Capítulo 31: Nuevos sentimientos (1ª Parte)
- ¡Zohakuten! - uno de sus compañeros de clase se acercó al pupitre del chico situado al lado de la última ventana del aula - ¿Te vienes al arcade?
Sí, quiero
- No - respondió de manera seca sin levantar la mirada de los libros que estaba guardando.
- Ah... bueno, otro día será.
Sin esperarse el rechazo, el chico se marchó con el grupo que le esperaba en la puerta, dejando al chico ahí solo. Una vez que estos se marcharon, giró su rostro para mirar la puerta. Sus hombros se sentían más pesados por algún motivo.
Quiero ir...
- No puedo ir...
Terminó de guardar sus libros y se echó la mochila a la espalda. Caminando en soledad por los pasillos, lo único que resonaba en sus oídos eran las risas de los alumnos que se marchaban en grupo a hacer algo fuera o a las actividades de sus clubs. Él en cambio, se dirigía al aula de profesores.
- ¿Se puede? - preguntó tras llamar a la puerta y asomar su rostro. Dentro de aquella aula, Kanamori se dio la vuelta desde su asiento y le saludó con una sonrisa.
- Hantengu-san, adelante. ¿Qué haces todavía en la escuela? Es tarde.
Quiero irme con los demás
- Quería repasar.
Estoy cansado
- Quiero participar en la prueba de nivel, por eso, necesito seguir estudiando.
- Hantengu-san... - Kanamori miró un momento los papeles sobre su mesa - ¿No te parece que pones demasiada presión sobre ti mismo?
- Por favor – sin arrepentirse de su decisión, Zohakuten inclinó su cuerpo en una reverencia.
Viendo lo decidido que estaba el chico, al maestro no le quedó de otra que suspirar y dar su brazo a torcer.
- Bueno, te seguiré ayudando.
- Gracias - rápidamente levantó su rostro y sonrió, tal vez por última vez.
Los alumnos de secundaria de la escuela Sakurajima solían pasar desapercibidos en el terreno académico, no era de extrañar porque era muy difícil comparar estudios de preparatoria con secundaria. Nadie esperaba nada de ellos y por eso no conseguían nada. Zohakuten podría haber continuado su vida normal en secundaria sin preocuparse por nada más que pasárselo bien con sus amigos, pero no podía darse ese lujo. Él aspiraba a más, dentro de ese enorme grupo de conformistas, él era el único que quería más.
Los alumnos que realizan la prueba de nivel despertaban el interés de algunas instituciones académicas que incluso habían llegado a ofrecerles becas. Siendo el hijo de un pobre carpintero que centraba su vida en trabajar con madera, solo veía futuro dándose a conocer al mundo en la prueba de nivel, siendo solo un alumno de secundaria, seguro que despertaba cientos de intereses si lograba aquello. Se veía preparado, después de todo había desperdiciado mucho tiempo estudiando. Tiempo que podría haber usado en ser un chico de secundaria normal, aceptando las invitaciones de sus compañeros a salir por ahí, pero él sabía que era más maduro. Era más adulto que cualquiera y por eso sabía la importancia de labrarse un futuro.
- ¿Eh...? - Zohakuten se quedó confuso ante lo que le dijo Kanamori ese día tras conocer sus últimas notas - ¿Cómo que...? ¿No me recomendará a mí?
- Hantengu-san... yo no he dicho eso. Verás, hay otro chico, es de un curso inferior, pero es bastante inteligente. Me gustaría darle a él también una oportunidad.
¿Qué es eso...? ¿Quién cree que ha estado perdiendo el tiempo estudiando contigo, maldito viejo?
A pesar de la rabia latente, Zohakuten se limitó a apretar los puños y preguntar.
- Entonces... ¿qué va a pasar?
- Os haré a ambos un examen, el que saque mejor nota será a quien dé mi recomendación para la prueba de nivel.
Como era la decisión de Kanamori, Zohakuten no pudo hacer nada más que resignarse, seguir encerrado en él mismo y continuar estudiando para sacar más nota que aquel segundo candidato, del cual el profesor no quiso decirle el nombre para evitarle conflictos. Cuando el día del examen llegó y Zohakuten lo realizó, esperó pacientemente fuera del aula a que el docente terminase de corregir. Este le acabó dando paso al aula de profesores y con un rostro algo afligido le informó de lo que ya sospechaba.
- Lo siento... Hantengu-san.
¡¿Lo siente?! Maldito viejo, ¿qué se cree?
¡Jajajajaja, suspendí, es tan ridículo!
Quiero llorar...
Ahora puedo dejar de estudiar... ¿no?
Cuatro emociones contradictorias comenzaron a dar vueltas por su pecho. Le había dedicado tanto tiempo a esto, que no sabía cómo debería sentirse.
- Pero has trabajo duro, Hantengu-san, sé que la próxima...
- ¡Cállate! - al final su rabia contenida explotó y de un manotazo tiró una pila de papeles de su mesa. Arrepintiéndose un poco de su comportamiento, se agachó junto a Kanamori y comenzaron a recoger lo que había tirado, aunque en ningún momento se disculpó.
- Hantengu-san, escucha, sé que los estudios son importantes para ti, pero creo que te has enfocado demasiado en diferenciarte del resto siendo el mejor. Eres joven y todavía estás en secundaria, ¿por qué no disfrutas un poco más de tu etapa escolar con tus compañeros?
El profesor le estaba dando un sermón, pero el chico no le estaba haciendo ni caso. Sus ojos estaban fijos en una de las hojas que había caído, la hoja del examen que él había realizado pero que llevaba otro nombre.
Tokito Muichiro.
Ese era el nombre del chico que le había arrebatado su lugar. Después de recoger el estropicio que había provocado, se marchó de la sala de profesores sin despedirse siquiera. No sabe bien con qué propósito, pero acabó yendo clase por clase preguntando por aquel tal Muichiro. Después de que una compañera se le describiera comenzó a buscarle por toda la escuela. Antes de meterse por un pasillo distinto, vio como un cabello oscuro con puntas color menta revoloteaba por el otro lado, así que se dio la vuelta y fue en su dirección.
Cuando dio definitivamente con él, este estaba bajando las escaleras. Todavía sin conocer el propósito por el que le estaba siguiendo, comenzó a bajar las escaleras detrás de él.
¿Para qué mierda estudié tanto?
¡Jajajajaja, todo es tan estúpido! Debería reírme de todo lo que ha pasado
Debo verme tan penoso... de verdad que quiero llorar
¿Y si me olvido de todo y me veo un anime nuevo en la tele? ¡Suena divertido!
Sus sentimientos negativos y positivos chocaban entre ellos, pero ninguno se alzaba con la victoria de decidir qué hacer a continuación. En medio de toda esta confusión en su interior, un nuevo sentimiento brotó en él.
Es injusto... él no ha trabajado tanto como yo, es imposible, él... no se lo merece. Mi lugar... devuélvemelo...
- Tokito Muichiro... - murmuró en voz baja y extendió los brazos hacia su delante con el propósito de empujarle por las escaleras.
Su visión se volvió borrosa por un segundo y habría jurado que sus brazos por un momento se vieron esqueléticos y con largas uñas de madera como si fueran los de un viejo. A pesar de esto, no detuvo sus acciones, aunque no llegó a empujarle porque alguien detrás de él agarró sus dos brazos y le hizo detenerse.
- ¿Eh? - pestañeó confuso y giró su rostro para encontrarse con un hombre trajeado, de piel pálida y brillantes ojos rojos - ¿Q-quién...?
- Eso que ibas a hacer era peligroso.
Alterándose por aquello, se libró de un tirón del agarre e intentó ocultar sus brazos como si estos le delataran.
- Y-yo no...
Muzan sonrió dulcemente y esperó a que Muichiro terminara de bajar las escaleras y los dejase solos para comenzar a hablar.
- De todas formas, eso que ibas a hacer no te iba a servir de nada.
- ¿Qué?
- Tirarle por las escaleras no iba a arreglar nada para ti ¿o sí? ¿Serviría para desahogarte? ¿Qué obtendrías después?
- Yo no...
- Lo que te ha pasado no ha sido justo, pero en vez de dejarte llevar por la opción más rápida y que menos resultados te va a dar, lo mejor sería buscar aquella que te permita obtener algo.
- ¿Se puede saber quién eres tú? No me suena haberte visto nunca por aquí.
- Seguro que no, digamos que soy algo así como... un antiguo docente. Yo ya no trabajo aquí, pero como ves, me siguen preocupando los alumnos de la escuela.
- Si no trabaja aquí, debería marcharse antes de que se lo diga a algún profesor.
- No hará falta, Zohakuten.
- ¿Cómo sabes mi nombre?
- Los antiguos docentes sabemos muchas cosas – se encogió de hombros con una sonrisa – No deberías perder el ánimo, porque yo te voy a dar la respuesta a todos tus problemas. ¿Sabes? Romperle una pierna a ese chico tirándole por las escaleras no te dejará participar en la prueba de nivel, pero si por ejemplo, si ese chico dejase de existir, entonces tu profesor no tendría que elegir entre los dos.
- ¿Pero qué dices? Él ya ha elegido, eso no se puede cambiar.
- Claro que sí, la realidad puede cambiar. Solo es cuestión de quererlo - llevó su dedo índice contra el pecho del chico e hizo presión ahí - No lo has notado, pero algo dentro de ti ha cambiado. Ahora eres capaz de cosas que se le escaparían de las manos a una persona normal, puedes cambiar la realidad, puedes borrar a ese chico del mapa. Será como si nunca hubiese existido. Con él fuera, tú serás el ganador. ¿No suena bien?
- Eso... - dudando de lo que le decía aquel desconocido, Zohakuten apartó la mirada - ¿Cómo sería eso posible?
- Absórbele.
- ¿Eh?
- Te lo he dicho, ¿no? Ahora has cambiado, puedes absorberle y borrar su existencia.
- ¿Cómo iba a poder hacer...?
- Lo demonios pueden. Con lo que tú... no... - sonrió de lado, mostrando sus colmillos – Vosotros podéis.
Los cinco cuerpos allí presentes miraron alrededor buscando a las personas por las que Muzan hablaba en plural, pero ninguno parecía ver al otro. Sin darse cuenta, los sentimientos de Zohakuten habían salido de su cuerpo y ahora eran de carne y hueso.
- Lo que dices... es raro.
- Pero es cierto. Si quieres, reflexiónalo.
Zohakuten no le pudo aguantar mucho tiempo la mirada y se marchó escaleras abajo. El resto de sus versiones, ignorantes de la existencia del resto, se marcharon por la escuela como si fuesen alumnos normales. Solo uno de los Hantengu no se marchó, uno que se había quedado pegado a la barandilla de las escaleras, abrazándose a sí mismo y temblando como una hoja. Con calma, Muzan comenzó a bajar las escaleras, pasando a su lado sin inmutarse. Era el Hantengu más diferente debido a su apariencia de anciano, pero Muzan sabía que a pesar de la apariencia frágil que tenía, ese rencor personificado era el sentimiento más poderoso del que se estaba alimentando el demonio de las emociones. Con su trabajo allí hecho, se marchó de la escuela dejando a Zohakuten con sus sentimientos fragmentados.
