.
ㅤ—¡¿Qué?! ¿Cómo es posible? Ella no se acerca casi a ellos.
El otro chico suspira.
—Si, oí de Yujin que percibió un aroma de alfa encima de ella cuando se le acercó.
Sana olía a mi.
Quizá solo no tenía forma de quitarse mi olor de encima.
El resto del día se me pasa rápido, pues no he parado de estar distraída pensando en lo que había pasado.
¡Encontré a mi destinada! ¿Cuan posible es eso? ¡Eso se había quedado como un mito!
Bueno, ni siquiera sé exactamente que es así. Pero mi loba siempre es muy quieta, he perdido la conexión con ella con solo diecisiete años de vida. Sentirla tan animada y viva es como sentirme renovada.
Nunca perdí mis instintos de alfa, pero siempre los sentí muy débiles para la clase de loba que reside en mi. No soy una alfa común, soy una alfa pura, y por primera vez sentí mis instintos con aquella intensidad que originalmente tienen.
Necesito verla otra vez, acercarme a ella.
Necesito que sea mi omega. A pesar de sentir que ya lo es.
Espero a Somi en la entrada de la institución, a pesar de pasar publicaciones en las redes sociales dentro de mi celular, mi mente sigue vagando cada ciertos segundos en aquella omega.
Hasta que ese aroma me llega a mi olfato.
La busco con la mirada directamente de dónde viene.
Esos ojos miel también me estaban mirando.
Noto que remueve sus labios y muerde el inferior antes de apartar la mirada de mis ojos y posarla en la chica de mirada dulce a su lado.
Ahí me doy cuenta que realmente no conozco a muchos fuera de mi año de estudio, pues no tengo ni idea de quién es la chica a su lado y la mezcolanza de olores alrededor no me dejan averiguar el suyo.
El único que destaca entre todos es el de Sana.
Mi loba despierta de su aburrido sueño, se mueve eufórica en mi pecho. Mi corazón late y siento una enorme necesidad de correr a su lado y pedirle salir.
“Tengo que verme con alguien”. Aquellas palabras con las cuales me había rechazado se plantan en mi, y mi loba gruñe, enojada y herida al verla reír junto a la chica a su lado.
Mi loba quería acercarse y reforzar en ella la marca de mi aroma. Que nadie más se le acerque hasta que yo logre hacerlo.
Y no es difícil acercarme, a menos que todo el tiempo me evite como lo hizo antes.
La observo hablar con aquella otra rubia, su sonrisa destaca al hacer también que sus ojos se cierren. Es linda.
Frunzo el ceño.
Es algo molesto.
De verdad necesito acercarme a ella.
Me enderezo, estoy dispuesta a hacerlo ahora mismo, frente a esa chica, ¿Por qué no?
Mi loba me lo agradece, mucho, y siento como si una clase de medidor de conexión entre mi parte animal y yo subiera, muy muy poco, pero subió.
Cuando estoy a pocos pasos de ella, voltea bruscamente hacia mi. Noto como su mano busca el hombro de la chica a su lado y la usa de apoyo.
Frunzo el ceño, parece alertada, como cuando la conseguí a punto de caer en el piso en el pasillo.
Cuando por fin me acerco a ellas, veo como la chica de ojos dulces, que es de la misma altura que Sana, rodea la cintura de mi omega para ayudarla a apoyarse.
—¿Estás bien? —pregunto hacia Sana, algo preocupada. ¿Sufre de tensión, azúcar o algo así?
—Si, ¿Puedes alejarte? La mareas. —la chica es la que me contesta.
Frunzo el ceño. ¿Marearla? ¿Por qué? ¿Qué está diciendo?
Inmediatamente mi loba gruñe en amenaza ante el pensamiento de que esa chica quería alejarme de mi omega utilizando esa excusa.
Cruzo miradas con Sana finalmente, ella parece un poco ida.
Demuestro mi preocupación en mi rostro, me acerco un poco y poso el dorso de mi mano en su cuello.
—¿Estás bien? Es la segunda vez que nos vemos y que te pasa esto en el día. —informo, intentando demostrarle lo preocupante que era.
Ella aparta de un manotazo mi intento de tomar su temperatura. Siento a mi loba sollozar ante el gesto de rechazo y siento mi pecho apretarse un poco.
