Capítulo XXXVI: La Aparición del Demonio de la Lujuria

Fue una turbulenta llegada, pues todos se desplomaron en el suelo pastoso de la Zona Lago en cuanto el portal terminó de transportarlos. Akari tuvo que apartar a Tagiru de un fuerte empujón cuando sintió que la cabeza del muchacho estaba demasiado cerca de sus glúteos. Todos rieron a carcajadas cuando Yuu, sonrojado, se apartó del prominentemente desarrollado pecho de Katsura. Ella, no conforme con tenerlo lejos, lo abofeteó con fuerza. Lelouch fue quien tomó la iniciativa de asegurarse de que Nene pudiera levantarse, antes de que Kiriha fuera víctima de un arranque de galantería y se convirtiera en el rubio caballero de brillante armadura. La joven Idol se levantó sin mayor problema, sintiéndose sólo un poco aturdida y deslumbrada a causa de la luz del sol que brillaba incandescentemente en aquella Zona. El portal se cerró cuando todos hubieron salido de él. Al incorporarse, Taiki se dio cuenta de que se encontraban a orillas del lago que le daba nombre a la Zona. El castillo seguía allí, por supuesto. Aunque la visión general que daba la magnífica construcción no era para nada alentadora. La Torre Oscura se erguía allí, dentro del castillo, contagiando los al rededores con su propia oscuridad. Con el semblante ensombrecido, Taiki dijo acalorado:

-Vámonos de aquí, llamaremos la atención si permanecemos cerca del lago.

Todos lo siguieron, ocultándose dentro del follaje que rodeaba el sitio.

Estando protegidos detrás de los arbustos, Kira y Katsura decidieron echar un vistazo a distancia. Ambas se mostraron indiferentes ante la presencia de la Torre Oscura, casi como si poco o nada les importara lo cerca que estaban de su siguiente enemigo.

DarkKnightmon.

Nene sintió que un escalofrío recorría su espalda y una opresión en el pecho le causó dificultad en la respiración al pensar que estaba peligrosamente cerca de uno de los fantasmas más oscuros de su pasado. Yuu, por supuesto, pensó exactamente lo mismo. Los dos hermanos miraron en silencio la Torre Oscura, dejando que sus propios demonios se apoderaran de ambos.

Pero fue Akari quien, para sorpresa de todos, tomó de la peor manera el hecho de haber llegado finalmente a la Zona Lago.

Sin quererlo realmente, la pobre chica cayó de bruces en el suelo y miró con un aire de infinita tristeza el lago, el castillo y los al rededores. Para ella fue sencillo imaginarlo todo cubierto de hielo, tal y como se había visto en aquella ocasión...

-Akari...

La chica apartó la mirada cuando Taiki se colocó frente a ella. El general del Xros Heart posó sus manos sobre los hombros de Akari para llamar su atención, así como sintió que Shoutmon le daba una leve palmadita en la espalda. La mirada indiferente y angustiada de Dorulumon llegó a lo más profundo de su corazón, así como el triste susurro de kyu que Cutemon soltó en ese momento. Kiriha, Yuu, Tagiru y Nene, a pesar de que estaban demasiado encariñados con la chica pelirroja, prefirieron mantener sus distancias. Ellos se habían unido al grupo mucho después de la terrible experiencia cuyas memorias invadían a Akari en ese momento. Por más que quisieran hacerlo, no podían sentir empatía hacia ella. Kira, Katsura, Karminmon y Mimi tampoco se creían capaces de compadecerse de Akari. Nunally miraba desde una distancia segura, protegida detrás de Tagiru y su hermano, dudando acerca de si debía acercarse a la chica pelirroja o no. La indiferencia de Lelouch era lo que menos podía evitar notarse. Y Miyu, como era de esperarse, se había rezagado del grupo.

-Akari, mírame.

Ella negó con la cabeza a pesar de escuchar la voz suplicante, y firme, de Taiki.

-Akari está triste-kyu... -musitó Cutemon angustiado.

- ¿Qué pasa con Akari-dame? -Preguntó Damemon.

Yuu hizo callar a ambos cuando pudo ver que Akari estaba al borde del llanto. Aquello no sirvió para evitar que un par de lágrimas emanaran de aquellos ojos claros, así como soltó un fuerte sollozo y se abrazó a sí misma. Taiki, alarmado, envolvió a Akari en un fuerte abrazo.