Y sus deberes llegaban hasta allí, se supone que sus funciones eran esas, preparar recipientes para los demonios, pero el peligroso avance, no... sería más correcto llamarlo regreso. El peligroso regreso de un club que hace unos años ya le dio problemas complicó más todo. Rui, Enmu y Nakime, tres recipientes exorcizados y tres demonios encerrados. Eso no eran buenas noticias para él y ver como Gyutaro, otro recipiente, colaboraba con aquel club en la mansión Ubuyashiki no mejoraba sus expectativas futuras.
En ese escenario, no quedaba otra solución que tomar medidas más drásticas.
Una noche, a pocos días de que el festival cultural diese inicio, Muzan llegó a la casa de Zohakuten y como si fuese el ladrón más experto, se coló por la ventana en la habitación de este. Miró al chico dormir tranquilo, no había ni rastro del resto de sus versiones, parece que estas volvían a su cuerpo cuando estaba durmiendo y al amanecer se marchaban como si tuviesen vida de verdad. Esto pasaba con todas... excepto con una.
Hincando una de sus rodillas frente a la cama, levantó la parte de la sábana que tapaba el hueco entre esta y el suelo y se agachó para ver como un Urami del tamaño de un ratón estaba ahí escondido, temblando como siempre.
- Tú no desapareces en la noche... ¿eh? Sal, tengo una propuesta que podría interesarte.
Pensándoselo un poco por el miedo que tenía del hombre de ojos rojos, Urami acabó saliendo de debajo de la cama, recuperando su tamaño normal cuando su cuerpo entero estuvo fuera.
- ¿Q-qué pasa...?
- Vengo a premiarte.
- ¿Pre-premiarme...? ¿A mí?
- Sí - Muzan asintió con una sonrisa tranquilizadora y continuó hablando con una voz suave - Eres la emoción más importante, después de todo, eres el origen de todo esto. El rencor... la envidia... teniendo un papel tan vital, lo justo es que te dé un trato especial, ¿no?
- U... uhmm...
- Contrario al resto, parece que tú si has notado la existencia de los demás. ¿Me equivoco? - al recibir una negativa con la cabeza, Muzan le dedicó una suave sonrisa – Lo sabía. Aunque es una pena, porque eres consciente de que este no es tu cuerpo de verdad, de que tú no eres de verdad. Eso es una pena... ah, ya sé cuál será tu premio, oye, ¿qué te parecería si yo consigo convertirte en alguien de verdad? Puedo darte un alma, más sentimientos a parte del rencor... ya sabes, esas cosas que nos vuelven humanos.
- ¿Có... cómo...?
- Jajaja, con que te interesa. Pues verás, sé que Zohakuten se decidirá por reescribir la realidad. Debes colaborar con eso, eres el sentimiento que le impulsará a ello.
- ¿Y-yo...? ¿Y... y si hago eso? ¿Se-seré alguien de verdad?
- Sí, pero espero que comprendas que darte una existencia es algo muy importante. Me atreveré a exigirte una cosa más.
- ¿E-el qué?
- En la escuela Sakurajima, hay un club que se dedica a investigar demonios. El líder del club es un mocoso pelirrojo con una cicatriz en la frente y unos pendientes hanafuda.
- ¿Y q-qué quieres que yo...?
- Mátale - le interrumpió de manera seria, deshaciéndose de toda la dulzura que mostraba su rostro antes.
- ¿Eh...? ¿Ma-matarle...?
- Si le matas, seguirás viviendo. Serás tú mismo, un ser vivo de verdad. No una emoción reprimida de un mocoso adolescente.
- Pe-pero eso es... no puedo hacerlo, soy solo un pobre anciano – la propuesta le aterrorizó y se cubrió el rostro con sus manos.
- No lo eres, eres un sentimiento fuerte, quizá el que más. Si alguien puede hacerlo, sé que eres tú.
- Pero...
- Zohakuten.... no, Urami – Muzan extendió su mano hacia él. El anciano despegó sus manos de su rostro y se quedó mirando el rostro serio de Muzan iluminado por la luz de la luna, con aquellos brillantes ojos rojos reluciendo como si fuese sangre fresca recién salida de una herida – Te sorprenderá descubrir lo poderoso que el rencor puede ser. Vamos... ¿qué me dices?
Urami intercambió miradas entre la mano que le ofrecía y su mirada rojiza. Al final, temblando como siempre, estiró su esquelético brazo y estrechó su mano.
La sonrisa de Muzan se ensanchó tanto que sus largos colmillos salieron a la luz.
Giyuu llegó a la zona que Urami le indicó, pero no había ni rastro de Gyutaro. Podría seguir más adelante, pero eso sería alejarse demasiado de los otros dos. El recuerdo de la extraña figura enorme plantada en la puerta de la cabaña le hizo fruncir el ceño y se dio la vuelta rápidamente para asegurarse de que Tanjiro estaba bien. Había algo que no le estaba convenciendo del todo en aquella situación.
Cuando llegó, lo hizo justo a tiempo para ver como las garras de Hantengu se abalanzaban contra el chico. La situación fue tan repentina que Giyuu no pudo actuar inmediatamente, solo pudo abrir bien en grande los ojos al ver como la sangre salía salpicada. Por un momento podría haber jurado que su corazón dejó de latir ante la idea de que aquel anciano hubiese matado a Tanjiro, pero fijándose mejor, se percató de la presencia de una persona más allí.
Alguien se había puesto frente al pelirrojo y había recibido el ataque en su lugar.
Estupefacto en el suelo, Tanjiro observaba sin pestañear la espalda de quien se atrevió a recibir el ataque por él. Incapaz de mantenerse de pie, este cayó al suelo, justo enfrente del pelirrojo.
- Vaya... - respirando casi sin aliento, Kagaya puso una mano sobre los cortes sangrantes en su pecho y sonrió - Llegué a tiempo, menos mal.
- ¡Director! - Tanjiro dejó sus dos manos sobre la espalda del adulto para que este no se cayese - ¿Cómo...?
- Bajé el río - le contestó todavía sonriendo – Me alegro de que estés bien.
- ¿Por qué...? - bajó la mirada a los cortes en su pecho.
- El deber de los adultos es proteger a los niños - le contestó tras palmear aquella cabellera pelirroja – Pero tal vez pequé de ingenuo. Marchaos. Mientras me despedaza a mí, vosotros podéis marcharos.
- ¡¿Qué?!
- ¡Oyakata-sama! - Giyuu pasó al lado de Hantengu y se agachó a la altura del director para ayudarle a ponerse de pie, haciéndole pasar su brazo por detrás de sus hombros para apoyarse en él.
- Oh, hola, Giyuu, ¿qué tal?
- ¿De verdad me está preguntado en estas circunstancias cómo estoy?
- Jajajaja. Que bien que los dos estáis bien, estábamos preocupados.
- ¡Pero ahora los que estamos preocupados somos nosotros, señor director!
- ¿Po-por qué...? ¿Por qué está el director de la escuela aquí? - Urami comenzó a temblar, pero no era de miedo, más bien de frustración. Muzan no le dijo nada de esto, no le comentó que habría tantos problemas y obstáculos en el camino. Rui, Genya y ahora el director, a cada minuto que seguía en la montaña, aparecía un nuevo obstáculo. Pedirle matar a Tanjiro le sonaba tan fácil al principio, pero las cosas comenzaron a descontrolarse y no sabía gestionarlas bien – Era tan fácil... ¡Maldición, era tan fácil! ¡MUÉRETE! - señaló rabioso a Tanjiro dejándole perplejo por la petición - ¡SOLO TE TIENES QUE MORIR, ASÍ YO VIVIRÉ! ¡ERES UNA PERSONA AMABLE, ASÍ QUE TE TIENES QUE SACRIFICAR POR LOS DEMÁS! ¡ESO ES LO QUE HACEN LAS BUENAS PERSONAS!
Tanjiro abrió la boca sin saber bien qué decir, pero Giyuu interrumpió cualquier cosa que pretendiese decir bastante enfadado.
- ¡CÁLLATE! - el grito del azabache provocó un sobresalto tanto a Tanjiro como a Urami, mientras que Ubuyashiki le miraba tranquilo - ¿Qué mierda vas a saber tú de las buenas personas? Tú, que viniste al club pidiendo ayuda y nos mentiste a todos. Ser amable no implica tener que poner la vida de los demás por delante de la de uno mismo y menos si se trata de la tuya.
- ¿Qué...? - los dientes de Urami comenzaron a crujir al apretarlos con fuerza - ¡¿QUÉ HAS DICHO?!
- Sí, sí, Gi-chan, ¿acaso no tienes miedo de que el demonio te corte el cuello?
- Me da igu... - Giyuu dejó de hablar y pestañeó un par de veces pensando en qué momento aquella persona había aparecido frente a ellos. Había sido tan rápido que no se habían dado cuenta.
- ¡¿Douma-senpai?!
- Siiiii~, holi, ¿qué tal están todos? - les saludó con la mano. Como si Hantengu no estuviese, el rubio estaba plantado frente a él, dándole la espalda y mirando de frente a los otros tres – Bueno, ya veo que el señor director no está bien, jajajajaja, bueno, a mí en realidad eso no me importa así que...
- ¿Por qué...? ¡¿Por qué ahora tú también?! - chilló Urami pero Douma lo ignoró completamente.
- Ay, que preocupado estaba cuando vi que Uro-chan te tiró el río, Tanjiro-chan. Eres muy especial para mí, ¿sabes? Si te pasase algo, lloraría y me empacharía a comer chocolate y eso es malo porque no puedo dejar que me salga ningún grano en mi hermosa y tersa piel.
- ¿Qué estabas preocupado? - Tanjiro frunció el ceño. A él no le parecía muy preocupado cuando comenzó a tirarle de los pelos tras herir a Gyutaro.
- Siii~ - asintió contento – Si no me entendiste bien, es porque no soy bueno expresando mis sentimientos, igualito que Gi-chan, ¿no somos ambos muy lindos?
La expresión desconfiada de Giyuu y Tanjiro y la inexpresiva de Kagaya le provocó una risa. Urami a su espalda continuaba enfadándose por ser ignorado.
- Vamos, vamos, no me miréis con esos ojitos que hacéis daño a mi corazoncito~ – tras una última sonrisa, adoptó un rostro más serio - Hablo en serio, Tanjiro, te aprecio y te necesito. Si tuve que ponerme así, fue porque no me ibas a decir tan fácilmente qué Hantengu era el real. Tú mismo lo notaste, ¿no? No tenía malas intenciones, por eso ataqué a Taro-chan, sus heridas se curarían, intenté intimidarte de la manera más segura posible.
