☕: O1.

Siempre oí a mi madre hablar de los destinados.

Mamá siempre habló de esos mitos que decían como será encontrar a tu alma destinada a estar contigo, esa que te amó durante otras vidas.

El día empezará con un sentimiento raro, no desagradable, va a ser un día común, pero sentirás esa inquietud de que algo va a pasar.

Y tu lobo te lo va a indicar.

Luego tu día pasará con normalidad hasta que tengas que atender el llamado de tu animal, que te va a rogar hagas algo específico, busques algo específico.

En mi caso fue salir corriendo hacia los pasillos, persiguiendo un olor tan nuevo y a la vez muy familiar.

Cuando te encuentres con esa alma destinada, tu lobo gritará de felicidad, te pedirá acercarte a esa persona y si es un alfa, inmediatamente te marcará con su aroma.

Sentirás todo como un deja vu, pero a la vez, nunca has vivido algo parecido.

Pues claro, estás encontrando a quien fue tu amante en otra vida.

Cuando conseguí al aroma, me sentí tan ida que creía por un momento que estaba soñando. El aroma era tan fuerte que mis ojos se pusieron en blanco.

Pero mantuve consciencia, mantuve consciencia el tiempo suficiente para enfocar la vista y ver a un chico de cabello corto y oscuro mirándome con ojos de preocupación. También para darme cuenta que era el dueño de ese aroma que me empezaba a ser desagradable debido a lo horriblemente débil que me estaba volviendo.

Pero en su lugar, ese aroma me envolvía más.

No escuché en ese momento lo que el chico me dijo, solo ví esos ojos iluminados con algo de preocupación y, cuando noté que esas feromonas tan fuertes no se debían a dicho sentimiento, caí en cuenta.

Inconscientemente, me estaba marcando con su aroma.

¡Me estaba marcando con su aroma! ¡¿Cómo se atreve?!

Odié con todo mi corazón no tener ningún tipo de fuerza para empujarlo y mandarlo a la mierda, de decirle que era un alfa irrespetuoso y asqueroso, de reprenderle que ahora apestaba a el.

Pero no podía hacer nada. Su brazo alrededor de mi cintura fue un toque que me estremeció, por un momento sentí que necesitaba eso.

Pero no era así. Solo me había salvado de caer al suelo debido al terrible mareo por ese aroma.

Que de hecho, venía de el mismo.

Pero, todo sobre la charla de destinados de mi madre llegó a mi mente cuando lo escuché. Cuando escuché a mi lobo gritar en mi pecho.

«¡Mi alfa!»

Por un momento me pregunté, ¿Por qué gritó eso? ¿Acaso solo porque un alfa atractivo que me había salvado de desmayarme?

No era capaz de alejarme, su olor era lo único que podía sentir y solo podía enfocar en su rostro.

Parece igual de hipnotizado y perdido que yo.

¿Los destinados si existen?

No podía recuperar la compostura aún, no con ese aroma encima. Era fuerte, tanto que me resultaba asqueroso. Era casi como el aroma de...

Espera, ¡Espera, espera, espera!

¡Es igual de intenso que el aroma de un alfa puro!

Todos los pensamientos, mis recuerdos de las charlas de mi madre, mis monólogos sobre haber conseguido a mi alma destinada se esfuman y caigo en la realidad.

Estoy entre los brazos de un alfa puro. Mi lobo acaba de llamar como su alfa al chico que tengo en frente, que es un alfa, uno puro, uno que ahora mismo me está marcando con su olor.

¡Esto es desagradable!

No sé cómo, no se con que fuerza; pero logro empujarme y recuperar el equilibrio.

El dolor de cabeza por el aroma sigue ahí, pero no parezco ya tan ido como hace segundos.

Mis manos se apoyan en su pecho y lo alejo de mi. No puedo caminar hacia atrás, pues siento la pared contra mi espalda.

—¡Aléjate! ¿Qué haces?

Su ceño se frunció mirándome fijamente. Parece no haber salido del trance aún.

Está igual de perdido que yo, ¡Pero eso no quita que esto no me agrade!

