Capítulo LVI: Matar a Dos Pájaros de un Tiro
¡Hey, hola! *Grito de fangirl* No supero la secuencia de la Zona Shinobi y ahora fangirleo por el siguiente capítulo que es demasiado demasiado NeLulu (Sí, de nuevo veremos sexo salvaje BDSM, así que vayan preparándose mentalmente para volver a ver cómo Nene se aprovecha de la inocencia del sensual e inocente 17° príncipe del sacro imperio de Britannia *grito de fangirl*). Sólo quería avisarles que durante el primer bloque de este capítulo hay una escena escrita en honor a una escena de Digimon Hunters. Deben tener presente el capítulo donde Watchman los manda a la competencia, en el capítulo donde aparece Kiriha. Precisamente es la escena donde Yuu queda atrapado en una red y aparece Airu acosándolo sexualmente (?). ¡Y es una escena que puse en el booktrailer, así que eso lo hace más sensual! (?) Ya, pues. ¡Disfruten el capítulo!
Jamás en la vida habían visto un escenario tan desolador como el que todos vieron al aparecer en la Zona Disco.|
Los discos que sobresalían de las montañas se habían quebrado. Algunos de ellos ya habían desaparecido por completo. Y la información que se había desprendido de la Zona causó que en las montañas aparecieran aquellos huecos que sólo podían asemejarse a mordiscos. Colosales mordiscos. Había tantas partículas brillantes ascendiendo hacia el cielo, que para todos fue sencillo escuchar los ecos de los gritos de los Digimon inocentes que allí habían sido ejecutados.
La impotencia se apoderó de todos. De Taiki, especialmente. Tal y como todos ya habían notado, el Mundo Digital podía comenzar a perder las esperanzas pues no había ninguna manera de salvarlo.
—Tenemos que buscar sobrevivientes —dijo Akari decidida.
Taiki asintió, incapaz de decir cualquier cosa.
La Zona Disco se había convertido en el escenario de sus peores pesadillas.
Yuu fue el primero en avanzar, causando así que apareciera un intenso estado de conmoción que embargó a cada uno de sus amigos. Ni bien puso el primer pie delante de él, una gigantesca red lo atrapó. Sus amigos Digimon se colocaron en posiciones de ataque al darse cuenta de que Yuu no podía liberarse de ningún modo. El chico intentó cortar la red, tirando de ella con ambas manos, pero lo único que consiguió fue disparar una corriente eléctrica que recorrió por completo su cuerpo entero.
Y cuando aquel correteo se hizo escuchar, todos bajaron la guardia.
Yuu hubiese preferido encontrarse con algún enemigo en lugar de sentir aquel cuerpo femenino, el cual despedía un dulce aroma a perfume, cayendo justo encima de él.
— ¡¡Yuu!!
Todos estallaron en risas.
Todos, excepto Nene y Lelouch.
Para la feliz pareja era imposible mirar de frente a aquella chica rubia, que usaba un entallado conjunto de color rosa, sin recordarla tal y como la habían visto por última vez. Siendo atravesada de lado a lado con el cuchillo del Guren MK-II, durante la trágica batalla final contra el Xros Heart.
La chica rubia retiró la red para tener libre acceso hacia el cuerpo de Yuu. Envolvió al chico en un fuerte abrazo. Yuu sintió que se quedaba sin aire al sentir la fuerte presión que ella aplicó sobre su torso.
—Mierda, Airu...
La chica se levantó y tomó a Yuu por los hombros para hacer que el chico se incorporara. No pudo librarse de Airu, pues ella de inmediato rodeó su cuello con ambos brazos para tener con él la mayor cercanía posible.
Yuu seguía deseando encontrarse con algún enemigo que lo rescatara de esa situación tan incómoda.
—Sabía que si dejaba esa red allí, tarde o temprano caerías en mi trampa —dijo Airu con aire triunfal—. Ahora estamos tú y yo solos.
—Airu, por favor... —suplicó Yuu con nerviosismo, intentando salir de entre los brazos de la chica a la que había enamorado tan perdidamente—. No estamos solos aquí...
Ella entonces se giró para mirar al resto del grupo, esbozando una mueca de pocos amigos. Después de todo, no estaba nada conforme con la idea de no poder pasar más tiempo a solas con el chico que le había robado el corazón.
Taiki, sin poder apagar su risa, se acercó a Airu y dijo con calidez:
—Airu, qué gran sorpresa encontrarte aquí.
—Ya era hora de que ustedes llegaran, Kudou —reclamó ella—. ¿Tienen idea de todo lo que hemos tenido que pasar mientras ustedes estaban perdiendo el tiempo por ahí?
—Airu —intervino Yuu—, no hemos perdido el...
