Capítulo III: Alucinaciones
— ¡Agáchate un poco más y sube un poco tu mirada! ¡Ahora sonríe! ¡Perfecto!
El afeminado sujeto de cabellera azulada no dejaba de presionar el obturador de su cámara profesional. Nene Amano posaba frente a él usando un hermoso y entallado vestido de color púrpura acompañado por botas de cuero negro y una ajustada chaqueta del mismo color. Sonreía siempre hacia la cámara y en ocasiones mandaba algunos besos al lente.
Lelouch y CC observaban la sesión a una distancia prudente, situados detrás del equipo del fotógrafo. CC comía una rebanada de pizza previamente hurtada del buffet exclusivo para Nene y su fotógrafo, miraba la escena con indiferencia y encontraba mucho más interesantes las rodajas de peperoni. Lelouch estaba cruzado de brazos y tenía el seño fruncido, el Xros Loader de Nene sobresalía de su bolsillo. Era la auténtica expresión fría e indiferente de Zero.
— ¡Cambio de vestuario! —exclamó el fotógrafo tras presionar un par de veces más el obturador.
Nene suspiró aliviada al escuchar que podía sacarse ya aquellas botas de altos tacones. Estiró los brazos por encima de su cabeza, le dedicó un guiño a Lelouch y avanzó velozmente hacia el improvisado vestidor.
— ¡Ah, es encantadora!
El efusivo fotógrafo exclamó aquello mientras abrazaba a Lelouch por los hombros. El muchacho lo miró como si el pobre sujeto fuese algo asqueroso. Intentó alejarse de él pero no lo consiguió.
— ¿No crees que se ve hermosa? —le preguntó a Lelouch—. ¡El último vestido la hará lucir bellísima! —añadió para evitar que Lelouch respondiera.
—No necesita usar vestidos tan cortos —recriminó Zero.
Lelouch se sintió extraño al haber utilizado su voz fría.
—Pero luce linda, ¿no crees? —inquirió el fotógrafo esbozando su sonrisa de pervertido—. A los fanáticos les enloquece verla así.
— ¿Podemos acelerar esto? —urgió el muchacho sin mudar su tono de voz.
CC esbozó media sonrisa cuando el fotógrafo se alejó de Lelouch y llamó a su equipo dando un par de palmadas.
— ¡Todos a sus puestos! —decía—. ¡Terminaremos esto!
Nene salió del vestidor ataviada con un vestido veraniego de color azul. Le dedicó un guiño a Lelouch y ocupó su lugar frente al obturador.
Las siete relucientes lápidas resplandecían cuando la cálida luz del sol las iluminaba. Aquella figura femenina se detenía frente a cada tumba y dejaba una única rosa blanca sobre el montículo ahora cubierto de césped. Se detuvo al llegar a la cuarta lápida y llevó una delgada mano a las gafas de aviador que portaba en la cabeza. Sintió aparecer el nudo en su garganta y una lágrima solitaria corrió por su mejilla. Se colocó en cuclillas y colocó su mano sobre el montículo de césped, diciendo con voz queda:
—Soy yo, de nuevo.
Todos los días, sin falta, la chica visitaba el cementerio para pasar unos minutos en aquél sitio. En contadas ocasiones se limitaba a acariciar las letras doradas en las que se leía el nombre de Takuya Kanbara. La mayoría del tiempo hablaba con voz queda para comunicarle cualquier cosa que, ella creía, él estaba interesado en saber.
—Kimura ha sido admitido en el programa de intercambio internacional —decía aquél día—. Irá a Italia por seis meses y Orimoto está enseñándole los últimos detalles del italiano. Minamoto y Shibayama están organizando con Shinja una fiesta para darle la despedida, será inspirada en ti. Shibayama y Orimoto están saliendo juntos desde hace un par de días, creo que eso ya te lo había dicho…
Su voz se apagó cuando sintió el sollozo amenazando con brotar de su garganta. Tomó un profundo respiro y tuvo que hacer un enorme esfuerzo para evitar que las lágrimas hicieran correr su maquillaje negro.
—Verlos juntos me hace pensar en ti —confesó con voz trémula—. En nosotros… En qué habría pasado si tú no… Si tú no hubieras… —de nuevo tuvo que hacer una pausa. Cerró los puños con fuerza y llevó su mano derecha al collar que colgaba de su cuello. Aferró con fuerza su Etiqueta para infundirse valor y continuó—: Quisiera saber si tú alguna vez me hubieras correspondido.
Tomó un respiro mucho más profundo. No obtuvo respuesta, tonto habría sido escuchar la voz del muchacho respondiéndole. Lo único que ocurrió fue que el viento sopló con delicadeza y se enroscó a su alrededor, acariciando con delicadeza con sus mejillas y haciendo que su lacio cabello negro se levantara por unos instantes. Ella sonrió y decidió tomar aquello como una respuesta. ¿Era acaso que él intentaba comunicarle algo estando en el Más Allá?
—No tienes idea de lo estúpida que te ves ahora mismo.
La chica de las gafas de aviador entornó los ojos y se levantó lentamente. Ahuyentó las lágrimas con un par de parpadeos y se giró para encontrarse con su amiga. La chica de alta estatura, cuerpo bien formado y mirada asesina estaba recargada sobre la estatua de un ángel. Su cabellera iba suelta y alborotada, haciendo relucir sus nuevos mechones de color púrpura. Usaba ropas entalladas de cuero. Los dos años que habían pasado le habían sentado bastante bien.
— ¿Qué haces aquí, Katsura? —inquirió la chica de las gafas, de mala gana y cruzándose de brazos.
