Prefacio
—Lelouch, ¿puedes contarnos lo que ocurrió la noche del 10 de julio del 2011? —preguntó el fiscal.
—Sí. Estaba con mi hermana en su habitación ayudándola con su tarea cuando oímos que alguien abrió la puerta y sabíamos que era nuestra mamá. Ella despidió a la niñera y entró al cuarto. Estaba nerviosa. Nos dijo que teníamos que irnos y que fuéramos a hacer las maletas. De repente, en ese instante, alguien tocó el timbre. Nunnally corrió para abrirle y mamá quiso detenerla, pero yo le pregunté por qué teníamos que irnos. Ella solo dijo que no era seguro y entonces oímos un disparo y a mi hermana gritar... —Lelouch hizo una pausa en su declaración. Su mirada estaba extraviada en algún punto del tribunal como si estuviese viendo pasar imágenes en movimiento una tras otra. Pestañeó, tomó aire y prosiguió—. Quise ir con ella, pero mamá me ordenó que me escondiera y después salió. Me quedé en la habitación, aunque no me escondí. Me asomé en la puerta. Quería saber qué ocurría. Vi a varios hombres y a mamá. No conocía a ninguno. Uno de ellos le preguntó dónde estaba la tarjeta de memoria. Ella dijo que no la tenía. Entonces, él le dijo que si no decía la verdad iba a abrirle un hoyo en la cabeza como el que le hizo a mi hermana. Mi mamá no dijo nada, así que él amenazó con abrirme un hoyo en la cabeza para que saliera. Sabía que estaba ahí porque había visto mi paraguas en el vestíbulo. Ese día había llovido muchísimo. Tuve que salir —el chico convirtió sus manos en puños. Los tenía sobre los muslos pensando que si los mantenía quietos no temblaría. Su voz se puso ronca—. Ese hombre amenazó con romperme el cuello si mamá no le daba el chip. Ella pidió que me dejara ir. Él no hacía caso. No tuvo más remedio que dárselo, pero no me dejaron volver con ella. El hombre sacó su teléfono y llamó a alguien. Le dijo que ya tenía la tarjeta y le preguntó qué hacer con nosotros. Escuché una voz responderle. Le dijo que se deshiciera de nosotros —y, por primera vez en toda la la narración, Lelouch dirigió su atención a la sala. Sus ojos empañados de lágrimas se encontraron con la mirada acerada de un hombre sentado al fondo de cabellos plateados largos y piel color hueso—. Fue su voz.
Los susurros crepitaron en la sala del tribunal desplazando al silencio sepulcral que reinaba hace segundos. Era de esperar que esto sucediera. La admisión como evidencia del testimonio del joven Lelouch Lamperouge, el hijo mayor de la víctima, había sido objeto de controversias. Las opiniones se dividían entre aquellos que aplaudían la valentía del chico y quienes cuestionaron la decisión de la corte; pues, pese a que Lelouch era reconocido como un prodigio, era un niño. No estaban seguros de que pudiera testificar. Pero allí estaba, en el estrado, y había declarado con lujo detalle, lo cual había sido tan sorprendente como escalofriante. Claro, siempre habrían escépticos que pensarían que todo fue preparado.
Más allá del creciente bullicio y el martilleo del mazo del juez, Lelouch acopiaba esfuerzos para reprimir las lágrimas. Sus respiraciones eran irregulares y rápidas. Su corazón latía aceleradamente. Con todo, le sostuvo la mirada al hombre canoso, que no se había inmutado ante la acusación. Entonces, el abogado Gottwald saltó de su asiento atajando el relato del testigo:
—¡Objeción, su señoría! El testigo está especulando. No puede afirmar sin evidencia sólida que lo respalde.
—Aprobado —consintió el juez—. Testigo, limítese a describir lo que vio y escuchó.
Lelouch asintió con la cabeza pesadamente.
