Prefacio
Se tenía previsto que durante los primeros cinco días del año una lluvia de estrellas iluminaría los cielos. A Lelouch, Suzaku y Nunnally los ilusionaba la jornada. Nunca habían visto una estrella fugaz en su corta vida. Ahora podían ver millones, lo que se traducía como un millón de deseos para pedir y ellos tenían varios. Acordaron ir a verlas el jueves que, según se había informado Lelouch, era el mejor día para admirarlas, pues la luna entraría en su fase creciente, de tal modo que su brillo no interferiría tanto. Tras salir de la escuela, corrieron a las colinas que era un lugar lo suficientemente lejos de las luces de la ciudad con horizontes despejados y, por tanto, era el mejor punto de observación. Suzaku iba a la cabeza. Normal. Era el niño más veloz y ágil. Siempre lideraba las carreras de las clases de educación física. Nunnally le pisaba los talones y detrás de ella, rezagándose, iba su hermano mayor. Llegados a las faldas de las colinas, se aprestaron a escalar. El ascenso era pronunciado y el sendero zigzagueante por el que trepaban cruzaba por varios heleros, por los cuales caían piedras desprendidas sin cesar. Era una escarpada difícil. Lelouch casi se desplomaba hacia atrás al resbalar, sino fuera por la oportuna atrapada de Suzaku, que, sabiendo de la nula resistencia y destreza física de su amigo, redujo su ritmo para ayudarlo a trepar por la gran perpendicularidad de la colina.
Al término de su recorrido, los niños se tomaron unos minutos para mirar la ciudad bajo sus pies, al río serpentear, a las cimas de las montañas esconderse entre las nubes y a los árboles enhiestos y frondosos. Soplaba una brisa deliciosa. Contentos, proclamaron su triunfo sobre la naturaleza. Nunnally sugirió tomar fotos y a los otros niños les gustó la idea. Se estuvieron rotando en parejas mientras uno hacía las fotos y luego se sentaron a almorzar. Lelouch había preparado unos sándwiches de mantequilla de cacahuete y jalea y había comprado refrescos; Suzaku, por su parte, había hecho unas bolitas de arroz y Nunnally había traído sus golosinas. Compartieron todo y así satisficieron su hambre. Posteriormente, pasaron el resto de la tarde jugando a superhéroes contra supervillanos.
Lelouch amaba los juegos que ponían a prueba su agudeza mental y desafiaban sus conocimientos; Suzaku, en cambio, prefería los juegos al aire libre. Sin embargo, ambos disfrutaban en igual medida encarnar a héroes y villanos en las historias que se inventaban. Siendo los protagonistas de sus propias aventuras, decidieron crear a sus personajes. Fue así como nacieron «El Caballero de la Justicia» y «Z». El primero era un superhéroe con habilidades sobrehumanas que portaba un casco y llevaba un traje de combate biónico (de color blanco ya que era el color favorito de Suzaku). El segundo era un supervillano enmascarado que vestía un traje de color púrpura blindado inspirado en la moda victoriana y que incluía una capa. Visto que su poder se basaba en su intelecto genio, Lelouch le diseñó un sistema de defensa que podía deshabilitar las funciones del traje de su némesis y disparar desde la palma de sus manos múltiples látigos negros y afilados, como contrapeso a las habilidades físicas de «El Caballero de la Justicia» y para incrementar su aura tétrica. A Suzaku le hacía gracia la forma ovalada de la máscara alegando que le recordaba a un huevo. Con irritación, Lelouch le replicaba justificándose que había tomado como referencia la pieza del rey negro del ajedrez. Al jugar, a manera de entrar en la caracterización de sus personajes, Lelouch se embutía en una larga capa negra y Suzaku se colocaba un casco fabricado por sí mismo (bien pudo haberlo comprado, tenía el dinero de sobra para ello, mas ¿dónde estaba la diversión en eso? Ningún casco adquirido en las tiendas podría igualar a su creación). De esta manera, los amigos materializaban sus fantasías por horas y horas. Al menos, hasta que el sol muriera y se quedaban sin energías, que fue lo que sucedió en este caso.
