Capítulo LVIII: Natsumi

     Las noches en la Zona Disco eran desoladoras, tristes, especialmente por la manía que tenían las brillantes partículas de color amarillo por ascender al cielo cada vez que recibían el más mínimo impacto. Era fácil caer en un estado de paranoia, pues parecía ser que en cualquier momento desaparecería todo rastro de la Zona.

Aquellos mismos pensamientos causaron que el sueño de Katsura desapareciera, haciéndola caer en un estado de insoportable insomnio. No hubo necesidad de desperezarse cuando se levantó del suelo. Tan sólo estiró los brazos y salió de la cueva para reunirse con quien en ese momento hacía la guardia. Tagiru, quien comenzaba a cabecear, se sobresaltó cuando escuchó la demandante voz de Katsura decir:

—Vete. Te reemplazaré.

El chico se levantó con torpeza, se desperezó un poco y reclamó un poco adormilado:

—Aún no es tu turno.

—No puedo dormir —dijo Katsura—. Vuelve adentro. Y llévate al imbécil de tu Digimon —añadió señalando a Gumdramon con una sacudida de la cabeza.

El pequeño Digimon se encontraba en el quinto sueño.

Tagiru tomó por la cola a Gumdramon y lo arrastró hacia el interior de la cueva, dejando a Katsura en completa soledad. La chica dirigió una mirada hacia el interior del refugio para verificar que Keramon estuviese durmiendo aún. Por supuesto que así era. Así que ella soltó un pesado suspiro y se abrazó a sí misma, pues el aire frío la golpeó de pronto. Al cabo de un par de segundos, sacó el DigiLector de su bolsillo y acceso a los expedientes en busca de alguna distracción que le ayudase a matar el tiempo. Ignoró por completo el medidor del Pandemonio de Bagra, que seguía avanzando con macabra lentitud, y procedió a buscar la información de aquellos DigiDestinados pertenecientes a la Octava Generación. Su búsqueda se detuvo cuando la fotografía de Miyu se encontró en pantalla. Un par de lágrimas intentaron brotar de los ojos de Katsura, pero la chica supo encontrar la fortaleza dentro de sí para no demostrar ningún tipo de debilidad. Se dejó absorber simplemente por aquella palabra tan terrible.

Eliminada.

¿Cómo pudo haber ocurrido? ¿Cuán cruel debió haber sido? Preguntas sin respuesta que tendrían que atormentar a la pobre chica durante toda la vida. Entre todas las cosas que atormentaban su mente en ese momento, la única idea con la que Katsura podía torturarse era con la certeza de que Miyu podía haberse salvado. Si tan sólo no le hubieran dado la espalda cuando más necesitaba a un amigo. Si tan sólo no hubieran pensado que sólo necesitaba tiempo. Si tan sólo hubiesen notado antes que ella no estaba con el grupo...

—Al menos... Al menos ahora estás con Natsumi...

Natsumi...

¿Cómo era que Katsura tenía el descaro de lamentar la muerte de Miyu, si Natsumi había sido mucho más cercana a ella?

¿Por qué era tan difícil aceptar que ninguna de las dos chicas volvería a mostrarle a Katsura una pequeña sonrisa?

La ira le hizo tomar una decisión apresurada, y acertada a la vez.

No podía permitir que sus amigas hubiesen muerto para formar parte del Pandemonio de Bagra.

En un intento de darle a su amiga un último adiós, Katsura quiso mirar su fotografía. Se detuvo en ese preciso momento, pues la información de Natsumi había tenido una pequeña pero inquietante actualización.

Reemplazando la palabra eliminada, el expediente ponía: Vista por última vez en la Zona Disco.

Katsura se levantó del suelo nuevamente y miró en todas direcciones, con el entrecejo fruncido y sintiéndose invadida por el mal presentimiento. Pero no hizo falta que Katsura se alejara demasiado del refugio, pues de inmediato pudo ver a su amiga aparecer en su campo de visión. Natsumi pasó justo frente a sus ojos, adentrándose entre el escarpado camino que se abría entre algunas de las montañas de más baja altura. Llevaba su DigiLector en una mano y con la mano restante acariciaba los muros de roca, quizá intentando encontrar la salida al laberinto en el que estaba adentrándose. Katsura miró hacia el interior de la cueva nuevamente, sólo para llevarse una desagradable sorpresa al notar que todos sus amigos estaban profundamente dormidos. Maldijo en sus pensamientos y se decidió a perseguir a Natsumi por su propia cuenta.

