Capítulo XLIII: Zona de Paz - El Castillo de Ophanimon

     Clarisse volvió inmediatamente al Campo del Infierno, intentando hacer que todos esos sentimientos humanos se apoderaran de ella. Pero no podía evitar que las palmas de sus manos se cubrieran con sudor frío, así como no podía regular el ritmo de sus latidos o de su respiración. Recargó su espada contra un muro y echó la cabeza hacia atrás, balbuceando con voz trémula:

     — ¿Por qué...? ¿Por qué pudo vencer a Mastermon...? ¿Cómo consiguió tanto poder...? —Se dejó caer en el suelo, sin despegar su pared de muro, y abrazó sus rodillas sin dejar de temblar—. Está vivo... Takuya Kanbara está vivo... Y si él ha vuelto, ¿significa que los demás también están en el Mundo Digital...?

     Su temor se esfumó inmediatamente. Se levantó con un fluido movimiento y se dirigió al centro de comando para encontrarse con el Gizamon que estaba sentado frente a las pantallas.

     —Gizamon —habló Clarisse, sobresaltando al pequeño Digimon—, busca a los Héroes Legendarios. Tienen que estar en alguna parte del Digimundo.

     —Sí, mi señora.

     —Envía a mis súbditos a derrotarlos cuando los encuentres. Quiero que absorban sus datos y los traigan aquí.

     —Sí, mi señora.

     Clarisse permaneció en silencio, observando cómo Gizamon accionaba las funciones del centro de comando para poder activar las cámaras de seguridad que vigilaban cada rincón del Mundo Digital. Ni bien habían pasado un par de segundos, Clarisse notó algo en una de las pantallas. Entrecerró los ojos y se inclinó un poco hacia adelante para observar con más claridad. Se trataba de un Digimon cuyo cuerpo tenía una forma sexy y femenina, un Digimon que sobrevolaba una Zona cubierta de hermosos jardines... Una Zona donde no había ninguna Torre Oscura.

     —Gizamon, haz un acercamiento.

     Fue PiccoClownmon quien habló, saliendo del DigiLector de Clarisse y Digievolucionando a voluntad para transformarse en Piedmon. Su compañera humana no se inmutó al sentir tan cerca la presencia del siniestro payaso, era casi como si estuviera pretendiendo que él no estaba allí.

     Al hacer el acercamiento a la pantalla que Clarisse había señalado, el Digimon pudo verse con más claridad.

     —Zephyrmon del Viento —dijo Piedmon, Clarisse asintió—. ¿Qué está haciendo aquí?

     —Se acerca a la Zona Cielo —dijo la chica rubia entre dientes—. Ha burlado nuestra vigilancia. La Zona Cielo es vigilada por Beowolfmon y Duskmon, ¿cómo pudo ella llegar a ese lugar sin haberlos encontrado?

     —Hay más, mi señora —informó Gizamon—. Mire, aquí.

     Clarisse fijó su mirada en la pantalla donde Gizamon estaba haciendo un acercamiento.

     Era la Zona Shinobi, donde una chica pelirroja, acompañada por un Digimon de color amarillo, intentaba entrar a la Torre Oscura. Clarisse cerró los puños con fuerza e intentó respirar con tranquilidad, logrando poco éxito en ello.

     La furia estaba por llegar.

     —Rika Nonaka y Renamon —informó Piedmon.

     Clarisse asintió.

     —Gizamon —dijo la chica—, envía más vigilantes a la Zona Shinobi y triplica la seguridad en el resto de las Zonas.

     —Sí, mi señora.

     Clarisse dirigió de nuevo su mirada a la pantalla donde aparecía Zephyrmon, sólo pensando en cuál podría ser la relación que tenía esa guerrera Digimon con la repentina presencia de Aldamon. ¿Qué era lo que estaba pasando? ¿Qué fuerzas eran las que intentaban luchar contra ella?

