14. Uno y uno es igual a tres


Uno y uno es igual a tres.

Clover.


—Mira, ahí está Callum —dice Edna en medio de un bostezo.

Doblada hacia abajo para tocarme la punta de uno de mis pies mientras hago calentamiento para trotar, alzo la vista encontrando a cierto irlandés riendo con un muchacho desconocido que camina a su lado.

No diré que soy celosa, pero mi mirada persigue la mano toquetona del muchacho sobre el brazo de mi novio, dicha mano luego se pasea por su abdomen en tanto parece decirle algo que lo hace reír y pasarse una mano por el cabello rojizo despeinado.

No soy una novia celosa, pero estoy celosa.

Me incorporo con lentitud y aprieto mi coleta de cabello, entrecerrando los ojos hacia ellos, el muchacho no se aleja, de hecho sigue paso a paso a su lado hasta que llegan justo frente a mí.

—Mi trébol —dice con su típica sonrisa encantadora, acercándose y dándome un pequeño beso en la boca antes de envolverme en sus brazos.

El abrazo no es muy inocente ya que sus manos se deslizan por mi espalda hasta acunarme el trasero por encima de la tela de mi lycra deportiva, siendo lo suficiente descarado para trazar con dos de sus dedos el pequeño triangulo de mi ropa interior y el inicio de la tira que descansa entre mis nalgas.

No me siento ultrajada ni amedrantada, porque Callum y yo somos muy físicos, apuesto que incluso resultamos molestos o excitantes para los demás, si estamos juntos siempre tenemos las manos uno sobre el otro en algún momento, sea inocente o descarado cómo ahora.

Le planto besitos en la barbilla notando que es probable que esté amanecido, pero encontró tiempo de afeitarse.

Viendo detrás de él, descubro que el muchacho recién llegado me da una larga mirada cómo si me evaluara y yo alzo la barbilla de manera desafiante en tanto Callum me da un ligero apretón en el culo antes de liberarme.

—¿Qué haces aquí? —Le pregunto luego de que le pellizque una mejilla a Edna a modo de saludo, lo que por supuesto fastidia a mi amiga.

—Me invité a trotar con ustedes ¿Qué más agradable que despertar un sábado bien temprano y trotar con mi novia tras dormir apenas un par de horas?

—No suena divertido —digo, sonriéndole finalmente porque es demasiado encantador—, pero a mí me gusta que estés aquí.

—Quería ver tu dulce carita, no lo hice ayer y sacrifiqué mis horas de sueño por venir a trotar contigo.

—Gracias por tu encantador sacrificio, ¿Qué tal estuvo la fiesta? —pregunto.

Anoche Callum se había ido de fiesta con Stephan y otros amigos, yo decidí pasar porque quería adelantar material de estudios y francamente no me apetecía festejar, me encantan las fiestas, pero no siempre quiero ir.

Llevamos dos semanas y medias de haber iniciado nuestro último año y pese a que la carga académica es menos, digamos que los profesores iniciaron con fuerza y el tema de la tesis ya comienza a darme pesadillas.

—Estuvo bastante genial, hubiese sido mejor contigo —Me da un toquecito en el costado con los dedos antes de acomodar mi camisa arrugada—... ¡Ah! Te presento a Christian, nos conocimos ayer —Me dice, haciéndose a un lado para que vea a su nuevo amigo.

Con esa apertura, ahora sí que detallo a Christian: alto, guapo, castaño y con una piel pálida que hace que sus ojos azules resalten, también se ve atlético, está bueno, la camiseta ajustada que trae lo confirma ¡Es malditamente caliente!

Una vez más él también me repasa con la mirada y no me gusta su sonrisa, que es bastante linda, pero mi mente asume que es una sonrisa de "ah, esta es la noviecita del irlandés, nada del otro mundo". Estira la mano hacia mí, con uñas pintada de negro y la estrecho.

—Soy Clover —señalo.

—Y ya lo escuchaste, soy el nuevo amigo de Callum —Me dice en tono burlón y le aprieto un poquito más fuerte la mano.

—Y ya lo viste, soy la novia.

—Bien... —dice Callum con lentitud viendo del uno al otro—. Chris quiso unirse a nosotros.

Ya lo llama Chris.

Sonrío con los labios juntos y asiento hacia Christian que le guiña un ojo a Callum. A mí nadie me va a llamar loca cuando digo que ese hombre desea a mi novio, siento las vibras, las emite fuertemente.

