iv. Golden Girl
FOUR GOLDEN GIRL
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BRIAR DEJA A LOS WEASLEY para buscar su tienda de campaña, la que su abuelo planeó hacer que Winky preparara y cuidara mientras él estaba ocupado trabajando. Se aleja del grupo más grande, aún molesto, y débilmente toma una ruta diferente cuando oye la voz de Fred diciendo: "¿qué ve ella en él?"
Ella se queja lo suficientemente fuerte como para asustar a un par de niños que juegan al lado de una tienda familiar. La miran de forma extraña y ella piensa: Malecrit, Briar, ni siquiera pareces un monstruo y sigues asustando a los niños. Acomoda su mochila en su hombro, sintiéndose incómoda y avergonzada, mientras camina hacia la tienda. Sus ojos miran el mapa que le había dado su abuelo antes de irse ayer, y ella sigue el camino hacia la x.
Pero entonces oye que su ojo interno le dice más despacio. Confundida, Briar lo hace, deteniéndose por completo mientras se da la vuelta. Fred está de pie, viéndose un poco avergonzado.
—Siento haberme comportado como un capullo.
Ella cruza los brazos.
—Hm.
—Sinceramente, Bri, no sé qué me pasó...
—Estabas celoso —dice Briar frunciendo el ceño.
Fred se detiene, antes de suspirar.
—Está bien, lo estaba... eres mi mejor amiga y no te he visto en un año y creo que simplemente me molestó que te fueras con él... Pero me comporté como un capullo al respecto, porque él no te ha visto en un año tampoco, por lo que estuvo mal de mi parte que reaccionara como si tuviera más derecho a... No sé, hablar contigo... Lo siento —explica. Briar asiente. Parece hablar en serio. Y, para ser honesta, ella sabe que él se enfada con facilidad y siempre tiene algo cada vez que se acuerda de su antiguo crush con Cedric—. Pero —continúa, y trata de tomar sus manos, desplegando sus brazos para hacerlo. Él sonríe levemente—, es tu cumpleaños y no quiero que tengas un mal día por mi culpa.
Briar lo mira, sus cejas se fruncen antes de asentir.
—No lo hagas otra vez, ¿vale?
Él asiente.
—Lo prometo.
Ella le sonríe.
—Ahora —dice Fred, sosteniendo sus manos todavía. Ella se siente incómoda, soltándose. Espera poder volver a caminar hacia su tienda, esperando encontrar una manera natural de soltar sus manos. Se siente mal haciéndolo. Su mente piensa él no haría eso si supiera la verdad, y ella se siente enferma, la idea de que él está cogiendo sus manos y no sabe con quién está realmente—, iba a preguntarte si quieres pasar el resto del día con nosotros, porque supongo que Livvy estará con Malfoy y tu abuelo estará ocupado.
Briar sonríe.
—Me encantaría. Solo tengo que dejar mi mochila en la tienda y estaré lista.
Es entonces cuando ella suelta sus manos, caminando hacia la tienda de los Crouch. Se siente aliviada de haber encontrado la oportunidad tan fácilmente, y suavemente, deja escapar un suspiro de alivio.
—¿Cómo es que George no vino contigo? —pregunta Briar.
Fred se encoge de hombros.
—No quería involucrarse.
—Entiendo —dice ella con una risa.
Llegan a la tienda, justo cuando Briar explica que su abuelo llegó un par de días antes que ella y los Weasley para que él pudiera ayudar con los preparativos. Comprueba con su ojo interno que su abuelo no se presentará mientras están dentro, sabiendo su reacción a (a) su amistad, en general, con los gemelos y (b) el hecho de que ella está en la tienda sola con Fred. Hay una razón por la que Briar no se atrevería a mencionar que durmió en la misma habitación que ellos anoche. Está convencida de que todo el mundo terminará si tiene novio, y peor aún relaciones sexuales... No es que tenga asuntos más apremiantes. Ya sabes, cómo ser una jodida mujer lobo.
—Creo que tienes razón con eso de Livvy estando con Malfoy —dice Briar mientras entra a la tienda, en todas partes hay silencio. El interior es enorme, una versión de casa de vacaciones de su casa real. Hay un área enorme que actúa como la vivienda, con un pequeño pasillo que conduce a tres dormitorios y un baño. En la parte que alberga los sofás y la chimenea, la repisa está cubierta con fotos enmarcadas. La mitad de ellas son de la madre de Briar cuando era adolescente, con sus dos hermanos, Aster, el mayor, y Barty Jr., el pequeño. Briar pasa por delante de ellas rápidamente.
