Familias que esconden secretos

La luz me ciega al abrir la puerta, pero me mantengo firme aparentando que no me molesta. Me pongo una máscara de indiferencia para que no noten mi terror y entro en el saló para conocer a mi "familia".

Antes de poder siquiera saludar algo pasa por al lado de mi cara y noto como la mejilla me escuece. No me la tocaré, no pienso darle ese placer a quien lo haya hecho. Miro de un lado a otro de la sala para ver sus rostros y veo a una chica riendo mientras me observa, la fulmino con la mirada y su sonrisa de suficiencia desaparece rápidamente.

- Deberías tener cuidado con a quien enfadas, no te volveré a avisar.- me susurra Dray al oído.

- No necesito que me lo recuerdes, no soy estúpida. Sin embargo, no pienso dejar que se rían de mi tampoco.

- Si lo que quieres es suicidarte, haz lo que quieras.- Dicho esto se aleja de mí, se sitúa al lado de esa muchcha y le revuelve el pelo. Ella le muestra una cálida sonrisa mientras afila otro cuchillo. Creo que yo no le caeré tan bien.

- Bueno...- me aclaro la garganta y fijo mi mirada en un punto de la habitación para que mi máscara no caiga.- Quería presentarme, me llamo Sybannah y a partir de ahora compartiré casa con vosotros.

Oigo murmullos a mi alrededor que van creciendo por momentos hasta que alguien los acalla de golpe.

-Silencio.- dice firmemente mi "abuela". No deja lugar a las réplicas.

Me tenso ligeramente cuando se acerca a mí y me pone la mano en el hombro, pero una vez más me niego a parecer débil.
Le sonrío para intentar raspar las asperezas que creé yo misma. Y funciona.
Parece complacida ante este gesto y me lo devuelve. Se coloca a mi lado y mira fijamente a su familia. Nuestra familia.
Para que no me maten aquí, debo complacerla. Y ella lo sabe.

- Queridos míos. Ella es un miembro de nuestra familia y como tal, espero que la respetéis y cuidéis como a una más.- se gira y se dirige hacia la puerta para salir pero antes de eso dice unas palabras que me inquietan.- No quiero jueguecitos. Cualquiera que incumpla mis normas será castigado. Severamente.

No se a quien se dirige exactamente con ese último comentario, pero cuando observo a la gente de la sala y sus sonrisitas, me imagino que no me lo decía precisamente a mi.
Pero hay otra cosa que me inquieta más, en teoria no he llegado tarde así que no entiendo porque ella se ha ido si comer juntos es algo sagrado aquí.
Puede que haya algún problema que tenga que resolver con urgencia o que se encuentre mal o... ¡Basta!
Alejo todas esas ideas de mi cabeza y me centro en algo que se que quiere que haga. Socializar.
Camino con firmeza hacia la mesa donde esta la comida y me siento al lado de un hombretón de unos dos metros. Los más lejos posible de Dray y esa chica. No me apetece estar cerca de alguien que me ha lanzado algo para herirme.
- Hola, encantada.- le digo al hombre mientras no dejo de sonreír. Me mira con recelo durante unos segundos que se me hacen eternos y después se vuelve para su plato y sigue comiendo como si no le hubiera hablado. Genial, simplemente genial.
Bajo la cabeza avergonzada y me quedo mirando mis manos. No entiendo porque tengo que estar aquí cuando ni yo quiero ni los demás tampoco. Todos seríamos más felices si me dejaran largarme de una vez, para ellos volver a su burbuja elitista de psicópatas y para mi estar con la gente a la que aprecio.
La cara de Aiden me viene a la mente: su sonrisa cálida, su mirada cariñosa...
Reprimo las lágrimas y me obligo a ser fuerte. Si quiero salir de aquí debo hablar con ella sin hacerla enfadar, otra vez.
Justo cuando me voy a levantar, oigo una voz.
- Deberías empezar por comer. Eso seguro que ayuda.- Dray deposita una bandeja delante mío. La miro con extrañeza y antes de que mi primo pueda añadir algo más me alejo de él para ir a buscar mi propia comida.
- No necesito que me ayudes. Se cuidarme solita.- digo deliberadamente las palabras en alto para que la gente me oiga. Esto puede derivar en dos casos: que me odien más o que al fin se tomen mi existencia en serio. No sé que pasará, pero debía arriesgarme.
Regreso con mi bandeja al sitio en el que me había sentado antes para no tener que enfrentarme a más de mis familiares por hoy.
- Bruno.
Doy un pequeño bote, no me esperaba eso, el tono grave me ha sorprendido. Giro la cabeza hacia la fuente de esa voz y veo que ha sido el hombre que antes no me había contestado. Vuelve a estar comiendo y no me da indicios de querer seguir con la conversación, pero una sonrisa de triunfo se instala en mi cara.
Parece que con él ha funcionado, no sé si con los demás también pero esto es una victoria. Por muy diminuta que sea.

