xv. A Christmas Carol
FIFTEEN A CHRISTMAS CAROL
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LAS VACACIONES DE NAVIDAD se acercan rápidamente, cuando Maxime detiene a Briar antes de que abandone la pequeña aula de clases del carruaje, diciéndole que necesita hablar con el profesor Moody sobre algo. Maxime alude a que se trata de su abuelo, pero Briar lo entiende, Maxime quiere tener cuidado con lo que dice, en caso de que le moleste a Briar al respecto. Ella está bien, si es honesta; cree que ha ayudado que sus amigos sepan por qué estaba molesta al principio, porque ahora puede entender que gran parte de su dolor fue porque pensó que lo había matado. Pero ahora hay rumores de que fue atacado con la maldición asesina... E incluso lo que dijo su padre. Si fuera un ataque de hombre lobo, habría un mordisco. Y, con esa lógica, si no hay uno, alguien habría detenido al hombre lobo antes de hacerlo... lo que significa que habría uno muerto tendido cerca del cuerpo.
Pero no hay.
Briar sale del carruaje y Fred la está esperando. Siente que sus mejillas se calientan, lo que sabe que es extraño, porque él solía esperarla para ir a cenar. No era exactamente todos los días, pero solía hacerlo, sobre todo cuando tenía clases cerca del carruaje antes de la cena. Ahora, sin embargo, la espera fuera todas las noches y caminan juntos por el pasillo. Briar piensa que es dulce.
Sin embargo, realmente no sabe qué está pasando entre ellos. No se han besado todavía, pero él le ha dicho que le gusta. Briar no sabe si van a salir o no. Fleur sigue diciéndole que solo le pregunte, pero cree que va a esperar hasta después del baile. Lo que sea que esté pasando, hace feliz a Briar.
—Tengo que hablar con Moody antes de la cena —dice Briar.
Fred frunce el ceño.
—¿Por qué?
Ella se encoge de hombros.
—Maxime me dijo que lo hiciera, creo que tiene que ver con mi abuelo. No lo sé, tal vez Moody lo conocía o ha sido parte de la investigación —Briar se detiene y mira a Fred, sosteniendo su mano—. Dime, ¿qué tal las clases?
—Ya sabes como son —dice Fred, y él le aprieta la mano. Se ve feliz de que ella se aferrara a él, porque normalmente es al revés—. Snape me castigó...
Briar se ríe.
—¿Lo de siempre?
Fred le sonríe.
—Sí.
Él la lleva al aula de Defensa y ella le dice que lo buscará en el pasillo, pero él sacude la cabeza y dice que no le importa esperar. Joder, te quiero, piensa para sí misma, cuando mira el reloj de la pared y le dice:
—Está bien. Si no vuelvo en diez minutos, te vas.
—Vale —dice Fred—. Adiós.
No hay respuesta, por lo que ella hace una mueca y piensa: "a la mierda." Abre la puerta del aula y está vacía, pero ve que la puerta del despacho está abierta. Cierra la puerta detrás de ella, caminando hasta el despacho. No sabe de qué se trata exactamente. ¿Encontraron al asesino de su abuelo? ¿O es solo eso de yo conocí a tu abuelo?
—Uh, hola...
—Señorita Crouch —dice Moody sentado al escritorio. Briar se adentra en el aula, que en su opinión está cubierta de cosas al azar. Objetos extraños y metálicos en los estantes, pareciéndose la mitad a dispositivos de tortura. Muchos parecen oxidados, parches de metal que se vuelven de un horrible color naranja. Hay un enorme baúl al lado del escritorio con seis cerraduras diferentes que lo mantienen cerrado, y Briar se siente un poco nerviosa.
—Madame Maxime dijo que quería hablar conmigo —dice Briar. No sabe si debe sentarse o si quiere hacerlo. Parte de sus deseos quiere que Fred esté aquí. Así podría esconderse detrás de él, al menos...
—Ah, sí —dice Moody. Él la mira, frunciendo el ceño un poco—. Puedes sentarte, no tomará mucho tiempo.