—El hombre colgó. Parecía que nos iba a dejar ir, pero me apuntó con su pistola otra vez. Mamá adivinó lo que iba a hacer y le pidió que me perdonara la vida. Él se disgustó y le pegó una y otra y otra y otra vez —masculló entre dientes, como si estuviera mordiendo las palabras por el odio—. Le pedí que parara. Recordó que tenía que matarme. Uno de sus hombres trató de impedirlo, pero él estaba decidido a cumplir sus órdenes. Fue cuando mamá lo enfrentó. Me ordenó que corriera lejos y me pusiera a salvo. Yo no podía moverme. No quería dejarla sola ni a ella ni a Nunnally. Me acordé de que le habían disparado. Había muchísima sangre. Sus gritos de dolor y la pelea me distrajeron. Entonces él le disparó —en el final de la frase, le había faltado el aire para articular la palabra con mayor fuerza. Lelouch se aclaró la garganta para concluir su testimonio en un hilo de voz agudo—. Y mamá cayó. Quise correr hacia ella cuando alguien me agarró. Fue ese hombre que quiso detener al asesino. Me llevó lejos. Aunque no sirvió de nada porque nos alcanzaron después. Lo siguiente que recuerdo es que cuando abrí los ojos, estaba en el hospital. Mi hermana estaba en el cuarto de al lado y mi mamá estaba..., estaba...
—Hemos entendido, Lelouch —cortó el fiscal. El niño inspiró profundo retomando el control de sus acciones, aunque fue una inhalación algo ruidosa. El fiscal Waldstein indagó—: en tu testimonio indicas que un hombre irrumpió tu casa, disparó a tu hermana y mató a tu madre. ¿Puedes identificar a ese hombre?
—Sí.
—¿Está en esta sala?
—Sí.
—¿Lo puedes señalar?
—Sí. Es ese que está ahí.
Con su dedito, el niño apuntó el asiento al lado del abogado defensor. El que estaba ocupado por el acusado, Luciano Bradley. El hombre puso una mueca que aparentaba ser una sonrisa burlona de medio lado, aunque desvió la mirada antes de que alguien más pudiera fijarse.
—No más preguntas.
—Bien —dijo el juez. Se volvió hacia el abogado Gottwald—. ¿La defensa desea interrogar al testigo?
—No, su señoría.
El niño bajó del estrado y se sentó entre el empleado enviado por servicios sociales y la única persona que estuvo apoyándolo desde que su madre murió en aquella fatal noche: su amigo, Suzaku Kururugi.
Enseguida, pasaron a la detective que estuvo a cargo del caso, Villetta Nu. El fiscal Waldstein le pidió explicar los detalles de su investigación:
—Marianne Lamperouge fue vista por última vez dirigiéndose al interior de su casa el lunes a las 7:00 PM. Según las declaraciones de los testigos, lucía agitada: cabeceaba rápidamente y se frotaba las manos con nerviosismo. Su cuerpo fue descubierto en la sala al día siguiente alrededor de las 8:00 AM. El hecho fue reportado por el hombre que está sentado junto al señor abogado de la defensa, el Sr. Luciano Bradley.
—¿Puede decirnos la ubicación exacta del cuerpo?
—En la sala de la casa. Estaba tendida bocabajo en un charco de sangre. Murió a causa de un disparo a quemarropa.
—¿Quiere develarnos los resultados de la autopsia?
—No hubo autopsia: no era necesario. No había signos de una lucha en la escena de crimen y la evidencia que recolectamos indica que todo fue un suicido. El arma homicida solo tiene las huellas de la víctima.
—Está mintiendo —musitó Lelouch, lo suficientemente bajo para que Suzaku lo escuchara. El aludido se volvió hacia él, consternado—. Yo lo sé, Suzaku. La escuché decir que el presidente Charles ordenó que la incineraran rápidamente para que nadie se diera cuenta de que golpearon a mi madre.
—¿No hubo autopsia? ¿No se le ocurrió que quizás la evidencia que estaba buscando podría estar en el cuerpo de la víctima? —cuestionó el fiscal sin disimular la obviedad en su tono.
—¡Objeción, su señoría! La fiscalía está realizando preguntas para obtener las respuestas que quiere —reclamó la defensa.
—Aprobado, fiscal...
—Una pregunta más, su señoría: ¿qué hay de la tarjeta de memoria?
