17. El día que Callum nació
El día que Callum nació.
Callum.
—¡Basta! Ya para, por favor, para.
Me despierto desorientado porque podría jurar que alguien estaba gritando. El corazón me late de prisa en tanto clavo la mirada en el techo, pero pasados unos segundos, los latidos se calman y me estiro como un gran gato perezoso antes de bostezar y sonreír.
Pero entonces sucede de nuevo.
—¡No! ¡Ya basta, ya basta!
Los gritos roncos y desgarradores me hacen incorporarme de inmediato y ver alrededor, pero me doy cuenta en pocos segundos que los gritos vienen de mi lado junto a movimientos desenfrenados.
Cuando volteo descubro a Clover enredada en las sábanas con las mejillas húmedas y una expresión desgarradora en el rostro. De nuevo grita y esta vez es de dolor. Sé que no puedo despertarla de manera brusca, pero es angustiante no poder sacarla de ese trance de manera inmediata.
—Clover —llamo con suavidad, deslizando mis dedos entre los suyos al entrelazar nuestros dedos—. Mi trébol, despierta.
De inmediato sus uñas se clavan en el dorso de mi mano mientras aprieta con fuerza y una vez más digo su nombre y al tercer llamado, sus ojos se abren de golpe, clavando una mirada vacía en el techo como si realmente no viera nada.
Santa mierda. Es aterrador y doloroso de ver.
—Mi vida —Es la primera vez que la llamo de esa manera—, está bien, era una pesadilla.
Pero no habla, sus ojos se mantienen abiertas de esa manera aterradora y su piel palidece de una manera impresionante y luego comienza a hacer sonidos escalofriantes que pronto descubro que son de asfixia, lo que me pone en marcha.
Me arrodillo con rapidez tomándola por los hombros, ubicándome cómo puedo detrás de ella en tanto le paso un brazo sobre el pecho y la siento, inclinando su torso hacia adelante mientras con la palma de mi otra mano le doy cinco golpes separados en la espalda entre sus omoplatos.
—Vamos, Clover ¡Joder! No me hagas esto —imploro mientras comienzo a transpirar, pero me mantengo sereno palmeándole la espalda.
Su respiración se vuelve caótica, pero ya no hay sonidos de asfixia, lo próximo es que tose y entonces una arcada la invade antes de que se vomite las piernas y parte de la sabana. Nuevamente le doy palmadas en la espalda mientras las arcadas se repiten y entonces rompe a llorar con profundos sollozos y yo siento un nudo en mi garganta.
Su llanto suena con dolor y tanto sentimiento que quiero matar a cualquiera que lo haya ocasionado, haría cualquier cosa para detenerlo.
Dándome cuenta de que ya no se ahogara, la abrazo desde atrás dándole consuelo a su dolor.
He dormido muchísimas noches con Clover, sobre todo desde que decidimos vivir juntos pese a que aún no se muda, pero es la primera vez que presencio algo como esto, pensar que estando sola pudo haberse asfixiado hace que se me revuelva el estómago.
Los minutos transcurren mientras le tarareo de manera baja, haciéndola sentir mi calor corporal y sabiendo que está familiarizada con mi cuerpo y olor, aunque el del vomito predomina.
—¿Callum? —susurra con voz enronquecida.
—Estoy aquí, mi trébol.
—Lo siento, hice todo este desastre.
—No me importa el desastre, me importas tú, Clover ¿Y lo que acaba de pasar? Estoy cagado hasta la médula ni siquiera sé cómo pude reaccionar tan rápido.
Agradezco que mi cerebro sea tan ágil para reaccionar ante los sucesos porque esto ha sido aterrador, si yo no hubiese sabido qué hacer, pudo haber sido diferente. Esto es más grave que una pesadilla cualquiera.
—¡Duendes! Gracias por despertar, gracias, Clover —murmuro.
—Quiero tomar una ducha, por favor, solo quiero estar limpia.
Me tenso porque sus palabras no parecen solo referirse al vomito, habla de algo más profundo, pero manteniendo el control sobre mis emociones, bajo de la cama con cuidado y la ayudo a levantarse.