-No llores -suplicó él-. Ella no está aquí.

Akari parecía no tener consuelo, no importaba que se sintiera al menos un poco a salvo estando entre los fuertes brazos de su amado general.

-Taiki... Yo... Yo no... -Ella sollozaba sobre el hombro de Taiki, el torrente de recuerdos le hacía sentir una culpa tan grande que incluso su respiración era difícil. Lo que más dolía, especialmente en su corazón, era saber que en esa misma Zona había estado a punto de traicionar al Xros Heart-. Yo no quería... El Código Corona...

-Era la maldad de Lilithmon -explicó él, con el alma destrozada al saber que Akari no podía sonreír como era su costumbre.

Nunally se dejó vencer por el sonido de los sollozos de Akari. Se abrió paso entre Tagiru y Lelouch para avanzar hacia donde la destrozada chica pelirroja seguía llorando desconsoladamente. Lelouch intentó evitarlo tomando a Nunally de la mano, pero su hermana se liberó fácilmente del agarre del chico y siguió avanzando. Se dejó caer de rodillas a un lado de Taiki y con una de sus finas manos, acarició la espalda de Akari y dijo:

-Por favor, deja de llorar. No quiero ver sufrir a nadie.

Taiki intentó de nuevo en ese momento, pues Akari detuvo sus sollozos para mirar con un dejo de infinita tristeza a Nunally.

-Akari -dijo Taiki y tomó el rostro de la chica con ambas manos, utilizando sus pulgares para enjugar las lágrimas que querían brotar en ese momento-, mírame. -Ella lo hizo a pesar de que la culpa no le permitía ver a Taiki de frente-. Akari, no importa lo que Lilithmon te haya obligado a hacer. Tampoco importa lo que ella te haya hecho pensar. Voy a recordártelo ahora, pues quiero que siempre lo recuerdes. ¡Yo te necesito! Necesito que estés conmigo. Y, ahora mismo, necesito que sonrías.

-Taiki... -musitó ella con la voz entrecortada por el sollozo que quería escapar de su garganta-. Taiki, yo... Lo... Lo lamento... Perdóname, por favor...

Y él, totalmente reacio a permitir que ella siguiera sufriendo, sólo tomó la barbilla de Akari con un par de dedos para levantar su rostro y plantó un delicado, breve y dulce beso en sus labios. Ella cerró los ojos brevemente al sentir los labios de Taiki sobre los suyos, sintiéndose amada y protegida. Al separarse, ella miró de nuevo a Taiki y el chico la miró de nuevo con esa mezcla de angustia y firmeza. Acarició la mejilla de Akari con ternura y dijo, como si quisiera que sus palabras se quedaran por siempre grabadas en la memoria de ambos:

-No hay nada que perdonar.

Ella, desesperada, sólo envolvió a Taiki en un fuerte abrazo. Nunally sonrió, embelesada y contenta.

Nene entonces apartó la mirada, sólo preguntándose si alguna vez podría ser capaz de perdonarse a sí misma y así poder impedir que los persistentes recuerdos de la manipulación de DarkKnightmon y de las atrocidades que ella había cometido en Britannia siguieran haciéndole sentir un temor desmesurado, además de tener la sensación de que era indigna de estar de nuevo en compañía del Xros Heart.

Zoe llegó corriendo a toda velocidad a la estación de trenes, casi tropezando a la hora de subir las escaleras eléctricas para llegar mucho más rápido a los andenes. Recordaba bien el trayecto que debía recorrer, así que pronto se encontró en el ascensor que la conduciría al punto subterráneo donde Trailmon debía estar esperando por ella. Mientras esperaba a que el ascensor terminara de bajar, se preguntó en sus adentros: ¿por qué razón no se había topado con J.P y Tommy? ¿Por qué era ella la única que, aparentemente, volvería al Mundo Digital? Un mal presentimiento se apoderó de ella y le causó tener el impulso de salir corriendo, volver a casa y esperar a que Kouichi apareciera. Pero no podía hacerlo. Si Kazemon era quien le había dicho que Trailmon esperaba, no podía estar dirigiéndose hacia una trampa.

¿Su propio DigiSpirit sería capaz de ponerla en riesgo?