—No se encontró tal cosa entre las pertenencias del acusado cuando lo arrestamos ni en su casa ni en su lugar de trabajo —respondió la detective Nu con calma—. Nadie tiene conocimiento acerca de un chip de memoria robado o desaparecido.
—Bien. Eso es todo, su señoría.
Lelouch arrugó el ceño: ¿lo dejaría así? El testimonio de la detective acababa de desacreditarlo: sin el chip de memoria ni la autopsia, no habría pruebas que respaldaran su declaración. Tenía que reconocer con tristeza que incluso él preferiría creer en una profesional que trabajaba en el departamento de policía que en un niño que estaba aprendiendo a fraccionar. No obstante, ¿no pudo el fiscal hacer ver que no se llevó a cabo una investigación completa o ahondar más en el procedimiento para descubrir algún fallo? Aun cuando el pequeño era incapaz de explicar en sus propios términos cómo el interrogatorio pudo ser mejor o cuáles preguntas tuvo que haber formulado, un mal presagio se adueñó de su corazón y comenzó a impacientarse. Las cosas no estaban marchando bien. No quiso prestar atención al momento en que la defensa interrogó a la testigo. Ironía que, siendo testigo de la fiscalía, la detective colaboró más con la defensa con la evidencia proporcionada por su investigación.
Suzaku colocó su mano en el hombro de Lelouch, quien evitaba mirar al estrado. No había sido fácil convencer a su padre que le permitiera asistir al juicio en lugar de ir a la escuela, pero tenía que hacerlo: Lelouch lo necesitaba. ¿Cómo podría tener en la mente otra cosa que no fuera su amigo? Sin mencionar que su mamá había muerto frente a él y su hermana estaba internada en el hospital, no tenía a nadie. Cuando Lelouch le preguntó por qué había discutido con su padre por una tontería imaginando las condiciones que pudo imponerle para acceder a su petición o los disgustos absurdos que se habría llevado el Sr. Kururugi contra él, Suzaku le contestó que quería estar ahí para celebrar que se había hecho justicia. No para ser el que estuviera ahí confortándolo. Con todo, Suzaku abrigaba la esperanza de que el fiscal estuviera guardándose una carta maestra que sacaría más adelante cuando la defensa se creyera invencible.
Y podría ser que tuviera razón, la fiscalía convocó al estrado su último testigo: el Dr. Bartley Asprius. Hasta ese punto, la defensa había rechazado los cargos sugiriendo que la víctima cometió suicido. Durante la investigación policial, se halló en el botiquín del baño una botella que contenía unas pastillas bastante particulares: olanzapina. Un poderoso antipsicótico que se le había prescrito a Marianne tras haber dado a luz a su hija. Era cuestión de juntar todas las piezas para armar el rompecabezas y comprender que, en un arranque de locura, la propia Marianne había disparado a Nunnally y luego se quitó la vida a sí misma, por lo que Luciano tan solo había sido un pobre hombre cuyo único crimen fue ser el primer testigo que cumplió su deber de reportar la tragedia a la policía. A lo largo de las distintas audiencias la posibilidad de que fue un espantoso malentendido acusar a Luciano de matar a Marianne cobraba más fuerza, en la medida que aparecían nuevas evidencias. ¿Qué podría inclinar la balanza a favor de la fiscalía? El testimonio de un médico. No de cualquiera, sino el que trataba a Marianne y es por ese motivo que el Dr. Asprius fue llamado a prestar juramento y describir el progreso de su paciente.
—¿Usted ha sido el psiquiatra de Marianne Lamperouge? —preguntó el fiscal Waldstein.
—Eso es correcto. Lo fui por casi cuatro años —asintió el doctor.
—Por favor, exponga su opinión médica con respecto a la condición de la víctima.
