Epílogo: Para vivir sin secretos.
Disclaimer: Spy x Family no me pertenece. Las imágenes empleadas en esta historia tampoco me pertenecen.
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Epílogo.
Sentía el corazón en la boca y el aire frío agolpándose en la frente, mientras trataba de mantener la serenidad y apresurar el paso hacia su destino. No había calculado que todo se daría de esa manera abrupta; sin embargo, este era su objetivo desde que comenzó aquella travesía y, a la par que le tranquilizaba ese hecho, le aterraba las posibles consecuencias inmediatas que ello acarrearía. Tenía que acelerar, definitivamente, e irse del lugar hasta que las cosas se calmaran y no hubiera el mínimo riesgo. Era eso o su tranquilidad podría irse a la borda, como también todo lo que logró durante esos más de dos años.
Twilight, adoptando el personaje de Loid Forger, intentó mantener la apariencia de una persona normal que tenía prisa por llegar a un punto, en aras de disimular la intranquilidad que recorría su ser y no alertar lo que en breve estallará y causará conmoción en la nación. Cumplió con avisarle a Handler, confiaba en que lo que le dijo la mujer sobre encargarse de ahora en delante de lo que continuaba de la Operación Strix. Después de todo, él hizo mucho. Finalmente, luego de dos años y medio inmerso en la misión más importante y de mayor impacto en toda su carrera, alcanzó los objetivos planteados, luego del minucioso trabajo en el que se embarcó desde hace unas semanas, cuando el panorama fue más claro, las pistas más evidentes y la conspiración que se gestaba en Ostania tenía un autor intelectual reconocido.
Solo bastó con juntar las piezas y atacar, decidido, bajo la sombra y manteniendo su estilo de trabajo pulcro para que, en esos momentos, en la residencia perteneciente al Partido de Unidad Nacional se haya armado una revuelta y estén cayendo varios de los implicados. Siguió su instinto de protección, colaboró con lo suficiente y se enrumbó a cumplir con los objetivos personales que se fijó desde hace un año y que no iba a faltar, siendo de igual peso.
El rubio exhaló profusamente al llegar a la puerta del condominio en el que vivió todo ese tiempo, antes de adentrarse raudamente y subir las escaleras a zancadas, dirigiéndose al piso en el que estaba ubicado su departamento. Parecía todo en orden, tranquilo, pero eso no significaba que estaba todo así en su hogar, todo podría pasar y nadie se daría cuenta. Detestó que la ansiedad por las represalias u otras consecuencias lo embargara al grado de tener las manos temblorosas, dificultándosele abrir la puerta de su casa, hasta que lo logró y se adentró rápidamente, dirigiéndose a la sala.
La calma regresó a su cuerpo y sintió que volvía a tener un temple ecuánime y seguro al ser recibido por una imagen a la que estaba tan acostumbrado. Anya, en la mesa del comedor, disfrutando de un vaso de yogurt con maníes, quien giró su cabecita hacia él. Un aroma reconocido llegó hasta sus fosas nasales y fue inevitable dirigir la mirada hacia la cocina, logrando divisar a Yor preparando el estofado que perfeccionó en todo ese tiempo, volviéndose una de sus comidas favoritas. Siguió con la mirada a la pelinegra, la cual dejó de mover el cucharón y se acercó a grandes pasos hacia él, mirándolo fijamente.
La mujer de ojos rojos entendió con solo una mirada que todo había acabado, cumpliéndose lo que tenían previsto desde hace unos meses. Miró el reloj y dio cuenta de que aún era un tanto temprano como para que la Policía y otros entes del gobierno alerten a su población y la noticia corra por todo el país. Pasó lo inevitable, sintiendo una parte suya una seguridad inigualable, así como una admiración hacia el hombre que tenía en frente y que alcanzó las metas trazadas. No obstante, un ligero temor por todo lo inevitable que se vendría, el desorden en su país y lo que podría suceder si solo sospecharan ligeramente de su esposo como Twilight, apareció de repente, a lo que se contuvo, pasó saliva y sostuvo una mirada segura hacia el espía, quien asintió, confirmándole lo que supuso. Yor toma su rostro entre sus manos, antes de abrazarlo con confianza, apretando ligeramente el amplio tórax del rubio, quien correspondió de inmediato con dicho gesto y apoyó su mentón en la cabeza femenina.
—Estamos bien, nada extraño ha pasado por aquí y nada pasará —mencionó ella, con determinación. La mujer se propuso desde que se enteró de toda la misión de su esposo que, por la seguridad de Anya y ella no tenía por qué preocuparse.
—Lo sé —respondió, manteniendo el aplomo y la mirada azulina sobre la pequeña que los observaba desde su posición—. Tenemos que empacar e irnos, Yor, Anya.