Su piel vuelve a agarrar su coloración habitual, pero aun puedo visualizarla en mi mente pálida. Tomando nuestras toallas nos guío hacia el baño y somos silenciosos mientras la desnudo, dejando dentro de una bolsa su pijama cubierto de vomito para lavarla al salir. Me desnudo a mí mismo y mientras estamos bajo la ducha, me abraza con fuerza recargando su mejilla de mi pecho, clavándome las uñas en la espalda.
—¿Hablaremos de eso, Clover?
Sacude la cabeza en negación.
—Fue una pesadilla —susurra, pero el miedo en su voz me hace creer que es algo más.
Fue algo que no va a decirme y me molesta, soy un novio comprensivo, pero últimamente en ocasiones siento que me aparta de ciertas cosas, que desvía la mirada cuando no puede ser sincera del todo o no quiere hablar de algo.
Entiendo que no tiene por qué decírmelo todo, pero se guarda tanto que está enloqueciéndome, aunque trato de lidiar con ello de la mejor forma.
—¿Quieres que hablemos de tu pesadilla?
—No, no quiero, no quiero traerla aquí entre nosotros... Lo hablaré con mi terapeuta —susurra y respiro hondo.
—¿Cuándo lo hablarás?
—Cuando tenga mi próxima cita, lo prometo.
Pese a la creencia popular de todos los libros de romance y contemporáneos que leo, las promesas sí se pueden romper, de hecho, es muy común romperlas poco tiempo después de que se hacen, yo lo he hecho. Así que realmente no hay garantía de que Clover vaya hablar de esto con alguien ni siquiera con una profesional y yo tengo que fingir que le creo pese a que me duele.
Permanezco en silencio y tomo de su shampoo, masajeándole el cuero cabelludo de una manera en la que consigue relajarse mientras permanece recargada de mi cuerpo.
—A veces —susurra cuando su cabello se encuentra espumoso— desearía que solo fuésemos tú y yo.
—¿Sin nadie más?
—Sin nadie más —confirma en voz baja—. Estar contigo es mi momento favorito.
—Tú eres mi momento favorito —susurro,= inclinándole la cabeza hacia atrás para que podamos vernos a la cara—. Aparte de mi familia, eres la persona que más me importa... Pero no se lo digas a Stephan porque se cabreará y me dejará.
Eso consigue hacerla sonreír lo que me llena de alivio, nunca más quiero verla de la manera en la que lo hice hace un rato, quiero borrar ese recuerdo de mi cabeza.
La ayudo a sacarse el shampoo y luego de ello a enjabonarla antes de ocuparme de mí bajo su atenta mirada. Cuando salimos de la ducha envueltos en toallas, dejo que ella sea la primera en cepillarse los dientes y después ella se sienta sobre el inodoro abierto pareciendo pensativa mientras me espera. Para cuando termino, parece que su pesadilla es cosa de hace mucho, pero conservo parte mi preocupación cuando volvemos a mi habitación.
Sonrío al darme cuenta de que parecemos algún tipo de matrimonio mientras retiramos las sábanas sucias y las reemplazamos por unas nuevas aun llevando simplemente toallas y con nuestros cabellos goteando pese a haberlos secados con una toalla.
Imagino que así sean todos mis despertares y se me para de una manera preciosa, dudo que incluso en mi vejez necesite de viagra si tengo a Clover cerca.
Más le vale a Clover ser el amor de mi vida, porque si el destino me pone a alguien más lamento que no la o lo podré amar y desear de la manera en la que lo hago por mi trébol. Mi corazón, mi alma cuestionable, mis deseos y mi polla tienen grabado su nombre.
Cuando terminamos con las almohadas suspira y veo como con lentitud sonríe, cómo si recuperara su estado de ánimo y se sintiera muchísimo mejor.
—Déjame peinarte —Me pide, pero ya está tirando de mi mano para que me siente en la cama mientras comienza a pasarme el peine por las hebras rojizas y se mantiene de pie frente a mí entre mis piernas—. Estás muy serio.
—Solo pensaba en lo que pasó...
—Irlandés, olvídalo, yo quiero hacerlo.
—¿Te había pasado antes? —Inclino la cabeza hacia atrás para saber si desviará la mirada.
—No, es la primera vez —dice con firmeza y le creo—, estoy segura de que también será la última.
—Trata de no dormir boca arriba, nunca lo haces y anoche que lo hiciste vino la pesadilla y la posición pudo ser lo que te diera la sensación de asfixia al estar tan asustada.