Su olor es dulzón, algo que lo diferencia mucho de los alfas puros, todos huelen a cosas feas y fuertes. Pero a pesar de ser tan nauseabundamente fuerte, el olor de este alfa es mil veces más agradable que el de cualquier otro.

¡Pero es un alfa puro! ¡¿Acaso ya querrá marcarme?!

Es guapo, es muy lindo. Su cabello oscuro llega hasta sus ojos y medio rapado a los lados, abraza perfectamente su rostro que me mira igual que un cachorro obediente mirando la comida que su dueño le quiere dar.

Parece tierno, mucho. Pero no lo conozco, no lo conozco por más que mi lobo me grita que me acerque a el.

Quiero retener todos los impulsos, quiero abalanzarme a el y entregarme a sus brazos, pero no estoy dispuesto a ello. Es el típico efecto alfa y toda mi vida he luchado contra él.

Aunque está tan distraído que no parece querer atraerme a propósito.

—¿Mi omega? —su voz sale tan ronca y fuerte que puedo sentirla resonar en mi cuerpo.

Perfecto, las primeras palabras claras que oigo de el y son dichas con voz de mando.

Detesto con mi alma escuchar a mi lobo sollozar cuando lo retengo de contestarle. ¿En serio iba a caer así como así hacia un alfa que ni siquiera conozco?

Veo como su mano se eleva en busca de mi mejilla e inmediatamente la aparto de un manotazo y doy un paso al lado.

Al alejarme del apoyo que era la pared, siento nuevamente mi mundo dar una vuelta entera y volverse borroso a mis ojos y lo único que siento es ese olor.

Pero esta vez logro centrarme y evitar que nuevamente el alfa me sujete en sus brazos.

Mi lobo vuelve a soltar un chillido de tristeza al ver que no iba a volver a acercarme a el y maldigo. Empiezo a sentir el nudo en la garganta que me causa la tristeza de mi animal y odio que tenga tanto control de nuestras emociones.

Mi cuerpo quiere acercarse, fundirme en ese olor aunque termine desmayado, conocer a ese chico.

Pero yo no quiero. No quiero acercarme a un alfa que nunca había visto y que además tiene todas para ser un alfa puro.

Pero el parece no pensar igual que yo.

—¿Mi omega? ¿Por qué no vienes? —su voz suena mucho más suavizada, más dulce. Pero seguía teniendo ese timbre grueso muy atractivo.

—¡No soy tu omega! —grito, algo harto.

Su olor pasa de demostrar emoción a tristeza y decepción inmediatamente. Su mirada se apaga, lo puedo notar perfectamente. Pero, ¿Por qué debería importarme?

Claro, porque a mí lobo lo hace, y por eso siento el mismo vacío en el pecho que el al ver al alfa triste.

Necesito salir corriendo de aquí, pero mis piernas no parecen querer moverse, parecen de gelatina. Si me muevo, me caería y el me sostendría de nuevo en brazos.

Y yo necesito alejarme de el antes de que mi lobo se apegue más de lo que debería.

Aunque ya parece estarlo.

—Omega, yo-...

Ahora lo que menos quiero es que hables. No hables con esa voz tan inexplicablemente sexy.

—Me llamo Jimin, Park Jimin. No soy tu omega, solo, esto es raro —me apresuré a hablar y evité mirarlo, sabía que tenía una expresión triste, y mi pecho ya dolía lo suficiente—. ¿Podemos hablar civilizadamente?

Me atrevo a mirarlo. Su expresión muestra algo de tristeza y decepción.

¿En serio va a ser el mi predestinado? Nunca lo he visto si quiera.

—Yo... —parece tomar el control por fin—. Soy Jungkook, Jeon Jungkook.

Su mano se extiende hacia mi esperando que la estreche. Dudo unos segundos, ¿Es buena idea tocarlo?

Decido ser amable e ignorar los agonizantes aullidos de mi lobo en mi pecho, rogando por que me acerque y me entregue a ese alfa. Tomo su mano y la estrecho con amabilidad.

Intento apartarlo, pero el apretón de el parece ser algo firme. Vuelvo a hacer el ademán de separar nuestras manos y vuelvo a fallar.

Me atrevo a mirarlo a la cara. El me está observando, sus ojos se ilumina con un brillo que no se exactamente a qué se debe. A primera vista diría que se trata de admiración.

