Capítulo 40: Confesión

El timbre anunció el final de la clase y el comienzo del almuerzo. Zenitsu comenzó a recoger sus cosas y a guardarlas en su mochila. No había intercambiado muchas palabras con sus amigos. Un saludo cuando todos terminaban de llegar al aula y si eso algún adiós cuando se marchaban. Incluso había dejado de acompañarlos a la azotea para almorzar todos junto a Giyuu. Cada uno tenía sus asuntos importantes que atender y sabía que, si comía con ellos, estos terminarían hablando del exorcismo de Gyutaro, un caso del que él ya había decidido desentenderse.

Con la mochila a sus espaldas, caminó hacia la puerta, escuchando detrás de él un quejido de sorpresa perteneciente a Tanjiro por haber sido tan rápido que no le había dado tiempo ni a despedirse ni a proponerle comer todos juntos.

Aunque se mostrase indiferente, no se sentía para nada así, por eso prefería refugiarse en el dibujo que tenía pendiente, pero por supuesto que existía una persona que todavía era incapaz de entender toda esta situación.

- ¡Monitsu!

Ya en el pasillo, Zenitsu se dio la vuelta cuando Inosuke le llamó y trotó para llegar junto a él.

- ¿Qué pasa?

- ¿Y esa pregunta? Lo que pasa es que a dónde vas, vamos a comer todos juntos, como hacemos siempre.

- No me apetece. Otro día.

- ¿Otro...? ¡¿Por qué?! ¡Es lo que hacemos siempre! Cuando éramos solo nosotros tres comíamos siempre juntos.

- Pero no me apetece. En otro momento...

- ¡Haced las paces! - interrumpió al rubio apresurado - No estés enfadado con el Gonpachiro. No podéis dejar de ser amigos por una discusión tan boba.

- No estoy enfadado con Tanjiro.

- ¡Mentira! ¿Por qué le evitas entonces? No, ¿por qué evitas a todos? ¿Estás enfadado conmigo también? ¿Es eso?

- Inosuke...

- Porque hablo mal y me equivoco con las palabras, ¿es eso? ¿Te has enfadado conmigo por eso? Puedo... ¡puedo leerme un diccionario todos los días! Solo quiero... que todo vuelva a ser como antes.

- ¿Antes? - Zenitsu murmuró la palabra mencionada por el chico. Sus "antes" eran completamente diferentes. Para Inosuke debía ser el principio de curso, cuando solo estaban ellos tres en el club. En cambio, para Zenitsu, ¿cuál era su "antes"? ¿El Zenitsu anterior a su amnesia o el Zenitsu posterior?

No lo tenía claro, pero sabía que el que quería recuperar Inosuke era el segundo.

- Nosotros nunca vamos a dejar de ser amigos, Inosuke.

- Otra mentira - protestó con un puchero.

- No es una mentira. ¿Sabes? Es difícil de explicar, pero Tanjiro y tú me tendisteis la mano en un momento complicado de mi vida. Es algo que aprecio de todo corazón. Nunca podré enfadarme de verdad con vosotros, por muchas veces que hables mal o uses palabras que no corresponden. Incluso con Tanjiro, aunque nuestros pensamientos y opiniones diverjan, me es imposible hacer algo como odiarle.

- Entonces... ¡entonces, cuando todo esto acabe, haz que todo vuelva a la normalidad!

- No te preocupes por esas cosas, solo haced lo que tengáis que hacer y ya. Me tengo que ir, nos vemos.

Zenitsu se despidió de su amigo con la mano y continuó su marcha por los pasillos. Aunque su plan original pasaba por comer en una esquina de la biblioteca mientras probaba combinaciones de colores para su cuadro, después de haber mantenido esa pequeña charla, no le apetecía quedarse solo junto a sus pensamientos, así que dejó que sus pies le guiasen solos.

Hasta una de las aulas de tercero.

Uzui, que se encontraba revisando algo en su teléfono, levantó la mirada cuando se sintió observado y dio con la figura del rubio acurrucada contra el marco de la puerta, medio escondido, pero con la intención de ser visto. Al ver que le había visto, Zenitsu le dedicó una pequeña sonrisa y un corto saludo con la mano.

- ¿Cómo va tu pintura? - preguntó Zenitsu a Uzui. Ambos estaban sentados uno al lado del otro, escondidos y almorzando juntos detrás del gimnasio - Dime por favor que estás haciendo algo mejor que echar colores al azar sobre el lienzo.

- Sospecho que piensas que soy un novato tontito.

- En realidad no, pero sí que pienso que eres uno de esos artistas que dejan todo a la libre interpretación. Ya sabes, uno de esos que pintan un punto negro en el lienzo y lo buscan vender por millones pensando que evocan un sentimiento super profundo.

- ¿Ah? ¿Pero qué dices? Yo nunca usaría un solo color en una pintura. Con la de colores que existen, usar solo uno es una ofensa para el mundo del arte.

- Usar todos a la vez también debe ser una ofensa.

- Puff, lo que digas - Uzui resopló, como si fuese un niño pequeño al que le están debatiendo sus ideas de que las nubes saben a caramelo. Zenitsu intentó contener la risa por aquello - Oye... ¿todo va bien con tus amigos?

- ¿Mm? Sí, ¿por?

- Porque estás almorzando conmigo, escondidos, como si fuésemos dos fugitivos que huyen de la ley.

- No huimos de nada. Bueno... en realidad tal vez de Suma. Creo que si nos ve juntos se pensará de nuevo que te queremos llevar a nuestro club.

- Esa es la justificación de que estemos escondidos, pero, ¿y el que estés conmigo?

Zenitsu agachó la mirada hacia su bento, Uzui solo pudo resoplar de nuevo.

- No pienses que me molesta estar contigo, todo lo contrario, pero me llama la atención que dejases de almorzar con tus amigos y vinieses conmigo. Es acaso... - Uzui se inclinó hacia su lado - ¿Qué te arrepentiste de rechazarme, te da vergüenza pedirme salir y actúas disimuladamente como si fuésemos pareja para que inconscientemente te acepte como mi novio?

- ¿Qué tontería es esa? - Zenitsu empujó el rostro del mayor hacia atrás pues se le había acercado mucho - Si te molesto, entonces no hace falta que almorcemos juntos.

- Oye, oye, que yo no he dicho eso. Todo lo contrario. Almuerza conmigo todos los días que quieras - Uzui regresó su atención a su bento - Me gusta estar contigo.

- Entonces... acepto la oferta.

- Bien - Uzui dejó transcurrir unos cuantos segundos de cierto silencio mientras Zenitsu masticaba - Oye, Zenitsu.

- ¿Sí?

- ¿Te interesa el club de arte?

- ¿Mm? Bueno... no está mal. A mí... me gusta pintar.

- ¿Y alguna vez...? ¿Alguna vez te has planteado que podrías...? Nah, mejor olvídalo. Seguro que el pelirrojo consideraría esto competencia desleal. Y no me quiero ganar uno de sus cabezazos, corren rumores de que son de temer.

- Me gusta el club de investigación de demonios, a pesar de todo.

- Ya lo sé, es que tenerte tan cerca estos días... supongo que se ha sentido tan bien que he querido monopolizarte de más.

- Esa no me parece excusa para lo que has intentado proponerme. ¿Sabes? Creo que después de todo voy a chivarme a Tanjiro. Una pena, tenías una buena cabeza, lástima que vaya a acabar rota.

- ¡¿EH?! ¡O-oye, no digas eso ni en broma! - Uzui se señaló su propia cara - ¿No te parece un crimen que tu amigo desfigure de un cabezazo este rostro tallado por los mismísimos dioses?

- Deja de ser tan vanidoso, ahora definitivamente se lo voy a decir.

- Eres un pichoncito muy malo.

Zenitsu le sacó la lengua en forma de burla, aunque eso solo provocó una risa en Uzui.

- Oye, no me enseñes así la lengua si no quieres que te la muerda.

- No serías capaz.

- ¿Me estás retando?

Uzui se inclinó hacia el rubio solo en forma de broma, esperando que este se quejase por su atrevimiento y le hiciera un berrinche, pero nada de eso pasó, Zenitsu no se movió ni un centímetro. Ambos se miraron de frente, intentando fallidamente averiguar qué era lo que estaba pasando ahora mismo por la cabeza del otro. Uzui continuó inclinándose hacia él y Zenitsu comenzó poco a poco a cerrar los ojos, como si no ver sus movimientos le eximiera de la culpa de no apartarse.

Ya sabía desde el primer segundo que acercarse tanto de nuevo a Uzui era peligroso y le acabaría trayendo problemas, pero eso lo sabía el Zenitsu racional, el de ahora. El Zenitsu de antes, el que en un pasado que no recuerda se confesó a Uzui, solo sabía que besarse con él en la mansión Ubuyashiki era de lo mejor que le había pasado.

No habían vuelto a besarse desde verano y el segundo Zenitsu que había mencionado no parecía estar muy de acuerdo con eso.

Sus ojos quedaron completamente cerrados, su piel se erizó cuando sintió el aliento de Uzui chocar contra sus labios y su cuerpo entero tembló por la anticipación. Su mente ahora mismo estaba perdida completamente en otro mundo, pero por desgracia fue traída de vuelta de golpe cuando escuchó unas ramas crujir al ser pisadas por alguien.

Giró su rostro rápidamente hacia atrás, impidiendo el beso y dando rápidamente con la persona que les había encontrado en semejante escondite tan rebuscado. Había sentido su corazón dejar de latir por un momento al pensar que podía ser Kaigaku, pero cuando vio que era Hinatsuru, se pudo tranquilizar más.

Sus ojos ámbar conectaron directamente con los de la chica que se mostraba sorprendida por haberlos descubierto así. No pudo pasar desapercibido para él como los labios de la alumna de tercero parecían temblar, de la misma manera que sus dos puños que mantenía cerrados y pegados contra su cuerpo.

No entendía su reacción. Parecía triste e incluso... decepcionada.

- Lo... lo siento - Hinatsuru consiguió controlar sus temblores, dibujando su habitual sonrisa en su rostro, aunque Zenitsu podía verla flaquear - No quería... n-no sabía... perdón.

- ¿Eh? ¡N-no, no te disculpes! N-no has interrumpido nada porque... bueno, no pasaba nada.

Aunque dijera eso, Hinatsuru prefirió agachar la mirada como si hubiese visto algo que no debía. Puede que su excusa no funcionase con ella.

- E-e-e-em... - Zenitsu entró un poco en pánico, recogiendo su bento, aunque estuviese sin acabar y guardándolo rápidamente en su mochila - A-acabo de recordar que me he olvidado algo en clase. Eh... n-nos vemos.

Zenitsu salió huyendo de allí con las mejillas coloradas. Sí, le daba vergüenza no haber tenido la suficiente fuerza de voluntad para negarse a un beso con Uzui, pero si lo ponía en una balanza, pensó que daba más vergüenza que le hubiesen pillado de esa manera con el mayor y encima Hinatsuru. Sabía que Uzui tenía tan poca vergüenza que le saludaría normalmente después de todo eso, pero seguro que Hinatsuru tenía más reparo y decoro y le resultaría incómodo.

Chilló internamente. ¡Ahora tenía más vergüenza de haberse mostrado así delante de una chica que se le asemejaba a un ángel!

- ¿Por qué me pasan estas cosas? - se lamentó en voz baja, dejando de correr para pasar a andar despacio, recordando todavía aquella mirada de la chica cuando los vio.

¿Por qué la hizo? ¿Por qué parecía estar triste? ¿Pensó como Suma imaginándose que besarse con Uzui era un truco para cambiarlo a su club? ¿O podía ser que...?

Su mente, que tendía a sobrepensar todo cien veces, dejó de hacerlo cuando vio caminar por los pasillos hacia su dirección a Gyutaro. El chico había vuelto al instituto y se podía imaginar bien quién estaba detrás de ello. Aunque pasó justo a su lado, Zenitsu ni siquiera lo miró a los ojos, prefirió pasar rápidamente y evitar cualquier tema de conversación. Gyutaro solo le miró de reojo, pero nada más. Si había venido a la escuela no era para buscar pelea con nadie ni nada parecido.

Gyutaro terminó por llegar frente a la puerta del club de investigación de demonios. No se molestó en llamar ni nada parecido, pues suponía que todos estarían en la azotea almorzando y se equivocó en eso. Cuando entró, se quedó sorprendido de dar con Tanjiro leyendo un libro. El pelirrojo, al percatarse de la intromisión en su club, levantó durante un momento el rostro, pero al ver que era él, devolvió su atención al libro que tenía entre manos.

Aunque no quiso ser evidente, Gyutaro terminó por resoplar al ser ignorado de semejante manera.

- Pensé que no habría nadie - empujó hacia atrás una silla lo suficientemente lejos de Tanjiro para sentarse en ella - ¿No te soportaban y te han castigado aquí o qué?

El único ruido que sonó tras la pregunta de Gyutaro fue el de una de las hojas del libro de Tanjiro siendo pasada. Gyutaro se le quedó mirando confuso. ¿A qué venía esa frialdad? Después de todo lo que hablaron en su casa.

- ¿Te comió la lengua el gato? Bah, da igual, yo tampoco quiero hablar de cualquier forma. Y si he venido aquí no ha sido para encontrarme contigo, solo... quería un lugar donde estar solo mientras terminaba la hora del almuerzo.

Su táctica de hacerse el desinteresado tampoco funcionó, pues Tanjiro parecía que no le estaba haciendo nada de caso. Algo molesto, Gyutaro chistó por lo bajo y estiró el brazo para arrebatarle el libro a Tanjiro. Esta acción ya tuvo su respuesta pues el pelirrojo se le quedó mirando con el ceño fruncido.

- ¿Es tan interesante tu último libro de my little ponny que no me prestas atención? - echó un vistazo rápido a las páginas sin detenerse en leer ninguna y cerró el libro, no dando con ningún libro rosa y pomposo sino con uno de tapa dura y roja con el título de "Infierno" en él y con el autor de Dante Alighieri en él - Oye... tus gustos literarios no encajan con tu cara.

- Devuélvemelo - Tanjiro estiró las manos y se lo arrebató. Gyutaro no opuso mucha resistencia.

- Vaya, ¿ya me hablas?

- No te hablaba porque estaba ocupado leyendo - Tanjiro abrió el libro, intentando llegar a la página donde se había quedado.

- Sí, sí. Será porque soy yo, si fuese tu príncipe de ojos azules seguro que te sentabas a leer en su regazo...

Gyutaro se calló de repente cuando el libro de Tanjiro se cerró de un golpe. El líder del club le miraba de manera severa, con el ceño fruncido pero las mejillas coloradas por ese último comentario. No lo había hecho con la intención de enfadarle, solo molestarle un poco, lo suficiente para hacerle montar una de sus adorables rabietas.

Pero parece que no era el momento.

- Era... una broma. No tienes por qué...

- ¿Por qué has venido?

La pregunta sorprendió a Gyutaro, tanto que no pudo disimularlo.

- Por... solo... - no supo explicarse, porque de hecho, no tenía nada claro el por qué había vuelto a la escuela. Solo esperaba que en algún momento, entre clase y clase, pudiese ver los revoltosos cabellos pelirrojos por el pasillo - ¿A qué... a qué viene esto?

- ¿Me mentiste?

- ¿Qué?

