16. Final.
-¡Boom Baby!
-Hola Andy...
La morocha de cabellos cortos por los hombros, saludó con mucho cariño a Regina, dando un caluroso beso en la mejilla.
-Hola abuela lejana...- saludó abrazando con amor a la señora de mayor edad, su compañera de trabajo.
La encargada de cocinar para el tercer piso y la encargada del buffet.
-Al fin llegas...- le arrojó el delantal en la cara a Andy, su jefa, Margot Leville.- las mesas no se limpiarán solas.
Y se fue dejándola solas como siempre.
-Il fin lliguis.- la imitó rodando los ojos.- me fui hace dos horas... estuve toda la noche de ayer... y hoy terminó mi turno y aquí estoy, reemplazando a Samira.
-Eres una gran compañera.
-Sisi.. gran compañera, espero que me paguen el doble.
Regina rodó los ojos.
-Ve antes que te vea sin hacer nada y te suspendan...
Andy bufó y se colocó el delantal alrededor de su cintura, agarrando un trapo y detergente para las mesas del buffet, y se encaminó hacia la salida de la cocina.
-Solo lo hago por ti vieja.
-¿¡Como me llamaste!?
-¿¡Que!? ¡No te escucho! ¡Las mesas me están llamando!
Rió divertida comenzando a sacar cualquier basura sobre éstas y pasando el trapo para desinfectarlas.
Y así, pasaron horas y horas de duro trabajo, limpiando, llevando comida, preparando café y observando a su alrededor, viendo pasar gente tras gente en el lugar.
-¡Andy!- la llamó Regina que cansada se acercó.- ¿Me harías el favor de entregar este plato de sopa a la enfermera Rose? Por lo que tengo entendido está en el quinto piso... es para una paciente de la habitación 507.
Andy asintió con la cabeza y agarró la bandeja, yendo hacia el ascensor. Al llegar al quinto piso fue hacia la habitación que le dijo su compañera, encontrándose la enfermera en la puerta, se ve que la estaba esperando.
-Perdóname Andy... no pude ir a buscarlo.- agarró la bandeja.- te prometo que en la próxima lo haré.
Andy hizo un gesto con la mano, sin darle tanta importancia.
-Esta bien... no hay problema.- sonrió.- Sabes que me gusta recorrer el hospital.
-Te gusta recorrer el hospital porque te encanta ver al sexy doctor por los pasillos.- respondió picarona la enfermera, causando que su estómago se haga un nudo y el recuerdo de cómo tiró el café y su nota vino a su mente.
Suspiró.
-No soy la única.- golpeó su hombro, juguetonamente, causando que Rose la mirara con la cara de mil demonios por el casi derrame de la sopa.
- Tonta...- le regañó.- Además tengo muchos años para ese hombre.
-Oh vamos, no eres tan vieja...- rodó los ojos.- ¿Cuántos años le llevarías, 10, 20 años? Mi Rose... para el amor no hay edad...
-Pff.. si claro, ¿Me harías el favor de abrirme la puerta?- hizo lo que le pidió, entrando la enfermera con la bandeja mientras saludaba al paciente.- Nos vemos...- murmuró saludando de reojo.
-Adios...- susurró, cerrando la puerta.
Volvió a suspirar, cansada tanto físico como mentalmente.
-Debo olvidarme del Dr. Cullen.- pensó mientras volvía al ascensor, sin ganas de bajar dos pisos por las escaleras.- ¿Como es posible que con tan solo meses de su llegada, no paro de pensar en el? ¿De soñar con el? Todas los días, mis ojos siempre lo buscan, y cuando lo veo por unos segundos mi corazón late rápidamente y me alegra el día.
》¡Agh, olvídate de él! 《
Volvió a tocar el número de su piso, esperando a que toda las personas entren cuando ya las puertas comienzan a cerrarse fue interceptada por una mano.
- Gracias...
La respiración se atoró en sus pulmones y su corazón comenzó a latir rápidamente de los nervios al escuchar la hermosa voz del doctor.
La voz de un ángel.