     El portal se abrió en la Zona Cielo, causando un gran revuelo entre los Digimon que se encontraban cerca del vórtice luminoso. Fue el recibimiento más cálido que todos habían tenido hasta ese momento. Ni bien el grupo hubo salido del vórtice, se sintieron aplastados por la cantidad de criaturas que se abalanzaron sobre ellos.

     — ¡Son ellos, son ellos! —Exclamó un Piximon que usaba un sombrero de policía.

     — ¡Sí, son ellos! —Secundó un pequeño Puttimon—. ¡¡Qué alegría!!

     Lelouch esbozó una mueca de desagrado cuando aquél mismo Puttimon saltó para posarse sobre su cabeza. Nene rió y tomó al pequeño Digimon en brazos, aunque Puttimon saltó de nuevo pues había encontrado cierta comodidad en los cabellos de Lelouch.

     —Parece que ese pequeño se ha encariñado contigo —le comentó Akari al chico moreno.

     Lelouch sólo soltó un suspiro.

     — ¡Bueno, bueno! ¡Vamos, todos apártense! —Exclamó Shoutmon tras haber salido del Xros Loader de Taiki—. ¿Quién está a cargo de esta Zona? Necesitamos que nos pongan al tanto.

     Pero ninguno de los Digimon que los rodeaban dio respuestas. Los vítores, las sonrisas y los abrazos no se detuvieron en ningún momento. Nunally estaba encantada, especialmente cuando el cariñoso Puttimon accedió a quedarse en sus brazos. Fue necesaria la intervención de otra voz, una voz autoritaria que acudió para averiguar lo que estaba ocurriendo. Una voz que movió algo en las memorias de Kira y Katsura.

     — ¡Hey, ustedes! ¡Dispérsense y vuelvan a sus tareas!

     Los Digimon comenzaron a apartarse lentamente, pues la simple presencia de aquél muchacho era por demás intimidante. Especialmente cuando él se cruzaba de brazos, haciendo lucir sus bien trabajados bíceps. El chico y su compañero, un Agumon, se detuvieron en seco cuando hicieron contacto visual con aquella chica de las gafas de aviador. Ambos sonrieron, la del chico era una sonrisa encantadora.

     —Así que finalmente han llegado —dijo él—. Estábamos esperándolos a todos.

     Kira dio un par de pasos hacia adelante para acercarse más a él, en un intento de descubrir si todo aquello no era simplemente una ilusión. Estando frente a frente, el chico le tendió una mano a Kira para estrecharla. Ella se llevó una sorpresa de muerte al poder tocarlo, al poder sentirlo. Lo miró de nuevo y dijo, incrédula:

     — ¿Masaru? ¿Eres tú?

     Él volvió a sonreír y respondió, irguiendo un poco su cuello.

     —Sí, soy yo. Masaru Daimon, el luchador invencible.

     Kira sintió que se desmayaría. Tal fue su sorpresa, que Katsura tuvo que acudir junto a ella para sujetarla por los hombros. La chica sólo tartamudeó, siendo relevada por Taiki y Tagiru. Ambos muchachos acudieron con Masaru y chocaron las palmas con él, sintiéndose la mar de contentos al estar en compañía de otro Héroe Legendario. Agumon hizo lo propio con Gumdramon y Shoutmon, saludándolos como si se tratara del reencuentro de tres grandes amigos.

     —Es otro de los Héroes Legendarios —dijo Nene en voz baja, en un intento de aclarar todas las dudas que parecían estar invadiendo la mente de Lelouch.

     El chico moreno asintió.

     — ¿Qué estás haciendo aquí, Masaru? —Preguntó Taiki—. ¿Cuándo llegaste?

     —Es una larga historia —respondió el luchador invencible—. Ustedes tienen que acompañarme, hay alguien que quiere verlos.

     — ¿Quién podría ser?