- ¡OYE! - cansado de la charla que ignoraba su presencia, Urami gritó. Douma se giró un segundo para verle, pero después centró de nuevo su atención en los otros tres - ¡HEY!
- No voy a pedir perdón, porque hice lo que hice persiguiendo un objetivo. Los objetivos traen consecuencias para los demás, positivas o negativas. Vosotros hacéis lo mismo ¿no? ¿O vais pidiendo perdón por cada cosa que hacéis?
- ¡OYEEEEEE! ¡DEJA DE IGNORARME! ¿Quién te crees...? ¡¿Quién te crees para pasar así de mí?!
Urami levantó de nuevo su brazo con la intención de asestar un nuevo ataque, esta vez hacia Douma que seguía dándole la espalda inmerso en sus propios asuntos. Antes de que Tanjiro pudiese avisar al rubio, Hantengu ya había lanzado su arañazo, pero Douma no expresó dolor ni nada parecido, ni siquiera se vio ni una sola gota de sangre salir de él. Aunque el rubio no reaccionó, otra persona sí y lo hizo con un grito de dolor. Se trataba del propio Urami que había retrocedido un par de pasos para mirar como las uñas de la mano con la que había intentado atacar estaban destrozadas por el hielo en ellas.
- ¡¿Cómo?!
- Ooowww - prestándole atención por fin, Douma se dio la vuelta – Es un poco grosero interrumpir a otros cuando están hablando, pero nah, ya qué más da. Me pregunto... - se cruzó de brazos y ladeó el rostro mientras pensaba - ¿Serás tú el cuerpo principal? A ver, a ver...
Intentó estirar su brazo para tocarle, pero Urami reaccionó rápido y de un manotazo lo apartó.
- Uy, cuidado, que me haces daño.
- ¡VETE A LA MIERDA! Acabaré contigo también.
- ¿Sí? Bueno~, jajajajaja.
Hizo retroceder la mano cuyas uñas estaban congeladas y avanzó con la otra hacia delante, más concretamente hacia el pecho de Douma con la intención de atravesarlo, pero cuando hizo esto, las cosas no pasaron como tenía pensado y es que literalmente lo atravesó, pero su brazo no salió al otro lado.
- ¡¿Qué?! - como si de arenas movedizas se tratase, la mitad de su brazo había desaparecido dentro del cuerpo del rubio. Al intentar echarse hacia atrás, no podía, era como si estuviese atrapado - Tú... ¡¿qué estás haciendo?!
- Te absorbo~
Comprendiendo lo que quería hacer, Ubuyashiki intentó moverse, aunque su condición no se lo permitió.
- Douma, para, no hagas eso.
- Jajajaja, hace mucho que no soy uno de tus dulces e ingenuos niñitos, Kyo-chan y los demás hacen mejor ese papel. No pararé porque tú me lo digas, en cambio... - bajó la mirada hacia el brazo atrapado en su pecho. Su rostro de diversión se había borrado en un pestañeo - Pararé porque este maldito viejo no es el cuerpo principal. Buah, que pérdida de tiempo - empujó el cuerpo de Hantengu con un solo brazo y consiguió desatascar su brazo, tirando al anciano al suelo – Oye, abuelito, sé un buen jubilado y llévame al cuerpo principal.
- ¡IIIIIIIII! - el enorme cuerpo que había obtenido decreció poco a poco por el miedo que le estaba provocando Douma, volviendo a ser el cuerpo demacrado del Urami del principio - ¡¿Pa-para qué quieres saber eso?!
- ¡Jajajajaja! - pisó el suelo con fuerza, creando una placa de hielo justo debajo. Después de meter ambas manos debajo de su jersey, sacó dos abanicos dorados que abrió - Bueno, siempre podemos hacerlo por las malas~.
- ¡IAAAAAAAAAAAA! ¡NO, NO, PIEDAD, SOY UN POBRE ANCIANO! ¡¿DE VERDAD VAS A GOLPEAR A UN POBRE...?!
Se calló de golpe al mismo tiempo que su cuerpo se estremeció. El rubio frente a él había cortado uno de sus cuernos con uno de sus abanicos dorados. Al ver como la mitad de su cuerno caía al suelo, el pánico terminó de apoderarse completamente de su cuerpo.
- ¡AAAAAAAAAAAAAH! ¡ERES UN MONSTRUO!
- Jajajajaja, tal vez~. Venga, ahora el otro y después tu cuello. ¡Allá voy~!
Douma se precipitó de nuevo hacia él, esta vez usando su otro abanico. Viendo sus intenciones, Hantengu recurrió a una nueva artimaña. De la misma manera que agrandó su cuerpo, pudo hacer lo contrario y lo encogió, volviéndose del tamaño de un ratón de campo.
- Oh, eso es nuevo ¿no? - Douma usó su abanico y provocó una corriente de aire gélido que congeló el suelo frente a él, pero no consiguió dar a Urami. El anciano en modo encogido era más rápido que en su tamaño normal y ya había salido corriendo a toda velocidad, usando las zonas de hierbas altas para esconderse – Ay, pero que fastidio. Si me haces correr detrás de ti sudaré y no me veré nada hermoso.
Douma infló los mofletes en un puchero e intentó perseguir al anciano, pero desde un lado distinto al de la huida del demonio le llegó un nuevo ataque. Sin necesidad de girar el rostro para mirarlo, Douma puso uno de sus abanicos frente a su cabeza, atrapando entre los huecos de este la punta de la hoz con la que el agresor pensaba herirle.
- Me alegra verte bien, Taro-chan.
- Tch – viendo que su ataque sorpresa había fallado, Gyutaro tiró de la hoz y la sacó del abanico de Douma. Intentó volver a atacarle y Douma se preparó para contrarrestarlo, pero ambos tuvieron que frenar sus golpes cuando Tanjiro se interpuso entre ambos - ¡Quita de en medio, frentón! ¡Voy a decapitar a este imbécil!
Levantó su hoz para hacerle saber que iba en serio, pero eso parece que no consiguió intimidarle. Al contrario, se lanzó hacia él. Ante esto, Gyutaro bajó sus hoces y se quedó estático mientras sin saber bien por qué, Tanjiro le estaba abrazando.
- ¿Eh...?
- Me alegro de que estés bien – Tanjiro hundió su rostro más en su pecho – En serio... estaba preocupado.
- Ah... - el rostro del alumno de tercero tardó unos escasos tres segundos en volverse completamente rojo - ¡¿AAAAAAH?! ¡QUI-QUITA! - se libró de un empujón del abrazo - ¡¿Q-qué haces?! ¡Q-que asco, no me gustan los abrazos!
- ¿Eeeeeeeeeeh? - Douma torció su boca en un gesto de molestia – Oye, oye, a mí no me has abrazado cuando me has visto. ¿Qué es esta diferencia de trato, Tanjiro-chan? ¡Yo también quiero que me rodees con tus pequeños y lindos bracitos!
Douma guardó sus abanicos e intentó abrazar al pelirrojo pero una mano aplastó su rostro y le impidió avanzar hacia el chico.
- ¡Rengoku-senpai!
- Tanjiro – Rengoku empujó con más fuerza el rostro de Douma, consiguiendo echarle hacia atrás - Me alegra que estés bien – le sonrió aliviado al verle a salvo, aunque este gesto en su rostro duró poco cuando se fijó en Ubuyashiki que todavía se encontraba usando el cuerpo de Giyuu como apoyo – Oyakata-sama, ¿qué ha pasado?
- Estoy bien, Kyojuro – el director le sonrió para no preocuparle. Rengoku se puso en el lado libre del hombre y ayudó a Giyuu a bajarle hacia el suelo para dejarle sentado con la espalda apoyada en el tronco de un árbol - Un pequeño corte.
- No es pequeño, Oyakata-sama – el presidente del consejo estudiantil se giró para mirar con el ceño fruncido a Douma - ¿Has sido tú?
- Anda, ¿y eso de acusar sin pruebas? Que malo y eso que eres el super genial presidente del consejo.
- A mí de prueba me basta que intentases matarme antes – Gyutaro intentó avanzar hacia él, pero Tanjiro no le dejó.
- Él no ha sido, ha sido Hantengu Urami. Intentó atacarme, pero el director me protegió. Si está así... es en realidad por mi culpa.
- ¿El viejo? ¿Ese saco de huesos te ha atacado? - Gyutaro arqueó una de sus cejas.
- Nos ha mentido, no es el cuerpo principal – le resumió Giyuu.
- ¿Ah? Menudo hijo de puta. Le cortaré los huevos cuando le vea de nuevo.
- Ha salido huyendo, tenemos que...
- Sí, sí, perseguirle – Gyutaro puso una mano en el hombro de Tanjiro y le echó hacia un lado – Pero antes, cabaré una tumba primero.
- ¿La mía tal vez? - en lugar de estar asustado por la amenaza, Douma se veía divertido.
- Que listo. Ahora reza al dios en el que creas porque te voy a mandar con él en un segundo.
- Jajajaja, como si los dioses existiesen.
- Eh, ya basta – viendo el comienzo de una pelea innecesaria, Tanjiro se metió de nuevo entre ambos para mantenerlos alejados – Tenemos cosas más importantes que hacer ahora mismo.
- ¿Tenemos? Que lindo es Tanjiro-chan cuando habla en plural, como si esto tuviese que ver conmigo.
- Tú también vas a ayudarnos.
- ¡¿Qué?! ¡¿Se te ha ido la cabeza o qué?! ¡Ha intentado matarme!
- No, sus intenciones no eran esas.
- Me tienes que estar gastando una puta broma.
- Gyutaro – Giyuu se puso de pie y le miró a los ojos – Douma tampoco es de mi agrado.
- Es algo cruel que habléis de mí como si no estuviera.
- Pero dadas las circunstancias – Giyuu siguió hablando, ignorando que hubiese ofendido al otro – No podemos hacer esto solos. En un enfrentamiento de frente, tú solo no serás suficiente.
- Tch, claro que puedo yo solo. Me da igual si son cinco o cien, puedo acabar con ellos yo solo.
- Seguro que sí, jajajaja.
Ver como Douma se reía de él calentó de la peor de las maneras la sangre de Gyutaro e intentó dirigirse hacia él de nuevo, pero Tanjiro no le dejó.
- Gyutaro-senpai, por favor. Le necesitamos, consiguió cortar uno de los cuernos de Hantengu-san como si nada.
- Argh... ¿y tú te crees que va a ayudar porque sí?
- Exactamente – Douma guiñó un ojo manteniendo una coqueta sonrisa – Queremos cosas distintas, nuestros intereses no convergen así que me temo que ser algo como "aliados" está lejos de pasar. De hecho, somos enemigos, ¿no? Vosotros queréis exorcizar al demonio y yo busco devorarlo, cosa que no puedo hacer si lo exorcizáis. Así que... - intentó marcharse, pero Tanjiro no le dejó cuando volvió a hablar.