—Vine a buscarte —respondió despreocupadamente—. Natsumi ya nos está esperando en la cafetería.
—Supongo que perdí la noción del tiempo… —comentó la otra con un dejo de tristeza.
—Han pasado dos años, Kira —espetó Katsura con firmeza—. Él se ha ido y tú tienes que seguir con tu vida.
Sabía que era cierto, incluso se sentía la peor persona sobre la faz de la tierra por preferir visitar el cementerio por Takuya Kanbara y no por su propio padre.
— ¿Vienes o no? —urgió Katsura impacientemente—. Muero de hambre.
—Bien, vamos —accedió Kira a regañadientes—. De cualquier modo, eres tú quien se inflará cual globo con esas rosquillas.
Esbozó una sonrisa cruel que Katsura le devolvió.
—Ardes en celos ya que no tienes un cuerpo como el mío —espetó Katsura y abrazó a Kira por los hombros para echar a caminar—. Hoy mismo me encargaré de hacerte salir de ese agujero depresivo en el que estás metida.
— ¿Cómo? —inquirió Kira.
Ambas avanzaban hacia la entrada del cementerio.
—Tú y yo saldremos ésta noche —respondió Katsura con un guiño—. Aunque, claro, ningún chico te pondrá atención cuando te vean junto a mí.
Y ambas estallaron en una sonora carcajada.
Si soportar al fotógrafo de Nene era todo un reto para Lelouch, las firmas de autógrafos suponían un suplicio mil veces peor. Ni bien salieron de la Torre de Tokio, la joven Idol fue rodeada por decenas y decenas de fanáticos que gritaban emocionados y estiraban las manos para intentar tocar alguna parte de su cuerpo. Lelouch mantenía su disgusto a raya mientras la chica se detenía cada poco para firmar un par de autógrafos, posar para algunas fotografías, besar algunas mejillas y saludar a quienes iban a verla. Lelouch se limitaba a tomar los obsequios, flores en su mayoría, que los fanáticos intentaban hacer llegar a manos de Nene. CC echaba mano de todo aquello que fuera comestible de forma que, para cuando llegaran a la limusina, sólo quedaran las envolturas.
Sucedió aquél día algo que ninguno de los tres esperaba.
Nene firmaba un ejemplar de su último CD con un marcador permanente de color negro y CC ya se encontraba devorando una caja de chocolates cuando Lelouch alcanzó a distinguir una mirada fría entre el público. Ojos azules enmarcados por un flequillo rubio que desaparecieron tan rápido como los había divisado. Sabía que conocía esa mirada, que se había encontrado con aquella persona en más de una ocasión, pero no podía encontrar al dueño de esos ojos azules en su catálogo de rostros conocidos.
— ¿Estás bien? —le preguntó Nene tras terminar de firmar el autógrafo.
El chico asintió lentamente y continuaron avanzando entre la maraña de fanáticos. O, por lo menos, esa fue su intención. Se vieron rodeados de más y más personas que les impedían seguir avanzando.
Veinte minutos después, y con ayuda de un par de guardias de seguridad, la chica y sus dos acompañantes pudieron liberarse de la multitud.
— ¡Estoy exhausta! —exclamó Nene estirando los brazos por encima de su cabeza.
— ¿Qué te parece si vamos a casa, pedimos comida a domicilio y pasamos el resto del día viendo la mala programación de la televisión?
Nene soltó una carcajada.
—Preferiría que tú me preparas la cena —le dijo—. Aunque, a decir verdad, no cocinas tan bien —añadió con una sonrisa cruel.
—Cocino mejor que tú —se quejó Lelouch tirando de las mejillas de la chica hasta dejar su piel roja.
Nene iba a responder con un comentario hiriente relacionado con su ficticio amorío con Suzaku Kururugi, aquellos comentarios sobre una infidelidad que sólo utilizaba para hacer rabiar a Lelouch, pero tuvo que detenerse en seco cuando creyó ver lo que bien podría haber sido una alucinación.
Cruzando la calle iban caminando tres chicas vestidas con elegantes uniformes de colegialas. No habría podido decir lo que era más raro de aquella visión: que las tres chicas eran traslucidas como fantasmas, que la chica del centro estuviera usando gafas de aviador o que las tres estuviesen acompañadas por creaturas extrañas.
—No logré terminar los deberes —se quejaba la de la izquierda, era castaña y de alta estatura, iba acompañada por un cachorro de ojos azules—. Pasé toda la noche mirando la televisión.
—Pues yo no me molesté siquiera en intentar hacerlos —dijo la de la derecha con una carcajada, era alta y tenía el mejor cuerpo del trío. Llevaba en brazos a una creatura azul de un solo ojo—. Dormí como un bebé.
—Y como siempre, soy yo quien tiene que resolverlo todo… —se quejó la del centro, la chica de gafas de aviador que llevaba un pollo negro de brillantes ojos amarillos en su cabeza. Metió una mano en su bolso y sacó de ella un par de libretas para entregárselas a la chica castaña—. Ahí están todos los deberes, tendrán cinco minutos para copiarlos cuando lleguemos al instituto.
Siguieron avanzando y se desvanecieron frente a los ojos de Nene. La chica sintió un picor en su ojo izquierdo y se preguntó si aquello no sería más que una simple alucinación.
— ¿Pasa algo?
Sintió la mano de Lelouch sobre su hombro y, boquiabierta se limitó a asentir.
—Sólo estoy cansada, es todo —respondió intentando parecer despreocupada.
Subieron al auto y abandonaron aquél sitio.
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