—Si ya tienes compañía —dice Edna haciendo que volteemos a verla— ¿Significa que puedo volver al dormitorio y no sufrir por este cardio innecesario?

—No, te quedas —Le ordeno y maldice por lo bajo.

—Soy Edna por cierto, ya que nadie se dignó a presentarme —dice caminando hacia Christian que le estrecha la mano con una sonrisa amigable.

Después lo veo acercarse a Callum y susurrarle algo que tiene a mi irlandés riendo y yo solo veo tratando de lucir tan normal como siempre.

Soy una novia súper racional, confiada y segura.

También soy una novia reconectando con la sensación de los celos.

—Clover aprieta el puño con rabia —narra Edna en mi oído con diversión—. Relájate, loba, tu lobo está a salvo.

—Estoy relajada —Mascullo antes de aclararme la garganta—. Bueno, empecemos a trotar, no hay tiempo que perder. La ruta es...

—Callum me explicó la ruta mientras caminábamos hacia acá, conversamos de muchas cosas en la fiesta y de camino aquí, estoy al tanto —Me dice Christian.

—Mi novio siempre tan amable —digo, acercándome a darle una palmadita en una de las nalgas a Callum.

—Amo tus manos amistosas —Me dice dándome un beso en la punta de la nariz.

Ese simple gesto me relaja y le sonrío tan amplio que él ríe antes de besarme en la boca, dándome continuos besos cortos que me hacen suspirar.

—Tu novio también es un gran bailarín —Me dice Christian.

—Lo es, es muy bueno en ello —Le sonrío.

—Sí, demasiado bueno —Me ve y luego desplaza la mirada hacia Callum.

—Debí quedarme durmiendo en la resi, aunque esto podría estar interesante —escucho a Edna en medio de un bostezo.

—Iniciemos —dice Callum antes de voltear a verme—, pero primero dame otro beso.

Sonriendo contra mis labios me toma el rostro en sus manos, dándome un beso exageradamente sonoro que me hace reír.

—Trotemos, así después tomamos una ducha juntos —Propone antes de retroceder.

Me encanta el plan, casi me olvido de su nuevo amigo que lo desea. Se dice muy poco después de eso y luego comenzamos el trote.

Me gusta trotar sin hablar porque eso evita que me entre algún aire y que pierda el control de mi respiración. Edna es tan lenta cómo siempre, plegada de quejas, pero mientras mantengo mi trote al paso de siempre, Callum va por delante, tiene una resistencia impresionante que siempre envidio, pero mientras estoy motivada por la manera en la que su culo se alza con cada pisada y la fuerza de sus piernas pálidas, Christian me pasa y asume el troto de mi novio, hablándole e iniciando una conversación.

Ninguno de los dos pierde el control de su respiración, está claro que ambos están familiarizado con el entrenamiento y se ven bastante bien, demasiado bien, porque el tal Christian está bastante caliente.

—Al menos tengo motivación —Grita Edna desde atrás y volteo para confirmar que está viendo a los dos hombres trotando por delante.

Me tropiezo con mis propios pies y maldigo porque casi beso al suelo y debo disminuir mi paso para no caer, cuando vuelvo a mi trote ligero, Callum y Christian ya van bastante adelantados y suspiro diciéndome que me deje de tonterías y me concentre en lo mío.

Callum le puede gustar a muchos, pero él me escogió a mí y no me pondría el cuerno, primero me dejaría... Pero no parece que tenga planes de hacerlo.

Me relajo tanto cómo puedes hacerlo al trotar, Callum va tan adelantado que apenas si veo su espalda y Edna tan atrás que me pregunto si se detendrá, si tarará la toalla cómo siempre.

La verdad es que es bastante buena amiga, odia trotar y aun así siempre termina diciéndome que lo intentará de nuevo solo para no dejarme hacerlo sola.

Estoy sudando, el corazón me late de prisa y me concentro en inhalar profundamente y exhalar con fuerza, pero entonces comienzo a acercarme a los edificios deshabitados de una antigua residencia y mi paso se vuelvo incierto, me lleno de inquietud al acercarme al lugar en el que olvidé lo que al parecer fueron importantes momentos, el lugar en el que estuve el día que Bryce fue expulsado de la universidad.

Me detengo y simplemente observo esa pared, mi mente va a la deriva y los vellos de mi cuerpo se erizan cuando escucho pedazos de esa voz tormentosa que no quiero escuchar nunca más en mi vida.