Abatidos por el cansancio, Lelouch, Suzaku y Nunnally se tumbaron sobre la hierba húmeda, instalándose a contemplar estrellas. Había anochecido. Lelouch les enseñó las constelaciones que conocía y pudo identificar en el firmamento. Nunnally estaba maravillada con las formas que las estrellas tomaban ante ella y la sabiduría de su hermano mayor. Su admiración hacia él crecía con el correr de los días. Era un sentimiento que compartía con Suzaku. Si bien, no era el conocimiento que manejaba Lelouch la razón por la que lo admiraba. El viento arreció y Lelouch se quitó su chaqueta para arropar a Nunnally que empezaba a congelársele la nariz. Estuvieron esperando pacientemente la lluvia de estrellas, mas no descendió sobre ellos y ya era muy tarde. Además de que a Nunnally la acabó venciendo el sueño. Pese a la decepción, ninguno de ellos se quejaba. Había sido un día rico en emociones, risas y juegos. La diversión y la amistad compensaron todo. Como Lelouch no quería despertar a su hermana, la subió a su espalda y bajaron la colina.
Era tan grande el acopio de esfuerzo que debía invertir para seguir adelante que absorbía toda su fuerza, lastrando sus pasos. Suzaku había ralentizado su marcha para dar tiempo a Lelouch de alcanzarlo. De vez en cuando, lanzaba una mirada atrás por encima del hombro y entreveía a su amigo caminar con lentitud mientras se balanceaba debido a sus piernas trémulas, lo que insuflaba a Suzaku de compasión. Cargar a una pequeña niña era una tarea dura para un niño de nueve años. Pero un buen hermano cuidaba y protegía a los suyos. A menudo los mimaba y siempre renunciaba a ciertas cosas para entregárselas si no había remedio. El amor implica sacrificios. Lelouch comprendía eso y Suzaku admiraba el cuidado cariñoso que él brindaba a su hermana menor. Esa era su imagen de Lelouch. No el prodigio de ajedrez, no el ratón de biblioteca, no el niño vivaz que tenía una respuesta para cualquier pregunta. Sino el niño que daba todo de sí por su hermana y que le había echado una mano cuando estaba en aprietos.
Así que, una vez abajo, Suzaku se ofreció a llevar a Nunnally. No tuvo que recurrir a técnicas de convencimiento. Lelouch confiaba enteramente en Suzaku y sus piernitas rogaban por un descanso. Aun cuando no era más alto que su amigo, era más fuerte. Su resistencia era mayor. Los niños viajaron en silencio. Las estrellas pestañeaban intermitente encima de ellos como si estuvieran riéndose de su mala suerte. Lelouch quiso empujar esa sensación llamándolo:
—Oye, Suzaku.
—¿Sí?
—Gracias.
—¿Por cargar a Nunnally? —preguntó Suzaku, desconcertado—. ¡Qué va!
—No solamente eso, por todo —le aclaró Lelouch, cabeceando—. Por venir, aunque tú tenías entrenamiento con Tohdoh; por ayudarme antes en la colina, por defenderme de los bullies, por incentivarme a mejorar mi aptitud física, por jugar conmigo al ajedrez y a los soldaditos. Sé que no te gustan, pero lo haces por mí.
Suzaku repasó en sus mientes las palabras de Lelouch. Desde los cinco años, el comisionado Tohdoh lo había estado instruyendo personalmente en el karate y el judo, prometiéndole que cuando tuviera un buen dominio de ambas artes marciales proseguiría con lecciones de aikido y kickboxing; lo que había entusiasmado un montón a Suzaku, al punto de que practicaba en el patio de su casa en sus ratos libres. No veía la hora de que considerara que estaba listo y, por ende, que podían progresar en el entrenamiento. Al amistarse de Lelouch y Nunnally, ya no dedicaba todo el tiempo a perfeccionar sus técnicas. Lejos de enfurecer a Tohdoh, lo había alegrado. Tanto la ausencia de su madre como el prestigio de su padre habían endurecido el corazón de Suzaku. Era obediente y excesivamente trabajador. No disfrutó su niñez hasta que conoció a Lelouch y a Nunnally. Era como si recordara que aún era un niño y podía jugar y hacer tonterías. Eso era lo que había escuchado a hurtadillas en una charla entre él y su padre. Últimamente, las clases con Tohdoh se habían intensificado. Iban a explorar una nueva faceta del entrenamiento. Por lo que Suzaku no había vuelto a pasar el rato con ellos y se desbordaba en ganas de estar con ellos. Quizá fue por esa razón que no se negó cuando le pidió la tarde libre. No le prohibiría divertirse con sus amigos.