—Diagnostiqué a Marianne por depresión postparto al mes que nació su hija, Nunnally. Las causas podrían ser una combinación de factores externos que afectaron su estado de ánimo profundamente: el estrés de su trabajo como abogada de una importante empresa, la falta de sueño y el hecho en sí de que tenía que criar a dos niños ella sola. No tenía a nadie más que la apoyara. Le prescribí los antidepresivos típicos y, desde luego, teníamos nuestros controles regulares. Es importante mantener una estrecha vigilancia para prevenirse de las recaídas que suelen ser frecuentes en estos pacientes y Marianne sinceramente quería mejorar por el bien de sus pequeños, pero su sintomatología estaba evolucionando. . Le recomendé hospitalizarse antes de que su condición se volviera crítica, pero ella se rehusó: no quería abandonar a sus hijos, por lo que le prescribí olanzapina. Confieso que, si bien, entendía y respetaba la decisión de mi paciente, estaba preocupado por Lelouch y la pequeña Nunnally —el Dr. Asprius ladeó la cabeza como lamentándolo y expresó con voz estrangulada—: sentí mucha lástima cuando Lelouch vino a verme. Ya Marianne había fallecido. Me pidió que testificara en el juicio para que diera fe de que su madre estaba bien. A los niños les cuesta más aceptar cuando uno de sus padres...
—¡MENTIROSO! —aulló Lelouch, parándose y golpeando el respaldo del banco delante de él—. Yo jamás le pedí eso ni fui a verlo. ¡Usted fue quien vino a mí y dijo que podía testificar en la corte para decir que mi madre estaba bien! ¡DIGA LA VERDAD!
—Saquen al niño. Esto es demasiado duro para él —susurró el juez a uno de los policías.
El oficial se acercó adonde estaba Lelouch. El agente de servicios sociales lo detuvo y, agarrando el brazo del niño, indicó que iban a desalojar la sala voluntariamente. Suzaku los acompañó. Afuera, Lelouch le prometió al agente de servicios sociales que se tranquilizaría y no se iría a ninguna parte. Solo así el adulto aceptó en dejarlo ir. Suzaku se acercó midiendo cada uno de sus pasos.
—Lelouch... —comenzó diciendo. Al no hallar palabras, enmudeció avergonzado.
—¡Los testigos están mintiendo, Suzaku! Están haciendo pasar a mi mamá por una loca y a mí por un mentiroso —balbució señalando la puerta. Al contrario, Lelouch tenía mucho qué decir. Continuó como sus pensamientos iban formándose—. Yo te juro que el doctor me dijo: "nadie dudará que tu madre se suicidó si su médico declara en el juicio que su salud mental no podía estar mejor, contáctame con el fiscal y con gusto iré a testificar". Suzaku, no miento —aseguró tocándose el pecho— ni tampoco soñé que unos hombres fueron a mi casa a matar a mamá, que dispararon a Nunnally y que estuvieron a punto de matarme a mí también. ¿Por qué iría a un juicio a acusar a aquel hombre si no fuera verdad?
—Lelouch, cálmate. Aún el juez no ha dicho nada. Él es quien toma la decisión.
—Van a liberarlo, Suzaku. No seamos tontos —gimió Lelouch con resignación.
Los niños no entraron a la corte hasta que llegó el momento de emitir la sentencia. El juez le pidió al acusado, Luciano Bradley, ponerse de pie mientras leía el veredicto:
—La muerte de Marianne Lamperouge fue un suceso lamentable que no se borrará de nuestra memoria. Sin embargo, la evidencia demuestra que el cargo por asesinato del acusado, el Sr. Luciano Bradley, es insuficiente. De este modo, dictamino un veredicto de no culpable.
Y golpeó con el mallete tres veces sellando su decisión y finalizando el asunto. La aprobación de los presentes fue casi unánime: no hubo chasquidos de protesta, otros dieron muestra de su acuerdo asintiendo con la cabeza o murmuraban su parecer a la persona que tenían al lado. Luciano no disimuló su alegría y expresó su euforia a viva voz. Se levantó para abrazar a su abogado defensor, que estaba guardando el papeleo en su portafolio. Por alguna razón, no hizo más que un frío ademán con la cabeza. El hombre de melena plateada fue el primero en retirarse. Dos hombres de negro lo siguieron por detrás. Lelouch se había congelado entretanto asimilaba el golpe de realidad: el asesino de su madre había quedado suelto. El agente de servicios sociales le frotó el brazo en un intento de consolarlo y de tratar de sacarlo de su trance para llevárselo. Suzaku miraba a Lelouch con preocupación. Repetía su nombre sin cesar. Estaba temiendo que su amigo se había quedado catatónico cuando salió corriendo a la velocidad de una flecha. Suzaku lo persiguió. Los reflejos del agente fueron muy lentos. Para cuando reaccionó, había perdido de vista a los niños.