«Tienes que ser buena si él hizo tanto por protegerte...»

«¿Lo estás disfrutando, verdad?»

—No —susurro abrazándome a mí misma y comenzando a sentirme ajena a mi cuerpo.

El corazón me late deprisa por todo el trote y mi respiración consiste en jadeos, pero sé que también se debe a esa voz despreciable en mi cabeza.

Mi mente evoca sensaciones, haciéndome experimentar el tacto frío de algo filoso contra mi brazo y un aliento indeseado contra mi cuello.

«Ni siquiera tengo que drogarte, te gusta tanto que te quedas dócil y tranquila»

«Lo estabas esperando, lo quieres tanto cómo yo ¿Por delante o por detrás? No importa, yo decido...»

No lo veo, pero siento mis manos sostenidas por encima de mi cabeza, soy retenida y una sensación nauseabunda me embarga. Cerrando los ojos me digo que no es real, que debo alejar esa voz, esas sensaciones, que no puedo dejar que me invadan.

No, por favor, no.

Entonces un pensamiento urgente viene cómo un eco, el recuerdo de un ruego que me hice a mí misma:

«Por favor muévete, Clover, por favor hazlo.

Por favor, haz algo, no lo dejes hacerte esto.»

Me estoy ahogando con una respiración errática cuando siento otra sensación me invade: mis pechos ser manoseados, su voz susurrando cosas que no logro entender, manos errantes y el inconfundible miedo que me empapa todo el cuerpo de un frenesí desesperado por escapar.

Entonces grito, grito con mucha fuerza pidiendo ayuda, rogando que ayuden a la Clover de esa mañana, a la Clover de hoy que experimentan tales sensaciones. Grito sintiendo a mi garganta irritarse cuando no me detengo, cuando lo hago una y otra vez, no puedo parar y quiero que se detenga.

Quiero que pare.

Alguien intenta agarrarme desde atrás y me embarga el terror porque no soy capaz de distinguir entre los recuerdos de esas sensaciones y la realidad actual. Así que golpeo, me sacudo y lucho porque no quiero que me lastimen.

No puedo dejar que me toque, no de nuevo, no otra vez.

Grito pateando y golpeando intentando alejar las manos y soy vagamente consciente de que hay voces a mí alrededor, mi nombre siento dicho una y otra vez, después siento dolor en mis piernas, en mis rodillas y los antebrazos.

—Abre los ojos, Clover, ábrelos —Me ruegan—. Por favor ábrelos, mi trébol.

Abro los ojos mientras mi respiración es errática y encuentro a un par de ojos verdes que me ven con preocupación y angustia.

Callum se alza sobre mí, a horcajadas sobre sin dejar caer su peso y sosteniéndome las manos con la suya. Su respiración es casi tan agitada cómo la mía y sus brazos tienen rastros carmesí de rasguños al igual que su cuello.

Siento la humedad escapando de mis ojos en tanto me ubico en la realidad, en el ahora. Mi garganta arde y por un momento siento que me hundo, que me ahogo, que el alma me pesa y mi espíritu es nada.

Abro la boca, pero me cuesta hablar, no encuentro mi voz y eso es aterrador. Me toma varios intentos y lo hago con voz inestable.

—No pude verlo —susurro con voz quebradiza—. No lo vi, pero me hizo algo...

»Aquí, en este lugar me hizo algo —Un sonido lastimero escapa de mí—. Sentí sus manos, estuvieron en mí ¡Me tocó! ¡Él me tocó!

Y rompo a llorar con sollozos.

Siento cómo Callum libera mis muñecas y baja de mí, incorporándome hasta atraerme a su regazo, acurrucarme y abrazarme. Lloro diciendo cosas inentendibles y él me abraza, me refugio en su pecho, aferrando lo dedos en su camisa y odiando la voz de Bryce en mi cabeza, odiando no poder ver lo que hizo, no saberlo, pero odiando la idea de que pude sentirlo...Me tocó y no sé qué tanto, no sé qué le hizo a mi cuerpo, pero me tocó, pude sentir sus manos, saboreé el asco y el miedo.

—Pueden ir avanzando, nos quedaremos aquí un momento, ella necesita espacio —Escucho a Callum, cuya voz suena afectada.

—No me iré, es mi mejor amiga —Esa es Edna.

—Quiero que se vayan, no quiero que me vean, quiero que se vayan —Lloro.

