Epílogo: Re;inicio

"Esto que hago ahora es mejor, mucho mejor

que cuanto hice en la vida; y el descanso que voy a lograr

es mucho más agradable que cuanto conocí anteriormente"

(Charles Dickens, Historia de dos ciudades)

Suzaku falleció a causa de un disparo certero en la arteria aorta. Por su posición incómoda y delicada, resultaría complicado extraer la bala sin matarlo. Con lo cual, no importaba cuán larga fuera la distancia que separaba el helipuerto de los Britannia del hospital más cercano o qué tan veloz iba la ambulancia o si los paramédicos le prestaron a tiempo los primeros auxilios. La muerte del joven fiscal Kururugi era inevitable. Le notificaron al comisionado Tohdoh ipso facto. Él se trasladó al hospital y, sin retirar la vista del cadáver, pidió al médico, a los enfermeros y oficiales darle un momento de privacidad. Si bien vacilaron al principio, acabaron accediendo a sus deseos. A puerta cerrada, el comisionado buscó en su mente las palabras correctas para expresar su sentir. Se llenó la boca de reproches y musitó con dureza:

—No se suponía que fuera así. No podías irte primero que yo. Ahora, ¿cómo responderé ante tu padre? Prometí que te cuidaría. —El comisionado Tohdoh estaba realmente enojado con Suzaku. Paradójicamente, igual sentía una inmensa satisfacción y un dolor abrumador que se intensificaba cuanto más se esforzaba en enterrarlo—. ¿Quién y por qué te hizo esto? ¿Zero? ¿Lelouch? ¿Britannia Corps?... Creo que lo sé. No te preocupes. Me haré cargo. Encarcelaré a todos los que te hicieron esto. Por ahora, descansa. Hiciste lo correcto. Seguiste tu código. Estoy orgulloso de ti, Suzaku —declaró moviendo la cabeza de forma afirmativa. La sombra de una sonrisa inescapable se manifestó en sus labios. El comisionado tiró del pantalón del traje de Zero—. Zero o no Zero, vivo o muerto, eres mi muchacho. Nada cambiará eso.

Y el comisionado Tohdoh dejó ir esos sentimientos que había embotellado desde que recibió esa fatídica llamada telefónica. Se reunió con sus hombres tan pronto se hubo tranquilizado y enseguida ordenó a todos los presentes que se guardara en secreto la identidad de Zero. No existía certeza de que el fiscal Kururugi fuera el justiciero enmascarado que buscaban. Bien pudo ser él un imitador, en el mejor escenario, o un cómplice, en el peor de los casos. Esto a razón de que había testigos y vídeos que podían probar que Suzaku y Zero estuvieron juntos y, por tanto, no eran la misma persona. El comisionado les recalcó que la protección del fiscal Kururugi debía tener prioridad.

Por la mañana del día siguiente, se anunció en televisión el obituario del fiscal Kururugi por boca del fiscal Guilford y se hizo eco en el internet, llegando a conocimiento de los seres queridos de Suzaku de este modo. Cécile quedó devastada, Gino entró en negación, Kallen fue presa de una inenarrable tristeza, Anya se sumió en un estado de shock y Nina sufrió la pérdida de su único amigo. Las personas que fueron atendidas por el fiscal Kururugi alguna vez tomaron la iniciativa de hacer un altar conmemorativo en su honor, donde ellos y los ciudadanos podían dejarle flores. El altar se construyó frente al lugar de trabajo de Suzaku.

Pasada una semana, se organizó un gran funeral para Suzaku, al que acudieron más de treinta asistentes: Cécile, Anya, Gino, Nina, el comisionado Tohdoh, el fiscal jefe Guilford, colegas fiscales, varios oficiales de policía y detectives que trabajaron codo a codo con él y algunas figuras prominentes dentro de la política y la fiscalía general. El comisionado Tohdoh no se consideraba un buen orador y temía perder el control de sus emociones y que la voz le fallara en presencia de un público masivo; por lo que le pidió al fiscal jefe pronunciar el discurso de despedida. El fiscal asumió el difícil desafío de brindar palabras de consuelo a los afligidos.

—...Todos los que estamos aquí hemos tenido relación con el fiscal Suzaku Kururugi. Por mi parte, yo era su mentor. Lo he sido desde que hizo unas prácticas en la Fiscalía Central donde trabajó más adelante (conmigo). Puedo afirmar que lo conocí mejor que la mayoría. Déjenme decirles cómo era. Suzaku Kururugi era un fiscal inteligente, terco, indisciplinado y un poco problemático, pero, al mismo tiempo, fue y siempre será uno de los mejores fiscales que ha tenido Pendragón porque el mejor fiscal no es el que sigue las reglas, el mejor fiscal es el que se pone al servicio de los ciudadanos y lucha por la justicia. Hasta su último aliento, Suzaku Kururugi era un servidor del pueblo, un defensor de la justicia y un buen hombre. Compasivo, cariñoso y gentil. No dudo que sus valores le dieron forma al fiscal que se convirtió —asentía firmemente el fiscal con la cabeza—. Mis queridos colegas, honremos la memoria de Suzaku Kururugi predicando su ejemplo. Ciudadanos y amigos, honremos su memoria haciendo el bien desinteresadamente y siendo amables; pues, Suzaku Kururugi creía en la justicia, pero, ante todo, creía en nosotros y en la bondad. Demostremos que tenía razón —el fiscal Guilford levantó la mirada brillante hacia el firmamento. Continuó—: desearía que hubieras vivido un poco más, Suzaku. Así hubieras podido ver la cantidad de personas que tocaste —musitó el fiscal Guilford para él mismo, alargando el brazo y señalando a los concurrentes sentados. El hombre sonrió sincero—. Creo que eso te hubiera contentado...

El ataúd de Suzaku fue depositado con sumo cuidado en la tumba. Gino quería ser el primero en echarle tierra y pidió permiso al comisionado Tohdoh. Él lo dejó. Gino se agachó, recogió algo de tierra en su puño, se acercó a la tumba de Suzaku y alargó el brazo. La tierra se filtró a través del reducido espacio entre sus dedos y cayó sobre el ataúd. Mientras vertía la tierra dentro de la tumba, susurraba entre dientes: «aquella tarea que no pudiste acabar, la cumpliré. Aquel sueño que tuviste de una sociedad justa y misericordiosa, lo realizaré y lo preservaré. Es una promesa, amigo». Y llovieron tierra, lágrimas, claveles y gladiolos encima del ataúd de acero. Hasta el cielo lloró por el héroe más grande que había tenido Pendragón, nada más por detrás de Zero.

https://youtu.be/kVLLB6gJVcc

El mismo día enterraron a su mejor amigo, Lelouch vi Britannia, en la parcela que pertenecía a su familia materna y, por tanto, donde estaba (supuestamente) su madre, Marianne. Según el médico, el prófugo murió desangrado. No pudieron hacer casi nada por él en el quirófano: tenía múltiples heridas y estuvo sin tratarse por varias horas. Seguramente habrían podido salvarlo con una trasfusión, si la ambulancia hubiera llegado más temprano. El obituario de Lelouch se emitió junto al del fiscal Kururugi y acarreó consigo una paz que se extrañaba en Pendragón. El nombre de Lelouch inspiraba terror en los citadinos desde su sangriento escape del tribunal. Como consecuencia, la noticia de su funeral pasó desapercibida. Únicamente se presentaron tres mujeres. Kallen, su novia, Sayoko, su sirvienta y Kaguya, admiradora de su trabajo. Ella vino después del sepelio con un lindo centro de diferentes flores rojas y blancas. Kallen, que estaba arrodillada delante de la lápida, oyó sus pasos amortiguados por el césped.

—¿Kaguya? ¿Qué haces aquí? —inquirió con voz lánguida.

—Vine en representación de Jeremiah Gottwald y mía. Yo también anhelaba despedirme del abogado Lamperouge.

La pelirroja asintió desganada. Se había enterado que el bufete de abogados de Kaguya tomó el caso de Jeremiah Gottwald y ella personalmente le contó que serviría de apoyo al abogado principal que defendería a Gottwald en su juicio. Kaguya se hincó de rodillas para colocar el centro de flores en la parte de arriba de la lápida. El centro de flores armonizaba con la corona funeraria de Sayoko y el ramo de crisantemos violetas de Kallen acomodadas abajo. Kaguya leyó la inscripción de la lápida. Observó que estaban grabadas la fecha de nacimiento y la de defunción de Lelouch y un epitafio (particularmente sombrío, aunque adecuado, en opinión de Kaguya).

—Te lo agradezco. Es un gesto gentil de tu parte. A Lelouch le hubiera gustado tu compañía —sonrió forzosamente Kallen. En esto, Kaguya la sorprendió con un abrazo.

—Mi sentido pésame, Kallen. Sé cuánto lo amabas.

Kallen pensó en un primer momento asegurarle que estaba bien. Pero entonces pensó que se estaría engañando a sí misma ya que no podía hacerlo con Kaguya. Kallen tenía la voz pastosa y los ojos hinchados y ribeteados. Se le habían tatuado unas bolsas oscuras debajo de ambos. Eran las huellas que habían dejado tras de sí una pésima noche. La pobre estuvo llorando tras enterarse de que su amado había muerto. No se rindió al sueño hasta el final de la madrugada. Despertó con la esperanza de que había tenido una pesadilla y se desmoronó al recordar que todo había sido real. Una vez recuperó sus fuerzas, no dudó qué hacer a continuación. Corrió con los gastos del funeral y del sepelio de Lelouch. La ceremonia fue modesta y duró un día. Kallen no podía permitirse algo lujoso con su limitado presupuesto y sabía que su amante no hubiera querido unas exequias pomposas. Con todo, quería que él tuviera un funeral decente. Ni siquiera Kallen se maquilló para esconder lo ajada que estaba por el sufrimiento.

—Sí, yo... Eh... Gracias...

—No hables, si no puedes. Déjame a mí —la tranquilizó Kaguya posando su mano sobre la suya. Dirigió la mirada de nuevo hacia la lápida de Lelouch—. He oído relatos desagradables sobre sus fechorías, tú me has contado su historia y no puedo mirar sino a un sobreviviente. Me pregunto cuán distinta habría sido su vida, si alguna persona le hubiera ofrecido bondad y compasión cuando sucedió toda la tragedia. ¿Sabes? Creo que su máscara no solo era para protegerse a sí mismo, también era para protegernos a nosotros de su propia destrucción, ¿tú no? Siento una profunda pena por él. No merecía esta muerte.

Compungida, Kallen acarició cada una de las letras que componía el nombre completo de su amado y se destacaban sobre el mármol blanco. Sintió como una garra estrujaba el corazón.

—Lo siento. Me tengo que ir —manifestó Kaguaya, poniéndose de pie de un salto. Ya había transcurrido un considerable tiempo, entonces—. ¿Te vienes o prefieres quedarte?

—Voy a quedarme un poco más. Estaré bien. Unos viejos amigos de Lelouch, Milly y Rivalz, pasarán más tarde y Sayoko me hará compañía por otro rato. ¿Cierto? —inquirió volviéndose a la sirvienta que confirmó la suposición de Kallen con un asentimiento ligero.

—De acuerdo, pero no te rezagues: necesitas descansar —dijo Kaguya señalando sus rodillas rojas. A ciencia cierta, su apariencia desmejorada denotaba que estaba ajena al descanso. La pelirroja no le dio importancia. Le costaba un gran esfuerzo mantenerse de pie. Además de que tenía la impresión las piernas no le obedecerían.

—Descuida. No planeo dormir aquí. Quiero despedirme de Suzaku antes de que acabe el día.

—Vale. Llámame si necesitas un abrazo o te apetece charlar, lo que sea —dijo Kaguya—. Por cierto, ¿otra vez llevas ese collar? Me tendrás que decir dónde lo compraste. Es precioso.

