4. Puente humano
—Fue un placer conocerlos, chicos. —Se despide Sawyer cuando sostengo la puerta para él—. Prometo no decir ni una palabra de lo dicho dentro de estas cuatro paredes.
—Sabemos que no lo harás. —Liv saca la fotografía de su escote y la hace bailar en el aire con una sonrisa amenazante.
Arlo, todavía desconfiado pero no tanto como en un principio, se limita a asentir. Timmy evita hacer contacto visual y traza las líneas de su palma con la punta de su nariz.
La temperatura en el patio desciende como el amor de alguien que fue infiel, y una bufanda colorida se teje en el cielo. El atardecer tiene los minutos contados mientras me encojo de frío dentro de mi abrigo y espero a que el chico se marche. Sin embargo, no muestra intención de aquello al esconder las manos dentro de los pantalones extra largos de papá y apoyar la espalda contra el cobertizo.
Sus ojos otoñales caen en mi casa por un segundo. Debe estar pensando en la discusión con Cora. Asumo que pasar el rato con nosotros fue una estrategia para ganar tiempo o coraje para saber qué decirle. Odio la sensación que me provoca saber que se aproxima una confrontación, así que me esfuerzo por encontrar las palabras correctas para hacerle saber que es un problema de sencilla solución:
—Ella también mira senos, todos lo hacemos —suelto.
Gira la cabeza de golpe. Frunce el ceño y ríe a la vez, confundido.
«Evidentemente no fueron las palabras correctas, Grethalyn.»
—Lo que quiero decir es que tenemos la suerte de tener vista. Miramos cualquier cosa que esté frente a nosotros, y no de forma sexual la mayor parte del tiempo. Es solo que... —Me estoy enredando, como siempre—. No tenemos los ojos a los lados de la cabeza como los caballos. ¿Entiendes lo que digo? Y si estabas viendo a la otra chica de forma inapropiada, la próxima intenta disimular como lo haría cualquiera. Mejor aún, desvía la mirada. Tanto por la desconocida como por Cora. Es incómodo que te...
—La chica tenía un collar, eso fue lo que me llamó la atención, no su talla de sujetador —interrumpe.
Algunos no le creerían. Otros se enojarían conmigo por meterme donde no me llaman. Sin embargo, por algún motivo le creo y por otro él no se molesta por el comentario.
—¿Tu interés por la artesanía y gemología son un secreto tan grande como para aguantar una bofetada? —digo a pesar de que tengo la sospecha de que el collar le recordó a una persona.
Nunca me atrevo a preguntar las cosas de forma directa. Tengo miedo de invadir el espacio personal de las personas, así que al escoger interrogantes que invitan a contestar tanto de forma superficial y segura como profunda e insegura, uno les permite abrirse o escapar de la situación sin que se vuelva incómodo.
Sus ojos caen en los míos y por primera vez deja que el silencio se asiente por un tiempo en lugar de espantarlo con palabras. Sonríe de lado de forma burlona y eso me hace creer que se ha dado cuenta de lo que estoy haciendo.
—¿Hay algo que no puedas decir en voz alta, hermanastra de Cora?
—¿Algo como qué?
—Cualquier cosa. —Se encoge de hombros—. Me refiero a algún secreto, o tal vez algo evidente que aunque abras la boca no te salen las palabras porque no sabes por dónde comenzar o cómo explicarlo para...
—¿Para que el otro lo entienda y sienta de la misma forma que tú?
Exhala lo equivalente a Canadá y asiente. Luce frustrado mientras pisa la punta de una de sus botas con el talón de la otra.
Por un lado, mi curiosidad palpita en la punta de mi lengua e imagino escenarios que expliquen su nostalgia por ese collar aunque ni siquiera sepa cuál es su apellido para empezar. Por otro, siento la incomodidad de un posible acorralamiento. Me aterra que cualquier persona pregunte acerca de mí, porque no sabría mentirles si abren el signo de interrogación en el lugar correcto.
De momento nadie fue lo suficientemente directo conmigo, y aquello me hace creer que lo estoy ocultando bien.