—¡Feliz cumpleaños, Briar! —dice la voz de Winky, y un par de segundos después, la elfina doméstica aparece desde la cocina, viéndose feliz. Briar le devuelve la sonrisa—. El amo dice que regresará pronto, ¿te quedarás?
—Iba a volver con Fred —dice Briar con cuidado, mirando por encima del hombro a Fred, que se ve un poco extraño por Winky. No está acostumbrado a los elfos domésticos, aparte de los de Hogwarts, pero incluso así es diferente a cómo Briar creció jugando a las muñecas con Winky—. Uh, Winky, ¿podrías hacerme un favor?
—¡Por supuesto, por supuesto! —exclama Winky—. ¡Para eso vivo!
—¿Podrías no contarles a mis abuelos que Fred está aquí? —pide Briar. Winky se ve un poco asustada, como siempre lo hace cuando Briar le pide que no le diga algo a su abuelo, pero ella asiente de todos modos. Tiene que hacerlo, ¿no es así? Briar siente que ella misma comienza a preocuparse ante la idea de que Winky se sienta nerviosa—. Es que el abuelo se molestará mucho si se entera y... y no quiero meterme en ningún problema.
Winky asiente.
—No diré nada.
—Eres brillante —dice Briar, sonriendo. Mira por encima del hombro a Fred, antes de volverse hacia Winky—. Estaremos un par de minutos y nos iremos, ¿de acuerdo? Y luego volveré más tarde.
Winky asiente.
—Está bien, Briar —dice ella.
—Genial —dice Briar, sonriendo suavemente. Lleva a Fred hasta su dormitorio, la primera puerta en el pasillo.
Él se rasca la nuca.
—¿No se enfadará si se entera?
—Tú lo has dicho, si se entera —dice Briar en voz baja, y abre la puerta de su habitación. La cierra detrás de él, principalmente porque no quiere que Winky escuche nada y tenga que contarle al abuelo. Luego pasa a Fred, colocando su mochila en el pie de la cama.
Es una habitación bastante pequeña, en realidad, pero es acogedora. La cama y el armario están hechos de la misma madera y las paredes están pintadas de dorado. Es un marcado contraste con su dormitorio real en casa, con sus paredes y pósters de color rosa claro pegados a las paredes. También hay una mecedora en la esquina con un viejo osito de peluche en ella. La habitación no ha cambiado desde que era pequeña, excepto el color de las sábanas de la cama.
—¿Por qué no le caemos bien? —pregunta Fred—. Si está bien que lo pregunte...
—Él, uh, cree que sois una mala influencia —responde Briar, haciendo una mueca mientras habla. Le sonríe débilmente—. ¿Pero qué sabe él? No dijo una palabra cuando mis dos tíos se convirtieron en mortífagos. Estaba más molesto porque mi madre se fue con un hombre lobo... Creo que le preocupa que yo también la cague, y si lo hago no me verá hasta que encuentren mi cadáver.
—Qué pensamiento tan alegre —comenta Fred.
—Pues sí —dice Briar—. Pero no importa, de verdad. Quiero decir, es un poco extraño que hayamos sido amigos desde el primer año y nunca hayas visto mi habitación, aunque yo he visto la tuya —ella hace un gesto al lugar donde están parados y Fred le sonríe—. Tal vez te dibuje algo en esa cosa que me compraste para mi cumpleaños... ¿Cómo se llama?
—Te lo diría si lo supiera —dice Fred encogiéndose de hombros.
—Bueno, lo voy a llamar el pergamino —dice Briar. Ella lo mira, sonriendo levemente—. Tal vez, cuando seas super-duper exitoso, puedas ponerle algo que tenga que ver conmigo. Como 'ojo interno' o algo así —los dos salen de su habitación mientras ella continúa—. Porque parece uno, te dice cosas sobre la otra persona... Y cuando seas exitoso, otra vez, puedes hacer coleteros...
—¿De qué sirven unos coloretes como productos de broma? —él pregunta.
