Capítulo XXXIX: ¿Renegados en el Campo del Infierno? ¡Liberemos a la Zona Lago!

     El rugido de JagerDorulumon era estridente, imponente e intimidante. Era lo suficientemente ágil como para ser capaz de esquivar todos los ataques de Lilithmon. Akari ya había devuelto a Cutemon al interior de su Xros Loader, para que el pequeño Digimon pudiese recuperar sus energías. La chica pelirroja nunca se había sentido tan poderosa, tan útil para el equipo. El símbolo de Ophanimon aún brillaba incandescentemente en la pantalla de su Xros Loader. Su expresión, una afeminada copia de la actitud del sexto Héroe Legendario, seguía manteniéndose firme. La mejor arma que poseía JagerDorulumon era su lanza, con la que lanzaba estocadas capaces de perforar cualquier cosa. Lilithmon contraatacaba con su habilidad para controlar la magia negra, dejando salir suspiros de energía oscura que corrompían todo lo que se encontraba en su camino. El césped y las flores se habían descongelado, sólo para marchitarse.

     Detrás de la barricada de hielo que mantenía a raya al resto de los integrantes del Xros Heart, Taiki se mantenía cerca de los barrotes de hielo para intentar ver la batalla desde todos los ángulos que en ese momento eran posibles. Estaba más que dispuesto a ayudar en caso de que Akari no pudiese ver los movimientos de Lilithmon, pero JagerDorulumon parecía no necesitar instrucción alguna.

     Lelouch, claro, pudo ver todo lo contrario.

     —Si JagerDorulumon no se encarga pronto de ella, la energía oscura que emana de su cuerpo terminará por atraparlo —dijo el chico con la voz fría de Zero—. Necesita vencerla lo más pronto posible.

     —JagerDorulumon no podrá hacerlo.

     Todos miraron entonces a Katsura, quien apuntaba hacia el frente con su DigiLector para leer la información sobre Lilithmon que aparecía en la pantalla.

     —Lilithmon es una de los Siete Señores Demonio y su pecado capital es la Lujuria —leyó en voz alta—. Es la versión corrompida de Ophanimon que cayó del cielo, conocida como la Señora de Oscuridad. Su técnica especial es el Dolor Fantasmal, un suspiro de energía oscura con el que puede podrir el cuerpo del enemigo.

     Kira acarició el elástico de sus gafas, como si aquello fuera un tic nervioso, y anunció:

     —Es una Digimon demonio, para vencerla necesitaremos un Digimon de tipo angelical.

     —Estoy seguro de que Akari puede encargarse de este asunto —intervino Taiki con firmeza, Kiriha asintió para mostrar su acuerdo.

     —Nosotros tenemos las manos atadas en este momento —dijo Zero—. Si Lilithmon ha invocado estas barreras, es posible que no nos permitan salir mediante ningún medio. En estos momentos, Akari es la única que puede luchar.

     Para comprobar lo que Zero había dicho, Nene tomó una pequeña roca del suelo y la lanzó hacia uno de los barrotes de hielo. La roca se transformó entonces en cenizas, causando que todos retrocedieran un par de pasos.

     Akari, totalmente ajena a lo que ocurría detrás de la barrera de hielo, tuvo que dar un gran salto para evitar que la energía oscura de Lilithmon la afectara también a ella. Al recuperar el equilibrio, la chica miró hacia arriba y se percató de que JagerDorulumon tenía a Lilithmon acorralada contra el muro de la Torre Oscura. Ella rió, desquiciada, y sujetó con sus manos la lanza de JagerDorulumon en un vano intento de corromperla con su oscuridad. El Xros Loader de Akari soltó un destello de luz de color dorado, cálida y agradable como ninguna, que salió disparado hacia Lilithmon y golpeó su mano. Ella gritó al sentir que una herida se abría en su piel y Akari, impresionada, retrocedió al ver que la sangre salpicaba sobre el césped marchito. Lilithmon levantó su mano entonces, sólo para ver que un par de Datos emanaban lentamente de la herida. Akari miró entonces su Xros Loader, con el entrecejo fruncido, intentando encontrar alguna explicación lógica.

     Fue Mimi la única que pudo explicarlo, pues todos los demás miembros del grupo estaban por demás impactados.

     — ¡Eso ha sido la Luz Sagrada del Digivice! —Exclamó la chica de los mechones de color verde—. ¡Es gracias a esa luz que Dorulumon ha Digievolucionado!

     — ¿La Luz Sagrada del Digivice? —repitió Nene en voz baja e instintivamente miró su Xros Loader, como si aquello pudiese resolver sus dudas.

     Mimi sólo asintió.

     Kira y Katsura intercambiaron miradas al escuchar aquello, sólo pensando en la misma posibilidad: ¿era acaso que alguno de los Tres Grandes Ángeles tenía algo que ver con la aparición de JagerDorulumon?