- Antes has dicho que soy especial para ti, ¿era una mentira? - viendo como consiguió detenerle y dibujarle una expresión seria en el rostro, Tanjiro ganó la confianza para seguir hablando – No sé exactamente para qué me necesitas, pero sé que me quieres vivo, por eso me salvaste cuando me caí por las escaleras con Rui a principio de curso. Hantengu-san quería matarme y aun así, yo iré a buscarle, iré a buscar a alguien que quiere acabar conmigo. Si de verdad te importo, ¿no vas a hacer nada?
- Vaya, vaya... - Douma sonrió, mostrando sus colmillos a la luz – Eso es jugar sucio y la verdad... es que me gusta mucho - retrocedió los pasos que había caminado y se plantó delante de Tanjiro, agachándose un poco para estar más cerca de su rostro – Me gusta mucho cuando haces cosas sucias como estas, Tan-ji-ro-chan~. La próxima vez, enséñame más cosas sucias que sepas hacer, pero que estemos los dos solos, será más divertido.
Tanjiro no contestó a sus provocaciones ni a sus frases con doble sentido, en su lugar, se centró en lo que él quería.
- ¿Eso es un "voy a ayudaros"?
- Es un "dame un beso y lo hago".
- No.
- Bueeeeeno. Al menos lo he intentado y no hace falta rechazarme tan rápido. Jolín, que malo - dejó sus mofletes inflados en un puchero que duró poco. Después, su rostro se volvió más serio – Bueno, vale, si me lo pones así, no me queda de otra que ayudar.
- Genial.
- Peroooooo... yo sigo teniendo mis propios objetivos. Si puedo absorber al Hantengu original en el proceso, entonces lo haré, me importará poco si lo que vosotros queréis es exorcizarlo. Si eso os molesta, podéis llorarme luego.
- ¿De verdad quieres colaborar con este idiota? - le preguntó Gyutaro al pelirrojo señalando con desprecio al rubio.
- No hay muchas alternativas – tras tomar su decisión, se dirigió al árbol donde Ubuyashiki estaba apoyado, con Rengoku a su lado – Rengoku-san, ¿puedes llevártelo de aquí, por favor?
- ¡Sí!
El rubio ayudó al director a ponerse de pie haciéndole pasar uno de sus brazos por detrás de sus hombros. Antes de que se pudieran marchar, Tanjiro dio un par de pasos para alcanzarle.
- ¡Di-director Ubuyashiki!
- ¿Sí? - giró un poco su rostro una vez que Rengoku dejó de andar.
- Gracias por salvarme.
- Era lo que tenía que hacer – el hombre le dedicó una de sus pacíficas sonrisas - Confío en vosotros, Tanjiro.
- Sí.
Tanjiro asintió decidido y se marchó en dirección contraria a la que se marchaban Rengoku y Ubuyashiki. Avanzando a paso lento debido a su herida, la reciente sonrisa de Tanjiro se clavaba con fuerza en su pecho haciéndole sentir culpable. ¿Acaso se merecía la gratitud del chico? Él, que había dejado el libro de eudaemonios frente a la puerta del club. Él, que sacó la araña de plástico del club y la colocó en la mochila de Rui. Sabía los riesgos de que el demonio volviese a Rui y aun así lo hizo.
Corrupción.
Solo de pensar en la palabra, un nudo se le formaba en el estómago.
Pero tenía fe, fe en aquel chico pelirrojo de pendientes hanafuda.
Fe en aquel chico que era el vivo reflejo de Tsukiguni Yoriichi.
- ¿Crees que he hecho bien?
Tanjiro había roto el silencio en el que aquel grupo de cuatro caminaba, con Gyutaro y Douma a la cabeza y el chico de ojos azules y él detrás. Giyuu miró por un momento el perfil del pelirrojo y después hacia la espalda de Douma.
- Yo también he visto como rebanaba uno de los cuernos de Hantengu. Si es capaz de hacer eso, entonces es bueno que colabore. Has hecho bien.
- Mmm...
- Pero - interrumpió su apoyo, lo que provocó que el pelirrojo le mirase – Lo que debes tener en cuenta es que él no es como Hakuji o Gyutaro. Puede dar su brazo a torcer, pero acabará mirando por su propio bien. Él ya te lo ha dicho, si tiene la oportunidad, absorberá al original.
- Eso me recuerda... que no sabemos cuál es el original.
- Lo acabaremos descubriendo. Al menos podemos descartar a Urami.
- Sí... - bajó su mirada al suelo unos segundos, después volvió a mirar a Giyuu. Notando su mirada, pero no escuchando sus palabras, Giyuu giró su rostro también para mirarle.
- ¿Pasa algo?
- No, solo que... me siento un poco más seguro de la situación si la comento contigo.
- ¿Sí?
- Sí... - los ojos de Tanjiro subieron más, hasta chocar con los azules de Giyuu. Ante este choque, las mejillas del pelirrojo se encendieron sutilmente y bajó la mirada rápidamente.
- Oyeeeee – Douma giró su rostro hacia atrás con un puchero - ¿Por qué estáis coqueteando ahí atrás? Yo también quiero que Tanjiro-chan se sonroje por mí.
- ¿Coque...?
- ¡N-no hacíamos eso! - se apresuró en negarlo el pelirrojo.
Aunque quiso dar la apariencia de que de lo que hablasen le daba igual, Gyutaro no pudo evitar chasquear le lengua. Había acabado poniendo la oreja a la conversación de atrás porque de momento no había nada por el camino, pero cuando sintió una presencia, ya tuvo que ponerse más alerta. Como él se había detenido, el resto también. Preparó sus hoces mientras que Douma, sintiendo lo mismo que él, desplegó sus abanicos.
- Me pregunto~, que Hantengu será.
Tanjiro tragó duro ante eso. Si fuese Urami de nuevo... tenía demasiado reciente la imagen del anciano en su forma más terrorífica intentando borrarle del mapa. Al principio dejó que Gyutaro y Douma los cubriesen, pero cuando divisó la forma de aquella familiar cresta, sintió como si un peso se le quitase de encima y pasó entre los dos alumnos mayores para ir hacia quien creía que era su amigo.
- ¡Genya!
- ¡Tanjiro, espera! - Giyuu fue detrás del chico, le agarró de la muñeca y tiró de él hacia atrás para hacerle volver. No midió la fuerza así que el resultado fue que sin querer le hizo darse la vuelta y acabar chocando contra su pecho. Al sentir esto, las mejillas del pelirrojo se colorearon de nuevo y se echó hacia atrás por los nervios. Habría caído contra el suelo tal vez si alguien detrás de él no le hubiese detenido.
- ¿Qué haces?
- Ah, lo siento – Tanjiro se separó del chico que le había agarrado de los hombros por detrás para que no se cayese y al tenerle por fin de frente, se le quedó analizando – Ge... ¿Genya?
El de la cresta bufó. Era normal que preguntase para asegurarse de que era él. Después de todo, él no le había visto con esa apariencia, luciendo ahora más como una mezcla de Rui-Genya que de él mismo.
- Claro que soy yo, ¿quién más va a ser?
- Pero... - su rostro se torció en un gesto de preocupación. Genya asumió que no le creía, era normal, seguro que le daba miedo.
- Oye, ya sé que estoy distinto, pero yo soy...
- ¡PERO QUE GENIAL ESTÁS! - le alabó con estrellitas en los ojos - ¡Pareces un auténtico demonio!
- Oye...
- ¡Uñas largas, colmillos y una apariencia intimidante! - comentó mirándole desde cada ángulo posible - ¡Estás muy guapo, Genya!
Genya se quedó tieso como una estatua mientras recibía los cumplidos, los cuales para él no lo eran. En cuanto a los tres chicos mayores dejados atrás, estos observaban en línea y con unos rostros vacíos de sentimientos como Tanjiro revoloteaba sobre otro hombre.
- Jope, Tanjiro-chan no ha dicho nada de lo guapo que soy yo.
- Ese frentón debe tener los ojos podridos si piensa que un demonio es atractivo.
- Genya es un traidor...
Farfullaron Douma, Gyutaro y Giyuu, respectivamente.
- ¡¿Quieres dejar de zumbar en mi oreja como una maldita abeja?! ¡Por si no lo has notado, tenemos problemas!
- ¿Problemas? - el pelirrojo miró detrás de su amigo, por ahí venían dos mujeres, una de ellas Kanroji que apresuró el paso para lanzársele encima y abrazarle. Mientras recibía este gesto tan cariñoso propio de ella, se quedó mirando a Tamayo que llegaba cargando a Rui en la espalda - ¿Qué...? ¿Qué ha pasado?
Al escuchar su tono de preocupación, Mitsuri no tardó en deshacer el abrazo y dejar que Tanjiro se acercase hacia el cuerpo de Rui el cual estaba cubierto de cicatrices negras.
- ¿Por qué...? - tocó su rostro, pero apartó rápidamente la mano al notarlo frío. No sabía por qué cosa preguntar primero, si su estado actual o el hecho de que volviese a ser un recipiente.
- No creo que debas preocuparte ahora mismo del por qué de esas cosas – le aconsejó Tamayo con una expresión serena – Simplemente hay que exorcizar al cuerpo principal. Las cosas se calmarán, los sentimientos de Rui también y estaréis a tiempo de exorcizarle.
Tanjiro asintió con la cabeza aceptando de buena gana las palabras de le enfermera. Contrario a él, Giyuu había fruncido el ceño mientras la miraba mal. No era noticia nueva que el secretismo que mantenía le hacía enfadar, pero sabía que este no era momento para interrogarla. Aprovechando que se habían conseguido reunir, ambos grupos se pusieron al tanto de lo que les había pasado.
Genya les contó la transformación de Zohakuten, sus intenciones de absorber a Muichiro, cómo Aizetsu le mató y como tras transformarse Rui tuvieron más de un enfrentamiento con los Hantengu. Lógicamente, se saltó la parte del beso. En cuando a Tanjiro, él les contó como Urogi les atacó, cómo se separaron en el río, el reencuentro con Urami y su intento de asesinato a Tanjiro chantajeado por el "hombre de ojos rojos" y cómo Ubuyashiki le protegió usando su cuerpo. Lógicamente, se saltó la parte en la que estuvo abrazándose a Giyuu desnudo y frente a la chimenea.
Genya y Tanjiro saben que hay cosas que es mejor que no sean contadas.
Tamayo agachó durante un momento la mirada, tal vez acechada por la culpa de haber discutido antes con Kagaya, acusándole de no preocuparse por los alumnos para que al final acabase haciendo eso. A pesar de esto, como la adulta del grupo y la más experimentada en todo el tema de los demonios, decidió mantenerse firme.
- He estado hablando con Genya... - comenzó a decir la enfermera, aunque Tanjiro la miró raro.
- Ah, sí, perdona. Genya habla raro con las chicas. No le has debido entender nada...