- ¿Me mentiste? - Tanjiro preguntó de nuevo, mordiéndose el labio inferior por la rabia que le provocaba todo esto.

- ¿De qué mierda hablas?

- Daki sabe que estuve en vuestra casa y sabe que me prometiste no contarme nada.

- ¿Qué? ¡Pero si yo no...! - Gyutaro perdió la voluntad para hablar, dejando reposar su espalda contra el respaldo de la silla - ¿Va a servir de algo que te diga que yo no he sido?

- Tus ojos... ya no son azules.

- ¿Y qué? ¿Qué mierda crees que significa eso? ¿Qué no soy la misma persona con la que hablaste? ¿Qué somos dos entidades distintas o alguna mierda paranormal de esas? Yo no la dije nada... - Gyutaro sintió como perdía fuerza mientras Tanjiro agachaba la mirada hacia su libro. No quería que pasase esto, no con él - Créeme.

Al escuchar la voz del mayor tan débil, Tanjiro volvió a mirarlo de frente.

- Por favor, créeme. Sé que todo el mundo piensa mal de mí y no me puede importar menos pero no quiero que tú... joder - estampó su mano contra su cara para evitar que Tanjiro viese la seguramente patética expresión que tendría ahora mismo - ¡Joder, no quiero que tú pienses así también! ¡Tú no!

Tanjiro dejó el libro apoyado sobre la mesa, empujándolo hacia un lado y echando su silla hacia atrás para levantarse y caminar tranquilamente al sitio donde Gyutaro estaba sentado. Este, a pesar de sentir su presencia, no destapó su rostro porque si lo hacía, no estaba seguro de poder volver a mirar al chico a la cara.

- ¿Qué pasa? - le preguntó con calma el más joven.

- No me pasa nada. Pasa que tu club es tan feo que no lo quiero ni mirar.

- Aparta la mano.

Aunque se lo pidió, Gyutaro no le hizo caso, pero tampoco le lanzó ningún comentario hiriente o malintencionado, con lo que Tanjiro entendió aquello como una especie de permiso y posó su mano sobre la del mayor, haciéndole bajar esta para destapar su rostro. Alzó sus cejas un poco sorprendido al ver como los ojos de Gyutaro brillaban por la humedad de las lágrimas acumuladas en ellos y que se resistían a salir.

- No quiero cambiar de opinión... no quiero renunciar a la idea de dar a Daki una mejor vida, una vida sin mí, pero es que aun así... - hizo crujir sus dientes con fuerza al mismo tiempo que agachaba la mirada - Cuando dijiste que querías salvarme a mí también... m-me... me hizo feliz - terminó por confesar con dificultad - Por un momento, había estado fuera del abismo que era esta mierda de vida, pero si incluso tú vas a darme la espalda... entonces es como hundirme más profundo.

- Gyutaro-senpai - le llamó esperando que alzase el rostro, pero esto no paso - Gyutaro-senpai - su nuevo intento incluyó un intento de tocarle, pero el chico rehuyó su toque. Ante esto, Tanjiro suspiró y tomó asiento en la silla justo a su lado - Mírame a la cara y dime la verdad. Solo entonces te diré si te creo o no.

Aunque la idea no le hacía gracia, Gyutaro terminó por levantar poco a poco el rostro, girándolo para mirar al chico justo a su lado y despedirse de su orgullo por mostrarse tan patético, casi al borde del llanto por algo tan estúpido y ridículo.

- Yo no he sido. No le he dicho nada a Daki.

Tanjiro le sostuvo la mirada durante un par de segundos, los suficientes para tomar su decisión respecto su opinión al respecto.

- Te creo.

Habiendo escuchado la respuesta que ansiaba, Gyutaro recibió toda la vergüenza por lo que acababa de decir en un solo golpe, deseando con fuerza poder hacer retroceder el tiempo para que todo lo que hubiese dicho en realidad no hubiese salido nunca de su boca.

- Te... te parece ridículo, ¿verdad? Todo lo que he dicho...

- Para nada - Tanjiro estiró su mano, tomando la de Gyutaro y sonriendo al ver que el mayor no intentaba deshacer la unión - De hecho, me parecen palabras honestas.

- Joder... olvídalas.

- No lo voy a hacer - le respondió con una sonrisa que hundió más a Gyutaro en el pozo de la vergüenza.

- Maldito cabezón... - farfulló por lo bajo - ¡N-ni se te ocurra contar a ninguno del resto de frikis lo que acaba de pasar aquí! Lo negaré completamente todo.

- No diré nada.

- Más te vale.

- Salvo a Tomioka-senpai.

- ¡OYE!

- Jajajaja, es que no puedo esconderle nada. Es... parte de mí. Es decir... - ahora fue el turno de Tanjiro de avergonzarse. Si decía eso era por el sentido de la complementación que tenían ambos del otro, pero había sonado tan raro y malinterpretable.

- Tienes deseos muy raros de bajarle los pantalones al feo de tu príncipe azul.

- ¡¿Q-quién tiene esos deseos?!

- El cochino líder de un club que yo me sé.

- ¡Eso no es cierto!

Gyutaro miró de reojo y con un pequeño sonrojo en sus mejillas su mano unida con la del pelirrojo. Como la escena se le hacía vergonzosa, prefirió mirar hacia delante.

- Oye, presi. ¿Puedo hacerte una pregunta?

- Sí.

- Si estás enamorado... ¿por qué no te confiesas?

Tanjiro abrió un poco la boca por la sorpresa de no esperarse semejante pregunta venir del mayor. Viendo su incertidumbre, Gyutaro prefirió aclarar el origen de su pregunta.

- Es que, me estuviste hablando de amor y de lo pegajoso y asquerosamente feliz que te hacía enamorarte, pero tú estás enamorado - mencionó mirando por un momento el póster de Rengoku - Y no se lo dices a la persona que te gusta, ¿por qué?

- Eso... es un tema más complicado, ¿sabes?

- ¿Es porque te preocupa que las cosas se vuelvan raras entre vosotros?

- Tal vez... confesarse es un paso que requiere mucho valor y decisión, ¿sabes?

- ¿Ah? Hazlo y ya. Te va a corresponder.

- Pero bueno, ¿y tú cómo lo sabes?

- Porque Tomioka es un baboso por ti.

- ¡¿Qué?! - Tanjiro soltó su mano de golpe - ¡¿Q-qué dices?!

- ¿Y esa cara? ¿De quién pensabas que hablaba? ¿Del presi super cejón acaso?

- Pues... ¡pues sí! Es decir... - Tanjiro intentó gesticular alguna negación al respecto sobre lo de Giyuu pero no lo consiguió - Los temas amorosos... son más complicados de lo que parecen. Ya lo comprenderás cuando te enamores.

- Supongo - Gyutaro alejó su mano después de que Tanjiro la soltase, metiéndola en los bolsillos del pantalón de su uniforme.

- Oye, vamos a ir a hablar con Amane-san cuando acaben las clases. ¿Te quieres venir con nosotros? - Tanjiro fue rápido en cambiar el tema, aunque claro que era un cambio de tema necesario.

- No, creo que prefiero que no.

- Bueno... ¡ah! ¿Quieres que te preste mi libro?

- ¿El satánico?

- No es satánico.

- ¿No? ¿Y de qué va?

Al ser preguntado, Tanjiro juntó sus propias manos mientras un aura de felicidad y pajaritos le rodeaba.

- Es un descenso a los infiernos. En él, el escritor recorre un largo camino desde el infierno hasta el paraíso y para ello cruza los nueve círculos del infierno donde se encuentra a pecadores del pasado, del presente y del futuro. ¡Es una obra muy buena!

- Mira que tienes gustos raros... - farfulló Gyutaro - ¿No te puede gustar Cincuenta Sombras de Grey o algo así?

- ¿Mm? - Tanjiro ladeó la cabeza - ¿Cincuenta sombras...? ¡Waaa! ¡Suena demoníaco! ¿De qué va el libro?

Gyutaro intentó mantenerse serio, pero la boca se le torcía en una sonrisa por la gracia que le hacía la inocencia del chico. Al final, intentó mantenerse lo más serio que pudo para tomarle el pelo.

- Va... de un chico cabezón con gustos raros y un friki emo con el que entabla amistad.

- ¡Oh! Parecemos senpai y yo.

- Sí, sois idénticos. Búscalo en alguna biblioteca y échale un vistazo.

- ¡Lo haré! Gracias por la recomen... ¿por qué te estás riendo?

- N-no lo estoy haciendo... pff - tuvo que apartar el rostro cuando una risa mal contenida se le escapó.

- Jo, ¿qué pasa? - Tanjiro le tiró del brazo esperando respuesta, pero Gyutaro no se la dio, solo continuó intentando retener la risa - Pero, ¿qué es tan gracioso?

- Nada, nada. En cierta manera... - miró de reojo como Tanjiro seguía agarrando la tela de su uniforme a la altura de su brazo - Me consuela que tengas gustos tan raros y puede... que sean contagiosos.

- ¿Mm?

- Puede que a mí también me empiecen a gustar las cosas raras... - murmuró para sí mismo, poniéndose de pie después y dirigiéndose hacia la puerta del club - Oye... Tanjiro.

- ¿Sí?

- ¿De verdad... podría volver? Aquí, me refiero.

- ¡Pues claro! - respondió de manera energética - Este es tu club.

- Incluso... ¿aunque dejase de tener un demonio?

- Eres parte del club de investigación de demonios y eso automáticamente transforma este sitio en algo tuyo también. Estas cuatro paredes son un tesoro - sonrió feliz mientras daba su explicación - Pero no son nada sin las personas de dentro.

- ¿A pesar... a pesar de que sea cómo soy?

- Yo siempre te recibiré con los brazos abiertos, así que puedes entrar aquí cuando quieras.

- Bien, yo solo... quería confirmarlo.

Gyutaro terminó por marcharse de club, dando solo unos pocos pasos hasta que se detuvo con la mirada agachada y con su mente en sus propios pensamientos. Aunque su paz mental duró poco cuando sintió una presencia a cierta distancia detrás suyo. Al darse la vuelta, se encontró con un chico de piel pálida, pelo azabache y ojos rojos frente a la puerta del club. No le transmitió ningún buen presentimiento y menos sabiendo que Tanjiro seguía ahí dentro.

- ¡Hey! - le gritó desde su lugar - ¿Se te ha perdido algo?

El chico giró su rostro hacia él, dedicándole una educada sonrisa.

- Para nada - Muzan se dio la vuelta, caminando en dirección opuesta a Gyutaro hasta perderle de vista y llegar a la biblioteca donde en una de las mesas más solitarias, Daki se encontraba mirando por la ventana - Daki.

La chica apartó la mirada del cristal, suavizando su mirada al tener al otro frente a ella.

- Muzan...

- ¿Todo bien?

- Sí.

- ¿Va bien tu obra de teatro? ¿Sabes? Creo que podría quedarme hasta más tarde para ayudarte a ensayar, ¿qué te parece?

- Es... una buena idea, pero... creo que la rechazaré por hoy.

- ¿Oh? ¿Otros planes? No me digas que te estás interesando por otro chico.

- No es eso...

- ¿Entonces?

- Dejé una advertencia y parece ser... que no se me ha hecho caso - Daki devolvió su vista hacia la ventana - Pero prometí unas consecuencias y eso es lo que traeré.

- Vaya... - Muzan sonrió de lado mientras miraba fijamente el perfil tan decidido de la chica - En verdad eres preciosa, Daki, cuando te tomas las cosas tan en serio...

Daki no reaccionó al halago, en su lugar se quedó mirando fijamente el horizonte que se extendía más allá de la escuela. Advirtió a Tanjiro y el chico no había cumplido.

Había que mostrarle a él y a todo el club que todo acto tiene sus consecuencias.

Y ella ya le dejó un aviso, no es su culpa que lo ignorase.

Al acabar las clases y visitar el templo de Amane para obtener más conocimiento sobre el demonio de Daki, el club se encontró con que este estaba cerrado y preguntando a los vecinos cercanos no tardaron en dar con el motivo. Amane había tenido que ausentarse unos cuantos días por motivos desconocidos y no sabían cuando regresaría, lo cual no era ninguna buena noticia para ellos. Como no se podía hacer nada más, tuvieron que regresar a casa.

Cuando Giyuu regresó a la suya, se encontró con esta completamente a oscuras. La noche había caído ya y la ausencia de luz en su vivienda le indicaba que Tsutako no había regresado todavía, lo cual se le hizo bastante extraño. Comprobó su teléfono para asegurarse de que su hermana no le hubiese avisado mediante algún mensaje de su retraso, pero no había nada.

Decidió no darle importancia. Puede que se hubiese entretenido con alguna amiga o compañera y se le hubiese echado el tiempo encima, aunque su ausencia le dejaba a él como el responsable directo de hacer la cena.

Como no era ningún inútil y debía ser un buen futuro esposo para Tanjiro, cocinar él mismo la cena no le supuso ningún problema, también ayudaba el hecho de que Tsutako mantenía la nevera y la despensa llena siempre hasta la última esquina. El problema vino cuando terminó de cocinar y su hermana continuaba sin hacer acto de presencia.

Allí, solo en la cocina, con la mesa puesta y sentado frente a una silla vacía que debía ocupar su hermana, se quedó planteándose la posibilidad de que hubiese salido a beber con alguien. Es decir, Tsutako era una adulta al fin y al cabo, no debía ser extraño que hiciera eso, pero sí que era extraño que precisamente ella, que está tan apegada a él, no le avisase.

Comprobó la hora en el reloj de la cocina solo para observar como la aguja del segundero seguía pasando y emitiendo el único ruido que se escuchaba por casa y como su hermana seguía sin aparecer por el marco de la puerta.

Puede que pecase de exagerado, pero sacó su teléfono y marcó el contacto de su hermana para llamarla. Después de varios tonos, le mandó directamente al buzón de voz. Pensó en darla más tiempo, pero al final se encontró a sí mismo mandándola mensajes y reintentando sus llamadas, todo sin obtener ningún resultado real.

A estas alturas, ya se había olvidado de la cena que había cocinado. Dejó los platos enfriándose en la mesa y subió a la habitación de su hermana, encendió la luz y se dirigió a su escritorio de donde sacó un cuaderno con todos sus contactos. Los revisó rápidamente hasta dar con el que le interesaba que era de una de sus compañeras de trabajo y la llamó.

Pero no obtuvo la respuesta que quería.

Según ella, salió junto a Tsutako del trabajo, pero se separaron antes de tiempo, pues su hermana quería desviarse del camino para comprar algo que según ella se había acabado en casa y que necesitaba para mañana. Giyuu le preguntó el tramo exacto en el que se separaron y tras obtener la información, colgó. No se había quitado el uniforme, con lo que salió con este a la calle además de un abrigo por las bajas temperaturas de la cercana temporada invernal. Echó a correr con ganas y fuerza, importándole poco que su abrigo estuviese desabrochado o que el frío le provocase dolor en las mejillas. Mientras llegaba al sitio donde la compañera de Tsutako dijo que se separaron, realizaba nuevas llamadas, pero todas obtenían la misma respuesta.

Terminó llegando al sitio sin conseguir contactar con su hermana, así que revisó minuciosamente cada local donde su hermana se hubiese podido meter, pero no daba con ninguno que vendiese algo lo suficientemente importante como para que su compra no pudiese esperar.