—Haré mi mayor esfuerzo —Me promete—, soy la primera en no querer revivir tal experiencia.
»Sentí que iba a morir —confiesa—, no podía respirar y quería hablarte, pero mis labios no se movían. Quería gritar por ayuda y tocarte, pero no pude moverme.
—¿Eras capaz de escucharme?
—De manera lejana, me sentí encerrada en mi propio cuerpo.
—Creo que deberíamos ir a un médico y claramente hablar eso con tu terapeuta.
—No iré a un médico hoy.
—Clover...
—Lo haré, Callum, pero no hoy ¿De acuerdo? Lo prometo.
—Ya no sé si creer en tus promesas —susurro, pero no alcanza a escucharme.
Me digo que tengo que respetar sus tiempos, que mi paciencia de mierda tiene que estar más presente y que si la presiono solo conseguiré que se cierre más, por lo que la abrazo y cierro los ojos concentrándome en sus mimos.
Permanezco en silencio mientras me peina el cabello y presiono la nariz de la mullida toalla a la altura de su abdomen, inhalando el olor del jabón en su piel.
—Te prometo que cada caricia que me das, viaja directo a mi polla —Le hago saber y ríe por lo bajo.
—¿Todo?
—Absolutamente todo. Mi polla dejó de ser mía para ser enteramente tuya, tu propiedad. Puedes hacer con tu polla lo que quieras, yo solo soy el portador del que cuelga, pero tú eres quien le da vida y la motivas a levantarse.
—Y dicen que el romance está muerto. Nadie nunca me había regalado el título de propiedad de su polla.
—Ay, soy tu primero ¡Qué emoción! Ahora además de ser el primero que te da por el culo, también soy el primero que te regala su polla.
—Encantador, me encantan estas primeras veces.
Cuando termina con el peine, lo arroja a algún lugar de la cama para pasar sus dedos y luego las uñas de esa manera que sabe que me encanta.
—Oye —Me llama.
—¿Hum?
Abro los ojos y alzo la mirada para encontrarme con la suya y te puedo apostar todo el oro del mundo a que yo haría lo que sea por esta mujer, legal o ilegal, moral o inmoral, haría hasta lo imposible. La amo de una manera que duele porque soy consciente de que si esto acaba me va a doler cómo la mierda. Estoy enfermo de amor, pero no quiero curarme.
—Feliz cumpleaños, mi vida —susurra y sonrío dándome cuenta que pudo escuchar esas palabras en mí mientras luchaba.
Estuve tan emocionado sobre mi fiesta de cumpleaños que ahora me siento genuinamente sorprendido de que sea ese viernes que tanto esperé. La mañana empezó de una manera tan imprevista y angustiante que mi cerebro totalmente olvidó que un día como hoy en Irlanda un arcoíris salió mientras los duendes bailaban y los tréboles de cuatro hojas volaban porque un muchacho pelirrojo con mucho amor para dar, inteligencia e indispensable para la vida de cualquiera, nacía bajo el nombre de Callum Byrne, el niño que bendijo a padres desgraciados que solo habían tenido a dos niñas (o eso es lo que digo para molestar a Moira y a Kyra).
Mientras proceso que es mi cumpleaños número veintidós, Clover me da un empujón más fuerte que de costumbre que consigue hacerme caer de espalda sobre la cama con los pies colgando luego se deshace del nudo de mi toalla y se hace el cabello a un lado mientras se lame la palma de la mano y toma mi polla, bueno: su polla.
—Veintidós años para mi novio, ya no sales con una mujer mayor.
Me rio de manera ronca porque ella es mayor que yo por unas buenas cantidades de meses, pero nada exagerado, sin embargo, siempre bromeamos sobre ello.
—Que dura me la pones, Clover, en serio me impresiona.
—A mí me pone super mojada verte así, estoy lista para que me foll...
—¡Feliz cumpleaños! —grita Stephan abriendo la puerta sin tocar, ocasionando que Clover grite y me suelte el miembro.
Frunzo el ceño viendo a un Stephan que no parece perturbado mientras sostiene un desayuno en una bandeja que tiene globos atados con cintas, francamente es un arreglo bonito, pero me acaba de cortar el polvo de cumpleaños y estoy seguro de que iba a tener sexo anal porque siempre hay en ocasiones especiales.
