02 - Sunhye
Sunhye.
—Aigo, estoy muerta —dije llegando a la barra y dejando mi bolso encima de esta mientras veía a Hoseok limpiar los vasos mientras me miraba llegar.
—¿Te está yendo bien en el curso de Diseño? —me preguntó nada más me senté hacia él.
—Ahí bien, pero es algo difícil mantener dos responsabilidades a la vez que prácticamente consumen toda mi energía —contesté poniendo mi rostro encima de la palma de mi mano mientras el codo descansaba sobre el cristal de la barra.
—Sabes que puedes dejar uno de ellos —me dijo y yo alcé una ceja —Me refiero al de stripper, el de puta te da más ganancias —sonrió y yo no pude aguantar reir con su comentario estúpido.
El término "puta" ya no era una ofensa para mi de primer grado, más que eso, era mi trabajo, uno el cual no era que estuviera el cien por ciento orgullosa pero extrañamente no me desagradaba, acostarme con hombres millonarios no era desagradable, a menos que uno quisiera cumplir fetiches raros y asquerosos conmigo y sea un asqueroso físicamente, pero por lo demás, me habían tocado chicos bastante decentes que padecían de un bolsillo lleno de dinero.
—Hobi, me gustan ambos, y ambos me dan muchísima ganancia, no como tú, que aún vives en una mierda de departamento en vez de haber aceptado mi propuesta de venir a vivir conmigo en Gangnam —le dije ladeando mi cabeza en señal de que se diera cuenta de que perdió la oportunidad de su vida de vivir en algo mejor.
El tener dos trabajos que requerían bastante esfuerzo con tu cuerpo (puta y stripper se diría vulgarmente) me proporcionaba bastante dinero, el cual podía gestionar de manera acertada y ya vivía en un buen departamento en un edificio en Gangnam, una de las mejores zonas de Seul, pero sabía porqué él no le había agradado la idea de venir a vivir conmigo, claramente no quería ser el tercero en mi trabajo.
—Hye, ¿se te olvida que llevas a los hombres a tu "Cuarto del placer"? No gracias, a mi me gustan las noches tranquilas —bufé al verlo hacer las comillas al nombrar la habitación que usaba cuando tenía trabajo.
El Cuarto del placer, en mi departamento, era una habitación preparada para todo tipo de placer, ahí había de todo, Namjoon me había ayudado a comprarlo todo, ya sea vibradores de todo tipo, satysfier, dildos, plug, esposas, cuerdas, barra espaciadora, disfraces de diferentes animalitos los cuales yo usaba para verme sexy y muchas cosas más que incluso no recordaba, todo para satisfacer al cliente, porque mi trabajo no era el de una prostituta de cuarta, era de las caras y de los mejores.
—Hoba, no todos los días tengo trabajo, también tengo trabajo en el club todas las noches sin descanso, la mayoría de las veces esos trabajos los hago los sábado, nunca más de uno —añadí.
Pero Hoseok ya me había dicho que no, solo sentía la necesidad de explicarle aquello.
Me gustaba más bailar como Stripper en el club que hacer ese tipo trabajos fuera de aquí, aunque Namjoon (dueño del local, mi jefe y un tipo hermoso por donde lo mirases) me había dicho que: hombre que salga del club para mi otro trabajo, el treinta por ciento de las ganancias tenían que ir para él. Nam era un tipo inteligente y nunca iba a perder, a veces me preguntaba cómo había acabado siendo dueño de un club de strippers teniendo un cerebro tan sexy y privilegiado, luego me acuerdo que son ironías de la vida y se me pasa.
La cuestión es que estaba tomando un curso los domingos para la carrera de diseño y llevar varias responsabilidades me estaba consumiendo poco a poco y lo decía de la manera literal, estaba demasiado cansada, anoche el club había cerrado a las cuatro de la mañana y yo tuve que levantarme a las siete, solo tres míseras horas de sueño y luego había que venir para las clases de baile con la señora Choi, y yo que pensé que la vida de strippers era fácil (y lo pienso en el buen sentido)
—Lo que sea, Hye, cremallera en boca que viene don Cerebro privilegiado —sonreí y ni siquiera me moví a pesar de que sentía las pisadas de Nam detrás de mi acercándose.
—Jung, ponme un jugo de naranja, por favor —pidió nuestro jefe y yo me giré en el taburete movible solo para quedar de frente a Nam.
Namjoon estaba fornido (bastante diría yo) y unido a su cerebro hermoso y precioso eran un conjunto que haría volar las bragas de cualquier chica (e incluso de los chicos) pero él no salía mucho de su oficina, siempre encerrado leyendo mientras acá bajo explotaba la fiesta, su negocio, sus reglas, de todos modos ya era millonario y los males hechos los pagaba el responsable, no él, Namjoon para un trabajo como este era bastante relajado y despreocupado, solo movía su dedos para sujetar y hojear el libro que trajese en la mano; aún así, cuidaba mucho a sus trabajadores especialmente de sus bailarinas ya que eran las que más ganancia le daban, y Nam era un tío correcto y con principio, y el "no se golpea a una dama" está en ellos, por eso había elegido trabajar en Hot Sinners.