—Pueden estar encantados y mantener el pelo rizado, pero muy rizado —dice Briar, y salen de la tienda, justo cuando se despide de Winky—. No lo sé. ¿No eres tú el inventor?
—¿Sabes qué? —dice Fred, mientras camina hacia la tienda de los Weasley—. Si Sortilegios tiene éxito...
—Cuando tenga —ella corrige.
—Eres un ángel —dice él con una sonrisa, y ella siente que su cara arde, teniendo que voltearse para que él no la vea—. Se todos modos... Si Sortilegios Weasley tiene éxito, habrá una sección completa para ti y tus coleteros.
—Me casaría contigo en el acto —ella dice, e inmediatamente piensa ¿por qué diablos dijiste eso, Briar? ¿Por qué, por qué, por qué, por qué...?
—Bueno, ahora me amas aún más —él dice, alejándose. Sigue sonriendo, solo que ya no es exactamente una sonrisa descarada, sino que se ve feliz—. ¿Alguna idea de lo que va a pasar en el partido de esta noche?
Briar le da una mirada de complicidad mientras asiente, sonriéndole. Se supone que los Videntes no deben decir a la gente lo que sucederá en el futuro pero, a veces, Briar siente que eso ayuda. Especialmente cuando ve a Ludo Bagman llegando a la tienda de los Weasley en breve. Entonces, Briar mira alrededor, para asegurarse de que nadie pueda escuchar y se lo susurra.
—Gana Irlanda, pero Viktor Krum coge la snitch —dice Fred, unos minutos más tarde a Bagman, quien está de pie junto a la tienda de Weasley como Briar predijo. Sus ojos se abren ante la cantidad de dinero que Fred y George están ofreciendo para apostar en las probabilidades poco probables, y así se ríe, pensando que ha ganado dinero rápidamente.
Fred mira a Briar, que está sentada junto a George, y le sonríe. Ella le guiña un ojo, complacida consigo misma.
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—NO PUEDO EXPRESAR CUÁNTO te amo, Briar Crouch —dice Fred unas horas después, mientras suben las escaleras hasta la cima del estadio. Briar le devuelve la sonrisa y ella mira a George, quien rueda los ojos.
—Merlín, Fred, cállate, ya lo sabemos todos —dice George.
Briar deja escapar una carcajada.
—Puedes decir cuánto me quieres tanto como quieras —dice ella, mirando a Fred. Él le devuelve la sonrisa.
Llegan a la tribuna superior, un par de minutos después que todos los demás. Briar ve de inmediato a Winky en uno de los asientos, Harry está de pie junto a ella, y la chica acelera el paso para llegar a ellos.
—Winky, ¿por qué estás aquí? —pregunta Briar, frunciendo el ceño.
—El amo quiere que guarde su sitio —responde Winky.
Briar mira por encima del hombro, mirando por la barandilla.
—Winky, ¿no te asustan las alturas?
—Pero el amo dice... —comienza Winky, y Briar ya sabe que no sirve de nada tratar de discutir. El infierno se congelará antes de que Briar pueda hacer que Winky se ponga en contra de su abuelo. Hay una diferencia entre ella encontrando una escapatoria (hacer que Winky no mencione a Fred en su tienda de campaña) y tratar que Winky no cumpla las órdenes.
—Entiendo. Si necesitas algo, dímelo —dice Briar débilmente.
En este punto, Fudge reconoce a Briar como la nieta de Crouch, y va a estrecharle la mano. Luego se mueve hacia Harry, y Briar se desliza más allá, los gemelos han guardado el asiento entre ellos para ella.
—He vuelto —anuncia. Mira detrás de su hombro, a Winky—. Espero que esté bien...
—¡Ah, Fudge! —la voz de alguien más la toma por sorpresa, incluso si su ojo interior ya estaba contando los segundos. Lucius Malfoy le da la mano al ministro. Junto a él, está su esposa Narcissa y, junto a ella, está Livvy, que debe haber pasado el día con ellos, como Briar con los Weasley, y Draco. Y, al lado de Draco, hay una hermosa chica con el pelo blanco como el hielo—. Esta es mi sobrina, Holliday —dice Malfoy al ministro, señalándola. Briar la mira correctamente, recordando lo que su hermano dijo acerca de cómo estuvo llorando a su padre, diciendo cuánto odiaba Durmstrang. Otra cosa hace clic: fue Holliday Malfoy quien estuvo en su sueño anoche.
