1. Callum, por favor (+18)


Advertencia: capítulo con contenido sexual explicito y extenso. Si no es lo tuyo, saltatelo y huye porque las cosas se ponen súper intensas.

Advertencia 2: bueno, si sigues aquí al menos procura leerlo solo o sola.

Advertencia 3: Cuidado con esas manos.


Callum, por favor (+18).

Callum.


Clover y yo nos encontramos en Londres tras cuatro horas de viaje en auto desde Nottingham. Fue un viaje entretenido con sus buenas cuotas de silencio porque ella estaba nerviosa y emocionada por el pronto nacimiento de su hermanito, pero estoy seguro de que su mente también repasaba los acontecimientos de las últimas semanas, sobre todo la expulsión de Bryce Rhode y aquellas horas en las que estuvo desaparecida. En cuanto a mí, mis pensamientos eran disperso, de un punto a otro, desde algo tan simple cómo cuándo lavaré la ropa que dejé en la cesta de ropa sucia al horrible recuerdo de la desesperación y angustia la tarde que Clover estuvo desaparecida.

Creo que salir un par de días de la universidad está bien, por fortuna no perderemos mucho, solo un día de clases y en serio esta escapada podría ser muy necesaria porque aun cuando las cosas se ven bien y han sido días relativamente tranquilos en donde finalmente podemos actuar cómo una pareja idiota de universitarios normal, hay una tensión cómo si temiéramos a creer que es real y esperáramos lo peor. Le llamo trauma post el maldito de Bryce.

Ahora, sobre llegar a Londres la cosa es que lo hicimos a la casa bastante grande del papá de Clover y luego vinimos muy rápido al hospital a encontrarnos con él y su esposa Valentina que se encuentra en un muy comprometido trabajo de parto. Al llegar, de alguna manera esperaba mucha conmoción ante mi aparición con Clover en el hospital, pero el señor Mousavi apenas si me da un asentimiento y envuelve a mi trébol en sus brazos y ella riendo le pide que se calme.

Mientras el señor Mousavi la pone al día sobre cómo han pasado seis horas desde que Valentina fue ingresada, reparo en que su cabello negro y con unas que otras canas se encuentra despeinado, trae la camisa mal abotonada y sus ojos oscuros cómo los de Clover se encuentran muy abiertos, tanto que me parece gracioso, sin embargo, consigo no reírme.

Que estresante debe ser prepararse para ser papá.

—Papá, tienes que tranquilizarte, Valentina no necesita que te vuelvas loco y ella tampoco tiene la paciencia para aguantarte si eso sucede.

—¿Qué me hizo creer que podía ser padre de nuevo a esta edad? ¡Si no sé nada! Ni siquiera te he criado.

—¿Cómo qué no? ¡Por supuesto que me has criado!

—Y muy bien —agrego y ambos voltean a verme con desconcierto—. Ah, tranquis, tranquis, no vuelvo a interrumpir.

El papá de Clover me ve durante largos segundos y luego frunce el ceño cómo si finalmente me reconociera a mí y notara mi presencia, no me lo tomaré cómo ofensa, pero tengo que dejar en claro que tampoco me hace feliz, soy pelirrojo que nunca pasa desapercibido a dónde sea que vaya.

—Has traído a tu amigo —Le dice con tono de recelo y ella ve de él a mí.

—Sí, condujo hasta acá por mí, es un gesto muy bonito ¿No crees?

No sé si el señor Mousavi lo aprueba o piensa quejarse, pero la enfermera sale haciéndole saber que su esposa exige que entre y no se vaya nunca más (un poco intenso y dramático, pero me encanta porque es cómo una película), él toma una profunda respiración cómo si se diera fuerzas a sí mismo.

—Ve con ella y hazle saber que estoy aquí afuera para conocer a mi hermanito apenas nazca.

Él asiente viéndose aún más nervioso y le habla en un lenguaje que he aprendido a identificar cómo persa y ¡Duendes! Cómo me encanta escuchar a Clover hablarlo con esa voz sensual y atrapante aunque no entienda absolutamente nada de lo que dice, muy bien podría estar hablando mal de mí y yo aquí sonriendo cómo un imbécil hechizado.

Cuando el señor Mousavi entra, ella deja ir un lento suspiro y toma asiento por lo que también lo hago a su lado y tomo su mano.

—Es raro verlo así de nervioso, siempre está en control y es poco expresivo —Habla viendo hacia sus pies—, pero intuyo de dónde viene el miedo, así fue cómo perdió a mi mamá.

»Un parto difícil en el que sobreviví y ella murió, supongo que eso lo tiene muy nervioso.

—No puedo imaginar ni siquiera lo difícil que fue para él, pero mi instinto irlandés me dice que hoy todo saldrá bien.

—¿Lo hace? —Voltea a verme sonriendo.