Eso hasta que se vio reflejado en el escaparate cerrado de una panadería. Giyuu se detuvo ahí, comenzando a respirar con fuerza por la boca, viendo como su aliento al ser expulsado se transformaba en vaho por las bajas temperaturas. Echó a correr de nuevo, esta vez más rápido que antes. De lejos consiguió ver algo, pero no era algo bueno. Era todo lo contrario.

Justo debajo de una farola, había una bolsa tirada por el suelo de la que se habían salido un montón de panes de chocolate, pero no había ni rastro de Tsutako.

Una compra que necesita para mañana. Para que él se lleve los dulces que tanto le gustan.

El ritmo de su respiración comenzó a descompasarse, volviéndose el respirar por la nariz algo extremadamente difícil. Volvió a echar otro vistazo a su alrededor, por si de alguna manera imposible Tsutako siguiese allí. De repente se le ocurrió la posibilidad de que hubiese tenido lugar algún accidente de tráfico con su hermana como víctima, pero no tenía llamadas del hospital y la zona estaba intacta, con lo que ningún coche podría haber provocado nada.

Casi al borde de un ataque de nervios, recordó las palabras que aunque en su momento no le afectaron, ahora podía sentir como le congelaban cada parte del cuerpo.

"Y a ti, ¿quién te puso tu nombre?"

Había comenzado a hiperventilar, echando vaho de la boca sin parar. Se sintió mareado, pero no podía darse el lujo de desmayarse en mitad de la calle. Con su mano temblando sin parar, sacó de nuevo su teléfono y le hizo una última llamada a Tsutako.

Por supuesto que el resultado no cambió.

- ¿Dónde estás...? - preguntó temblando, aunque nadie le había cogido el teléfono - ¿Dónde estás? ¡Maldición! - separó su teléfono de su oreja solo para poder gritarle a gusto - ¡¿Dónde estás?!

La llamada se terminó por cortar al no coger nadie el teléfono al otro lado de la línea y Giyuu optó por deshacerse de la paciencia, la tranquilidad y la lógica que le quedaba, si es que de verdad le quedaba un poco de alguna a estas alturas. Aunque no la iba a encontrar, Giyuu había salido corriendo de nuevo buscando a su hermana. Mirando hacia todos los lugares a su alrededor, en busca de aquellos largos cabellos oscuros trenzados y esos ojos azules como los suyos solo que, al contrario que los suyos, estos rebosaban de luz.

"Soy tu fabulosísima onee-chan"

Recuerdos de Tsutako comenzaron a colarse en su mente sin permiso. Recuerdos de cuando se tuvo que cambiar de escuela.

"Si algo va mal, simplemente déjamelo a mí"

Terminó saliendo de aquella calle poco concurrida para llegar a una por donde montones de personas continuaban yendo y viniendo, pero ya no podía ver bien aquellas siluetas. Quería culpar a la luz de las farolas, de los negocios abiertos y de los coches que le cegaban, pero seguro que ninguno de ellos tenía la culpa de que las lágrimas contenidas empañaran su campo de visión.

- ¡TSUTAKO! - gritó a pleno pulmón. Algunas personas se giraron para mirarle, pero nadie se paró porque no era ninguno a quien él estaba llamando - ¡TSUTAKO! ¡¿DÓNDE ESTÁS?!

Sus pies ya no supieron hacia donde guiarle y en vez de ir hacia delante, comenzó a dar vueltas sobre sí mismo. Esperando que alguna de las personas que pasasen por su lado fuese su hermana. Pero ya no podía reconocerla. Los rostros se volvieron borrosos y le pareció que la tierra ahora giraba demasiado rápido como para seguirla el ritmo.

Ya, ya sabía que físicamente era imposible, pero la lógica y todos sus estúpidos e innecesarios conocimientos no servían de nada en esta situación. Porque si el corazón decide doler, no puedes hacer nada para evitarlo.

"Estaré aquí para ti"

- Tsutako...

"¡Giyuu, no temas, yo cuidaré de ti!"

El mundo continuó dando vueltas, vueltas demasiado rápidas para él. Por eso la desesperación le regaló la figura de su hermana justo frente a sus narices, dándole la espalda. A Giyuu no le importó nada más, la agarró por el brazo y la obligó a darse la vuelta, usando tanta fuerza que lo que llevaba terminó por caer al suelo.

- ¡Ah!

La figura frente a sus narices comenzó a aclararse, descubriendo que efectivamente no se trataba de Tsutako, pero tampoco de alguien desconocido pues la forma de aquellos ojos púrpuras oscuros tan parecidos a los de Tanjiro era imposible de olvidar. Kie miró anonadaba su compra tirada por el suelo y después echó un vistazo a la persona que le había obligado a tirarla. Percatándose de la situación, Giyuu la soltó enseguida, avergonzándose de paso por haber sido tan violento con la madre del chico que le gusta.

- Lo... lo siento - Giyuu regresó a la realidad, consiguiendo tranquilizarse solo un poco, lo justo para agacharse y comenzar a recoger rápidamente lo que la había obligado a tirar - No era... no era mi intención.

El desconcierto inicial de Kie desapareció cuando vio que se trataba de alguien conocido y se agachó a su lado para ayudarle a recoger, no pudiendo pasar desapercibido para ella como las manos del chico temblaban.

- ¿Estás bien?

- ¿Eh? Sí, perdóneme.

- No te disculpes - Kie estiró su mano hasta llegar a la mejilla del chico - Santo cielo, tienes la cara helada. ¿Cuánto tiempo llevas aquí fuera? Tsutako-san estará preocupada.

Al escucharla nombrar a su hermana, Giyuu dejó de recoger. Kie se le quedó mirando fijamente por aquello, pero al final fue ella la que terminó de recoger, echó todo de nuevo a su bolsa y tomó la mano de Giyuu para hacerle ponerse de pie junto a ella.

- Las noches son cada vez más frías. Hay que tener cuidado al salir o nos resfriaremos con facilidad.

- Sí.

Giyuu apartó la mirada. Sabía que era eso. Era el típico inicio de una conversación con un introvertido sobre un tema fácil de tratar como el tiempo. Esa definitivamente era la madre de Tanjiro. En una situación normal se debería asegurar de ser lo más simpático posible con su futura suegra y seguirle el tema de conversación, pero justo esa noche, no tenía ganas de nada de eso. No quería ser borde, pero sí quería irse, así que se dio la vuelta con la intención de marcharse, pero Kie lo llamó.

- Tomioka.

Al darse la vuelta de nuevo, Kie le estaba sonriendo de manera cálida, como haría una madre.

- ¿Sí?

- ¿Has cenado?

- Ya hemos vuelto - anunció Kie con alegría al llegar a casa.

- ¡Bienvenida! / ¡Bienvenida! - dos mini Kamados llegaron a recibirla, Giyuu los reconoció como Takeo y Shigeru. Ambos recogieron las bolsas de su madre y como era de esperar, se le quedaron mirando raro, Takeo el que más.

- ¿Quién es ese, mamá? - preguntó Shigeru.

- Tomioka Giyuu, ¿no te acuerdas? Lo conocimos en el festival deportivo de la escuela de Tanjiro y Nezuko. Es amigo de vuestro hermano mayor, sed simpáticos con él.

- Ya, pero... ¿qué hace aquí? - Takeo preguntó sin pelos en la lengua. Se notaba que no lo hacía por ser borde, pero era un niño y él un desconocido en su casa, era normal que lo mirase raro.

Pero la pregunta de Takeo tenía bastante razón de ser. ¿Qué hacía aquí? Kie le preguntó si había cenado, pero es que en realidad no tenía ni gota de hambre y aun así la siguió hasta su casa. Puede que hubiese hecho perder el tiempo a la mujer.

- Oiga... gracias, pero creo que lo mejor será que...

- ¡Alto, alto! - Kie agarró el brazo de Giyuu ante su intento de huida - ¿Ya no tienes hambre?

- No quiero molestarla con esto.

- ¿Qué molestia? Los amigos de mi hijo siempre son bienvenidos.

- Sí, pero... es mejor que me vaya.

- Ay, pero que cabezota. Ya que estás aquí, al menos saluda a Tanjiro.

Pronunciar el nombre de Tanjiro parece que fue todo lo que Kie tuvo que hacer para que Giyuu se dejase arrastrar hacia el interior de la casa. Pasaron por delante del baño y creyó poder escuchar desde allí dos voces femeninas, supuso que las de Nezuko y Hanako. La matriarca de la familia lo continuó arrastrando, ahora escaleras arriba. Ya frente a la puerta de la habitación de Tanjiro, Giyuu espabiló un poco y recuperó sus ganas de marcharse.

- Creo que no está bien que yo...

- Pero si ya estamos aquí - con Giyuu de nuevo revolviéndose, Kie no tuvo tiempo ni de llamar a la puerta de su hijo. Solo la abrió y se metió junto a Giyuu dentro - ¡Cariño, mira a quien me he encontrado de camino!

- ¿Eh?

Tanjiro se quedó congelado en su sitio mientras miraba a las dos personas recién llegadas a su habitación. Su madre entró justo en un momento inoportuno, no por estar haciendo algo censurable, sino por pillarle vistiéndose después de haber terminado de ducharse. Para su buena suerte, llevaba la parte de arriba del pijama. Para su mala suerte, la de abajo no. De hecho, habían entrado justo cuando se estaba subiendo el pantalón, con tan mala suerte que él estaba de espaldas a la puerta y algo inclinado hacia abajo.

Siendo más claros, con el culo en pompa hacia la puerta.

- ¡Mamá! - centrado en la vergüenza, pero no en su pantalón, Tanjiro se dio la vuelta para echar la bronca a su madre - ¿Por qué entras sin lla...? ¡AH! ¡Senpai!

- Lo siento, lo siento. Es que cuando...

Kie no terminó de hablar pues sintió como el brazo de Giyuu que tenía sujeto se le escaba de entre las manos. En un rápido y único pestañeo, el chico que había recogido en la calle había pasado de estar justo a su lado a estar frente a su hijo, rodeando su pequeño cuerpo en lo que parecía un fuerte abrazo que enrojeció hasta las orejas a Tanjiro.

- Oh... - Kie se tapó la boca sorprendida por semejante acto de espontaneidad.

- ¡A-a-a-a-a-a-a-a-ah! ¡Se-senpai! Ti-tienes las manos muy frías, te-tengo los pantalones bajados y mi madre está justo ahí - intentó poder mirar el rostro de Giyuu, pero el mayor lo había ocultado en su hombro. No intentó separar su cuerpo, pues aquel comportamiento junto a la fuerza del abrazo le indicaba que algo no estaba bien - Mamá... ¿pu-puedes salir un momento?

- Sí, esto... - un poco avergonzada, Kie apartó la mirada - La puerta déjala abierta.

- ¡Mamá! ¿Se puede saber qué piensas?

- Nada, solo... haré la cena para Tomioka también, pero antes debo informar a su hermana mayor. ¿Me podrías dar su número?

Tanjiro sintió como Giyuu se separaba de su cuerpo lentamente, girándose para mirar a Kie.

- Tsutako... no está.

- ¿No está? - Kie adoptó una postura más seria - ¿Qué quieres decir?

Giyuu suspiró. Sus pensamientos se nublaron recordando la desaparición de su hermana, pero sintió un toque cálido en su espalda que le hizo reaccionar. Mirando un poco de reojo, descubrió que era Tanjiro acariciando su espalda.

Aun con la situación que tenía encima, aquel insignificante gesto le hizo sentir un poco mejor.

- Salió en un viaje con amigas - habló más sereno - Si fui tan brusco con usted antes fue porque la confundí con ella. Tsutako es torpe, pensé que se había perdido el viaje por alguna razón estúpida y que se escondía de mí para no decírmelo.

- Aun así... hay que hablar con ella. Creo que debe de estar enterada de dónde vas a pasar la noche.

- La... ¡¿la noche?! - chilló Tanjiro empujado de nuevo por la vergüenza - ¡Mamá! No tomes decisiones de manera arbitraria.

- ¿Mm? ¿Qué pasa? Con la de veces que han dormido aquí Zenitsu e Inosuke.

- E-es distinto, es decir, mañana hay clase y...

- ¿Y? Dormid bien y pronto y con la puerta abierta, repito, con la puerta abierta.

- ¡Pero, mamá! - Tanjiro suspiró, pero tampoco intentó más veces llevar la contraria a su madre.

Al final acordaron que Giyuu se quedaría a dormir y que sería el propio Giyuu quien informaría a Tsutako de que dormía fuera de casa.

Verle ceder ante aquello, sumado a su actitud nada más cruzar la puerta de su habitación, fueron señales suficientes para Tanjiro de que algo malo había ocurrido.

La cena fue ruidosa, todo lo que se podría haber esperado en el hogar Kamado, lo cual le debería haber hecho sentirse un poco fuera de lugar por no ser él tan parlanchín como cualquiera de los allí sentados. Sin embargo, contrario a sentirse mal, se sintió bastante bien recibido. Si bien Takeo todavía le miraba raro, el resto de la familia era otra cosa. Kie se comportó como una especie de Tanjiro, incitándole a meterse en las conversaciones y sonriéndole, aunque no lo lograse con éxito.

Nezuko también fue bastante agradable, aunque se le notase algo nerviosa y le rehuyese la mirada de vez en cuando. Supuso que lo hacía porque no debía estar del todo cómoda con un chico ajeno a su familia en casa.

El padre de la familia no estuvo presente en la cena y cuando preguntó por su ausencia, Kie le explicó que hoy se encontraba muy cansado y que había ido directo a dormir. No supo si eso era bueno o malo. Es decir, no estaba en condiciones óptimas de humor de presentarse ante su futuro suegro, con lo que su ausencia le venía bien, pero también se sentía algo mal invadir su casa sin saludarle siquiera.

Toda la familia se había bañado antes de cenar, pero él no, así que Kie le ofreció cortésmente esa opción una vez que la cena acabó. Al principio pensó en negarse, la idea de bañarse en la casa del chico que le gusta se le hacía un poco vergonzosa, pero el cansancio, físico y mental, le hicieron aceptar. Cuando salió del baño, Kie o Tanjiro (porque no pensaba que hubiese sido ningún otro Kamado), le habían dejado ropa doblada para que usase. Mientras se vestía con el pijama que le dejaron, se puso a pensar en quien podía ser el dueño original y no tardó mucho en averiguarlo pues las mangas y el pantalón le quedaban algo cortos, no mucho pues era un pijama diseñado para ser holgado, pero ya lo que le dio la pista final fue cuando vio su espalda a través del espejo, pues ahí atrás había un adorable demonio guiñando un ojo y comiendo pastel.

Kamado Tanjiro era un chico adorable.

Se echó una toalla alrededor del cuello, salió del baño con el pelo suelto y se pasó un momento por la cocina para agradecer formalmente a Kie por su hospitalidad. Esta, tal vez por notar que algo seguía sin estar bien con él, posó con cariño su mano sobre su mejilla y le sonrió una vez más, deseándole buenas noches y recordándole una vez más que la puerta de la habitación de Tanjiro se debía quedar abierta.

Que futura suegra más protectora tenía.

Cuando subió para dirigirse a la habitación de Tanjiro, se pasó solo un segundo por la de Nezuko para desearle de igual manera buenas noches. Pilló a la chica tumbada en su cama leyendo y pensó que la asustó por lo nuevamente nerviosa que se veía, pero la chica no tardó en sonreírle y desearle también buenas noches.