Horas más tarde, cuando estoy apunto de irme a dormir alguien, que imagino quien es, toca a mi puerta.
- No tengo ganas de hablar, déjame en paz, Dray.
- Creo que te confundes de persona.
Abro los ojos rápidamente y dirijo la mirada hacia la voz.
Se me para la respiración. Justo delante de la puerta hay alguien. Alguien con el que prefería no estar en un sitio cerrado. Además, es imposible entrar sin hacer ruido. No puede haberlo hecho sin que me diera cuenta.
Me incorporo y noto como el cuerpo se me va tensando lentamente. El pánico se apodera de mí, pero no puedo mostrarlo, no a ella.
- Perdone mi falta de respeto, abuela.
- No pasa nada querida. Todos cometemos errores.- Me muerdo la lengua para no preguntarle si incluso ella lo hace. Creo que no le haría mucha gracia.
- De acuerdo, gracias. ¿Puedo saber el motivo de su visita?
- Venía a charlar un poco. Me gustaría saber cosas sobre tí ya que no he tenido el placer de estar a tu lado durante tu infancia.
- Oh, pues... ¿Qué le gustaría saber?
- ¿Cómo has vivido con tu tía? Tengo curiosidad puesto que ella no es alguien de nuestra familia directamente.
- Bastante bien, creo. Me ha estado entrenando para ser parte de vuestra familia. Así que ha hecho su trabajo.
- Me refería a cómo ha sido su actitud hacia tí.
Noto como el sudor empieza a deslizarse por mi rostro. Me estoy poniendo nerviosa, no sé que debería responder. Tengo la sensación de que con cada pregunta me está analizando, quiere saber si soy de fiar o no. Me está sometiendo a mucha presión y lo hace a sabiendas. Bajo la dulzura de su voz se esconde la naturaleza de su visita. Además de saber mis intenciones, busca caerme bien, que confíe en ella. Pero no lo haré, no pienso caer en sus redes.
Y entonces respondo lo único que sé que no podrá recriminarme: la verdad.
- Si te soy sincera, me ha tratado mal desde que mis padres murieron. Me he sentido rechazada y odiada infinidad de veces pero eso también me ha ayudado a ser más fuerte.
- Pobrecita mía... Has debido sufrir mucho. Pero tranquila nosotros te cuidaremos.
- ¿Seguro?- la pregunta se ha escapado por mis labios antes de que pudiera impedirlo.
- Pues claro que sí.- su voz se va agudizando y cada vez se oye más fuerte.- ¿Estás insinuando algo?
- No, me refería a que, en usted confío pero no parece que los demás me tengan mucha empatía...
- Oh, ya se irán acostumbrando a tí. Rara vez viene alguien nuevo aquí así que no saben como comportarse.- se ha relajado y eso me tranquiliza. Aunque du bipolaridad me puede traer problemas, debo ser cuidadosa.
- Eso espero. Me gustaría llevarme bien con todos.- sonrío deseando que se crea mis palabras. Nunca he sido buena mintiendo, siempre se me ha notado en la cara lo que siento pero para mi suerte mi abuela no es de las que te miran directamente a los ojos a menos que quieran intimidarte.
Es de esa gente que tiene demasiados secretos que no puede ni quiere contar.
- Y yo que lo hagas, querida.- Dicho esto se despide de mí y se va por donde ha venido.
Como esperaba no era la visita cordial que me quería hacer creer. Todos sus movimientos son calculados, incluso el aleteo de sus pestañas. Y eso me asusta. Nunca he sabido como tratar con la gente como ella, por eso mi tía me mangoneaba como quería. Me intimidan de una manera a la que no le encuentro explicación, no tengo un motivo para ello.
Recuerda.
Esa palabra resuena en mi cabeza y antes de que pueda darme cuenta también la estoy diciendo yo en voz alta.
- ¿Qué recuerde el que? ¿Has sido tú? ¿Cordelia?
- No, he sido yo.- un niño me mira fijamente. Al principio pienso que es alguien de la familia pero no tardo en recordar su rostro.
Los ojos del pequeño que antaño habían sido azules ahora brillan con un color carmesí que me recuerda a los míos.- ¿Pensaste que con no pensar en ello u olvidarte de todo podrías escapar? ¿Qué tal si tratas de pensar en algún recuerdo de cuando tenías cinco años? No puedes, ¿verdad? Recuerda quién eres Sybannah.
Le miro asustada, han vuelto las pesadillas. A su lado van apareciendo uno a uno fantamas del pasado. Se acercan, me tocan, me susurran mis pecados, quieren que les devuelva la vida que les quite.
Pero no puedo.
Empiezo a temblar violentamente, quiero salir de aquí, que se vayan, que me dejen tranquila.
Pero no lo harán.