Por supuesto, Katsura no sabía que estaba dirigiéndose hacia una trampa.

En una cámara subterránea y solitaria, se encontraba un debilitado ángel que ya había perdido las fuerzas para poder incorporarse, siquiera. Para poder atender las molestias que en ese momento estaban aquejándolo, fue necesario que él hablara con la voz más fuerte que fue capaz de utilizar.

—Ta-Taiki...

Fue apenas un susurro lo que brotó de sus labios.

Sintiéndose inútil y mucho más debilitado, el ángel volvió a intentar.

—Taiki...

Su voz, así como su vida, iba esfumándose de a poco.

Intentó incorporarse por cuenta propia, sólo consiguiendo que un par de Datos se desprendieran de su cuerpo. Las luces que alumbraban el refugio parpadearon por un instante y un poco de polvo se desprendió del techo de la guarida. Era como si la estabilidad del refugio flaqueara cada vez que el ángel perdía el aliento.

Fue gracias a los parpadeos de las luces que Taiki finalmente se hizo presente. Entró a toda velocidad a la cámara, exclamando:

— ¡¡Cherubimon!!

Ayudó al ángel a volver a recostarse, descubriendo que las partículas brillantes seguían desprendiéndose de su cuerpo.

No quedaba mucho tiempo antes de que él desapareciese por completo.

—Mira en lo que me he convertido... —se quejó Cherubimon cuando finalmente estuvo enteramente cómodo—. No puedo siquiera mantenerme en pie por mí mismo...

—Ya recuperarás tus fuerzas —aseguró Taiki—. Por ahora sólo debes descansar. Necesitarás recuperar tus energías si quieres recibir a los demás cuando hayan llegado.

—No creo poder resistir hasta ese momento, Taiki.

—No digas tonterías, Cherubimon —reclamó el chico, enfurecido y un tanto angustiado—. Esto no es nada. Sólo debes tomar una siesta y te sentirás mucho mejor.

—Lo que necesito es terminar con esto de una vez.

—Ya pronto terminará, Cherubimon. Cuando los demás lleguen aquí, podremos trasladarlos al Campo del Infierno. Sólo tienes que resistir. Eres el único que puede ayudarnos a llegar ahí.

—Si no se dan prisa, quizá no pueda aguantar para la cena de esta noche.

—Deja de decir esas cosas —insistió Taiki—. Ellos están ya en la Zona Disco. Debemos ser pacientes.

— ¿Cómo está todo en el Campo del Infierno? ¿Qué noticias has traído desde ahí?

—Esa chica, CC, no ha querido decir una sola palabra. ¿Estás seguro de que es ella a quien debías trasladar aquí?

—Esa bruja es la única que conoce los secretos del Poder del Rey... Debemos protegerla antes de que Clarisse logre obtener esa información.

—No lo entiendo. ¿Por qué ese poder es tan importante? No pertenece a nuestro mundo.

—En situaciones como esta, debemos unirnos con nuestros amigos de otras dimensiones... Si los dos mundos están en peligro, eso significa también que todas las líneas temporales existentes serán destruidas.

—Pero, ¿no habría problemas si decidimos interferir en todas esas situaciones del espacio-tiempo?

—Por supuesto que no. Lo único que haremos será unir nuestras fuerzas. Y para eso debemos asegurarnos que el Poder del Rey no caiga en las manos equivocadas... ¿Kari ya ha despertado?

—No. Aún está inconsciente. ¿Estás seguro de que ella nos ayudará?

—En verdad espero que lo haga... Taiki, necesito que me hagas un favor.

— ¿Qué necesitas, Cherubimon?

—Quiero que vayas a la Zona Disco y busques a los demás... Tráelos aquí...

—Pero, tú dijiste que no podemos vernos a nosotros mismos. ¡Eso causaría grandes desgracias!

—Sé lo que dije... Pero ya no podemos seguir esperando... Ve a buscarlos, Taiki.

Y el chico asintió, resignado, y se retiró.

Aquella fue la última vez que Taiki pudo escuchar la voz de Cherubimon.