Finalmente llegó a la habitación de Tanjiro, donde el pelirrojo terminaba de acomodar el futón que ocuparía en calidad de invitado. Este, al percatarse de su presencia en la puerta, se dio la vuelta y le sonrió, un gesto simple que apaciguó un poco la tormenta de intranquilidad que sentía ahora mismo en la cabeza.

- Acércate, senpai.

Tanjiro se levantó del futón y se subió a su cama. Giyuu, sin cuestionarle nada, siguió su orden y cuando se acercó lo suficiente, el pelirrojo le hizo sentarse sobre el colchón, quedando él detrás y haciéndose con su toalla para ponerla sobre su cabeza y comenzar a frotarla para secarle el pelo.

- Perdón por lo del pijama... es un poco...

- No te disculpes. Huele como tú, es como tenerte alrededor de todo mi cuerpo y la verdad... es que eso es un gran consuelo ahora mismo.

Tanjiro se percató del tono triste con el que hablaba, así que sin detenerse en su labor de secarle el pelo, arrastró sus rodillas por el colchón para quedarse más cerca del mayor.

- Senpai, ¿qué ha pasado?

- Tsutako no está.

- ¿Qué? ¿Cómo que no está?

- Creo que Daki se la ha llevado.

- ¿Daki? ¿Por qué iba...? - se calló de golpe cuando recordó su última amenaza si se volvía a acercar a Gyutaro - ¿Por qué piensas que ha sido Daki?

- Ella me preguntó quién me había puesto mi nombre. Al principio no entendí por qué preguntaba eso, pero ahora... creo que era su discreta manera de dejarme un aviso.

- ¿Y cómo puede Daki saber eso? Es decir... yo sí sé que ella te puso tu nombre, pero porque Tsutako-san me lo contó en Halloween.

- ¿Había alguien más cuando te lo dijo?

- No, al menos... nadie que fuese visible.

Giyuu se quedó pensando mirando hacia el suelo.

- Te lo dijo en la casa encantada de los Ubuyashiki, ¿verdad?

- Sí.

- Allí fue donde el agresor atacó por primera vez. Si estaba allí escondido, entonces...

Tanjiro sintió su estómago revolverse ante la idea de que en un momento tan vulnerable para Tsutako, hubiese alguien espiando entre los arbustos, pero se sentía peor al ser él el motivo por el que se habían llevado a la chica.

Porque Tanjiro habló con Gyutaro, Daki cumplió su amenaza.

- Lo siento - se disculpó rápidamente.

- ¿Qué pasa?

- Ha sido por mi culpa. Hoy he hablado con Gyutaro-senpai y por eso... lo siento mucho, senpai. Si ha sido Daki quien se la ha llevado, ha sido por mi culpa.

- No digas tonterías. Ignorar a Gyutaro es abandonarle y sé que no puedes hacer eso y yo tampoco quiero eso.

- Pero...

- Tanjiro, no me importan los motivos que han causado esto, solo quiero que me devuelva a mi hermana.

- ¿No estás...? ¿No estás enfadado conmigo?

- No puedo hacer eso, Tanjiro. Aunque me apuñalases ahora mismo, no podría albergar en mi interior ni un poquito de odio hacia ti.

Tanjiro se quedó congelado en su sitio, manteniendo la toalla sobre la cabeza de Giyuu pero incapaz de hacer fuerza o presión para continuar secándole el pelo. Las rodillas le temblaban y los ojos le picaban. No se sentía digno de la compresión y amabilidad del vicepresidente de su club, sobre todo por la víctima colateral de toda esta situación que era Tsutako.

Así que movido por un impulso que podía hacerle sentir un poquito mejor, Tanjiro apartó las manos de la toalla, pero no quitó aquella prenda. Se echó hacia delante y pasó sus brazos por delante del cuello de Giyuu, abrazándole por la espalda. Giyuu ni se quejó ni preguntó, se quedó quieto y en silencio, disfrutando de la espontánea muestra de afecto del pelirrojo.

- Hablaré con Gyutaro-senpai.

- No hagas eso o... no sé. Mierda - Giyuu llevó su mano derecha a su frente, levantando su flequillo frustrado - No tengo la más mínima idea de qué es lo que hay que hacer, Tanjiro.

- Es comprensible.

- No, no lo es - Giyuu se levantó de la cama, obligando a Tanjiro a soltarle - Siempre se puede pensar, siempre se puede razonar. Reuniendo todas las posibilidades y opciones puedes llegar a encontrar la ruta correcta, pero es que ahora mismo... no se me ocurre nada, Tanjiro.

- Es normal dudar en algo cuando las personas que queremos están afectadas. ¿No te ha pasado más veces?

- Sí, si me ha pasado y la última demasiado reciente - terminó por admitir, queriendo referirse a ese mismo verano, en la mansión Ubuyashiki, cuando llegó a pensar que Tanjiro estaba muerto y casi se deja poseer por un demonio - Tampoco lo gestioné bien, ¿sabes?

- ¿Y dónde estaba yo cuando pasó eso?

- No estabas.

- Bien, pues ya tenemos la primera diferencia respecto a ese momento - Tanjiro le sonrió, apaciguando un poco sus nervios - Estoy justo aquí, a tu lado. Cualquier cosa que pase podemos pensarla juntos y podemos sufrirla juntos. Eres mi importantísimo e insustituible "sentido común", pero por encima de eso, eres mi importantísimo e insustituible Tomioka Giyuu. Me voy a quedar a tu lado y si la desesperación te acata, si la angustia te corrompe o... o si los demonios te poseen, entonces me lanzaré contigo al infierno. Seguro que juntos, es el mejor de los paraísos.

- No quiero verte en el infierno, Tanjiro.

- Me parece bien - Tanjiro se levantó de su cama y fue directo hacia Giyuu, plantándose justo delante de él - Entonces seamos fuertes para permanecer justo aquí.

Tanjiro pudo ver en los ojos de Giyuu la fragilidad que intentaba arduamente e inexplicablemente ocultar, pero lo que no pudo contemplar, fue la liberación de aquellos sentimientos porque el mayor agachó la mirada y se arrodilló en el futón, deshaciendo este para meterse dentro.

No había conseguido lo que quería, pero al menos le había apaciguado un poco.

Se dio por satisfecho solo con eso.

Pero solo por el momento.

Había pasado ya un rato desde que toda la familia Kamado se había ido a la cama, pero en la habitación del hermano mayor había una excepción o tal vez dos. Tanjiro se encontraba leyendo en su cama, con la luz de la mesita de noche iluminando lo justo. Al lado de su cama, estaba el futón de Giyuu con el chico dentro, dándole la espalda y supuestamente durmiendo.

Decía supuestamente porque Tanjiro sabía que Giyuu no estaba durmiendo en realidad.

- ¿Te molesta la luz, senpai?

- ¿Desde cuándo sabes que estoy despierto?

- Desde que te metiste en el futón. Al fin y al cabo, es normal que no te llegue el sueño, tienes muchas cosas en la cabeza.

Giyuu se giró en el futón, quedando ahora mirando al pelirrojo.

- ¿Qué lees?

- Nada especial en realidad - intentó tapar la portada del libro pues era el Infierno de Dante. Libro que hizo que Gyutaro le mirase raro, aunque no era nada nuevo. Sus gustos no eran comunes y todo el mundo le miraba raro por leer cosas tan raras.

- No me has respondido - Giyuu se levantó del futón, invadiendo el colchón de Tanjiro que se sonrojó al tenerle tan cerca con el pelo suelto - ¿"Infierno"?

- Eeeh... sí, jajaja - Tanjiro cerró el libro con una sonrisa algo incómoda - ¿Lo conoces?

- Sí.

- Es normal que no... ¿eh? ¿Lo conoces?

- Sí, aunque solo por cultura. Tienes gustos muy exquisitos.

- La gente los califica más en raros.

- Pero este tipo de cosas hacen que tú seas tú, así que no me parecen nada desagradables.

- Senpai... elogiándome no conseguirás que te deje compartir mi cama.

- Había que intentarlo.

Tanjiro ahogó una risa, tapando su boca con el libro y destapándola solo para sonreír a Giyuu.

- Estás menos tenso, más tranquilo que antes. Eso me alegra.

- Sí - Giyuu agachó la mirada hacia las sábanas verdes del chico - Perdona si he sido frío antes. Intentabas ayudarme y animarme y no he sabido responderte adecuadamente.

- No te voy a culpar de nada en esta situación, senpai.

- Me ha frustrado mucho no saber qué hacer, dejar que mi mente se nublase. Siento que ese definitivamente no soy yo.

- ¿Y quién eres tú?

- Alguien en quien puedas confiar.

- Pero si eso ya lo hago.

- Pero si me derrumbo, no lo harás.

- Eso no es verdad, de hecho, pasará todo lo contrario. Mostrarse débil ante alguien es una señal de confianza hacia esa persona, porque no dejas que cualquiera te vea así. Quebrarse de vez en cuando no está mal, senpai - Tanjiro movió una de sus manos hacia la de Giyuu, poniéndola sobre esta - Deja que se formen las grietas, yo me aseguraré de sostenerte.

Giyuu se mantuvo inmóvil, mandando la señal equivocada a Tanjiro de que de nuevo no había conseguido su objetivo, pero poco a poco, comenzó a sentir un movimiento sobre su mano, Giyuu había movido la suya para poder entrelazarla.

Tanjiro sonrió satisfecho, agachando ahora él la mirada con un sonrojo en las mejillas por lo que iba a hacer a continuación. Con mucho pesar, soltó la mano de Giyuu, dejando el libro y el curioso osito azul que compartía expresión con Giyuu sobre su mesilla y apartó las sábanas. Giyuu le miró confuso mientras el pelirrojo se movía sobre la cama, pegándose más hacia la pared.

- Ven.

- ¿Seguro?

- Sí.

Giyuu se mostró vacilante ante aquella decisión al principio, pero no tuvo que pasar mucho tiempo para que subiera su cuerpo entero al colchón y se acomodara en el hueco que le había dejado Tanjiro. Con ambos ahora en la misma cama, Tanjiro tiró de la sábana que había apartado y arropó sus cuerpos, tumbándose de lado para poder mirar a Giyuu. El mayor imitó su posición para poder mirarle también.

- Así estamos más calentitos, ¿verdad? - comentó Tanjiro con una sonrisa.

- Sí - Giyuu agachó la mirada, podía sentir la cercanía del chico debajo de las sábanas - Pero no es mi intención molestarte en tu propia cama.

El mayor intentó echarse un poco hacia atrás para que el pelirrojo recuperara espacio, pero por debajo de las sábanas pudo sentir como Tanjiro agarraba la tela de su pijama a la altura de su estómago y negaba débilmente, indicándole que no hiciera aquello.

- Así estoy bien.

- ¿Seguro?

Tanjiro asintió con la cabeza, con lo cual a Giyuu no le quedó más opción que ignorar la extrema cercanía entre sus cuerpos. La mano del dueño de la habitación se había extendido hacia su rostro, siendo más exactos, hacia unos rebeldes cabellos azabaches que se habían quedado cayendo por sus mejillas. Tanjiro los apartó, despejando su rostro y quedándose viéndolo con cierta satisfacción.

- Oye, senpai. ¿Te acuerdas de cuando salió esa foto de Rengoku-senpai y Kanroji-senpai?

- Sí.

- Douma-senpai me dijo cosas muy duras.

- Douma dice muchas tonterías.

- Sí, pero es que todas eran ciertas. Supongo... que por eso me hirieron tanto. Siempre he admirado a las personas capaces de seguir adelante, de enfrentar los problemas con una sonrisa, con fortaleza y sin derrumbarse, pero la verdad es... que esas personas nunca han existido.

Giyuu le miró confuso, haciendo que Tanjiro tuviera que continuar explicándose.

- Rengoku-senpai siempre me ha parecido genial, superior a cualquiera, pero eso era porque solo me molestaba en mirar una de las caras de la moneda. Veía los resultados, pero nunca nada más, con lo que siempre pasaba por alto que es un chico de instituto, justo como yo. Como lo idealicé todo el tiempo, inconscientemente lo alejé de mí, colocándole en un pedestal que nunca lograría alcanzar y encima... m-me puse a llorar en tu cuarto por eso - comentó eso último algo avergonzado - Lloré por la existencia de una distancia que yo mismo había creado. Ahora me encuentro avergonzado por ello.

- Supongo... que es normal que cuando admiras a alguien, quieras admirarla para siempre.

- Quiero seguir admirando personas, senpai, pero no quiero volver a deshumanizarlas. Quiero fascinarme con sus logros y no pasar por alto el sufrimiento por el que han pasado para ello. Quiero valorarlo todo en conjunto y querer de una manera pura y sincera, tal y como hace ella.

- ¿Ella?

- Tsutako-san. En Halloween, ella me habló sobre sus arrepentimientos. Se arrepentía de haber dado por sentado que no sufrías. Que como eras fuerte, no podías salir herido.

- ¿Y por qué ibas a querer ser como ella?

- ¿Mm?

- Es torpe, descuidada, infantil, fantasiosa e ingenua. Y encima deja que los demás se aprovechen de todo eso aceptando cargas que no le corresponden - Giyuu agachó la mirada, dejando que su flequillo obstaculizase la visión de sus ojos.

- ¿Cargas como cuáles?

- Como yo - confesó con dificultad, pero con completa honestidad - Nuestros padres aceptaron trabajos fuera y dejaron todas las cargas sobre Tsutako y ella, que es tan estúpida, ni siquiera se quejó. Nunca. Renunció a tantas cosas de su juventud, pero en cambio, a mí me deja experimentarlas todas, sin echarme nunca nada en cara. Nunca he sido justo con ella, solo la he hecho sufrir, pero nunca me ha odiado. ¿No es eso ilógico? No tiene sentido, ella nunca lo ha tenido. ¿Sabes que solo usaba lazos que yo le hubiese regalado? Tenía una estúpida creencia de que así yo siempre estaba con ella, de que... de que en los momentos inseguros, así se sentía más tranquila. ¿Cómo puedes llamar a ese conjunto de estupideces?

- Que difícil... pero yo creo que lo llamaría... - llevó ambas manos al rostro de Giyuu, haciéndole levantarlo para poder mirarlo a los ojos, encarando por fin aquellos orbes azules a punto de romperse a llorar en cualquier momento - Amor.

- ¿Amor?

- Sí, porque es la combinación de sentimientos que te da el amor y cuando alguien que quieres sufre, simplemente... - soltó su rostro, siendo ahora él quien agachaba la mirada - Se te rompe el corazón en mil pedazos.

- ¿Y... y qué hay que hacer entonces?

- No hay una respuesta universal para ello, senpai. En estos casos... simplemente haces lo que sientes que tienes que hacer. ¿Qué es eso para ti?

- No... no lo sé - intentó agachar de nuevo la mirada, pero Tanjiro no le dejó.

- Sí que lo sabes - habiendo sujetado de nuevo su rostro, Tanjiro terminó dejando sus rostros demasiado cerca - Así que simplemente hazlo.