Kallen le agradeció con una sonrisa, agarró el dije de corazón de su collar y lo besó. Kaguya regresó por la ruta que la trajo y justo en esto se produjo una llovizna. Las primeras gotas que tocaron la tierra fueron pocas. Y, pese a que eventualmente se multiplicaron, las gotas seguían cayendo con gentileza y gracia, sintiéndose como una caricia a la tierra. Era el tipo de lluvias que tenía un efecto mágico, que podía perfumar el ambiente y sanar el dolor del alma.

https://youtu.be/pyH_kOQlcSE

Por otra parte, la policía arrestó el presidente Schneizel gracias a los esfuerzos de Lelouch y Suzaku por detenerlo. Se enfrentó dos veces al sistema judicial de Pendragón. En el primer juicio fue procesado como presidente de Britannia Corps, pues tuvo que ver con las prácticas ilegales del conglomerado que consistían en corrupción, malversación, evasión de impuestos, violación de derechos laborales, violación de residuos industriales, actividades antisindicales y delitos ambientales. En el segundo juicio fue encausado como Schneizel por los asesinatos de Suzaku Kururugi, Euphemia li Britannia, Cornelia li Britannia y Odiseo eu Britannia.

No se pudo demostrar una relación entre los cadáveres exhumados en Villa Aries y el presidente, que siempre permaneció callado sobre el tema en los interrogatorios. Solo llegó a saberse que fue el último director de un laboratorio clandestino que experimentaba con seres humanos y animales y se hacía llamar Proyecto Geass por las declaraciones de algunos testigos, entre los que se contaba Nina. Schneizel no logró hacer nada realmente ilegal en su breve tiempo liderando el Proyecto Geass en teoría, de tal forma que lo juzgaron por omisión nada más en este respecto (a posteriori).

Volviendo con Kanon, él resultó ser una pieza clave en los juicios referidos. Kanon reveló los nombres de los socios corruptos de Schneizel y entregó los libros contables de la compañía y las direcciones de la mucama que estuvo envenenando a Odiseo (sin saberlo) y de la sala de control remota del CCTV instalada en la mansión. Susodicha sala había sido destruida por orden del presidente; mas el operador de la sala salvó los archivos. Con la colaboración de los viejos aliados del presidente (incluyendo Kanon), las pruebas que suministró un contacto anónimo que trabajó en la compañía y la minuciosa investigación de los fiscales Weinberg y Kururugi, Schneizel se vio acorralado por todos lados. No hubo modo de desacreditar la montaña de evidencias en su contra ni pedir socorro a instancias mayores. Ambos juicios se prolongaron por meses y, al final, el juez encontró culpable a Schneizel de todos los cargos. Lo condenaron a cadena perpetua sin derecho a libertad condicional.

A su vez, Kanon fue sentenciado a siete años en prisión con derecho a libertad condicional a partir de los cuatro. Algo similar ocurrió con la exdetective Villetta Nu y el abogado Jeremiah Gottwald. Ellos igualmente fueron enjuiciados por sus respectivos crímenes y el juez les dictó un fallo benevolente. Tres años para el abogado Gottwald y dos años para la exdetective Nu. A Kanon le redujeron su pena por el acuerdo celebrado entre la fiscalía y la defensa a cargo de la abogada Stadtfeld.

Vencido el término de los cuatro años y habiendo hecho gala de una conducta impecable, Kanon salió de la cárcel. No se quedó en Pendragón en cuanto saboreó los aires de libertad. Por el contrario, él emigró a otro país y allí se estableció. No le comunicó nada a nadie y ocasionalmente llamaba por teléfono a su abogada para saludar. Él y Schneizel no cumplieron su castigo en el mismo sitio. Por ende, la última vez que los dos se vieron fue en el tribunal cuando Kanon compareció como testigo de la fiscalía, representada por la fiscal Enneagram y el fiscal Weinberg. Hubo un solo instante en que sus miradas coincidieron entre tanto Kanon estaba testificando. Ya no anidaba amor ni odio en sus ojos y a lo mejor eso fue lo que más le resultó increíble. Todo lo que había en ellos era la más absoluta desidia. Era la misma mirada que Euphie le había ofrecido en su último encuentro con la diferencia de que esta vez se tatuó en su memoria con una aguja caliente. Cada vez que el recuerdo acudía a su mente, lo quemaba. Igual que si le hubiera perforado la piel.

Al descubrir sobre la liberación de Kanon, Schneizel contrató un detective privado para que lo siguiera a través del océano y lo investigara. Uno de sus abogados le dio el informe del detective durante una visita la tarde de un día de primavera. Kanon rompió lazos con su familia y reanudó su vida trasvesti. Ahora estaba trabajando para una pequeña compañía de textiles. El detective anexó algunas fotos en el informe. Kanon aparecía con un hombre en las fotos. Un moreno que aparentaba ser un poco más joven que Kanon. Schneizel imaginó que Kanon superaría su ruptura amorosa. Aun así, lo golpeaba en el ego la rapidez con que consiguió un nuevo amor.

—¿Le gustaría dejar un mensaje al Sr. Maldini? —le preguntó el abogado con acento cordial. Sin querer Schneizel se había abstraído en el ejercicio de la contemplación.

—No, no. Déjelo tranquilo, por favor.

Los abogados de Schneizel querían apelar el caso a fin de aminorar la condena. Francamente, a Schneizel no le importaba apelar. Ni siquiera tenía un mínimo interés por Britannia Corps. Sus abogados le habían contado que Britannia Corps se disolvió y él no quiso saber más. El conglomerado que alguna vez le había enorgullecido le imbuía vergüenza y dolor. Ya no era más que un deplorable monumento de su fracaso. En eso se había convertido Britannia Corps para él. Por desgracia, era uno de los pocos temas con los que podía hablar con sus abogados. Literalmente eran las únicas personas que lo visitaban. No tenía amigos ni familia. La mitad de sus miembros había muertos por su culpa. Y su devoto amante, aquel que podía compartir el peso de su soledad, también se había ido.

Schneizel se habría conformado con este premio de consolación sino fuera porque sabía que sus abogados eran sus empleados y ellos estaban con él debido a que les pagaba; de igual manera que él les pagaba a algunos presos para que lo protegieran de cualquier daño que pudiera sufrir en prisión. Gracias a su fortuna y astucia, Schneizel había hecho de la cárcel su pequeño reino. Empero él no se sentía calmado. Estaba consciente de que duraría mientras tuviera los suficientes fondos económicos para granjearse el favor de los oficiales y los presos. Schneizel no quería pensar en ello. Por una vez, el futuro le parecía aterrador. En cambio, Schneizel quería reflexionar sobre sus decisiones y pecados.

Ya que estaría encerrado por el resto de sus días y casi nadie iba a verlo, le sobraba el tiempo para las elucubraciones y las indagaciones. Por ejemplo, ¿siempre actuó para complacer sus deseos egoístas o intentó de veras encauzar la empresa y la familia por el rumbo correcto en algún punto y luego sus motivaciones se desvirtuaron? ¿Había amado a Kanon o había amado la idea de que alguien profesara por él una devoción tan profunda? ¿Todo esto pudo haberse evitado? No tenía las respuestas, no obstante, podía buscarlas entretanto se pudría en prisión y su nombre se borraba de los recuerdos de los habitantes de Pendragón, la ciudad que algún día le perteneció. Ahora, solo poseía una celda y unos cuantos hombres.

https://youtu.be/Olqbdyx9bRQ

El fiscal Gino Weinberg empezó a visitar la tumba de Suzaku frecuentemente. No seguía una rutina, a diferencia del comisionado Tohdoh y del fiscal jefe Guilford. Gino iba cada vez que pensaba en Suzaku y lograba sacar algo de tiempo libre. Ese día, en particular, Gino se enteró de que había sido laureado con el reconocimiento del Fiscal del Año, el mismo premio que Suzaku había recibido cinco años atrás. Gino decidió contárselo en persona, así que compró una montura de crisantemos y una botella de whiskey de malta escocés con un juego de vasos, y partió rumbo al cementerio en su Mercedes-Benz. Suzaku había sido sepultado en la parcela que correspondía a su familia. Sin duda, un triste final para el linaje de los Kururugi.

Cuando Gino llegó, se asombró hallar un lirio amarillo al pie de la lápida. Alguien más había pensado igual. ¿Quién habrá podido ser? ¿El comisionado Tohdoh? No, venía el 10 de cada mes por el cumpleaños de Suzaku para limpiar la lápida, arrancar la maleza y sustituir las viejas flores por nuevas. ¿El fiscal Guilford? Tampoco, venía únicamente en el aniversario de la muerte de Suzaku y eso ya pasó. ¿Quién entonces? ¿Anya? ¿Kallen? ¿La inspectora Cróomy? Pudo ser cualquiera. Gino colocó la montura encima de la lápida de Suzaku, se sentó con las piernas cruzadas en la grama, abrió la lujosa caja negra donde estaba el whiskey y sirvió un poco en uno de los vasos. Iba a tener que conducir a otro sitio y después, a casa. Le valía mantenerse sobrio, sino quería chocar contra un árbol o, peor, ser arrestado.

—¡Hey, amigo! ¿Cómo estás? Yo, muy bien, aunque ocupado. El crimen nunca descansa, ya sabes. La carga de trabajo en la oficina ha aumentado considerablemente desde que te fuiste. Por suerte, se han incorporado muchos nuevos fiscales y nuestros colegas siguen trabajando duro. Todos estamos coordinando nuestros esfuerzos para hacer de Pendragón un mejor sitio para vivir —contó con una dorada sonrisa. Repentinamente, entornó los párpados y susurró—no estoy seguro si algún día la sociedad se vuelva justa. El mal siempre existirá; pero también el bien. Y, mientras las personas se esfuercen por mejorar, el bien y la justicia no se rendirán. Sé que nosotros no lo haremos —aseguró con convicción—. Me condecorarán con el premio al Fiscal del Año, por cierto. La ceremonia se realizará dentro de dos semanas. Me harás falta allí, Suzaku. No será lo mismo sin la pandilla completa y tú me motivaste. A decir verdad, siento que este logro es más tuyo que mío —Gino se rio y se pasó el dedo por el borde de los ojos que se le habían aguado—. Te extraño, amigo. Extraño nuestras conversaciones y cómo reíamos juntos. Incluso extraño cómo nos molestábamos el uno con el otro. ¡Extraño todo!

Suzaku le había contado en una ocasión su excéntrica tradición de hablar con su padre cada vez que lo visitaba. Gino no lo juzgó y se limitó a comentar «qué interesante». Ahora que él había muerto, Gino quería continuar la tradición. Las buenas tradiciones no debían perderse. Eso pensaba. Gino creyó que se sentiría raro y así lo fue durante los primeros minutos. Luego se convirtió en una experiencia catártica. Podía comprender por qué su amigo lo hacía. Gino vislumbró de reojo su vaso que permanecía intocable, cerca de la lápida. Lo sujetó y lo alzó. Este no era un día para llorar. ¡Había que celebrar!

—¡A tu salud! Por el buen hombre que fuiste. Gracias por reunir a los que son como tú.

Gino cerró los ojos y bebió el licor de una sentada; al mismo tiempo, una sombra se extendió sobre él y una mano apretó su hombro con cariño. Atrapado con la guardia baja, Gino casi se atragantó. Su mirada se cruzó con la de Anya, que sostenía entre sus brazos a Arthur.

—¡Anya! —exclamó Gino, echándose a temblar—. ¿Cuánto tiempo has estado aquí?

—El suficiente tiempo para escuchar tus palabras conmovedoras —replicó Anya con su voz monótona y soporífera. Un sonrojado Gino frotó sus manos con los pliegues del pantalón—. No te preocupes. No eres el único. Arthur lo extraña también.

—Sí, claro —resopló, sarcástico.