Para suerte de Stephan no tendré que sacarle los ojos por ver a Clover desnuda, afortunadamente ella aun traía la toalla, en cuanto a mí, poco me importa, aunque he de decir que todo estaría mejor si mi erección bajara más rápido.
—Te gané —Le presume a Clover mientras entra y yo me vuelvo a poner la toalla—. Feliz cumpleaños, mi machote.
—Gracias, mi imbécil.
Rio cuando deja el desayuno a mi lado en la cama y me besa la frente de manera sonora.
—Finalmente entras al mundo de los veintidós. Vive todas las vidas junto a mí, sigamos naciendo en el mismo siglo para seguir siendo amigos ¿Sabes qué? Te prometo que en nuestras próximas vidas seremos pareja que se aman locamente sin nadie impidiendo nuestro amor.
—Intenso —masculla Clover, sentada en la silla frente a mi escritorio.
—Solo estás celosa porque te gané.
—No me hubieses ganado si nos hubieses dejado tener un momento a solas.
Sí, definitivamente me iba a dar el culo.
—Si vas a mudarte, aprende a poner seguro a la puerta —Continúa Stephan, esquivando por poco el libro que Clover le arroja.
Sonriendo tomo un tocino de mi desayuno y abro la lata de cerveza irlandesa de mi marca favorita.
—¡Por el cumpleañero! —digo.
—Por el cumpleañero —dicen al unísono deteniendo su discusión.
***
Arlene: Te gustó mi regalooooo?
Arlene: me esforcé editando el video
Kyra: le faltaban comas
Arlene: bueno es una suerte que el regalo no era para ti
Kyra: a tu mensaje también le faltan comas
Moira: yo le envié una caja de regalo que se perdió en aduanas
Arlene: mentirosa!!! Solo admite que no compraste nada y que usas esa excusa
Mamá: yo le regalé la vida
Moira: mamá todos sabemos que eso no cuenta
Kyra: no es cómo si él te hubiese pedido que lo hicieras nacer. Fue tu egoísmo el que le dio la vida, no una petición de su parte.
Papá: decir eso no está cool, Kyra
Kyra: gracias por usar las comas, papá
Arlene: Nadie le compró regalos a Callum? ¡Eso es cruel!
Kyra: le regalé un cupón para productos de cuidado de la piel y el cabello, de marca coreana
Papá: le pagué un montón de cosas de su súper fiesta
Mamá: ADEMAS DE DARLE LA VIDA le deposité dinero para que vaya a un restaurante elegante y tenga el mejor almuerzo de cumpleaños
Arlene: entonces solo Moira fue la desgraciada
Moira: FUE ADUANAS!
Kyra: mentirosa, apuesto que ni siquiera te acordabas de que era su cumpleaños.
Mamá: saquemos a Moira del grupo
Moira: ¡Mamá!
Arlene: te lo mereces
Kyra: fueraaaa, eres una vergüenza para esta familia.
Moira: por qué siento que estás disfrutando esto, Kyra?
Kyra: porque lo hago.
Y descargo la foto que Kyky envía en donde está sonriendo con una mascarilla en el rostro.
Moira: Bastarda infeliz
Arlene: no pierdan el tiempo y saquen a Moira!!!
Moira: NO ME VOY A IR
Mamá: chao, hija, te amo, pero ¿Olvidar el cumpleaños de Call-me?
Moira: no lo olvidé fue aduanaaass
Kyra: mentirosa.
Mamá: no mientas Moira los cumpleaños son sagrados
Papá: lo siento, Moi-Moi, pero mereces exilio temporal para que recapacites *gruñido con tristeza*
Moira: noooo
Moira: Callum no es rencoroso
¿Desde cuándo no lo soy? Yo no perdono ni olvido, el día que me muera arrastraré conmigo todo mi rencor para seguir despreciando desde el más allá.
Y para dejar en claro cuánto me molesta su falta de regalo junto a su mentira, la sacó del grupo. Casi de manera inmediata recibo mensajes al privado de su parte que ignoro adrede.
—¿Y esa sonrisa malvada? Feliz cumpleaños, irlandés.
Un café es deslizado frente a mí y me encuentro con un sonriente Kevin que tiene ojeras y que se sienta en la silla de al frente.
—Gracias —Le sonrío, dando un trago del café que está bastante bueno—, pero llegas tarde.
—Me dormí muy tarde, estoy sufriendo del puto insomnio y no escuché la alarma cuando apenas me quedé dormido.
