Capítulo 7: El misterioso señor Brown
Sylvia, Jennifer y Michael se quedaron estupefactos al ver como Tom Black hacía caer una pared con solo darle un pequeño golpe. Aunque a efectos prácticos no era una pared, sino una puerta camuflada, el gesto no resultaba menos increíble por ello. Y es que Tom Black sabía jugar mucho con la teatralidad, pensó Jennifer. Ni ella misma, que era escritora, era capaz de añadirle tanto dramatismo a las cosas. Tom era un increíble y muy inteligente manipulador, de eso no cabía duda alguna. De hecho, Jennifer seguía sin saber la razón por la que se encontraba en esa casa. No podía ser casualidad, pensó. Aunque Tom conocía su pasado, y podría haberse visto interesado en ella por aquello que le había sucedido cuando tan solo era una niña.
Aquella noche se había despertado llorando... Jennifer movió la cabeza. Los recuerdos amenazaban con salir al exterior, destrozando su vida de nuevo. Ya le había costado muchísimo apartar esos horribles recuerdos que todavía le provocaban pesadillas. La sangre, roja, brillante, viscosa... Debía olvidarlos, o volvería a sufrir crisis de ansiedad. Ya ni su mente le pertenecía, pensó Jennifer. ¿Podía realmente Tom conocer todos los datos de su pasado? Solo aquella jovencísima agente del FBI lo conocía. ¿Cómo era su nombre? ¿Ariadna? ¡No! ¡Era Aria! Y su apellido... El de un asesino, pensó Jennifer. ¡Ah, pues claro! ¡Manson! ¡Aria Manson! Jennifer sonrió por su esfuerzo. Aunque no la había vuelto a ver desde aquella noche, aquel nombre se le había quedado grabado en la mente.
Podría ser que... Jennifer recordaba un titular que mencionaba a aquella agente. ¡Sí, ya lo recordaba! Ahora, Aria era la jefa de la sección de Análisis de la Conducta de FBI, unidad que se encargaba de capturar a los asesinos más peligrosos. Jennifer trató de recordar... Creía que el titular iba sobre el Asesino de Bywater. Y mientras más recordaba, más clara veía la foto que encabezaba el artículo: Aria Manson hablando con Tom Black. ¡Por supuesto! Todo el mundo traicionaba a la pobre Jennifer...
- ¿Jennifer? Preguntó alguien sacando a la joven de sus pensamientos.
Michael y Sylvia la miraban preocupados. Tom Black solo sonreía.
- ¿Qué pasa? Dijo Jennifer, nerviosa y tratando de controlarse.
- Eh... Vamos a entrar en el túnel. ¿Vienes o qué? Preguntó Michael con un tono de voz que indicaba que había tratado de decírselo anteriormente pero que ella no había escuchado.
- Está bien –dijo Jennifer con un tono de voz dulce.
Los cuatro se metieron en la oscuridad profunda del túnel. Con Tom Black en cabeza, por supuesto.
Noah lanzó volando el archivo, mientras contemplaba las caras atónitas de Alex y Alba.
- ¿E-estás bien? Preguntó Alex extrañado.
Noah trató de controlar su respiración. No podía ser... ¿Cómo podía saber el asesino que él estaba colaborando con Tom Black? Siempre habían tenido mucho cuidado en encontrarse... Si el asesino sabía eso, ¿cómo podía saber que no conocía su verdadero secreto? Lo que de verdad había ocurrido en la fiesta del asesinato... Algo que solo él y Tom conocían... El Asesino parecía estar en todos sitios. Sus asesinatos lo demostraban. Era imposible que lo hiciera todo él solo. Debía tener alguna clase de ayudante, aprendiz o algo similar que estuviera igual de loco que él.
Noah reflexionó. Era muy poco probable que su ayudante fuera uno de los que habían estado en la fiesta del asesinato. Los tiempos no cuadraban, así que debía ser uno de los dos nuevos. Jennifer o Vincent. Esa debía ser la razón por la cual Tom les había invitado. O quizás el cómplice era alguien de fuera. Había muchas pruebas que sugerían que el Asesino tenía acceso a la información del FBI. Aria Manson, la jefa de Tom, era otra posible sospechosa. La mente de Noah voló hacia aquella pareja tan cómica de policías, ¿cómo se llamaban? ¡Ah, sí! El Sargento Sheppard y el Teniente Clarke. Tom le había hablado mucho de ellos, por alguna razón sería...
Noah interrumpió sus cavilaciones al ver que ya se había calmado. Alex, Alba y Vincent le habían acabado ignorando y habían seguido inspeccionando la habitación. Noah trató de recordar algo que no le había cuadrado sobre la habitación. Aunque no lo recordaba, tenía la sensación de que se trataba de algo de la cama... Sin embargo cuando se levantó, fue directo hacia el único cuadro que había en la habitación: Una lograda imitación del Guernica. Lo quitó de la pared, lo lanzó al suelo y sonrió al observar la caja fuerte que había detrás. Había sido fácil... Quizás demasiado.
- ¿Qué acaba de pasar? Preguntó Alba, sorprendida.
- Shhh –dijo Noah mandándola a callar.
Apoyó su oído en la caja y comenzó a girar la rueda poco a poco hacia la izquierda, escuchando bien cada sonido. Cuando oyó un chasquido, repitió el procedimiento pero hacia la derecha esta vez. Fue poco a poco, muy lentamente, averiguando cada uno de los números de la caja fuerte. Y aunque estaba feliz, tenía la sensación de que el Asesino les había dejado la caja fuerte apropósito. Que todo era un juego. Finalmente, Noah oyó el chasquido final, y la puerta se abrió con un bang metálico. Noah no pudo evitar recordar la historia corta de Sherlock Holmes, la Banda Moteada.