     Masaru frunció un poco el entrecejo al escuchar la voz de Nene. El brillo del Geass lo hipnotizó durante un breve instante, así como le hizo sentir un leve escalofrío. Casi como si hubiera leído sus pensamientos, Tagiru explicó:

     —Lo que ella tiene en el ojo derecho se llama Geass. Su novio, Lelouch, tiene un poder similar.

     —Es nuestra amiga —secundó Taiki—. Sé que el Geass puede ser extraño al principio, pero te acostumbrarás.

     —Bien —asintió Marcus con recelo—. ¿Quieren acompañarme?

     —Antes, debes decirnos dónde está la Torre Oscura —intervino Mimi, que aún llevaba a Chuumon en brazos—. ¿El sitio al que quieres llevarnos es un escondite o algo similar?

     Masaru sonrió de nuevo.

     —No es nada de eso —dijo—. En esta Zona no existe ninguna Torre Oscura.

     Dejándose llevar por la curiosidad, el grupo entero siguió los pasos de Masaru hacia aquél imponente castillo.

     La Zona Cielo lucía distinta a como Nene, Kiriha, Akari y Taiki la recordaban. Se respiraba un aire de paz entre los bellos jardines, los Digimon se sentían alegres y seguros. Era imposible pensar que en aquella Zona hubiese enemigos, así como no podían creer que en algún momento hubiese existido una Torre Oscura dominando esos territorios.

     —Creí que Karminmon había dicho que la Zona Cielo también había sido conquistada —dijo Katsura tras haber visto a un Piddomon y un Bakumon jugueteando juntos.

     —Sé bien lo que dije —se defendió Karminmon saliendo del DigiLector de Kira—. La Zona Cielo era parte de los dominios de Lilithmon.

     —Pero Lilithmon apareció en la Zona Lago —le recordó Akari.

     —En la Zona Lago debía estar DarkKnightmon —secundó Nene—. ¿Podría ser que ellos hubieran intercambiado sus puestos?

     Nene no quería que esa posibilidad fuese real, pero era necesario comenzar a aceptarlo.

     Lelouch negó con la cabeza.

     —Esta Zona tiene algo que la hace distinta a las demás que hemos visitado —dijo el muchacho—. No hay maldad en este sitio, no puede haber sido conquistada.

     —Pero si DarkKnightmon no está aquí, ¿entonces dónde está? —Preguntó Taiki, hablando casi para sí mismo—. Aunque esta Zona ya hubiese sido liberada, DarkKnightmon tiene que estar en algún sitio. La pregunta es: ¿dónde?

     —Iré a buscar la Torre Oscura —sugirió Karminmon en voz baja, en un intento de pasar desapercibida ante los oídos de Masaru—. Ustedes sigan a Daimon y nos encontraremos más tarde.

     —Aguarda —dijo Nene, Karminmon la miró con un dejo de exasperación—. Que Mervamon vaya contigo, sólo en caso de que encuentren alguna dificultad.

     Karminmon asintió con la cabeza y Mervamon salió el Xros Loader de Nene. Ambas se alejaron a toda velocidad, al mismo tiempo que Kira percibió aquella cálida e intensa mirada que alguien le estaba dedicando. Miró hacia el frente y sintió que algo en su interior se iluminaba, como si toda la felicidad del mundo estuviese embargándola. Se detuvo en seco durante un instante para así asegurarse de que no se trataba de un espejismo. La persona que ella miraba, ese muchacho que había crecido un poco sin lograr ser mayor que ella, le dedicó una sonrisa. Un par de lágrimas corrieron por las mejillas de Kira cuando echó a correr, apartando así a Katsura y Nene con un empujón que les propinó al salir tan veloz y abruptamente. Apartó también a Masaru, como si estuviese dispuesta a deshacerse de cualquier obstáculo que intentara separarla de él. Cruzó la entrada al gigantesco palacio, pasando entre las bellas y coloridas flores,  para llegar con el muchacho y envolverlo en un fuerte abrazo al mismo tiempo que exclamaba:

     — ¡¡Papá!!

