Tu recuerdo (Silver x Kreese)
Terry
Kreese le dio un abrazo y palmeo su espalda. Terry sentía que la había fallado a su mejor amigo y John trataba de consolarlo.
─ Te daré un momento, estaré en el dojo y luego iré contigo a casa. ─ Terry asintió y Kreese se despidió a lo lejos.
Silver llegó a casa, pidió a Margaret prepara el favorito de John y espero sentado en uno de los grandes sofás.
─ Señor Silver, estoy listo para irme. ─ Mike dejó la maleta sobre el piso. ─ Gracias por todo.
─ No tienes que irte tan pronto, quédate esta noche y mañana a primera hora te llevara al aeropuerto.
─ Aprecio su oferta, pero creo que es mejor si me voy ahora.
─ Bien. ─ Terry estiró el brazo hasta un mueble, abrió la puerta y sacó un fajo de billetes. ─ Tómalo como un extra por todo tu tiempo.
─ Gracias señor. ─ Mike guardó el dinero. ─ Margaret, dile al chofer que el señor Barnes necesita ir al aeropuerto.
─ Enseguida.
Mike se marchó y de nuevo la gran casa quedo en silencio, un silencio bastante desalentador. Terry continúo esperando toda la noche y todo el día siguiente. Los minutos se convirtieron en horas, las horas en días y los días en 2 meses. Terry se dio por vencido, John lo había abandonado.
Sin ánimo camino hasta el baño a buscar lo único que lo mantenía con la energía suficiente para vivir.
Pronto sintió la euforia recorriendo por todo su cuerpo, la música en alto volumen cubría a la débil voz en su cabeza advirtiéndole del daño que se estaba haciendo. De pronto todo se volvió borro, lo único que pudo ver antes de caer fue sangre goteando por su nariz manchando la pulcra bata blanca de seda.
Silver
El doctor menciono las dos palabras que tanto temía oír, Rehabilitación y terapia.
Terry aceptó el folleto de la Clínica de Valle.
Permitieron que fuera a casa para que pudiera cumplir con sus pendientes.
─ Margaret, me ausentare unos meses y mientras no estoy necesito que te hagas cargo de unos asuntos importantes.
─ Claro señor, puede confiar en que hare las cosas tal como lo ordene.
─ Lo sé. ─ Primero quiero que busques un nuevo lugar, algo que sea más iluminado, con mucho espacio, pero no tan grande. En cuanto lo tengas organiza la mudanza, en la clínica solo autorizare tus llamas así que únicamente te comunicaras conmigo para decirme cuando me enviaras los papeles de la compra para firmar.
─ ¿Y que pasara con esta casa?
─ Véndela a un costo que beneficie al comprador y a mí. Los negocios se quedarán a cargo de un pariente lejano, cuida que no haga tonterías.
─ ¿Eso sería todo? ─ Terry pensó en que hacer en caso que John volviera, pero prefirió no hacerlo, daba igual porque muy dentro de él sabia que Kreese no volvería.
John
Caminaba por las calles frías de Nueva York, metió las manos a las bolsas del abrigo con la esperanza de calentarse un poco más.
Kreese amaba vivir en el Valle, era un lugar con poco bullicio, perfecto para pensar en cualquier parque o a la orilla del mar.
Aun teniendo todo lo que quería ahí, de repente se vio comprando un boleto de autobús al sitio donde fuera menos probable que lo encontraran.
En todos estos años nunca se detuvo a pensar en las razones de su inesperada partida, tal vez fue la vergüenza de perder o darse cuenta que no quedaba rastro del dulce Terry que conoció y todo por culpa suya.
Ramita, como le decían los demás, era un joven sonriente y tímido. No recuerda exactamente cómo lo conoció, pero nunca olvidaría sus malos chistes que siempre lo hacían reír después de un día terrible, la manera en que Terry se escondía tras él cuando el capitán buscaba a una víctima para su demostración de karate y el brillo en sus ojos al ofrecerse en lugar de Terry para pelear.
Pero ramita no estaba más, lo había matado para reemplazarlo con un hombre que jalaría el gatillo solo por él.
En algún lugar de su mente desaparecer fue buena idea, tenía la esperanza de que su ausencia fuera de gran ayuda para que Terry volviera ser la persona tan buena y pura que debió ser.
Kreese
Tomo la toalla y seco su rostro. Al descubrirse la cara recibió un reclamo de su reflejo, diez años y se veía 20 años mayor. Nunca imaginó que los demonios de su pasado lo arruinasen tanto en tan poco tiempo.
Su vista se dirigió al tatuaje en su brazo y sonrió amargamente. Frente a él la imagen de dos jóvenes recién llegados de la guerra se hizo presente.
John revisaba con detalle su nuevo tatuaje, escucho que Terry se quejaba por el dolor y le aconsejó que simplemente lo ignorará.