Sobre el ajedrez y los soldados, no era que no le gustaba, era que no los entendía. No había tenido el valor de decirle porque temía herir sus sentimientos. Veía cuánto lo entusiasmaba mover peones y caballos y organizar batallas campales juntos y a él lo entusiasmaba más hacer feliz a su amigo. Nunca le había confesado a Lelouch que él era su primer amigo porque se imaginaba que lo sabía. No era el chico más popular de la escuela ni el más inteligente ni el más generoso. No tenía nada especial. A su juicio, obvio. Lelouch opinaba que se equivocaba. Suzaku tornó a pensar: ¿de veras lo sabía o esa era su impresión? Abochornado, intentó restarle importancia:
—Ay, ¡qué dices! ¿No somos amigos?
—Antes no lo éramos —le refutó Lelouch—. Me pegabas y me llamabas presumido.
La sonrisa nerviosa de Suzaku se desvaneció cual si le hubieran propinado un puñetazo en el estómago. Era cierto que su relación no empezó con el pie derecho y fue debido a su actitud. Impulsados por el instinto y la presión social, los niños aprendían tempranamente a juntarse con los de su propia raza para atacar al grupo rival. Los japoneses debían estar unidos. Pero Suzaku apenas se afanaba en socializar con sus pares y Lelouch les parecía pretencioso a los otros niños. O «cerebral» que era el término acuñado por ellos. Lelouch tenía la teoría de que él y Suzaku congeniaron al instante porque eran igual de inadaptados.
—Antes no te conocía —murmuró, cabizbajo—. Muchos britanos me molestaban porque era japonés. Se creían superiores por ser britanos. Creí que eras como ellos y...
—¿Y?
—Y lo eres. Un poco. Pero no presumes por ser britano. Discúlpame, te juzgué sin conocerte.
—No hay nada de qué perdonar —lo tranquilizó, deteniéndose—. Está todo en el pasado.
—Sí —confirmó Suzaku, sintiéndose confortado. Miró a Lelouch—. Igual, no tienes por qué agradecerme. Tú también has hecho cosas por mí. Por ejemplo, el otro día recibiste un castigo por mí porque no querías que mi padre me prohibiera entrenar.
—Bueno, esas cosas son las que hacen los amigos, ¿no? Tú eres mi mejor amigo, Suzaku.
Suzaku sonrió, conmovido. Abrió la boca para devolverle el gesto y la respuesta se extinguió en la punta de su lengua al ver la cola de una estrella surcar a toda velocidad el firmamento.
—¡Mira! —gritó Lelouch—. ¡Una estrella fugaz! ¡Está sucediendo! ¡Rápido! ¡Pide un deseo!
No solo una estrella. Miles de ellas abriéndose camino a través del cielo dejando detrás de sí un rastro iridiscente. Era una vista mágica, bonita y sublime. Algo fuera de este mundo. Sus corazones se hincharon de gozo. Boquiabiertos y embelesados, los niños observaron el cielo negro escarchado, hipnotizados por el fulgor de las estrellas que describían una línea oblicua al caer. Se apuraron a cerrar los ojos. Suzaku articuló con los labios sin producir ni un sonido. Lelouch mantuvo su expresión impasible. Procuraron ser concisos. No querían perderse otro minuto del espectáculo. Acto seguido, los niños se abandonaron en la contemplación.
—¿Qué pediste? —le preguntó Lelouch a su amigo para cuando culminó la jornada celeste—. Yo pedí un par de zapatillas de ballet para Nunnally. Era lo que deseaba.
—¡No! —lo riñó Suzaku—. Si decimos en voz alta nuestros deseos, no se cumplirán
—¡Rayos! ¡No me digas que crees en esas boberías! —resopló Lelouch rodando los ojos.