Creo que Edna dice mi nombre, pero no respondo, me aprieto más contra Callum, humedeciéndole el pecho con mis lágrimas.

—Ella hablará contigo después, Edna —Alcanzo a escuchar a Callum.

—Te quiero, Clover y esperaré todo lo que haga falta a que quieras hablarlo conmigo ¿De acuerdo? —dice mi amiga— Y lamento ser una lenta trotando, haberme quedado atrás ese día y dejarte sola, todos los día lo lamento.

No fue su culpa.

Tampoco fue mi culpa.

Pero no logro decirlo porque lucho contra las náuseas de manos errantes sobre mí. En mi cuello, mi cabello, brazos, pechos y...Y... Entre mis piernas.

Nuestro alrededor se vuelve silencioso, pero mis pensamientos me gritan. La voz de Bryce se vuelve un eco lejano, pero eso eco aun consigue lastimarme porque escuché fuerte y claro.

—No sé lo que me hizo —susurro—, nunca lo sabré.

—Ojalá pudiera matarlo, lo haría, Clover, en serio que lo haría.

»Ojalá pudiera arrancarle los dedos con los que se atrevió a tocarte, cortarle la lengua con la que se atrevió a hablarte y quemarle los ojos con los que se atrevió a mirarte —Me toma la barbilla en los dedos y con su pulgar me limpia las lágrimas—. Lo lamento, lo lamento tanto y odio no saber qué decirte, odio no poder borrar tu incertidumbre ni tomar tu dolor, me siento inútil.

Lo veo y aprieto los labios sintiéndome avergonzada, no de lo que me hicieron, pero sí del repentino pensamiento y admisión real que me absorbe, me hace sentir cómo una mierda.

—Si volviera a verlo lo mataría, Clover, lo mataría por hacerte esto.

—Basta —digo, saliendo de su agarre en mi rostro y poniéndome de pie.

De nuevo noto el dolor y me doy cuenta de que mi lycra deportiva se rompió en mis rodillas en dónde ahora tengo raspones sangrantes al igual que mis antebrazos.

—Te caíste. Te encontré forcejando con Edna...La lastimaste, pero ella sabe que no fue adrede.

Me abrazo a mí misma y lo veo, los rasguños en su piel pálida, también le hice daño.

—No me duele, bueno, arde, pero no importa, no lo hiciste adrede...

—Pensé que eran sus manos —confieso y Callum traga.

Un enorme silencio cuelga entre nosotros y me estremezco.

Es increíble cómo todo puede cambiar en cuestión de segundos.

En mi ignorancia todo era más fácil.

—Clover, he querido decirte esto desde hace semanas —Su voz suena cautelosa—. Ver a un terapeuta te ayudaría, conversarlo con un profesional que te ayude a manejar, entender y salir adelante de lo que te ha sucedido.

»Fuiste agredida, me duele decirlo y pensarlo, pero te agredieron y no...No sabemos cómo, eso te está haciendo daño.

Sacudo la cabeza en negación.

—Sabes que obtener ayuda no es estar loca ni estar enferma, tampoco es ser débil, lo sabes —Da un paso hacia mí cómo si yo fuese un animal acorralado.

—Sé que no me hace débil y que las personas fuertes piden ayuda —murmuro viendo detrás de él porque me siento avergonzada de mis siguientes palabras—, pero no quiero.

Otro largo silencio transcurre.

—¿Por qué no quieres recibir ayuda?

—Porque no quiero recordarlo, no quiero. Todo lo que hice fue escuchar pocas palabras con su voz, el eco de su toque errado y me derrumbó, no quiero recordarlo, no sé si lo soportaría.

»Y sé que eso le da poder ¡Joder! Lo sé, pero tengo pánico de tan siquiera desbloquear recuerdos y descubrir que me hizo... Que él... Que tocó mi cuerpo...No puedo ¡No quiero!

Puedo ver en su rostro cómo la frustración y la compresión lo embargan.

—En serio quiero matarlo —masculla.

—Quiero dejarlo atrás.

—Clover, no lo estarías dejando atrás, solo estás enterrando a alguien que seguirá atormentándote en momentos inesperados cómo ahora. No puedo decir que entiendo cómo te sientes, porque no lo sé, pero puedo decir que me mató verte perder el control de esa manera.

»Tus rasguños dolieron, pero más dolió verte fuera de ti temblando, gritando y lastimándonos porque pensaste que éramos él, no fuiste capaz de vernos, lo viste a él.