Ups, esta vez no llegué a tiempo para parar sus visiones. De un manotazo hago desaparecer a todas las visiones y suspiro. Debería dejar de ser tan estúpida y comenzar a olvidar a toda esta gente sin importancia. Es un dolor de muelas salir cada vez que le da un ataque de arrepentimiento.
Sin embargo, en esta ocasión ha sido distinto, su subconsciente quiere recordar su pasado.
No se hasta que punto eso es bueno pero si ella lo ha querido, sería malo no ayudarla ¿no?
Estiro los músculos y me dirijo a los pasillos. Es hora de buscar a alguien.

Cuando la encuentro mi sonrisa se amplía enormemente. Su olor a rata es incomfundible.
Toso para que se gire hacia mí y me aclaro la garganta.
Lo siento Syb, tocan problemas.
- Perdona. ¿Me podrías decir dónde está la habitación de Dray?
- ¿Por qué debería?
- Porque te lo estoy pidiendo educadamente aun sabiendo que has sido tú quien me ha tirado el cuchillo antes.
- No sa-
- No me vengas con excusas, lo sé y punto. Deja de hacerte la inocente y ahórranos tiempo a las dos.- Odio que la gente me trate como si fuera idiota, deberías aprender de mi Syb.
- Como sea. No tengo porque decirte nada.
- Oh, entiendo. Estas celosa porque tu principe azul tiene a otra princesa. ¿Te pensabas que te haría caso alguna vez? Já, primero deberías arreglarte esa cara, no creo que nadie se fije en tí como estas ahora.- Pobrecita, me da lástima y todo.
- ¿Q-qué estás diciendo? ¿De qué hablas?
- No de qué, sinó de quién. Me refiero a tu preciado Dray. Nunca dejarás de ser una don nadie para él.- El color se le sube a las mejillas y veo como la furia se va apoderando de ella. Perfecto.
- ¿ Y tú que sabes? ¿Te crees que porque te haya ido a buscar eres alguien especial? Te desprecia.
- ¿Segura? ¿A ti alguna vez te ha dado la mano? ¿Te ha protegido? ¿Te ha ayudado? Lo dudo. Ni siquiera te mira cuando le hablas.
- ¡Cállate! ¡No sabes nada!- Se va acercando a mí rápidamente. Su cara está tan roja que eclipsa el color de su pelo y los ojos se le salen de las órbitas.
- ¿Sabes? Me das pena, pero tranquila algún día encontrarás otra cucaracha con la que estar. Ahora si me permites voy a seguir buscando.- Me doy la espalda y oigo como su puño rasga el aire que hay entre ella y yo. Antes de que impacte, la esquivo. Al fallar el objetivo se desestabiliza y aprovecho para darle un rodillazo en el estómago. Se me escapa una risita y sonrío. Es demasiado divertido jugar con la gente.
Cae al suelo con la respiración entecortada pero aún así intenta levantarse. Que pesada. Cuando se está incorporando le pego una patada en la cara y se queda inconsciente en el frío mármol. A ver si aprende a rendirse a tiempo.