Y luego Briar lo entiende, la sensación que siempre tiene cuando conoce a alguien importante. De repente, ve múltiples posibilidades, todas centradas alrededor de esta chica y, extrañamente, Harry. Cada posibilidad termina en que se lleven bien y... ¿juntos? A Briar le resulta extraño, Harry no se atreve a imaginar que le guste alguien relacionado con Draco, pero cuando ella sale del trance y mira a Harry, puede verlo. Está sorprendido, los corazones prácticamente saltan de sus ojos.
—Por las Barbas de Merlín —murmura Fred.
—Basta, es encantador —dice Briar, frunciendo el ceño.
—¿Lo es? —dice George.
—¡Sí! —ella dice—. Tal vez sea esta la razón por la que nadie se ha enamorado de vosotros... No os veo a ninguno mirar a alguien como si todo el maldito universo girara en torno a la persona.
George resopla.
—Sé que no —dice, y luego se inclina hacia atrás, para mirar a Fred, que está al otro lado de Briar—. ¿Qué piensas tú, compañero?
—Vete a la mierda —dice Fred.
Briar levanta una ceja.
—¿Te sigue gustando Angelina...?
Los gemelos se giran y dicen:
—¿Qué?
—Solo digo...
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—PENSÉ QUE LO PREGUNTARÍA —Harry había dicho cuando todos salieron del estadio, con los espíritus en alto cuando los jugadores de Irlanda celebran su éxito. Briar se mete las manos en los bolsillos de su chaqueta de mezclilla, el clima se vuelve un poco más frío ahora que se pone el sol. Livvy ya ha desaparecido, habiendo logrado hablar con su abuelo para que le permitiera quedarse con los Malfoy esta noche. Briar planea dejar a los Weasleys y volver a su tienda... Porque sí, es su cumpleaños, pero prometió que volvería pronto...
—Entonces —dice Briar, mirándolo—, es justo lo que Liv me dijo. Pero sus padres son Margo y Atticus Malfoy. Ambos apoyan a Voldemort, pero cuando él se fue... fingieron que estaban bajo algún hechizo todo el tiempo —Briar ve la mirada en la cara de Harry—. Sí, es un pequeño problema que sus padres sean realmente malvados. De todos modos, ella fue a Durmstrang, pero...
—¿Estás segura de que no quieres quedarte más tiempo, Briar? —dice George, los Weasley están de pie fuera de su tienda—. Tenemos chocolate caliente.
—Debería asegurarme de que Winky esté bien —responde Briar—. Pero, uh, os veré pronto.
Tanto Fred como George le dan un abrazo. Nuevamente, ocurre lo mismo, solo que esta vez Briar lo nota. George la abraza como cabría esperar, pero Fred la abraza como si no quisiera dejarla ir. Parte de ella siente que se lo está inventando, porque por alguna razón su cerebro está seleccionando todo el atractivo de él, porque ¿por qué sucedería? Ella es literalmente un monstruo.
—Tienes que hacer otra visita antes del comienzo del curso —dice Fred.
Briar asiente.
—Oh, definitivamente. Hablaré con el abuelo en cuanto vuelva.
—¿Estás segura de que estás bien regresando sola? —pregunta George.
—Estaré bien —dice Briar, asintiendo de nuevo. Sonríe débilmente—. He lidiado con cosas peores, Georgie —los mira, la felicidad que había llenado la mayor parte del día anterior entra al aire, así de simple. Se siente igual que cuando se dio cuenta de que ya no los vería todos los días—. Os veré pronto.
—Hasta pronto —dicen ambos, sonando un poco miserable.
Briar siente exactamente lo mismo, mientras camina de regreso a su tienda. Todos a su alrededor sonríen, ríen, aplauden, y todo lo que Briar quiere hacer es acurrucarse y sentirse como una mierda. Como parte de sus deseos es contarles la verdad, lo que es, porque en el pasado había muchas veces que se sentía desconectada de ellos, porque no saben quién es ella. Sabe que nunca encontraría el valor para decirlo, pero desearía poder hacerlo. Porque ahora, hay una desconexión masiva. La miran y ven a Briar, su mejor amiga, la Vidente de Gryffindor. Pero esa no es la Briar que está junto a ellos ahora, está es Briar la mujer lobo.
