Capítulo XIX: ¿Aún Seremos Cómplices?

     No fue fácil para Nene conseguir salir de la marabunta de Digimons que la rodeaban, especialmente cuando aquella chica de las gafas de aviador, Kira Yagami, quería comenzar a tocar los temas de la planeación de las batallas. Aunque Mervamon se ofreció a encargarse del asunto en representación de Nene, la joven Idol se negó y la llevó consigo.

     Cuando al fin consiguió liberarse de la multitud, siguió avanzando hacia la salida del escondite donde el ejército de Karminmon parecía tener su base de operaciones. Era una noche tranquila, el cielo estaba cubierto de estrellas y no soplaba la más mínima corriente de aire… Fue por esa misma razón que el mal presentimiento se apoderó de ella.

     La nostalgia la golpeó con un puño de hierro cuando recordó sus primeros días en Britannia, en aquellas ocasiones en las que se sentía tan insegura y con tantos deseos de volver a casa. Tan decidida a regresar, que tenía la idea de escapar de la mansión Ashford para buscar a sus amigos. Aunque luego, claro, su opinión dio un completo giro y ella habría dado todo con tal de nunca volver. Se preguntó en ese momento: ¿cómo podría estar pasándolo Lelouch? ¿Qué estaría pasando por su mente? ¿Estaría acaso tratando de invocar al espíritu de Zero para ayudarles en esa batalla?

     —Lelouch —llamó en voz baja, sintiendo esa molesta sensación de paranoia causada por la tranquilidad de la noche.

     No obtuvo respuesta.

     Se detuvo fuera de una de las casas de la Zona Verde, misma que estaba vacía y parecía haber sido saqueada. Recargó su espalda en el muro y echó la cabeza hacia atrás. Sintió un molesto picor en el ojo donde portaba el Geass, pero tuvo que contenerse para no posar sus manos sobre él. Se limitó a pestañear un par de veces hasta que la molestia desapareció. Sacó el Xros Loader de su bolsillo y lo miró durante una fracción de segundo que logró perturbarla, pues el Geass se reflejó en la pantalla y la hizo darse cuenta de que ya no se parecía en absoluto a la Nene Amano que había sido antes. A la Nene Amano que todos parecían estar esperando.

     No quería pensar de esa manera, así como tampoco quería que Lelouch apareciera de repente y, por azares del destino, consiguiera leer sus pensamientos… Pero vaya que en ese momento, Nene deseó no haberse convertido en ese algo que había visto reflejado en la pantalla del Xros Loader.

     —Nene.

     Se sobresaltó al escuchar la voz de su hermano. Se apartó del muro donde estaba recargada y miró en la dirección hacia donde él había aparecido. Una punzada de culpa la golpeó justo en el corazón cuando recordó que ese Yuu no era su verdadero hermano. El chico rubio se detuvo al estar frente a ella. Esbozó media sonrisa y apartó un par de mechones de cabello que caían sobre los hombros de su hermana.

     —Te hiciste algo en el cabello —comentó él, era una afirmación.

     Ella asintió con la cabeza.

     —Lo teñí, quería que tuviera un color un poco más fuerte —explicó.

     —Y cambiaste tu peinado, también tus ropas.

     Ella se encogió de hombros.

     —Los años pasan —intentó explicar, Yuu rió por lo bajo.

     —Los años y las dimensiones, hermana.

     Algo en esas palabras movió algo en el interior de Nene.

     —No soy tu hermana, Yuu.

     —Eres Nene Amano, ¿no es cierto?

     —Sí, pero…

     —Y yo, soy Yuu Amano.

     —Tú estás vivo en tu dimensión. Quizá la Nene que tú conoces esté saliendo con otra persona. Yo estoy con un príncipe exiliado y presuntamente muerto.

     Soltó una risita nerviosa al darse cuenta de lo estúpida que se escuchaba esa explicación.

     —Mi hermana está saliendo con Kiriha.

     — ¿En verdad?

     —Llevan más de tres años juntos. Es el romance del siglo, según los medios. Kiriha se ha mudado a Hong Kong con ella, y ambos tienen una casa de descanso en Japón.

     —Ya veo…

     — ¿Y qué hay de ti? ¿Quién es ese chico con el que sales?

     —Es una larga historia.