Briar lo hace aunque parezca reacia. Puede sentir un agujero en su estómago.
—A través de mis viejos colegas, descubrí que tu abuelo fue asesinado con la maldición asesina —explica Moody. Briar asiente, empezando a fruncir el ceño. No puede sentirse aliviada porque sería extraño—. Aún no saben quién lo mató, aunque...
—Oh, bueno, espero que lo sepan pronto —comenta Briar.
—Sí... eso espero —concuerda Moody.
Briar mira a su alrededor. ¿Puedo irme ya?
—Escuché que tu tío murió en Azkaban —continúa el profesor.
—Ah, ¿tío Barty? Sí, uh, sí, murió...
¿Qué diablos?
—Supongo que nunca conociste al tío Barty, ¿verdad? —cuestiona Moody—. Bueno, afligió un poco al Ministerio, cabe decir.
Briar sonríe torpemente.
—Bueno, uh, nunca lo conocí realmente —dice vacilante, y piensa en la carta, la advertencia que dejó para ella y su hermano pequeño—. Pero no sé... A veces las personas tan horribles no lo son tanto.
—Hm —dice Moody.
Briar incómodamente le pide marcharse después de un par de minutos, y tan pronto como sale del despacho, regresa al pasillo. Fred la sigue esperando, apoyado contra la pared y las manos en los bolsillos. Tiene una linda mirada en su cara, y cuando la ve, mira hacia arriba, sus ojos se iluminan. Briar está muy cerca de desvanecerse.
—Fue la maldición asesina —dice Briar.
Fred pone la mano en su brazo.
—Así que no fuiste tú.
Briar asiente.
—Aunque fue raro —le dice ella, y comienzan a caminar por el pasillo—. Estoy segura de que es un buen profesor, pero es raro, ¿no es así, Freddie? ¿Has visto todas las cosas extrañas que tiene en el despacho? Espeluznante.
—Seguramente estás acostumbrada a Maxime —responde Fred—. El despacho de tu padre era raro. No tanto como el de Moody, pero tenía cosas extrañas. Normalmente eran para las clases, pero aún así... tenía tus fotos de bebé.
Ella se encoge de hombros.
—Era una bebé bastante mona.
—Lo sigues siendo —dice Fred sin pausa.
Briar le sonríe.
—Espera, si has visto el despacho de mi padre, ¿quiere decir que te castigó?
—Soy diabólicamente encantador, no puedo evitar conseguir castigos —Fred se encoge de hombros. Briar rueda los ojos—. Paró cuando se dio cuenta de que éramos amigos... Y con eso me refiero a que se lo conté.
—¿No eras astuto? —Briar sonríe.
—Ya me conoces —dice Fred devolviendo la sonrisa.
Dios, ella lo ama con locura.
Los dos siguen caminando. Se sientan en la mesa de Gryffindor y Ron levanta una ceja cuando ve a Fred sosteniendo la mano de Briar.
—Pensé que no habías encontrado pareja para el baile —le dice Ron a su hermano mayor.
Fred sacude la cabeza.
—Dije que estaba trabajando en ello.
Ron mira a Briar con la boca abierta.
—¿Le has dicho que sí?
—Ajá —Briar sonríe, pinchando con un tenedor un trozo de zanahoria. La pone en su boca, cubriéndosela con la mano para seguir hablando.
George mira a Ron.
—No sé por qué te sorprende.
Ron mira a Fred, no impresionado; no está impresionado con Briar, sino que no parece sorprendido de que Briar haya dicho que sí. Briar intenta no reírse.
—Oye, Hermione, ¿has visto esto? —la codea, lo cual es suficiente para hacerla fruncir.
—¿Sí? —ella dice. Mira a Briar—. Hola, Briar...
—Hey —saluda Briar. Le cae bien Hermione, pero muchas veces cuando Briar se sienta con los gemelos en la cena, termina comiendo con el sonido de los Weasley discutiendo. Y, normalmente, lo que suele ocurrir es que, en algún momento, la mirada de Briar cae sobre Harry o Hermione y se sonríen débilmente. Todos sufriendo por la situación.