Introdujo la mano adentro de la caja fuerte y sacó el único objeto que había dentro. Rápidamente, Alba se lo arrebató.
- "Querido diario –empezó a leer-, mami te ha regalado a mí por mi sexto cumpleaños. Creo que es una manera de compensarme por lo de papá. La mancha roja no se ha ido de la moqueta, aunque mami ha dejado de tener manchas moradas en la piel. La abuela está viviendo ahora con nosotros. Es muy mala, siempre está diciéndome palabras malas y me encierra en el sótano con las marionetas esqueleto de mamá. Yo se lo digo a mami, pero ella no me hace caso. Bywater es un pueblo muy bonito. Esta mañana he descubierto que un pájaro había entrado en casa, y he cogido un cuchillo del cajón prohibido. Sé que ha estado mal, pero me he sentido muy bien cuando he visto el color rojo salir de sus alas. Y luego de sus ojos. Me despido ya que tengo mucho sueño, y mami no me deja estar despierta cuando llegan sus amigos. Son muy siniestros. Besos, diario". Vaya, menuda niña más tenebrosa.
- ¡Niña! –Exclamó Alex-. ¡No ves que la letra es de chico!
- Vamos, Alex, menciona un niño que llame a su madre "mami". A parte de ti –dijo Alba mientras observaba su expresión facial.
La cara de Noah se endureció.
- Yo también llamaba mami a mi madre –dijo.
Alba se tragó sus palabras al ver que incluso Vincent asentía con la cabeza. ¿Mami? ¿En serio? Estos niños de clase media estaban demasiado mimados... Su madre nunca le había procurado ni la más mínima atención, y por eso Alba era ahora tan fuerte y tan independiente. Ningún chico regía su vida... Al menos, hasta que llegó Fernand. Alba se enamoró enseguida de aquella austeridad, de aquella castidad... Pero Fernand conoció a Alex. La verdad, Alba no entendía que podía haber visto en el burdo y vulgar médico, que era más corto de inteligencia que la niña que había escrito aquel diario. Y las niñas si podían tener letra de niño. Alba había tenido letra de niño hasta que su madre se había dado cuenta y lo había corregido. Las damiselas deben tener una letra pulcra y elegante, solía decir.
Noah le quitó el diario de sus manos y empezó a leer muy rápidamente. Alba se sentía irremediablemente atraída por Noah Green, más incluso que por su hermano. Noah tenía aquel físico seductor, pero también tenía una personalidad increíblemente caballerosa. Su madre habría dicho que era "el hombre perfecto".
- Todo es igual –dijo Noah-. La niña menciona como su abuela le encierra en el sótano, como su madre se reúne con sus "amigos siniestros" y como a veces mata animales.
- ¿Niña? –Preguntó Vincent por primera vez-. ¿Menciona en alguna ocasión que sea una niña?
- No lo he visto –dijo Noah-, pero estoy seguro que un análisis más exhaustivo revelará...
- ¿De verdad crees que el Asesino de Bywater iba a dejarnos una pista sobre su identidad tan a la vista? –Dijo Vincent con dureza.
Noah no dijo nada y dejó el diario en la mesita de noche, junto a las fichas.
Lucy fue por la derecha, Christine fue por la izquierda, y Albert y Vesta fueron hacia delante. Su misión era sencilla: inspeccionar cada uno de los libros que había en la biblioteca en busca de alguna pista. Albert y Vesta acordaron separarse para cubrir más terreno. Albert cogió un libro titulado "Muerte bajo el sol", de Agatha Christie, y se dispuso a leer. Sin embargo, no podía concentrarse. En su mente no dejaba de repetir las palabras que Vesta le había dicho el día anterior, mientras comían juntos. Rápidamente se levantó y fue a buscar a Vesta. La encontró cogiendo un libro, "Los doce trabajos de Hércules".
- Vesta, creo que necesitamos hablar –susurró Albert.
- ¿Qué libro estás llevando? ¿Muerte bajo el sol? Más bien Muerte en las nubes, porque estás en las nubes, Albert. ¿¡Qué parte de no vamos a hablar del tema no entiendes?! Replicó Vesta algo enfadada.
- Lo siento, Vesta, pero creo que debemos dejar de mentir. Fingir enamorarnos, fingir no conocernos durante la fiesta del asesinato... Todo fueron mentiras y más mentiras.
Vesta abrió los ojos, sorprendida.
- ¿¡De verdad quieres echarte atrás ahora?! ¡Hemos conseguido engañar al mismísimo Tom Black! –Gritó Vesta subiendo la voz. Al darse cuenta, la bajó para decir su siguiente frase-. Ahora vuelve a tu lugar y siguen investigando, "hombre del traje marrón".
Michael estaba muy enfadado. Muy enfadado con todos en general. Con Lucy, por ignorarle. Con los invitados a la fiesta del asesinato, por fingir sus muertes. Y con Tom Black por... Bueno, por ser Tom Black. Así que mientras avanzaban por el túnel secreto prácticamente a oscuras, se adelantó y se puso delante de Tom.
- Quiero que me digas que estamos buscando exactamente. Y no digas que pistas para desvelar la identidad del asesino, que ya ni me lo creo- Y también quiero que me digas qué están haciendo Jennifer Marple y Vincent Poirot aquí.
Tom suspiró.
- Bueno, no veo nada de malo en revelarlo. Pero primero el porqué de Jennifer y Vincent. Bueno, es muy sencillo. Están aquí por...
Lucy abrió muy fuertemente la boca al leer la anotación del asesino que tenía delante, en el libro "Poirot investiga"...
Vincent tiró tan fuerte del cajón que se rompió, revelando un archivo secreto...
Y en ese momento, el curso de la investigación cambió por completo.
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