—Puede que yo también —cedió Anya—. En todo caso, no debemos estar tristes por él. El cuidador del cementerio me ha contado que a veces lo ve andando por estos campos agarrado de la mano de la señorita li Britannia y otras veces lo ve con la cabeza recostada en su regazo debajo de la sombra de un árbol. ¿Sí sabes que la cripta de los Britannia está aquí mismo?

—Sí, del mismo modo que conozco los rumores de la relación romántica de Suzaku y la Srta. li Britannia. No llegué a confirmarlos con Suzaku. ¡Como sea, Anya! ¿En serio? ¿Fantasmas? ¡No bromees con esas cosas! —le reprochó Gino, molesto. Se puso de pie.

—Yo jamás bromeo —se defendió ella sin abandonar su tono grave—. En parte, me gustaría que fuera verdad. Quisiera pensar que es feliz donde quiera que esté. Y, en parte, me gustaría que no lo fuera. Quiero que descanse.

—El deseo es mutuo —suspiró Gino, metiéndose una mano en el bolsillo.

Gino y Anya se quedaron observando la lápida de Suzaku en silencio. Estaba medio enterrada entre brezos, campánulas y dientes de león. Un par de alevillas reptaban por la superficie de granito. Algunos dientes de león desechos revoloteaban graciosamente alrededor de la lápida. Parecían minúsculas hadas bailando. La brisa paseaba por la hierba cantando dulces arrullos para el difunto fiscal Kururugi. Era una imagen encantadora y tranquila. Ni un espíritu podía evitar respirar esa sensación de paz.

—¡Oh! Así que fuiste tú quien dejó ese lirio, ya decía yo... —comentó él cambiando de tema.

—¿De qué estás hablando? Acabo de llegar y no traje nada excepto Arthur.

—¡¿Qué?! —inquirió Gino, desconcertado—. Pero, si no fuiste tú, ¿quién puso esta flor aquí? ¡No me digas que fueron los fantasmas!

—Tal vez, ¿por qué no? —expresó Anya, encogiéndose de hombros.

—¡Anya, esto no es divertido!

—No me digas que te asustan los fantasmas...

Anya continuó picando a Gino para su diversión y el rubio se empecinó en negar que tuviera miedo hacia las almas en pena. Finalmente, los dos partieron de allí y emprendieron el viaje al otro lugar donde tenían un compromiso.

https://youtu.be/tM6AehrF4-8

Anya y Gino habían sido invitados por Kallen a una pequeña fiesta en la pizzería. Bueno, en realidad Kallen había invitado solo a Gino y él quiso extender la invitación a su amiga, Anya. Kallen no tenía motivos para denegársela y tuvo que acceder. Tampoco suponía un problema para Ohgi y Villetta y su opinión tenía mayor peso en aquel asunto ya que sería en su pizzería donde se llevaría a cabo la fiesta. Ohgi visitó a Villetta de manera continua durante su estadía en prisión. Hablamos de un año y medio. Villetta logró salir antes por buen comportamiento. Visto que no le devolvería su anterior trabajo en la comisaría, Villetta estaba desempleada y sin futuro. Y, extrañamente, no le podía importar menos. Fue entonces cuando Ohgi le ofreció un lugar en su pizzería y Villeta aceptó. En teoría, era un empleo temporal entretanto pensaba un nuevo plan de vida; pero acabó quedándose. Villetta se sentía cómoda en la pizzería. Tal vez porque estaba familiarizada de sobra con el trabajo, tal vez porque en el fondo disfrutaba del ambiente acogedor de la pizzería o tal vez simplemente porque le gustaba estar cerca de Ohgi. Sea cual sea la razón, a Villetta no se le antojaba buscar otras opciones de trabajo. Ya había encontrado un nuevo hogar, por así decirlo.

Villetta alentó a Ohgi a reincorporarse a la universidad y culminar la carrera de educador. Sabiendo que la pizzería estaría en buenas manos, él podía estudiar tranquilo y eso hizo. Ohgi se licenció con éxito y de una vez empezó a ejercer en una escuela. Estaba dando clases de historia y dentro de unos meses se cumpliría su primer año como docente. Era su trabajo actual, de hecho; pues, si bien Ohgi seguía siendo el dueño de la pizzería, Villetta era quien realmente la estaba gestionando. Con el transcurso del tiempo, Ohgi y Villetta estrecharon sus lazos románticos, se comprometieron, se casaron y tuvieron un hijo. Precisamente ella aparecía con el vientre abultado en la foto de graduación de Ohgi. Él estaba angustiado por el embarazo en su momento. Ella casi tenía 40 años cuando quedó en estado y bien es sabido cuán peligrosos son los embarazos a esa edad. Sin embargo, todo resultó bien en el parto y tanto la madre como el hijo gozaron de perfecta salud. El hijo de Ohgi y Villetta fue nombrado en honor al mejor amigo de Ohgi: Naoto. Esta no era la vida que ambos se soñaron para sí mismos, definitivamente; mas eran felices con ella.

La fiesta ya estaba en curso, para cuando Gino y Anya llegaron a la pizzería. Todos los demás ya estaban allí reunidos. Kallen, Ohgi, Villetta, Kaguya, algunos colegas del trabajo de Milly, Rivalz y, por supuesto, la agasajada, Milly. Después de varios años trabajando para KT-TV,

la televisora por fin había reconocido el carisma, la simpatía, el buen humor, la determinación y la perspicacia de la reportera rubia y manifestó su intención de darle un programa nocturno de entrevistas. Milly tomó la oferta inmediatamente. Tener su propio programa de variedades era lo que ella siempre quiso, a fin de cuentas. Con ocasión de celebrar este triunfo de Milly, su novio Rivalz decidió organizar una fiesta en la pizzería. Era graciosa la forma en que ellos se convirtieron en pareja. Milly sufrió una dolorosa ruptura en su última relación y, como era costumbre, se fue a un bar a emborracharse. Rivalz solía cuidar el corazón roto de Milly cada vez que esto sucedía, la oía quejarse, le prestaba su hombro para llorar y vigilaba que ella no cometiera demasiadas locuras estando ebria. Esa vez Rivalz se hartó. «¡Estoy cansado de que me utilices como tu pañuelo y me deseches luego! ¡Yo también tengo sentimientos! Tú has sabido lo que siento por ti desde hace años y te has quedado muda, fingiendo que no existe nada. ¿Quién se responsabiliza de mis sentimientos?». Rivalz se arrepintió apenas se le pasó el enojo. Anheló ardientemente que ella olvidara todo al día siguiente por efectos del alcohol. No fue así y la atmósfera entre ellos se espesó volviendo incómoda su dinámica. Él siempre tuvo miedo de arruinar su amistad confesando su amor y sin querer él lo había hecho en un estallido emocional. Optó por renunciar a su empleo de camarógrafo en KT-TV.

Lo que parecía un fracaso estrepitoso, pronto se transformó en un nuevo inicio. Rivalz estudió cinematografía, mientras ganaba dinero como barman. Un trabajo que ya había desempeñado en su época de estudiante. Al fin, estaba siguiendo los consejos de Lelouch. Él lo estimuló a sincerarse sobre sus sentimientos a Milly y estudiar la carrera de sus sueños el día anterior a la graduación. Rivalz sabía que Lelouch tenía razón y no le hizo caso. No era inteligente. Ese no era su rol en su círculo de amigos. Pensando con la cabeza fría, dedujo que antes no había tenido el valor porque sabía que iba a ser rechazado. No confiaba en sí mismo como prospecto de novio de una hermosa y agradable mujer ni aspirante a director de cine. Ahora que había experimentado su peor miedo, podía seguir asumiendo riesgos sin importar que la posibilidad de éxito fuera mínima. Milly se acercó a él en ese entonces e intentó reparar los daños.

Milly había estado reflexionando todo ese tiempo sobre su relación y su trato hacia Rivalz. ¿Podría ser que de manera inconsciente estuviera saboteando sus relaciones porque tenía todo lo que deseaba en él? Milly inclusive le pidió salir. Quería experimentar y descubrir la respuesta a su pregunta por sí misma. Rivalz no aceptó. Temía ser el premio de consolación de Milly por una vida amorosa decepcionante. Tuvo que correr el tiempo para que ambos tuvieran salidas de amigos o citas, ni ellos estaban seguros en qué términos estaba su relación. La rubia solía coquetear con bromas. No había punto de distinción entre cuándo hablaba en serio y cuándo hablaba a la ligera. Pero esto dio pie para que todo se desarrollara libre y espontáneamente. De un momento a otro, los dos se agarraban las manos, Rivalz podía sujetar su cintura, Milly dejaba caer la cabeza en su hombro, dormían en casa de uno y así fueron evolucionando las cosas entre ellos.

En la actualidad, vivían juntos. Milly no podía predecir con certeza cuál era el rumbo de su relación. Por lo pronto, a Milly le gustaba cómo estaban. No le interesaba el matrimonio, mucho menos formar una familia. Contrario a la mayoría, esos objetivos jamás estuvieron incluidos en su proyecto de vida. Todo lo que Milly quería, además de alcanzar el éxito profesional, era una buena pareja que estuviera a su lado compartiendo cada instante de su vida y Rivalz parecía ser la persona que ella estaba buscando. Podía decirse que sus planes y sus expectativas de vida eran compatibles. Respecto a Rivalz, él era feliz si ella también lo era. Estaba concentrado en su carrera al igual que su eterna novia. El año pasado debutó como asistente de dirección en una película y eso era nomás el comienzo. Rivalz seguiría trabajando hasta dirigir su propia película y Milly estaría ahí para apoyarlo y festejar su sueño tal como él en ese instante.

https://youtu.be/m9n2loCkB9U

Así como Milly dio a los invitados de la fiesta un adelanto de lo que ellos podrían esperar en su programa (uso de las redes sociales, entrevistas a personalidades famosas y sketch cómicos que en palabras de Rivalz tenían el mismo espíritu que los festivales extraños de Milly en la Academia Ashford), Rivalz estuvo contándoles cuál era su próximo proyecto. Posteriormente se animó a reproducir algunos de los primeros vídeos que había filmado. Aunque eran vídeos de «calidad amateur» (como los describía Rivalz), se evidenciaban en ellos la visión artística individual y el sello inventivo del futuro director. Un diseño sonoro experimental, un toque de comedia y un estilo de edición bastante peculiar. Cortes rápidos, ritmo altamente cinético, montajes de acción frenéticos, transiciones creativas y zooms. ¡Muchos zooms!

En varios de los vídeos de Rivalz aparecieron amigos que ya no estaban en este mundo: Shirley, Nunnally y Lelouch. Esto es porque fueron grabados en la Academia Ashford. Rivalz le daba especial atención a las relaciones interpersonales, por lo que había un sentimentalismo en los vídeos. Decir que Milly y Kallen quedaron conmovidas sería poco. El resto estaba sorprendido al ver a Lelouch no tuerto, sin cicatriz y en una etapa de su vida más alegre. Casi no lo identificaron por eso. Solamente Kaguya que ya lo había visto así y Rivalz se lo confirmó. A pesar de que Pendragón ya había curado de la herida que le infligió, la cicatriz que quedó atrás no se había esfumado. De por sí, su nombre era un tabú. Milly, que era el alma de las fiestas, impidió que los ánimos decayeran invitando a todos a atragantarse con la comida y bebida. Ohgi y Villetta aportaron principalmente con la comida, Gino y Kallen lo hicieron, por su parte, con bebidas alcohólicas. Comieron, bebieron, bailaron, rieron y jugaron a los juegos improvisados y locos de Milly.