Asiento mientras lo veo, recordando las palabras dolidas de Oscar y su versión de los hechos. La verdad es que, aunque Kevin es muy atractivo, en este momento se ve agotado y si está sufriendo de insomnio tiene que estar pasándola bastante mal.
No despego los ojos de él mientras saca los libros junto a sus apuntes para que realicemos el ensayo que luego que deberemos exponer en pareja, porque desde que Clover y yo somos novios, siempre en nuestras clases nos emparejamos, además, somos los mejores de la generación de graduandos de criminalística.
—¿Te veré más tarde en la fiesta?
—No lo sé —frunce el ceño mientras abre su laptop—. No tengo la estabilidad mental en este momento para sobrevivir a otro incómodo y horrible momento con Oscar, no cuando no he dormido bien en días.
—¿No pueden ser civilizados?
—No —responde manera inmediata sin levantar la mirada del libro en tanto busca la página—. Lo lastimé y entiendo que me odia y cómo su odio me hace sentir asqueado conmigo mismo, entonces no lidio bien con ello y soy una perra malvada diciendo cosas de las que me arrepiento.
—Guau, te llamaste perra malvada.
Se encoge de hombros y alza la vista conectando su mirada con la mía y ¡Duendes! Se ve miserable, todo lo que veo es un dolor crudo.
—Yo simplemente... —Suspira—. Creo que no estoy bien ¿Sabes? No puedo dormir, me cuesta comer porque siento que mi estomago se cierra, he bebido y festejado demasiado, pero nada me hace sentir bien y me siento horrible en mi propia piel.
¡Carajo! Qué fuerte, doy un sorbo de mi café mientras espera que yo diga algo.
—Podrías estar atravesando una depresión, está claro que tu salud mental se está deteriorando y no necesariamente tiene que ser por la ruptura con Oscar.
—Creo que me odio a mí mismo —hace una pausa y frunce el ceño—. No, estoy seguro de que me odio —asiente—. Sí, me odio y me desprecio.
—Kevin ¡Vamos! Eres una gran persona.
—¿Sabes qué? Dejemos de hablar de esto, no quiero terminar llorando de manera vergonzosa y decirte todos mis secretos.
Vuelve la vista a la laptop antes de centrarse en el libro mientras lo miro.
—¿Qué pasa, Callum?
—Pensé que eras feliz estando soltero e incluso conectaste con Christian.
—No conectamos.
—Amigo, todos te vimos rozando la lengua con la de él en la fiesta.
—Después de ver a Oscar meterle la lengua a esa estudiante y no llegó a más.
—Entonces... Terminas con Oscar, dices que te sientes asqueado de ti mismo por su odio, te odias y desprecias, eres infeliz, besas a otro porque él besa a otra, sufres de insomnio, te ves cómo la mierda y sufres, pero ¿Quieres que piense que no lo amas?
Nuevamente se encoge de hombros tecleando algo en su laptop.
—Ayúdame a entenderte.
—No hay nada que entender, estoy seguro de que ya escuchaste la versión de Oscar, soy el malo.
—¿Oscar me mintió?
—No, estoy seguro de que todo lo que te dijo es real, él nunca miente.
—¡Duendes! Esto es muy confuso.
—No lo pienses demasiado —Me sonríe—. Yo trato de no hacerlo.
Lo que entiendo es: cierra la puta boca, no quiero hablar de ello.
Pero soy Callum Byrne, así que lo intento una vez más.
—¿Tienes una enfermedad terminal de la que quieres protegerlo para que no sufra ni te vea así y por eso lo alejas? —digo con rapidez y parpadea hacia mí.
Eso ha pasado en un montón de libros, es una premisa súper famosa y una posibilidad.
—¿Te vas a morir? ¿Kevin vivo se convertirá en Kevin difunto?
—No tengo ninguna enfermedad.
—¿Seguro que no tienes cáncer, sida, alguna enfermedad terminal de los riñones, obstrucciones graves en tu cuerpo, una rara enfermedad o virus...?
—Estoy seguro, Callum —Me corta—. Algunos dirían que solo tengo la enfermedad de ser un maricón.
Enarco ambas cejas y asiento calzando sus palabras.
—¿Te amenazaron? ¿Fue la mamá de Oscar?
—No quiero hablar más de este tema.