Su conclusión de todo esto es esta: Briar necesita a Fleur. Nunca hubiera pensado que dependería tanto de una chica a la que apenas conoce desde hace un año, pero mira, Fleur es la persona que ha sabido todo sobre Briar durante más tiempo. Fleur cuida a Briar y lo ve todo. Los gemelos no. Incluso su padre, que ahora sabe la verdad, no ve todo como Fleur, porque en serio, su padre no ve a Briar quejándose de que su pluma tenga una punta demasiado gruesa o después de una fiesta en la ciudad cerca de Beauxbatons, muy borracha y muy risueña. Briar necesita escribir todo esto ahora, ver qué piensa Fleur.
Y eso es lo que hace.
Fleur, AMOR de mi VIDA, escribe al segundo de regresar a su tienda. Y vierte todo en esta carta. No menciona la palabra mujer lobo, por supuesto que no, pero lo llama su problema, y sabe que Fleur la entenderá porque ese siempre ha sido el código para, bueno, el problema de Briar. Escribe sobre todo, desde lo diferente que estar al lado de Fred hasta cómo se siente desconectada por el problema y cómo echa de menos a los gemelos. Deja claro que no es Hogwarts lo que echa en falta porque Hogwarts no tiene mi ángel guardián llamado Fleur Delacour y no te ofendas, pero no puedo sobrevivir sin ti, Fleur. Eres tú la que está leyendo esta carta porque estoy SUFRIENDO al no estar contigo cada segundo del día.
Lo firma con B y cinco besos antes de escribir la dirección y preguntarle a Winky si puede enviarla por ella. No se les permite traer lechuzas, pero los funcionarios del Ministerio tienen un par por si acaso, y Briar sabe que enviarán la carta si saben que es la nieta de Barty Crouch quien solicita enviar una, especialmente cuando ella deja claro a Winky que es super importante que se entregue cuanto antes.
Winky deja a Briar acurrucada en el sofá. El fuego está encendido, manteniendo el interior agradable y cálido, y Briar cierra los ojos, cansada. No puede esperar a que Fleur responda, solo para que pueda escuchar lo que ella piensa sobre esto. A veces, olvida lo agradecida que está por tener una mejor amiga como Fleur, porque a ella le encantan los gemelos, claro, pero hay una diferencia entre ellos y Fleur. Fleur entiende a Briar cuando se trata de pequeñas cosas. Como cuando se queja de que sus notas no son lo suficientemente bonitas, Fleur lo entiende, mientras que los gemelos dirían que la nota es buena. Briar sabe que no todos son así, pero ha habido muchas veces en las que ha sentido que los gemelos no la entienden por ser chicos, no piensan en estas cosas. Pero Fleur sí...
Briar apoya su cabeza contra uno de los cojines. Se siente a la deriva... Y antes de que lo sepa, todos sus pensamientos se borran de su cerebro y está profundamente dormida, soñando profecías que apenas recordará cuando sus ojos se abran más tarde. Sueña con una sala de baile, esculturas de hielo que decoran las mesas, velas que brillan, un vestido hecho para una princesa que roza el suelo...
Y luego sus ojos se abren de par en par, gritos proceden del exterior.
Se levanta de un salto, pero no sabe qué hacer. Parte de ella quiere quedarse y esconderse aquí... Si los gritos vienen de fuera, ¿por qué saldría? Busca a Winky mientras se pone sus zapatos, su mente acelerada y su corazón en su estómago. No lo entiende... no entiende que pasa, por qué la gente grita...
—¡Briar! ¡Briar!
Por un segundo entra en pánico, pero ve que es el señor Weasley, y respira aliviada. Parece asustado y corre hacia ella. Trata de explicar qué está pasando, por qué grita, pero todo se siente amortiguado. Él la lleva afuera y las manos de ella tiemblan. Lo escucha explicar que se trata de mortífagos y que los otros ya se han ido al bosque, pero los gemelos pensaron que podría estar sola. Detrás de ellos, ella ve a alguien con una máscara de mortífago levitando al muggle que posee el camping. Se pregunta dónde está su abuelo...
—Necesito comprobar que todos los demás están a salvo —dice el señor Weasley cuando llegan al bosque—. ¿Podrás encontrar a los otros?
Creo que estoy a punto de vomitar.
—Podré —responde Briar, después de las palabras que pasaron su mente.
