5. Clover, Clover, Clover
Clover, Clover, Clover.
Clover.
Traté durante estos últimos tres años no imaginar cómo se sentirían los labios de Callum sobre los míos, que se sentiría ser besada por él, pero esa es precisamente la palabra clave "traté" porque no lo lograba del todo cuando en alguna clase lo veía y mi mente se iba a la deriva o cuando entablábamos una corta conversación y veía sus labios moverse al hablar o tal vez cuando estaba en mi habitación y mi mente se desviaba imaginando, pensando ¿Cómo sería? Pero siempre sentía culpa y me hacía actuar como si esos pensamientos no estuvieran presentes, cómo algo que nunca sucedió.
Sin embargo, ahora puedo confirmar que aunque tengo una buena imaginación ni por asomo me dio una impresión tan buena cómo la realidad, lo que agradezco, porque sería un fiasco que besara mal.
Callum me está besando.
Yo lo beso.
Nos besamos.
Sus manos me sostienen la mandíbula y mis manos ahora están apretadas en sus muslos. Labios húmedos se abren sobre los míos atrapándome el inferior con una succión que me hace estremecer y me estremezco de nuevo con la sensual barrida de su lengua. Mi boca se abre lo suficiente para que el beso se vuelva mucho más húmedo cuando su lengua va en busca de la mía y un gemido escapa de mí cuando una de sus manos me abandona el rostro y se enrolla entorno a la larga cola de cabello, tirando lo suficiente fuerte para que mi rostro esté en un ángulo que le permite profundizar todavía más el beso.
La mano que no me tira del cabello se desliza por mi hombro haciéndome un lento recorrido desde el brazo hasta llegar a mis dedos y entrelazarlos con los suyos, esa misma mano la sube hasta sostenerla a un lado de mi cabeza y luego recarga solo un poco su peso sobre mí, lo suficiente para dejarme sentir la calidez que desprende su cuerpo.
Nuestros labios hacen un ligero sonido erótico de succión, humedad se encuentra alrededor del delineado de mis labios debido a los trazos de nuestras lenguas y estoy segura de que esto va más allá de la definición de un beso francés. Es primitivo, intenso, más allá de lo pasional. Es un beso arrollador calentándome por todas partes, puedo sentir mis pezones endurecerse, mi entrepierna palpitar mientras la tela de mis bragas se humedece y también puedo sentir la manera enloquecedora en la que los latidos de mi corazón parecen estar en una carrera.
—Clover, Clover, Clover —murmura contra mis labios dándome suaves besos cortos.
—Callum —Es lo que digo sin aliento moviendo de manera ligera el rostro para poder respirar del ataque de su boca a la mía, pero eso solo sirve para que sus labios vayan a mi barbilla.
—Dime, Clover. —susurra mordisqueándome la barbilla.
—Callum —suena muy parecido a un gemido y de nuevo volteo el rostro en busca de su boca que no tarda en encontrar la mía.
Como si fuese posible, el beso es mucho más intenso, esta vez más lento cómo si saboreara cada segundo de ello. Gimo y me remuevo debajo de su cuerpo, llegando a percibir contra mi estómago la insinuación de una dureza. Sin darme cuenta me encuentro apretando las piernas, pero no es suficiente alivio. Esto es demasiado, pero aun así quiero más.
La mano que no me sostiene y que aún se encuentra en su muslo comienza a ascender hasta llegar al final, muy cerca de en donde mi mano pica por tocar y en dónde estoy segura él no deja de endurecerse. Dudo, pero él empuja las caderas hacia adelante, hacia mi mano logrando tener un contacto directo con mis dedos, haciéndome sentirlo a través de la tela gruesa del jean.
—Clover, dame más —pide con voz enronquecida antes de continuar besándome—. Tócame más fuerte, apriétame cómo si lo desearás desde hace mucho tiempo.
Quiero darle más. Me excita la idea de darle mucho más así que mis manos lo toman por sobre el jean y aprieto, un gemido escapa de mí al sentirlo casi en su totalidad y creo que me planteo abrirle el botón del jean y bajarle la cremallera.
— ¡Callum! —grita un chico por la ventana.