—Sí, entonces, Hermione, ¿con quién vas al baile? —pregunta Ron, girándose hacia ella rápidamente.
—Le pregunta todo el rato —dice Fred, inclinándose hacia Briar para informarle.
—Oh —dice Briar.
—Cree que si la pica tanto, ella se lo dirá —explica George.
Briar asiente.
—Entiendo —frunce ligeramente. No está segura de cómo suena esa lógica. Pero, a medida que pasa el tiempo, y Hermione se va a la biblioteca, Briar se pone de pie y le dice que caminará junto a ella. Fred se empieza a levantar, para caminar con Briar hacia el carruaje, pero ella le pone una mano en el hombro mientras le dice que no se moleste en hacerlo. Cuando se va, oye a Ron molestando a Fred y a él contraatacar sobre no tener pareja todavía.
—Hey —dice Briar sonriendo a Hermione—, ¿quién es tu pareja?
—De hecho, iba a preguntarte si podrías ayudarme —dice Hermione.
Briar frunce el ceño.
—¿Con qué?
—Bueno... tengo mi vestido, pero no soy muy buena para arreglarme el pelo o aplicarme maquillaje —responde Hermione—. Y tú siempre te ves bien —Briar sonríe suavemente. Le gusta que la feliciten—. Así que me preguntaba si, tal vez, podrías enseñarme...
—Claro. Puedes tomar prestado algo de mi maquillaje, si quieres.
—¿Segura? —Hermione levanta las cejas.
Briar asiente.
—Por supuesto. Siendo honesta, tengo suficiente maquillaje para los próximos años, no es broma, tengo todos los tonos de rosa en mi dormitorio...
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LA NAVIDAD SE HACE MÁS CERCANA, y antes de que Briar lo sepa, es la mañana de la misma. Briar se despierta y Fleur ya se está bañando, se lava el pelo y se prepara para esta noche. Se levanta de la cama, se frota los ojos y saca el regalo de Fleur de su baúl junto con el de Livvy y Gabrielle. Las flores que Briar y Fleur han comprado para Madame Maxime, un ramo de colores azul y blanco, están en un jarrón sobre la repisa de su habitación.
Fleur sale del baño con el pijama puesto.
—Oh, buenos días, Bri...
—¡FELIZ NAVIDAD! —interrumpe Brir, lanzándose sobre Fleur. Ella tropieza hacia atrás y la toalla que le envuelve el pelo cae sobre la cabeza de Briar. Ambas se empiezan a reír—. ¡Tenemos que abrir nuestros regalos! Iré a buscar a Liv y Gabby para abrirlos.
Fleur le devuelve la sonrisa.
—Estás muy feliz hoy.
—Sabes que estoy emocionada —dice Briar, sonriendo. ¡Hoy es la noche!
Sergeant ladra, sentado en la cama de Briar. Ella se aleja de Fleur y camina hacia él, acariciándolo.
—No recibirás el regalo hasta más tarde, Serge —Briar abraza a su perro.
Fleur sonríe.
—Yo le compré un hueso, si quieres dárselo ahora, para calmarlo...
—Eres brillante —dice Briar, y Fleur saca el hueso de perro de la bolsa con sus regalos. Sergeant salta de la cama y se sienta en el suelo, esperando que Fleur le de el hueso. Briar se levanta de nuevo—. Volveré en unos minutos.
—¡Hasta entonces! —se despide Fleur.
Pasan unos minutos y Briar regresa a su dormitorio con Livvy y Gabrielle, ambas portando algunos regalos. Briar se ralentiza para seguirlos a su dormitorio, y su ojo interior comienza a susurrar que una lechuza va a llegar a su ventana. Cuando Gabrielle abraza a su hermana mayor, Briar se acerca a la venta para dejarla entrar. Deja caer una carta en sus manos, con una letra desconocida que se dirige a ella, y frunce el ceño por un minuto. La lechuza se va cuando ella mira la carta.
