6. Sangre Irlandesa
Sangre irlandesa.
Callum.
— ¿Y salió corriendo? —pregunta Jagger antes de dar una profunda calada a su cigarrillo.
—Sí, Jagger, es lo que te he dicho, mi trébol huyó en la oscuridad de la noche porque encontró todas las notas guardadas y tu mediocre informe.
—De mediocre nada, no es mi culpa que no hubiera mucho para contar sobre una situación que para ti ya era bastante evidente —termina de fumar y arroja la colilla sobre el vaso casi vacío de mi café.
—Eso ha sido desagradable, niño.
—Niño —repite con una risa seca.
Es claro que Jagger no es ningún niño, si bien apenas va en su primer año y tiene dieciocho años, si mal no recuerdo (lo que lo hace casi cuatro años menor que yo) tiene actitudes muy adultas y demasiado poder en sus manos con lo que respecta a la universidad, no sé cómo lo hace, pero tampoco me rompo la cabeza intentado descifrarlo. Solo sé que me cae súper bien, que yo le caigo bien y que llevamos algún tipo de relación que va más allá de él dándome información cuando se la pido.
Ahora, cómo un chico bisexual que le ponen las chicas tanto cómo los chicos, también hay que establecer que hablar con Jagger siempre garantiza un buen bocado para la vista y cuando va junto a su novia Lindsay, es cómo obtener un 2x1 visualmente. No es que me guste o pretenda seducirlo, es una declaración tan común cómo decir la sangre es roja.
—Entonces ¿Qué vas a hacer sobre Clover? —Me pregunta.
Pienso en cada una de sus notas, las pocas veces que hemos conversado, las sonrisas que intercambiamos cuando coincidimos en lugares, la fumada sensual de ayer en mi auto y esos deliciosos labios que me hicieron desear más, mucho más.
—Quería que fuera ella quien me lo dijera —señalo algo que él ya sabe, pero igual lo escucha—. Esperé durante meses pensando que se acercaría y me lo diría, pero veo que eso fue muy iluso de mi parte.
— ¿No piensas que tal vez ella no quiere nada real contigo? Quizá era muy feliz solo dejándote notitas y siguiendo con su vida, tal vez solo eres una fantasía que no estaba destinada a volverse real.
No me gusta cómo suena eso. No tengo problema en ser la fantasía de Clover Mousavi siempre y cuando tenga presente que también puedo ser una realidad.
—Hubo química —Me limito a decir aun cuando podría decir mil cosas más.
—Bueno —Se encoge de hombros—. Te deseo suerte, irlandés, te veo después.
Alzo la mano en una ligera despedida mientras de hecho veo la hora en mi teléfono dándome cuenta de que cualquier respuesta que desee se encuentra en la "morgue" de la universidad, porque gracias a Kevin sé que Clover intercambió su día de prueba con Maida y gracias a mi encanto – no me avergonzaré de ello – convencí a la profesora de que me ubicara en un grupo con Kevin y Clover, no hay manera en la que ella pueda huir de mí, al menos no hoy durante la práctica. No es que hablar en un lugar frío, con olor a cloroformo y con un cadáver siendo examinado sea el lugar más romántico, pero ¿No hacemos nosotros mismos los buenos momentos?
Así que dejo caer mi café arruinado en la papelera más cercana y me dirijo a encontrarme con mi cadáver...Y con mi trébol.
A medida que camino me es imposible no pensar sobre cómo todo esto inició.
Tengo buena memoria, tan buena cómo una persona promedio y las impresiones memorables o vergonzosas siempre se quedan conmigo, es por ello que me es imposible no recordar que la primera vez que vi a Clover Mousavi fue en una posición dolorosa sobre su culo cuando se cayó de su asiento el primer día de la que sería una de las tantas clases que veríamos juntos.
Por supuesto que me quise reír cuando la vi tirada en el suelo, pero por lo menos no fui tan imbécil y le ofrecí la mano. Estuve intrigado porque me pareció una belleza exótica con todo ese cabello negro azabache abundante, piel acanelada, ojos almendrados oscuros cubiertos de extensas pestañas tupidas muy negras, nariz de botón y labios muy carnosos.
Cuando la ayudé a ponerse de pie noté dos cosas más: la primera era que su mano estaba sudando debajo de la mía y la segunda que su cuerpo era difícil de pasar desapercibido porque tenía unas curvas que me dificultaron no ser un asno comiéndomela con la mirada; lo siguiente fue considerar una ironía que se llamara Clover, pero eso fue todo, no puedo decir que me enamoré, que fue la única y esperaba con ansias cada encuentro porque si bien ella me pareció una belleza bastante única, conocí y me enrollé con otras bellezas femeninas o masculinas.