Por supuesto que no.

Las puertas del ascensor se abrieron cuanto éste dio la fuerte sacudida al llegar a su destino. Ella salió lentamente del ascensor, topándose con que había más de un Trailmon esperando para partir. Cinco de ellos, de distintos colores. Pero sólo uno tenía las puertas abiertas. Un Trailmon de color amarillo, cuya cabina principal daba la impresión de ser el rostro de un pato. Dudosa, la chica subió a uno de los vagones y ocupó el asiento que más cerca tenía. Vio que las puertas se cerraban y que todos los Trailmon emprendían el camino para salir de la estación de trenes. Cuando el Trailmon en el que ella había subido comenzó a moverse, ella alcanzó a ver por la ventana que otro Trailmon, de color negro, se alejaba a la par. Vio entonces a aquella chica pelirroja que iba montada en la parte trasera, en ese pequeño balcón sobre cuya baranda ella había colocado sus brazos. Ella vestía con una camiseta de color blanco en la que estaba dibujado un corazón roto de color azul. Usaba pantalones vaqueros, zapatos deportivos y su peinado, visto desde la lejanía, se podía figurar como una piña. Ella llevaba sujeto con la mano derecha un pequeño objeto de color blanco que estaba decorado con algunos motivos azules. Usaba gafas oscuras y la indiferencia que se desprendía su cuerpo causó que Zoe pensara en su amigo Kouji Minamoto. La chica pelirroja no se inmutó siquiera cuando aquél Digimon, de figura femenina y de brillante pelaje amarillo, salió del vagón del tren y se colocó a un lado de ella. Y entonces, así como así, el Trailmon de color negro entró en uno de los túneles. La chica pelirroja se perdió de vista y Zoe, mirando su D-Scan, sólo pudo pensar en una cosa:

¿Por qué aquella chica iba en ese Trailmon, si no poseía un D-Scan?

El equipo decidió acampar aquella noche, para poder atacar a la mañana siguiente con las energías renovadas. Con ayuda de Bokomon, Neemon y una Floramon salvaje que conocieron entre el follaje, encontraron una buena dotación de DigiNoir para cenar, así como Kiriha se ofreció para ir a pescar al lago. Cuando Taiki se negó, alegando que podía ser demasiado peligroso, Kiriha decidió ignorar las quejas y partió, solitario. Nene lo siguió durante un momento, deseosa de aclarar sus dudas y poder conversar con él durante un momento. Pero se detuvo en seco al darse cuenta de que no había nada que aclarar. Ese Kiriha no era el mismo que se había enfrentado a la Orden de los Caballeros Negros. Tenía que ser el mismo Kiriha que Yuu antes había mencionado, ese Kiriha que había estado saliendo con aquella otra Nene. Pero, siendo así, ¿él habría sabido distinguir que ella no era la chica con la que él salía? ¿Era por esa razón que él no había intentado besarla en algún momento? La confusión le hizo sentir un leve dolor en la cabeza, anunciando el ataque de jaqueca que estaba por atraparle.

Kiriha, desde el lago, supo bien que Nene estaba mirándolo. Le causaba cierta sensación extraña el hecho de que el ojo derecho de Nene brillara de aquella manera. ¿En verdad era necesario que ella utilizara esa lentilla? Tras asegurarse de que la caña de pescar improvisada ya estaba colocada en su sitio, decidió sacarse la camiseta para poder refrescarse un poco. Después de todo, su llegada a la Zona Magma lo había dejado cubierto de sudor y con un par de manchas de tierra en su blanca piel. Al punto supo que era absurda la idea de que algún pez se atreviera a caer en la trampa si él metía sus manos en el agua del lago para limpiar su cuerpo, pero poco o nada le importó. Acunó el agua en sus manos y la lanzó sobre su rostro. Era fría y refrescante. Dejó a un lado su Xros Loader, pero pronto volvió a sujetarlo cuando escuchó pasos a sus espaldas. Se giró velozmente, descubriendo que era que Taiki quien se acercaba. Indiferente, Kiriha volvió a su tarea de asearse. Taiki ocupó un lugar a su lado, se sacó también la camiseta y procedió a hacer lo mismo que Kiriha. Fue el chico rubio quien decidió romper el silencio.

- ¿Cómo está?