     Sollozó en el hombro de Tai y él, sonriendo con un derroche de amor paternal, devolvió el abrazo y respondió:

     —Kira, has crecido tanto...

     Mimi se detuvo en seco y tardó dos segundos en darse cuenta de que ese Tai no era el mismo que ella conocía. Pero si no era él, ¿entonces dónde estaba el otro Tai?

     Zephyrmon se detuvo para tomar un poco de aire cuando llegó a aquél manantial rodeado por bellos arbustos y oculto detrás de algunos grandes árboles. Aterrizó y jadeó un poco, pues nunca había volado a través de una distancia tan larga. Se dejó caer sobre el césped y examinó los rasguños que había cosechado tras su breve batalla con Beowolfmon. Al darse cuenta de que no había ningún daño grave o irreparable, enjuagó su rostro con el agua del manantial y se dispuso a dejar ir su Digievolución. Sin embargo, tuvo que detenerse al escuchar que un Digimon aterrizaba justo detrás de ella. Zephyrmon se levantó lentamente, aunque aquella calidez tan familiar le impidió ponerse en guardia.

     El Digimon que había llegado, sin acercarse a ella, se limitó a decir:

     —Por favor, no voltees.

     Zephyrmon obedeció, permaneció de espaldas y respondió.

     —Ha pasado mucho tiempo, ¿por qué no puedo verte?

     Él se tomó un momento para responder, evadiendo la pregunta de Zephyrmon.

     — ¿Qué estás haciendo en el Mundo Digital? ¿Fue Ophanimon quien te llamó?

     Zephyrmon negó con la cabeza.

     Fue Zoe y no su DigiSpirit quien respondió.

     —He venido a buscar a Kouichi.

     —Debes escucharme. Vete de aquí, vuelve al mundo real.

     — ¿Por qué?

     —Corres peligro, Zoe.

     Ella supo que no era el Digimon quien hablaba, sino el humano que había dentro.

     Se giró lentamente, encontrándose así frente a frente con Aldamon. Él no hizo ningún esfuerzo por cubrirse, sólo sostuvo la mirada de su amiga.

     —Tengo un mal presentimiento —habló Zoe de nuevo—. Algo extraño, algo oscuro está sucediendo en este mundo. Y tú lo sabes, ¿no es así? —Aldamon permaneció en silencio—. ¿Por qué de repente eres tan misterioso y reservado?

     —Por favor, Zephyrmon —dijo Aldamon al fin—, debes irte. Vuelve al mundo real tan pronto como puedas. Corres peligro en este mundo. La Zona Cielo es el único sitio donde aún hay paz, pero eso podría cambiar de un momento a otro.

     —Esto está relacionado con esa forma de actuar tan extraña que mostró Beowolfmon cuando llegué a este mundo, ¿no es así? —Silencio—. Tú me salvaste de él, de Beowolfmon. De nuestro amigo. ¿Por qué?

     —No podía permitir que él te asesinara.

     — ¿Era eso lo que Kouji quería hacer? —Preguntó Zoe, sólo obtuvo silencio—. ¡Dímelo ahora, Takuya! ¡Necesito saberlo!

     Una corriente de aire pasó entre ambos, acentuando esa aura de misterio que rodeaba a Aldamon. Él asintió, rendido ante la impaciencia de Zoe.

     —Quiere capturar tu DigiCode —explicó Takuya—, así como otros Digimon malignos quieren capturar los Datos de quienes han venido gracias al llamado de Ophanimon.

     — ¿Por qué Beowolfmon quiere hacerme daño? —Preguntó Zephyrmon—. ¿Quién está controlándolo?

     —Una fuerza oscura, es demasiada maldad como para ser real —respondió Aldamon.

     — ¿Un Digimon?

     —Una humana.

     Un escalofrío recorrió el cuerpo de Zephyrmon, fue tan potente que incluso Zoe pudo sentirlo.