Anya se puso a sacar fotos en un momento dado de la fiesta, lo que incentivó a los otros. Querían guardar los recuerdos que estaban construyendo esa tarde. Kallen fue la última en tomar fotos. Se sentó a revisarlas con Milly y Kaguya que les apetecía ver cómo aparecían. Kallen no se detuvo con enseñarles susodichas fotos, sino que su dedo prosiguió deslizándose por la pantalla de su celular hacia la izquierda mostrando unas más antiguas. Se topó con una foto en que salían Cera, Urabe y Kallen colorados y con un humor chispeante. Obviamente, estaban bien borrachos. Cera arrastraba al frente a un avergonzado Lelouch que se cubría la cara con las dos manos. Parado junto a él, estaba Suzaku. Evitaba ver la cámara volteando la cabeza discretamente. Rolo dormitaba en su asiento. Había babeado un poco sobre el hombro. Esta foto había sido tomada por Cera la noche en que el personal de la firma de abogados de Lelouch fue a un bar luego de que Britannia Corps los humillara en el juicio de Nunnally. El alcohol los había inyectado de euforia. Kallen se rio al contarles a Milly y Kaguya todas las tonterías y peripecias que vivieron esa noche. La foto despertó la nostalgia en la pelirroja. De pronto, se percató de algo...

—Solo yo sobreviví...

https://youtu.be/24WkGeEWPHQ

Tristemente era cierto. Urabe, Lelouch y Suzaku habían sido asesinados. Todos conocían los detalles escabrosos de la última noche de los dos amigos. Rolo se suicidó. Y Cera desapareció un día y la policía no la había hallado. Era la versión que narró Kallen, cuando le preguntaban por su secretaria. Kallen ignoraba que el profesor Asplund incineró su cuerpo y puso su urna en el columbario del cementerio en donde estaba su familia. Kaguya y Milly se vieron la una a la otra consternadas. Kaguya, que sabía cuáles eran las palabras adecuadas que debía decir en cualquier circunstancia, agarró sus manos y le aseguró:

—Kallen, no es tu culpa.

—Ya lo sé. Es solo que los echo de menos...

Kaguya dobló los labios apenada, frotó el brazo de Kallen y la abrazó. Milly tornó a llenar el vaso de Kallen con whiskey y se lo tendió.

—Te diré lo que necesitas. Tómate esto y te sentirás mejor.

—¡Oh, no! Eres muy amable; pero voy a pasar esta ocasión.

—¿Prefieres sake?

—No, no es eso —rebatió Kallen cabeceando—. Es que ya me tengo que ir.

—¡¿Irte?! ¡¿Por qué?! ¡La fiesta recién se pone buena! Sé sincera conmigo: ¿es por algo que yo dije? —intervino Gino. La conversación de las mujeres no pudo escapar de sus oídos.

—¡Ja, ja, ja! Nada de eso, tonto. Ella va al aeropuerto a recoger a su novio. Kallen me informó con antelación —replicó Milly colocando el vaso en la mesa donde estaban sentadas.

—¡¿Novio?! ¡¿Kallen tiene novio?! ¡¿Desde cuándo?! ¡¿Cómo es que yo no lo sabía?! ¡¿Por qué no me dijiste que tenías novio?! ¡Creí que éramos amigos! —exclamó Gino, estupefacto.

—No me preguntaste —sonrió Kallen con aire travieso.

—¿Lo conozco?

—Lo dudo. Lo conocí en una aplicación de citas —refutó—. Hemos estado saliendo por dos años. Él no es de aquí. Es de París.

—¿Tu novio es la razón por la cual te vas de Pendragón? —preguntó Anya mirando a Kallen inquisitivamente. Había activado su modo fiscal.

—No. Me voy porque no puedo mantener más mi bufete y quisiera probar mi suerte en otros lares. Además, he vivido en Pendragón toda mi vida. Me gustaría expandir mis horizontes y viajar mientras pueda.

—Bueno, espero que nos puedas presentar a tu novio antes de tu mudanza, Kallen —comentó Gino con resignación—. ¡Tenemos que someterlo a un escrupuloso examen y comprobar si es el adecuado para ti!

—Ohgi ya lo vio un día que nos atrapó hablando por videollamada —indicó Kallen. Se estaba incomodando—. Él te puede contar.

—¡Eh, sí! No puedo decir que lo conozco. Apenas cruzamos unas cuantas palabras. No quería interferir demasiado en su conversación privada —dijo Ohgi rascándose detrás de la oreja—. Parece amable y amar honestamente a Kallen. Pero él es... ¿cómo decirlo? Extraño, ¡no en el mal sentido! Lo siento. Es mejor, si ustedes lo ven. Es difícil ponerlo en palabras.

—¡De acuerdo, de acuerdo, señores! —interrumpió Milly dando palmadas para cortar el flujo conversacional y atraer las miradas de los invitados—. Ya hemos distraído mucho a Kallen y ella se muere de ganas por reunirse con el amor de su vida. ¡Llevar una relación a distancia es enloquecedor! Apresúrate y vete, yo los entretendré.

—¿Cómo sabes que es el amor de su vida?

—¡Ah, una mujer siempre sabe esas cosas...!

https://youtu.be/8az05YijbQM

Kallen cogió su bolso y se escabulló furtivamente detrás de la puerta de la pizzería, entretanto Milly discutía en plan amistoso con Rivalz. La rubia le guiñó el ojo al girar la cabeza. Kallen contestó a su gesto con una sonrisa. Lo último que escuchó fue a Gino quejarse por no haber traído a la mujer con que estaba saliendo a la fiesta. Kallen cerró la puerta con suma cautela con afán de no hacer ruido, se dio la media vuelta y casi se tropezó con dos niños que corrían por la calle. Kallen notó que uno de los pequeños estaba vestido como Zero. Se había anudado alrededor del cuello una manta violeta, se había ataviado con ropa del mismo color y se había puesto encima un casco, que era de un color distinto (Kallen supuso que era uno de los cascos que venían con los autos montables de juguete).

El verdadero Zero se esfumó la misma noche que la policía aprehendió al presidente Schneizel y Lelouch y Suzaku abandonaron este plano de la realidad. Hubo reportes de avistamientos de Zero. La gente se angustió entonces. Temió haber perdido a su héroe favorito también. Pero Zero había reaparecido presuntamente años más tarde. Algunos testigos juraron haberlo visto patrullando algunas calles en su moto por la noche. Como cabía de esperarse, los internautas de internet no desperdiciaron ni un minuto para correr la voz a través de las redes sociales y otras plataformas. Se hicieron eco del rumor unos cuantos medios sin tomarlo demasiado en serio. Las autoridades, por su lado, se habían desatendido del asunto. No habían llegado empaquetados en cajas ni personajes importantes acusados de corrupción u otros delitos graves ni criminales de baja categoría a la fiscalía. Se podía decir que si este (o estos nuevos) Zero(s) no habían infringido la ley, la policía no tenía motivos para actuar en su contra.

En cualquier caso, esto dio origen a una teoría conspirativa que decía que Suzaku Kururugi era Zero y había fingido su muerte para evadir a la policía y ahora, fuera de peligro, había reanudado sus actividades. Huelga decir que esta teoría provino de la extraña coincidencia de la fecha de la muerte del fiscal y de la desaparición de Zero. Al comisionado Tohdoh le irritaba esta teoría ya que había visto en persona el cadáver de Suzaku y consideraba que era una falta de respeto hacia el difunto. Curiosamente, el comisionado no mencionó que le disgustaba la asociación entre el íntegro fiscal y el justiciero enmascarado. ¿Significaba que la policía ya no juzgaba a Zero como otro criminal? Bueno, los citadinos lo quisieron interpretar de esa manera. Kallen no había tenido el placer de encontrarse con Zero. Por más que a ella le hubiera gustado creer que Suzaku sobrevivió a sus heridas por producto de algún milagro y era el Zero del que todo el mundo hablaba tan encarecidamente, sabía que era imposible que fuera él. Dejando de lado eso, a la pelirroja le satisfacía saber que el legado que Lelouch había creado (y que ella y Suzaku habían contribuido parcialmente) seguía vivo y que Zero había devenido en el digno aliado de la justicia y en el símbolo de esperanza que estaba destinado ser.

Kallen no pudo menos que sonreír al examinar a los niños que jugaban. Uno era japonés y pelinegro; el otro era castaño y occidental. Ambos se semejaban a Lelouch y Suzaku. Al menos, se veían que eran buenos amigos. Kallen deseó que su amistad tuviera el desenlace feliz que Lelouch y Suzaku no tuvieron.

https://youtu.be/O3PYBJdNOAs

A propósito de teorías conspirativas, cerca de la misma fecha habían surgido varias leyendas urbanas en torno al Proyecto Geass. Con las pruebas recopiladas, salvadas y entregadas por Nina, la policía pudo proceder con una investigación del proyecto ultrasecreto de genética y biotecnología. Algunos de los científicos confesaron las atrocidades que habían hecho en ese lugar en el interrogatorio (influidos por la culpa y el miedo); otros desmintieron rotundamente las acusaciones y guardaron absoluto silencio. Así y todo, el caso se trasladó a los tribunales. La jueza mostró piedad con los que se declararon culpables al sentenciarlos a cinco años con derecho a libertad condicional desde los tres. El resto consiguió una condena de siete años y solamente podían salir bajo libertad condicional a partir de los cinco. Los fallos no pudieron ser más duros debido a que esto era lo máximo que el sistema podía hacer con las evidencias proporcionadas y complidas. De seguro habría más en las instalaciones del Proyecto Geass. El problema era que habían sido carbonizadas en el incendio de Camelot y, por consiguiente, susodichas pruebas se habían perdido para siempre, de igual manera que las vidas de testigos y víctimas.

En paralelo, los medios estuvieron filtrando información y haciendo seguimiento de los juicios. Describieron el caso como dantesco y, asimismo, lo consideraron un ejemplo de extrema crueldad humana que conllevaba una vergüenza para la especie. En su momento, este caso pasó medianamente desapercibido ya que el proceso judicial se estaba desarrollando a la par que el de Britannia Corps y su presidente y los ciudadanos pusieron mayor atención a la segunda problemática. Todavía después de haber concluido, la gente estaba sofocada por el calor de los crímenes del conglomerado y el patriarca de la familia Britannia. El caso del Proyecto Geass resurgió en la forma de leyendas urbanas a posteriori.

Nina fue soltada dos años más tarde y se comprometió dedicar su vida a denunciar los horrores del Proyecto Geass; horrores que, por cierto, ella ayudó a generar. Nina dijo que estaba encerrada a perpetuidad en una cárcel aún más grande que la que estuvo recluida y con sus propios demonios internos: su consciencia. Se especulaba que ella sería la primera invitada en el programa de Milly. Si no lo era, lo sería el fiscal Guilford, ya que fue el otro de los protagonistas de este caso al ser el fiscal que lideró la investigación de los desaparecidos en Pendragón por largos años. Así sería el final agridulce del Proyecto Geass y sus implicados. No era perfecto, claro. Empero, Kallen sentía que su hermano podía descansar en paz. La verdad había sido salido a la luz.

https://youtu.be/d6UR0FRL_q4

En el presente, Kallen limpió con un paño el asiento de su moto, se colocó el casco, se montó en el vehículo y entró en la pista de circulación. Por si algún lector tiene curiosidad, sí, era la misma moto que la acompañó fielmente desde que Kallen era una jovencita. Estaba en buenas condiciones gracias a sus cuidados. Kallen le profesaba cariño. Ya lo habíamos dicho. Y, por eso mismo, a Kallen la apresaba el temor de tener que venderla para mudarse. No era mentira lo que le dijo a Anya. Kallen había estado meditando con detenimiento en el porvenir como nunca antes en su vida. Suzaku le había contado a Gino su tesitura y el ofrecimiento que le hizo y él intentó persuadirla de unirse a la fiscalía. La pelirroja le agradeció la propuesta y la rechazó, pues decidió convertirse en una abogada porque era una defensora. La confrontación con Marianne le recordó quién era ella.