- Umm... se le entendió bien, no te preocupes por eso. El caso es que por lo que me ha contado, Zohakuten tuvo un comportamiento extraño con Muichiro, denotando rencor y mencionando algo de absorberle. Es solo mi opinión, pero creo que él es el cuerpo principal.
- ¿Zohakuten? - Tanjiro conectó miradas con Giyuu, este asintió con la cabeza.
- Podría ser.
- Ya veo... - el pelirrojo juntó ambas manos, agachó la mirada y comenzó a asimilar toda la información que habían obtenido – Y según lo que dijo Genya... quiere absorberle para borrar su existencia. Absor... absorber - levantó el rostro y miró disgustado hacia Douma, él ya había mencionado aquel concepto antes - ¿Por qué tú...?
- No creo que sea momento para eso – Douma se encogió de hombros con una sonrisa.
- Sí - Tamayo se metió en medio de su conversación - Hay asuntos más urgentes desde luego - pensándoselo un poco, Tamayo acabó tomando una decisión, así que se giró en dirección a Mitsuri que llevaba tanto su propia mochila como la de la enfermera debido a que esta la había tenido que dejar para cargar a Rui – Kanroji, abre mi mochila y busca una brújula.
- ¿Una brújula?
- Sí.
Ante la seriedad de la adulta, Mitsuri no cuestionó más y la busco. Sabiendo de qué se trataba, Tanjiro y Giyuu se la quedaron mirando fijamente.
- ¿Esta? - Mitsuri sacó una brújula de color rojo. Tanjiro la reconoció enseguida como aquella brújula especial debido a su parecido con la brújula que él perdió en la mansión Ubuyashiki.
- Sí, dásela a Tanjiro.
- ¿Segura? - Tanjiro la recibió de manos de Mitsuri - Pensé que esto...
- Haz el favor de no malinterpretarme. Cuando acabe todo, me la devolverás, es un recuerdo y... un tesoro, así que más te vale cuidar de ella.
- Sí.
- Pues vosotros tendréis que buscarlos, en cuanto a mí, me llevaré a Rui a un lugar seguro. Cuando todo acabe, podremos ayudarle.
- ¿No vas a intentar convencernos para que nos detengamos? - le cuestionó Giyuu ante lo que la enfermera detuvo sus pasos sin darse la vuelta para mirarles.
- Tal vez en otra situación, pero llegados a este punto, no queda de otra y de todas formas, no me haríais caso, así que...
Viendo que Tamayo se marchaba con Rui, Genya se adelantó apresurado hacia ella.
- ¡Espera!
- No hace falta que te preocupes por él. Estará bien conmigo, pero la parte final depende de vosotros.
Tras dejarle esas últimas palabras, Tamayo se alejó del grupo con Rui a sus espaldas. Intranquilo por la situación del chico, Genya intentó seguirla, pero Giyuu atrapó su brazo para impedírselo.
- Te necesitamos aquí, Genya.
- Ya lo sé, pero...
- Genya – Tanjiro se acercó también a él - Muichiro nos necesita.
Entre la espada y la pared, Genya no pudo hacer otra cosa que apretar los puños con fuerza y resignarse mientras veía la espalda de Rui desaparecer entre los árboles.
- Tanjiro - pronunció Genya con firmeza.
- ¿Sí?
- Busquemos a Muichiro.
- Sí - asintió con delicadeza el pelirrojo tomando la mano del chico de la cresta en un gesto de apoyo.
- Si le ha puesto una sola mano encima... - el chico gruñó, dejando entrever sus colmillos – Le mandaré al infierno.
Muichiro avanzaba a duras penas por la montaña, apretándose la herida en el hombro que le había hecho Zohakuten cuando se escapó de ellos después de que Karaku les separase de Genya y Rui. No sabía dónde estaban esos dos últimos y tampoco sabía dónde estaba su hermano, pero sabía que en realidad no debería haber problema. El objetivo de los Hantengu era él, con lo que Genya y los demás podrían huir a salvo de la montaña.
Contrario a su personalidad, emitió una risa seca tras este último pensamiento. Conoce a Genya y lo conoce demasiado bien. No iba a huir como un perro asustado si un demonio le tenía a él como objetivo, de hecho, haría todo lo contrario. Removería cielo y tierra buscándole.
- No vengas... - murmuró con la cabeza agachada, pero con una sonrisa en el rostro y los ojos aguados – No vengas... Genya.
- Y no va a venir.
Muichiro alzó la mirada hacia el árbol sobre su cabeza, allí Zohakuten se mantenía de pie sobre una de las gruesas ramas de esta. Y no se trataba solo de él, como si fuesen buitres esperando para devorar a su presa moribunda, el resto de Hantengus se encontraban repartidos por el resto de árboles.
- Aizetsu lo mató, así que nadie va a venir a por ti.
El demonio de ojos azules se le quedó mirando confuso por su mentira pues el chico había revivido. Parece que las intenciones de Zohakuten no eran las de informar sino las de hacerlo sufrir. A pesar de las crueles palabras del chico, Muichiro no pareció verse afectado, en su lugar, dejó escapar un pequeño suspiro de sus labios.
- Eso es mentira.
- ¿Y cómo estás tan seguro?
- Porque Genya es un cabeza hueca, los cabezas huecas no mueren tan fácilmente.
Zohakuten alzó una de sus cejas y se le quedó mirando raro.
- Tú de verdad...
- Además - le interrumpió alejando lentamente su mano de la herida en su hombro – Me peleé con Genya y tengo que disculparme. Él nunca se dejaría matar si piensa que estoy enfadado con él.
- Eso no tiene importancia, ¿no lo ves? - de un salto, Zohakuten bajó para quedar frente a él - Te absorberé y borraré tu existencia. Genya ni siquiera se acordará de haberte conocido.
- Está bien, porque sé que no va a pasar.
- ¿Ah?
- Genya va a venir.
- En serio... - las venas en la frente de Zohakuten se hincharon. Detrás de él se situaron el resto de Hantengus que habían bajado de los árboles - Cómo alguien como tú... cómo alguien como tú... ¡¿POR QUÉ ME ECLIPSA ALGUIEN COMO TÚ?! - alzó su puño y golpeó uno de sus tambores, el cuerpo de Karaku se estremeció por esto - ¡Karaku!
El demonio mencionado pestañeó lentamente y conectó miradas con Muichiro para después bajarla a su abanico de hojas. Al principio se dejaba ordenar por Zohakuten, pero ahora, cuando el objetivo del cuerpo principal estaba tan cerca, era como si el resto de sus emociones estuviesen recuperando un poco de consciencia.
- Mmm... esto... no es tan divertido como antes.
- ¿Qué dices?
- No sé, es que... - su sonrisa desapareció lentamente, pasando de mirar su abanico a mirar a su yo original – Tienes... tengo una cara tan rara ahora mismo. Tan seria y tan fea.
- ¿Tienes...? ¡Es mi cara, no la tuya!
- ¿No somos lo mismo?
- ¡Claro que no! Tch - levantó su puño para golpear un tambor distinto - ¡Aizetsu! ¡Muévete!
- ¿Por qué le has intentado mentir...? - se lamentó el demonio de ojos azules – Eso es algo tan triste...
- ¿Qué mierda os pasa...? - miró a Urogi pero este apartó la mirada, luego a Sekido pero este no hizo nada tampoco - ¿Por qué ahora...? ¿Por qué os pasa esto precisamente ahora?
- Son tus sentimientos - comenzó a explicarle con calma Muichiro – Si bien estaban exaltados al principio, al tener tan cerca aquello que querías hacer, empiezan a ser más conscientes de lo que significa. Tal vez implique... que tú en realidad no quieres hacer nada de esto.
- ¿Qué...?
Por primera vez en mucho tiempo, sintió sus latidos y su ánimo tranquilizarse. El sentimiento conocido como "enfado" parecía haber disminuido un poco, porque en realidad, aunque hubiese llegado hasta aquí, aunque quisiese deshacerse de Muichiro, ¿era de verdad capaz de hacerlo?
Viendo que tal vez podía conseguir hacer razonar a Zohakuten, Muichiro estiró la mano hacia uno de los hombros del chico, pero no llegó a tocarlo porque alguien detrás de él le tiró hacia el suelo. Dio unas cuantas vueltas y cuando intentó reincorporarse, unas enormes manos con uñas afiladas de madera se enrollaron en su cuello, levantándole en el aire.
Sus ojos se cerraron un momento, pero al volver a abrirlos, se encontró de frente con el rostro del anciano que pensaron que estaban ayudando al principio de todo, solo que en una versión más monstruosa, además, uno de sus cuernos estaba cortado, con una pequeña capa de hielo sobre él.
- No dudéis... ¡¡NO DUDÉIS!! - ordenó con una potente voz el más anciano pero el más enorme – Si ahora nos echamos para atrás... ¡¿PARA QUÉ HABRÁ SIDO TODO?! Está aquí, ¡está aquí! - zarandeó al chico que tenía sujeto del cuello – Nuestro nuevo mundo... ¡¡LA REALIDAD, NUESTRA VIDA, TODO PUEDE CAMBIAR!! Recuperemos lo que nos ha sido robado.
- Tú... - Zohakuten se quedó viendo con los ojos abiertos la enorme figura de Urami - ¿Quién...?
- ¿Por qué te lo piensas tanto? - con desprecio, Urami giró el rostro para mirarle sin bajar a Muichiro – Es por esa actitud que nunca consigues nada. Siempre has sido un fracasado y siempre lo serás. Si te dan la oportunidad de cambiar eso y no lo haces, te arrepentirás el resto de tu vida.
Zohakuten se mantuvo serio ante las palabras que aquella bestia le soltó mientras que el resto de Hantengus se mantenían quietos esperando una reacción por su parte. En un momento dado, Muichiro dejó de resistirse ante el agarre del anciano, cayendo inconsciente ante la falta de aire. Al ver esto, Urami le soltó de golpe, haciendo que el chico cayera de manera dura contra el suelo.
- Ahora. Borra su existencia y empecemos de nuevo.
El chico comenzó a caminar, al principio con duda en sus pasos, pero estos se acabaron volviendo firmes hasta llegar a Muichiro y recogerle entre sus brazos.
- ¿Y ahora? - le cuestionó Urogi, sin ninguna de esas características sonrisas en su rostro.
Nadie contestó, ni siquiera Zohakuten que se mantenía estático como si fuese una estatua de piedra. Urami gruñó por la rabia de ver como a las puertas de su objetivo, el chico perdía la iniciativa, aun así, decidió no saltar, todavía no.
- Pega su cuerpo al tuyo, podrás absorberle si haces eso.
Mirando una última vez el cuerpo inconsciente del chico entre sus brazos, Zohakuten se acabó resignando y cerrando los ojos con fuerza, apretó su cuerpo contra el suyo, comenzando a desaparecer el hombro del más joven al entrar dentro de su pecho, como si se tratasen de arenas movedizas.