     —Vete, Zephyrmon —insistió Aldamon—. Mientras te mantengas lejos de todo esto, estarás a salvo.

     —No lo haré —se negó Zephyrmon—. El Mundo Digital es parte de mí. Y aunque no estemos todos aquí reunidos, sé que es mi deber luchar para proteger este mundo.

     —En verdad necesito que huyas, Zephyrmon.

     — ¿Por qué debería hacerlo?

     Aldamon avanzó entonces hacia ella y la tomó por ambas manos, con tal fuerza que parecía ser que entre ambos hubiese existido algo más que simple amistad. La voz de Takuya fue la que dio la respuesta, como si fuese él quien necesitara decirlo para ganar un poco de credibilidad.

     —Porque no puedo protegerlas a ambas, Zoe, y no podré luchar mientras sepa que ambas están en peligro.

     — ¿Ambas? —preguntó Zoe con la voz que demostraba que su corazón se había resquebrajado—. ¿De quiénes hablas? ¿Quiénes son ambas?

     Pero Aldamon sólo se alejó de ella y emprendió el vuelo, causando que Zephyrmon se dejara embargar por la sensación de incertidumbre más intensa que jamás había sentido.

     — ¡Tai!

     Hubo un breve intercambio de palmadas en la espalda y choques de los puños cuando Taiki y Tagiru llegaron a la entrada del castillo para saludar al gran héroe del Digimundo. El resto del grupo se rezagó, Kiriha fue quien se encargó de decir que la reunión de las gafas de aviador no debía ser interrumpida. El resto del grupo ahogó una risa, todos excepto el chico moreno que se mantenía a un lado de la joven Idol. Lelouch no podía borrar su mueca de desagrado, jamás se había sentido tan incómodo. Formar parte de un grupo tan grande de personas, y tener que convivir constantemente con ellos, no era algo que le gustara hacer.

     —Vamos —urgió Masaru cuando los saludos llegaron a su fin—, aún debemos entrar al castillo. Nos están esperando.

     —Sí —dijo Tai—. Apuesto a que están cansados y hambrientos.

     —Sólo estamos un poco confundidos —respondió Nene furtivamente y puso los ojos en blanco cuando Tai fijó su mirada en el Geass.

     Al notar la incomodidad de su amada, Lelouch decidió intervenir.

     —Quisiera que alguno de ustedes nos llevara con quien pueda darnos respuestas, hemos estado esperando eso durante mucho tiempo.

     —Lelouch tiene razón —dijo Taiki y dirigió su mirada hacia el luchador invisible, diciendo—: Antes de hacer cualquier otra cosa, quisiéramos resolver todas nuestras dudas.

     Masaru asintió.

     —Andando, entonces.

     Entraron al palacio, dejando de lado las tediosas presentaciones. Kira se prendió del brazo de su padre, aunque no podía distinguirse ninguna diferencia entre ambos pues él seguía siendo un muchacho joven y ella contaba ya con diecinueve primaveras. Lo único que podía dar la impresión de que eran padre e hija, era la mirada que él le dedicaba. Un derroche de orgullo y amor paternal, como si fuera la primera vez en la vida que se encontraba con ella.

     Mientras seguían a Masaru a través de los gigantescos pasillos del castillo, Mimi decidió tomar la iniciativa de acercarse a Tai. La curiosidad estaba carcomiéndola con vida, así que se armó de valor y dijo:

     —Así que eso era. La razón por la que ella me recuerda tanto a ti es porque es tu hija.

     Tai y Kira asintieron a la par.

     —Tus mechones te van bastante bien —respondió el chico—. En definitiva, son mejores que ese peinado afro que solías usar. Luces linda.

     Mimi se ruborizó.