En su opinión, dar argumentos jurídicos era igual de esencial que sostener la mano del cliente. Ello era parte del oficio del abogado, no del fiscal ni del juez. Sin embargo, Kallen no aceptó irse con Kaguya, a pesar de los generosos horarios que ganaba. Dedujo que la firma de abogados en donde estaba Kaguya representaba a grandes empresas y esto se oponía a los deseos de Kallen, quien quería trabajar protegiendo a la gente común. De ahí que Kallen se quedó en el estudio jurídico de Lelouch y lo hizo suyo. Atendió a cada cliente que tocó a su puerta y juzgó cada caso en términos de lo que era correcto para ella, recibió tanto casos ordinarios como casos controversiales que ningún abogado hubiera querido aceptar, todos los abordó con una perspectiva humanista. A veces ganaba, otras veces perdía. Muchos de sus clientes no podían pagar sus honorarios, por lo cual lo hacían de otro modo: ropa, comida y obsequios. Mas todos la respetaban y admiraban. Kallen los escuchaba, creía en ellos y los defendía con ahínco en la corte, incluso si no tenía los recursos ni el apoyo institucional. No era un modelo económico bastante rentable, lamentamos decir. ¿Alguna vez Kallen se arrepintió de cómo llevaba las cosas? No, porque Kallen luchó por aquello que ella creía y le apasionaba, siendo fiel a sí misma. A su manera, Kallen procuraba mejorar el aquí y el ahora.

¿Por qué se iba de Pendragón, entonces? La verdad, tenía otra razón que no podía desvelar. El único dilema que ella enfrentó era el bufete: ¿qué haría con él? Era un lugar con un alto valor sentimental. Al final, su novio le aconsejó que lo vendiera y Kallen le obedeció.

https://youtu.be/fHBVXpKuKfY

Kallen no se dirigió al aeropuerto a recoger a su novio como dijo Milly, por cierto. Le hubiera gustado hacerlo y se puso a disposición de su novio, de hecho. Él le agradeció su amabilidad y rechazó el favor alegando que necesitaba ir a otros sitios y deseaba hacerlo solo. Kallen se hizo un montón de preguntas, lógicamente. Y, aun así, se abstuvo de plantearlas. Ya él se lo contaría más adelante. En realidad, ella fue a la nueva galería de arte, la misma que inauguró Euphemia cinco años atrás. Su novio la citó frente a un cuadro específico. Esta era la primera vez que ella visitaba la galería. No era una amante del arte como su novio. Tampoco entendía por qué él quería que la galería de arte fuera su punto de reencuentro. La pelirroja se dijo que lo sabría o su novio se lo explicaría en su debido momento.

La hora en el teléfono de Kallen marcaba las 7:10 PM. Debía ser por eso que el museo se hallaba casi vacío. Deslizándose por los pasillos, Kallen percibió que la galería estaba dividida por secciones que correspondían a periodos artísticos que abarcaban desde el siglo XVI hasta el siglo XX. El cuadro que ella andaba buscando estaba en la sección de Renacimiento. Kallen bien pudo preguntarle al guía o estudiar los mapas electrónicos o mirar los letreros. En su lugar, ella se decantó por perderse y explorar por sí misma para sumergirse más en la experiencia. ¡Quién sabía cuándo podría recorrer otra vez el museo! Además, no tenía idea si su novio ya había llegado. Le envió un mensaje indicándole que estaba en el museo y justo en eso Kallen localizó la pintura.

Era un hermoso lienzo en óleo sobre tela de la diosa Venus y su hijo, Cupido. El dios estaba representado como un niño alado, regordete y risueño. Estaba de pie a la izquierda del cuadro, desnudo, portando un carcaj y una corona de laureles y sujetando el falo con el que disparaba un chorro de orina a través de una corona compuesta de hojas de mirto que la diosa agarraba con una cinta y debajo de la cual colgaba un incensario ardiente. Cupido estaba inclinado de tal manera que el chorro de orina dibujaba un arco que terminaba graciosamente en el vientre de su madre, que no se inmutaba ni ante las payasadas de su hijo ni la pequeña serpiente que acechaba casi invisible sobre los pliegues de una manta azul, en la cual descansaban una rosa, un palo y Venus que apoyaba todo su peso en su codo. Encima de la cabeza de la diosa pendía una caracola. Venus no vestía más prendas que un regio tocado: una tiara, un velo y un arete de perla. Por el cuerpo de la mujer, estaban regados algunos pétalos de rosa. Tres alcanzaban a ocultar con delicadeza sus genitales. Y, mientras se tocaba el torso con una mano, la diosa romana observaba directamente al espectador y sonreía comprensiva. Madre e hijo parecían ubicarse en un jardín. El césped tapizaba el suelo que los sostenían y detrás de ellos había un árbol por el que trepaba una hiedra. La cortina roja que rodeaba a ambas divinidades creaba una sensación de intimidad que se extendía al espectador y lo encerraba dentro del jardín con Venus y Cupido*.

Kallen sonrió. El cuadro tenía un sorprendente tono divertido y cautivador. Distraída como estaba, Kallen dio un respingo cuando súbitamente unos brazos envolvieron su cintura. Su nombre llegó a sus oídos como un beso a la nuca: con una mezcla de picardía y ternura.

—Hola, mi reina.

Kallen se desembarazó y se giró a medias sobre sus talones. Se encontró frente a frente con un par de lindos ojos oscuros detrás de unas gafas. Aunque no era su color natural, encajaba bien con su rostro pálido desprovisto de cicatrices y otras imperfecciones. El dueño de tales ojos era un hombre esbelto, guapo, boca sensual y cabello reluciente, azabache y largo, que se amarraba en una colita. Usaba adicionalmente un pendiente en una oreja. Pero la cosa más extraordinaria del novio de Kallen era que su aspecto no coincidía con su edad real. Tenía 33 años igual que Kallen y aparentaba 29 años. No solo porque estaba libre de arrugas, ojeras y llevaba una vida sana, sino porque los años en verdad no caían sobre él. El «nuevo» novio de Kallen era una revitalización y, conjuntamente, un retrato «inmortal» de su anterior novio. Kallen sintió como su corazón se henchía de felicidad en su pecho. Las facciones de Kallen se iluminaron en señal de reconocimiento. Lelouch amplió su sonrisa al leer su expresión.

—¡Lelouch! ¡¿En verdad eres tú?! ¡¿Estás aquí?! —la voz de Kallen temblaba de emoción—. ¡¿No lo estoy soñando?!

—No estás soñando. Estoy aquí. Estamos juntos por fin. ¿Quieres comprobarlo?

Lelouch abrió los brazos y Kallen disipó la distancia entre ellos abalanzándose a su cuello y aplastando sus labios contra los suyos. 

https://youtu.be/RQCYCSdo4oo

Entonces, Lelouch sobrevivió, ¿cómo lo hizo? Bueno, pudo reponerse una vez el médico extrajo las balas a causa de su regeneración sobrehumana. Fue un procedimiento lento y doloroso al que Lelouch resistió valeroso. Era una probabilidad incierta ya que no tenía la certeza de que pudiera regenerarse de unas heridas tan severas ni era capaz de regresar de la muerte. Jugó ese as la noche que fue acribillado a tiros en la clínica veterinaria de Shirley. De suerte que dependía enteramente de la suerte y su regeneración en el instante preciso. Lelouch aceptó el riesgo por el bien del plan de destruir a Britannia Corps.

Este plan, al que denominaba lacónicamente «plan Z» en referencia de que este era su último y más arriesgado plan, nació en la mente de Lelouch mientras preparaba su milagroso retorno. Él concibió el esqueleto y definió los detalles con Jeremiah, Suzaku, Kallen y Rolo tan pronto se integraron al plan. Todas las reuniones secretas se celebraron en el gimnasio que Lelouch había reservado previamente. Él se ocupaba de avisar en persona al abogado Gottwald, entre tanto se comunicaba con los otros a través de códigos impresos en las tarjetas de los gigantes ramos de flores que mandaba al bufete para Kallen. En esencia, el plan consistía en atacar al presidente Schneizel desde dos flancos a modo de confundirlo y ejercer más presión.

Lelouch se infiltraría en el conglomerado todo el tiempo que su hermano le permitiese y mataría a su padre, jugando en sus propios términos el juego de Schneizel de esta manera. Lelouch fingiría su propia locura para no levantar sospechas. Luego se escaparía antes de recibir su sentencia y arremetería valiéndose de medios ilegales y drásticos. Contactaría a Suzaku con un teléfono desechable solo en situaciones de emergencias.

Suzaku, en cambio, emplearía la ley como su arma de ataque. Lelouch desconocía la operación encubierta que Suzaku planeó con el fiscal Guilford; todo lo que sabía era que Suzaku se las ingeniaría para volver a la fiscalía. Digamos que Lelouch y Suzaku adoptaron los roles de villano y héroe con que estaban familiarizados, lo que debieron haber hecho en el juicio de Nunnally.

Kallen deseaba seguir a Lelouch en el sendero que había escogido, sin embargo, él necesitaba (y prefería) que se quedara del lado de la ley para capturar «una pieza clave» del plan: Kanon. Lelouch pretendía separar a Kanon de Schneizel con ayuda de su madre y Kallen lo conquistaría para su bando. No bien lo convenciera de representarlo legalmente, el plan entraría en su fase final: Suzaku aprehendería al presidente y Lelouch moriría fusilado a manos de la policía. El final perfecto de una historia épica: el héroe ganaba y obtenía el crédito y los villanos pagaban sus crímenes.

Lelouch le ordenó al escuadrón de policía con su Geass acudir al helipuerto de los Britannia, arrestar al presidente e incapacitarlo sin estar seguro de que él pudiera aguantar en el trayecto desde el helipuerto al hospital ni que pudiera regenerarse a ese nivel. En todo caso, a Lelouch le parecía que era merecedor de tal muerte. Estaba más que listo para enfrentarla. No murió, no obstante. Lelouch despertó en la morgue y se fugó enseguida. Sayoko lo recogió y lo llevó al aeropuerto. Kallen tenía las maletas de Lelouch ya preparadas allí. Pasaporte, documentos, ropa, celular y otras cosas. El propio Lelouch la llamó para pedirle el favor desde el celular de Sayoko y confirmarle que estaba vivo. Él se fijó en el gesto abatido de Kallen y le prometió que le escribiría en cuanto llegara. Los dos se despidieron. Lelouch se subió al avión y Kallen y Sayoko hicieron los arreglos para falsificar su muerte.

Nadie más aparte de ellas y Jeremiah conocía la verdad. Ninguno diría nada. Todos eran leales a él por distintos motivos y Lelouch no había vuelto a tener noticias suyas. Excepto Kallen, que le contó qué ocurrió con sus vidas. Sayoko seguía desempeñándose en calidad de sirvienta para una buena familia, mientras que Jeremiah estaba trabajando en la plantación de su tío en el interior del país (de vez en cuando él despachaba una caja de naranjas que cultivaba a Kallen y Kaguya). No existía peligro de ser reconocido al seguir frecuentando a Kallen. Mucho menos siendo su novio.

Nadie debía pensar más allá de que Julius Kingsley, que era su nueva identidad, tenía un cierto parecido con Lelouch vi Britannia, ya que era imposible que fueran la misma persona: Julius no tenía la edad ni la cicatriz, no estaba tuerto ni le faltaba un dedo. Quien conocía a Lelouch, notaría que los estilos y filosofías de vida de Lelouch y Julius eran opuestos. Por ejemplo, Lelouch tenía un acento inglés con un matiz afrancesado y era sedentario; en contraposición, Julius hacía ejercicio y tenía un leve acento francés que era su lugar de origen. O eso decía. De todos modos, Lelouch y Kallen acordaron mudarse a otra ciudad para hacer sus vidas con toda la calma del mundo.

https://youtu.be/cx95R3yMuLc

Lelouch rodeó a Kallen entre sus brazos, al igual que ella había envuelto su cuello, y se apretó contra su cuerpo, entretanto sus húmedas lenguas chocaban con furia. Aquel beso fue como el encuentro de la pólvora y la chispa. Era la primera vez que se besaban desde el año pasado. Llevaban guardando las ansias desde ese momento como un fuego en ascuas y ahora que por fin podían quemar las ansias, sentían que cada beso y mordisco atizaba ese fuego. Las ansias se habían convertido en una ardiente necesidad. Fue por eso que a ambos les costó romper el beso. Respirando el jadeo del otro, ambos entreabrieron despacio los párpados. La sonrisa regresó a los labios de Lelouch y Kallen se la devolvió. Ambos sabían que ahí no terminaba todo. Lelouch percibió que los ojos de Kallen resplandecían como esquirlas de cristal.