Detallo en esos ojos del color del chocolate fundido que a veces se tornan caramelo y que son ligeramente rasgados de manera preciosa en sus esquinas, con esas gruesas y abundantes pestañas negras que le dan la mirada más cautivante y atrapante con la que me he topado alguna vez. Tiene sentido que Clover Mousavi se quedará impregnada en mi cabeza la primera vez que la vi con su aparatosa caída y aunque me dediqué a ser un sinvergüenza y no hice nada sobre mi atracción, me alegra haber recibido aquella primera alocada nota y que luego no dejaran de llegar.

Me contenta haber visto su parcial y conectar los puntos para sospechar que ella era mi trébol, valió la pena pagarle a Jagger par que me confirmara que ella era la persona por la que poco a poco estaba cayendo, mi trébol de las cartas y celebro aquella fumada de porro compartida en mi auto en la fiesta del amor, en donde todo salió a la luz, porque ahora estamos aquí y aunque en el camino (que tampoco ha sido tan largo) nos hemos tropezado con el tipo de mierda que no merecemos (evidentemente hablo de Bryce) hemos podido avanzar.

—Lo hace, mi trébol, mi instinto irlandés no falla —Le respondo y ella recarga su cabeza de mi hombro antes de suspirar.

No voy a negar que he tenido muchos momentos – demasiados – de angustia intentando entender qué pudo haber pasado esa mañana-tarde en la que Clover desapareció y en la que al ser encontrada estaba llena de raspaduras, moratones y sangre en sus uñas. No puedo comenzar la angustia que sentí, tanto que llamé a mi tío solo que él no respondió y estaba tan cabreado y atormentado porque por un horrible momento me cuestioné si su ayuda siquiera había sido real, pero es un pensamiento que no llegó muy lejos.

De alguna manera una parte de mí me dice que Clover estuvo con Bryce, no sé qué tanto tiempo y me mata no saber qué tipo de daño pudo haberle hecho para que ella lo bloquee en su mente y aunque las pruebas hechas por medicina legal no arrojaron violación, todo ese espacio en blanco en su cabeza, me preocupa.

Es una brecha de tiempo en la que mucho pudo haber pasado, además, pasados unos días la prueba de la sangre encontrada en sus llaves y sus uñas arrojó resultado no concluyente, lo que me parece una absoluta mierda tan improbable que solo me habla de alguien alterando los resultados. Sus recuerdos de esa tarde están idos y trato de fingir que eso no me afecta ni aterra, pero el sentimiento está ahí, la angustia de que este precioso ser humano haya vivido una experiencia tan terrible o traumática que no quiera recordarlo.

Va más allá de que podría saber cosas importantes, se trata de su bienestar, porque sé que si bien ha vuelto a su vida, esos recuerdos perdidos también la frustran, la incertidumbre de no saber qué le ocurrió o qué podría haberle hecho todavía es algo difícil de aceptar.

El consuelo tendría que ser que mi tío Lorcan, Subjefe de la mafia irlandesa, me ha garantizado que en efecto Bryce Rhode se encuentra junto a su familia de delincuentes (mafia austriaca) en Austria, me da algo de tranquilidad, pero no borra la angustia y momentos de mierda que nos hizo pasar durante meses. Con honestidad, estoy deseando que la pague caro, muy caro. Todavía siento algo de molestia sobre que aquella vez en la piscina, cuando casi lo ahogo, las cosas terminaron tan diferentes.

Desconcierta que todo terminara de forma abrupta, no es que no me haga feliz, pero estamos hablando de un tipo que me mandó a asesinar, que atacó a Clover en diversas ocasiones. Sé que mi tío movió hilos para que desde Austria lo sacaran más pronto que tarde del Campus, pero esa manera abrupta y la instalación de esta paz, me hace sentir un poquito inquieto. Además ¿Qué pasa con el supuesto soplón?

—Estás muy silencioso, irlandés.

—Tal vez no hable en voz alta, pero créeme que en mi cabeza estoy muy hablador —Le digo y ríe por lo bajo antes de dejar un beso en mi cuello.

—¡Ah! ¡¿Por qué demonios me embarazaste, Ehsan? ¡Eres cruel?! ¡Eres un maldito desgraciado! —Se escucha desde la habitación a gritos y aunque lo último es dicho en español, basándome en el comienzo dudo que sea algo bonito o palabras de amor.

Clover se incorpora, poniéndose de pie mientras más gritos en español e inglés, llenos de desprecio, vienen. Un grito desgarrador y lleno de dolor suena y hago una mueca. Agradezco no haber estado cerca del parto mamá cuando tuvo a Arlene porque ese fue en casa, en una bañera, sin ningún medicamento; hubiese sido traumático para mí si mamá gritaba así.

—Parece que le duele —digo y Clover me da una mirada que me hace alzar las manos en muestra de paz—, solo es una observación.