El presidente Charles había sido abordado por un mar de periodistas que lo aguardaban con ansias fuera del juzgado. Pasó de ellos sin ningún problema gracias a sus guardaespaldas que le sirvieron de escudo protector. Su chófer le había abierto la puerta del flamante Cadillac negro cuando Lelouch irrumpió. Por poco se abalanzó sobre él, de no ser porque los guardaespaldas lo contuvieron. El chico luchó por hacerse escuchar en la confusión:
—¡Usted, oiga! ¡Es con usted! ¡Charles zi Britannia! —el presidente de Britannia Crops respondió ante el nombre estacionándose en seco. Por encima del hombro, le dedicó una mirada desdeñosa—. ¡Míreme! ¡Míreme bien! ¡Mire mi rostro! —exigió con el entrecejo fruncido. Sus labios se habían retraído y estaba enseñando los dientes—. Este no es el fin. Regresaré. Limpiaré el nombre de mi madre y revelaré todos sus crímenes. Nunca podrá lavarse la sangre de sus manos. ¡Se arrepentirá! Recuerde a quien lo va a destruir —escupió, furioso.
El presidente le dio la espalda. Se volvió hacia el interior del coche y subió como si no hubiera oído nada. Los guardaespaldas apartaron a Lelouch de un empujón.
—Vámonos de aquí —dijo uno.
—Sí, no soporto la mirada de ese niño —comentó incómodo el interlocutor evitando cruzar sus ojos con los de Lelouch.
Ellos entraron. El coche arrancó el motor y, al cabo de unos segundos, se alejó. Algunos de los reporteros quisieron ir tras él. Otros desertaron. Suzaku había oído lo que le dijo Lelouch a aquel hombre, pero no quiso instigar. Algo dentro de él le indicó que no le apetecería saber la respuesta. En esto, tuvo una idea y con el ánimo renovado exclamó:
—¡Lelouch, lo tengo! Dijiste que uno de esos hombres se opuso al resto de su pandilla y que te ayudó, ¿por qué no le pedimos al fiscal que lo busque? Con su testimonio se puede reabrir el caso, ¡no tendrán remedio! ¿Estás de acuerdo?
Lelouch se giró a medias despacio. Lo miró y movió la cabeza. Suzaku le sonrió. Los niños fueron a localizar al fiscal Waldstein. No había transcurrido demasiado tiempo: quizás estaría en el edificio y sino podrían acudir a su oficina y esperarlo. A final de cuenta, su ubicación no estaba muy distante: podrían caminar. Dieron varios tumbos por el tribunal atrayendo la atención de los que trabajaban ahí y unas cuantas reprimendas. El fiscal Waldstein no estaba solo cuando lo encontraron: platicaba con el abogado Gottwald en una sala pequeña. Suzaku iba a interrumpir. Lelouch lo frenó alargando el brazo, le lanzó una mirada: quería escuchar qué podrían estar haciendo el fiscal con el abogado de la defensa justamente tras concluir el juicio. Suzaku asintió demostrando que había entendido. Los dos se asomaron por la puerta entreabierta.
—Quién diría que después de tantos juicios enfrentándonos, trabajamos bien juntos.
—Estamos en el mismo bote remando en la misma dirección, ¿cómo no iba a ser sino?
—¡Ja, ja, ja, así es! Una relación de mal karma ayer se convierte en una relación normal hoy —reflexionó en voz alta el fiscal Waldstein—. El mundo es un caleidoscopio, ¿no te parece, Jeremiah? —preguntó con una sonrisa maliciosa.
—La vida da muchísimas vueltas —exhaló el abogado Gottwald—. Desconocemos si en el futuro nuestra relación volverá a ser de mal karma, por lo pronto el destino nos ha reservado esto.
—No tengo más juicios a lo largo del día. Te invito a beber un trago. Debemos celebrar que todo haya salido acorde al plan.
—No te diré que no —le sonrió con complicidad.