—¡Sí, eres tú! No he podido dejar de pensar en ti desde que nos despedimos en el aeropuerto.

—También te extrañé —afirmó Lelouch—. Cada minuto fue una larga agonía sin ti. Dejaste en mí un vacío que solo tú puedes llenar.

—¿Ah, sí? ¡Pues, no te creo! —resopló Kallen, empujándolo. Se enjugó las lágrimas. Hacerse la difícil era el juego favorito de Kallen. Lelouch sabía jugarlo bien—. Si hubieras estado tan ansioso de verme, me habrías solicitado que fuera por ti al aeropuerto —gruñó. Kallen estaba por alejarse, cuando Lelouch sujetó su muñeca y la atrajo hacia él de un tirón.

—Y por eso me dolió tanto no hacerlo. Te ruego que me permitas compensarte, por favor.

Lelouch tomó la mandíbula de Kallen, miró sus ojos y sus labios consecutivamente y los besó sediento. Bajo el peso de los dulces labios de Lelouch, Kallen se estremeció. Su sangre estaba hirviendo bajo la piel. Kallen recordaba esa mirada lacrimosa y ese beso febril que se estaba desbordando por su boca y su cuello. Sus labios lo probaron por primera vez la noche que se reconciliaron.

Lelouch y Kallen no reanudaron su tórrido romance de inmediato. Al contrario, mantuvieron una relación amistosa por un año en la que estuvieron escribiéndose y charlando por videollamadas casi a diario. Un día él la invitó a visitarlo alegando que era una estupenda época para descubrir el país. Kallen aceptó tomarse unas vacaciones, cerró el bufete, empacó sus maletas y viajó a Francia. Lelouch se había adaptado la mar de bien. Sacó la nacionalidad y trató de dedicarse a otra profesión. Estudió actuación y trabajó en una compañía teatral. No funcionó. Era divertido, sí. Y se le daba muy bien. Empero su vocación residía en el derecho y la política, así que Lelouch adulteró ligeramente el título de grado y el de educación media y su certificado de notas, consiguió una beca y realizó una maestría, al tiempo que continuaba trabajando y asistía a terapia con regularidad. Lelouch vivía en un apartamento de alquiler en un barrio confortable y, en ese pequeño espacio, Kallen pasó sus vacaciones por dos semanas.

Una noche Kallen lo visitó en su dormitorio vestida con un camisón rojo de encaje y Lelouch accedió a dejarla entrar. Los dos hablaron de lo sucedido y los problemas de su relación y los personales y buscaron soluciones para salvar su noviazgo. Ambos aún estaban enamorados y ninguno estaba dispuesto a ponerle fin. Lelouch deseaba borrar los datos que habían estado archivando y comenzar de cero sin mentiras ni secretos.

«¿Tú quieres que reseteemos nuestra relación? En ese caso, ¡habrá que conocernos de nuevo! ¡Ja, ja, ja! Hola, soy Kallen Stadtfeld. En privado, me puedes decir "mi reina", "mi ángel de luz", "querida" o "mi amor". Tú elige», había bromeado Kallen.

A Lelouch le gustó cómo Kallen se lo tomó y le siguió la corriente. «Hola, soy Julius Kingsley. En privado, me puedes decir "Lelouch"».

La pelirroja se mostró de acuerdo con Lelouch hasta cierto punto. No quería que el reinicio de su relación supusiera que debían progresar paso a paso. La ausencia de contacto físico era uno de los tantos desafíos que planteaba una relación a distancia y, claro está, Kallen no había volado de tan lejos para conformarse con un casto beso. Ninguna reconciliación estaba completa hasta que fueran a la cama, a su juicio. No tuvo que hacerse de rogar a Lelouch. Él se dejó engatusar con fruición ante su mirada seductora y su coqueto camisón rojo.

Desde entonces, volvieron a estar juntos. Kallen presentó una actitud optimista ante la nueva modalidad de su relación: le parecía una experiencia curiosa. Lelouch, por su parte, consideraba que si ellos superaban las dificultades de una relación a distancia su amor podría prevalecer ante las adversidades. Adicionalmente, esta situación era temporal. Tener eso en mente renovaba las esperanzas de los novios (ya no amantes) de un mañana juntos. Lelouch le reiteró su promesa a Kallen diciéndole que vendría por ella, cuando se convirtiera en un hombre digno de ella. En aquel momento, tenía mucho que trabajar en sí mismo. Ese día había llegado.

Lelouch acabó el beso. Kallen no se zafó del abrazo: pertenecía allí. No hallaría otros brazos ni otros labios donde podría encajar mejor. Ni se reflejaría ni se fundiría en otros ojos como los suyos. ¿A quién podría amar sino era él? ¿Con quién podría reírse sino era él? ¿Con quién podría llorar sino era él? ¿Con quién podría hacer planes sino era él? Nadie sino él. Lo amaba. Y Kallen sabía que el sentimiento era mutuo.

—¿Estoy perdonado? —ronroneó Lelouch juguetón.

—No estaría aquí, si no te hubiera perdonado —señaló Kallen con voz frágil. Ya no se refería a la llegada de Lelouch—. Ahora, ¿me dirás cuáles eran esos asuntos que necesitabas resolver esta tarde?

—Me apetecía saludar a Suzaku, Euphemia y Nunnally en el cementerio, limpiar sus tumbas y urnas y actualizarlos con mi vida —explicó Lelouch. Soltó a su novia y retrocedió un paso. Metió sus manos en los bolsillos de la chaqueta—. He tenido tiempo de sobra para reflexionar sobre mí, las personas con las que he interactuado y todos los cambios que se han producido en nuestras vidas desde que me instalé en la ciudad con mi hermana. Incluso dediqué algunos de mis pensamientos para mi padre y mi hermano en aquellos ratos de introspección: estaba interesado en examinar cómo y por qué acabaron tal como lo hicieron. Concluí que su destino fue resultado de sus propias acciones —suspiró—. Ese hombre estaba tan aferrado al pasado que creó el Proyecto Geass para averiguar la fórmula de la eterna juventud y compartirla con su familia, y terminó dándole la espalda. Los perdió a ellos y a sí mismo. No tuvo la sabiduría suficiente para entender que no podía rescatar algo que ya no existía. En contraste, Schneizel estaba tan obsesionado con el futuro que codició y usurpó la presidencia de Britannia Corps para construirse un legado: el Damocles. Su obsesión lo destruyó a él, su familia y la empresa —contó con voz hueca. Esbozó una sonrisa amarga—. No fui mejor que ellos en ese sentido. Actué exactamente igual: me anclé en la tragedia de mi infancia y me consumí en la venganza creyendo que destruir a Britannia Corps era todo lo que yo deseaba. Resultó que no era cierto y mi corazón siempre lo supo. —Lelouch le dio a Kallen una mirada significativa—. Cuando tú me propusiste escapar contigo y yo me rehusé, mi Geass se rebeló contra mí. Fue su manera de decirme que estaba dejando ir el verdadero deseo de mi corazón: estar con mi familia. En teoría, tenerla devuelta. No era consciente y la perdí tres veces. A Nunnally, a mis Caballeros Negros, a Suzaku y por poco a ti. Kallen, mi ángel de luz, tú eres todo lo yo deseo y solo por eso regresé por ti... Demonios, ya veo por qué las personas se arrodillan —murmuró Lelouch para sí mismo que cerraba los puños para sobreponerse a la tentación de sujetarse las piernas. Lo traicionó una sonrisa entrecortada. Clavó una rodilla en el piso y se apoyó en el otro pie—. Nada sueño más que seas el fuego de mi vida, Kallen. Enfocar tu luz, sentir tu calor, admirar tu brillo y atizar tu flama. Hazme el honor de ser mi querida acompañante y te haré feliz por el resto de tus días, te ayudaré a cumplir todos tus sueños y te amaré sin tapujos hasta donde tú me dejes. Solo no te preocupes por romper en pedazos mi corazón y disolver nuestra unión, si mi aspecto llega a repulsarte. ¿Qué me dices? ¿Quieres formar una familia conmigo?

Lelouch sacó una caja negra del bolsillo de su chaqueta y la abrió. Dentro estaba el anillo de compromiso que heredó de su madre. Su fulgor deslumbró a su amada. Ahora, él sentía como los latidos de su corazón desbocado estaban llenando la galería. Lelouch estuvo eligiendo las palabras con que le propondría matrimonio a Kallen por largas horas. Las escribió temiendo olvidarlas y las ensayó frente al espejo de su antiguo apartamento y en el baño del avión que volaba rumbo a Pendragón. No quería que su lengua se tropezara al articularlas ni desafinar la voz. Consiguió que su tono tuviera el balance perfecto entre aplomo y dulzura y se acordó de cada palabra. Ya solo quedaba aguardar su respuesta y a Lelouch lo aterrorizaba oírla.

Existía otra razón por la cual Kallen podría rechazarlo (que no tenía que ver con sus defectos o sus errores del pasado). La maldición del Geass. Ese poder le había salvado la vida más de una vez, incluyendo en el incidente más reciente en el helipuerto. Le había devuelto el ojo y el dedo que creía haber perdido para siempre y suprimió la cicatriz que arruinaba su rostro. Y, al mismo tiempo, lo había condenado. El ritmo y la velocidad de regeneración celular de Lelouch había escalado a tal grado que, aparte de restaurar órganos y extremidades perdidas, fortaleció su sistema inmunológico optimizando su salud. Como consecuencia, era inmune a enfermedades, trastornos, discapacidades, deformaciones, etc. Ya que su cuerpo tornaba a un estado saludable una y otra vez, tenía una resistencia y vitalidad inagotables. No necesitaba dormir. Tampoco comer, beber, ducharse o evacuar. Ni siquiera respirar. Su cuerpo era capaz de autosustentarse, pese a que Lelouch lo hacía de todos modos para preservar su humanidad y sentirse normal.

Su poder regenerativo había alcanzado su ADN al extender los telómeros. Ello se traducía que se revertiría el proceso de senescencia celular. No podría envejecer junto a su amada ni reencontrarse con ella ni Nunnally ni Suzaku en la muerte. No por condiciones naturales, al menos. El profesor Asplund le comentó a Lelouch que cuando el factor curativo del presidente intervino en su ADN lo reestructuró anulando su Geass, el poder de alterar los recuerdos. Añadió que a partir de entonces el presidente Charles adquirió su estatus de cuasi inmortal. Lelouch usaba su Geass a menudo para cerciorarse que tenía su poder. Por ejemplo, hoy le dio uso para desalojar a las personas que visitaban a la sección de Renacimiento y así estar a solas con su novia. Lelouch abrigaba la ilusión de resultar otro experimento fallido al final y, por extensión, recibir el abrazo de la muerte algún día como todos los mortales, mas solamente el tiempo revelaría la verdad.

Kallen se quedó boquiabierta, mientras Lelouch le estaba proponiendo matrimonio. Cuando le tocó su turno de contestar, Kallen se tapaba y destapaba la boca, balbuceaba algunas cosas ininteligibles y se entregaba al silencio. Lelouch le había quitado el habla. A su vez, la espera estaba torturando a Lelouch. Con cada segundo que transcurría, le costaba más conservar la calma. Empezaba a sentirse como un tonto.

—¿Ahora sí me estás pidiendo ser tu reina del ajedrez? —tartamudeó Kallen.