Ambos le dirigieron una mirada a los labios del otro, pasando después a sus ojos, buscando expresar tal vez con la mirada lo que no eran capaces de decirse con palabras. Giyuu comenzó a acercarse, con lo que Tanjiro contuvo la respiración, sintiendo que en cualquier momento el corazón se le iba a detener. El aire regresó a entrar a sus pulmones cuando Giyuu terminó el acercamiento, descendiendo en el colchón para dejar su rostro a la altura de su pecho y rodear su cuerpo en un abrazo. Tanjiro le correspondió inmediatamente, devolviéndole el abrazo y fortaleciéndolo, dejando que el mayor enterrase su rostro contra su pecho.

- Quiero que vuelva - confesó, notándose en el tono roto de su voz como había comenzado a llorar - Quiero... que haga las tonterías que hace siempre. Que se caiga medio dormida por las escaleras, que desayune despeinada, que se le olvide poner una lavadora y me dé una ridícula corbata de Shrek o de la rana Gustavo para disimular que no llevo la del uniforme. Quiero celebrar su cumpleaños y regalarle un lazo cada año para que combine con todos sus vestidos.

- Sí - Tanjiro asintió en voz baja, sintiendo como las manos de Giyuu contra su espalda le sujetaban con más fuerza.

- Quiero que te quedes a mi lado, para siempre.

La petición le sorprendió un poco, pero al mismo tiempo, le hizo feliz.

- En serio... Gyutaro-senpai tenía razón, te consiento todo el rato - bajó la mirada hacia el chico entre sus brazos, subiendo una de las manos que tenía sobre su espalda hacia su cabeza, comenzando a acariciar lenta y suavemente los revoltosos cabellos azabaches - Claro que me voy a quedar a tu lado, a estas alturas, sinceramente, ya no me acuerdo de cómo he podido estar viviendo sin ti. Pero si vamos a quedarnos juntos, entonces no quiero que vuelvas a hacer eso, no quiero que te tragues tus sentimientos para que yo piense que eres genial o alguna tontería así. A partir de ahora, siempre que te sientas así, lo único que tienes que hacer es ir a buscarme corriendo y cuando me encuentres, lánzate a mis brazos y llora todo lo que quieras contra mi pecho. Te recibiré encantado.

- Tanjiro - el mayor le llamó sin sacar su rostro de su escondite.

- ¿Sí?

- Gracias.

Tanjiro le dedicó una sonrisa, aunque era consciente de que Giyuu no podía verle. Continuó acariciando su cabeza, como una madre intentando incitar el sueño en su bebé, cosa que pareció funcionar pues en unos escasos 20 minutos, Tanjiro sintió como el llanto del mayor comenzó a calmarse y como su respiración se tranquilizaba, de la misma manera que su agarre se debilitaba.

- Senpai - le llamó en voz baja, no obteniendo contestación pues la consciencia de Giyuu estaba ya en el mundo de los sueños. Mundo que estaba seguro que no hubiese alcanzado sin haber desahogado toda esa tristeza acumulada.

Ya en la soledad de su habitación, con Giyuu dormido entre sus brazos, Tanjiro quedó completamente vulnerable ante los pensamientos y sentimientos de los que fue consciente por primera vez el día del festival deportivo, mismos sentimientos que encadenó cruelmente cuando escuchó lo que le dijo Nezuko aquel día y estos, en una actitud rebelde o tal vez inocente deseando la libertad, habían estado tirando con fuerza de las cadenas, saliendo a la superficie sin permiso de vez en cuando y regresando al fondo, hiriéndole inconscientemente.

Se había hecho el tonto. Recibiendo daño y fingiendo no saber de dónde venía. El motivo siempre estuvo ahí, delante de sus narices y había quedado bastante demostrado que fingir no verlo no le libraba de sus consecuencias.

Con lo que, a estas alturas, ya no podía echar el rostro hacia un lado.

Si su corazón iba a doler igual, le gustaría darle al menos la explicación del por qué y porque entre sus intenciones, no estaba la de hacer algo para que dejara de doler. Con lo que iba a tener que aprender a convivir con esta opresión en el pecho y esos pequeños momentos de felicidad cuando están juntos.

Porque nunca fue un egoísta, porque no quería serlo y porque tenía miedo de llegar a serlo.

Nunca ha reclamado algo que ya quiere otra persona. No es el mejor de los comportamientos, pero es el que le permite mantener su preciado presente.

Y lo más importante, es lo que hace que las sonrisas de todos se mantengan. ¿Qué derecho tiene él de destruirlas?

Aflojó el agarre que tenía sobre Giyuu y descendió en el colchón, lo justo para quedar frente al rostro dormido de Giyuu. Con cuidado, como si su toque pudiera romperle, apartó los mechones que le tapaban el rostro y acarició superficialmente la mejilla que no estaba contra el colchón, descendiendo por esta hasta llegar a sus labios, donde finalmente terminó por apartar su mano, acercando más sus rostros.

- Giyuu - le llamó de nuevo, esta vez por su nombre, en una voz incluso más baja que antes. Después de todo, su intención no era que escuchase lo que le iba a decir - ¿Sabes? Yo tampoco sé qué hacer - suspiró débilmente, sonriendo mientras veía el pacífico rostro de Giyuu dormir. Este momento no iba a ser eterno, por eso quería que su corazón lo disfrutase lo mejor que pudiese - Yo... me he enamorado de ti.

No recibió reacción ni respuesta, pero fue suficiente para él, porque sabía que no debía recibir más.

Así que, aun con su corazón agitándose por su evidente insatisfacción, cerró los ojos con la intención de irse a dormir él también.

El sueño de Giyuu no consiguió ser ininterrumpido, sus párpados comenzaron poco a poco a abrirse, dando frente a él con algo que en realidad solo había podido imaginar en sus mejores sueños. Tanjiro durmiendo justo a su lado, con su rostro demasiado cerca habría que decir. No recuerda haberse dormido así, pero no le dio importancia porque supuso que se habrían movido en sueños y habrían acabado así.

Habría preferido que la situación hubiese sido otra, porque de ser así, se habría quedado admirando el adorable rostro durmiente del adorable chico que le gusta, pero no saber del paradero de Tsutako no le permitía disfrutar de la situación. Maldijo el haberse despertado, pues pensar en Tsutako nada más despertar le devolvía los mismos sentimientos angustiantes de antes.

En ningún momento se le pasó por la cabeza molestar a Tanjiro con ello. El chico se veía muy pacífico en su sueño y no le parecía bien sacarlo de allí. Con lo que giró su cuerpo sobre el colchón hasta dar con un reloj en la mesilla de noche que para sorpresa de nadie estaba decorado con cuernitos de demonio.

Habrían pasado dos horas aproximadamente desde que se fue a dormir y el silencio y oscuridad del pasillo y que él siguiera junto al pelirrojo le indicaban dos cosas: la familia Kamado estaba ya durmiendo y la señora Kie no se había pasado por aquí. De ser así, era de esperar que los hubiese separado, a él tampoco le habría gustado que su suegra le viese en una situación tan sacada de contexto.

Se levantó de la cama lo más silenciosamente que pudo, descubriendo cuando ya estaba casi fuera que Tanjiro tenía agarrada débilmente la manga de su pijama. Le pareció un gesto tierno y digno de ser premiado con un beso en la frente, pero no contaba con el valor ahora mismo de hacer algo tan descarado. Bastante que había sido meterse en su cama y solo porque Tanjiro se lo había pedido.

Su garganta le reclamó beber algo, así que apartó con cuidado la mano del chico y abandonó la habitación en el más completo silencio, descubriendo en el pasillo que efectivamente ya todos estaban en la cama.

Bajó las escaleras, rezando mentalmente para que no hubiera ningún espejo por las paredes, pues si de por sí su cabello era despeinado, la situación en cómo se había dormido lo había tenido que dejar peor. Ya en la planta de abajo fue directamente hacia la cocina, se sirvió un vaso de agua, lo bebió y lo limpió, queriendo molestar lo mínimo posible con ello. Su sed estaba saciada así que intentó regresar a la planta de arriba, pero nada más salir de la cocina, se percató de como de una de las habitaciones de la planta baja parecía escapar algo de luz.

No conocía esa habitación, no se había dado un tour por la casa después de todo, pero aun así, prefirió acercarse solo para echar un vistazo, pues alguien que no estaba en la cama a esas horas tal vez no se encontrase bien. Como la puerta estaba entreabierta, se asomó por el hueco, pudiendo ver que la habitación parecía ser una especie de sala de estar con un montón de estanterías llenas de libros y fotografías.

La lámpara que emitía la luz delatora estaba plantada al lado de una rústica butaca y su ocupante, un hombre alto, con un largo cabello pelirrojo atado en una coleta se mantenía pasando las hojas de un libro.

En un momento dado, los mechones que caían a cada lado de su rostro y que la coleta no había podido sujetar, se movieron, dejando ver como se balanceaban un par de pendientes hanafuda. El cuerpo de Giyuu se movió solo, confundiéndolo con otra persona, con el hombre que vio en el cementerio junto a Tamayo, el dueño del cuaderno de Tanjiro que contenía todos los conocimientos sobre los demonios de la escuela.

Pero obviamente, cuando ya estaba dentro y había llamado su atención, pudo descubrir que, evidentemente, no se trataba de Tsugikuni Yoriichi. Con él mirándole, descubrió un aspecto más cansado y unas facciones muchísimo más marcadas. Unos ojos ya bastante conocidos y una sonrisa de comprensión que hasta ahora solo había recibido de una misma familia.

- Yo... lo siento - no tardó en reaccionar, quedándose tieso en el sitio y agachando la mirada.

- Tranquilo - la voz que le contestó fue calmada y tranquila, terminándole ya por confirmar quién debía ser el hombre frente a él.

- Usted... es el padre de Tanjiro, ¿verdad? Lamento haber interrumpido en su casa sin permiso.

- No le des mucha importancia. Eres un amigo de Tanjiro, ¿verdad?

- Sí. Tomioka Giyuu, encantado - le dedicó una reverencia rígida, sacándole una sonrisa.

- Yo soy Kamado Tanjuro y que curioso me resulta que seas amigo de mi hijo.

- ¿Eh? ¿Por qué?

- Bueno... - Tanjuro elevó distraído la mirada hacia el techo, recordando con imágenes chibi a Zenitsu e Inosuke llenando de gritos y estropicios su casa - Pensé que los amigos de Tanjiro eran más bien del tipo ruidoso.

Tanjuro y Giyuu compartieron miradas, tensándose Giyuu y haciendo una reverencia de nuevo.

- Lo siento. Seré más ruidoso si desea a alguien así al lado de su hijo.

- Pero si no he dicho eso - Tanjuro rio, apoyando el libro que tenía sobre sus rodillas, dejándolo de lado para centrarse en el chico frente a él - Has cenado con mi familia, ¿verdad? Lamento no haber estado presente. Debe haberte parecido grosero.

- No, para nada. Su esposa me contó sus razones y si alguien debe parecer grosero, debo ser yo. Invado su casa y entro aquí sin llamar - Giyuu se tensó, si tuviese a Tsutako justo aquí, lo más seguro es que le estuviese regañando. Era su futuro suegro, debía ser educado y mostrarse confiable o nunca le daría la mano de Tanjiro en santo matrimonio.

Bien, aun sin nadie a su lado, Giyuu podía hacerlo.

En realidad, no.

- Gracias por dejarme acostarme con su hijo - de nuevo hizo una reverencia, aunque duró poco porque incluso él se dio cuenta de lo mal que había sonado eso - N-no lo decía... es decir, no hemos hecho nada. Su mujer me preparó un futón en la misma habitación que Tanjiro, le estaba... le estaba agradeciendo eso, dejarme dormir bajo su mismo techo, no en su misma cama, aunque...

Aunque lo habían estado haciendo, pero él no tenía que enterarse de eso.

- Por favor... mándeme callar.

- ¿Mm? Pero si eres muy divertido.

Giyuu estampó su mano contra su rostro. ¿Por qué la tierra no se abría ahora y le engullía ahí mismo? Habiendo dicho cosas tan inapropiadas, prefirió optar por el comodín de evadir la situación con otro tema.

- Es... algo tarde, ¿tiene usted problemas para dormir?

- Sí... algo así - Tanjuro devolvió su atención al libro sobre su regazo. Giyuu se acercó más, descubriendo que el libro era en realidad un álbum, uno bastante antiguo - De vez en cuando me pasa y me levanto... ¿te desperté?

- No, yo tenía sed así que fui a por agua.

- Ya veo.

- ¿De qué es el álbum? Si no le molesta mi pregunta.

- Es un álbum de cuando era joven, por eso está tan viejo.

- ¿Lo ojea siempre que no puede dormir?

- Sí, así es y... - Tanjuro cortó con una sonrisa lo que iba a decir - No, nada.

- ¿Qué ocurre?

- Iba a decir una tontería.

- ¿Por?

- Pues porque siempre ojeo el mismo álbum - con cuidado, pasó una de las páginas, observando minuciosamente todas las fotos.

- Debe ser su preferido.

- No, no es el motivo.

- ¿Entonces?

La sonrisa de Tanjuro flaqueó un poco.

- Busco a alguien entre las fotografías.

- ¿A quién?

- No lo sé.

Giyuu le miró extrañado, acercándose más, lo suficiente para poder ver las fotografías del álbum. No veía nada raro en ellas. Fotos normales.

- Y si no sabe quién es, ¿por qué la busca?

- Buena pregunta - con calma, Tanjuro cerró el álbum y lo dejó reposar sobre sus rodillas - Y la respuesta es tan simple como insatisfactoria. Simplemente... siento que es algo importante.

- Y si es tan importante, ¿por qué lo ha olvidado?

Al segundo de soltar aquello se quiso haber mordido la lengua para no hablar. El filtro entre lo que pensaba y lo que decía solía estar siempre desactivado, pero incluso él sabía que hablando con el mismísimo padre de Tanjiro, tendría que haber puesto no solo un filtro, sino unos diez más. No quería hablarle mal ni hacer nada que pudiese hacer que el hombre le mirase con malos ojos, pero en lo que llevaban de conversación había insinuado (sin querer) que se había acostado con Tanjiro y ahora lo que acababa de decir parecía casi como una burla hacia él.

Se estaba luciendo, eso sí.

- Lo siento - antes de que Tanjuro le pudiera reprochar algo, Giyuu se adelantó con una nueva disculpa y una reverencia más - No quería...

- Es una buena pregunta esa que has hecho - Tanjuro se levantó de su butaca, dirigiéndose hacia una de las estanterías y devolviendo allí su álbum, dejando su mano posada sobre el lomo de este - Y siento decirte, desde la voz de la experiencia, que incluso las cosas importantes se terminan olvidando - apartó su mano del álbum, dándose la vuelta y sonriendo a Giyuu - O así lo siento yo. Hay puzles imposibles de completar si alguien ha escondido las piezas.

Giyuu se reincorporó, yendo su mirada directa a las dos cartas hanafuda que colgaban de las orejas del patriarca de los Kamado y que quedaban iluminadas bajo la combinación de luces de la lámpara y de la luna que entraba por el cristal.

- ¿Me permite hacerle una pregunta?

- ¿Hay alguna respuesta mía que te pudiese interesar?

- ¿Conoce a un hombre llamado Tsugikuni Yoriichi?

Tanjuro abrió los ojos en grande, mostrando un rostro de confusión. Giyuu tomó aquello como respuesta. Había sido muy osado preguntando por un desconocido, lo mejor sería detenerse ya y dejar de hacer el ridículo frente a él y de incomodarle.

- Olvídelo. Mejor regreso...