     Piedmon levitaba, pues consideraba que el suelo árido del Campo del Infierno era indigno de que sus pies estuvieran sobre él. Los pobres y desdichados Digimon que se interponían en su camino debían correr a ocultarse antes de que él pudiera siquiera pensar en aniquilarlos para que dejaran de estorbar. El Campo del Infierno era propiedad de Piedmon y su compañera humana, eso era algo que todos sabían y respetaban.

     Todos, excepto ese grupo de humanos que se ocultaban dentro de una oscura y fría cueva.

     Piedmon se detuvo en seco cuando alcanzó a distinguir el destello de la luz de una fogata. Se preparó entonces para lanzar sus Espadas del Triunfo, dibujando una cruel sonrisa en sus labios. Sin embargo, tuvo que detener su ataque cuando escuchó el sonido que la mole de metal producía a sus espaldas. Se giró velozmente y lanzó su Hechizo Final, el cual fue a impactarse contra el disparo del lanzagranadas que la máquina usó para defenderse. Piedmon saltó entonces y desenvainó sus cuatro espadas para lanzarlas contra su enemigo, aunque ninguna de sus armas funcionó para perforar el cuerpo de metal de color rojo de su enemigo. Vio entonces llegar las garras de la máquina, las cuales Piedmon esquivó transportándose para atacar desde las espaldas del robot. La máquina, sin embargo, lo sacó del camino con ayuda de la onda de energía que desprendió de su cuerpo. Piedmon salió despedido hacia el sur de aquél sitio, perdió su Digievolución y decidió escapar, para salvaguardar su vida y alertar a Clarisse.

     El robot de color rojo se mantuvo quieto, no se inmutó siquiera cuando vio salir a Yoshino de la cueva. Ella, en compañía de Lilamon, se detuvo en seco al estar a un lado de la máquina.

     —Piedmon volverá —aseguró la chica—. Debes ir e impedirlo. Si no lo evitamos ahora, después no tendremos segundas oportunidades.

     —Déjamelo a mí —respondió la voz de una mujer que hablaba desde el interior de la máquina—. Ninguna de esas bestias puede vencerme.

     Y la máquina de color rojo se retiró.

     Yoshino permaneció quieta, mirando al Guren MK-II alejándose e ignorando por completo los pensamientos que la embargaban acerca del peligro que podrían correr los Digimon si había máquinas como aquellas sueltas por el Mundo Digital, sin importar que fueran aliados de los Renegados.

     JagerDorulumon cayó al suelo luego de que las garras de Lilithmon hubieran golpeado su escudo. El daño fue mínimo, sólo un par de rasguños, pero la fuerza fue suficiente para hacer que él se desplomara. Se levantó de nuevo, ignorando por completo el hecho de que su escudo comenzaba a corromperse gracias a la maldad de Lilithmon. Atacó de nuevo con su lanza, causándole a su enemiga un rasguño en la mejilla derecha. Enfurecida, ella exhaló una considerable cantidad de niebla oscura que rodeó el cuerpo de JagerDorulumon. Él soltó un grito y cayó de rodillas, apoyándose sólo con ayuda de su lanza. Akari, víctima de la desesperación, exclamó:

     — ¡Resiste, JagerDorulumon!

     Gracias a que él se encontraba de espaldas, Akari no pudo ver que el escudo de JagerDorulumon comenzaba a tornarse de color negro. Lilithmon soltó un suspiro entonces, el cual tomó al forma de una espesa bruma de color negro que rodeó el cuerpo de JagerDorulumon. Sus gritos se intensificaron entonces y, de repente, Akari vio que los Datos comenzaban a emanar de su cuerpo.

     Mimi supo, al ver que JagerDorulumon intentaba defenderse a pesar del dolor, que era el momento de actuar. Así que levantó su Digivice y de éste salió el potente rayo de Luz Sagrada. Sus compañeros la miraron, confundidos, aunque pronto se dieron cuenta de lo que ella intentaba hacer. La luz de su Digivice se dirigió inmediatamente hacia JagerDorulumon, actuando en contra de la oscuridad de Lilithmon que luchaba por corromperlo.

     —La Luz Sagrada del Digivice le dará a JagerDorulumon la fuerza para vencer a Lilithmon —aseguró Mimi—. ¡Rápido, todos bríndenle un poco de la Luz Sagrada!

     Kira y Katsura asintieron inmediatamente, levantando los DigiLectors y observando, para sorpresa de ambas, que la cálida luz salía también de ellos y se unía al poder de Mimi al mismo tiempo que la chica de las gafas de aviador decía:

     — ¡Que suceda un milagro!

     Katsura puso los ojos en blanco.