Suzaku retrocedió. Conque no solo fueron los testigos, ¿la fiscalía y la defensa también? El chico se volvió hacia Lelouch, pero él ya no estaba a su lado. Rápidamente lo buscó con la mirada. Estaba en el pasillo alejándose a zancadas. Era lógico que no necesitaba escuchar más para saber que el juicio había sido amañado. Suzaku lo alcanzó en segundos. Lelouch seguía caminando sin mermar el ritmo.
—Se burlaron en nuestras caras, Suzaku, ¡¿cómo pude pensar que tendríamos una mínima posibilidad de ganar?! ¡Era evidente que Charles no iba a quedarse mirando cómo transcurría todo, iba a hacer lo que estuviera en su mano para ganar!
—No había forma de saberlo. Está bien, hoy ellos ganaron. No importa. Encontraremos otro fiscal que tome el caso.
—¿De qué serviría? Estaríamos dándole otro soldado a Charles y el juicio tendría los mismos resultados. No. Para que las cosas salgan bien debo tomar el asunto con mis propias manos. Tú estuviste ahí. Tú lo viste. Los testigos mienten, el fiscal deja de hacer su trabajo, la prensa y los medios dicen y difunden lo que el alto señor quiere y, al final, todos agachan la cabeza frente al poder.
—Debe de haber una razón... —musitó Suzaku, pensativo. Lelouch se paralizó de golpe y se volvió hacia él.
—¿Cuál razón, Suzaku? —increpó Lelouch—. ¿Qué puede justificar que se hayan comprado para destruir a una familia? ¡¿Crees que pensaron por un momento en la injusticia que harían por culpa de sus acciones?! ¡Claro que no! Ni les importa. ¿Sabes por qué? Porque son malos.
—Tal vez. Algunos. Pero no cometas el error de hacer una generalización demasiado grande —dijo Suzaku seriamente—. Te aseguro que todavía hay hombres buenos —afirmó.
Lelouch vislumbró a Suzaku con los ojos abiertos de par en par sin dar crédito a lo que escuchaba. Parecía que estaba discutiendo con un estúpido de un asunto ya resuelto.
—No. Son egoístas, mentirosos, cobardes, solo piensan en cómo aumentar su poder. Les da igual si tienen que pisar a otros para conseguirlo —aseveró Lelouch con aplomo —. Te equivocaste: en los juicios no gana la verdad, sino el que tenga recursos y los sepa mejor utilizar.
Lelouch echó una mirada a la ventana. A través de ella, se podía apreciar cómo se alzaba imponente una poderosa infraestructura. En el letrero electrónico aparecían una por una las letras hasta constituir dos palabras y un nombre poderoso que haría temer a cualquiera: "Britannia Corps". A cualquiera menos a Lelouch. El chico tenía los puños tan apretados que los nudillos se le habían puesto blancos. Ya no tenía ganas de llorar. El dolor había endurecido su corazón.
Un escalofrío recorrió la espalda de Suzaku. Había soltado eso sin reflexionar. Le dolía ver a su amigo sufrir diciendo esas cosas tan terribles. A lo mejor actuó precipitadamente, pero ahora estaba seguro de que quería defender su afirmación a capa y espada. Así tuviera que transformarse en lo que dijo. El juicio de ese día los había cambiado para siempre. Suzaku jamás lo olvidaría. La mirada de Lelouch era vidriosa. Irreconocible. Espeluznante.
Finalmente, dijo él, sin ser consciente de que estaría rematando los últimos vínculos con la infancia:
—Suzaku —espetó Lelouch—. ¡Yo voy a destruir a Britannia!
Era una promesa. Un punto de no retorno en las vidas de ambos.
El comienzo de todo.
N/A: ¡hola! Te agradezco por leer hasta aquí. Significa que decidiste dar una oportunidad a mi historia. Este es la primera que escribo para Code Geass. Sentí que debía escribirle un fanfic, ya que fue un animé que me marcó a un nivel personal.