Giyuu retrocedió hacia la puerta, cuando ya casi llegaba, Tanjuro le contestó.

- Sí, le conozco.

Los pies de Giyuu se detuvieron, dándose la vuelta para mirar al adulto que ya no le miraba confuso sino con un rostro apacible.

- ¿Le buscas?

- ¿Sabe dónde está?

- Para nada, pero se te nota ansioso. ¿Es importante el motivo por el que lo buscas?

- Yo... solo tengo algunas dudas que creo que él podría resolver.

- Entiendo... es alguien escurridizo, ¿sabes? Pero tengo el presentimiento de que os acabaréis encontrando y le podrás hacer las preguntas que tengas - Tanjuro se dio la vuelta un momento para mirar el álbum que había dejado y luego regresó su mirada hacia Giyuu - Te sonará descarado, pero, ¿podrías hacerme un favor?

- Por supuesto. ¿De qué se trata?

- Si encuentras a Yoriichi y puedes hablar con él, hazle esta petición de mi parte - Tanjuro le sonrió de nuevo, notando en esta nueva sonrisa una pizca de tristeza - Devuélveme las piezas del puzle que has escondido.

Giyuu no sabía exactamente qué tipo de expresión debía estar mostrando ahora mismo tras escuchar aquello, pero supo que tuvo que ser lo suficiente expresiva para hacer reaccionar a Tanjuro que estampó su mano contra su rostro y negó un par de veces con la cabeza.

- Lo siento, Tomioka. Mejor olvida lo que te he dicho.

- No. Antes ha dicho... que eso que no puede recordar es importante para usted, con lo que... si le veo, se lo preguntaré.

- Eres un buen chico. Gracias.

Giyuu hizo una reverencia para despedirse, deseó buenas noches al mayor y se marchó de allí, quedándose un rato con la mano en el pomo de la puerta que acababa de cerrar, digiriendo la conversación que acababa de tener con el padre de Tanjiro. Conocía a Yoriichi, con lo que lo de los pendientes hanafuda no podía ser una mera casualidad, pero por lo que le acababa de decir, tampoco parecía que hablase de Yoriichi como si fuesen amigos.

Más bien, hablaba de Yoriichi como si fuese alguien que le ha arrebatado algo valioso. Algo que no puede recordar. Pero tampoco notaba rabia en sus palabras.

No había rencor. Solo ansias de recuperar algo perdido.

Terminó soltando el pomo al mismo tiempo que emitía un suspiro profundo. El asunto se volvía más complicado además de delicado, pues ahora era la propia familia de Tanjiro la que se veía envuelta en esto.

Subió las escaleras hacia la planta de arriba con la intención de dar un descanso a su cabeza, pero justo cuando pasaba por delante de la habitación de Hanako, casi choca con el cuerpo de Nezuko que terminaba de salir de allí. Giyuu la vio venir con lo que no se sorprendió, cosa que no le pasó a la chica que tuvo que taparse la boca para no gritar por el susto y poder cerrar la puerta de la habitación de su hermana.

- Se-senpai. Que susto.

- Lo siento. ¿Le ocurre algo a Hanako?

- No. La verdad es que me pidió que le leyera un cuento y bueno... m-me quedé dormida junto a ella después de leérselo.

- Ya veo. Deberías ir a descansar ya entonces.

- Sí.

Nezuko asintió. Ambos se cruzaron yendo hacia direcciones distintas en el pasillo, aunque a diferencia de Giyuu, la chica no dio muchos más pasos después de aquello.

- Tomioka-senpai.

- ¿Sí? - Giyuu se detuvo, dándose la vuelta y encontrándose con que la chica se había dado la vuelta antes que él y estaba mirándole algo indecisa sobre lo que decir a continuación.

Se hizo con uno de sus largos mechones y comenzó a enrollarlo alrededor de su dedo una y otra vez, como si eso consiguiera tranquilizar los nervios de su corazón.

- Exactamente... ¿qué sois mi hermano y tú?

- ¿Qué somos? Pues... amigos.

- ¿Y ya está?

- Bueno... somos presidente y vicepresidente.

- ¿Por qué?

- ¿"Por qué"? No te entiendo.

- Es que... antes lo era Zenitsu y de repente... lo eres tú. Es un cambio... pues que no termino de entender del todo.

- Fue por asuntos internos del club. Tanjiro valoró que era mejor que yo...

- ¿Lo...? - Nezuko separó sus labios después de haberlos apretado con fuerza tras escuchar el nombre de su hermano - ¿Lo sugirió mi hermano?

- Sí. Tanjiro fue quien me lo pidió.

- Claro - Nezuko soltó de repente el mechón con el que jugueteaba y alzó su rostro - ¿Puedes... venir a mi habitación? Es solo un momento.

- Suena inadecuado.

- Por favor.

Giyuu suspiró, mirando a su alrededor para comprobar que ningún otro Kamado estuviese levantado de su cama y pudiese juzgar inadecuadamente la propuesta de la chica. Terminó por ceder, indicándoselo a la más joven con un asentimiento de cabeza. Nezuko le dedicó una pequeña y adorable sonrisa ante su aceptación, apresurándose para caminar a su habitación, encender la luz y dejar pasar al mayor.

- Perdona si está desordenada.

Nezuko dejó la puerta entreabierta para que la luz no despertase a nadie más, pero tras valorarlo solo un par de segundos, terminó por cerrarla del todo, adelantando a Giyuu y dejándose caer sentada sobre su colchón, haciendo que varios peluches y cojines rebotaran. Giyuu no quiso parecer grosero ni cotilla, por lo que intentó no mirar demasiado hacia su alrededor. Tampoco quiso emitir juicios en voz alta. No sabía los requisitos que debía recoger la habitación de una chica para poder ser catalogada como "linda", pero la de Nezuko, adornada en tonos pastel, con flores, peluches y libros por doquier, debía cumplir los estándares de "lindo". Es decir, en su corta vida solo había estado en la habitación de una chica y esa era Tsutako y bien sabía que su hermana se salía del molde femenino en ciertos aspectos.

- Senpai - Nezuko le llamó, palmeando el hueco de la cama justo a su lado.

- ¿Segura? Debe ser incómodo tener a un chico en tu habitación a altas horas de la noche, ¿no?

- Pero si te he invitado yo - palmeó de nuevo el mismo sitio - Siéntate, por favor.

Si ella estaba de acuerdo, no vio nada de malo en aceptarlo, con lo que tal y como le pidió, se acercó a la cama y se sentó a su lado, notando como al hacer aquello Nezuko llevaba sus puños cerrados contra su pecho y agachaba un poco la mirada, fijándose Giyuu como entre los huecos que dejaban los mechones de su cabello podía ver su pálida piel colorearse de rojo.

- ¿Te encuentras bien?

- ¿Eh? - levantó el rostro de golpe, demostrándole que estaba tan rojo como había podido entrever - S-sí, es que... nu-nunca pensé que estarías... aquí.

- ¿En tu casa?

Nezuko negó débilmente con la cabeza.

- En... mi habitación - confesó en un pequeño hilo de voz.

- Si te molesto, solo deberías... - Giyuu intentó levantarse, pero Nezuko le agarró de la muñeca, apartando la mirada avergonzada al segundo.

- Quédate, por favor. Solo... un rato más.

- Si mi presencia en tu habitación te incomoda, deberías echarme - recalcó mientras volvía a tomar asiento a su lado.

- Es que... no es eso. La verdad es que me hace muy feliz tenerte aquí.

- Gracias, aunque la verdad es que no creo ser lo suficientemente importante como para hacer feliz a alguien con mi presencia.

- Eres muy cruel contigo mismo - Nezuko se dio la vuelta un momento en su cama, haciéndose con un conejo de peluche que por su aspecto se notaba algo viejo, además de tener varias costuras visibles - Oye, senpai, tú entonces... no te acuerdas de mí, ¿verdad?

- Yo... - Giyuu se acordó de lo que le dijo Nezuko en Halloween. La chica en realidad le había visto antes, pero él no podía recordarla - Lo siento.

- Bueno, es normal y tampoco te culpo por ello. Fue hace mucho y tal vez... fuese un momento insignificante.

- Pero parece que para ti fue importante. Si fuese de otra manera, no me estarías hablando de ello.

Nezuko asintió con una sonrisa, dando la vuelta al peluche para poder mirarlo a los ojos.

- Cuando te conocí por primera vez, llevabas el uniforme de una escuela diferente y tus ojos... brillaban tanto. Cuando los vi por primera vez, sentí como si me sumergiese en lo más profundo del océano. "Es precioso", sí, recuerdo que fue lo primero que pensé al mirarte a los ojos.

Giyuu miró atentamente a la chica mientras le hablaba, bajando inevitablemente su mirada hacia el conejo de peluche apoyado contra su regazo. Percatándose de ello, Nezuko movió el peluche para que Giyuu pudiera verlo mejor.

- ¿Tampoco te acuerdas de él?

Nezuko se lo cedió, dejando que Giyuu tomase el peluche y lo mirase atentamente. Su mirada, estoica al principio, pareció cambiar poco a poco al hacer memoria.

- Esto...

- ¿Empiezas a recordar? - Nezuko le miró con una sonrisa, bajando su vista hacia el conejo mientras dulces recuerdos llegaban a su memoria - Ese peluche llegó a mis manos cuando todavía iba a primaria. Insistí mucho a mis padres para que me lo compraran y cuando lo hicieron, quise llevarlo al colegio para enseñárselo a mis amigas, aunque mis padres me lo prohibieron porque era un peluche muy caro y lo podía romper allí o incluso perder. Y la verdad... es que tuvieron razón - apartó la mirada del peluche, echándose un poco hacia atrás en el colchón sin mirar a ningún lugar concreto de la habitación - Cuando volvía del colegio, pasando por encima de un puente, se me cayó al río. Ahora suena ridículo, pero eso pareció el fin del mundo para mí porque temía la regañina que me iban a echar mis padres. Aunque para mi buena suerte, tú estabas allí.

- Me lancé al río.

Nezuko se sorprendió al escuchar aquello, recuperando luego su sonrisa al ver que comenzaba a recordar.

- Sí y lo recuperaste. Eso me hizo muy feliz. ¿Sabes? Parecías todo un príncipe de cuento cuando lo hiciste.

- No fue una hazaña de renombre.

- No, pero no todas las acciones tienen que ser llamativas o exageradas para que se nos queden grabas, a veces solo tienen que ser pequeñas o simples.

- Eso podría haberlo hecho cualquiera.

- Pero no lo hizo cualquiera, lo hiciste tú. Viste a una persona llorar y acudiste en su rescate. ¿Ves? Justo como hacen los príncipes en los cuentos.

- ¿Los príncipes? Me debí saltar entonces la parte en la que peleaba con el dragón.

- Los príncipes no son príncipes por pelear con dragones, senpai. Lo son porque luchan por las sonrisas de las personas que quieren. Son valientes, nobles y generosos. Tú no me conocías y aun así... - Nezuko calló unos segundos. Debía gestionar bien sus emociones en esta situación - Quedaste grabado en mi memoria y quise volver a verte, pero... era muy difícil. Los únicos recuerdos que tenía de ti eran tus ojos azules, tu uniforme y la espada de madera que cargabas en la espalda. Al poco tiempo descubrí que la espada era porque debías hacer kendo, así que estuve muy atenta a las competiciones escolares que salían por la tele. Hice bien, pues allí te volví a ver y descubrí tu nombre. Pensé que eso estaría bien, verte una sola vez por la tele, pero me equivoqué. Blandiendo la espada te veías todavía más genial que cuando me ayudaste en el puente y antes de darme cuenta, me encontré incapaz de apartar la mirada de ti. Te movías grácilmente y acumulabas victoria tras victoria. "Es invencible" pensé, el príncipe más fuerte e invencible de todos. Hasta que un día... - Nezuko y Giyuu conectaron miradas - Desapareciste y me encontré con que de repente... ya no podía verte más.

- Sí - Giyuu reafirmó sus palabras - Dejé el kendo.

- ¿Por qué?

- Fueron motivos personales - Giyuu apartó su mirada, devolviéndola hacia el peluche en sus manos.

- Está bien si no quieres contarme. Dejar de verte fue desolador al principio, pero en Sakurajima... volviste a aparecer ante mí. Solo que ahora, parecías una persona completamente diferente.

- Ya... supongo que te decepcioné. No debía parecerte el mismo.

- Parecías tan distinto que por un momento llegué a cuestionarme si de verdad eras tú. Pero de nuevo, una vez más, me encontré incapaz de apartar la mirada de ti. Sentir aquello... fue señal suficiente para hacerme saber con certeza que seguías siendo tú. En Sakurajima te veías completamente distinto a como te veía en los torneos de la tele. Solitario, callado, preferías pasar desapercibido y no llamabas la atención de nadie.

- Menuda decepción debiste llevarte.

- Pues... no, en realidad no. Tu faceta genial e invencible me hipnotizó tanto como tu faceta solitaria y discreta. Puede que tal vez... - llevó su mano derecha a la zona de su corazón - Me diese cuenta en aquel momento.

- ¿A qué te refieres?

Nezuko apartó la mano de su pecho, tomando aire y soltándolo lentamente.

- Siempre he tenido mi mirada en ti, mucho antes que él, mucho antes que nadie.

- ¿Él?

La chica negó con la cabeza, tal vez arrepentida de haber dicho aquello último.

- Olvida eso último, por favor - apoyando sus dos manos en el colchón, Nezuko se impulsó para ponerse de pie - Gracias por haber venido y haberme escuchado.

- Gracias a ti - Giyuu se puso de pie también, devolviendo a Nezuko el peluche que la chica recibió y abrazó contra su pecho - Gracias por haberme contado todo esto y lamento haberme olvidado de ti. Eres una buena chica y alguien muy importante para Tanjiro. A partir de ahora, me gustaría construir una mejor relación contigo.

Nezuko no le contestó, se quedó con la mirada agachada hacia el conejo de peluche y Giyuu entendió aquello como una despedida silenciosa, despidiéndose él en voz alta y marchándose de la habitación de la chica. Separó el peluche de su pecho por un segundo, necesitando solo otro segundo más para dejarlo caer al suelo y salir corriendo detrás de Giyuu, dando con él cuando estaba dirigiéndose a la habitación de Tanjiro.

- ¡Senpai!

Aun a riesgo de despertar a alguien, Nezuko gritó, haciendo que Giyuu se diese la vuelta para mirarla. Llevaba mucho tiempo plasmando sus sentimientos en papel, escribiendo cartas que nunca entregaba, pero que de alguna manera satisfacían a su corazón. Durante mucho tiempo estuvo contenta con aquello, con continuar como había estado siempre, observando de lejos y soñando que algún día, cuando por fin reuniera el coraje, podría decirle lo que sentía y que él la aceptaría, porque esa era la historia que se repetía en los cuentos que adornaban las estanterías de su habitación. Arropada por ellos, nunca llegó a imaginarse que la historia podría tener otro desarrollo.

Hasta que vio a su hermano con Giyuu.

Hasta que le vio apoyarle en el festival deportivo.

Hasta que los vio cada vez más juntos, más íntimos, más confidentes.

Y hasta que se vio a ella misma cada vez más fuera de las páginas del cuento.

