Cocoa en una taza.

Black empezó a tararear. Flug se movía al compás de la música y ambos reían bobamente.

La taza humeante de cocoa que era sostenida por el Doctor no era ni más ni menos que un experimento. Esta taza tenía su propia gravedad interior, pero se veía afectada por el exterior; en otras palabras, Flug podía tomar cocoa mientras flotaba en la habitación.

El dispositivo antigravitacional no fue tan malo después de todo, podían bailar en aire, distraer a sus enemigos e incluso esconderse de Demencia o 5.0.5 para hacerles bromas o darles sorpresas.

Flug se dirige a Black Hat y le sonríe. — No sabe cuanto me alegra que todo salió perfecto y la flor fétida murió justo al amarrarse a usted jefecito... — El demonio tomó a Flug por su cadera y juntó sus narices, su azul sonrisa en su rostro.

— Es una lástima que nadie puede saber. — Susurra en el oído de su acompañante, moviéndose con delicadeza para quedar atrás de Flug para abrazarlo. Puede sentir como su amado tiembla ligeramente, sabe que, así como aprendió a amar su grave voz, esta sigue dando miedo a cualquier ser remotamente normal.

Black Hat sigue siendo la clase de ser qur grita a los cuatro vientos que algo era suyo, ¿Cómo no presumir al doctor Flug?

Flug se recarga en el hombro de su pareja y suspira, está seguro de que si fueran gatos ambos estarían ronroneando.

— Black. — Lo llama, ve con el rabillo del ojo que Black Hat lo invita a seguir y su aliento cálido le hace cosquillas. — Me alegra haberlo- no, haberte conocido.

Es algo pequeño. Diminuto, pero para ambos significa mucho. Cada pequeño paso en su relación. Cada gran avance en su peculiar amor.

El demonio ríe, volviendo a hacer temblar al menor, toma su mano con cariño y sonríe suavemente.

— No existe mejor complemento. — Murmura el más alto, reposando su cabeza en el hombro de su amado. Flug alza la bolsa que cubre su cabeza y le da un sorbo a su taza, Black hat sigue tarareando, disfrutando el momento.

Era raro, al inició Flug llegó con miedo y sin querer hacer inventos que contribuyeran al mal.

Eventualmente, logró "motivarlo" (Con gritos y amenazas) a cooperar. El científico empezó a entender el por qué Black Hat odiaba a los héroes.

Eventualmente, empezó a hacer inventos sin que Black Hat interviniera. Se sentía feliz de que, a final de cuentas, se abrió al demonio. Le contó por qué hizo un trato con él, por qué llegó a comprender el motivo detrás de la organización, por qué de vez en cuando se divertía con cosas malignas o simples.

Black empezó a admirar al doctor. Su ingenio, su creatividad, su cariño, su compasión, su lógica.

Black empezó a ver que, si bien a veces era cobarde o se rendía, jamás se echaba para atrás. Flug mantenía la cabeza en alto y hablaba lo que pasaba por su cabeza.

Tenía que admitirlo, cuando llegó 5.0.5 estaba muy enojado con Flug, la meta era que el oso se viera adorable y fuera una máquina asesina en el interior, estuvo varios meses en el catálogo, Black Hat estaba desesperado y quería deshacerse de él experimento.

Pero Flug volvía a ser el mismo de antes (Antes del contrato) cuando acariciaba al animalito, cuando le trataba como su hijo y le enseñaba todo aquello que necesitara saber.

Fue lento, fue tortuoso, fue agotador en todos los sentidos. Pero, un día, después de demasiados años de trabajar juntos. Se confesaron quererse.

Black Hat dio el primer paso. Flug, inseguro de si era verdad o un (próximamente) hiriente juego, admitió que también lo amaba.

A veces hacían cosas estúpidas juntos, como pintarse el rostro o escribir frases estúpidamente románticas. Todo gracias a ese curioso día en Navidad:

Ese día en el que se prometieron amarse de hoy hasta el infinito, admirarse y respetarse sin importar qué, estar al lado del otro. Y, a veces, Flug olvidaba que aquello que era dicho y hecho frente a las cámaras era sólo un acto.

Black Hat le recordaba en momentos como aquél en el que flotaban, bailando, riendo, y amando, que lo que veían otros frente a la cámara era lo mismo que se leía en obras de ficción.

Así como el miedo o desprecio que se tenían, poco a poco, la cocoa en la taza de Flug se fue acabando. Entre sorbos del humano y del demonio. Calentando sus corazones y mejorando su día a día.

— ¿Sabes, Flug? ... Somos perfectos. — Mariposas revolotearon en el estómago del científico, había sido herido tanto tiempo por tanta gente... Se sentía bien escuchar palabras de cariño de parte de alguien a quien amaba.

Se sentía tan bien creerlo.

Un sándwich de jalea con mantequilla de maní pasó flotando, ambos empezaron a reír. Cuando hicieron el corto del sándwich ya habían empezado su relación, no había nada a lo que Flug le tuviera miedo. No se podía ni imaginar temerle a Black Hat. No después de tanto tiempo juntos.

— Somos los dos perfectos. — Respondió Flug con cariño.

Dejó ir la taza (ahora vacía) de cocoa, Black hat tomó suavemente su mano, sorprendiendo un poco al doctor, retiró los guantes amarillos del contrario y, tomando su dedo anular, deslizó con cuidado un anillo.

El oro era Negro y el diamante era blanco. Un contraste que se veía sorprendentemente bien. Como ellos.

Blanco y azul, delicadamente revuelto con Negro y rojo.

— ¿Black Hat tú?... — El corazón del menor se agitó. Su respiración se aceleró y todos esos químicos que dictan que te has enamorado fluían por todo su cuerpo.

El demonio sólo sonrió. Flug ya no tembló. No daba miedo. Sólo irradiaba un gran cariño.

Flug jamás se sintió tan bien.

Inmediatamente "saltó" hacia su, actualmente, prometido. Pequeños grititos escapando por sus labios  "¡Si, si, sí, sí, sí!".

El demonio, su demonio, ni cortó ni perezoso le tomó sus coloradas mejillas y lo besó.

Sabían que tendrían un final feliz.

Al unísono, lo dijeron.

"Te amo".

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