Capítulo XXI: El Plan Infalible de Datamon
Yuu y Tswarmon fueron los primeros en acercarse a la Torre Oscura, que ascendía hasta el cielo y era tan alta que no podía verse la punta. La oscuridad nocturna era un excelente camuflaje, pues podían ocultarse entre el follaje sin ser vistos. Especialmente porque los dos guardias eran demasiado despistados como para darse cuenta de que un Digimon de color amarillo y un chico rubio estaban observándolos fijamente.
Kira y Miyu, por otro lado, se acercaron lentamente desde los aires. Era difícil que los aleteos de Birdramon no se escucharan, así que tuvieron que usar a su favor el sonido producido por las corrientes de aire.
Lelouch y compañía iban en silencio cerca de Yuu, estaban totalmente listos para correr hacia la Torre Oscura en cuanto tuvieran la oportunidad.
—Zero, aquí E1 —se escuchó la voz de Kira a través de los comunicadores.
—Te escucho, E1 —respondió Zero en voz baja.
—Todo está en orden aquí arriba —informó Kira—. Hay solamente cinco Devidramons en Modo Absorbido. Será fácil derrotarlos.
—Entiendo. Mantente al margen, yo te daré la señal para atacar.
—Entendido.
Lelouch hubiera preferido escuchar aquél clásico: Sí, Zero.
Dejando esa incomodidad en el olvido, Lelouch continuó revisando a distancia la situación.
—E2 —llamó—, informa.
—Aquí E2 —respondió Miyu—. Puedo ver lo mismo que Kira, no hay más vigilancia en los cielos.
—Entiendo.
El chico le indicó a Yuu con una mirada autoritaria que era el momento preciso para atacar. Así que el muchacho y Tswarmon se acercaron lentamente hacia el par de vigilantes. Tswarmon esperó sólo un par de segundos más antes de lanzar el primer ataque. La explosión causada por su técnica logró abrir un boquete en uno de los lados de la Torre Oscura, llamando así la atención del par de vigilantes. Ogremon y Fugamon corrieron a toda velocidad para atacar a los recién llegados y Tswarmon utilizó sus técnicas de teletransportación para distraerlos el tiempo suficiente.
—Ahora —ordenó Lelouch y el pequeño grupo que él lideraba se adentró en la torre.
Ni bien entraron, Nene tuvo que hacerse cargo de un ejército de Gizamons asesinos que se acercaron al grupo con toda la intención de devorarlos. De entre sus afilados colmillos brotaba espuma blanca, como si fueran perros infectados con la rabia. Nene no perdió la calma, tan sólo extendió su Xros Loader hacia el frente y dijo:
— ¡Reload, Sparrowmon!
Sparrowmon atacó con su Random Lasser, convirtiendo a los Gizamons en una nube de datos que se esparcieron por el aire.
—Andando —dijo la chica y siguieron avanzando.
Ogremon y Fugamon podían parecer torpes, inútiles incluso. Pero sus habilidades estaban mil veces mejoradas gracias al Modo Absorbido. La fuerza que ambos poseían era incomparable, tanto que Tswarmon pronto cosechó algunos cuantos rasguños que daban la impresión de ser muy graves. Fue necesario que aturdiera a Fugamon para poder encargarse únicamente de Ogremon. Sus gritos no pasaron desapercibidos para los demás miembros del equipo, pues pronto Yuu pudo escuchar la voz de Miyu a través del comunicador.
—E3, ¿tienes dificultades?
— ¡Ogremon y Fugamon son demasiado poderosos! ¡No puedo contenerlos!
Y la comunicación se cortó en el momento justo en que desde los cielos vieron aparecer esa gigantesca nube de humo que se levantó tras otra explosión.
—Birdramon, olvida el plan de Lelouch —dijo la chica—. ¡Vamos a ayudar a Yuu!
— ¡Sí, Miyu!
Ambas bajaron en picada, dejando a Kira a cargo de vigilar los cielos. La chica de las gafas de aviador moría de ansias por entrar en acción.
Lo que ninguno de ellos sabía era que en ese momento Devimon estaba observándolos a través del sistema de cámaras vigilancia que su secuaz había instalado tiempo atrás. Devimon sólo sonreía mientras un Leomon, poseído por los poderes de la maldad del demonio que lo controlaba, se encargaba de controlar el sistema de vigilancia. Devimon nunca se había sentido tan contento, aunque habría sido mejor para él si tan sólo en ese pintoresco grupo hubiera habido un chiquillo rubio acompañado por un Patamon.
Sonrió para sus adentros. Birdramon, Devidramon y Tswarmon, ninguno de ellos era un Digimon de tipo angelical. No tenían oportunidades de vencerlo.
O, al menos, eso parecía hasta que…
—Señor Devimon, un grupo de Niños Elegidos ha entrado a la torre —informó Leomon con esa voz causada por el trance.
La expresión de Devimon se endureció al verlos.
Ese grupo de humanos iba acompañado por Karminmon, Mervamon, Keramon, Sparrowmon y Gumdramon.
De nuevo no había Digimons angelicales. Todo estaba en orden.
—Leomon, alerta a los demás —dijo—. Pídeles que no ataquen a quienes están en el exterior y envía a una compañía de Bakemons a atacar a los intrusos.
—Sí, señor Devimon.
Una risa se escuchó entonces a espaldas de Devimon y el demonio, un tanto exasperado, se giró y le dedicó a su acompañante una expresión de indiferencia.