—Descuida, lo haremos rápido —la fémina se separó y le mostró una sonrisa—. Hablé hace unos cinco días con Melinda. Ella sabía de algo turbio en el partido, se esperaba lo inminente, así que se llevó a sus niños de vacaciones hace unos días también —el rubio asintió. No esperó que, desde hace unos meses, la esposa de Donovan Desmond llegara a ese grado de confianza como para contarle algunas verdades a medias a Yor.
—¡Chi! Le leí la mente a Segundo hace unos días también. ¡Decía que estaba contento de vacashionar en familia esta vez! —Anya intervino eufórica, acercándose a sus padres. Recibió la tierna caricia de su papá en su cabeza, quien le correspondió la sonrisa.
Efectivamente, los Forger no mantenían mayores secretos entre ellos desde hace casi un año. El espía se sorprendió de que, justo días después de haberse sincerado con su esposa, la pequeña que adoptó para la misión no se contuviera más y le revelara información que, por poco, hacía que ambos padres adoptivos se desmayaran y estuvieran en shock durante varias horas, asustándola un poco con dicha reacción. Yor había estado nerviosa y avergonzada a la vez, por todo lo que se enteró la niña desde que la conoció, pero al recibir el amor, tiernos abrazos y cierta admiración de la pelirosa, no pudo contenerse y decirle que mejorará como su madre, en lo sucesivo. En tanto, para Loid no fue del todo fácil asimilar que la menor era consciente de esa presión que él aplicaba indirectamente, pero que ella asimiló como una misión suya desde que la adoptó, producto de su miedo al abandono, fascinación por su profesión como espía y cierta influencia de sus programas de agentes secretos. El hombre no pudo contenerse de pedirle disculpas a la niña, a la par de agradecerle el esfuerzo que ella intentó aplicar a sus cortos cuatro años (también dejándolo atónito), mas ese fue indicador para considerar que ella, para su edad, estar aprobando a las justas las materias académicas demuestra que tiene un gran potencial.
Twilight se comprometió a adentrarse en ese experimento del cual ella no tiene muchos recuerdos y llegar al fondo de ello, sintiendo casi una ira acrecentándose de solo imaginar todo lo que pasó la esper que jamás deseó serlo, en un laboratorio del cual tuvo que escapar a duras penas y atravesar peripecias con familias que nunca la entendieron, debido a ese secreto que tuvo que mantener. Ese episodio revelador, lejos de terminar en un abandono o utilización, como se había imaginado Anya y confesado entre llantos a sus padres, terminó en un final feliz para la pequeña, quien sintió el afecto, comprensión y amor paternal del espía y la sicaria que siempre considerará como sus padres. Desde luego, les costó acostumbrarse a esa dinámica, aunque Loid consideró importante que la esper controle su poder y no se disponga a leer la mente de todos cuando le plazca, pues llegaron a la conclusión de que se activa en determinadas ocasiones y a voluntad también. Ahora, ya era tiempo para ayudarla a mejorar ello, sin presiones, a su tiempo y todo por el bien de la menor de los Forger.
Por su parte, Yor consideró la revelación de su hija y el amor demostrado hacia ella el aliciente necesario para terminar su vida como sicaria y desvincularse de Garden. No le costó mucho llegar a esa resolución, contemplando que desde hacía un tiempo ella deseaba cortar su nexo con dicha organización, a sabiendas de que no era una profesión del todo admirable si lo comparaba con un agente de la ley. La violencia traía más violencia, como escuchó una vez, y, ahora en su rol de esposa y madre que le hacía sentirse comprometida a darle un mejor ejemplo (o al menos intentarlo) a Anya, decidió que era lo más pertinente. Su jefe entendió ello, agradeciéndole todos los años de eficiente servicio, comprometiéndose a no decir palabra alguna sobre su paso en Garden, algo que la alivió de sobremanera. Cuando comunicó dicha resolución a su familia, se sintió más feliz al sentirse envuelta en el abrazo protector de su esposo y los mimos torpes y tiernos de su hija. Su etapa como Thorn Princess había culminado, pero sí se prometió a sí misma y a Loid, con todo lo que sabía y a lo que estaban expuestos como familia, que no dudaría en usar sus habilidades si se trataba de proteger a los que ama.
El ladrido de Bond hizo que los tres se giraran hacia él, antes de que Anya le saltase encima y festejaran por el fin de la misión, a su peculiar manera. Twilight suspiró con solo verlo: ni el perro se salvaba de los secretos, pero al menos era más manejable, entendible y tolerable. Conocía el porqué de su habilidad, al menos, aunque se preguntaba si habría más casos así y si en verdad nunca se enteraron de ello los científicos. Empero, prefirió no pensar más sobre él.
—Anya —llamó el rubio, captando la atención de la menor—, guarda y empaca las cosas que seleccionamos hace un tiempo. Nos iremos de vacaciones por unos meses, hasta antes de que comience el nuevo año escolar.