—Sé que no eres él.

—Lo sabes ahora, pero en ese momento, ese instante, pensaste que mi toque te haría daño, que Edna te lastimaba. Ahora estás bien, pero ¿Y si vuelve a suceder? No mereces vivir así, no lo mereces, Clover.

Trago porque tiene un punto importante y porque me duele escuchar que lo lastimé junto a Edna, porque me asusta que vuelva a pasar.

Pasé meses eludiendo esos recuerdos, pasar por este lugar solo lo trajo de nuevo a la luz. Tal vez si lo evito...

—Clover...

Vuelvo la vista a Callum que me ve de manera suplicante.

—Yo... Lo pensaré ¿De acuerdo?

Deja ir una lenta respiración y acorta la distancia abrazándome.

—Muy bien, mi trébol, piénsalo, pensarlo ya es un gran paso.

Excepto que no lo pensaré.

Le acabo de mentir y me duele.

Pero mi miedo a recordar es demasiado grande.

***

Tomo asiento al lado de Callum dejando mi ensalada de frutas en la mesa. Edna y Christian se encuentran casi terminando su desayuno y tengo que admitir me hace sentir incómoda que éste último, siendo un completo desconocido para mí, me viera en un momento vulnerable.

Sin embargo Christian me da una sonrisa de simpatía y se la devuelvo hasta que su gesto cambia al ver a Callum.

Pero más grande que cualquier indicio de celos, es mi preocupación por mi amiga. Edna tiene el labio roto y un ojo hinchado, también trae rasguños en la barbilla. Mi amiga es de una complexión menuda, tengo mucha más fuerza que ella y también más peso corporal, no es difícil entender cómo logré lastimarla tanto cuando intentaba ayudarme.

—Edna, lo siento, no quise lastimarte —digo con la voz rara y ella me da el intento de una sonrisa.

—Nunca nos peleamos, bien dicen que pelea de amigas sella amistad verdadera —Se inventa para sacarme de la situación.

—No está bien lo que hice, lo siento, yo... Pensé que...

—Sé que no me viste a mí, que no querías lastimarme, Clover —Se encoge de hombros—. Tengo que admitir que me siento magullada y más nunca quiero recibir tus golpes, pero no haremos de esto una gran cosa.

—Tampoco lo meteremos debajo de la alfombra, está bien que ella se disculpe, no quería lastimarte y reconoce lo que pasó —dice Callum—. Fingir que no lo hizo, no hará ningún bien, Edna.

—De acuerdo, tal vez tengas razón —Edna parpadea hacia Callum pareciendo sorprendida antes de verme—. Te disculpo, tratemos de que no vuelva a ocurrir, porque la verdad es que me duele, tienes mucha fuerza.

—No volverá a ocurrir —prometo, pero me siento insegura porque hace un rato no tuve control ¿Y si me cegara una vez más?

—Si quieres hablar de ello, siempre te escucharé ni siquiera tendría que decírtelo —Me hace saber Edna con seriedad— y vale, no estoy estudiando nada relacionado con la mente, pero soy tu amiga y sé escuchar. Estoy y siempre estaré para ti.

»Hablo en serio cuando digo que lamento haber sido lenta ese día que salimos a trotar y dejarte sola, si hubiese sido más rápida y te siguiera el paso...

—No fue tu culpa, no lo sabías y yo tampoco. Aun ni siquiera lo sé.

Seguramente Christian no entiende lo que hablamos, podría hacerse apenas una idea, pero ni Edna ni Callum hablarán de ello, mucho menos lo haré yo, es algo que solo sabe nuestro grupo de amigos y así es cómo permanecerá.

—Hablaremos mejor de esto cuando estemos solas —Me dice Edna y asiento en acuerdo.

Comienzo a desayunar pese a tener una sensación de pesadez en el estómago y sonrío cuando me doy cuenta de que a la cafetería entra Stephan viéndose magnifico cómo siempre y saludando a todos a su paso. Es un ser tan social cómo su machote Callum.

Stephan no pierde el tiempo de venir hacia nosotros y cuando se da cuenta de la presencia de Christian, rueda los ojos. Casi había olvidado que no soy la única que podría celar al irlandés, que tengo a un aliado incluso más celoso de lo que podría a llegar a ser yo.

En cuanto el recién llegado se detiene en nuestra mesa, exactamente a un lado de Edna, ella murmura un "hola tonto" que lo tiene viendo hacia ella. Veo el momento exacto en el que la sonrisa de Stephen se borra.