Me siento incomodo bajo su mirada, pero el no aparta sus ojos de mi. Se relame los labios y su vista se atreve a bajar.

Yo, por alguna razón, no me muevo, no digo ni hago nada. No sé si es su agarre, si es mi lobo o si simplemente quiero leer sus pensamientos. No me muevo hasta que sus ojos se encuentran con los míos.

Es alto, me debe llevar un poco más un metro o medio. Su altura no me intimida, así tenga esa actitud bastante elegante.

Trago grueso y vuelvo a tirar mi mano, esta vez si me logro zafar del agarre.

—Mi o-...

—Jimin, ya te dije que me llamo Jimin.

No sé si pueda retener de nuevo a mi lobo si se atreve a decirme «mi omega» otra vez.

—Jimin—lo pronuncia con dificultad. Como si fuese un insulto llamarme por mi nombre—, Sabes lo que está pasando, ¿Verdad?

Por un momento pienso que está pasando.

Mi día parecía ir normal a diferencia de que mi animal estaba más inquieto que nunca y me hizo correr por los pasillos hasta conseguirme un olor a alfa que me hizo casi desmayarme. Luego apareció un alfa muy guapo a salvarme de seguramente caerme al suelo y a marcarme con su olor mientras despierta todo tipo de emociones con mi lobo.

Definitivamente no sé que está pasando.

El parece leer esas palabras de mi rostro, aprieta los labios y los relame, algo que capta rápidamente me atención.

Quito mi mirada de su boca en un suspiro irritado y espero sus palabras mientras observo detenidamente unas claras pecas esparcidas por sus pómulos.

Rasca su nuca con nerviosismo, evitando mi mirada. Estoy seguro de que está luchando para no hablarme como alfa.

Está nervioso y algo ansioso, de algún modo lo sé.

De algún modo.

—Jimin, somos destinados. Lo notas, ¿No? —dice, con tacto, como si yo sufriera alguna discapacidad auditiva o como si no estuviese lo suficientemente alterado por todo esto.

¿Destinados? ¿Con un alfa puro?

Mi suerte es increíble.

Un escalofrío me eriza la piel al pensar en si podría o no ser un alfa impulsivo. Cómo todos los de su clase.

De repente me paralizo, incapaz de correr lejos de el, una mezcla extraña de miedo y necesidad de mi lobo de estar con el me deja inmóvil.

El se acerca a mi e intenta tomar mi mano. Sorprendentemente no me muevo, no hago nada y el logra su objetivo.

Me mira unos segundos, parece buscar autorización de algo. Al cabo de unos segundos se rinde y solo deja un beso en mis nudillos.

—¿Saldrías conmigo más tarde, Jimin? —cuestiona con un tono bastante suave.

Aparto mi mano y logro dar un par de pasos hacia atrás.

¿Relacionarme con un alfa puro? ¡¿Perdió la cabeza?!

Yo no soy un omega tonto. Conmigo no bastan un par de gruñidos y ejercer una voz de mando.

No me gustan los alfas puros, y estar destinado a uno no va a cambiar nada.

Siento mi pecho hundirse sin razón cuando veo al.alfa enderezarse con decepción en su rostro. Mi lobo sigue aullando en pena, pidiendo que haga algo.

¿Que debo hacer? No hay nada que hacer.

El se acerca a mi e intenta tomar mi mano. Sorprendentemente no me muevo, no hago nada y el logra su objetivo.

Los destinados por muchísimo tiempo no han sido nada más que un mito. ¿Por qué me debería de creer todas esas habladurías? Puede simplemente ser alguien a quien debería ver una vez en mi vida y no importa si lo vuelvo o no a hacer.

Si, pequeño lobo. Tendrás que conformarte con verlo una vez.

Lo sentí aullar con tristeza, protestando.

—Tengo que verme con alguien. Adiós... Jungkook. —despido y me voy con el poco de fuerza que logré conseguir en mis piernas.

Siento a mi lobo seguir llorando y siento las lágrimas en mis ojos.

Va a ser un rato. Después, ambos nos olvidaremos de lo que sucedió.

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