—¡Chi, señor!
No tuvo que repetirlo, pues la esper corrió hacia su habitación, seguida por el can. Con el leve entrenamiento que ella tuvo sobre ese escenario de finalización de la misión, tenía la seguridad de que terminaría de empacar rápidamente, a la par de él y su esposa. Entrecerró los ojos al escuchar cierto desastre, paquetes cayendo, llamadas de atención al perro y grititos divertidos desde el cuarto de su hija, dando cuenta de que no sería una tarea tan ágil como pensó.
La sonrisa calma afloró en sus labios y notó la mirada persistente de la pelinegra a su lado, por lo que se giró hacia ella. Esta lo veía con ternura, manteniendo la encantadora sonrisa en sus labios. Twilight jamás pensó que algún día disfrutaría de esa sensación, estando a puertas de poder vivir en paz, como nunca imaginó o deseó anteriormente, pero la mujer y la pequeña que vivieron con él y se convirtieron en su familia fue motivo suficiente para hacerlo.
—Gracias por considerar que vivamos en Ostania, luego de que las cosas se calmen durante un tiempito —comenzó Yor, pasándose un mechón rebelde por detrás de su oreja.
—No hay peligro alguno luego de esto —él posó su mano sobre el hombro femenino, acercándose más—. Los Forger nacieron aquí, iniciamos esta vida aquí... no podría ser de otra forma. Nos vamos un tiempo, pero volveremos y podremos estar en paz, siendo ahora una familia más normal... —ambos sonrieron avergonzados y dudosos—, bueno, en la medida de lo posible. Ya sabes.
La confianza pintada en el rostro de la pelinegra fue suficiente para saber que estaba de acuerdo.
—Estoy segura de que estaremos mejor, de ahora en adelante.
Yor fue envuelta en el fuerte abrazo del hombre que adoraba, de quien jamás pensó llegaría a enamorarse y que se convertiría en esencial para ella. Como siempre, la sensación de confort, alegría y protección entre sus brazos la llenaba, siendo consciente de ese paso en su relación que se dio desde que empezaron a dormir en el mismo cuarto, compartiendo no solo el lecho, sino sus anhelos, aspiraciones, deseos y pasiones, como muestra del amor que solo estuvo acrecentándose hasta alcanzar a ser un matrimonio genuino que se cuidaba y procuraba el uno por el otro. Un amor que no dejaría de fortalecerse y que no sería disuelto por nada. Se aferró a ese abrazo que desea compartir una eternidad, sintiendo los labios masculinos junto a su oído.
—Te amo, Yor —fue casi un susurro, y la pelinegra parpadeó lentamente, a fin de disipar la humedad que quería agolparse en sus ojos.
—Yo también te amo —murmuró solo para él también, percibiéndose más unida al torso masculino. Fue liberada del abrazo con suavidad, fijándose en la dulce mirada del hombre de su vida, al pronunciar claramente su nombre verdadero.
La Forger correspondió a la sonrisa encantadora de su esposo, antes de aventurarse a dejarle un corto pero profundo beso en los labios, durante unos segundos. Los sonrojos en ella eran habituales, un sello que él adoraba, pese al tiempo que llevaban juntos y a la iniciativa que la fémina ahora tenía. Yor se separó lentamente, disfrutando de los ojos entrecerrados del rubio. Entrelazó sus dedos con la mano de él, halándolo ligeramente y haciéndole agitar sus pestañas.
—Vamos a empacar y luego ayudamos a Anya, cariño.
Twilight terminó siendo alado por Yor, rumbo a la habitación que compartían desde hace un año, escuchando los planes que ella tenía para ordenarse mejor y llevar un equipaje ligero hacia su destino. Ella se giró, tomando sus manos entre las suyas, sin dejar de hablar animada sobre lo que debían realizar y lo que harán en el crucero que lograron pagar juntos la semana pasada, antes de dirigirse a Westalis un tiempo. El hombre se dejó hacer, sin borrar la sonrisa feliz de sus labios y centrándose en el bello y contento rostro de la mujer de su vida.
La paz que tanto buscaban en sus vidas estaba por cumplirse.
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Fin.
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¡Hola! Gracias por leer ✨
Con este epílogo se cerró esta corta historia c: la cual nació a partir de la idea de mi querida @PireBh y está dedicada a ella c:
Jeje, bueno, según esta historia, los Forger podrían vivir sin secretos y las cosas pintan mejor para ellos. Claro que según esta historia, al menos Melinda Desmond es buena, cuando vimos en el último capítulo que no está muy bien de la cabeza 🤫 pero eso ya es otra historia.
Espero que les haya gustado el fic. Me encantaría saber qué opinan de esto.
¡Saludos! Ya nos leemos en otras historias.
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