— ¿Qué es lo quieres, Datamon?
El pequeño androide siguió avanzando hasta estar a un lado del demonio. Se detuvo y miró las pantallas, Leomon parecía ajeno a la conversación.
—No necesitas desperdiciar a nuestros doblegados, para ese grupo de humanos será sencillo derrotarlos —explicó Datamon—. No debes olvidar que no son nuevos en este mundo, todos ellos saben bien qué es lo que enfrentarán.
— ¿Qué sugieres entonces?
—Ordénale al General Bakemon que detenga su ataque. Tengo un plan mejor.
— ¿Qué plan podría ser ese?
—Algo que no pude consumar gracias a la intervención de ese chiquillo idiota, Tai Yagami.
Datamon rió por lo bajo y ambos se giraron para mirar a la chica que, en un estado similar al trance, iba entrando en ese momento al centro de vigilancia. Devimon la reconoció al instante pues tenía los rostros de sus viejos enemigos tan presentes en su memoria que cada rasgo era conocido para él. Le pareció que no habían pasado los años cuando vio esos zapatos deportivos de color gris, esos jeans de color azul, ese par de guantes de color rojo, la camiseta amarilla…
Sonrió con malicia.
Era poético: utilizar a su favor a una de sus propias enemigas.
Para el equipo liderado por Lelouch resultó extraño cuando los enemigos dejaron de aparecer. No era común, ¿por qué no se había desatado el caos?
—Esto está demasiado silencioso —se quejó Katsura con recelo.
Lelouch, en silencio, comenzó a formular teorías.
Consiguieron escabullirse a través de los pasillos más oscuros, en los cuales tampoco encontraron vigilancia alguna. Iban siguiendo los pasos de Nene y Lelouch, quienes iban al frente del grupo y decidían qué camino tomar.
Pronto, Nene también comenzó a notar que había un gato encerrado.
—Zero, tenemos que salir de aquí —dijo en voz baja—. Si no hay vigilancia, significa que saben que estamos dentro. Nos estamos dirigiendo a una emboscada.
—Es posible —respondió Zero—. Pero también existe la posibilidad de que nunca podamos entrar de nuevo a esta torre. Tenemos que hacer lo que esté a nuestro alcance, no vamos a retirarnos ahora.
—Quizá sea un buen plan separarnos ahora —aportó Tagiru—. Dividir el grupo en dos, una parte de nosotros irá a buscar a Devimon, los demás cuidarán las espaldas del primer grupo.
Lelouch negó con la cabeza.
—Seguiremos adelante con el plan —dijo—. Yagami será nuestra esperanza en caso de que Nene tenga razón.
Y eso fue lo último que pudo decir.
Ni bien terminó de pronunciar sus palabras, escuchó el correteo de Nene así como pudo escuchar el grito agudo que ella soltó, seguido por el sonido de un objeto contundente estrellándose contra la cabeza de la chica. Ambos cayeron al suelo y Sparrowmon atacó a quien había aparecido. Sin embargo, el Random Lasser fue neutralizado por el campo de fuerza que rodeaba el cuerpo de aquella chica que parecía estar sumergida en un trance.
Nene consiguió levantarse, un tanto aturdida.
— ¿Estás herida? —le preguntó Lelouch angustiado, aunque pronto pudo ver que la sangre comenzaba a correr por el lado derecho de la cabeza de Nene.
Ella, por supuesto, negó con la cabeza.
— ¡Nene, no podemos atacar a esta persona!
El mundo de Nene se quedó paralizado cuando miró a su atacante. Esa chica mantenía en alto un Digivice sencillo y pequeño, el cuál emanaba un resplandor de un color rojo que se combinaba con una bruma de color negro. Con la otra mano sostenía una viga de acero en cuya punta aún se encontraba impregnada la sangre de Nene. El collar que la chica llevaba al cuello comenzó a brillar con un siniestro brillo de color borgoña, haciendo resaltar ese símbolo con la forma de un corazón.
—El Emblema del Amor… —musitó Katsura con un hilo de voz.
—No puede ser… —secundó Karminmon aterrada—. ¡Es Sora Takenouchi, es una integrante de la Primera Generación!
Nene, Lelouch y Tagiru miraron a la chica con una mezcla de recelo, ira y terror. Aún sin conocer a Sora, todos ellos se sintieron traicionados. Incluso Lelouch, que en ese momento consideró que la falta de lealtad de esa chica debía ser castigada con la muerte. Nene sólo podía pensar en posibles maneras de vencer a Sora sin lastimarla, pues Karminmon había dicho que Sora era, al igual que la joven Idol, una DigiDestinada. Tagiru tampoco quería lastimarla, todos tenían las manos atadas.
Sintieron un escalofrío recorrer cuando ese rugido llenó el pasillo en el que se encontraban. Ese sonido sólo podía ser producido por una bestia de descomunales dimensiones. Lelouch accionó su comunicador para pedir informes del exterior, pero el ruido blanco que escuchó le heló la sangre. Sus pupilas se contrajeron y se dio cuenta del gran error que había cometido al no escuchar a Nene.
Habían caído en una trampa.
Sora esbozó una tétrica sonrisa y pronunció una única frase, con una voz tan fría y aterradora que apuñaló a los presentes como cientos de cuchillos de doble filo. Una frase que, de haber sido escuchada por los compañeros de Sora, habría despertado en ellos un mar de recuerdos desagradables y sensaciones de miedo y desesperanza.
—Hay que destruir a los Niños Elegidos.
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