—Es que nadie puede entender y sentir con la profundidad e intensidad de uno por más que lo intente, Sawyer. —Junto las inquietas manos tras la espalda—. Sin embargo, las personas pueden estar ahí para ti mientras encuentras la forma de expresarte. No es necesario que le cuentes a Cora qué te sucedió, pero puedes asegurarle que algo pasó y que las cosas no son como ella las percibe.Lo medita mientras la brisa le aparta el cabello de la frente.
—¿Y si no me cree?
Su atisbo de inseguridad me sorprende. Hace aflorar en mí el coraje y la certeza que tengo para el resto pero nunca para mí.
—¿Y si lo hace, se disculpa, promete esperar a que estés listo, y termino oyendo cómo le pides que voltee su lámpara de tortuga porque te imposibilita aca...?
—¡Está bien, lo entiendo! —Levanta las manos en señal de rendición, riendo y con las mejillas coloradas tanto por el frío como por la vergüenza—. Lamento que hayas tenido que oír esas cosas. Creí que estábamos siendo silenciosos.
—Ella sí, tú no.
Abre la boca pero no tiene forma de salir de esta conversación airoso. Compartimos una mirada divertida hasta que la luz sobre la puerta celeste se enciende. No es automática. Sé que fue Liv y lo confirmo cuando la veo asomando la cabeza detrás de la cortinas de Navidad, en la ventana junto a Sawyer. Es su forma de decirme que necesitamos hablar con urgencia.
Me aclaro la garganta:
—No conozco mucho a Cora, pero las únicas veces que la oigo reír o ser dulce es cuando está contigo. Tú sabrás si te quiere, pero desde afuera puedo decir que te aprecia. Entenderá lo poco o mucho que le digas, y si no lo hace al menos sabemos que tendrás un buen arreglo floral en tu funeral con lo muchísimo que le gustan las plantas.
Cuando ríe, reprimo mi sonrisa y espero con todos los relojes del país que pueda quitarse ese desconocido peso que tiene sobre los hombros. Deseo que ella y él se abracen hasta que los temores sean engullidos por su cariño y la nostalgia brille en su dulzura más que en su amargura.
Despega la espalda del cobertizo y me enfrenta un segundo.
—Gracias por todo, Gretha. En serio.
No me pasa desapercibido que es la primera vez que me llama por mi nombre.
—No es nada, novio de Cora —respondo cuando empieza a caminar en reversa hacia la casa.
—¿Siempre que uno llame al otro como propiedad de Cora el restante lo llamará por su nombre? ¿Esa será nuestra tradición?
Aún con las manos a la espalda, busco el picaporte de la puerta.
—¿No lo era tirarse a la piscina en pleno otoño? Abre los brazos mientras atraviesa el patio, aceptando lo que sea que esté dispuesta a darle.
—¡Podemos tener varias!
Espero a que suba los escalones corriendo y desaparezca por la puerta trasera antes de volver a la antigua oficina multiuso de papá.
Liv me espera de brazos cruzados junto a la ventana, tal madre a su hijo luego de escaparse para salir de fiesta. Arlo y Timmy intercambian una mirada familiar. Sin decir nada, cruzan el cobertizo y se meten de a uno en el baño hasta que la puerta corrediza se cierra con un chasquido.
Todavía pueden oírnos, pero prefieren estar fuera de vista cuando la bruja está por regañarme, ya que si se enoja termina soltándole sermones a quien esté frente a ella.
—Gretha Fisher...
Empiezo a juntar las tazas de la mesa. La mía es la única que todavía tiene café.
—No empieces a hacer eso —advierte pisándome los talones mientras rodeo las pilas de libros hasta el precario fregadero junto a Tía Nenrrieta.
—¿Qué cosa?
—Intentar con todas tus fuerzas que la relación de dos personas funcione a la perfección para verte obligada a pasar la página que por ti misma sabes que no tendrás fuerza para pasar llegado el momento.
Dejo las tazas y estoy por arremangarme para lavarlas, pero me detengo en cuanto rozo las mangas de mi abrigo. Disimulo el movimiento cruzando los brazos mientras Liv apoya la cadera contra la diminuta mesada y pone un brazo en posición de jarra.