Katsura no supo en qué momento fue que se adentró tanto en el laberinto formado por rocas y discos incrustados en el terreno, así como tampoco supo en qué momento dejó de ver la luz de la fogata que le servía como guía para encontrar el refugio. Lo único de lo que estaba totalmente segura era de lo mucho que todo aquello le daba mala espina. Miró en todas direcciones, intentando encontrar alguna señal de que Natsumi estaba cerca. Una corriente de aire gélido la rodeo de repente y ella tuvo que abrazarse a sí misma. Pensó entonces en Keramon y se dio cuenta del error que había cometido al no haberlo llamado. Resignada, intentó recargar su espalda sobre un muro de roca. Se detuvo entonces, cuando vio aquel símbolo pintado sobre el muro con un espeso líquido de color rojo.

Sangre fresca.

Sangre fresca con la que alguien había dibujado el escudo del ejército Twilight.

Se giró velozmente, pues el sonido de una gélida risa se escuchó a sus espaldas.

—Tú no eres Natsumi —atajó Katsura con firmeza.

La aparición que se encontraba frente a ella dibujó una fría sonrisa en su rostro.

Era ella, pero a la vez Katsura sabía que no era ella.

Otro dopplegänger, ¿tal vez?

— ¿Qué eres tú? —exigió saber Katsura.

Silencio.

De pronto pareció ser que la oscuridad comenzaba a espesarse alrededor de las dos chicas.

Katsura echó mano de su DigiLector, aún a pesar de que estuviese consciente de que no tenía ninguna manera de defenderse. La aparición no hizo ningún movimiento. Lo único que ocurrió en ese momento fue que un frío mucho mayor se apoderó del interior de Katsura. Ella se resistió ante el inminente escalofrío.

— ¿Qué eres? —insistió con mucha más insistencia.

Su sangre se heló en ese momento, cuando pudo ver un atisbo de brillo en los ojos opacos de la aparición. Retrocedió un poco y decidió adoptar una posición de pelea. No permitiría que una aparición como aquella fuese capaz de manipular su mente. Y, sin embargo, algo en ella... Katsura decidió dar un par de pasos hacia la aparición para acortar la distancia que las separaba. Extendió una mano, intentando averiguar si podía tocarla. Y cuando la punta de su dedo índice hizo contacto con el cuerpo de Natsumi, un leve resplandor de color azul se desprendió del Emblema de la Amistad. Natsumi retrocedió como si hubiese recibido una leve descarga eléctrica que la hubiera lanzado hacia atrás. Katsura miró su mano entonces y, obedeciendo a sus impulsos, optó por causar un efecto mucho más grande. Colocó la palma de su mano derecha sobre el hombro de Natsumi, causando así que el intenso resplandor se transmitiera hacia el cuerpo de la chica misteriosa. La pobre chica cayó de rodillas al suelo y tosió sin control, intentando recuperar el aliento. Katsura decidió ignorar el cosquilleo que había aparecido en la palma de su mano. Miró entonces a su amiga, cuyas lágrimas comenzaron a brotar abundantemente. El Emblema de la Amistad había hecho su trabajo.

—Ka-Katsura... —musitó Natsumi destrozada—. Katsura... Ayúdame...

— ¿Eres tú, Natsumi...? —preguntó Katsura con un hilo de voz.

Se colocó de rodillas frente a Natsumi, intentando descubrir a su amiga a través de lo destrozada que estaba la chica que tenía enfrente, sin poder llamar la atención de quien lloraba desconsolada en ese momento. Desesperada, Katsura tomó a Natsumi por ambas manos. Sólo de esa manera pudo descubrir las terribles heridas que surcaban los brazos de su amiga. La sangre brotaba aún de algunos de los cortes y otros de ellos parecían haber contraído una grave infección. Katsura cortó un trozo de tela de sus ropas para limpiar la sangre fresca, diciendo acalorada:

— ¿Quién te ha hecho esto, Natsumi?

Las manos de Natsumi se cerraron entonces sobre las muñecas de Katsura, al mismo tiempo que el llanto se transformaba en una siniestra carcajada. Para su horror, Katsura descubrió que el brillo había desaparecido de los ojos de Natsumi. La portadora del Emblema de la Luz se levantó lentamente, llevándose a su amiga consigo, y siguió sujetando a Katsura con una mano mientras que utilizaba la mano libre para arrancar el Emblema de la Amistad del cuello de Katsura. Acto seguido, tomó también el DigiLector de color azul que fue a dar al suelo de igual manera. La desquiciada carcajada se apagó entonces, aunque la sonrisa no se esfumó en ningún momento.