El señor Weasley asiente y le sonríe débilmente, tratando de alentarla antes de que salga corriendo entre las filas de tiendas. Briar camina a través de los árboles, pensando para sí misma: nadie puede hacerme daño porque ya se ha hecho lo peor. Repite las palabras en su mente mientras pasa por grupos de magos que se acurrucan. Pasa el grupo que reconoce como el de Beauxbatons, y por un segundo se detiene, asegurándose de que la hermana de Fleur, Gabrielle, esté con ellos y que ella esté bien. Luego continúa caminando, el pensamiento nadie puede hacerme daño se disuelve cuando comienza a entrar en pánico, ¿dónde está Livvy? ¿Dónde está mi abuelo? Sé que los gemelos están bien, pero ¿dónde está mi hermanito? ¿Dónde está mi abuelo? ¿Están bien? ¿Están...?
—Te pareces a él —dice alguien.
Briar se detiene.
—¿Qué?
—Eres la nieta de Crouch... la hija de Lupin... Estaba en el Profeta cuando fue revelado —dice la persona. Es un viejo mago, les faltan dos de sus dientes frontales, sus labios se curvaron de disgusto al verla—. Deberías tener suerte, los mortífagos no te atraparon por la escoria que es tu padre...
—Llama escoria a la gente cuando consigas tener todos los dientes en la boca —dice su hermano pequeño Livvy detrás de ella. Briar jadea audiblemente, pero antes de que ella pueda soltar "¡Livvy!" él agarra su mano, adentrándola más hacia el bosque—. Menuda gentuza hay por aquí, ¿no? Merlín... No es que tu seas una mujer lobo, ¿por qué los mortífagos te persiguen por nuestro padre?
Su alivio desaparece, así de simple.
—¿Has visto al abuelo? —ella pregunta.
—Está ayudando al resto del Ministerio —dice Livvy—. Dejé a Draco y Holly, él está tratando de enfadar a todo el que se cruza de Hogwarts y Holly... bueno, no está sorprendida por eso, pero no puede dejar a Draco así que... ¿Cómo sabías que debías venir al bosque?
—El señor Weasley fue a buscarme —dice Briar—. Estaba tratando de encontrar a Winky... ¡mierda, Winky! ¿Dónde está? Le pedí que me enviara una carta y luego me quedé dormida... ¿Qué pasa si los mortífagos la han atrapado? ¿Y si...?
—Estará escondida —dice Livvy—, estará bien...
—¡BRIAR!
La luz de la luna revela una cabeza de brillante pelo rojo que corre hacia ella, y en unos segundos Fred la toma en sus brazos, abrazándola —sosteniéndola— con fuerza.
Livvy entorna los ojos.
—Um, ¿y Livvy?
—Papá no me dejó ir a buscarte, intenté decirle que ya estuve allí, que sé cómo llegar rápidamente —dice Fred, sonando aliviado y frenético. Briar mira a su hermano pequeño, quien levanta las cejas cuando Fred dice que ha estado en su tienda. Fred mantiene a Briar inmóvil, y ella apoya sus manos en su pecho, sin saber qué hacer—. George está con Ginny y los demás... ¿Pero estás bien?
—Estoy bien —asegura Briar.
Livvy resopla, pero antes de que pueda decir lo que escuchó decir al lago, Briar se aleja de Fred y dice:
—¿Qué tal si vamos dónde los demás?
—Vale...
Fred dirige la marcha, sosteniendo la mano de Briar. Livvy camina junto a su hermana mayor. Los gritos provenientes del camping y el pánico que los rodea en el bosque producen un nivel constante de ruido a su alrededor. Livvy no tiene que bajar la voz a causa de ello cuando le dice a Briar:
—Un poco protector, ¿no crees?
—No pensé que Draco dejaría que te escaparas de su vista —dice Briar, mirando a su hermano—. Oh, espera, no es un problema para él, ¿verdad? Porque su padre...
—Está bien, lo capto —dice Livvy, pero él la mira de todos modos.
Llegan hasta George y Ginny, que están de pie junto a uno de los árboles. Briar pregunta si ambos están bien, y luego dónde están los demás. Sus hermanos mayores han ido a ayudar al Ministerio, lo que Briar recuerda que dijo Arthur, pero no pueden encontrar a Ron.