Todos los Hantengu menos Urami miraron sorprendidos aquello, pero enseguida se alertaron cuando Zohakuten dejó de absorberle y cayó de rodillas al suelo.
- ¡Duele, me siento mal! - se quejó jadeando un poco. Urami se le quedó mirando confuso, ¿de verdad dolía? Douma intentó absorberle a él y no mostró signo ni de la más leve cosquilla.
- Hazlo de nuevo – le ordenó el anciano.
- Tch, ¡¿acaso eres sordo?! ¡Te he dicho que duele!
- Y yo te he dicho que lo hagas de... - cerró su boca de golpe y encogió su cuerpo. De no haberlo hecho así, el árbol que lanzaron en su dirección le habría aplastado completamente.
Viendo tal acción, Sekido, Karaku, Urogi y Aizetsu se juntaron para proteger a Zohakuten de los restos del árbol que se rompieron y salieron volando por el golpe. Cuando el chico estuvo a salvo, los demonios se separaron un poco, dejándole ver de dónde había venido aquel árbol arrancado del suelo.
A unos metros de distancia, Genya jadeaba con el cuerpo algo inclinado, como si acabase de haber lanzado una bola de beisbol, solo que en su caso había sido un árbol arrancado de raíz. Cuando sus miradas se cruzaron, Zohakuten frunció el ceño y se puso de pie sin soltar a Muichiro.
- I-increíble... - detrás del chico, Tanjiro le miraba impresionado, apretando la brújula contra su pecho – Tu faceta demoniaca... ¡Es increíble, Genya! ¡Te queda muy bien!
- ¡No me halaga eso! - le chilló al pelirrojo.
Ahora que el polvo que el lanzamiento del árbol había levantado se disipó un poco, Zohakuten pudo ver que allí había más que solo Genya y Tanjiro. Giyuu, Douma, Gyutaro y Mitsuri estaban allí también. La ventaja de números parecía estar volviéndosele en su contra.
- ¡N-no pienses tonterías! - le recriminó el anciano que ahora era del tamaño de un ratón - Pueden ser cien más que tú, pero no podrán hacerte frente.
Zohakuten asintió lentamente, creyendo y analizando esas palabras. Era cierto. Da igual si venía toda la escuela detrás de él. Serían cientos de alumnos sin capacidades contra él que ahora era alguien sobrenatural. De ahí, solo Genya, Douma y Gyutaro podrían hacerle frente, con lo que ellos seguían poseyendo la ventaja numérica.
Al final, la balanza seguía inclinada a su favor.
- Que patético... - murmuró Zohakuten recuperando la confianza que por momentos pensó que se tambaleaba - ¿La araña no era un buen aliado, fracasado de las matemáticas?
- ¡CÁLLATE! - rugió con sus colmillos al aire - ¡ANTES DE HABLAR DE RUI, LÁVATE TODA LA MIERDA DE TU BOCA! - extendió uno de sus brazos hacia él - Devuélveme a Muichiro.
Zohakuten bajó su mirada hacia el chico, al principio aflojó su agarre, pero al segundo lo apretó, presionando sus uñas contra su cuerpo.
- Ven a por él.
Genya intentó lanzarse hacia él pero sabiendo que era peligroso lanzarse sin más, Tanjiro intentó detenerle, aunque no hizo falta porque un temblor de la tierra lo hizo en su lugar. De debajo de los pies de Zohakuten, seis gruesas y grandes ramas comenzaron a emerger y a alzarse. Al principio no tenían forma concreta, pero al verlas más alzadas, con Zohakuten, Muichiro y Urami encima de una de ellas, pudieron reconocer que eran seis cabezas de dragón.
- Guau - soltó Douma mirando hacia arriba – Se ve complicado lo de allí arriba.
- Quédate abajo si quieres – le respondió Genya sin apartar la mirada de Zohakuten que le miraba con desprecio desde las alturas – Yo voy a por Muichiro.
- Genya, espera.
- Tch, ¿y ahora qué? - molesto, se giró para mirar a Giyuu que era quien le había llamado.
- No hagas esto solo.
- ¿Ah?
- Entiendo que estés agobiado, yo también sé cómo se siente que tu mente se nuble por la preocupación de ver a alguien que quieres en problemas – al decir aquello, no pudo evitar pensar en sus momentos de debilidad en la mansión Ubuyashiki, cuando pensó que Tanjiro estaba muerto – Pero también sé que solo no vas a lograr hacer nada.
- ¿Y eso...? - sonrió de lado sin entender - ¿Me vas a venir a hablar tú de compañerismo?
- Bueno, es evidente, somos... somos amigos, ¿no?
Genya se sorprendió al escucharle decir eso mientras que Tanjiro y Mitsuri, situados detrás del de cabello azabache compartieron una sonrisa cómplice.
- ¿Me equivoqué? Bueno, es lógico, hace mucho que no tengo ami...
- No – Genya se relajó, destensando sus músculos y esbozando una sonrisa auténtica - Sí que somos amigos, Tomioka.
- Sí, entonces hagamos esto juntos y respetemos el no sonrojar al "respectivo" del otro. Yo nunca le he hecho eso a Muichiro...
- No sé de qué mierda hablas, pero lo ignoraré.
- No importa - giró su cuerpo para mirar a Douma - ¿Colaborarás?
- Ja... no mucho, el enanín es el cuerpo principal, ¿verdad? Entonces apartaré al resto del camino para llegar a él y hacerle desaparecer. Si eso os acaba beneficiando, entonces será pura casualidad.
- Para mí es suficiente – Giyuu cerró un momento los ojos, cuando los volvió a abrir fue para mirar a Zohakuten asentado en la cima de la cabeza del dragón más alto – Esto es lo que vamos a hacer.
- Vienen... - desde ahí arriba, Zohakuten observaba como el grupo de abajo se reunía, seguramente pensando como recuperar a Muichiro y hacerle caer a él - ¿Qué hago...? - bajó su mirada hacia Muichiro, era incapaz de absorberle, era un proceso muy doloroso para su cuerpo – Al final no puedo...
Urami, posicionado a su lado, recuperó su tamaño normal, aunque no le comentó nada, en su lugar pareció ponerse a pensar algo mientras observaba sus puños apretados contra la madera del dragón.
Tras terminar de contarles el plan, Genya y Gyutaro se dieron la vuelta para encarar la enorme montaña que habían conformado las diversas cabezas de madera del dragón.
- Bueno, al final es otro demonio al que hacer morder el polvo – Gyutaro sonrió ampliamente, mostrando sus dientes de tiburón - Nada nuevo para mí. Tú haz el favor de no ser un estorbo, feo - comentó mirando hacia Genya que solamente pudo asentir levemente con la cabeza. Mirando ahora hacia el rubio, la sonrisa de Gyutaro desapareció - Y tú ten cuidado, si te pones en mi camino, te decapitaré.
- Que miedo~ jajajaja. Buena suerte y no muráis de una manera estúpida y patética. Ver las lagrimitas de Tanjiro-chan de verdad que me daría penita.
Gyutaro y Douma echaron a correr hacia delante al mismo tiempo, Gyutaro le miraba con rabia mientras que Douma mostraba una sonrisa burlona. Genya, que se había quedado atrás, echó a correr en su misma dirección, sin apartar la mirada del cuerpo de Zohakuten en la cima.
- ¿Estarán bien? - preguntó Mitsuri preocupada, con el puño cerrado y presionado contra su pecho.
- Genya y Gyutaro no darán problemas, en cuanto a Douma, no puedo responder por él - se giró para mirar a Tanjiro, este tenía su mirada en Urogi. La preocupación y el arrepentimiento en ella se leían como un libro abierto – Urogi no es el cuerpo principal, por eso, debe desaparecer.
- Vaya – Tanjiro sonrió con tristeza – Eres dolorosamente sincero y directo, senpai.
- Perdona, es un rasgo social en el que todavía debo trabajar. Sé que debe ser doloroso - estiró su mano para tomar la del líder del club. Al sentir su tacto, conectó miradas con el chico – Pero voy a quedarme a tu lado. Si vas a lamentarte luego, puedes hacerlo sobre mi hombro.
Incapaz de apartar la mirada, las mejillas de Tanjiro se acabaron ruborizando y sus labios comenzaron a temblar por la emoción que le provocaban sus palabras. Maldición, ¿era normal que el corazón le latiera tan rápido en esta situación? Viéndolos desde un lado, Mitsuri se tapó la boca para que su respiración no hiciera ruido y no les molestara. Su rostro estaba en las mismas condiciones que el de Tanjiro.
- Kyaaaa - chilló en voz baja con la mano todavía sobre su boca – No pensé que fuese posible, pero están coqueteando en una situación así.
- ¡N-no coqueteamos! - protestó Tanjiro al haber escuchado perfectamente a su senpai de cabellos rosados.
Giyuu arqueó una ceja, confuso por lo que había dicho Mitsuri, pero no se dio el lujo de poder quedarse ahí perdiendo el tiempo, tomó de nuevo la mano del pelirrojo debido a que este la había soltado y tiró de él, con un gesto con la cabeza le indicó a Mitsuri que les siguiera.
- Lo siento, Kanroji, de nuevo te metemos en esta clase de asuntos.
- Está bien, ¡me esforzaré!
Manteniéndose siempre positiva, Mitsuri le dedicó al de cabellos azabaches una de sus populares y brillantes sonrisas.
- ¡Vienen! - avisó Sekido ante el avance de Gyutaro y Douma.
Aunque avanzaron en línea recta, no tardaron en desviarse en sentidos distintos, yendo Douma hacia Sekido y Karaku y Gyutaro hacia Aizetsu y Urogi. Aprovechando el hueco que quedaba, Genya avanzó recto y se lanzó a escalar los dragones de madera.
- Quieren distraernos mientras él avanza - analizó el demonio de ojos rojos con el ceño fruncido.
- ¡Jajajaja! Da igual, de todas formas, aquí vamos a acabar rápido - Karaku alzó su abanico de hojas y lo meció hacia abajo, provocando una potente corriente de aire cuyo recorrido impactaría directamente con Douma.
- Ayyyy, que brisilla – el rubio extendió su abanico y golpeó con él la corriente de aire de Karaku desviándola hacia otro lado y destrozando varios árboles como resultado – Debo tener cuidado de no resfriarme.
- ¿Eh...? - el de ojos verdes se quedó pasmado por la facilidad con la que lo había neutralizado e intentó atacar de nuevo meciendo su abanico una vez más pero no provocó ninguna corriente de aire.
- ¡Karaku! ¿Qué haces? - le regañó Sekido.
- Q-que raro... - dejó de agitar el abanico y lo acercó hacia sus ojos. Las hojas estaban congeladas y por mucho que lo agitase, no provocaba ninguna corriente - ¿Cómo...?
- ¿No viste el pronóstico del tiempo?