Rebusco entre sus ropas y cojo un cuchillo que tenía escondido en la chaqueta. Lo noté cuando le di con la rodilla. Me viene genial ahora mismo.
Cojo el mango fuertemente y me lo clavo en la barriga. Noto como el metal desgarra y siento placer. No me canso de esta sensación.
Me lo saco de golpe y me hago unos pequeños cortes en los brazos y la cara.
Pongo el arma en sus manos y las mancho con mi sangre.
Una vez hecho esto me dirijo hacia la habitación de ese inútil para que me vea.
Golpeo la puerta con las pocas fuerzas que le quedan al cuerpo y espero que abra. Estúpido cuerpo, no puede aguantar la pérdida de un poco de sanhre.
-A-a-ayuda Dray... Te necesito.- Justo cuando aparece, me precipito hacia adelante y me desmayo.

Me despierto en una habitación que no es la mía. Intento moverme pero al hacerlo un fuerte dolor en la barriga me detiene. Miro el foco de mi sufrimiento y ve que unas vendas me recorren todo el estómago. ¿Qué me ha pasado?
Giro la cabeza y veo a Dray durmiendo en una silla a mi lado. ¿Estoy en su habitación?
Recorro toda la sala con la mirada y nada me da una pista de que lo sea. Es tan... impersonal. Las paredes son blancas y sin contar la cama, solo hay tres muebles más: Una cómoda, una estanteria con libros y un escritorio. Todos de un tono azul claro que no pega con su personalidad.
Emito un quejido al intentar levantarme y eso le despierta.
- Buenos días.
- Hola.
- ¿Me puedes decir que me ha pasado?
- Deberías saberlo bien.
- Pues no lo sé, así que dímelo.- no entiendo nada, no puedo recordar.
- Te peleaste con Regina y acabaste un poco peor que ella.
- ¿Regina? ¿Quién es?
- Pelirroja con ojos marrones. De constitución delgada.
- ¿Te refieres a la que me tiro el cuchillo?
- Esa misma.- dice sin un rastro de duda o compasión.
- ¿Y por qué me pelearía con ella? Ni siquiera recuerdo que hayamos mantenido una sola conversación.
- Seguramente no te acuerdas por la pérdida de sangre.
- No lo creo. Mi último recuerdo es en mi habita-. Espera, estaba teniendo unas pesadillas y de pronto me desmayé.- Cordelia. Ha sido ella.
- Es plausible, pero en ese caso dirás que Regina te atacó y tú te intentaste defender.- otra vez esa frialdad. ¿Cómo puede hablar así?
- Pero, no sé si pasó así.
- Miente. Si descubren tu secreto te matarán.
- ¡Pero ella se meterá en lios! Además... nadie me creerá.
- Lo harán, todos saben cuan inestable es Regina.
- ¿Y por qué me ayudas? ¿No es ella tu familia y amiga?
- Ella no es nada mío.
- Pe- Antes de que pueda responder se levanta de la silla y se va. No le entiendo. Me odia, me protege, me desprecia, me ayuda... Cada vez todo es más confuso. No comprendo nada, y eso me empieza a molestar.









Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top