—¡Carajo! ¿Qué te dijo su mamá? Que maldita infeliz. Kevin lo que sea que te dijo no la escuches, en los libros cuando escuchan a la mamá malvada, solo se sufre.
—Basta, Callum.
Y en serio parece que se irá corriendo a llorar por lo que decido parar... Por hoy.
—Bien, lo siento. Hagamos este ensayo.
Pero mientras lee el libro, debajo de la mesa escribo un mensaje a Clover.
Callum: La mamá de Oscar es una bastarda infeliz que los separó. 100% seguro aunque carezco de pruebas
Ella se encuentra en clases y es posible que no me responda de inmediato así que asiento y comenzamos a realizar el ensayo, de esa manera más tarde podré disfrutar de mi fiesta de cumpleaños.
***
—¿Qué tan grande es la fiesta? —pregunta Moira al teléfono y tardo en responderle porque le hago señas a uno de los trabajadores para que ubique el sonido más hacia la izquierda.
—Oficialmente son ciento quince invitados, pero sabemos que al menos unos ciento cincuenta posiblemente se colarán, hay dos fiestas más en el campus, pero todos quieren celebrar la vida de este irlandés.
—Eres demasiado arrogante.
—Y me sienta de maravilla serlo —replico de inmediato viendo la decoración en verde y blanco.
Es elocuente y divertida de la manera en la que quiero que sea mi fiesta de cumpleaños.
—Es una fiesta enorme, Call-me.
—Sí, es la primera vez que tengo una fiesta tan grande, pero piénsalo, tengo novia, sigo siendo el mejor de criminalística, es mi último año y papá accedió a pagar varias cosas.
—¿Estás gastando tus ahorros?
No, estoy usando parte del dinero que Lincoln George me transfirió aquella vez tras "ayudarlo" con Edén en el bar, muchas veces me pregunto si las cosas entre ellos funcionarían, pero las veces que he entrado a su perfil de Instagram no veo ninguna actualización de ello. Se supone que en un inicio ese dinero sería usado para comprar el boleto de Clover a Irlanda y cubrir su estadía, pero debido a que llegó de sorpresa y que de hecho también gracias a Lincoln nos hospedamos gratis en un super hotel, decidí que era justo invertirlo en mi fiesta de cumpleaños y mantener otra parte para citas exclusivas que he estado teniendo al menos cada dos semanas con mi trébol.
Aunque ese no es el único dinero que tengo, lo que pasa es que el otro es ilícito...
—Aún tengo ahorros, gracias por preocuparte por mis finanzas, Moi-moi.
Y sobre el dinero ilícito... Tengo dinero que me dio el tío Lorcan luego de que casi muriera con aquel agente altamente letal y contagioso que crearon, pero eso es algo que prefiero guardarme porque papá me obligaría a devolver el dinero y amo el dinero, mucho. El dinero sí compra la felicidad porque me permite comprar: comida, condones, ropa, pagar citas para mi novia, darle regalos, surtirle gasolina a mi auto, comprar lubricante, reponer la ropa interior de Clover cuando me pongo salvaje, comprar libros de estudio, pagar gastos básicos del piso, ir de fiestas, hacer fiestas, gastar en tonterías y seguir ahorrando.
Mi felicidad sí que la compra el dinero.
—¿Puedes volver a meterme al grupo? —pregunta fingiendo ser pasiva y no la fiera lunática que es.
—No, porque eres una horrible hermana mayor que olvidó mi nacimiento y fingió enviarme un regalo.
—¿Y si te digo que llegaré de sorpresa a tu fiesta?
—Lloraría.
—Aw...
—De molestia porque arruinarías mi logística y eres una borracha molesta.
—Pues jódete, ingrato, porque de hecho ya estoy en tu casa, Clover me ayudó a darte esta sorpresa y Kyra también vino.
—¡Jesús, Moira! Gracias por arruinar totalmente la sorpresa —Escucho a Kyra y sonrío.
—¿No las puedo devolver de dónde sea que vinieran?
—No, no puedes. Además, te trajimos regalos —Me engatusa.
—Oh, en ese caso, son totalmente bienvenidas a quedarse.
—Estoy preparándote una merienda de cumpleaños, Call-me —Me hace saber Kyra tomando el mando del teléfono—. Me alegra haber llegado sin ningún retraso en el vuelo, a Lele le habría gustado venir, pero no creo que esté en edad de entrar a una de tus fiestas.