El ruido de la máquina paró y Terry se colocó junto a él inspeccionando el tatuaje. "No puedo hacerlo sin ti" le dijo un día. Kreese nunca mintió al decirle aquellas palabras, lo sabe porque a veces no sabía cómo ha podido vivir tanto sin Terry a su lado dándole fuerza para continuar.
Estampa su puño contra el espejo y la piel no tarda en cubrirse de sangre.
No presta atención al dolor, toma las llaves y se abriga con el primer suéter que ve en el perchero. Solo quiere salir de ahí, odia recordar el pasado porque sabe que no puede volver para hacerlo todo diferente.
Es de noche en la ciudad que nunca duerme, ve a gente caminando, comprando y parejas agarradas de las manos. No puede evitar preguntarse cómo sería entrelazar sus manos con Terry mientras caminan entre luces, canciones y risas.
John no puede más, se abre paso entre la gente y espera a que los autos arranquen.
LaRusso
Johnny le da un beso esquimal, ríe un poco al sentir la fría nariz de su novio sobre la suya. El ojiazul promete volver pronto con la comida y Daniel espera en una de las mesas.
Suspira y observa a su alrededor. De pronto ve pasar a un tipo a su lado, el aire abandona sus pulmones y en un leve susurro pronuncia "Kreese". El recuerdo del señor Miyagi haciéndolo sangrar se hace presente cuando ve un rastro de líquido color rojo proveniente de la mano del ex sensei del rubio.
Trata de no perderlo de vista, le dice a Johnny que irá al sanitario para no preocuparlo y sigue al hombre.
Lo descubre viendo el semáforo y luego a los autos, las alertas se encienden cuando ve las luces parpadear y a Kreese dando un paso al frente.
Empuja a la gente al mismo tiempo que se disculpa, estira el brazo y logra tirar a John al piso.
Lawrence
Gracias a que Daniel lo obligó a tomar la clase de primeros auxilios pudo contener el sangrado en lo que llegaban al hospital.
─ No somo débiles, nos lo decía todo el tiempo. ─ Y John no pudo sentirse peor. Lastimó al muchacho y Johnny todavía se preocupaba por mantenerlo con vida. ¿Por qué siempre lastima a la gente que lo rodea?
Fueron recibidos en la entrada, Kreese se mantuvo despierto hasta que lo subieron a la camilla, luego de eso cerró los ojos esperando que el dolor desapareciera.
Cheyenne
Cheyenne corre a la habitación de Terry, tal como lo ha estado haciendo los últimos 10 años.
─ Es un sueño, despierta. ─ Lo mueve y Terry deja de gritar para darle paso a las lágrimas.
─ Él moría, Cheyenne.
─ Fue solo una pesadilla. ─ Acarició la pelinegra cabellera.
─ Tengo que encontrarlo.
─ Ey. ─ Lo toma por el rostro y trata de encontrar su mirada. ─ John está bien y cuando crea estar listo para volver lo hará, pero tu tienes que seguir no puedes detenerte por él.
Alguien toco el timbre con insistencia. Ambos vieron el reloj al mismo tiempo, ¿Quién sería a tan altas horas de la noche?
─ Tranquilo, iré a ver quien es y aprovechare para prepararte un té.
─ Gracias, no sé qué haría sin ti.
Danielito
─ Es sobre John Kreese. ─ Cheyenne abrió más los ojos y le permitió pasar.
─ Sube la escalera primer cuarto a la derecha.
─ Gracias. ─ Daniel corre con desesperación y se detiene frente a la puerta.
"Terry no va a lastimarte, es momento de enfrentar tu miedo" Se repite así mismo para darse valor.
─ Silver. ─ El mayor no puede creer que sea Daniel ¿Una pesadilla más? No la iba a soportar. ─ Kreese te necesita.
Ramita y Johnny (Kreese)
Terry leía un libro esperando a que John despertara.
El doctor había dicho que Kreese tenía cortes en los nudillos y en la muñeca, de no ser por Lawrence .... Ni siquiera podía pensar en eso.
─ ¿Terry? ─ El nombrado dejo el libro un lado y sonrió.
─ Al fin despiertas, no vuelvas a asustarnos de esa forma. ¿Sabes cuanto me preocupe cuando Daniel llegó a avisarme que casi mueres?
─ ¿LaRusso?
─ Sí, él y Johnny te trajeron al hospital. Dijeron que los reconociste y pediste ayuda porque tuviste un accidente con el espejo. ─ Kreese les agradecería más tarde por no mencionar el mediocre intento de acabar con su vida.
─ Perdón.
─ Shh, no te esfuerces. No hay nada que perdonar.
─ ¿Me llevaras de vuelta al Valle?
─ Solo si así lo quieres.
─ Lo he deseado por años. ─ El más alto juntas sus frentes.
─ Te quiero Johnny.
─ Te quiero Ramita.
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Mi primer Silver x Kreese, espero haberlo escrito decentemente.
¿Qué pareja les gustaría que fuera la próxima?
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