—Eso parece —sonrió, tímido—. Bueno. Decidas lo que decidas, quiero que te quedes con el anillo. Puedes regalarlo o botarlo o guardarlo o venderlo, lo que sea. Es tuyo. Simplemente estoy devolviéndole a su dueña lo que le pertenece...

Kallen sorprendió a Lelouch arrodillándose. Estaba tan nerviosa como él. Obvio. La pelirroja sentía débiles las rodillas y sus piernas no paraban de moverse. Tenía miedo de desplomarse. Con lo cual, también le urgía aferrarse de algo. Los labios de Kallen lucía una tierna sonrisa.

—Llevaré tu anillo y me casaré contigo con dos condiciones, Lelouch —anunció—. Primero, no quiero que me guardes ninguna fidelidad más allá de la tumba o algo por el estilo. Debes continuar con tu vida aún después de mí. Hazte querer y devuelve el cariño que te den. Estoy segura de que una bondadosa mujer te amará con todo su corazón igual que yo. Es más, si no puedo cumplir mis deberes de esposa o te desagrada mi apariencia en unos años, disuelve el matrimonio. Las alianzas que usemos deberán unirnos, no atarnos —explicó. Kallen hizo una pausa. Las palabras estaban cuajándole en la boca. La siguiente solicitud tal vez era descarada por su parte. No podía omitirla, aun así. Cuestión de orgullo. Farfulló—: y, segundo, ya que no puedo pedirte ser tu último amor, quisiera que me concedas el capricho egoísta de ser tu más grande amor...

La sangre había afluido a las mejillas de Kallen con un escozor. Inmediatamente raudales de lágrimas bañaron su rostro. Lelouch limpió la humedad con el dorso de las manos. Le aseguró con una sonrisa impregnada de la tristeza:

—Pero ya lo eres.

Kallen se sorbió la nariz y soltó una risa argentina. Sin dejar de mirar a Lelouch a través del velo de lágrimas, ella le solicitó:

—Pues bien, ¿quieres... Quieres ponérmelo?

Lelouch cogió el anillo y guardó la caja. Kallen estiró la mano, Lelouch se la sujetó y deslizó el anillo en el dedo anular. Se ajustaba perfectamente. Lelouch levantó la mirada y un destello captó su atención. Se trataba del collar con dije de corazón que le había regalado. Kallen lo solía llevar alrededor del cuello con júbilo. Fue el primer regalo que le hizo su novio, después de todo. Lelouch acarició la mejilla de Kallen con el pulgar y se inclinó para posar sus labios sobre los suyos, marcando el preámbulo de una feliz vida en común. Floreció una visión de su futuro en la oscuridad detrás de sus párpados, de improviso.

https://youtu.be/OMenNHD9PH0

Kallen se incorporaría a una modesta firma de abogados en la que daría continuidad a la labor que inició en su propio estudio jurídico; Lelouch instruiría derecho penal en una universidad de prestigio donde aspiraría a crecer personalmente junto a sus estudiantes, al mismo tiempo que «probaría su suerte» en las competiciones de ajedrez tal como lo había intentado instigar Nunnally.

Lelouch y Kallen se casarían a finales de ese mismo año. La luna de miel arrancaría sin demora y jamás finalizaría. Lelouch y Kallen convendrían vivir los dos primeros años de matrimonio solos. Ni hijos ni mascotas. Habían recién salido de una relación a distancia por cinco años y se merecían un tiempo en que no tuvieran que compartirse con nadie (y pudieran hacer el amor en cualquier lado sin temor a ser atrapados). Serían dos años llenos de dulzura y pasión.

Pasado ese plazo, Kallen le pediría insistentemente tener hijos. Querría que Lelouch tuviera un pedacito de ella, sabiendo que no podría acompañarlo en el futuro. Ya ellos habían abordado el tema durante su noviazgo y Lelouch se habría mostrado dispuesto ahora que ya había ido a terapia y contaba con el apoyo de la pelirroja. Tras revertir su vasectomía, Kallen quedaría embarazada de su primer hijo, un niño de cabello negro y ojos azules tan encantador como su padre e igual de honesto que su madre. Al cabo de dos de años, Kallen daría a luz a una niña de cabello castaño rojizo y ojos violetas que heredaría la inteligencia de su padre y la determinación de su madre. Lelouch estaría inseguro acerca de la crianza que impartiría a sus hijos. Kallen no tendría la menor duda de que Lelouch sería un padre extraordinario, pues era un hombre cariñoso, gentil y sabio que podría dar enseñanzas valiosas. En efecto, Lelouch cuidaría y protegería a sus pequeños como su padre nunca lo había hecho; asimismo, Kallen estaría con ellos y los amaría incondicionalmente como a su madre le hubiera gustado hacer. Ellos los educarían y los orientarían hasta que estuvieran listos para abandonar el nido y hacer sus vidas. Sus hijos se convertirían en unos seres humanos de bien y el linaje de los Britannia se habría salvado de su maldición. Euphemia hallaría paz en el más allá habiéndose realizado su deseo.

El tiempo pintará de plata uno a uno los mechones rojos de Kallen, le restará toda la tersura y firmeza de su piel plegándola en miles de arrugas, degastará su vista y le brindará anteojos, reducirá su audición y le arrebatará su fuerza. A pesar de eso, Lelouch permanecerá a su lado para recordarle la hermosa mujer que aún era cada día, así como ella le repetirá que lo amaba. La anciana Kallen lo cuestionaría. No olvidaría que su esposo es un mentiroso «profesional». Lelouch no se quejaría de su desconfianza. Se limitaría a ocuparse de ella y a mirarla con el mismo afecto que la veía cuando era joven. Él habría decidido amarla hasta el final.

Gradualmente, Kallen morirá serena en su cama. A Lelouch le dolerá su pérdida, desde luego. No la querría aceptar de buenas a primeras. Se lamentará como nunca antes no haber podido seguir a su amada en la última etapa de su vida. Empero luego él le quitaría la alianza de matrimonio y se la pondría en el dedo anular, encima de la suya. Le agradecería a Kallen por todo y nuestro héroe seguiría adelante. Algún día, la divina providencia determinaría que su castigo había sido suficiente y se lo retiraría. Mientras tanto, mientras tanto...

Sí, este era el futuro que estaba tomando forma ante Lelouch. ¿De veras había visto el futuro? ¿O era un delirio? Le parecía precioso y desgarrador a partes iguales. Ineludiblemente, sintió una ola de excitación golpear su pecho. Tuvo que apartarse de Kallen. Estaba comenzando a sentir inflamados los ojos. Kallen se desconcertó.

—¡Oh, Lelouch! —exclamó—. ¡Estás llorando!

—Sí, es cierto —admitió Lelouch ruborizado. Recogió una lágrima con un dedo, la miró, le dio la impresión de que era una perla, la botó sacudiendo la mano—. ¿Secarías mis lágrimas?

A Kallen le enterneció la petición de Lelouch. Tardó su tiempo en desmontar su coraza hasta que lo consiguió. El Lelouch sensible, cariñoso y cordial del que se había enamorado no era una mentira. Existía. Era el verdadero Lelouch. Estaba orgullosa de él. Aunque igual lo habría hecho por iniciativa propia, Kallen procedió a enjutar las lágrimas de Lelouch con los labios colmando su cara de besos. Lelouch se rio. Tenía cosquillas. La vista nublada de Lelouch fue aclarándose. Agarrándose fuertemente de los brazos del otro, Lelouch y Kallen se levantaron. Las rodillas estaban resintiéndoseles. Lelouch adecentó la ropa desordenada de Kallen. Acto continuo, hundió una mano en su pelo rojo cepillándoselo. Ella se lo había dejado crecer. De cerca, él podía atisbar dos canas emergiendo del cuero cabelludo. Fuera de eso, estaba como siempre. Sexy, radiante, divina. Inclusive parecía que había ganado más masa muscular.

—¡Listo! —dijo Kallen, alborozada—. ¡Oye! ¿Crees que podrás sobrevivir a la cotidianidad del matrimonio? Eres un alma inquieta, al fin y al cabo.

—Confío en que las peripecias de la vida matrimonial, el ejercicio docente y el campeonato de ajedrez me mantendrán ocupado —repuso él fingiendo ponerse serio—. Además, ¿qué me dices de ti? ¿Crees que podrás? Tú también eres un alma inquieta.

—No me preocupa mi futuro, si estás en él. Eres todo lo que necesito. Por ahora, centrémonos en nuestro presente.

—¡Uhm! Es una excelente idea —coincidió él. Seguidamente, echó un vistazo a su reloj de oro—. ¿Nos vamos ya? Se hace tarde.

Lelouch le tendió su brazo a su prometida. Kallen se enganchó a él y apoyó la cabeza sobre su hombro. Salieron de la sección de Renacimiento.

—¡Ja, ja, ja! Pendragón ya no es la misma desde la última vez que estuviste aquí, ¿sabes? Ha cambiado muchísimo. Puedo darte una guía rápida, ¿tienes ganas? —sugirió Kallen. Lelouch deliberó con gesto pensativo. Al minuto siguiente, tomó su decisión.

—Me gustaría recorrer y volver a conocer la ciudad de la mano contigo, pero en otra ocasión. Quiero que regresemos a casa. He tenido un largo viaje.

Kallen asintió. Estaba extenuada por la fiesta en la pizzería. El tour podría ser propuesto para cuando hubieran recargado sus baterías. No tenían prisa. Desde que la guerra contra Britannia Corps llegó a su desenlace, disponían tiempo. Lelouch deslizó la mano debajo de la blusa de Kallen acariciando la piel desnuda de sus caderas. Su prometida se echó a reír. Sí, también habría tiempo para eso. Así pues, Lelouch y Kallen franquearon el umbral del museo de arte y caminaron juntos hacia un mundo de justicia y misericordia.

FIN

*Me inspiré en el cuadro de Lorenzo Lotto, Venus y Cupido. El cuadro es una alegoría al matrimonio, de modo que Lelouch ya estaba comunicando sus intenciones a Kallen y a los lectores.

N/A: me sentí realizada al escribir y leer la palabra «fin». He estado trabajando en este fanfic por cuatro años y en enero pude poner fin a este proyecto y ahora ustedes pueden apreciar el final de esta odisea. Lloré 4 veces escribiendo este final (aunque incluso antes de sentarme a escribir, lloraba tan solo de pensar en la última escena): en la despedida de Tohdoh, en el discurso del Guilford, en la visión futura de Lelouch y en la humilde petición que Lelouch le hace a Kallen. Esta es porque es un pequeño gesto que delata la evolución de Lelouch.

El personaje de Lelouch no maneja bien su vulnerabilidad. Esto es producto del trauma que sufrió en la infancia: tanto el Lelouch OG como mi Lelouch fueron desprotegidos al presenciar el asesinato de sus madres y tuvieron que aprender a valerse por sí mismos desde muy temprana edad. Además, el Lelouch OG creció en un régimen que se fundamentaba en el Darwinismo Social (la ley del más fuerte) y mi Lelouch se construyó una coraza para aparentar fortaleza frente a su hermana. De ahí que a Lelouch le cueste tanto abrirse a otras personas, prefiriendo mentir, manipular y controlar que confiar en ellas (también de ahí que mi Lelouch se encerraba en el baño para romperse). El hecho de que Lelouch llore frente a Kallen y no se oculte, sino que le pide que limpie sus lágrimas, prueba que ya se siente cómodo sintiéndose vulnerable y confía en Kallen. Es muy lindo, muy wholesome. Y me hace sentir orgullosa de él ya que el Lelouch OG no llegó a sanar sus heridas ni a expresar vulnerabilidad.

El proceso de escritura del epílogo fluyó rápido. Solo me trabé en la escena del funeral y reescribí la despedida de Tohdoh y el discurso de Guilford, porque no estaba del todo convencida y no quería repetirme. Quería que sus últimas palabras para Suzaku fueran especiales ya que ellos son figuras paternas para mi Suzaku (sí, él tuvo muchas figuras paternas, que no se note que mi Suzaku tenía daddy issues), incluso si Tohdoh y Guilford le enseñaron cosas diferentes a Suzaku y conocían lados de él que el otro no.