     Kira sólo sintió una pizca de incomodidad. Al ver el derroche de viejos sentimientos enterrados que Tai y Mimi compartían con sus miradas, la chica de las gafas de aviador sólo pudo pensar en su difunta madre. Mimi, por su parte, no podía evitar admitir que Tai era atractivo. Sin embargo, no era el chico del que ella estaba tan perdidamente enamorada. Había algo distinto, algo que no podía verse y sólo podía sentirse. Una calidez que ese Tai, el chico que tenía a un lado, no podía transmitir. De haberlo sabido, seguramente Kira se habría sentido sólo un poco menos incómoda.

     Lelouch no pudo evitar sentirse abrumado cuando su mente comenzó a asociar las decoraciones del palacio con los recuerdos que él conservaba sobre la elegancia de Britannia. En más de una ocasión le pareció ver los estandartes con el escudo de la Ashford Academy, aunque tras un parpadeo se daba cuenta de que no eran más que ilusiones. Le parecía ver la bandera de Britannia en lugar de las pinturas que decoraban las paredes, así como creía ver los retratos de sus familiares. Euphemia, Cornelia, Clovis, Schniezel, la reina Marianne... Su padre. En más de una ocasión tuvo la impresión de que el Área 11 podría verse a través de los enormes ventanales, en todo el esplendor de su pobreza y su miseria, cuando en realidad sólo podía ver los majestuosos y coloridos jardines que rodeaban el castillo. Los Eleven llegaban a su mente cada vez que veía a los Digimon que retozaban alegremente entre los rosales.

     —Lelouch, ¿qué pasa?

     El chico miró a Nene y encontró un poco de paz en su interior gracias la cercanía que mantenía con ella. Era como si la simple voz de la joven Idol, su simple presencia o su simple mirada fuera todo lo necesario para devolverle a Lelouch la tranquilidad de su alma.

     —Este lugar... —respondió él con la voz de Zero—. ¿No te parece un poco familiar?

     — ¿Familiar?

     —Al caminar por este pasillo, siento como si estuviéramos en Britannia.

     Nene asintió en silencio, recordando la enormidad de los pasillos de la mansión Ashford y los lujos de la mansión de Cornelia. El sitio en el que se encontraban, tal y como había dicho Lelouch, era bastante parecido. De pronto extrañó al comité estudiantil de la Ashford Academy. Extrañó la alegría y la creatividad de Milly, la indiferencia de Kallen, los celos que en algún momento sintió por Shirley, la actitud tan amigable de Rivalz, la timidez de Nina... Incluso le pareció que sentía la imperiosa necesidad de estar cerca de Suzaku, a pesar de que habían tenido sus diferencias al principio. Y pensar en Britannia le hacía revivir la culpa, la ira... Sus deseos de proteger a Zero.

     Masaru se detuvo entonces, sólo durante el tiempo suficiente para abrir las pesadas puertas que los condujeron a una inmensa cámara. Al escuchar el sonido producido por las puertas, Nene salió de su ensimismamiento para atravesar el umbral. Ni bien se encontraron dentro, todos se sintieron maravillados.

     Era una habitación inmensa, cuya única iluminación provenía de un gigantesco tragaluz ubicado el techo con forma de cúpula. Predominaban dentro los colores pastel, mismos que parecían brillar gracias a la luz del sol. Y al centro de la habitación se encontraba ella, un hermoso ángel que esbozaba una cálida sonrisa y vestía con una armadura de color azul metálico. Con una mano portaba su jabalina de color dorado, la mano libre la había extendido para indicarles a los recién llegados que podían acercarse a ella. Estando ahí, todos sentían demasiada paz.

     Para Kira y Katsura fue como reencontrarse con una vieja amiga.

     — ¡Ophanimon! —exclamaron ambas chicas, así como sus Digimon.

     Ophanimon acarició las cabezas de Cheepmon y Keramon, así como dedicó un par de delicadas caricias en los rostros de Kira y Katsura. Cuando el ángel intentó repetir el saludo con Miyu, la chica simplemente se apartó. Ophanimon decidió no volver a intentar, pues la evidente ausencia de Biyomon era la única explicación que necesitaba.