En cada clase la saludaría, su nombre sería difícil de olvidar, algunas veces conversaríamos, nos sonreiríamos cuando nos encontráramos fuera de clases y en cada una de esas veces me recordaba cuán guapa me parecía Clover y lo interesante que me resultaba lo que vislumbraba de su personalidad.
Pasé mis años de universidad estudiando, pero también festejando un montón y follando aún más. Me gusta el sexo, me encanta y parece que tengo un encanto innato para atraer a las personas, admito que disfruto de ello. Así que no desviví mis sueños por Clover, la vi tener un par de relaciones y siempre creí que eran tipos que no encajaban con ella, pero ¿Quién era yo para determinar eso? No es cómo si ella estuviese comprobando a mis folladas o enredos pasionales o al menos eso creía yo.
Tampoco tenía demasiado espacio en mi cabeza para reparar más allá de ello a Clover, porque había otra incógnita en mi cabeza: mi trébol de las notas.
La primera vez que recibí una nota en el parabrisas de mi auto, no le presté atención y solo lo arrojé a la guantera y fue dos semanas después, cuando me dirigí al autolavado que la encontré y la leí. Me pareció la cosa más divertida y elocuente, una nota borracha que me comparaba con un sol rojizo sonriente y por alguna razón me la quedé. Poco tiempo después, otra nota con algo más de sentido estaría esperándome en mi auto y luego habría una tercera hasta que descubriera que las notas llegaban en ciertas fechas especiales.
Por alguna razón en las primeras notas no me molestaba en conocer quién se supone era el trébol del irlandés, lo que me parecía una divertida analogía, pero al pasar de un año cuando comencé a pescar pequeñas cosas que me confirmaban que era una chica, cuando comenzó a decir cosas triviales o alentadoras, cuando a veces dejó algunas cosas personales o divagó sobre que yo hacía un día de mierda mejor o también las insinuaciones sexuales, me di cuenta de que estaba acariciando el dibujo de trébol, que esperaría encontrar una nota, que sonreiría y que guardaba aquellas notas cómo un pequeño tesoro. Me di cuenta que quería saber quién era ella, pero al mismo tiempo temía romper la magia porque sí, soy ese tipo de irlandés que cree en la magia, predicciones y destinos.
Así que aunque quería saberlo, no indagué y en ese tiempo, Jagger ni siquiera entraba a la universidad, seguramente estaba extorsionando a alguien en alguna escuela privada mientras esperaba ir a la universidad.
Pero las notas siguieron llegando y me pregunté cuánto podría aguantar sin darle un rostro a mi trébol. Seguía siendo un fiestero, un sinvergüenza, follando y gozando, pero aun así esperando más, deseando darle un rostro a ella, pero aun con miedo de que darle ese rostro arruinaría la magia, pero eso fue hace ocho meses y medios cuando me llegó una nota y un mes después pasé a recoger mi parcial escrito, encontrándome con el de Clover que estaba justo debajo y te digo algo, había estado leyendo tantas veces cada maldita nota que en mi cabeza recordaba muy bien la caligrafía de mi trébol, la forma en la que las íes estaban puntuadas con un punto demasiado arriba y algo grande, la forma en la que la ele se inclinaba hacia la derecha y cómo las de en mayúsculas parecían un garabato y eso curiosamente coincidía demasiado con la escritura rápida de Clover en su examen parcial.
Sin embargo, debido a que solo vi su hoja por unos pocos segundos no podía estar seguro, lo que fue un puto dolor de cabeza ¿Era hora de romper mi terca vena irlandesa diciéndome que no arruinara la magia de las notas? cuatro meses y medios, ese fue el tiempo en el que fingí que no había visto nada, el tiempo en el que intercambié más conversaciones casuales con Clover, la vería por poco tiempo más en clases y casualmente le preguntaría a Kevin en cualquiera de nuestras clases sobre cualquier cosa pequeña que pudiera decirme de ella. De pronto el hecho de que siempre me resultó una belleza exótica se me hizo más difícil de ignorar y de repente estaba deseando que mi trébol fuera ella.
Podrías decir que por su nombre era obvio que sería ella, pero también podrías afirmar que sería demasiado obvio que Clover firmara con su nombre.