Taiki echó la cabeza hacia atrás.

-Se ha quedado dormida -respondió-. Me ha costado hacer que pueda quedarse sola.

- ¿Crees que ella estará bien?

-Eso espero. Lo que más temo es tener que enfrentar a Lilithmon. No estoy seguro de que ella, Akari, pueda resistirlo.

-No puedes protegerla para siempre.

Taiki asintió y se dejó caer de espaldas en el césped, llevando sus brazos por detrás de su cabeza.

- ¿Cómo llegaste aquí? -preguntó Taiki.

Kiriha se encogió de hombros.

-Esperaba a Nene, ella estaba en una firma de autógrafos -explicó-. Mi Xros Loader se encendió y cuando me di cuenta, ya estaba aquí.

- ¿Nene se ha quedado en el Mundo Real?

-Eso creo. Cuando vi a esa otra chica en la Zona Magma, pensé por un instante que era ella. Pero luego me di cuenta de que no era así. Hay algo distinto, ella no es la misma Nene que yo conozco.

-Debiste estar aquí cuando Tagiru lo explicó todo. No creerías las cosas que él nos ha dicho de ella.

- ¿Podemos confiar en Nene?

-Yo confío en ella. Cuando miro sus ojos, puedo ver que nuestra amiga está oculta detrás de esa fachada. Además, detecto otras cosas. Culpa, miedo... Tristeza... No lo sé. No quiero darle la espalda.

Kiriha dibujó media sonrisa, como si aquella frase tan característica de Taiki fuera algo que él realmente quería escuchar. El chico de las gafas de aviador no había cambiado en absoluto.

Taiki permaneció con Kiriha durante un rato más, creyendo que Akari estaría durmiendo bajo la vigilancia del resto de los miembros del grupo. Por supuesto, no era así. La chica pelirroja decidió levantarse y separarse durante un momento del grupo. Nadie se percató de su ausencia. Pasó detrás de un grupo de árboles tras los cuales se encontraban Nene y Lelouch, conversando en susurros. Akari siguió avanzando hasta que consiguió alejarse lo suficiente de sus amigos, saliendo a una pequeña llanura que se conectaba con el castillo de la Zona Lago. Era casi como si sus propios pasos estuvieran intentando traicionarla, llevándola al peligro a pesar de que ella sabía que no debía alejarse de los demás. Se detuvo, sin embargo, cuando hubo recorrido la mitad del camino. Presionó los puños con fuerza y decidió que no daría un paso más. La culpa volvió a presionar su corazón con saña. El castillo le evocaba memorias que ella hubiera preferido olvidar. Arrepentida, se giró e intentó volver al campamento. Pero no pudo hacerlo, pues al darse la vuelta se llevó la peor sorpresa de la vida al darse cuenta de que el bosque y todos los alrededores se habían congelado de golpe. Aterrada, retrocedió y buscó su Xros Loader en el bolsillo. Al punto recordó que el Xros Loader se había quedado en el campamento.

- ¡¡Taiki!! -exclamó a voz en cuello.

No obtuvo respuesta.

Echó a correr a toda velocidad para buscar a sus amigos, sin poder avanzar. Era casi como si el terreno se alargara frente a sus ojos, convirtiéndose en una distancia interminable que ella nunca podría terminar de vencer.

- ¡¡Nene!! -insistió-. ¡¡Kiriha!! ¡¡Yuu!!

La respuesta que obtuvo entonces no fue la que ella hubiera deseado.

Una risa fría se dejó escuchar a sus espaldas, tan gélida como el hielo que había cubierto toda la Zona. Akari se giró y, temerosa, descubrió que era ella misma quien había reído.

- ¿Qué está pasando...? -musitó.

Esa otra Akari copiaba todos sus movimientos, todas sus expresiones. Y reía, sonreía con malicia y reía con esa voz que removió algo en el interior de Akari.

La risa de una vieja enemiga que antes había intentado utilizarla.

- ¡¡Aléjate de mí!! -exclamó Akari.

La réplica rió de nuevo. De pronto, estuvo frente a la inocente chica pelirroja que se sentía al borde de un colapso.

-Tranquila.

La voz de Lilithmon salía de los labios de la réplica, causando que el escalofrío recorriera el cuerpo entero de Akari.

-No te acerques -suplicó la chica.