     —Gracias por haber traído a mis invitados, Masaru —dijo el ángel.

     Masaru se encogió de hombros.

     —Ophanimon, ¿qué diablos está pasando aquí? —Preguntó Katsura cruzándose de brazos—. ¿Cómo es que Daimon y Yagami están con vida?

     — ¿Y qué es lo que ha pasado en esta Zona? —Secundó Kira—. Afuera, todo está demasiado tranquilo. ¿Dónde están los enemigos y la Torre Oscura?

     Ophanimon soltó un suspiro.

     —Me gustaría que todos descansaran un poco y recuperaran sus energías antes de hablar sobre esos temas —dijo.

     Taiki dio un paso adelante y respondió con firmeza:

     —No.

     —Quisiéramos esas respuestas ahora —secundó Kiriha—. Ya que parece que estamos luchando para ti, podrías al menos ser un poco honesta con nosotros y explicarnos para qué es que nos necesitas.

     Ophanimon asintió, resignada y sintiéndose un tanto ofendida gracias a la actitud tan intensa del chico rubio.

     —Masaru, ¿puedes cerrar la puerta? —pidió el ángel.

     El luchador invencible obedeció, recargándose sobre la puerta luego de haberla cerrado.

     Al encontrarse en confidencialidad, Ophanimon abandonó su puesto y avanzó levitando hacia uno de los ventanales. Ordenó sus ideas tan pronto como fue posible, pero fue gracias a la impaciencia de Katsura que el ángel no pudo encontrar ninguna manera de suavizar lo que estaba por decir.

     —Ophanimon —dijo la intimidante chica—, cuando vencimos a Clarisse Okada supimos que el daño en el Mundo Digital había sido reparado. Entonces, ¿cómo fue que ella volvió?

     Ophanimon se giró para mirar de frente a sus invitados y respondió sin titubeos.

     —La luz y la oscuridad se complementan —dijo—. Es parte del orden natural de las cosas. Los opuestos son lo que ayuda a ambos mundos a subsistir, no puede existir la luz sin un poco de sombras. Sin embargo, la razón por la que una oscuridad tan grande como la de Clarisse está nuevamente en nuestro mundo es todavía misterio para mí. He intentado descubrirlo, pero no lo he conseguido. Ella es astuta, ha logrado tomar sus precauciones para evitar ser descubierta y vencida. Hay demasiada malicia en sus acciones.

     — ¿Y qué es lo que quiere? —Urgió Kira—. ¿Qué tiene que ver ella con lo que sucede en la Brecha Dimensional?

     —Nuestro mundo en estos momentos corre un peligro mucho mayor que en cualquier otra ocasión —explicó Ophanimon—. Clarisse Okada y su compañero, Piedmon, tienen la intención de alterar la información del Mundo Digital. Quieren reconstruir el Pandemonio de Bagra en cada rincón de nuestro reino, un sitio oscuro que sólo pueda ser gobernado por ellos. Esto, lamentablemente, afectará también al mundo real. Ambos mundos serán irremediablemente destruidos si Clarisse no desiste de sus planes.

     — ¿El Pandemonio de Bagra? —Repitió Taiki—. ¿Cómo puede alguien hacer algo como eso?

     —Absorbiendo toda la información del Mundo Digital —explicó Ophanimon—. Clarisse y su compañero necesitan obtener los Datos de cada Digimon, cada Digihuevo y cada rincón de nuestro mundo, para poder corromper esos mismos Datos y convertirlos en un virus.

     — ¿Cómo afectaría eso a nuestro mundo? —preguntó Mimi.

     La respuesta de Ophanimon logró helar la sangre de todos los presentes.

     —Causaría la extinción de la raza humana.

     Los muchachos intercambiaron miradas de ira, impotencia, transmitiéndose así sus deseos de seguir adelante y luchar con tal de evitar que ese escenario se hiciera realidad.