Briar Crouch... ¿o es Lupin ahora?
Livvy se acerca a su hermana y mira el sobre.
—Me ocuparé de eso más tarde —dice Briar, mientras mira a su hermano, como diciendo: todo está bien, no te preocupes. Es Navidad. Si las cosas se ponen feas, primero quiere tener algo de felicidad. Por primera vez desde que se fue a Beauxbatons, está feliz. Se preocupa por las lunas llenas, claro, pero parte de ese peso ya no está gracias a sus amigos, ya no vive con el miedo constante de que se enteren... Incluso tiene a su profesora ayudándola, usando el dinero de la academia para que se cuide en las lunas llenas.
Comienzan a abrir sus regalos, Briar y Livvy se sientan uno al lado del otro con las piernas cruzadas en su cama. Ella abre los regalos de su padre, pequeñas cosas como nuevos lápices labiales y cintas de cassette. Livvy obtiene un álbum de Frank Sinatra en vinilo para que reproducirlo en el tocadiscos, el que Briar y Fleur compraron junta para su dormitorio. Fleur le compró a Briar una caja de máscaras faciales, lo cual es irónico considerando que le compró lo mismo a ella, y las dos terminan sentadas juntas usando una de las máscaras faciales que se regalaron entre sí.
Briar comienza a pintarse las uñas de blanco mientras Gabrielle suspira.
—Que pena no poder ir al baile esta noche —dice Gabrielle, y frunce el ceño de tal manera que sus labios se curvan en una U hacia abajo.
Livvy la mira.
—Habrá otros como este —le dice, sonriendo suavemente. Briar piensa que es encantador. Durante un tiempo, siente que ve a Gabrielle como su hermana pequeña, pero piensa que es especialmente linda cuando Livvy hace lo mismo, actuando como el hermano mayor de Gabrielle. Se pone de pie y extiende su brazo hacia Gabrielle—. ¿Quieres bailar?
Gabrielle le sonríe a Livvy.
Briar se termina las uñas y se sienta en la cama de Fleur, donde ella se movió una vez que ambas se pusieron las mascarillas. Fleur sonríe alegremente a Briar.
—Estoy emocionada.
Briar asiente, teniendo cuidado de cuánto se mueve para no desplazar la máscara pegada a su cara.
—La mejor parte ni es el baile, es arreglarse para el mismo.
—Me alegra tener esta máscara facial —dice Fleur, y Briar nunca ha estado más de acuerdo con ella.
La pareja de Fleur es el capitán de quidditch de Ravenclaw, Roger Davis. Briar cree que es bastante guapo... Sin embargo, tiene un mal presentimiento: no cree que vaya a ser desagradable ni nada, simplemente no cree que dure más allá de este curso. Lo que está bien... Sigue siendo agradable y a Fleur le gusta, lo que es suficiente para que Briar esté conforme. Pero, por ahora, no le contará a Fleur los sueños que ha tenido sobre ella conociendo a otra persona, porque nunca se muestra bien en los sueños...
De todas formas.
Terminan encontrando a Madame Maxime mientras Livvy y Gabrielle van a prepararse, Livvy planea ir al castillo para desearles una feliz Navidad a sus antiguos amigos. Briar y Fleur llevan el ramo al despacho, y Fleur llama a la puerta mientras Briar sujeta las flores. Comparten una sonrisa.
Maxime abre la puerta.
—Ah, hola chicas —mira las flores—. ¿Qué es esto?
—¡Feliz Navidad! —corean las dos, sonriendo alegremente.
—No sabíamos qué comprarte, pero pensamos que te gustarían las flores —explica Fleur, y ambas entran al despacho. Ella les sonríe.
—No teníais por qué, es muy amable de vuestra parte —dice Madame Maxime, conjurando un jarrón para que Briar pueda poner las flores—. Muchas gracias.
Briar y Fleur se quedan de pie una al lado de la otra. Briar sonríe torpemente.
—Bueno, realmente aprecio lo que has estado haciendo —dice Briar—. Yo... no puedo agradecerte lo suficiente por ofrecerte a ayudarme...