—Ahora ajusto cuentas contigo —le interrumpió la chica rubia levantando el dedo índice para hacerlo callar. Lo miró con un leve atisbo de ira y añadió—: No creas que he olvidado que prometiste ir a ver una película conmigo y no llegaste jamás.
—No prometí nada —se excusó Yuu desesperado, mostrando un intenso sonrojo que de repente apareció en sus mejillas—. Tú fuiste quien me invitó y diste por hecho que...
—Dije que en un momento hablaré contigo —insistió Airu con impaciencia.
Resignado, Yuu dejó salir un suspiro.
Nene, tomando la iniciativa e ignorando el hecho de que Airu había fijado su atención en el Geass, dio un paso al frente en compañía de Lelouch y dijo:
—Airu, necesitamos que alguien nos ponga al tanto de la situación en esta Zona.
— ¿Crees que tú puedas llevarnos con alguien que pueda darnos información? —secundó Lelouch.
—Es... Es realmente importante.
Aquella tercera voz fue la de Kira, quien se acercó lentamente a Airu e hizo una mueca de dolor cuando su estómago dejó salir una fuerte punzada.
Al ver el Emblema que colgaba del cuello de la chica de los ojos marrones, Airu asintió y dijo con un semblante serio:
—Eres Kira Yagami, ¿cierto? —La aludida asintió—. Hay alguien que quiere saber de ti.
Clarisse tamborileaba con impaciencia en el tablero de control con el que accesaba a todas las funciones de su sistema de vigilancia. Datamon era quien se encontraba en la silla giratoria que estaba situada delante de las pantallas. La siniestra chica rubia, siendo vigilada por el payaso con gorguera que ocupaba su propio asiento, con las piernas cruzadas y bebiendo un poco de vino en una copa de cristal.
—Cada Dato es importante —decía Datamon mientras manipulaba el teclado táctil con gran velocidad—. No podemos dejar ningún cabo suelto.
—Eso lo sé —respondió ella con impaciencia—. Y también sé que hay sobrevivientes que permanecieron ocultos. Tengo que asesinarlos a todos si quiero conseguir que ocurra el Pandemonio de Bagra. ¿Tienes algo que decir que pueda resolver ese asunto? Porque si no es así y te has vuelto inútil, te juro que...
—Qué impaciente te has vuelto —se burló Piedmon—. Tarde o temprano todos esos datos nos pertenecerán.
—Estamos perdiendo el tiempo —se quejó ella nuevamente—. Y esos malditos DigiDestinados no han sido exterminados del todo. El virus no ha hecho efecto aún... ¡Todo se está saliendo de mi control! —Exclamó enfurecida, el eco de su voz resonó en las paredes—. Tengo que asegurarme de que todo vuelva a salir bien...
—El plan es perfecto —dijo Piedmon—. Quizá sólo está teniendo una mala ejecución.
—En cuanto Yagami, Amano y esos inútiles descubran todo lo que está detrás de esta situación, seguramente encontrarán el modo de burlar mis planes —respondió Clarisse entre dientes—. Y no hay nada que yo pueda hacer para evitarlo. El alcance del Data Breaker no es suficiente como para impedir que ellos capturen los Datos de los Digimon. Son los Digimon Hunters nuestros más grandes enemigos. Todo aquel que posea un Xros Loader es una potencial amenaza. Tengo que pensar en otro plan...
—Si realmente quieres evitar que ellos arruinen tus planes, la única manera de hacerlo es acabando con ellos de una buena vez —dijo Piedmon.
—Lo sé... —dijo Clarisse aún entre dientes—. Ellos tienen que estar ya en la Zona Disco, ahora que DarkKnightmon y Dynasmon han sido derrotados...
—La Zona Espada es el último sitio que queda por destruir —informó Datamon—. Es allí donde debe encontrarse Cherubimon. Le sugiero, señora Clarisse, que no desperdicie sus poderes en un grupo de humanos débiles e inútiles.
—Esto lo estoy haciendo para obtener mi venganza sobre Kira Yagami —le recordó la chica rubia furtivamente—. No puedo permitir que sea alguien más quien le ponga las manos encima. Yo debo enfrentarme a ella.
—Tiene suficientes súbditos como para hacer que eso ocurra —insistió Datamon—. Es sencillo. Pídale a Daemon o a Barbamon que se encarguen de terminar de destruir la Zona Disco, pero haga la aclaración de que Kira Yagami y su Digimon deben permanecer con vida. Cuando ella, derrotada, haya llegado a la Zona Espada...
—Ese es un burdo desperdicio de los poderes de Digimon demonios tan poderosos como Daemon o Barbamon —intervino Piedmon—. Un Digimon de su nivel debería luchar solamente contra un Digimon que esté a su altura.
— ¿Qué sugieres? —inquirió Clarisse.
Piedmon rió con malicia antes de responder.