—Lo haces sonar cómo si mi fiesta de cumpleaños fuese un acto censurado lleno de perversión.
—Nunca se sabe —Se ríe—, después de todo, se trata de ti. Ven pronto para que puedas disfrutar de tu merienda de cumpleaños y hablemos.
—Iré pronto, solo déjame verificar que Stephan tenga el control de toda la organización.
Vuelve a pasarle el teléfono a Moira, pero antes de que se pueda poner a delirar, cuelgo, lo que seguro me hace ganarme unos mensajes de odio.
Ansioso por ver los regalos que mis hermanas trajeron para mí y emocionado de que estén compartiendo con Clover, voy hacia mi imbécil entregándole toda la lista de logística para dejarlo a cargo.
Pese a su personalidad imbécil y elocuente, Stephan es un genio en planear fiestas y además es bastante inteligente, no por nada tiene una beca jugosa cubriéndole la matrícula, así que me escucha atentamente y casi lo beso cuando aporta ideas que me parecen increíbles.
Mi fiesta de cumpleaños es a las afuera de la OUON, un salón de fiesta dentro de un club por el que pagué. Antes he hecho solo una fiesta de cumpleaños en la casa, las otras dos las celebré yendo a otras fiestas, pero debido a que este es mi último año y las altas posibilidades de que sea el último en mucho tiempo en donde todos mis amigos de la universidad estén reunidos en un mismo lugar, quise hacer algo bastante grande.
Sabiendo que Stephan no va a cagarla, me dirijo hacia la salida y tengo que admitir lo intimidante que es ver a una hilera de diez tipos encargados de seguridad... Tipos peligrosos y también hay cuatro mujeres, todos ellos dedicados a la vida honrada de la mafia.
La mafia irlandesa ¿Ves? Ahora que acepto mi maldad interior puedo decirlo sin temblar ni titubear.
Desde del asesinato de Vanessa, en paz descanse ese dulce ser, poco he sabido del tío Lorcan, de hecho, no he sabido nada, no es que antes de su ayudita habláramos constantemente (ni siquiera tenía su número), pero de alguna manera siento que ahora es mucho más silencioso, sin embargo, hace tres días me había llegado un correo de su parte explicándome que sabía de mis planes de una inconsciente e irresponsable fiesta de cumpleaños y que por mi seguridad ese sería su regalo de cumpleaños, el prestarme a catorce miembros de la MI a su cargo.
No son veteranos, lo más probable es que ninguno de ellos posea un rango importante, pero ¡Joder! Esta gente está dispuesta a matar por mí y tengo que admitir que es algo emocionante además de inquietante, tener tanto poder se siente bien.
Ojalá el tío Lorcan también me hubiese regalado otro cadáver para mí solito, para poder estudiarlo porque, aunque casi me pude haber muerto la vez pasada, la verdad es que estuvo increíble y deseo poner en práctica todo lo que sé.
—Call-me —Me dice uno de ellos, el que está a cargo.
Ellos me llaman de esa manera porque es la forma en la que mi tío se dirige a mí.
—Le llegó una caja que, por seguridad y órdenes del jefe, tras ver el remitente, debimos revisar. Viene de Austria y Lorcan sugiere que decida si quiere responder, haremos llegar el mensaje si así lo decide.
Entonces otro de ellos me extiende una caja blanca que tiene unas manchas carmesís que dudo sean de pintura. Conozco muy bien la sangre.
La tomo con curiosidad y la sacudo escuchando algo moverse en su interior.
—Bien, veré esto en mi auto. Luego te digo qué quiero responder.
Asiente, pero dos de ellos me siguen hacia mi auto y es bastante raro, pero no mentiré, esto de tener tipos armados siguiéndome está bastante entretenido.
Ellos permanecen a cada lado de mi auto mientras estoy adentro y una de las mujeres se ubica al frente sin dejar de ver alrededor, en este momento soy un príncipe de la mafia ¡Uy! Cuidado que te disparo.
Quito el lazo brillante de la caja y confirmo que las manchas de sangre están secas. Adentro hay una nota y también más sangre ni siquiera tengo que leer para saber de quién se trata y lo que hay en el interior... Bueno, no debería estar aquí.
—Puto Bryce —Mascullo.
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