No lo soporté más y terminé pagándole a Jagger por algo que básicamente ya sabía, pero que necesitaba que alguien más me confirmara: ella era mi trébol y la magia no se fue al saberlo, de hecho me encontré sonriendo y repasando en mi mente esas notas que me decían todavía más de la encantadora personalidad de Clover Mousavi.
En ese momento Clover tenía un novio con el que llevaba unos cinco meses o al menos eso me aseguró Jagger y aunque soy un tipo sinvergüenza, no me propuse meterme en una relación, aunque repentinamente su relación me pareciera la cosa más molesta que pudiera existir. Una nueva nota llegó y me di cuenta de que había algo aún más excitante y emocionante al saber quién la había escrito, ahora podía imaginarla escribiéndola concentrada o distraída de la misma forma en a que a veces lo hacía en clases.
Poco después, Clover y su novio terminaron, pero en lugar de hacer algo, simplemente esperé con la ilusa deducción de que ella se cansaría de ser anónima y me hablaría, que nos acercaríamos lentamente, estaba a la expectativa y tristemente me quedé esperando... Hasta anoche y posiblemente si ella no hubiese encontrado el informe de Jagger, yo seguiría esperando.
Anoche... ¡Por los duendes irlandeses! Anoche la tuve tan dura por ella y estaba tan cautivado por ella que podría haber aparecido el tiranosaurio de Jurassic World y no ni enterado, así de ido y metido en la atmosfera me encontraba.
Soy inteligente y no hay arrogancia en admitirlo, sabía que en el momento en el que le preguntara a Maida – la amiga más chismosa que podría tener Clover – por su canela pasión oriental (acertado apodo) ella la buscaría, no porque Maida sea tan predecible sino por mi confianza de creer que anoche era una noche de suerte, mi sangre irlandesa me lo decía, llevaba conmigo en mi billetera mi trébol de cuatro hojas.
¡Y en efecto! Hubo suerte y Maida fue por Clover, así que mientras Oscar y Kevin se lo montaban en el capó de mi auto, yo subí al asiento de copiloto a distraerme con el teléfono e ignorar todas las tentaciones en la fiesta: llámese exligues de una noche, exligues de más de una noche, tentadores y prometedores ligues. Me dije "tú céntrate en Clover, no es momento de ser un sinvergüenza" y mira que llevaba tres pulcros meses con dos semanas y tres días siendo casto y puro, la única humedad que había envuelto a mi polla era mi mano lubricada cuando me masturbaba. Era un ángel reformado, bueno, lo soy o algo así porque sí que follo con el pensamiento, peco.
Y cuando Clover llegó viéndose cómo una diosa y con una lengua afilada para toda la noche, quise meterle mi propia lengua en la boca y en otras parte, también quería callarla a besos, obligarla a confesar y reclamarle por qué en lugar de una de sus esperadas notas, yo había conseguido una carta horriblemente cursi de Maida hacia ella, mira, es que estaba realmente ofendido de mi falta nota, me sentí estafado y burlado, casi pensé en nalguearla cómo castigo y en general no pienso en ir azotándole el culo a la gente, al menos no cuando estamos vestidos.
La cosa es que todo se puso interesante, mi sangre irlandesa tuvo razón porque fue una buena noche. No esperaba que entráramos a mi auto ni que sus amigos básicamente nos dejaran a solas. En un principio pensé que nos limitaríamos a conversar y fumáramos un porro, pero mi mente de sinvergüenza caliente rápidamente encendió su bombilla y me ordenó sugerir que nos pasáramos el humo de boca en boca cómo un perverso juego previo que me puso tan duro apena lo propuse que seguramente podría haber martillado algo en la pared. Eso fue infinitamente más caliente de lo que esperaba y más todo de las veces anteriores que las hice con otra persona, tal vez se trataba de las expectativas o de lo mucho que había esperado por un momento más íntimo y personal de lo que habíamos tenido hasta ahora.
Sea cuál sea el caso, anoche se sintió finalmente todo muy real. A través de las notas había sido capaz de darme cuenta de que Clover tenía compatibilidad con mi tipo de humor, luego estaba la evidente atracción física que siempre dejaba caer en sus notas y la que claramente yo sentía por ella (mucho más evidente desde que su rostro fue la respuesta a mis notas) y finalmente anoche confirmé que de hecho nuestras bocas, lenguas, manos y estoy seguro que el cuerpo entero, se encuentra en total sintonía, fíjate ¡Qué dicha la mía!
Clover, Clover, Clover.