—Estás siendo precipitada y paranoica. En primer lugar, porque lo conozco hace como cuarenta y ocho horas. En segundo, porque sale con mi hermanastra. En tercero...
—Porque te conozco a ti, y eso es todo lo que importa —finaliza con un suspiro—. Cada vez que te gusta alguien haces lo mismo. Te conviertes en Cupido y vas por ahí asegurándote que se enamore profundamente de otro para reprimir tus sentimientos y no enamorarte tú. Eres una precavida sentimental desde el momento en que te dicen «Hola», y mientras Sawyer siga merodeando por aquí gracias a Cora, hay una alta probabilidad de que caigas en el mismo patrón en el futuro con él.
Me gustaría decir que está siendo ridícula, pero no soy buena con las mentiras.
—¿Quieres ayudarlos por las razones correctas y desinteresadas, por un motivo egoísta y miedoso, o por ambas a la vez? —indaga.
—¿Eso qué importa? Al final lo que cuenta es hacer lo correcto, que las personas sean felices.
—Tú también eres una persona. Hacer cosas que te hacen medio feliz no es bueno, te acostumbras a que te den la mitad cuando tú lo das todo. No es justo.
No se lo digo, pero a veces me siento más objeto que persona.
Soy un puente. La gente se aferra a mí para llegar de un lugar a otro y ya lo tengo asumido. Sea una situación que dure horas, meses o años, terminan avanzando y me quedo donde estoy porque siempre aparece alguien más que necesita el apoyo para atravesar algo y llegar a otra persona. Me enorgullece verlos progresar y construir su felicidad —saber que fui parte de los cimientos de dicha construcción, sea que ellos lo recuerden o no, me hace sentir bien—, pero Liv habla de algo que me asusta mucho.
De tanto creerme objeto, empecé a intentar imitar sus características. Lo inanimado no siente, y aunque yo sí, trato de no hacerlo por cierta gente, tanto por su bien como por el mío.
No sé cómo dejar de ser puente y convertirme en destino, y el cambio es lo suficiente atemorizante para conformarme con lo que soy ahora.
Así que... «Soy tu puente a Cora, Sawyer. Úsame, pero no por demasiado tiempo. Otra persona también me necesitará y me gusta sostener a todos de la misma forma, con ambos brazos y dando todo lo que me gustaría den por mí si algún día soy persona».
—¿Me prometes que te mantendrás al margen de la relación de esos dos por tu propio bien? —insiste preocupada—. Solo quiero que pongas distancia con Sawyer si te empieza a gustar y ronda por tu cabeza con una frecuencia indebida. Deja que se las arregle solo para solucionar sus problemas amorosos.
Eso no depende de mí en absoluto y lo sabe. Si veo mal a una persona mi conciencia se niega a que la ignore. Ayudaré siempre y cuando me lo permitan, y eso último está en manos del otro.
Le sostengo la mirada con una disculpa en los ojos.
Me gustaría ser de otra forma, pero no puedo.
—Esta empatía masoquista me hace querer golpearte. Al menos podrías darme el placer de verte llorar y dejar que te abrace cuando lo agridulce de la situación te sobrepase.
Le sonrío a modo de agradecimiento aunque eso no sucederá.
Los puentes no lloran. Están ocupados sosteniendo. Abajo se acumulan las lágrimas del resto y es nuestro trabajo no dejarlos caer en esa tristeza otra vez.
¡Hola, paragüitas! ¿Qué películas y series están ansiando que salgan? (Acá los saluda el ser que se va a maratonear The Umbrella Academy 2) ¿Son de los que esperan los estrenos con cuenta regresiva o del tipo que se olvida y se entera medio año después que salió algo que quería ver?
1. ¿Con sus amigos son más del equipo Gretha-Liv (que discute), o Arlo-Timmy (que les da espacio a sus compañeros pero pega la oreja en al puerta)?
2. ¿Alguna vez se sintieron como un puente?
3. ¿Creen que Sawyer sigue el consejo de Gretha y Cora lo perdona? ¿Sí a las dos cosas o solo a una? ¿A cuál?
Con amor cibernético y demás, S. ♥️
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