—Pero, belleza ¿A ti quién te ha dado una paliza? ¿A quién tengo que partirle la cara por atreverse a tocarte? —pregunta sonando genuinamente indignado y molesto.

—Golpéame —digo y Stephan me ve con confusión—, fui yo.

Stephan ríe como si fuese una broma, pero cuando nadie más lo hace, frunce el ceño.

—¿Fuiste realmente tú? —pregunta con cautela y los ojos muy abiertos, asiento—, Pero ¿Por qué tan agresiva? Esta mujer es tu mejor amiga ¡Tu mejor amiga, Clover!

—No quise hacerlo —juego con mis dedos.

—Ellas están bien —Le dice Stephan.

—Pero mira cómo la ha dejado magullada, si parece que la arrastró.

—Stephan —dice Callum con paciencia y calma—. Te lo explicaré luego.

—Mira amo a nuestro Clover, pero no está divertido que le dé una golpiza a su amiga y espero no ser el único dándose cuenta de eso.

—Lo siento —repito y él respira hondo, sacudiendo la cabeza cómo si lo hubiese defraudado, pero estuviese dispuesto a darme otra oportunidad.

Veo con mucha atención cómo se agacha y toma la barbilla de mi amiga evaluando el daño en tanto ella le explica que fue un accidente, que no se lo debe tomar tan en serio y ser imbécil conmigo.

Se tocan con familiaridad, demasiada familiaridad.

Entrecierro los ojos cuando ella ríe por lo bajo a algo que él dice, que los demás no alcanzamos a escuchar, y Stephan le planta un beso en la mejilla.

Un beso en la mejilla a Edna.

Y Edna lo permite, de hecho le da una pequeña sonrisa.

No hay comentario sarcástico, cruel o frío.

Ella le sonríe.

Luego él le acaricia con cuidado el pómulo y le susurra alguna otra cosa que la hace rodar los ojos, pero Edna no parece molesta o fastidiada.

—¡Estás durmiendo con mi amiga! —grito o más bien lo acuso cómo si cometiera un crimen.

Ambos voltean a verme sobresaltados, Stephan frunce el ceño hacia mí.

—No estoy durmiendo con Edna.

—No mientas —Lo reprende Callum—. Eres imbécil, pero no un mentiroso.

—¡No estoy mintiendo! No duermo con Edna.

Bueno, tal vez entendí mal las señales y se han hecho amigos...

—Estoy follando con Edna.

De acuerdo, entendí bien.

—Gran sutileza, imbécil —Le dice Edna con el ceño fruncido.

—¿Había que adornarlo? —pregunta soltando un bufido—. Le estoy metiendo mi miembro erecto apasionadamente a tu muy buena amiga.

Callum rompe a reír y volteo a verlo, se tapa la boca con una mano, pero sus hombros tiemblan.

—No —Les digo a mi amiga y a Stephan.

—¿No qué? —pregunta Edna.

—No puedes follarte a Stephan.

—¿Y por qué no? —Ahora es ella quien frunce el ceño.

—Porque... Porque no ¡No te gusta Stephan!

—Oye, le gusto a todos.

—Ciertamente es guapo aunque no sea mi tipo —comenta Christian sin dejar de comer—. A mí me gusta.

—Gracias, pero tú no me gustas y no me caes bien —Le dice Stephan de manera odiosa.

—¡Stephan! —Lo reprende Callum, él rueda los ojos.

—¿Qué? No quiero ser su amigo ni que sea el tuyo, conmigo tienes suficiente y te dese...

—Tóxico —finge una tos Christian.

—Él no es tóxico —Lo defiende Callum—. Es mi imbécil.

Pero ¿Cómo la conversación terminó así? Un drama a la vez.

Me aclaro la garganta y retomo el punto en cuestión.

—Tú y Edna no puede estar pasando. Simplemente no.

—Pero ¿Por qué no? Somos libres de hacer lo que queramos y queremos follar pues lo hacemos —argumenta Edna.

—No entiendo por qué nuestro trébol está siendo tan dramática —dice Stephan sentándose sobre el regazo de Edna que finge quedarse sin aire—. Lo siento, mis músculos pesan.

Y ella se ríe.

¡Oh, Dios mío! Se gustan, genuinamente se gustan y genuinamente están teniendo sexo, quién sabe desde cuándo.