Y él se sobresalta pegándose la cabeza del techo del auto y maldiciendo mientras lleva la vista hacia la persona que asoma la cabeza por la ventana del copiloto. Rápidamente alejo mis manos mientras veo al recién llegado, apuesto a que tengo los ojos bien abiertos, pero mi boca debe de estar tan hinchada que lo último que en lo que se fijarán es en los ojos.
— ¿Qué haces? —El moreno que reconozco como uno de sus amigos me mira antes de volver la atención a Callum—. Pensé que dijiste que no te enrollarías con alguien, lo habías logrado durante tres meses ¿Por qué has caído? Bueno, no importa, he venido a salvarte, amigo.
—No pedí ser salvado, Stephan —Masculla bajando de mí y volviendo al asiento de copiloto.
—Pero ¿Qué pasa con lo de enfocarse en la de las...?
—Stephan, tengamos una conversación —Lo interrumpe Callum y luego voltea a verme.
La mirada persistente que mantiene en mi rostro, sobre todo en la boca me hace muy consciente de que debo de verme muy afectada por el momento que acabamos de compartir. También lo reparo, tiene las mejillas sonrojadas y los labios de un carmín que deberían vender en labiales, además, estos se encuentran hinchados de una manera pecaminosa que me hará imposible olvidar lo que acaba de pasar. Me sonríe.
—Vuelvo en un momento. No te vayas.
— ¿Quién es ella? —Pregunta Stephan—. ¿La conocemos?
—Es Clover y va a varias clases conmigo desde el primer año —responde Callum abriendo la puerta y bajando del auto.
—Eres extranjera —dice el moreno viendo mi rostro y cabello— y bastante bonita ¿De dónde eres?
—Soy londinense —respondo y antes de que haga preguntas que me enojen, hablo—. Mis padres son extranjeros.
—Genial, eso te hace una persona sin ninguna posibilidad de ser aburrida porque tienes cosas que contar.
No entiendo su razonamiento, pero termino la conversación con un asentimiento que lo hace sonreír complacido con la tontería que ha soltado, por suerte, Callum se aleja con él.
—Oh, santa divinidad —susurro—. Eso realmente ha sucedido —Me toco los labios que de hecho se sienten algo magullados por la fuerza de los besos—. ¡Eso sucedió!
Y aunque él se encuentra a una distancia, ya no me toque o me bese, las secuelas aún se encuentran presentes. Mis pechos, sobre todo las puntas, se encuentran sensibles, entre mis piernas el latido no disminuye y mi vientre es un nudo tenso de deseo que me ruega ser liberado. Rebobino lo sucedido, el humo siendo intercambiado, la cercanía, él sobre mí, los besos, su lengua, los nombres en susurros y el ligero toque en su dureza.
Trago y bajando la vista me encuentro con que una mano reposándome sobre el muslo por debajo del vestido, la tentación de calmar el pálpito entre mis piernas es tan fuerte que me encuentro viendo alrededor porque quisiera tocarme y poder liberarme, pero logro deshacerme de esa idea rápidamente porque me recuerdo que estoy en un sitio público, afuera de una fiesta y dentro de una minifiesta.
—Déjate de locuras, Clover Mousavi —Me reprendo sacando la mano de debajo de mi vestido—. Necesitas distraerte.
Llevo las manos al volante sin tener mucho qué hacer con ellas manos y un sonidito escapa de mí cuando siento una fricción placentera entre las piernas, entonces me doy cuenta de que me encuentro haciendo movimientos en círculos contra el asiento en busca de algún alivio y se siente tan bien que de verdad me cuesta detenerlo, pero lo logro.
Es necesario ocupar mi mente en algo que me permita ignorar el deseo latente y feroz mientras espero a Callum, porque tal parece que no tengo planes inmediatos de irme, quiero saber qué procede ahora ¿Qué es lo siguiente? ¿Qué viene después de lo que hemos hecho? Aun me cuesta creerlo, eso simplemente ha sido todo un despliegue inesperado más allá de mi loca imaginación y vívidas fantasías.
Comienzo a revisar el portavasos, la guantera y luego otro compartimiento de su auto moderno. Apenas abro dicho compartimiento, un fajo de hojas cae y maldigo comenzando a recogerlas, pero me paralizo dejándolas caer de nuevo cuando me doy cuenta de que son mis notas y la que estoy viendo es de hecho la primera que envié.