Maxime la mira, sonriendo... ¿con cariño? Briar está sorprendida.
—Estoy encantada de ayudarte, Briar —dice Maxime.
Cuando regresan a su dormitorio, Briar ve una nota en el pergamino. Ve la escritura de Fred, que dice: Hola, estamos todos en la sala común, por si quieres venir para dar los regalos.
Briar le responde: Te veo allí, entonces :-)
Mira hacia la carta. Briar Crouch... ¿o es Lupin ahora? Por un segundo piensa: podría zanjar el asunto ahora, pero luego se detiene y piensa que no en este momento. No sabe qué hay dentro de la carta, pero por el miedo en su estómago sabe que no va a ser algo bueno... Esperará hasta más tarde. Es Navidad, quiere ser feliz.
Briar se viste con algo no demasiado incómodo, jeans azules y un jersey de cuello alto blanco, se pone el abrigo para cuando camina hacia el castillo. En los últimos días, el terreno ha estado cubierto de nieve y el aire se ha vuelto más frío. Envuelve su bufanda alrededor de su cuello y se pone su gorro, sabiendo que de todos modos tendrá que lavarse el pelo pronto, así que no es como si tuviera que preocuparse de que el gorro lo estropee.
Camina hacia el castillo con Livvy, quien la deja para ir a las mazmorras. Briar abraza a Fred, George y Lee cuando los ve en la sala común, deseándoles una feliz Navidad a los tres. También ve a Harry, quien se detiene en seco por alguien frente a él reaccionando a una galleta de canario, uno de los productos de broma que los gemelos empezaron a vender en el colegio. Briar le sonríe y lo abraza.
—Feliz Navidad. ¿Emocionado por lo de después?
—Eh, creo que sí —dice Harry, aunque no parece que lo esté.
Abren sus regalos. Todo es bonito, piensa Briar, y le hace darse cuenta de lo bien que la conocen sus amigos. Lee le consigue un par de coleteros, algunos a cuadros, otros esponjosos, y también un juguete para Sergeant. Los gemelos le compran una de las elegantes cajas de chocolate de Honeydukes, y Briar comprueba que el plástico todavía está envuelto para que vea que no lo han manipulado.
Fred le sonríe.
—No, eres la única con quien no usamos los productos.
Lee frunce el ceño.
—¿Cómo dices...?
—Vaya, gracias —dice Briar.
Lee le murmura traidora. Briar se encoge de hombros.
—Se llama supervivencia, Lee —dice ella.
Después del almuerzo, los Weasley y Harry deciden que quieren salir a la nieve. Hermione lo acompaña, pero no participa, no quiere estar desaliñada para esta noche. Ron le pregunta a Hermione un par de veces más, durante el almuerzo, con quién irá, o al menos Briar cree que solo preguntó un par de veces, pero considerando lo que Hermione le dijo en las dos tardes que pasaron, repasando los diferentes productos, y cómo los usaría Briar, no pasa una hora sin que Ron pregunte.
—Sé lo que debemos hacer —George sonríe de oreja a oreja—. Weasleys contra los otros.
Harry y Briar, los únicos otros dos, intercambian una mirada.
—Uh, sí, necesitaréis ayuda extra —dice Briar.
Harry le devuelve la sonrisa a George.
—De acuerdo entonces.
Briar sigue controlando la hora en su reloj. Es la una ahora, por lo que sabe que tiene algo de tiempo hasta que necesite volver al carruaje para comenzar a prepararse. Se las arregla para esquivar todas las bolas de nieve, su ojo interior le dice cuándo agacharse y cuándo moverse.
Después de un rato, Briar se encuentra junto a Fred. Durante los últimos veinte minutos, los gemelos han hecho su misión tratar de golpear a Briar con al menos una bola de nieve: Harry actualmente tiene a Ron de su lado, después de que Ron se molestara con sus hermanos, así que más arriba en el montón de nieve, George está siendo atacado por Harry y Ron, cosa que Briar encuentra super divertida.