     Yuu, Kiriha, Taiki y Tagiru intercambiaron miradas antes de levantar también sus Xros Loaders, cuya luz fue un poco más intensa. Nunally, al no querer quedarse atrás, dudó a la hora de acercarse a Tagiru. Con una mano temblorosa sujetó también el Xros Loader del enérgico muchacho y él le dedicó una sonrisa cuando la Luz Sagrada se intensificó un poco más. Nene y Lelouch intercambiaron una mirada de complicidad antes de tomar ambos el Xros Loader de la joven Idol y elevarlo, para que la fuerza de ambos pudiese ayudar también al Digimon de Akari. La chica pelirroja miró cómo los Datos dejaban de emanar del cuerpo de JagerDorulumon y éste encontraba la fuerza para disparar un último rayo de luz desde su escudo, en el que se concentró toda la fuerza de los demás miembros del grupo. Lo último que se escuchó fue el grito de Lilithmon, pues ella estalló en datos cuando la luz la impactó, destruyendo también la Torre Oscura.

     Los vítores no se hicieron esperar, especialmente cuando las barreras de hielo desaparecieron y el Xros Heart pudo acercarse a la chica pelirroja. Akari, sin embargo, corrió hacia el sitio donde JagerDorulumon se desplomó de rodillas, perdiendo su Digievolución y transformándose en Dorulumon. Su respiración era agitada, así como los latidos de su corazón. Y a pesar de su cansancio, esbozaba una gran sonrisa de satisfacción.

     — ¡Lo hiciste, Dorulumon! —Exclamó Akari y envolvió a su Digimon en un fuerte abrazo.

     Él se quejó del dolor que sentía en todo el cuerpo, siempre intentando parecer indiferente ante el cariño que le daban los demás. Con todo, recuperó el aliento y respondió:

     —Ambos lo hicimos, Akari.

     — ¡¡Akari!!

     Ella apenas pudo girarse, pues pronto se encontró entre los brazos del general del Xros Heart. La chica devolvió el abrazo, sintiéndose completa cuando pudo unir sus labios con los de él. Al separarse, Akari vio que Taiki esbozaba la misma sonrisa de satisfacción que Dorulumon. El muchacho la tomó por ambas manos y dijo, casi tan emocionado como estaba ella:

     —No puedo creerlo, Akari. ¡Lo lograste! Sabía que podías hacerlo.

     Agradecida, ella sonrió de vuelta y respondió.

     —No lo habría hecho sin ti.

     Y se besaron de nuevo, aunque tuvieron que separarse cuando ambos escucharon las burlas de Kiriha, Tagiru y Yuu. Taiki, sonrojado, sólo pudo balbucear sus respuestas en un vano intento de que se acallaran los comentarios de Consigan una habitación. Akari se separó de él y atacó a los tres chicos que reían, propinándole a cada uno y fuerte manotazo en la cabeza. Las risas aumentaron, incluso Nunally rió a pesar de no poder entender la mayor parte de los comentarios. Kira, Katsura, Mimi y Karminmon fueron las siguientes en felicitar a Akari por su éxito, la chica sólo pudo agradecer con una sonrisa. Nene envolvió a Akari en un fuerte abrazo y Lelouch, para sorpresa de quienes conocían el pasado del muchacho, avanzó hacia Akari y habló con su voz amable:

     —Has hecho un gran trabajo.

     Akari nunca se había sentido más contenta.

     La voz de Kira se hizo escuchar entonces, sacando a Nene del ensimismamiento en el que se había sumido gracias al impacto causado por el cambio de actitud de Lelouch.

     —Quizá deberíamos buscar al resto de los habitantes de la Zona —dijo la chica—. Ellos merecen saber que hemos destruido la Torre Oscura.

     —En realidad, dudo mucho que ellos sigan con vida —dijo Tagiru con un tono de voz un tanto sombrío—. ¿Es que ninguno de ustedes se ha dado cuenta de que en todas als Zonas a las que vamos, encontramos pocos o ningún Digimon? Creo que tenemos que seguir avanzando, pues algo extraño está ocurriendo aquí.

     —Si no están aquí, ¿dónde pueden estar? —preguntó Mimi.

     Zero, intentando tomar el control del equipo, se hizo presente de nuevo.

     —El resto de las Zonas están esperándonos —dijo—. Si queremos salvar a tantos Digimon inocentes como podamos, tenemos que darnos prisa y llegar a la siguiente Zona cuanto antes.

     El resto asintió.

     Nene miró al chico con auténtica confusión y mientras Taiki se encargaba de abrir el portal, la joven Idol sólo podía preguntarse: ¿qué era lo que pasaba con Lelouch? ¿Qué lo había hecho cambiar de esa manera? ¿En realidad estaría comenzando a sentirse parte del ejército que, en otro tiempo, había sido una potente amenaza para él y la joven Idol?

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