La fluidez del epílogo se debe a que el final es lo primero que visualizo para una historia. Me considero una escritora arquitecta. Solía ser una escritora jardinera cuando empecé a escribir, sin embargo, a medida que me fui tomando más en serio el oficio de escribir y fui adquiriendo más experiencias y técnicas, me fui definiendo como arquitecta (creo que todos los escritores tenemos un poco de arquitectos y otro poco de jardineros, pero nos vamos perfilando en alguno de los dos tipos). Por lo general, el final de mis historias permanece invariable ya que así conozco la ruta que debo tomar y asegura el destino al que debo llegar; mas algo sucedió con esta historia y es que decidí cambiar el final entre tanto estaba escribiendo y publicando la primera parte del fanfic.

El final original del fanfic sería fiel al anime clásico con la diferencia de que Suzaku iba a morir, por lo que mi fanfic sería totalmente un retelling (o recuento) de Code Geass. ¿Qué me motivó a cambiar los planes? Porque sabía que si continuaba por esa ruta que tracé, el final de mi historia nunca superaría el de la serie original y deseaba que el final del fanfic tuviera su propia identidad y fuera memorable. Entonces imaginé tres nuevos finales. Los describiré grosso modo y después explicaré por qué me decanté por este.

El primero es el que ustedes leyeron por aquí. No necesitan que entre en detalles, excepto que una cosa estuvo en mi mente durante el proceso de creación: me estuve debatiendo cómo Lelouch sobreviviría al acribillamiento. Pensé si sobreviviría de la misma forma que Mao (gracias a las maravillas de la ciencia médica britanniana y el plot armor) o si el Geass lo salvaría (y, ya ven, que escogí por esta).

El segundo era uno en que el arco narrativo de Lelouch culminaba con su transformación a villano. Él enloquecía por el dolor y el odio (su locura arrancaría con la desaparición de Nunnally, se intensificaría con la muerte de Shirley y se consolidaría con la traición de Kallen en el juicio) y pasaría a obsesionarse a tomar justicia con sus propias manos al ver como el sistema le había defraudado otra vez y sus seres queridos lo habían abandonado, iniciando el proceso de autodestrucción que tantos personajes le advirtieron a lo largo del fanfic. De hecho, las fechorías de Lelouch habrían ido más lejos en su etapa villanesca, si yo hubiera elegido este final. Por ejemplo, habría muchos inocentes muertos en la escapada de Lelouch en el juicio y él habría sido quien matara a Bismarck Waldstein. También fue en este final que consideré dejar a Kallen embarazada y lo descarté a favor de traer a Nunnally (y no poner a Kallen en una situación complicada). O sea, mostrar que sí había sobrevivido a la caída. Esto es porque necesitaba que quedara un Britannia vivo para que el linaje recibiera una segunda oportunidad y, al unísono, continuara. La aparición de Nunnally le devolvería a Lelouch la cordura, empero entonces sería demasiado tarde para que se arrepintiera y se redimiera. En este final, además, el plan Z era concebido por Kallen y Suzaku. El resto permanece sin muchos cambios. Los dos amigos habrían muerto como leyeron, Schneizel terminaría preso y Kallen habría hecho su vida con un tipo random.

El tercer final era muy parecido al segundo, pero allí Suzaku sobrevivía al encuentro.

Tanto el primer como el segundo final me gustaban por diferentes razones y escogí el primero por 4 razones. En primer lugar, porque consideré que había mostrado como la venganza es un viaje de autodestrucción a través del personaje de C.C. y, aunque había decidido al inicio trabajar este tema desde este ángulo por el tono trágico que ostentaba la historia original de Code Geasss, pensé que le daría al fic un giro original diversificar el enfoque y ofrecer diferentes respuestas a la venganza con cada personaje.

En segundo lugar, porque pensé que, como mi fanfic era un AU, era mejor que mi Lelouch fuera lo más parecido a su contraparte del canon y el Lelouch OG es una buena persona que (a pesar de sus pecados, sus defectos y sus errores) alcanzó la redención y encontró la paz interior.

En tercer lugar, porque este final respetaba la esencia del Geass ya que, como ustedes recordarán, el Geass era tanto un regalo como una maldición y, hasta este punto de mi fic, el Geass funcionaba como un plot device y un plot armor; pero si lo castigaba con la maldición del inmortal ya el Geass no era solo un recurso de Lelouch, sino un agente del karma (y un símbolo de que el daño que sus padres le hicieron jamás sería borrado). Vi con agrado la idea de castigar a Lelouch a través del Geass, pues, aunque mi moral es más flexible que la de Okouchi y Taniguchi, creo que las personas tienen que pagar por sus malas acciones y, por extensión, que Lelouch debe recibir un castigo por sus fechorías y no necesariamente estoy a favor de que sea con la muerte (esa es una mentalidad muy japonesa). Eso sin mencionar que me las arreglé para que mi versión del Geass fuera una manifestación del deseo interno del usuario tal como en el anime original, aunque temo que quizás dije mucho y mostré poco.

En cuarto lugar, elegí este final porque me di cuenta que este sería el único long fic de Code Geass que escribiría y quería que Lelouch y Kallen se quedaran juntos (porque Sunrise no me dará nunca mi final feliz Kalulu). Adicionalmente, creo que es más viable para mi Lelouch seguir con vida en el final que su contraparte canon por la configuración de la historia: los pecados de mi Lelouch no son equiparables a los del Lelouch OG (tienen una menor cantidad y dimensión); mi Lelouch solo inspiró terror y repulsión en una ciudad en contraposición con el Lelouch canon que era literalmente el enemigo del mundo, por lo que pienso que basta con que él se vaya de la ciudad para tener una vida normal; los personajes en el fanfic identifican a Lelouch con una apariencia monstruosa (tuerto y con una cicatriz), que contrasta con su apariencia actual (lozano, con dos ojos y libre de cicatrices), así que no creo que esto suponga un problema serio (intenté demostrarlo con Ohgi en este epílogo).

Ya una vez elegido este final, decidí que los temas principales de la tercera parte serían la culpa y la redención y me aseguré de darle un momento catártico a cada uno de los personajes principales. Disfruté escribir y leer como aprendían ser mejores mientras cicatrizaban sus heridas; asimismo, me gustó ver cómo este final benefició a los arcos de Lelouch y Kallen. La historia finaliza en la misma galería de arte en que se conocieron Lelouch y Euphemia (y en donde Lelouch puso en marcha su plan) porque me gustan los finales circulares y allí tiene lugar una proposición de matrimonio cursi, porque yo soy un poco cursi (por si no lo notaste). Creo que este epílogo edulcorado fue el bálsamo que los lectores y yo necesitábamos después de frotarnos sal en la cortada a lo largo de 44 capítulos 3 prefacios.

Tal vez sea obvio, pero no me pidan que presenta el segundo final. Si estudian minuiciosamente estas notas de autor y vuelven a leer el fanfic desde el principio, se darán cuenta de que no solo tendría que cambiar el epílogo, sino el viaje entero de Lelouch y parte de la historia (porque las acciones de Lelouch tienen efecto en la historia y en los arcos de otros personajes) para que sea coherente la transformación de un Lelouch en un villano y sea satisfactorio un final absolutamente punitivo para él. Por ejemplo, en un final en que Lelouch está destinado a ser el villano y morir, no podemos ver a Lelouch confiar y apoyarse por fin en sus aliados ni ser honesto con Kallen, que fue algo que sucedió en esta ruta del Final Feliz. 

Seguramente algunos me preguntarán en comentarios si planeo escribir otro fanfic de Code Geass (en vez de comentar sobre la historia), con lo cual me veo a adelantarme y contestar por aquí: no lo haré. En este momento, mis prioridades son terminar la tesis, tener independencia y estabilidad económica y convertirme en una autora publicada. De hecho, deseo que mi tesis sea mi primera obra publicada con una historia y unos personajes totalmente míos. A lo sumo, podría escribir unos one-shots Kalulu (porque este ship se merece amor), pero no está entre mis prioridades ni sacrificaré mi descanso por eso. Además de que estoy bastante decepcionada del fandom de Code Geass y lo que Sunrise ha hecho con su propiedad internacional (sí, te hablo a ti, universo alternativo de mierda).

También ahora mi situación personal es algo delicada: vivo en Venezuela y si en su país informan adecuadamente, sabrán que aquí hay una dictadura dirigida por un narcogobierno desde hace tiempo y el 28 de julio se perpetró un fraude electoral que los venezolanos, junto a la oposición y la comunidad internacional (en especial los países de derecha, ya que, excepto Chile, todos los países de izquierda nos han abandonado deliberadamente porque nuestro gobierno es de izquierda), hemos denunciado, a lo que el gobierno estableció un terrorismo de estado. Incluso hace una semana hubo un golpe de estado. Me gustaría pensar que cuando lean estas notas de autor, hemos recuperado nuestra libertad y democracia, pero la cosa está complicada y todo lo que puedo hacer es atesorar mi esperanza. En parte es por eso que Code Geass es mi anime favorito, ya que me enseñó que tener esperanza y soñar con un futuro es importante en momentos duros y oscuros como en el que estoy viviendo.

Hablando de cosas menos tristes, a mí me haría ilusión retomar el proyecto de traducir este fanfic y hacer llegar esta historia a más gente, pero mi Beta Reader dejó el proyecto y la traductora me hizo ghosting, no creo que pueda continuar yo sola, por lo que se quedará como está. Nadie más que yo se lamenta del estado de abandono de la versión traducida del fic y no lo borro porque me causa dolor.

Acabada esta larga nota, procederé con la última ronda de preguntas: ¿qué piensan de la despedida y el cierre del arco narrativo de Suzaku? ¿Qué les pareció el legado que dejó? ¿Concuerdan con el discurso del Guilford? Basándonos en las palabras de Gino y la reaparición de Zero, ¿creen que Pendragón es ahora un sitio más justo tal y como soñaban Lelouch? ¿Piensan que es mejor que Zero desapareciera o sí era necesario que alguien más tomara el manto? ¿Encuentran justo el castigo de Schneizel? ¿Qué opinión tienen de mi Schneizel y su arco narrativo? ¿Tienen respuestas para las preguntas que él se planteó? En el epílogo presenté el resto de finales de personajes, ¿cuáles fueron sus favoritos? ¿Hubo uno que le sorprendió? ¿Les parece justo cómo terminó el asunto del Proyecto Geass? ¿Concuerdan con que el hermano de Kallen, Cera, Mao y el resto de personas secuestradas por este proyecto ultrasecreto recibieron justicia? ¿Los asombró descubrir que Lelouch no murió o siempre estuvieron seguros de que sobrevivió? ¿Qué piensan de las reflexiones de Lelouch sobre su padre y su hermano? ¿Qué les pareció el deseo de Lelouch? ¿Están de acuerdo con que Lelouch y Kallen se quedaron juntos o se debieron separar al final? ¿Encuentran justo el castigo de Lelouch? Si no es así, ¿cuál castigo consideran más adecuado? ¿Qué opinión tienen de mi Kallen y su arco? ¿Qué opinan de mi Lelouch y su arco? ¿Les gustó el final para Lelouch y Kallen? ¿Tuvo este fanfic un final satisfactorio y coherente? ¿Era el final que se merecía este fic? ¿Cumplí o superé sus expectativas? ¿Cuál fue su personaje y capítulo favoritos? ¿Disfrutaron el fanfic?

De todo corazón, muchísimas gracias a todos por darle una oportunidad a la historia y acompañar a mis personajes y a mí hasta el final.

¡Cuídense! ¡Besos en la cola!

PD: el fanart es un regalo hecho por una lectora que, a estas alturas, imagino que debió haber abandonado el fanfic.






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