- ¿Eh? - Karaku tuvo que retroceder unos cuantos pasos hacia atrás. Douma había aparecido de repente frente a él.
- Avecinaba aires fríos~ - le guiñó un ojo y acto seguido estiró su pierna para darle una patada en el estómago que le empujó varios metros hacia atrás.
Sekido se quedó con los ojos abiertos viendo la facilidad con la que el rubio se había deshecho del otro, pero su rabia habitual no tardó en devolverle los sentidos y en permitirle alzar su bastón para hacerlo chocar contra el suelo provocando que varias chispas saltaran.
- Ese era de viento y este es... eléctrico - murmuró Douma antes de recibir de lleno el golpe de electricidad.
Su cuerpo comenzó a convulsionarse, haciendo que sus dos abanicos cayeran al suelo y que más tarde, lo hiciera él también, con los ojos en blanco como si se hubiese quedado inconsciente. Confiando en que había conseguido acabar con él, Sekido detuvo sus rayos y sonrió de lado. Se acercó hacia su cuerpo, satisfecho por verle ahí tirado.
- Al final no eres para tanto – se burló Sekido mostrando sus colmillos.
- Vaya... me has robado las palabras de la boca – los ojos de Douma se cerraron y al volver a abrirlos, recuperó sus diferentes colores – Se nota que el cuerpo principal es el de un crío. No pierde oportunidad de chulearse, jajajaja.
- ¡¿Por qué?! - retrocedió rápidamente un par de pasos por precaución - ¡¿Cómo lo has hecho?!
- Pues no sé - se levantó del suelo, agarrando con una mano sus dos abanicos y usando la otra para sacudirse el polvo de la ropa – El poder del amor o alguna cosa así, ¿no es lo que se dice en estos casos?
- Tú... - apretó sus dientes con fuerza - ¡¿TE ESTÁS BURLANDO DE MÍ?! ¡MALDITO MONSTRUO! - alzó su bastón y con él atravesó el estómago de Douma, para su sorpresa, el bastón no cruzó al otro lado, se quedó sumergido en su estómago - ¡¿QUÉ?!
- Oww, eso no debe ser bueno para el proceso digestivo. A ver, a ver... - alzó la mirada hacia Genya que continuaba escalando los cuerpos unidos de los dragones – A este paso se me va a adelantar, eso no está bien. Bueno, pues haré las cosas rápidas, pero sudaré poco, me veré muy poco atractivo bañado en sudor. Iugh que asco.
- ¡DEJA DE BURLARTE! - apartó el bastón de su estómago, sacándolo completamente - ¡¿CREES QUE SOY UN CHISTE?!
- Sí, pues la verdad es que sí - soltó completamente sincero mientras sobaba su estómago.
- ¡¿EH?!
- Eres un mocoso caprichoso haciendo una pataleta. Sinceramente, no voy a malgastar más tiempo aquí.
- ¡¿VAS A HUIR?! ¡COBARDE!
- ¿Huir? Jajajaja, para nada – tranquilamente, Douma pasó por su lado – Si ya he ganado.
Sekido intentó darse la vuelta para perseguirle, pero no lo hizo, el ruido de su bastón agrietándose y rompiéndose se lo impidió. Los diversos trozos en los que se rompió cayeron al suelo, al agacharse a por ellos, notó como sus manos tenían un principio de congelación, estando sus uñas rotas por esto.
- ¿Cuándo...?
- ¿Cuándo? Pero si lo has hecho tú, cuando se te ocurrió la maravillosa idea de intentar atravesarme con eso. Todo a mi alrededor se congela, los objetos, las personas... - su mirada se perdió hacia delante con un toque de nostalgia – El tiempo. No sé porqué te dejaste manipular por un demonio, pero deberías saber que la única miseria por la que deberías arrastrarte es la muerte. El resto de las cosas... pues no creo que merezcan la pena llorar por ellas.
El de ojos rojos tocó su rostro, también se estaba congelando al igual que el resto de su cuerpo. Moverse ahora era una tarea muy complicada.
- ¿Qué eres?
- ¿Yo? - el rubio se dio la vuelta y le dedicó una pacífica sonrisa – Soy Douma.
No intercambiaron más palabras, con su arma destruida y su cuerpo medio congelado, Sekido dejó de ser una amenaza para él así que se dio el lujo de ignorarlo y dirigirse hacia la atracción principal de todo aquello.
Por el lado de Gyutaro, este continuaba luchando con Aizetsu y Urogi al mismo tiempo. Era en estos momentos que agradecía tener dos hoces, aunque de poco le servía con Urogi que podía esquivarle volando. La lanza de Aizetsu chocó con una de sus hoces y el impacto provocó que ambos retrocedieran. Gyutaro le miró con rabia, en cambio, Aizetsu le miraba a punto de llorar.
- Es tan triste... como te usa la gente de ese club... es tan triste.
Sus armas chocaron de nuevo, pero esta vez Gyutaro clavó bien fuerte los pies en el suelo para no retroceder. Sentía la presencia de Urogi detrás, así que se agachó para esquivar un ataque de las garras de pájaro de este. Urogi batió con fuerza sus alas y se dio la vuelta para volver hacia ellos una vez que su ataque falló.
- ¡¿Por qué les ayudas?! ¿Tanjiro también te ha engañado a ti? ¡Es un mentiroso, abre los ojos!
- ¿Qué abra yo los ojos...? ¡Abre tú el cerebro, pájaro de mierda! - el demonio de ojos azules intentó embestirle con su lanza, pero Gyutaro lo esquivó echándose a un lado. Este tipo de ataques continuaron durante un rato mientras él se mantenía esquivando de la misma manera – Ese maldito feo es un frentón, un iluso, un bobo y el emperador de los estúpidos, pero no es un mentiroso.
Se maldijo a sí mismo por estar pensando de esta manera tan extraña y nueva en Tanjiro, pero aun así no se distrajo, esperó a que Aizetsu volviera a atacar para esta vez no esquivarle sino atrapar su lanza con sus dos hoces. Al intentar apartar esta, Gyutaro no le dejó.
- Si a ti te conviene pensar que él es así, entonces es tu puto problema.
Urogi frunció el ceño, pero no expresó su rabia, en su lugar, Aizetsu cargó de nuevo contra él, pero no intentando liberar su lanza, sino lanzando el mismo tipo de carga que usó para matar a Genya. Intuyendo que eso no era nada bueno, Gyutaro esperó hasta el último momento para empujar la trayectoria de la lanza y que al final el ataque acabase perdiéndose por el cielo, aunque con la monstruosa figura de dragones allí presentes, el ataque acabó yendo contra ellos.
- ¡Ah! - Aizetsu abrió bien grande la boca al ver eso. Sus ojos azules se aguaron con lágrimas - E-eso es tan cruel... ¡U-usar mi propio ataque contra mí!
- Yo no he puesto esos feos y enormes dragones ahí, imbécil.
Aprovechando que Aizetsu bajó la guardia por esa repentina tristeza, Gyutaro apretó con fuerza su hoz y se preparó para atravesar con ella el cráneo del chico, pero como si fuera un molesto dolor de cabeza apareciendo en el momento menos oportuno, la molesta sonrisa de Tanjiro apareció por su mente junto a los pensamientos sobre él que le confesó tener.
"Que lleves tanto tiempo con un demonio, no te convierte en una mala persona"
- Tch. ¿Tú qué sabes...? No me conoces - murmuró en voz baja recordando las "molestas" palabras de Tanjiro.
Aunque sus palabras aparentemente no le importasen, aun así, le dio la vuelta a su hoz, agarrando la parte afilada con sus manos y usando el mango para golpear a Aizetsu en la cabeza. Usó la suficiente fuerza para dejarlo K.O así que lo único que quedaba ahora mismo en su camino era Urogi que por el color amarillo acumulándose en la piel de su garganta, intuyó que le iba a lanzar un ataque sónico.
La boca del chico que sobrevolaba sobre él se abrió, pero las ondas de choque no le golpearon gracias a que las esquivó a tiempo. No perdió el tiempo e intentó buscar a Gyutaro con la mirada, pero no le encontraba por ningún sitio.
- ¡Tanjiro me mintió! ¡No le importo, porque no soy real no le importo! ¡Él sabía la verdad y no me dijo nada! Tú tampoco le importas... eres un demonio, ¿no? ¡No le importas! - batió las alas con fuerza, provocando un potente ruido - ¡NO LE IMPORTAS LO MÁS MÍNIMO!
- Ja - Gyutaro emitió una risa corta y seca, intentando utilizar ese único sonido para encontrarle, Urogi miró por todos lados a su alrededor - ¿Y por qué mierda me importaría eso? Él a mí tampoco me... argh, mierda, que pájaro más molesto eres, no me hagas pensar cosas raras.
El sonido de unas ramas removiéndose provocó que Urogi girase la cabeza rápidamente hacia esa zona, pero al ver a unos pájaros salir volando de ahí comprendió que se había equivocado. Cuando intentó reaccionar ya era muy tarde, del árbol situado detrás de él salió Gyutaro y al no poder alzar el vuelo, recibió de lleno una puñalada en sus alas con una de sus hoces.
Ambos cayeron al suelo, solo que Urogi aterrizó patosamente sobre su cuerpo y Gyutaro lo hizo de pie, doblando sus rodillas para mitigar el impacto. Sacudió la hoz con la que le había golpeado y se dirigió hacia el chico mitad ave herido en el suelo.
- Cuando los pájaros ya no pueden volar, lo suyo es que se mueran.
Urogi intentó batir las alas de nuevo, pero le fue imposible al tener una de ellas destrozada. Acabó cayendo de nuevo al suelo, viéndose terriblemente patético a ojos de Gyutaro que sonrió con burla y pateó su cuerpo, mandándole así un par de pasos hacia atrás.
- Ridículo, ya no eres tan creído, ¿eh? ¡Ja! - como ya no era un problema, se dio la vuelta y se marchó hacia la torre de dragones, pero no llegó muy lejos cuando se paró por propia voluntad y se giró a mirarle una última vez – No me vuelvas a hablar de mierdas que no me importan, si tienes un problema con Tanjiro, cómete tus mierdas de pensamientos que no le importan a nadie y soluciónalo tú mismo, feo.
Urogi clavó sus garras contra el suelo lamentándose en su propia inutilidad y ahogándose en un nuevo sentimiento. Un sentimiento de malestar que minaba sus ánimos y hacía que le picasen los ojos los cuales comenzaba a sentir húmedos.
- Tanjiro... - murmuró para después dejar su ala sana caer al suelo.
Gyutaro echó a correr hacia los enormes dragones alzados a modo de torre, desde su posición podía ver como Genya escalando ya iba a mitad de camino y frunció el ceño cuando vio a aquel rubio molesto subir en varios saltos hasta alcanzar al otro.