—Tienes las armas en tus manos, Clarisse. El temor humano que sientes a causa de tus fracasos del pasado es lo único que te detiene. Puedes vencer a los DigiDestinados si juegas bien con las piezas que tienes en el tablero. Moviendo a tus peones al frente, permitiendo que sean ellos quienes reciban los golpes más fuertes. Piénsalo. Pase lo que pase con ellos, los beneficios siempre serán para nosotros. ¿Por qué debemos salir nosotros a los combates, si podemos enviar a nuestros vasallos? Para eso es que los hemos traído con nosotros, ¿no es cierto? Úsalos. Es nuestra última oportunidad. El Campo del Infierno no tiene que ser destruido. Con los Datos de los DigiDestinados y los Datos de nuestros súbditos conseguiremos ese último banco de información necesario para cumplir con nuestro objetivo.
—Aún hay cosas que no he podido descifrar —respondió Clarisse furtivamente—. No puedo derrotar a esos... Esos...
Reprimió su ataque de ira dándole un golpe al teclado del centro de comando. Su respiración se agitó de golpe, así como se aceleró el ritmo de los latidos de su corazón.
La ira nunca había sido una emoción fácil de controlar.
—Necesito obtener el poder de ese bastardo... —dijo cuando finalmente pudo recuperar el aliento para hablar con un poco de normalidad—. El Ojo del Rey... Lo necesito...
—Ese poder no pertenece a nuestro mundo —dijo Piedmon—. Tendrás el control de ambos mundos una vez que hayas reunido la información suficiente. ¿Eso te parece poco?
—Eso no es nada. Necesito más poder. ¡Necesito conseguir todo el poder que pueda tener al alcance de mi mano! Y no me importa pasar sobre quien sea con tal de conseguirlo... Por eso... Por eso necesito a ese malnacido... Y tengo que obtenerlo con mis propias manos... Pero ninguno de mis planes da resultado, ¡él es demasiado astuto! Estuve por tenerlo bajo mi control gracias al desplante de galantería de Kiriha Aonuma. Pero es gracias a Yuu Amano que todos mis esfuerzos no han servido para nada.
— ¿Qué necesitas, entonces?
—Lo que necesito es separar a ese grupo de malditos chiquillos inútiles que se creen héroes. ¡Tengo que destruir el vínculo que los une!
—Siembra un poco de desconfianza —dijo Piedmon despreocupado—. Lo único que necesitas es hacerles creer que el enemigo está dentro del mismo grupo. Asesina a uno de ellos y deja que las evidencias apunten a que lo hizo uno de los DigiDestinados. Quizá terminen matándose entre ellos sin necesidad de que tú tengas que poner tus manos sobre sus cuellos. Todos son lo suficientemente crédulos e inmaduros como para creerlo. Manipula sus mentes, juega con lo que ellos sienten. Todos ellos están aterrados. Y el miedo es la emoción más peligrosa para un débil ser humano.
Ella asintió.
—Tienes razón —dijo con tono sombrío—. Pero también tenemos que asegurarnos de tener un seguro. Un soporte al que podamos aferrarnos para asegurarnos de que nada saldrá mal... —Dibujó una gran sonrisa maliciosa en sus labios y añadió—: Y sé justamente quién será nuestra póliza de seguros.
— ¿Quién? —inquirió Datamon.
Clarisse rió con frialdad.
—He pensado en el mejor plan posible. Piedmon, ve a traer a Natsumi Takashi —ordenó la siniestra chica rubia. Piedmon asintió y se retiró. Mirando a Datamon, Clarisse continuó explicando—: Es cierto que los poderes de Daemon y Barbamon no deben ser desperdiciados en semejantes misiones absurdas. Pero también es una completa verdad que tenemos que enviar a todos nuestros súbditos. Así que enviaremos a una de esas dos estúpidas amigas de Yagami y Shinyuga. Ellas no podrán resistirse a ayudar a una de sus amigas desaparecidas, ¿no es así? De esa manera entraremos a ese círculo. Y cuando estemos dentro... —Su sonrisa se acrecentó—. Sólo necesito darle a Natsumi Takashi un poco más de mi oscuridad. Corromper el Emblema de la Luz hasta que sus poderes sean totalmente inútiles. Ella no es más que uno de mis peones... Y los peones siempre avanzan primero.
Para acentuar las palabras de su compañera, Piedmon volvió a la habitación en compañía de la pobre chica humana que llevaba las muñecas y los pies atados con pesadas cadenas oxidadas. Tomándola por la nuca, Piedmon la lanzó al suelo con fiereza. Ella derramó un par de lágrimas. El Emblema de la Luz se había comenzado a tornar de color negro, así como su forma había comenzado a cambiar. Una copia del Emblema de la Oscuridad parecía estar naciendo en él.