—¿Puedes alejarte? Por favor.
Relamo mis labios, incómoda. Mi pecho se aprieta y mis ojos lagrimean. Siento unas enormes ganas de seguir junto a ella, mi loba me lo pide, me asegura que es lo que tengo que hacer.
Pero veo el rechazo en los ojos de Sana y solo aguanto lo más que puedo el nudo en mi garganta y las ganas de llorar.
—Yo... —trago, intentando recuperar mi voz— Si, lo siento. Yo... Nos vemos mañana.
No soy capaz de preguntarle de nuevo si podíamos vernos, no cuando sus primeras palabras hacia mi luego del primer encuentro sigan siendo un rechazo.
Inhalo disimuladamente su olor, cierro los ojos un segundo para tenerlo presente, les doy a ambas una reverencia y me doy media vuelta.
Antes de llegar al lado de Somi, mis ojos siguen acuosos, amenazan con desbordarse en cualquier momento. Mi loba no ha vuelto a dormir, está ahí, anhelando y rogando para que me acerque y le pide una cita, que pase más tiempo junto a ella.
“Mi omega...”. Oigo a mi loba murmurar en un pequeño sollozo, no dejo de mirar a Sana hasta que finalmente se va.
No presto atencion a nada de lo que dice Somi, solo asiento o niego, pues temo a que mi voz se rompa cuando hable, el nudo en mi garganta es muy fuerte.
Es una sensación fea.
Me pregunto si mi alma destinada se siente igual por mi ausencia.
—No iré hoy a la práctica. —digo.
La caminata de mi mejor amiga se detiene abruptamente.
—¿Eh? ¿Por qué? —cuestiona haciendo un pucherito, uno tan exagerado que hago una mueca de asco.
—No me siento bien, dile a la entrenadora que lo siento.
No estoy mintiendo, pero mi verdad es tan parcial que Somi frunce el ceño y pucherea con algo de disgusto.
—Está bien —murmura con tristeza infantil— ¿Ahora quien va a ser mi armadora?
— Yuna es buena y alta, deberías intentar llevarte bien con ella por una vez —digo y le doy un golpe burlón en el hombro. Rio al escucharla gruñir.
—Prefiero no volver a jugar que tener que tener a Yuna de armadora. —masculla, casi puedo oír sus dientes rechinar.
Hecho una carcajada mientras me alejo de mi mejor amiga. Nos despedimos una última vez con la mano y armo, a paso rápido, mi camino a casa.
Una vez a solas, mi mente vuelve a ir hacia aquella omega mientras parezco hacer todo en automático cuando llego a casa.
— Hueles más fuerte de lo normal, cariño. —escucho a mi madre decir mientras lavo el plato que usé. Su voz es lo que me logra sacar de mi trance.
—¿En serio?
Mi olor es muy opacado por el ambiente familiar y, sobretodo, el olor a alfa de mi hermana mayor. De entre los cuatro, el mío es el más débil, es difícil que me noten.
Admito que a veces si me pone un poco triste. Más escuchando lo que los demás dicen acerca de ser una alfa pura que parece una común.
Me seco las manos con una toalla cercana antes de voltear hacia mi madre.
—¿Pasó algo? Estás inquieta.
Relamo mis labios, ¿Pensará que es una idiotez eso de los predestinados? ¿Es buena idea decirlo?
—Conocí a una omega. —simplifico. Aunque no sea una completa verdad, no la conocí, solo me la encontré y luego huyó.
Mi madre alza las cejas con impresión y una sonrisa cálida se asoma por sus labios.
— Que bueno, cariño. Me alegra que despierte tanto en ti —acaricia mi cabello con esa energía maternal más sus fuertes feromonas. Ronroneo ante su toque— Espero que todo vaya bien.
Me da una última sonrisa y se retira, seguramente a seguir atendiendo cosas del trabajo.
Mis labios inconscientemente se juntan en un puchero. Siento que debí haberle especificado que pasó, quizá ni siquiera pueda acercarme de verdad a ella.
Solo quiero que no huya de mi.
Mañana quiero ir y acercarme a ella, entablar tranquilamente una conversación e invitarla a salir. No la conozco, no sé cómo es. Pero quiero conocer a la omega que ha despertado en segundos cada uno de mis instintos.
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