-No voy a hacerte daño -rió con malicia la réplica-. ¿Es así como saludas a una vieja amiga?

Akari quiso correr de nuevo, pero la réplica lo impidió tomándola por el brazo para luego lanzarla al suelo. Se colocó a horcajadas sobre ella, transmitiendo la vibra de un amante dominante dispuesto a hacer el amor. El demonio de la lujuria se encontraba en su elemento. Akari forcejeó para liberarse, pero sólo consiguió tensar su cuerpo y soltar un grito cuando sintió que las manos de la réplica comenzaban a recorrer su cuerpo, aplicando especial presión en ciertas zonas que quizá no debió haber tocado.

- ¿Qué haces aquí, Akari? -Preguntó Lilithmon, Akari había vuelto a llorar y gritaba con tal fuerza que parecía estar sufriendo de alguna terrible tortura-. ¿Por qué has vuelto?

Akari mordió su labio inferior y se dejó embargar por el miedo cuando una de las manos de la réplica se posó sobre su seno izquierdo, así como la otra recorrió toda la extensión de su cuelo hasta su barbilla con la punta de su dedo índice. Con el dedo pulgar acarició el labio inferior de Akari, haciendo que ella se tensara aún más. No quiso admitirlo, pero su cuerpo decía a gritos, cuando sus labios decían no.

-Tengo que demostrártelo, Akari -dijo Lilithmon y su mano traviesa se aventuró a entrar por debajo de la camiseta de Akari para acariciarla por encima del sostén-. Nada ha cambiado en este mundo. No eres bienvenida aquí, no haces falta en ese grupo. Tú no perteneces al Mundo Digital.

Y la provocación se selló con un delicado, y apasionado, beso que logró despertar algunas sensaciones extrañas e incómodas en el interior de Akari. Al separarse, vio los ojos de Lilithmon reflejados en el rostro de la réplica. Sintió que moriría en ese momento.

-A él no le importas, Akari -insistió Lilithmon y su mano traviesa se aventuró a bajar a cierta zona ubicada entre las piernas de Akari-. Yo soy la única que puede entenderte.

Con sus dedos acarició el monte de Venus de la chica, a lo que Akari respondió quebrando la unión y poniéndose de pie de un salto. Con las mejillas coloradas, sintiéndose sofocada y un tanto culpable por el cosquilleo que recorría aquella zona íntima, Akari se apartó y exclamó resuelta:

- ¡Mientes! ¡No voy a escucharte!

Y la réplica rió, para luego decir:

-DarkKnightmon no está aquí, Akari. Es hora de que tú y yo resolvamos nuestros asuntos pendientes.

-No voy a caer de nuevo en tu trampa.

-Te estaré esperando en el castillo, Akari -sentenció la voz de Lilithmon y la réplica se acercó nuevamente a la chica, para sujetarla con fuerza por la mano derecha-. Te daré doce horas para ir a encontrarte conmigo. Créeme, nadie notará tu ausencia. Les importas tan poco, eres tan prescindible, que incluso ahora a Kudou le preocupa más estar con el general de Blue Fare que asegurarse de que tú estés a su lado.

Akari gritó con fuerza al sentir ese dolor punzante en su muñeca. Al mirar, se dio cuenta de que una de las garras de Lilithmon le había causado un corte profundo y sangrante. Cubrió la herida con la otra mano e intentó responder a la provocación. Pero al mirar de nuevo hacia donde estaba el enemigo, la réplica ya no estaba y el hielo también había desaparecido. Temerosa, cayó de espaldas y miró en todas direcciones. No pudo darse cuenta de que Lilithmon, el demonio de la lujuria, estaba mirándola desde una de las torres del castillo.

-Ella vendrá -dijo Lilithmon esbozando una sonrisa cruel-. Y cuando la tenga en mi poder, juro que acabaré a dos pájaros de un tiro. -Miró a su fiel acompañante y añadió, atrayéndola hacia su cuerpo y abrazándola con fuerza, como sólo el demonio de la lujuria podía hacer-. ¿No es así, mi querida mascota?

Y la réplica de Akari, con esa mirada fría y esa voz vacía, respondió con indiferencia sin importarle tener encima el peso de los prominentes pechos de aquella Digimon tan maligna:

-Sí, señora Lilithmon.

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