Como leíste en la sinopsis y pudiste comprobarlo en el prólogo, esto será una reinvención de la trama de la serie: empezamos de la misma manera, la madre de Lelouch es asesinada, su hermana pierde su capacidad para caminar y Lelouch promete venganza. Lo que cambia es el género. Cogí una historia de ciencia ficción acerca de un príncipe exiliado, ubicado en un mundo futurista, que lucha contra un imperio y la transformé en una novela negra con tintes de realismo sucio acerca de un abogado que lidia contra el mundo empresarial localizado en un mundo realista. Y esto es porque, independientemente del punto de vista con que se mire, Code Geass es ante todo una historia de venganza de un hombre que desciende hasta la locura (suelo sentirme atraída por este tipo de historia, confieso).
Y es lo que propongo en mi fanfic con un contexto en el que me siento más familiarizada y con unos personajes más adultos (creo yo que esta es uno de los principales razones para que algún fan de la serie quiera leer este fanfic, pues aunque los personajes de Code Geass tengan 18 años en el animé y actúen maduro para su edad, no dejan de ser adolescentes y portarse como tales; aquí la diferencia entre lo que hubieran hecho en la serie y en lo que harán en el fanfic será más palpable y, a su vez, constituye un reto para mí). Ya notaron que esto tiene la etiqueta de "Contenido adulto". Eso les da una idea de que aquí nos iremos con todo.
Sucederán hechos que pasan en la serie, si bien representados diferente. Habrá cambios pertinentes como, por ejemplo, nuestra tríada de protagonistas estará conformada por Lelouch, Suzaku y Kallen (la verdadera tritagonista de Code Geass, como siempre tuvo que haber sido reconocida, seamos claros). También van a acontecer situaciones que me hubiese gustado que la serie explorara más o que no ocurrieron. Así como también planeo experimentar y ahondar en personajes cuyo potencial fue desaprovechado. Es una manera de rendirle un homenaje.
Creo que en una franquicia como Code Geass los AU son más que factibles considerando que tenemos una serie, una tetralogía de películas y diversos mangas cuyas historias no se parecen las unas a las otras (eso sí, la serie siempre será el canon aceptado), por lo que puedes tomar este fanfic como una de las tierras paralelas que orbitan alrededor de la tierra prima.
A pesar de todo, no me olvido que esto es Code Geass y les aseguro que la esencia de la historia y de los personajes sigue intacta (me he asegurado de usar a todos los personajes de CG y no te preocupes: no usaré OC's, ya que, en lo personal, no me gustan los personajes originales cuando se trata de fanfics).
Pretendo que el fanfic finalice alrededor del episodio 32, pero veremos como marchan las cosas. Y a razón de que esto es propiamente una novela, se estructurará en tres partes. La primera se llama Re;turn (¿se fijaron que conservo la nomenclatura de la serie respetando la primera sílaba del título? A eso me refiero con que respeto la esencia de Code Geass, ¡los detalles son importantes!). Las actualizaciones serán lentas, aunque siempre llegarán y como son capítulos extensos pienso yo que estarán bastante satisfechos por un tiempo. Procuraré actualizar los lunes cada tres semanas (el primer capítulo, como es el piloto, llegará un poco antes). También depende de ti, ¿saben? Yo le pongo corazón a este fanfic porque estoy enganchada con la historia (un escritor es también su primer lector), sin embargo, si no siento que hay lectores, me desanimaré y no podré continuar escribiendo (aprecio muchísimo los votos y los comentarios).
¿Habrá Geass? ¿Zero aparecerá? Son preguntas que serán contestadas en el transcurso, entre tanto puedes preguntarte cómo serán C.C., Suzaku y Kallen en esta recreación de Code Geass. Si estás escéptico aún, pero estás intrigado, te invito a estar atento a las actualizaciones y seguir la historia. Puede que termines enganchándote ;)
Sin más que agregar, veremos qué nos deparan los planes de Lelouch en los siguientes capítulos.
¿Logrará destruir a Britannia (otra vez)? ¿Y tú te atreverás a revivir la rebelión de Lelouch contra Britannia como jamás pensaste que la verías?
¡Lelouch vi Britannia te ordena dejar un comentario en que me digas qué tal te pareció el prólogo!
¡Nos leemos, malvavisco asado!
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Próximamente. Primer capítulo: "Re;greso".
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