Quería a Tanjiro tanto o incluso más de lo que podía llegar a querer a Giyuu. Era su hermano mayor, quien siempre la ha cuidado y querido. No quiere verle con malos ojos y mucho menos como un rival. Pero a pesar de todo y por mucho que le duela admitirlo, en su pecho se agitan los celos cuando los ve juntos. Su corazón se apretuja y empuja las lágrimas al borde de sus ojos. Sus labios queman, torturados por callar aquello que ya no soporta guardar más.

Giyuu no se había movido ni un milímetro desde que se detuvo al ser llamado, más o menos lo mismo que le había pasado a Nezuko después de llamarle. Temiendo que a la chica le pudiese pasar algo serio, intentó llamarla, pero las palabras murieron en sus labios cuando la luz de la luna que se filtraba por la ventana del final del pasillo iluminó sus mejillas sonrojadas y los ojos rosas que parecían estar casi al borde del llanto.

- M-me... me gustas - apretujó sus puños contra el pantalón de su pijama, arrugándolo en el proceso y mordió sus labios con fuerza, dando libertad a alguna de sus lágrimas para liberarse de la misma manera que estaban haciendo sus sentimientos - Te quiero.

Giyuu abrió los ojos como platos ante la inesperada confesión. La primera que recibía en toda la historia de su vida, si no contaba claro la de Tanjiro cuando le llevó a la enfermería después de su desmayo a principios de curso.

Porque aunque aquella confesión la recibió él, en realidad iba para Rengoku. Pero esta de ahora mismo, de la chica que le ha abierto su corazón, iba dirigida exclusivamente a él.

Puede que otra persona en su lugar hubiese sabido qué hacer o decir en este preciso momento, pero él estaba en blanco. No solo por no tener los conocimientos sociales suficientes como para saber qué hacer exactamente, sino porque ahora mismo se sentía más confuso que nunca.

Porque alguien le ama de manera romántica. Porque semejante persona existe en este mundo y eso es algo que de verdad pensó que nunca llegaría a ver.

No le mintió a Tanjiro cuando le pidió matrimonio la primera vez, de verdad pensaba que nadie sería capaz de enamorarse de alguien como él, pero esa persona existía de verdad y había estado tan cerca durante mucho tiempo, pero por supuesto que no se había dado cuenta.

No la había notado, ni visto y era consciente de que aquello ha debido dañarla.

Y ahora, que la nota y la ve, no la corresponde y es más consciente todavía de que transmitirle aquello va a destrozarla.

Lo comprende, porque puede empatizar con ella. Sabe que si él estuviese en su misma situación, que lo está, escuchar el rechazo de Tanjiro le haría añicos. Tal vez él pudiese confrontar ese daño, pero por comprender su magnitud, sabe que la chica tal vez no podría.

No parece haber una respuesta correcta en aquella situación y es por eso que lo único que puede sacar en claro es lo que ahora mismo le parece un conocimiento inútil: Las relaciones humanas son muchísimo más complicadas y complejas que cualquier estudio plasmado en un libro.

- Senpai - Nezuko le llamó, tomando aire y conteniendo sus lágrimas, mirándole de frente esperando una respuesta que él temía dar - ¿Tú...? ¿Qué sientes por mí?

- Yo... no... - detuvo sus palabras cuando vio el cuerpo de la chica tensarse, así que apresuradamente, completó su contestación con una respuesta diferente de la que pensaba dar - No lo sé - terminó por soltar, notando como Nezuko parecía tranquilizarse - Es... la primera confesión de amor que recibo. La verdad es que nunca me han preocupado las relaciones románticas y nunca... he pensado en salir con nadie, por eso... escuchar esto de repente...

- Sí - Nezuko limpió de sus mejillas los restos de lágrimas que se habían escapado e intentó mostrarse más tranquila - Te pillé por sorpresa, lo siento.

- No pidas perdón - Giyuu se tapó el rostro y suspiró, destapándoselo después para intentar dejarla una mejor contestación o al menos una que la dejase satisfecha sin herirla - Yo... no puedo darte una respuesta afirmativa o negativa, Nezuko. Ahora mismo, ni siquiera soy consciente de cuáles son mis verdaderos sentimientos por ti y tampoco me encuentro en condiciones de pensarlo. Espero... que puedas entenderlo.

- No elegí el mejor de los momentos... ¿no?

- Digamos... que me encuentro en condiciones complicadas. Quiero darte una respuesta, pero ahora mismo...

- Está bien. De momento, me basta con que lo sepas.

Ambos terminaron por agachar la mirada, incapaces de mirar al otro a los ojos. Había tenido demasiada carga emocional en un solo día, con lo que Giyuu solo tenía ganas de regresar a la habitación de Tanjiro, echarse el futón hasta la cabeza y dormir para despertar y que todo el día de hoy hubiese sido solo un sueño, aunque eso implicase no haber dormido junto a Tanjiro.

- Es tarde, Nezuko, deberías ir a la cama.

- Sí.

- Buenas noches.

- Buenas noches, senpai.

Cuando Nezuko se dio la vuelta para regresar a su habitación, Giyuu se apresuró en dirigirse a la de Tanjiro, como si allí todos los sucesos que habían pasado fuera no existiesen o fuesen una simple ilusión. Allí dentro solo le dio tiempo a dar un par de pasos antes de percatarse de que el chico estaba despierto y sentado sobre la cama. Al verle, Tanjiro le dedicó una sonrisa, pero Giyuu no fue capaz ni de mirarle a los ojos después de lo que había pasado en el pasillo con su hermana.

- ¿Te has desvelado, senpai?

- Tenía sed, así que... ¿te desperté?

- Sentía... que faltaba algo entre mis brazos. Solo eso.

- Ya veo.

Giyuu caminó hacia donde estaba el chico, este se metió de nuevo en la cama y le dejó un sitio a su lado, pero el mayor no lo tomó, en su lugar se tumbó en el futón.

- ¿No vas a...?

- ¿Eh? No... es decir, no está bien y si tus padres se despiertan de madrugada y nos ven, nos regañaran a ambos. No quiero que te metas en un lío.

- A mí... en realidad no... no es que me impo...

- Es mejor así, Tanjiro, por favor. Déjalo así.

- ¿Estás bien?

- Sí, solo estoy cansado. El día ha sido largo, quiero dormir.

- Vale... de acuerdo.

Tanjiro no se atrevió a insistirle más, dejó que Giyuu se metiera en el futón y él se quedó en su cama, dándole la espalda y recuperando el osito azul de rostro estoico para atraparle entre sus brazos.

Ninguno dijo nada más, cerraron los ojos y se dejaron caer en el mundo de los sueños. La intimidad y cercanía formada hace apenas unas horas parecía haberse esfumado.

La mañana en la casa Kamado empezó con normalidad. Siendo una familia de panaderos, parecían llevar en la sangre lo de madrugar, pero Giyuu por supuesto que no había sido criado en aquella familia, con lo que él siguió durmiendo y Tanjiro prefirió no molestar. Se cambió de ropa en el cuarto de baño e hizo la cama con la mayor delicadeza posible para evitar despertarle, dirigiendo una última mirada al futón donde descansaba antes de salir de su habitación y cerrar la puerta para que el ruido de abajo no le molestase.

Una vez en la planta baja, Tanjiro fue a la cocina donde solo estaban su madre y su hermana, esta última desayunando. Kie le dedicó un saludo y un beso en la mejilla.

- ¿Tomioka sigue durmiendo?

- Sí, debe ser muy pronto para él. Dejémosle dormir un poco más.

- Bien, cuando le levantes, despierta al resto de tus hermanos. Yo me marcho ya a la panadería, vuestro padre ha salido antes porque tenemos un encargo especial y tengo que ir a echarle una mano.

- De acuerdo.

- Id con cuidado y que os vaya bien - Kie se pasó por el sitio donde estaba su hija y le dejó otro beso en la mejilla.

A lo lejos, la puerta de la entrada sonó, indicando a ambos hermanos que su madre se había marchado ya, con lo que ahora mismo en la planta baja estaban solo ellos dos. Tanjiro echó la silla para atrás, sentándose frente a su hermana que continuaba tranquilamente desayunando.

Hace ya tiempo que estar a solas con Nezuko se sentía extraño, pero ahora que había aceptado por fin sus sentimientos por Giyuu, se sentía mil veces más raro.

- ¿Hoy...? ¿También hay ensayo?

- Sí.

- Creo... que Tomioka-senpai no debería ir hoy. Es decir...

- Esas decisiones tendría que tomarlas él, ¿no?

- Creo que él no está en condiciones de...

- No tomes decisiones en nombre de los demás, por favor.

Tanjiro la miró extrañado, captando bien el ambiente enturbiado que se respiraba por toda la cocina.

- ¿Ocurre algo?

La chica dejó de comer, dejando una tostada medio comida sobre su plato pero no levantando la mirada de él. No era común verla así, porque Nezuko siempre era sonriente y animada y ahora mismo estaba de cualquier forma menos así. Algo claramente había pasado.

- Ayer... ayer me confesé.

Las palabras salieron de manera corta y directa, pero Tanjiro sintió que en sus tímpanos se habían quedado demasiado tiempo dando vueltas. Lo peor es que parecía que no se habían quedado allí, pues ahora parecían haber bajado hacia su corazón y estar apretándoselo con fuerza, tanta que parecía que se lo querían hacer pedazos.

Ahora entendía por qué Giyuu actuaba tan raro al volver a la habitación.

- ¿Y? - Tanjiro se mordió el labio con fuerza, prefiriendo mirar la superficie de la mesa antes que a su hermana - ¿Qué te ha dicho?

- Nada concreto. Él... se lo tenía que pensar.

- ¿Por qué has hecho eso?

- ¿"Por qué"? - Nezuko levantó la mirada hacia su hermano, aunque este no se la devolvía - Pues... porque me gusta. ¿Qué tiene de malo? Llevo enamorada de él mucho tiempo.

- Pero él... él no estaba bien, ayer no estaba bien y tú vas y... - se atrevió a alzar la mirada, aunque al dar con los ojos rosas de su hermana, tuvo que volver a morderse el labio para controlar un poco los sentimientos que parecían estar al borde del colapso - No debiste hacer eso, Nezuko. Tomioka-senpai no estaba en condiciones de escuchar algo así.

- Le dije al chico que me gusta que le quiero, ¿qué tiene de malo?

- Es que no era el momento, ¿no lo ves?

- ¿Y cuándo lo es? ¿Eh? Si estáis todo el día juntos.

Aquello le dejó sin palabras porque sonaba como un reproche, pero no quiso entenderlo así. Nezuko no era así.

- Eso no es verdad.

- Ni siquiera sé por qué le das tantas vueltas. No es algo que te afecte, ¿o sí?

- Cla... claro que sí, porque tú eres mi hermana y Tomioka-senpai es mi amigo.

- Y ninguno te hemos pedido que te metieses, ¿o es qué él te ha dicho algo?

Y la verdad era que no. Giyuu no le dijo nada, no le contó lo que hizo Nezuko y lo peor de todo.

No la rechazó.

- Que tú no seas capaz de confesar tus sentimientos no nos impide a los demás hacerlo - empujó su plato hacia delante, dando por finalizado su desayuno y recogió su mochila en el salón, echándosela a la espalda para dirigirse a la salida - Hoy me voy sola y tampoco me esperes para volver.

El sonido de la puerta de su casa al abrirse y cerrarse indicó a Tanjiro que se había quedado solo. Solo con sus pensamientos y solo con sus problemas, dos compañías que en estos momentos quería evitar a toda costa, aunque ambos le perseguían a todos sitios.

A pesar de eso, cumplió la petición de su madre, levantando a sus hermanos y a Giyuu más tarde. Los pequeños, a cargo de Takeo, partieron camino al colegio, mientras él y Giyuu iban hacia el instituto, después de haberse pasado primero por la casa de Giyuu para que se preparase adecuadamente. Iban en un silencio que parecía incompatible con la compañía de Tanjiro y aunque a Giyuu le pareció extraño, no se encontraba en condiciones de comentar nada. No después de la desaparición de Tsutako y la confesión de Nezuko. Tanjiro tampoco estaba de mejor humor, porque admitir por fin sus sentimientos por Giyuu la misma noche que Nezuko confiesa los suyos le transmitía muchas sensaciones, pero ninguna le llevaba paz y tranquilidad. Era todo lo contrario.

Solo cuando llegaron a la entrada de la escuela es que Tanjiro por fin abrió la boca.

- Creo que debería hablar con Gyutaro-senpai.

- Quien dejó la amenaza no fue él. Fue Daki.

- Sí, ya lo sé, pero creo... que deberíamos hablar con él. Daki no va a mostrarnos misericordia y mucho menos comprensión. Gyutaro-senpai es más razonable.

- Puedes hablar con él, Tanjiro, pero yo necesito hablar con Daki.

- No es buena idea.

- Es la decisión que he tomado.

- No estás en condiciones de tomar estas decisiones. Ayer me lo dejaste claro por el estado en el que te encontrabas. Escúchame - Tanjiro estiró su mano, tomando la de Giyuu - Estoy justo aquí. No pienses solo, no decidas solo. Tu tristeza, tus preocupaciones, tu dolor, entrégamelo todo. Carguemos con todo ello juntos.

- Tanjiro...

- ¡Juntos somos invencibles! - terminó por gritar, llevando su otra mano también a la que ya tenía sujeta de Giyuu - Entre toda la incertidumbre que nos rodea, esa es la única cosa clara que tengo ahora mismo. Todo saldrá bien, te lo prometo.

Tanjiro reforzó su agarre en la mano de Giyuu, no solo por los sentimientos que le transmitía todo esto, sino porque ahora, consciente de todo lo que siente, parece haber surgido en él una necesidad urgente por tocarle y por sentirle. Recordó avergonzado el abrazo de ayer, quiere repetirlo, no solo por esa nueva necesidad surgida en él, sino porque siente que es lo que ahora mismo necesita Giyuu.

Aunque proponérselo ahí mismo era vergonzoso, tomó el valor y la decisión.

- ¡Tomioka-senpai! ¡Abra...!

- ¿Qué hacéis? - Inosuke apareció frente a ambos, dando a Tanjiro el infarto de su vida, sobre todo porque no aparecía solo pues Kanao, Genya y los Tokito también estaban.

- ¡NA-NADA! - Tanjiro soltó la mano de Giyuu, dejando las suyas levantadas como si le acabase de pillar la policía cometiendo un delito - ¡N-no ha pasado nada de nada, lo prometo! - y al segundo, en la cara de Tanjiro se formó una mueca que indicó a los demás que precisamente la verdad no estaba diciendo.

- Mmm... - Kanao le miró algo preocupada - ¿Tienes que ir al baño?

- Anda, ¿es eso? Pues ve, Gonpachiro. Que aguantarse la caca es muy malo.

- ¡Inosuke! - Tanjiro le chilló avergonzado por estar hablando de esas cosas con Giyuu delante - ¡No hables de vulgaridades ahora mismo!

- ¿Desde cuándo la caca es vulgar? Todos aquí la hacemos, ¿o no?

- Ya veo que ni por la mañana tienes tacto - Yuichiro rodó los ojos y miró a Giyuu y Tanjiro - Ha pasado algo, ¿o qué?

El presidente y vicepresidente del club intercambiaron miradas, procediendo Tanjiro a explicar todo lo que pasó ayer, teniendo que mencionar algo avergonzado que Giyuu había pasado la noche en su casa.