—¿Cómo estás, hombre sexy? —sonreí coqueta para provocarlo y Nam solo me siguió la corriente sonriendo de la misma manera.
—Bien, tomando algo, ¿y tú, guapa? —quise reírme en su cara porque el papel de chulito no le quedaba para nada, pero me contuve solo para continuar.
—Normal, con ganas de irme a la cama contigo, tengo buenas ofertas —lo pinché pasando uno de mis pies por el largo de su pierna hasta llegar a su cintura. Cogió el jugo de naranjas que Hoseok le había hecho negando de un lado a otro.
—Por desgracia tus dotes de seducción no sirven conmigo porque las he visto demasiadas veces —sonreí apartando mi pierna y volviendo a ponerme cómo antes —¿Estás cansada? Te veo unas ojeras horribles que ni el maquillaje podrá tapar —me examinó el rostro desde cerca y yo chasque la lengua.
—Consecuencias de tener trabajo por la noche y un curso por el día, supongo —me encogí de hombro.
—Si quieres puedo excluirte de la clase de Choi hoy —me dijo y yo lo miré como si tuviera delante un ángel de la guarda que velaba por mi.
—¿En serio, Nam, harías eso por mi? —pregunté y podía poner la mano en el fuego asegurando que los ojos me brillaban de esperanza.
—Solo porque trabajas para mi y no quiero que te aparezcas cansada aquí, solo eso —me dijo para que yo no regodearme de su buen corazón de oro, que sabía que si era así, solo se estaba haciendo un poco el duro.
—Muchas gracias cerebro sexy, te adoro —sujeté su rostro entre mis manos y Nam se quedó de piedra cuando le dejé un beso sonoro en sus labios.
Ya lo hacia con otros hombres, qué más daba darle un beso a Nam, además, este era de agradecimiento desde el corazón. Pero Nam se había quedado más tieso que una estatua y totalmente mudo, y eso ya era alarmante porque Nam siempre tenía qué decir.
Ignoré que se hubiera quedado en trance para despedirme de Hobi con una sonrisa feliz de que me podía ir a dormir por fin y luego salir del club.
El club por el día siempre estaba cerrado, mayormente aprovechábamos las mañanas para entrenar, dormir y dar clases de baile de pole dance con la señora Choi, pero por día que me ausentase no iba a bajar mi rendimiento, de todos modos ya yo llevaba dos años haciendo lo mismo y era bastante buena.
Cuando salí del club, e iba a hacerle seña a un taxi, mi teléfono comenzó a sonar. Saqué este del bolso que colgaba de mi hombro y fruncí el ceño al ser un número desconocido. Me debatí entre cogerlo o no porque claramente cuando me llamaban números desconocidos era porque un hombre nuevo había entrado a mi catálogo, leído lo esencial en la página web del club y se había decidido por llamarme para planear cita. Al final terminé contestando porque era mi trabajo.
—Diga —contesté.
—¿Usted es, Sung Sunhye? —preguntó una voz gruesa pero bastante tímida a mi parecer.
—Para servirle —le dije con mi monótono tono de voz que utilizaba para un cliente.
—Estuve mirando su catálogo en la página web del Hot Sinners y me decidí por llamarla, ¿usted cree que pueda hacer una cita? —preguntó, parecía un poco inseguro de si preguntar o no y me aseguré de que era un novato en esto y que necesitaba matar las ganas. Ya tenía un poco de experiencia en chicos como él.
—Claro, podemos reunirnos mañana a las cuatro para debatir mis reglas y peticiones del cliente, ¿le parece bien a esa hora? —inquirí haciéndole seña a un taxi.
—Si, está bien, ¿en donde será? —era un chico que por su voz le podía asegurar la misma edad que yo, pero estaba un poco nervioso e inseguro de solo hablar conmigo.
—¿Te parece si en una cafetería llamada Sweet coffee justo al frente del Hot sinners? —propuse mientras un taxi se detenía delante de mi y yo me adentraba en él.
—Vale, está bien —ni siquiera un "ahí estaré" cómo todos, se notaba bastante nervioso.
—Que tenga lindo día —y colgué.
Antes de una noche de sexo con un cliente, solía reunirme con ellos para asegurar mis reglas de seguridad física y psicológica, además de una serie de escenarios, juguetes, fetiches, costumbres, posturas y ropa que mi cliente desearía cumplir, los años de experiencias me habían hecho ser...diferente en este aspecto, y no todos los hombres podían pagar por mi.
Y un nuevo cliente había llamado y solicitados mis servicios.
(•••)
Holaaa! ¿Cómo están?
Espero que bien, hoy no tengo mucho que decir y nada que preguntar.
Así que espero que les haya gustado el capítulo y que nos vemos.
Lxs sarangheo❤
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