Volteo a ver a Callum que se encoge de hombros y alza las manos cómo si intentara librarse de esto.

—Lo supe hace un tiempo, pero aún estoy procesándolo y le dije a Edna que te dijera ¡Por todo el oro de Irlanda que se lo dije!

—Tu jerga irlandesa es linda —dice Christian y volteo a verlo dándole una dura mirada—. ¿Qué?

Un drama a la vez, me recuerdo.

—No me lo dijiste —digo hacia Edna.

—No somos una relación formal, solo nos estamos divirtiendo, no es un gran drama y no sé por qué piensan que debemos ir dando anuncios sobre que estamos follando, es nuestra intimidad.

—Solo se están divirtiendo —Me rio de manera incrédula y le doy golpecitos en el muslo a Callum—. Dicen que se están divirtiendo.

—Sí ja ja ja —Finge Callum reírse viéndome desconcertado—. Creo que yo me lo he tomado mejor.

—Hiciste drama, pero no tan así —concuerda Edna.

—Mi machote fue comprensivo.

—¡Soy comprensiva! Soy una amiga comprensiva —Me defiendo y Stephan me ve con duda.

—En este momento no eres muy comprensiva, me estás juzgando.

—¡No te estoy juzgando!

—Lo miras cómo si lo juzgaras —dice Callum.

—No lo está juzgando —defiende Edna—. Clover nunca juzga.

—Qué amistades tan invasivas —comenta Christian.

—Clover no está siendo invasiva —Lo calla Stephan—. Solo nos quiere y se preocupa, eso hacen los amigos, lo sabrías si fueses nuestro amigo.

—Stephan —dice Callum.

—No lo quiero ¡Joder! No lo quiero —Se queja Stephan.

—No es que tampoco me caigas súper bien —Se encoge de hombros Christian.

—¿A ti te cae bien? —Me pregunta Stephan, cómo si me retara a dejarlo solo con su odio.

—Estás follando con mi mejor amiga, Stephan.

—Sí, establecimos que estoy haciendo eso y que la pasamos bien. Nos estamos divirtiendo. Tú te diviertes con mi machote y nadie te dice nada.

—Eh, no es lo mismo —Se exalta Callum—. No compares.

—¿Podemos dejar de hablar sobre mi vida sexual y la de Stephan? —Se queja Edna.

—Es entretenido —dice Christian.

—Cállate —Le ordena Stephan.

—Sí, cállate —Le sigue Edna.

Se gustan, puedo verlo.

Los estoy viendo.

Y para hacer una imagen más nítida de mi horror hacia este descubrimiento, Maida, vistiendo una falda de cuerina rosa con un top de tirantes mega ajustado plateado, entra a la cafetería, sonriendo en cuanto nos ve.

Clavo mis uñas en la pierna de Callum y él gime por lo bajo intentando sacudirse mi mano mientras yo veo esta trágica historia suceder.

Maida nos saluda, Stephan le sonríe ampliamente diciendo que está feliz de verla, Maida le devuelve la sonrisa y después ve a Edna, le pregunta por qué está golpeada, todos en la mesa me ven.

—¿Le pateaste el culo a tu amiga?

—No quise hacerlo.

—Pero sí parece que la arrastraste, amor. Pobrecita mi otro amor —Hace puchero hacia Edna quien le sonríe.

—Fue sin querer, luego te lo explicaremos —Le promete—. Clover y yo estamos bien.

—Qué bueno, porque suficiente con ex amantes enojados de OK.

—¿Quién es OK? —pregunta Stephan.

—Oscar y Kevin —responde Callum.

—¿Y tú quién eres? —Le pregunta Maida a Christian.

—Un recién llegado —asegura Stephan.

—Es Christian —dice Callum dándole una larga mirada a su amigo.

El mencionado se presenta cómo el nuevo amigo de Callum, después ella le pregunta amorosamente a Callum que por qué dejó que lo arañara tan fuerte en el sexo y él no le explica que también fue hecho sin querer, solo se encoge de hombros y le responde: porque me encanta y me pone más caliente.

Ella permanece de pie viendo alrededor y yo me aferro con saña del muslo de Callum, sabiendo que algo va a pasar.

—Amo el sexo rudo, mi trébol, pero por favor saca tus garras de mí, por favor —Me susurra en el oído.

Lo ignoro porque entonces Maida da un respingo y devuelve la mirada a Stephan sentado sobre el regazo de nuestra amiga.