— ¿Natsumi...?

Las pupilas de Katsura se contrajeron entonces, cuando aquel gigantesco demonio surgió detrás de Natsumi. Una última débil risa brotó de los labios de Natsumi y ella, con un dejo de falsa y siniestra inocencia, se limitó a decir:

—Natsumi ya no existe más.

Katsura sólo pudo sentir las manos del demonio apresándola antes de que su mundo se apagara por completo. No tuvo siquiera la más mínima oportunidad de gritar.

Con un sobresalto, Keramon se levantó del suelo de piedra. El sonido de su respiración agitada bastó para llamar la atención de sus compañeros, que poco a poco comenzaron a despertar y a desperezarse. El único que no tuvo problemas para hacerlo fue Lelouch, pues el chico se había negado rotundamente a caer en un estado de sueño profundo. Desesperado, Keramon intentó recuperar el aliento. Lo único que consiguió, sin embargo, fue alterarse mucho más. Miró en todas direcciones tratando de encontrar a su compañera humana, sin tener el más mínimo éxito. Tan grande fue su crisis, que el pobre Digimon salió del refugio a toda velocidad para buscar a Katsura en el exterior.

Nada.

De la chica humana no había rastro alguno.

La desesperación era cada vez mayor.

—Keramon, ¿qué diablos te ocurre? —reclamó Shoutmon aún un tanto adormilado.

El aterrado Digimon de color azul no pudo encontrar dentro de sí la respuesta para responder, pues el aire se negaba a llegar completamente a sus pulmones. Siguió buscando a su amiga con la mirada, sin poder encontrarla.

—Está aterrado —propuso Nunally—. ¿Ellos pueden tener pesadillas?

—No parece ser el miedo de una pesadilla —dijo Nene con recelo.

La expresión de Lelouch se endureció.

—Taiki, necesitamos revisar el perímetro —dijo Zero mirando al general—. Puede ser que Keramon haya detectado la presencia de algún enemigo.

Taiki asintió.

—Gumdramon y yo nos encargaremos de eso —intervino Shoutmon antes de que el general pudiese dar la orden.

Gumdramon y el Digimon King se separaron del grupo para buscar a los posibles intrusos. No había nada que detectar, pues todo el sitio estaba tan silencioso como una tumba. Trabajosamente, Kira se acercó a Keramon con ayuda de Takuya y Zoe, quienes se habían colocado a cada lado de ella para ayudarle a la chica a mantener el equilibrio. Kira, por supuesto, estaba totalmente negada a seguir dependiendo de otros. Así que cuando se colocó en cuclillas, apartó a Takuya y a Zoe con un movimiento del brazo derecho. Miró entonces a Keramon y preguntó con firmeza:

—Keramon, ¿qué pasa contigo? ¿Qué es lo que viste?

Agitado, el pobre Digimon respondió con un hilo de voz:

—Katsura... Katsura está en peligro...

Como si todas las molestias que aquejaban su cuerpo se hubiesen esfumado, Kira se levantó de golpe y echó mano de su DigiLector. Dirigió una veloz mirada hacia sus compañeros para buscar con la mirada a su mejor amiga, descubriendo que Keramon tenía razón.

Katsura no estaba ahí.

—Nene —dijo Kira con firmeza, demostrando de nuevo esa determinación que llevaba en las venas—, ven conmigo. Lamperouge, Taiki, Tachikawa y Takuya, ustedes también. Yuu, Akashi, Nunally, Zoe y Suzaki se quedarán en este lugar. Necesitaremos que ustedes permanezcan en el refugio en caso de que Katsura regrese.

Todos asintieron a la par.

— ¿Tienes un plan en mente, Kira? —preguntó Nene.

—No —respondió Kira acalorada—. Pero algo tenemos que hacer ahora. Lo que podemos hacer en este momento es buscar a Katsura en los al rededores. La Zona no debe ser demasiado grande y ella no puede haber ido muy lejos.

—Si tuviéramos los expedientes con nosotros, podríamos saber en dónde está ella —intervino Yuu—. Pero toda esa información está en ese dispositivo que utilizan ustedes.

—Katsura no será eliminada sin que nosotros la veamos perecer —intervino Zero—. Esa no parece ser la forma en la que esa tal Clarisse actúa normalmente.