Habiendo llegado a la mitad del camino, Genya se dio el lujo de parar un momento de escalar y mirar hacia arriba. No veía ni a Zohakuten ni a Muichiro, pero ambos no podían estar en otro lado que no fuese encima de los dragones. Intentó acercarse de nuevo al cuello de los dragones y continuar escalando usando sus garras, pero al intentar hacerlo no pudo por la pequeña capa de hielo que había cubierto esa zona.
- ¡Waaaao! - Douma, que había aparecido a su lado en un pestañeo, miró sorprendido hacia arriba - Todavía queda mucho, ¿no? Jajajaja.
- ¿Qué mierda haces? Estoy ocupado.
- ¡Ah! ¡Pero que grosero! Pero si he venido a ayudar, jo, malooooo~.
- No vienes a ayudar.
- Que poca fe – el chico levantó su propia mano y la acercó a su boca. Sus labios se separaron y los colmillos se clavaron por encima de su muñeca. Pequeñas líneas de sangre comenzaron a caer por ahí y la mirada de Genya se acabó yendo hacia ellas.
- ¿Qué haces?
- Te lo he dicho, ayudarte - extendió su mano sangrando hacia él - Bebe.
- ¿Eh?
- Así te has vuelto así, ¿no? Bebiste de la sangre de Rui-chan cuando su demonio regresó con él.
- ¿Y?
- Pues que Rui-chan tiene un demonio de bajísima categoría, yo en cambio, estoy muy por encima. Si te bebes mi sangre y obtienes mis habilidades, entonces puedes recuperar a tu cariñito mucho más rápido. ¿No soy super amable haciendo este sacrificio?
- Dijiste que no nos ayudarías - se mantuvo mirándolo escéptico - ¿A qué viene esto ahora?
- Cambié de opinión - se encogió de hombros despreocupado - Además, me gusta esa faceta tuya.
- ¿Qué faceta?
- La de darlo todo por una persona que quieres - volvió a ofrecerle su sangre extendiendo su mano - ¿Me dejas ayudarte?
Echó otro vistazo a la cima. Ahí arriba le esperaban Zohakuten y Urami. Si quería poner fin de una vez por todas a todo esto y recuperar a Muichiro, ¿no sería la manera más rápida conseguir, aunque fuese un poco, de las habilidades de Douma? Ya había visto lo fuerte que era el chico, si tuviese solo un poco de esa fuerza...
Su vista bajó ahora a la sangre que goteaba de la mano de Douma. Era así de fácil, un poco, solo beber un poco de su sangre y ya estaría. Acabaría con Zohakuten en medio segundo y en un parpadeo tendría a Muichiro de vuelta a su lado. Sonaba tan fácil, tan sencillo, tan rápido.
Agarró con fuerza la muñeca de Douma y acercó su mano a su boca con la intención de chupar su sangre, pero al chocar miradas con él, al verse reflejado en aquellos ojos arco iris que reflejaban la luz como si fuese un espejo, se vio a sí mismo, no, vio la apariencia que tenía ahora mismo, esas puntas blancas y esa esclerótica roja, y por un segundo, juró que su imagen se difuminó y vio a Rui.
A Rui sonriéndole, a Rui esperándole cuando acabase todo aquello.
Si estaba aquí era por Rui, había llegado por él y no necesitaba nada más que la fuerza que él le había dado, porque si se deshacía de ella ahora, ¿para qué habría sido todo?
Soltó el brazo de Douma, acción que no le hizo mucha gracia al otro.
- ¿Qué pasa? ¿No quieres recuperar a Mui-chan?
- Lo voy a hacer, pero no así. Tengo la fuerza de Rui de mi lado, no quiero nada más.
- Mm... vale.
Douma se quedó estático mientras Genya volvía a escalar para llegar a la cima. Aparentemente, el rechazo no le importó, sin embargo, después de un rato, sacó sus dos abanicos y los abrió, dirigiéndose hacia el chico de cabeza rapada.
- Jo, vosotros sí que ponéis las cosas difíciles, ¿eh?
A punto de atacar a Genya, Douma tuvo que retraer sus movimientos y darse la vuelta para bloquear con sus abanicos la punta de una hoz que como un rayo se había lanzado hacia él. Moviendo un poco su abanico para dejar libre su campo de visión, sonrió de lado cuando cruzó miradas con Gyutaro.
- Otra vez estamos en lo mismo, ¿eh, Taro-chan? ¿Será esto un déjà vu?
- Bueno, tú ya dijiste que no estábamos en el mismo bando. Entonces desde el principio te teníamos que tratar como a un enemigo más - subió su mirada un momento a Genya que continuaba escalando y luego la bajó de nuevo hacia Douma - ¿Por qué le has intentado dar de tu sangre?
- Pues para darle un poco de mi fuerza, si en eso no mentía - empujó su abanico hacia delante, obligando a Gyutaro a separarse de él, aunque no bajó la guardia. La temperatura había bajado a su alrededor y era más evidente en el vaho que salía de la boca de Gyutaro y en los pequeños copos de nieve que caían al lado del rubio – Aunque cuando estoy en modo "demonio" mi cuerpo sufre cambios como el tuyo y el de Rui-chan, en mi caso, uno es la bajada de temperatura. Si Gen-chan hubiese bebido mi sangre, su cuerpo habría cambiado como le pasó al beber la sangre de Rui-chan, uno de los cambios, por supuesto, habría sido su temperatura corporal. El mínimo de temperatura que el cuerpo humano puede soportar es de 36º, si su temperatura corporal quedase por debajo de 32, entonces entraría en hipotermia.
- Claro y eso a ti te viene muy bien porque te dejamos el camino libre hacia el mocoso de arriba.
- Sí, exactamente. Nosotros no somos aliados y tú... tú tampoco lo eres, ¿o sí? Awww, no me digas, ¿eres un miembro auténtico del Club de Investigación de Demonios? Que lindo, jajajaja. Protegiendo a tus amigos y todas esas mierdas cursis.
- Cállate.
- ¿O será otra cosa? - ladeó el rostro manteniendo todavía su sonrisa – Oww, ¿será acaso que Tanjiro-chan ha tocado con sus delicadas manitas ese corazón tan afilado? Eso sería más gracioso todavía.
- Vete a la mierda - alzó su hoz para impactarla con más fuerza contra el abanico de Douma aunque este no retrocedió ni un poco.
- Está bien, no te pongas tímido por hablar de amor, aunque, ayyyy... - se dio la vuelta para mirar hacia Genya que estaba ya casi en la cima – No podremos hablar mucho más o me adelantaréis descaradamente.
Ahora quien se adelantó para atacar fue Douma, pero Gyutaro consiguió bloquear el ataque de uno de sus abanicos con su hoz.
Era una batalla igualada que Gyutaro no sabía cuánto podría mantener, así que más les valía darse prisa a los demás y acabar con todo esto.
En la cima de las cabezas de los dragones no había habido mucho cambio. Con la mente perdida, Zohakuten se mantenía de rodillas con el cuerpo de Muichiro entre sus brazos mientras que Urami se lamentaba tapándose la cabeza con las manos.
- Viene... - informó Urami destapándose la cabeza con sus brazos temblorosos – Viene. ¿Q-qué vas a hacer?
- Si retrocedo ahora, ¿para qué habrá sido todo?
- Ummm...
Zohakuten se puso de pie y llevó el cuerpo de Muichiro con Urami a quien se lo entregó.
- Cuando me deshaga de todos, intentaré absorberle de nuevo.
Urami no le contestó, se puso también de pie y ahora sosteniendo él a Muichiro retrocedió un par de pasos. El más joven alzó la mirada y así se dirigió al borde de la cabeza del dragón donde estaban y por donde estaba escalando Genya. Cuando vio como una mano llegaba ahí arriba, dejó de andar, esperando a que terminase de subir.
- Llegaste.
- No me jodas - soltó tras terminar de subir, mostrándose algo exhausto – Fuiste tú el que dijo que viniera.
- No pensé que lo harías. Debes ser muy descerebrado.
- No te imaginas cuánto, bien y ahora... - apoyó ambas manos en la madera para ponerse de pie, secando el sudor de su frente con su puño. Mirando directamente al chico, cambió su mirada a una de desprecio, mostrando con desdén sus colmillos - No sé cómo lo has hecho, pero en esta puta montaña hay tres chicos que dicen estar enamorados de mí y tú has hecho daño a los tres – su boca se abrió en una enorme sonrisa - Así que voy a tener que darte la paliza de tu vida.
- ¡IIIIIIII! - asustado por la amenaza, Urami apretó con fuerza el cuerpo de Muichiro e intentó hacerse bolita. En cambio, Zohakuten no se mostró para nada asustado.
- No me das miedo, te borraré del mapa en un pestañeo.
Mientras tan tenso encuentro tenía lugar, el escenario a los pies de los dragones era muy distinto, con cada Hantengu derrotado y lamentándose. Urogi, todavía sentado en el suelo, se dio la vuelta para acariciar su ala herida. Gyutaro la había rajado, pero no era solo el corte el problema, sino que una especie de veneno parecía haberse expandido pues el ala no se curaba y encima empeoraba, perdiendo sus plumas y su fuerza.
El ala podría haber sido un problema muy importante para él si no fuese porque ya había otro en su cabeza. Su continuo sentimiento de júbilo parecía haberse visto aplastado por un espantoso dolor de estómago y de su pecho. Dudaba que eso fuese efecto del veneno pues Gyutaro no le había tocado en ninguna de esas dos zonas.
Tan ocupado estaba lamentándose en soledad que no se percató de los pasos de la persona acercándose a él hasta que este informó de su presencia.
- Urogi.
Escuchar aquella voz devolvió algo de luz a los ojos del chico y alzó rápidamente la mirada para encontrarse con el cuerpo del pelirrojo frente a él. Tanjiro no sonreía, sus cejas estaban más juntas en un gesto de preocupación.
- Tanjiro...
- Sé que no es el mejor momento, pero... - apretó con fuerza sus puños, reuniendo la fuerza necesaria para continuar - ¿Podemos hablar? Yo... necesito que me escuches.
Hola!!! Hasta aquí el capítulo. Primer cap del 2024. ¿Me creéis si os digo que pensaba acabar el arco de Hantengu en este cap pero está tan largo que tengo que continuar otro más? Sí, esa soy yo, la buena planificadora. ¡Muichiro, ya van a salvarte! Al final las velas que todos pusisteis salvaron a Tanjiro jajajaja.
Y AHORA EL MEME TIME, que no podía faltar.
Bueno, a ver si para el siguiente consigo acabar el arco de Hantengu (no prometo nada jajajaja). ¡Ah! ¡Y habrá un suceso importante para Giyuu y Tanjiro al final! Os dejo ese spoiler, tal vez cuando lo veáis digáis "¿era esa mierda?" (en realidad no será para tanto, sorry) pero para mí se me hace especial y un paso importante en el desarrollo personal de Giyuu y en parte también en la relación que tienen.
Gracias por leer, os quiero y nos vemos en el próximo capítulo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top