—Eso es raro —dice señalándolos.

—Antes de que te impactes, se forme otra loca ronda de conversación y hagas preguntas —dice Edna—: nos estamos enrollando, ya está, lo hacemos desde hace tiempo. No quiero que todos sigan actuando como si fuese el chisme del año o anormal.

Se hacen largos segundos de silencio y veo a Maida verlos, Callum me dice que le quite las uñas de encima e intenta quitarme la mano.

—Oh —dice Maida jugando con su bonito collar y sonriendo con los labios apretados—... Qué increíble, no lo esperaba.

No, mi dulce Maida no se lo esperaba y está claro que quiere irse, por lo que me pongo de pie.

—¡Por los duendes! Gracias, gracias —susurra Callum sobándose en donde le clavé las uñas.

—Acabo de recordar que debo ir a la biblioteca ¿Me acompañas, Maida? —No la dejo responder, le tomo el brazo—. Hablamos más tarde, Callum o espérame en mi resi, iré pronto.

Christian sonríe de manera ladina viendo que me voy y aunque quiero quedarme, mi amiga me necesita porque Maida es fuerte, pero también es sensible cuando se trata de sus enamoramientos y con Stephan tal vez esperaba que todo fuese diferente.

La saco de la cafetería y consigo que lleguemos detrás del edificio de contabilidad cuando comienza a llorar y a llamarse estúpida.

—No eres estúpida.

—¡Sí lo soy! Y estoy enojada conmigo no con él ni con Edna ¿Quién no saldría con Edna? ¿Y quién no estaría con Stephan?

—¿Y quién no estaría con mi Maida? —digo y ella se sorbe la nariz.

—Solo déjame llorar, se me pasará cómo todos mis desastrosos enamoramientos.

Pero Maida no ha llorado a ninguno de ellos ni siquiera a Oscar cuando le gustó por unos cinco meses.

Me preocupo por sus sentimientos y también por los de Edna que no se da cuenta de la manera en la que a Maida le gusta Stephan, a eso súmale que Oscar y Kevin parecen detestarse las pocas veces que se hablan y me tienes caminando de puntilla alrededor de mi grupo de amigos que siempre había sido sólido.

Nos quedamos unos buenos minutos en los que llora y se masculla cosas hacia sí misma. Tengo miedo de que la pase mal, porque Edna y Stephan dicen que solo es sexo, pero los veo demasiado familiarizados, en sintonía y a gusto, eso tiene que doler para Maida.

—Bien, estoy bien —Se limpia el rastro de lágrimas y sonríe—. No es la primera vez que no me funciona y no será la última, Edna es mi amiga y él es mi amigo, estaré feliz por ellos, estaré bien.

—No tienes que obligarte a que te guste la situación, entiendo si...

—Estoy bien —Me corta enlazando su brazo con el mío—. Nunca me he detenido en la vida por un enamoramiento fallido y no lo haré ahora.

No creo que esté bien, me doy cuenta de que no es un simple enamoramiento, realmente le gusta Stephan tal vez incluso haya sentimientos de los que no hablará y que creo pretende enterrar.

—Soy una buena amiga, Clover y si son felices, yo también lo soy.

—Sentir dolor al respecto no te haría una mala amiga —murmuro dejando que me guíe por el campus.

Es sábado, pero la mayoría de los estudiantes aprovechan para tomar aire libre, ejercitarse o solo estorbar existiendo, por lo que los jardines se encuentran concurridos y eso hace que ella salude con una alegría exagerada a los conocidos con los que nos topamos en nuestro camino, es ciertamente incómodo.

Pero la dejo lidiar con ello cómo quiere, porque si me enfoco en Maida y el drama de todos mis amigos, puedo olvidar que colapsé en los edificios abandonados escuchando la voz de Bryce y que le mentí a Callum sobre pensar en ir a terapia, me hace sentir tan mal ser esta persona.

—No seré una mala amiga, mis amigos me importan y quiero que todos ustedes sean felices —Me dice de una manera tan genuina.

—Te amo mucho, Maida.

—Lo sé, también te amo mucho.

Avanzamos y alcanzo a ver una figura masculina caminar a paso rápido y enojado. Él llora y luego está golpeando un árbol antes de que James y Maddison lo abracen.

Es Jagger y no lo sé en ese momento, pero horas después todo el campus sabe que Lindsay no volverá nunca a la universidad porque ella se ha suicidado.

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