     —Ophanimon —dijo Taiki y dio un par de pasos hacia el ángel para enfatizar sus siguientes palabras—, hemos estado en Zonas deshabitadas, donde los únicos Digimon que hemos visto han sido nuestros enemigos. —Ophanimon asintió—. ¿Eso tiene algo que ver con lo que tú nos has dicho acerca del Pandemonio de Bagra?

     Ophanimon asintió de nuevo.

     —Hay Zonas de nuestro mundo que ya han sido conquistadas por la oscuridad —explicó—. La Zona Verde, la Zona Magma, la Zona Isla, la Zona Lago, la Zona Bosque, la Zona Shinobi y la Zona Dulce. El resto de las Zonas han sido protegidas gracias a nosotros, a los Tres Grandes Ángeles.

     —Eso quiere decir que Seraphimon y Cherubimon se encuentran en otros sitios del Mundo Digital —razonó Kira, Ophanimon asintió—. Y la razón por la que la Zona Cielo está en paz se debe a tu presencia, ¿no es cierto?

     Ophanimon asintió de nuevo.

     — ¿Qué podemos hacer para evitar que la raza humana desaparezca? —preguntó Yuu.

     —La única manera en la que ambos mundos se salvarán es si ustedes unen sus fuerzas —explicó Ophanimon—. Para eso, necesitarán ayuda extra.

     Al haber terminado de decir aquello, una pequeña esfera de luz se hizo presente en la habitación. La esfera se dirigió inmediatamente hasta posarse en las manos de Taiki. La luz desapareció, dejando en su lugar un grupo de siete pequeños objetos de color negro.

     El chico los reconoció al instante.

     —DigiMemories —dijo impresionado—. Pero... ¿Por qué hay una de OmegaShoutmon?

     —También hay una de Arresterdramon —dijo Tagiru mirando por encima del hombro del general.

     —Esa es la razón por la cual Marcus y Tai están acompañándome —explicó Ophanimon—. Conseguí recuperar sus Datos antes de que comenzara el reinicio del Mundo Digital, con la esperanza de poder contar con sus poderes en caso de que hubiera situaciones de emergencia.

     — ¿De nuevo necesitaremos hacer la última DigiXros con todos los Héroes Legendarios? —preguntó Katsura.

     Ophanimon negó con la cabeza.

     —El destino de ambos mundos depende, esta vez, de ti, Kira —dijo el ángel y señaló a la chica con una mano—. Y de ti —añadió, señalando también a Nene.

     — ¿Por qué de mí? —preguntó la joven Idol, sintiéndose incapaz de hacer cualquier otra cosa a sabiendas de que tanta responsabilidad recaía en sus hombros.

     Ophanimon sonrió.

     —Porque sólo el poder de la heredera del Valor, en conjunto con los poderes de una portadora del Geass, puede salvar a nuestro mundo de la destrucción.

     Ophanimon siguió hablando, pero Nene ya había dejado de escucharla. Su cabeza comenzó a doler inmediatamente. Era demasiada presión, demasiada responsabilidad. Era demasiado para alguien como ella, que se consideraba indigna gracias a los acontecimientos que la habían marcado tanto en el pasado. ¿Cómo podría ella, la chica que había asesinado a sus amigos, salvar al Mundo Digital?

     Kira también perdió el hilo de la conversación con Ophanimon, que en ese momento hablaba sobre la idea de que todos tomaran un agradable baño y descansaran un poco antes de hacer cualquier otra cosa, cuando vio al Digimon que aterrizó en los jardines que podían verse a través de los ventanales. Aunque el Digimon estaba de espaldas y ella sólo pudo ver sus alas, la forma de su cuerpo era inconfundible.

     —Aldamon... —musitó ella con voz susurrante.

     Y él se giró lentamente, como si la hubiera escuchado, para mirar a la chica durante una fracción de segundo antes de darle la espalda de nuevo y alejarse de aquel jardín.

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