—Está con Harry y Hermione, así que no está solo, pero... —George se detiene, frunciendo el ceño. Él mira a Livvy, luego a Briar—. Ya sabes.
Briar recuerda su pánico cuando no sabía dónde estaba Livvy.
—Sí —dice ella, asintiendo con la cabeza una vez.
Se quedan de pie todos juntos. Fred suelta la mano de Briar, pero sigue a su lado, como si ella fuera a desaparecer en cualquier momento. No es como si hubiera tenido una visión de algo, ¿verdad? Sabe que la hermana pequeña de Fleur está a salvo, por lo que no se escaparía tratando de encontrarla. No ha tenido ninguna predicción acerca de su abuelo, o Winky, o Harry, Ron y Hermione...
Y entonces, la tiene.
Ve a su abuelo diciendo a Winky que merece la prenda. Su ojo interior le dice dónde lo va a decir, y sin pensarlo, lo suelta. Comienza a preocuparse de nuevo, porque ¿qué va a hacer Winky? Comienza a divagar, sus manos tiemblan otra vez, el pánico vuelve a establecerse, pero de repente se queda en silencio, una calavera verde aparece en el cielo sobre un claro.
—Crees que... —ella escucha a George decir.
—No puede ser —responde Fred.
Livvy y Ginny soltaron variaciones de la misma pregunta, y los gemelos explicaron el significado, todo el bosque quedó en silencio. Los mortífagos anunciaron sus asesinatos al colocar ese cráneo en el cielo. Briar no recuerda su visión, pero recuerda un cráneo verde sobre su casa segundos antes de que descubrieran que su madre estaba muerta.
Briar oye la voz de su abuelo. Siente como si tuviera un déjà vu, y se da cuenta de que eso es todo. Su abuelo va a darle una prenda a Winky. Briar les dice a los gemelos que vigilen a Livvy, quien inmediatamente protesta, y ella corre por el bosque hacia la voz de su abuelo.
—Puedes estar seguro de que será castigada —dice su abuelo, mirando a Winky, con lágrimas de puro terror reuniéndose en sus ojos—. Winky se ha portado esta noche de una manera que yo nunca hubiera creído posible. Le mandé que permaneciera en la tienda. Le mandé permanecer allí mientras yo solucionaba el problema. Y me ha desobedecido. Esto merece la prenda.
—¡No! —grita Winky.
—¡No puedes! —dice Briar, corriendo hacia el claro. Mira a su abuelo en pánico, de pie frente a Winky—. No puedes... ¡no puedes despedirla!
—Desobedeció una orden, Briar —dice Barty.
—Le dije que saliera de la tienda, ¡debía estar fuera cuando esto empezó! —explica Briar. Siente que Winky se aferra a su pierna para protegerse, lo que hace que Briar esté aún más nerviosa—. ¡Por favor, abuelo! ¡Winky estaba asustada! ¡Habría ido directamente al bosque porque estaba aterrorizada! Sabes que tiene miedo a las alturas y los mortífagos estaban levitando a las personas...
—Estás histérica, Briar, hablaremos luego...
A Briar no le importa la cantidad de funcionarios del Ministerio que están observando ahora. Mira a su abuelo, su corazón está acelerando.
—Winky solo fue en contra de tus órdenes porque estaba haciendo algo que yo le pedí —dice ella—. Yo debo ser la que reciba el castigo, no ella.
—Tú no eres la elfina doméstica, Briar —dice Barty.
—Por favor —dice Briar—, no se merece esto.
—Ella no es tu amiga —dice Barty.
Briar comienza:
—Pero...
—No quiero otra palabra —le dice a ella. La gente comienza a regresar a sus tiendas, ahora que el ruido se ha calmado, y Briar se vuelve hacia su abuelo, a quien ni siquiera le importa. Ni siquiera se preocupó por si ella estaba bien, y había mortífagos ahí fuera—. Quiero que vuelvas a nuestra tienda. Puede que vuelva tarde.
—¿No puedo quedarme con mis amigos? —pregunta Briar.
El señor Weasley agrega:
—No sería un problema, Barty, si...
—No —lo corta Barty.
Briar mira al señor Weasley y le dice gracias, mientras su abuelo se aleja para ayudar al resto de los funcionarios del Ministerio a resolver el daño causado por los mortífagos. Siente que va a llorar cuando pasa junto a Harry, Ron y Hermione. Winky todavía está detrás de ella, mientras regresa con los gemelos para ir a buscar a Livvy.