Tenía esta superstición y manía de entonar su nombre tres veces, ya sea en un susurro o en mis pensamientos y parece que sí que trae buena suerte porque solo hay que recordar la noche de ayer en la que terminamos con unos besos que me erizan los vellos del cuerpo de tan solo pensarlo. Es que lo recuerdo y mientras que el pantalón se me aprieta en la entrepierna, el corazón me late desbocado y mi cerebro canturrea: Clover, Clover, Clover. Me he vuelto un descerebrado al parecer, pero no me preocuparé por ello en este momento, no es una prioridad.
Me gustaba el trébol de las notas, me gusta Clover y me gusta que Clover sea el trébol de mis notas.
Hay algo consolador en saber que me gusta alguien más allá de su físico, por supuesto que le tengo unas ganas tremenda a Clover, mis sueños y pensamientos perversos lo confirman, pero también estoy atado y atrapado por sus palabras, por las cosas absurdas que me escribió, por los chistes, por los pequeños secretos cómo que extrañaba a su mamá aunque no la conoció y cómo ama con locura a su joven madrastra. Me quedé a sus pies con su rara forma de llamarme sol de puntas rojizas sonriente, de la caligrafía con buena ortografía, con el bonito dibujo del trébol al final y anoche me quedé atrapado por su lengua afilada, sus miraditas y esa dulce boquita que se dejó devorar por la mía.
Me gusta Clover y tal vez es más allá de gustar; y aunque me hubiese encantado que ella fuese quien me lo dijera, siento alivio de que finalmente ese tesoro ha sido liberado y podemos sincerarnos, porque esperar es una mierda y soy un impaciente de mierda que quiere más.
—Veamos qué sucede, Callum —Me digo entrando al edificio que podríamos llamar congelador o casa de los difuntos.
Voy hacia la oficina de la profesora y tras un saludo matutino cordial hacia ella y los profesionales que también nos evaluaran, reviso en cuál de las habitaciones se encuentra mi cadáver y hago registro de mi asistencia, sonriendo cuando veo que Kevin y Clover ya se encuentran ahí. Hago mi camino hacia el cuartito de lavado procediendo a lavarme las manos, ponerme la bata, la mascarilla y tomar mi juego de guantes de látex para ponérmelos una vez me encuentre ahí. Estoy listo para mi práctica.
Algunas personas en vida ceden sus cuerpos al morir para propósitos de investigación y científico y otros pocos lamentablemente son personas sin hogar o rastros que nunca son reportadas y que son entregados a universidades con propósitos de estudio, es un poco triste saber que algunas personas mueren y a nadie les duele, es solitario y desconsolador.
Estando listo y sabiendo que Kevin tiene mi planilla, voy en busca de mi habitación, pero no sin antes susurrar viendo al techo:
—Mi señor difunto o difunta, prometo que le respetaré el cuerpo, esto es por la ciencia, espero tenga paz —Luego bajo la vista al suelo— y si arde en el infierno, bueno, espero no tenga tanto calor.
No tardo en encontrar el lugar en dónde me esperan y apenas entro el olor a químicos y sobre todo a cloroformo me impregna la nariz, pero es algo con lo que estoy familiarizado teniendo en cuenta nuestras prácticas en morgues y las veces en las que hemos tenido que hacer este tipo de estudio.
— ¿Por qué nuestro tercer compañero no llega? —Escucho la voz impaciente de Clover.
—Bueno, parece que hoy a tu vestuario le agregaste un tubo de acero con uso exclusivo dentro del culo, porque estás siendo irritable —masculla Kevin y sonrío.
—No soy quién mete cosas en su culo —contraataca ella.
Qué pena, podríamos meter cosas divertidas ahí y Kevin piensa lo mismo por la respuesta que le da:
—Pues tú te lo pierdes, divino que te la metan por el culo.
— ¡Kevin!
— ¡Clover!
—Deberíamos también decir mi nombre —digo anunciando mi entrada, ambos voltean a verme—. Ah, esperen, ¿No correspondía decirlo?
Kevin me ve con una sonrisa de diversión y Clover cómo si deseara irse corriendo. En cuanto al cadáver, bueno, él no me ve, él solo se mantiene muerto en esa mesa de autopsia en donde con mucho respeto, vamos a abrirlo.
Ah, tiene pinta de que será un buen día, mi sangre irlandesa me lo dice.
Bueno, ahora sí también nos meteremos en la cabeza del irlandés, cuyos pensamientos son bastante peculiares xD
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Espero le guste.
Un beso.
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