Miró de reojo hacia el Cullen, sintiendo los nervios a flor de piel y sus manos sudan demasiado al verse en el reflejo de las puertas metálicas, estando a su lado derecho el doctor. Tragó saliva y disimuladamente comenzó a limpiarse las palmas sobre el delantal en un intento de calmarse y dejar de sudar.
Veía ansiosa el número de la pantalla en el extremo derecho del ascensor, esperando ya llegar a su piso y alejarse de él cuando maldice en todos los idiomas al ver como el ascensor sube dos pisos más.
DOS MAS.
-La puta madre...- susurró molesta al ver como entran más personas, estando un poco más apretado en la caja metálica, significando tener al Cullen más cerca de ella, provocando que sus brazos se rozaran en varias ocasiones.
Respiró hondo, cautivándose por el delicioso perfume que tiene puesto el médico y exhaló lentamente contando mentalmente hasta diez para no gritar de los nervios y de la frustración al escuchar varios suspiros provenir de las femeninas presentes.
Al cerrarse las puertas, el ascensor volvió a bajar dos pisos, estando una vez más en el quinto. Que cuando se abrieron se dejó ver a su amiga enfermera, Rose.
-Oh... esta lleno, iré por el otro.- habló.- Hola Dr Cullen.
-Hola Rose.
La enfermera sonrió amablemente a punto de irse cuando vio a su amiga Andy al lado del Dr Cullen, sonrió divertida al ver su rostro avergonzado y antes de que cierren la puertas, le guiñó el ojo a la morocha.
-Te mataré Rose.- pensó molesta, mirando de reojo, sin poder evitarlo, al Cullen que pudo apreciar una mini sonrisa en sus labios.
En donde se sonrojó al ver tan hermosa obra de arte.
El ascensor bajó un piso más, queriendo llorar sin saber si de felicidad o de rabia, al notar como todas las personas bajaron en el cuarto suelo, quedándose solos.
El doctor y ella.
Cullen se apartó de la mesera para darle un respiro, sabiendo sin la necesidad de tener el don de su hijo, que la ponía nerviosa.
Aunque no podía negar que se estaba divirtiendo.
Andy lo miró de reojo, una vez más, y casi se ahoga con su propia saliva al ver con sus propios ojos como saca de su bolsillo un papel de color celeste, y lo comienza a leer en frente suyo. La misma nota que ella le había dejado a la mañana, su última nota.
No puede creer que todavía lo tenga.
¿Ahora lo tirará?
¿Lo tirará a la basura junto con sus sentimientos en frente de ella?
Las puertas se abrieron en el tercer piso, en donde el primero en salir fue el Doctor, que solo dio varios pasos y se detuvo en la entrada. Giró sobre sus talones para mirar a su compañera que parecía estar en una especie de shock y no salía del ascensor.
Sonrió ladinamente.
-Con respecto a la nota anterior... se me cayó sin querer, lo volví a agarrar y lo tengo aquí.- sacó otro papelito de color violeta, del bolsillo de su delantal, que era el mismo que había dejado ese día.- Tengo todas tus notas guardadas.
-¿Eh?- lo único que pudo articular, clavando su mirada en el papel, intentando que sus neuronas conecten y reaccione.
-También tengo una dieta especial...- volvió a hablar logrando que Andy lo mirara a los ojos, chocando dorado con negro.- Además soy alérgico al café...
》Pero, ¿que te parece si salimos y nos conocemos mejor? Yo invito.《
La morocha abre y cierra la boca como si fuese un pez afuera del agua, sin creer lo que el hermoso doctor le acababa de decir.
-¿Me-me es-estás invitando a mi?- se señaló sintiendo sus mejillas calientes, seguro pareciéndose a un tomate.
-Si... te estoy invitando a ti, Andy- respondió con una sonrisa.- Por cierto...
Las puertas se cerraron, logrando ver su reflejo. Roja como un tomate desde sus orejas hasta sus mejillas, procesando la información que acababa de escuchar y sin darse cuenta que no se bajó en su piso.
》Por cierto... tu también me gustas《
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