« Pero te vi con la lengua dentro de un chico y me pareció la cosa más sexy. Sin embargo, me entristeció pensar que nunca seré yo (lo de tu lengua en mi boca aunque podemos negociar lo de la polla en la boca – mía – y en el culo – mío – estoy abierta a propuestas. Quisiera probar tus labios, bueno, lo otro también.»
¡Mierda! ¿Cómo pude escribir tal propuesta? Más que invitarlo a besarme, lo invité a ponerme el miembro en la boca y a follarme por el culo, como si fuese una experta en el sexo anal y no una virgen por ese hoyo que tiembla ante la insinuación de poner cosas en su culo. Sabía que había escritos algo referente a pollas en culo, lo poco que recordé estando sobria, pero esto me supera ¡Eres una sucia, Clover! Muy sucia.
Veo alrededor comprobando que Callum no viene, me invade una sensación de pánico mezclada con nostalgia porque esa nota lo inició todo. ¡Oh, por todo lo sagrado! Callum guarda mis notas ¡Y en su auto! No las bota o reza para que le dejen de llegar.
De alguna manera eso me hace sentir con ganas de darle un abrazo, porque incluso cuando insinuaba que seguramente las tiraba y me admitía que era legítimo que se espantara porque alguien le dejara notas tan aleatorias, en mi interior deseaba que las leyeras y al menos sonriera.
Creo que estoy sonriendo cuando recojo las notas y me propongo devolverlas a su sitio, pero estoy tan afectada que mis manos temblorosas solo hacen más desastres haciendo que vuelvan a caer dispersas y que otras hojas arrugadas también caigan.
—Joder ¿Cómo te llaman, Clover? ¿Manos de gelatina? —Me reprendo agachándome a recoger todo el desastre que he hecho.
Tomo primero las hojas arrugadas y prometo que no quiero indagar en cosas que no son mías, pero entonces leo mi nombre y apellido: Clover Mousavi. Y no puedo evitar estirar la hoja comenzando a sentir que me mareo.
Es una hoja con mis datos básicos: nombre y apellido, edad, fecha de nacimiento, en qué me especializo y mi procedencia cultural. Sin embargo, lo que casi me hace desfallecer son las pocas líneas que vienen escritas debajo:
«Qué bueno que tienes dinero, porque lo has desperdiciado pagándome por algo que hasta tú mismo ya sabías por su desliz: sí, Callum, la chica de las notas es Clover Mousavi tal cómo lo pensabas.
¡Felicidades por gastar dinero confirmando lo que estabas casi al 100% seguro que sabías! ¡Felicidades porque creo que la noticia te hará feliz!
No sabe que lo sabes y no se lo diré.
Con tu dinero me haré más tatuajes y cenaré de lo lindo. Gracias por pagarme por lo que para ti era evidente.
De nuevo: felicidades.
J.C»
Leo la fecha de este informe hecho por Jagger, porque tiene que ser Jagger y es aproximadamente de poco más de tres meses ¡Lo ha sabido por todo ese tiempo! La carta de Maida ni siquiera me ha delatado...Lo sabía.
He estado haciendo el ridículo o tal vez le he despertado lástima, quizá solo quiere ver hasta dónde llego o le parezco un chiste de lo más divertido.
Dejando caer las hojas y todo el desastre de las notas por el suelo, abro la puerta del auto y de hecho caigo en el suelo sobre manos y rodillas consiguiendo un ardor en estas últimas, seguramente unas raspaduras, pero no pierdo tiempo en ello ni en responder a la chica que me pregunta si me encuentro bien. Simplemente acelero el paso hasta que estoy corriendo y alejándome, huyendo, yendo a mi refugio: mi habitación.
Callum lo ha sabido.
« ¿Eres el trébol de éste irlandés?» me había preguntado y sin dudar le respondí que yo era su trébol, estaba perdida en el momento; me muevo entre los edificios hacia el mío y sintiendo que quiero esconderme de la vergüenza.
Llego hasta mi piso y al estar adentro no dudo en encerrarme en mi habitación y arrojarme a la cama con la cabeza presionada de la almohada.
—Eres una imbécil —gruño contra la almohada—. Lo sabía y te dio una señal y solo dijiste que eras su trébol. Estúpida, estúpida, estúpida.
Y para torturarme aún más, a mi cabeza llega su voz enronquecida y afectada con el recuerdo de su susurro: «Clover, Clover, Clover»
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