Suzaku rodeó a su amigo pasando de largo y este, a su vez, lo siguió. Fue así como reanudaron su viaje de regreso. Lelouch se había vuelto a abismar en el silencio. Estaba devanándose los sesos intentando adivinar qué pudo haber deseado Suzaku. ¿Dominar el karate y el judo? Su amigo no era caprichoso. No se le ocurría otra cosa. ¿Podría ser que le avergonzara compartir su deseo con él? Lo lastimaría que fuera en ese caso ya que pensaba que se tenían suficiente confianza para ser sinceros el uno con el otro. Desafortunadamente, el pobre de Lelouch no descubriría nunca el deseo de su amigo.
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Una hora después, llegaron a casa de Lelouch.
—Será mejor que me vaya —anunció Suzaku—. Ten a Nunnally.
Lelouch acudió con rapidez para cargar a su hermana, tan pronto como su amigo empezó a bajarla.
—¿Te vas? ¿No quieres pasar? —lo invitó Lelouch—. Me gustaría que te quedaras otro rato.
—A mí también —le sonrió con tristeza—. Pero es tarde y ya he dejado a papá bastante solo.
—¿Sigue enfermo?
—Sí.
—¿Qué tiene? —inquirió Lelouch como una estrategia para ganar más tiempo—. Nunca me has descrito sus síntomas.
—Dolor de cabeza, ojos rojos, sed, náuseas y cansancio —enumeró, rascándose la cabecita—. Es una enfermedad extraña. Hay días en que amanece bien, otros que no y cuando ya parece que está bien, ¡zas! ¡lo veo en el baño vomitando! Yo le insisto que vaya al médico...
—¿Y no quiere?
—¡No! —trinó Suzaku.
—Ese es el problema con los adultos. Se la dan de sabelotodo. Quizá yo podría investigar —propuso Lelouch con un auténtico interés, contagiado por la mortificación de Suzaku—. Me he quedado muy curioso con lo que me has contado. ¡Bueno! No te quiero distraer más. Anda, vete —lo incitó, golpeando su hombro en plan amistoso—. ¡Nos vemos mañana!
—¡Nos vemos! —repuso el niño japonés recobrando los ánimos—. ¡Te derrotaré mañana, Z! —aseguró adoptando por un santiamén un falso tono severo.
—¡En tus sueños! —alardeó Lelouch con una sonrisa.
Suzaku echó a correr. Lelouch esperó perderlo de vista para entrar en su casa con su hermana. Aquel iba a ser el fin; pero, entonces, ya cuando no era más que un punto borroso al principio de la calle, se giró para su sorpresa, rodeó su boca con ambas manos y captó su atención con un poderoso grito:
—¡Oye, Lelouch!
—¡¿Sí?!
—¡¿Siempre vamos a ser mejores amigos?!
A Lelouch lo aturdió la pregunta. ¿Por qué Suzaku tendría dudas de eso? ¿Por qué preguntaría eso justo ahora? Como fuera, decidió no entretenerse dándole vueltas y contestó:
—¡Los mejores que ha habido!
Si Suzaku escuchó o no, no lo supo con seguridad. La distancia que se interponía entre ellos era monumental. El chico le extendió un ademán de despedida que Lelouch correspondió en el acto, interpretando el gesto como señal de que había acogido el mensaje. Y esta vez Suzaku partió definitivamente. Para esa fecha, se hallaba a ocho meses de acontecer la tragedia que lo separaría de su mejor amigo por diecisiete años. Aquel quien en el futuro se convertiría en su acérrimo cazador. Aquel quien sería su peor enemigo. Sin querer. A esa edad, él ignoraba que únicos las personas que podían destruirlo eran sus seres queridos. Era por tal motivo que tenía que escoger escrupulosamente quién iba a arruinarle la vida y a quién él iba a restituirle el favor. Si existiera algún modo de retroceder en el tiempo, ¿él habría alejado a Suzaku para que no tuvieran que transitar la ruta en la que estaban? ¡No! No podía visualizar a otro en el papel de Suzaku. Su niñez no habría sido la misma sin él. Suzaku le había enseñado sobre la amistad y un poco sobre la humildad a punta de varios golpes. Pero, especialmente, descubrió la felicidad gracias a él y Nunnally. Suzaku era una de las mejores malditas cosas que le había pasado en su vida. Era inconcebible cambiarlo. Estaba actuando egoísta. Pero, en su defensa, él era así.