—Bueno, yo no permitiré que con ella ocurra lo mismo que ha pasado con Natsumi y con Miyu —le espetó Kira—. Voy a encontrar a Katsura. No permitiré que nadie más sea eliminado.

— No lo entiendo... ¿Dónde estaba Katsura? —preguntó Taiki, en espera de que su compañero Digimon volviera para poder partir—. ¿Quién la vio por última vez? ¿Por qué desapareció?

Con timidez, Tagiru no tuvo más opción que admitirlo.

—Ella... Ella me reemplazó.

— ¿Qué? —dijo Kira, cada vez más alterada.

—Yo estaba quedándome dormido y...

La voz de Tagiru se apagó en cuanto Kira corrió hacia él para tomarlo por el cuello de su camiseta y estrellar al chico contra una de las paredes exteriores del refugio. Nunally, aterrada, se ocultó detrás de su hermano.

— ¡Maldito! —Exclamó Kira—. ¡Esa pudo ser la última vez que Katsura estuvo cerca de nosotros! ¡Eres un...!

— ¡¡Ya basta!!

Aquella fue la voz de Mimi, quien intervino para separar a Kira de Tagiru. El chico cayó al suelo y Kira sólo retrocedió, con la respiración agitada e intentando controlar la ola de emociones que comenzaban a invadirla. Mimi, con los ojos cubiertos por una fina capa de lágrimas pues aún no había superado su propia tristeza, exclamó enfurecida:

—Después de todo lo que ha pasado, ¿ahora debemos pelear también entre nosotros? ¡Lo que haya pasado con Katsura no ha sido culpa de nadie! Todos corremos peligro. Y no la encontraremos si nosotros nos dedicamos sólo a pelear entre nosotros. ¡Estoy cansada de pelear! ¡Esto no dará ningún resultado y de nada servirá que ahora entre nosotros mismos comiencen también los problemas! ¡Así que dejen ya de pelear!

Kira, sintiéndose de pronto atacada por el remordimiento, asintió y musitó una disculpa hacia Tagiru. El chico asintió a su vez, sintiéndose un poco aturdido al haber ocurrido todo tan repentinamente.

—Esto es lo que ella quiere —habló Nunally sin atreverse a alejarse de su hermano pues aún estaba aterrada—. Ella quiere separarnos.

Lelouch miró impactado a su hermana al escucharla decir aquello que la convertía, automáticamente, en parte del grupo. Al punto le dirigió a su hermana una mirada de desaprobación ante la que Nene se limitó a sonreír. El chico seguía reacio a aceptar que su hermana quisiese unirse también al ejército que estaban formando.

— ¿De qué hablas? —inquirió Airu.

Nunally se encogió de hombros y respondió con timidez.

—Ella está intentando separarnos. Algo me dice que esto es lo que ella quería, que Kira atacara a Tagiru y lo culpara. Está intentando sembrar la desconfianza entre nosotros.

—Puede ser que tengas razón, Nunally —dijo Nene, consiguiendo una mirada de desaprobación por parte de Zero—. Seguimos cayendo en sus trampas... ¡Tenemos que evitar que siga ocurriendo!

—Lo único que quiero hacer en este momento es encontrar a Katsura —dijo Kira con desesperación—. Taiki, ¿crees que podamos irnos ya? Podríamos encontrar a Shoutmon en el camino, sólo...

El Digimon King volvió entonces, impidiendo que Taiki pudiese responder a la pregunta de Kira. Al ver la forma en la que el semblante de Shoutmon se había ensombrecido, todos supieron que sólo podía darles malas noticias.

— ¿Qué ocurre, Shoutmon? —preguntó el general con recelo.

— ¿Dónde está Gumdramon? —secundó Tagiru con la misma actitud.

La tajante respuesta de Shoutmon logró hacer que el mundo de todos los miembros del grupo comenzara a derrumbarse.

—Se ha quedado atrás. La hemos encontrado. Taiki... Tenemos que ir ya. Katsura está muy grave.

En la memoria de todos quedó grabado con fuego el momento en el que Kira cubrió su boca con una mano y cayó de bruces en el suelo, con las pupilas contraídas y la imagen del cuerpo ensangrentado de Katsura invadiendo cada rincón de su mente.

�z�H3&����

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top