Clarisse soltó una maniática carcajada cuando escuchó los sollozos de Natsumi. Se colocó en cuclillas frente a ella y la tomó por la barbilla con fuerza deliberadamente excesiva. Los surcos de lágrimas resaltaban en la piel blanca de Natsumi, haciendo escocer las heridas que se habían abierto en la piel de su rostro gracias a la oscuridad que estaba intentando volver a invadir su corazón. Era como si la oscuridad quisiese vengarse del rechazo de la luz de Natsumi causando en su cuerpo un dolor desmesurado. Todo su cuerpo estaba cubierto por aquellas heridas diminutas.
—Deja de llorar —ordenó Clarisse con un amenazador siseo—. Te he hecho un gran favor al no asesinarte, ¿recuerdas? Debí matarte cuando tuve la oportunidad.
—Por favor... Por favor, no sigas... —suplicaba Natsumi entre sollozos, su voz entrecortada con el llanto se escuchaba como si la pobre chica estuviese al borde de un ataque—. Por favor...
—No quiero que supliques —continuó Clarisse—. Voy a utilizarte de nuevo. ¿Recuerdas lo bien que hiciste tu trabajo cuando te envié a la Zona Cielo? ¿Querrás trabajar para mí de nuevo de buen modo, o tendré que azotarte nuevamente para que hagas lo que te digo?
—Por favor... Déjame... Déjame ir...
—Será por el mal modo, entonces.
Lanzó a la chica al suelo nuevamente y con un chasquido de los dedos le ordenó a Piedmon que le entregase una de las dagas que llevaba ocultas bajo sus mangas. Piedmon lo hizo y Clarisse tomó el arma por la empuñadura, para luego colocarse a horcajadas sobre Natsumi y ponerle el filo de la daga sobre el cuello. Natsumi dejó salir un potente grito de terror. Tal fue la impresión que Datamon se sintió un tanto perturbado.
Piedmon, por otro lado, sonreía como un niño en Navidad.
—De ti depende del éxito de esta última misión —dijo Clarisse alzando un poco la voz, la pobre chica que estaba debajo de ella sólo pudo soltar un grito aún más potente—. Si llegas a fallar en un mínimo y miserable detalle, en tu consciencia pesará el destino de tu amiga. Miyu Lung.
— ¡¡No te atrevas a lastimar a Miyu!!
Clarisse presionó con el filo de la daga hasta que un poco de sangre apareció.
Aterrada, Natsumi acalló su voz y pestañeó un par de veces para deshacerse de las lágrimas.
En esos momentos, la pobre chica habría dado cualquier cosa con tal de estar muerta.
—Si haces tu trabajo como es debido, no tendrás de qué preocuparte. Ahora sé una buena mascota y quédate quieta. Esto sólo te dolerá lo necesario.
Descubrió entonces el brazo izquierdo de Natsumi, dejando a la luz aquellos profundos cortes cuyos bordes se encontraban cubiertos de sangre seca. Clarisse pasó la daga por encima de la palma de su propia mano izquierda, causando un corte que impregnó de su sangre el filo de la hoja de metal. Acto seguido, utilizó esa misma daga para causar otro corte más en el brazo de Natsumi. La desdichada chica dejó salir un desgarrador grito que se acrecentó cuando la sangre de Clarisse estuvo dentro de su cuerpo. Comenzó a convulsionarse de inmediato, dejando salir un poco de sangre que brotó de las comisuras de sus labios. Clarisse se limitó a soltar de nuevo su maniática carcajada. La chica rubia se levantó entonces y devolvió la daga a su dueño, que devolvió el arma a su escondite.
Natsumi dejó de moverse al cabo de un par de segundos, quedando totalmente inconsciente y con la sangre aún brotando de su boca. Su piel palideció y por un momento pareció que ni siquiera estaba respirando.
Clarisse dio la orden en ese momento.
—Irás a la Zona Disco y asesinarás a Katsura Shinyuga.
Un par de eternos segundos pasaron antes de que Natsumi finalmente abriera los ojos, demostrando así que éstos habían perdido todo su brillo. Se levantó lentamente y se tambaleó a la hora de buscar el equilibrio. Miró a Clarisse con sus ojos opacos y respondió, con aquella voz que carecía de toda emoción:
—Sí, mi señora.
Clarisse dibujó una sonrisa aún mayor en su rostro.
El plan era infalible. Sin duda alguna, lograría matar a dos pájaros de un tiro. Se aseguraría de que Kira quisiese enfrentarse a ella, haciendo Digievolucionar a Cheepmon y disparando así el virus que la puñalada de Piedmon había implantado dentro de ella. Eso, y se aseguraría también de que Katsura Shinyuga no volviera a interferir en sus planes, dejando así que Kira Yagami se sumiese en su propio y profundo pozo depresivo, sin nadie que pudiese ayudarla a salir a la superficie.
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