El destino podía ser hermosamente cruel.
En todo caso, no podía deshacer lo hecho. Solo podían concluir lo que iniciaron aquel día en el tribunal de la misma forma: juntos.
N/A: de esta manera, damos inicio al tercer y último libro de esta historia que, aun sin concluir, me atrevo a decir que es la parte más épica y emocional de este largo trayecto que arrancamos en el 2020. Sunrise no nos dio ni nos dará Code Geass R3 (no jodan, Z of the Recapture no es ninguna tercera temporada); pero yo les daré una tercera parte (o tercer libro) de esta historia, que no podía titularse diferente a Lelouch the Re;venant. ¿Qué carajo es Revenant? Es un término inglés que, a su vez, es un préstamo lingüístico del francés (de la palabra «revenir») y denota «alguien que regresa de la muerte o luego de una gran ausencia». Por la película del 2015 protagonizada por Leonardo DiCaprio, a lo mejor traducen «revenant» como «renacido»; pero, ateniéndonos al significado, la mejor traducción es «resucitado». Por lo que este libro en español se titularía: Lelouch el resucitado. El primer libro, Lelouch of the Re;turn, recibe ese nombre porque Lelouch vuelve a la ciudad luego de muchísimos años y este regreso sirvió como una introducción a este mundo y sus personajes. El segundo libro, Lelouch of the Re;venge, tomó ese título para aludir al comienzo de la venganza de Lelouch y de otros personajes. Y la venganza es un viaje autodestructivo, pero también catártico. Yo abordé el primer aspecto en el segundo libro y abarcaré el segundo aspecto en el tercer libro. En esencia, los personajes tomarán las elecciones más cruciales de todo su arco porque determinarán sus finales. ¿Podrán salvarse de sí mismos y recibir una segunda oportunidad o se terminarán por condenar? Eso lo averiguarán leyendo.
No me costó pensar en el prefacio del tercer libro, a diferencia del segundo. Siempre lo tuve muy claro. Es más corto que los anteriores prefacios, pero tiene un fuerte impacto emocional (en mi opinión). Al igual que el primer prefacio, está focalizado en la amistad de Lelouch y Suzaku. Para mí, la amistad es uno de los temas más insípidos que existen; mas cuando se le da un buen tratamiento ofrece agradables sorpresas y la infravalorada rivalidad de Suzaku y Lelouch es intensa (y es especial) porque son mejores amigos que fueron empujados a extremos opuestos del tablero de ajedrez por el destino y su amistad fue sentenciada por la tragedia. Créanme. No sería lo mismo si Lelouch y Suzaku fueran unos completos desconocidos.
Cuéntenme, malvaviscos asados. ¿Qué les pareció el prefacio? ¿Qué piensan que fue lo que deseó Suzaku a las estrellas? Con respecto al final del capítulo anterior y la historia en sí, ¿Lelouch le creerá a Rolo a propósito de C.C.? ¿Tomará medidas? ¿Qué sucederá con C.C. y su remordimiento de consciencia? ¿Sobrevivió Suzaku a esa puñalada? ¿Qué hará ahora que no es fiscal? ¿Cuál será el destino de nuestro bufete de abogados? ¿Qué expectativas tienen para esta tercera parte? ¿Cómo piensan que terminará este fanfic?
El próximo capítulo se subirá este 21 de marzo y tendrá por nombre «Padre e hijo». Me gustaría finalizar esta historia este mismo año y quisiera acelerar un poco el ritmo; de modo que, en lugar de obligarlos a esperar tres semanas, solo tendrían que esperar dos. Lo ideal sería que esperaran una; pero todavía no termino de escribir el fanfic y pronto comenzaré otro semestre. Adicionalmente, yo prefiero que haya una distancia entre el capítulo que estoy escribiendo y el último subido para realizar modificaciones en el caso necesario (a pesar de que estoy añadiendo unas cosas puntuales en esta segunda revisión que estoy haciendo por la traducción del fic). Para cuando termine de escribir el fanfic, muy probablemente actualice cada semana. Veremos.
Apreciaré de antemano todo el apoyo que le den al fanfic ya que me motiva a continuar y mira que lo necesito más que nunca.
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