—Oh, uh, creo que dijo que iba a volver con los Malfoy —dice George—. Oye, Briar, ¿estás...?
—Estoy bien —dice Briar, pero no lo está. La idea de estar sola en esa tienda comienza a aterrorizarla. La sola idea de caminar hacia ella la asusta—. Mi abuelo está siendo un capullo...
—¿Quieres que te acompañe hasta tu tienda? —pregunta Fred.
Briar ni siquiera se molesta en fingir que no quiere eso. En cambio, ella le pregunta:
—¿Estás seguro? —y Fred dice que está bien. Él mira a George y Ginny, y su gemelo le hace un gesto de asentimiento, antes de darle a Briar una débil sonrisa.
—No pensé que fuera así la última vez que te veríamos por unas pocas semanas —dice George, y Briar asiente con la cabeza, sintiéndose un tanto miserable, en parte aterrorizada, cuando George los deja y regresa con Ginny a la tienda.
Briar y Fred caminan en otra dirección. Winky va delante de ellos, mirando sobre su hombro cada par de segundos para asegurarse de que Briar todavía está allí. Briar le cuenta a Fred lo que sucedió con su abuelo, con el corazón acelerado.
Winky desaparece, probablemente para esconderse del abuelo de Briar hasta que se calme. Briar se vuelve hacia Fred, forzando una sonrisa.
—Um, gracias por acompañarme —dice ella. Briar siente que el miedo se acumula en su estómago y piensa en cómo será estar sola en esta tienda. Piensa en lo que dijo esa persona. Debería tener suerte de que los mortífagos no la encontraran... Y no solo le harían daño porque su padre es un hombre lobo, ¿verdad? Ella es igual de mala, es una escoria... Sabe que nadie lo hará, pero está sola—. Alguien, en el bosque, dijo que tuve suerte porque los mortífagos no me encontraron —dice Briar. Fred le frunce el ceño—. Dijo que fue una suerte que no me hicieran daño por lo que es mi padre.
—¿En serio? —dice Fred, y él agarra sus manos temblorosas.
Briar asiente, y ella lo mira.
—¿Freddie?
—¿Sí? —dice Fred.
Ella lo mira más, sintiendo su corazón acelerarse.
—¿Puedes quedarte conmigo?
Fred la mira en sorpresa.
—Yo... uh, sí, puedo.
—Sé que es raro, pero tengo miedo y no quiero estar sola. Y...
—Briar, está bien —dice Fred—. No me supone un problema quedarme.
Briar le sonríe suavemente. Ella le suelta las manos y camina hacia su dormitorio, Fred la sigue.
—Además, esto hará enfadar a tu abuelo —él dice, y Briar no puede evitar reír.
Fred se sienta en su cama y ella se quita los zapatos. Briar se siente muy incómoda y sabe que a primera hora de la mañana tendrá que escribirle a Fleur y decirle esto, pero ¿sabes qué? Está aterrorizada. No quiere estar sola. Si los dos gemelos la hubieran acompañado, les habría pedido que se quedaran a dormir, pero no fue así.
Briar se mete en la cama, descansando su cabeza en la almohada. Fred se encuentra a su lado, unos pocos centímetros entre ellos. Ella rueda los ojos.
—¿Qué, acaso mi cara se ha convertido en un tazón de cereales? —ella dice.
—Oh, ¿entonces quieres que te sirva la cuchara? —dice Fred, y parte de Briar piensa joder sí, y otra parte de ella piensa: oh, querido Merlín, esto es asqueroso. Soy asquerosa. Soy un monstruo. Estoy maldita. No querría esto si lo supiera, ni lo intentaría...
—Estaba bromeando —dice Briar rápidamente.
—Bueno, ya es demasiado tarde —dice Fred, y él yace a su lado, su pecho presionado contra su espalda. Él descansa un brazo sobre ella.
—Pero...
—Briar —dice Fred, hablando un poco más suavemente ahora. Ella está cerca de entrar en pánico. Quiere hablar con su padre, saber qué debe hacer al ser un monstruo—, ¿sigues enamorada de mí o no?
Briar se queja.
—Idiota.
Su brazo se mueve, aferrándose a ella.
—También te quiero.
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