- ¿Daki ha secuestrado a tu hermana? - Kanao preguntó a Giyuu algo estupefacta.

- No tengo pruebas sólidas, pero teniendo en cuenta su amenaza... es de suponer que piense que ha sido ella.

- ¿Y has pasado la noche en casa de Tanjiro? - preguntó Muichiro, provocando un pequeño sobresalto en el pelirrojo - ¿Tus padres no han sospechado nada?

- ¿EH? N-no, po-porque no ha pasado nada raro, n-ni descarado, ni malinterpretable, ni... ni nada - la cara de Tanjiro hizo una mueca rara de nuevo.

- Haz el favor de aprender a mentir - le criticó Genya.

- Pero entonces, si se la ha llevado la Takoyaki, ¿dónde la ha dejado?

- No... no lo sé.

- Yo quiero hablar con ella - Giyuu salió de nuevo con las mismas intenciones.

- Senpai...

- Por favor. Déjame hacerlo. Si no obtenemos ninguna respuesta, entonces iremos con Gyutaro.

Tanjiro resopló, todavía estando en desacuerdo con esto, pero intuía que no iba a contar con apoyos a su favor, pues para el resto del club, al ser este un tema que implicaba tanto a Giyuu, debían creer que la decisión la debía tomar él.

Al final tuvo que ceder.

Aunque seguía pensando que no era la decisión correcta.

El único momento del día en el que coincidían con Daki era en los ensayos, pero cuando el ensayo de ese día llegó, ella no parecía dar señales de vida y la verdad es que Tanjiro agradecía que ese fuese el caso. Si Giyuu y Daki no se cruzaban, entonces el mayor cedería en ir a ver a Gyutaro.

Continuó repitiéndose ese pensamiento en su cabeza mientras cosía manualmente un desperfecto de uno de los kimonos sentado en uno de los lados del escenario. La luz de la que disponía se vio interrumpida cuando dos personas se plantaron frente a él, al levantar el rostro se encontró con los rostros idénticos de los Tokito.

- Hola, ¿pasa algo?

- Eso deberías decírnoslo tú, ¿no?

- ¿Mm? ¿Por qué?

- Tomioka durmió en tu casa - le recordó Muichiro, poniéndole nervioso de nuevo.

- S-sí, ¿qué pasa con eso? A-ayer se encontraba mal, así que... mi madre le invitó a casa y bueno, durmió en mi habitación.

- Ya - Yuichiro intercambió miradas con su hermano, asintiendo ambos con la cabeza.

- Duda. ¿Durmió en tu cama?

- ¿Eh? E-e-e-e-e-emm... no - al contestar, Tanjiro agachó completamente el rostro.

- Sabes que mientes muy mal - protestó Yuichiro con ambas manos en sus caderas - Pero en este tema lo haces especialmente mal, más de lo normal. ¿Acaso tienes algo que ocultar?

- Puedes ser sincero con nosotros.

- ¡L-lo estoy siendo!

- Pues míranos a la cara y dinos la verdad.

Tanjiro suspiró derrotado, levantando el rostro sonrojado y listo para enfrentarse a las ansiosas preguntas de los dos alumnos de curso inferior.

- Do-dormimos en la misma cama, pero no es por nada raro que podáis pensar. Repito que Tomioka-senpai no se encontraba bien. L-le metí en la cama para... pues para consolarlo.

- Oh... consolarlo, Mui.

- Sí, consolarlo, Yui.

Los gemelos intercambiaron miradas durante un rato, un rato que Tanjiro sintió como un duro juicio hacia su persona.

- ¿Qué piensas, Mui?

- "Consolar" suele tener una connotación pervertida. Interpreto que en esa cama pasaron actos inadecuados para dos estudiantes.

- ¡No pasó nada de eso! Es decir, estuvimos muy juntos sí, mi cama no es muy grande, pero Tomioka-senpai no hizo nada malo, ¿de acuerdo? Que os quede esto muy claro, Tomioka-senpai es muy bueno en la cama.

- Oh... bueno en la cama, Mui.

- Sí, bueno en la cama, Yui.

Ahora no intercambiaron miradas, Yuichiro directamente puso un rostro de desagrado.

- Oye, tampoco hacía falta que dieses detalles tan desagradables...

- ¡N-no me refería a eso! ¡Senpai y yo no hemos hecho esa clase de cosas! ¡N-no sería capaz de verle a la cara! - tapó su rostro, entrando en un estado de vergüenza total.

Mientras los Tokito atormentaban a Tanjiro, Iguro terminaba uno de los decorados junto a Genya que hace rato sentía que le estaba mirando mal.

- Esto... ¿pasa algo? Oye, si es por todo lo que has escuchado cada vez que Tomioka se acerca a mí, que sepas que son frases sacadas de contexto con una explicación razonable.

- Es difícil pasar todo eso por alto. Tenéis una relación muy estrecha, ¿no?

- Nah, no tanto.

- Genya - Giyuu apareció detrás de él, pero antes de que pudiera decir algo, Genya le tapó la boca.

- ¡PARA! Vas a decir algo que va a hacernos parecer gays, ¿no?

- ¿Qué dices? - Giyuu, que se había destapado la boca, le miró raro - ¿Es que acaso no lo somos?

- ¡Sí, pero...! ¡Pero no entre nosotros!

- Claro que no.

- Uf, pues gracias por decirlo - Genya le dedicó una sonrisa a Iguro para hacerle ver que cualquier pensamiento raro era un malentendido.

- Aunque, ¿cuenta como pensamiento gay entre nosotros pensar que tu miembro masculino es grande?

- ¡A LA MIERDA! ¡SIEMPRE IGUAL! - Genya se llevó a empujones a Giyuu lejos de Iguro - Vale, venga, ahora qué.

- Es que... ayer... lo de Tsutako no fue lo único que pasó que me dejó descolocado. Digamos que en casa de Tanjiro pasaron más cosas.

- Ah... - Genya se quedó con la boca abierta - ¿Tú y Tanjiro...?

- ¿Qué?

- Pues... ya sabes.

- Pues... no sé.

- Joder, hablo de... mierda, ¿cómo puedes no entenderlo? Hablo de besos o... de cualquier cosa pervertida con muslos que pase por tu mente.

- Habría sido mejor que hubiese pasado algo de lo que tú dices - pasó la mano por su flequillo, despeinándoselo en el proceso - Nezuko se me confesó.

Como era propio en su personalidad, Giyuu no se anduvo con rodeos. Lo soltó sin anestesia, a pelo, dejando, como era de esperar, a Genya de nuevo con la boca abierta.

- Oh... ósea que a Nezuko...

- Sí y parece que desde hace mucho.

- Vaya - Genya rascó su mejilla algo incómodo tras escuchar aquello - Y me imagino... que se quedó muy disgustada cuando la rechazaste, ¿no?

En vez de responder con palabras, Giyuu le retiró la mirada, Genya supo con eso que Giyuu estaba en una situación más complicada de lo que parecía al principio.

- ¿No la rechazaste?

- No.

- ¿Qué? ¿Por qué? Es decir... ¿no te gustaba Tanjiro?

- Claro que me gusta.

- ¿Entonces?

- Entonces no me parecía un buen escenario aplastarle el corazón en mitad del pasillo con toda su familia durmiendo a escasos metros.

- ¿Y qué le dijiste exactamente?

- Pues... que no sabía qué sentía por ella.

- Pero eso es mentira.

- Bueno, ¿y qué se supone qué tenía que hacer? Era... la primera confesión de amor que recibía. Aunque en realidad era la segunda.

- ¿La segunda?

- Sí, la primera fue de Tanjiro.

- ¡¿QUÉ?!

- Ah, pero no te exaltes, fue a principio de curso y no era para mí.

- ¡¿Perdona?! ¡¿Cómo te las apañas para recibir confesiones que no van para ti?! Argh, vale, vale, da igual - Genya suspiró, alguno de los dos debía mantener la calma en esta conversación - Oye, créeme, te puedo llegar a entender en este aspecto mucho más de lo que puedes imaginarte. Sé cómo se siente no querer herir a nadie, pero aunque nos parezcamos, somos casos distintos. Tú tienes claro lo que sientes y eso es una ventaja.

- ¿Ventaja para qué?

- Pues para no cometer errores y para no herir a nadie más de lo necesario. Nezuko no te gusta, ¿no? Porque... no te gusta, ¿verdad?

Giyuu le retiró de nuevo la mirada para pensar.

No, no estaba enamorado de Nezuko. Lo estaba de Tanjiro. Era la realidad que más clara podía tener, pero la confesión de Nezuko parecía haber esparcido un poco de niebla por el camino.

En términos románticos y en cualquier otro término también, todo es un caos a su alrededor. Nezuko le quiere a él, él quiere a Tanjiro y Tanjiro quiere a Rengoku. Al final, ninguno de los tres tiene lo que quiere y eso es sumamente ilógico. Tal vez... solo tal vez, si él la correspondiera... se podría crear un escenario beneficioso para todos. Estaría con Nezuko, una persona que le quiere y eventualmente, Tanjiro y Rengoku comenzarían a salir. De todas las posibilidades, parecía la más beneficiosa.

- No la quieres - Genya rompió el silencio creado para que él pudiera reflexionar - Estás intentando dibujar un escenario lógico o algo raro de eso, ¿no? No lo hagas, no te va a servir.

- ¿Por qué?

- Porque no la quieres y nunca la vas a querer. Porque la cara de pez muerto que llevas siempre solo te cambia al lado de una persona - en el rostro de Genya se dibujó una sonrisa comprensiva - Honestamente, tienes muchas facetas que envidio, pero si tuviera que elegir la que más, diría que es lo seguro que estás de tus sentimientos. No renuncies a Tanjiro y tampoco a lo que te hace sentir - levantó su mano, posándola sobre el hombro de Giyuu en señal de apoyo - Ese revoltijo de pensamientos que tienes en la cabeza y esos sentimientos enredados en el pecho son los más propios en un adolescente normal. Así que a ver si te acostumbras, senpai robot, ahora eres humano.

- Genya... - Giyuu le miró sorprendido por todo lo que le había dicho, hundiendo sus hombros después un poco más tranquilo - Gracias.

- De nada. Para eso están los amigos.

- Los íntimos amigos.

- No te pases.

- Pero hemos orinado juntos, Genya, uno al lado del otro.

- ¡Te lo repito, no te pases!

- Ah, por cierto, Genya, ¿me has llamado senpai?

- ¡NO! Habrás escuchado mal.

- No te avergüences, ha sido lindo, pero es más lindo cuando lo dice Tanjiro.

- ¡No me jodas!

- Tomioka, aquí estabas - Koinatsu se acercó hacia el chico - Daki acaba de llegar, la hemos puesto un prototipo del kimono que va a llevar. Necesito que ensayéis juntos el primer encuentro.

Giyuu y Genya intercambiaron miradas serias.

- Espera, necesito hablar antes a solas con Daki.

- Pero eso puedes hacerlo luego. Venga por favor - Koinatsu se enganchó del brazo del chico, arrastrándole a la mitad del escenario donde Daki se encontraba vistiendo un kimono magenta junto a una tela blanca que tapaba su cabeza. No podía verla a los ojos ya que estaba dándole la espalda - ¡Daki, empecemos!

Tanjiro, que había seguido siendo la víctima de las preguntas vergonzosas de los Tokito, vio a lo lejos como Giyuu se plantaba detrás de Daki para el ensayo. La situación simplemente no le gustó, así que se levantó de donde estaba e intentó detener el ensayo, pero antes de que pudiese llegar, los labios de Daki se habían separado y había dado pie al comienzo de la actuación.

- ¿Qué haces aquí? - preguntó con voz severa, mucho más severa de lo que podían haberla escuchado hasta ahora - No recuerdo que nadie haya llamado tu nombre.

Giyuu apretó los puños con fuerza. No quería ensayar, quería exigirle ya que soltase a su hermana, que los problemas que tuviese con el club, eran con el club, no con nadie ajeno a él, pero el momento no era el adecuado. Primero terminaría el ensayo y luego se encargaría de recuperar a su hermana.

- Espera... - murmuró Tanjiro - ¡Senpa...!

Intentó ir directo hacia Giyuu pero Koinatsu y Nezuko le cortaron el paso.

- Ahora no, Tanjiro, están ensayando - Koinatsu intentó convencerle con una mirada tranquila, todo lo contrario a Nezuko que miraba a su hermano de manera seria.

- Tomioka-senpai está actuando. ¿No puedes permanecer ni un segundo lejos de él?

- ¿Qué? Nezuko, ¿pero qué dices? Escúchame, esto está mal. Hay que detener el ensayo.

- Tanjiro - Kanao llegó justo detrás de él con el resto del club, tirando de su brazo para alejarlo un poco de ambas chicas y señalando con la cabeza hacia Giyuu.

Los puños del chico ya no estaban apretados y su rostro había recuperado la serenidad de siempre. Tanjiro rezó internamente para que se detuviera, pero parece que los dioses decidieron ignorar sus súplicas.

- No, pero ante gritos de dolor, todos los hombres deben entenderse convocados. Ahora contesta, ¿qué estás haciendo? No. ¿Qué eres? No creo que una simple cortesana, por muy oiran que sea, haya podido hacer eso a un hombre que le gana en tamaño.

- Como cabría esperar de un antiguo soldado del emperador. Te habrán desechado, pero te han adiestrado bien. Entonces... respecto a tu pregunta. ¿Qué soy?

- ¿Tanjiro? - Kanao miró extrañada al chico a su lado. De repente, el rostro parecía habérsele desencajado - ¿Qué pasa?

- Algo... no está bien. Hay que pararlo.

Pero fue tarde.

Daki se dio la vuelta, dejando caer la túnica blanca que reposaba sobre su cabeza. Nadie fue capaz de apartar la mirada de ella por su deslumbrante actuación, aunque para los miembros del club de investigación de demonios el motivo fue bastante diferente. Teniendo a la chica frente a él, completamente descubierta, Giyuu abrió bien en grande los ojos cuando vio el lazo de color azul oscuro con un montón de puntos brillantes, el lazo que él mismo le regaló a Tsutako, decorando uno de los laterales de su cabeza.

Se quedó completamente bloqueado, con un rostro que haría pensar a cualquiera que había visto un fantasma. Expresión completamente opuesta a Daki que le dedicaba una sonrisa de superioridad.

- Estás en Sakurajima. ¿Esperabas algo que no fuese un demonio?


Hola!! Hasta aquí el capítulo. La verdad es que en mi cabeza era más corto, pero eso me pasa con todos. Este ha sido extra largo y cargado de muchísimos momentos. La buena noticia es que nuestro Tanji se ha dado cuenta de sus sentimientos, la mala es que no tiene pinta de dar ningún paso a pesar de admitirlos y menos ahora que sabe que Nezuko se ha confesado.

Me gustaría señalar también al provocación final de Daki en el último diálogo. Como hace mucho que salió, el primer diálogo de esta actuación está en el cap 38 y es "Estás en Yoshiwara. ¿Esperabas algo que no fuese un demonio?", pero cambia el Yoshiwara por Sakurajima (que es el nombre de la escuela), en una referencia a que la escuela está llena de demonios.

También he abierto un nuevo misterio con lo de Yoriichi y el padre de Tanjiro. Como siempre, sois libres de lanzar teorías conspiratorias.

Muchas gracias por leer, os quiero y nos vemos en el próximo capítulo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top