—Pruébame, Weasley —dice Briar, mirando a Fred. Ella le sonríe y su ojo interior comienza a contar hacia atrás, por lo que se agacha, la bola de nieve de George golpea a Fred en el pecho. Briar se ríe—. ¿Significa que voy ganando?
—Claro que no —dice Fred, sacudiéndose la nieve. Él la mira con picardía y ella retrocede, mirándolo con recelo.
—No puedes lanzarme ninguna bola de nieve —Briar intenta parecer seria.
—¿En serio? —dice Fred, quien a estas alturas empezó a perseguir a Briar, y ella corre lejos de él. Comienza a reír—. ¿Por qué lo crees?
—Porque si mi pelo se despeina o algo así, me veré horrible después —dice Briar. La broma es que esto es completamente falso, literalmente se lava el cabello en media hora.
Fred se encoge de hombros hacia ella. Se han alejado un poco del resto, lo que a Briar no le importa. Ella escucha su ojo interior contando.
—Creo que eres guapa, pase lo que pase —dice Fred con confianza. Briar rueda los ojos y él aprovecha este momento de debilidad para lanzarle una bola de nieve.
—¡Freddie! —grita Briar, arrojándole una a él, solo que su puntería es horrible y le golpea patéticamente la rodilla. Fred empieza a reír.
—No me llamarías Freddie si estuvieras enfadada —dice Fred.
Briar alza una ceja.
—Lo que tu digas, Gideon.
—Oh, espera...
Briar se ríe hacia él.
—Tú no puedes pronunciar mi segundo nombre —Briar le sonríe.
—Ya, porque es uno muy raro.
Briar le envía una mirada.
—¿Y Gideon no lo es?
—Vale, ¿sabes qué? —él comienza, y Briar todavía se ríe de él, hasta el punto de que sus mejillas comienzan a dolerle. Él trata de lanzarle otra bola de nieve, pero esta vez ella lo esquiva y cuando deja de moverse, riéndose demasiado de él, aprovecha la oportunidad para prácticamente lanzarse sobre ella. Él la abraza y, antes de que pueda equilibrarse, ambos caen al suelo.
Él está encima de ella en la nieve y ella trata de parecer enfadada, pero comienza a reír de nuevo.
—Te odio —dice Briar, mientras se ríe. Fred le devuelve la sonrisa.
—Claro...
Briar mira a Fred y su risa se desvanece. Él atrapa su rostro en sus manos, balanceándose sobre la nieve a su alrededor. Sus manos se mueven suavemente hacia la parte inferior de su cuello, en parte sobre el dobladillo de su jersey. Briar recuerda cuando se besaron durante los Mundiales y lo diferente que se sintió esa vez. Cuando se besaron allí, Briar no tenía mariposas en el estómago, tampoco que nunca la odiaría por su maldición, porque ahora lo sabe y no le importa.
Y, entonces, presiona sus labios contra los de ella. No es igual que en verano, esta vez es significativo. Al principio no es incómodo, es más contundente, Fred no se preocupa por ir tan rápido. Esta vez, los dedos de Briar no tardan mucho en acercarlo, usando el dobladillo de su jersey, y la boca de él se abre parcialmente.
No se lo puede creer. Sigue pensando, cuando lo vio en verano y le preocupaba, cómo no podía evitar pensar en lo diferente que se veía. Cómo cuando se dio cuenta de que él era bastante musculoso a causa del quidditch y no pudo mirar en su dirección durante todo el camino cuesta arriba hasta el traslador. Cómo estaba tan asustada de que la odiara si descubría la verdad... Cómo está tan enamorada de él...
Y luego sucede lo mismo. Puede sentir su aliento en la boca, sus dientes contra su lengua, y luego sus manos se alejan de su rostro y se deslizan debajo de ella, sosteniéndola. Briar le pasa los dedos por el pelo. Y entonces...
—Ah, están aquí —dice Ron.
Briar se aleja de Fred, quien mira molesto a su hermano.
—Eres imbécil —él dice, y Briar se ríe.
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