     —Bueno, tenemos tiempo. Pasaremos mucho tiempo aquí.

     —Lo sé… Pero quisiera no hablar de Lelouch por ahora.

     — ¿Por qué no?

     —A él no le gusta hablar de su pasado.

     — ¿Y a ti?

     —Tengo un pasado muy oscuro, Yuu. Asesiné a mis amigos, mi hermano murió por culpa mía.

     — ¿Por qué lo hiciste?

     —Por amor.

     Lo dijo así, resuelta y sin tapujos. Tan segura estaba de sus sentimientos hacia Lelouch que no le costaba admitirlo.

     Yuu sonrió.

     —Me alegra que seas feliz, hermana.

     —No soy tu hermana, ya te lo he dicho. Tú tampoco te pareces en lo más mínimo a mi hermano.

     —En eso estoy de acuerdo.

     Los dos hermanos se giraron en cuanto escucharon la voz de Lelouch a sus espaldas.

     Nene suspiró aliviada y agradeció en sus adentros que el chico había aparecido sano y salvo. Nunally iba prendida del brazo de su hermano, él actuaba como un soporte pues la pequeña aún no estaba del todo acostumbrada a caminar. Los fríos ojos de Zero se posaron sobre Nene y ella, sintiendo un golpe de nostalgia tras haber visto esa mirada, giró hacia su hermano y dijo:

     —Yuu, ¿podrías llevarte a Nunally al refugio? Lelouch y yo los alcanzaremos en un momento. —Al darse cuenta de que Lelouch no quería dejar ir a su hermana, la chica tuvo que añadir—: No te angusties, Yuu no la lastimará.

     Resignado, Lelouch asintió.

     —Dame la mano —dijo Yuu cuando Nunally avanzó hacia él, la pequeña obedeció—. Así que tu nombre es Nunally.

     —Sí —dijo ella y ambos comenzaron a alejarse.

     Para Nene y Lelouch fue sumamente extraño ver a Yuu tratar con tanta amabilidad a la pequeña Nunally. En otras circunstancias, Lelouch ya habría estado apuntando a la cabeza de chico rubio con un arma.

     —Tranquilo —insistió Nene y colocó una mano sobre la espalda del chico para llamar su atención—. Yuu no la lastimará. Él es diferente.

     —Luce igual al otro Yuu.

     —Pero es distinto.

     —Si él se atreve a lastimarla, juro que…

     —No pienses en eso. Tendrás que aprender a confiar en los demás. Ahora formamos parte de un equipo.

     —Un equipo al que yo no pertenezco.

     Sus palabras cayeron como un balde de agua helada sobre los hombros de Nene. Lelouch dio un par de pasos al frente y se quedó mirando hacia el cielo durante un par de segundos. Ella lo miró con recelo.

     — ¿De qué hablas? —Exigió saber, sintiéndose un poco ofendida—. ¿Es que acaso nuestro equipo no cumple con las expectativas de un gran líder como tú?

     —Estoy diciendo que yo no pertenezco aquí —dijo él mirándola a ella con firmeza—. Tú conoces bien este mundo, sabes cómo atacar. Yo soy inútil en este momento.

     —Quizá conozca bien este mundo, pero tú eres un gran estratega.

     —Esta no es mi guerra.

     —Tampoco el asunto de los Elevens y Britannia era de mi incumbencia, y aún así arriesgué mi vida luchando por ti.

     No pudo evitar levantar la voz, despertando así la actitud fría y poco paciente de Zero.

     —Tú quisiste luchar junto a mí —le recordó él—. Yo nunca te obligué a hacerlo.

     —Me obligaste —corrigió ella con severidad—. Me convertiste en tu mano derecha. La única razón por la que lo acepté fue porque me enamoré de ti. ¿Y tú? ¿Es así como vas a corresponderme?

     —No comprendo a qué te refieres.

     —Luché por el Área 11 por ti. ¿Tú no vas a luchar por el Digimundo?

     —Nene…

     —Creí que éramos cómplices. No, creí que éramos más que eso.

     —Nene, no lo entiendes.

     —Parece que quien no lo entiende eres tú, Lelouch.

     Y ella, enfurecida, dio la media vuelta y se retiró.

     La culpa invadió a Lelouch, haciéndole preguntarse una única cosa: ¿podrían ser cómplices también en ese mundo tan extraño?

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