—Cada mujer es distinta —dice moviendo las manos de forma inquieta—. Pero sí parece que le duele mucho.

No comento sobre cómo leí a qué equivale el dolor de un parto y que posiblemente primero se cague encima antes de pujar a su bebé. Los gritos de Valentina me tienen nervioso y me pregunto si me traumará de por vida, pareciera que la torturasen.

—No quiero tener hijos —dice Clover con los ojos muy abiertos.

—Eso está bien —digo cerrando los ojos cuando un grito horrendo prosigue.

Casi quiero decir "ninguna mujer se muere por dar a luz", pero recuerdo que de hecho mi suegra sí que lo hizo teniendo a mi trébol, es una suerte que no lo digo en voz alta.

Para nuestra fortuna, luego de una media hora de gritos que siempre se quedarán en mi memoria, un bebé está llorando y los gritos desgarradores de Valentina cesan. Los ojos de Clover se ponen vidriosos mientras sonríe ampliamente y se arroja hacia mí, cayendo sentada sobre mis piernas y dándome continuos besos en la boca.

—¡Ya nació! —grita con emoción riendo y abrazándome.

—Felicidades, mi trébol, bienvenida al mundo de los hermanos —Le sonrío—. ¿Qué nombre llevará?

—Uno iraní y otro más hispano: Shadi Santiago Mousavi.

—No creo que su nombre se repita en todo el mundo, al menos no junto.

Lo pronuncio y es obvio que el acento iraní al decirlo jamás me saldrá, pero no lo hago tan mal o al menos eso dice ella. Pronto el señor Mousavi sale de la habitación sudado, aun con una mirada de terror, pero sonriendo para abrazar a su hija que se sale de mi regazo para ir a su encuentro. Se ríen, abrazan y murmuran en persa con bastante entusiasmo antes de que de la habitación salgan con uno de esos carritos cuna que llevan a los recién nacidos. Solo alcanzo a ver a un bebé más grande que el promedio con mucho cabello oscuro y la piel enrojecida.

Sonrío viendo la felicidad de los Mousavi, recordando la propia felicidad de mi familia con el nacimiento de cada uno de nosotros, sin embargo, hay una pequeña punzada por ese hermano o hermana perdido que no sé si nació o creció dentro de un ambiente así de cálido. Espero se encuentre con vida y espero él o ella esté bien.

***

No me asusta dormir en una habitación extraña o solo, no soy quisquilloso sobre ello, pero cuando escucho el sonido de la puerta de mi habitación, o la que lo es por estos días, de inmediato abro los ojos y durante unos breves segundos me pregunto si estoy en presencia de un demonio o espíritu perdido en esta casa.

Es viernes y la tarde-noche de ayer nació Shadi Santiago, mañana será dado de alta junto a su linda mamá que aún le reprocha al señor Mousavi sus dolores de parto y que fue bastante linda conmigo cuando pasé rápidamente a felicitarla en su habitación. Por supuesto que hice un par de bromitas sobre sus gritos que no le parecieron graciosas a Ehsan Mousavi, pero Valentina sí que se rió.

Desde ayer estoy durmiendo en la bonita y espaciosa casa de dos pisos de los Mousavi, es algo más grande que mi casa en Irlanda, pero teniendo en cuenta que el papá de Clover es un riquillo, siento que su casa es una muestra de humildad de lo que podría tener si quisiera, eso sí, la decoración interna es brutalmente distinguida, de buen gusto y costosa, por un momento pensé que algunas cosas eran de oro aunque no le he preguntado Clover para confirmar.

Fui designado a una de las dos habitaciones de invitados con una cama grande muy cómoda con sabanas suaves. Ayer no sabía que estaba tan cansado hasta que me quedé dormido sin cenar y desperté esta mañana con la misma ropa de ayer. Hoy hemos pasado por el hospital y estuvimos un rato con ellos, después aprovechamos de tener una cita muy londinense cenando en un restaurante medio caro y luego volvimos para ver un programa de reposteros compitiendo por miles de dólares, nos despedimos con un beso de buenas noches y ahora un espíritu está abriendo la puerta de mi habitación.

O eso pienso hasta que al girar encuentro a una mujer curvilínea llevando un short diminuto ajustado y una camisola en la que resaltan de manera maravillosa sus pezones. Hago un recorrido desde los muslos gruesos que me encantan apretar en mis dedos y mordisquear, pasándome por el delicioso vértice entre sus piernas que se humedece siempre con mis atenciones, el abdomen que me encanta besar y el par de tetas más maravillosas que me han presentado en mi vida (Mis queridas Call y Lum); y todo esa belleza es completada por cabello abundante suelto y rostro hermoso con mirada de deseo.

Con lentitud muevo la sabana para salir de ellas, ya estoy semiduro con todo este espectáculo visual. Bajo de la cama y le sonrío. Mi trébol sucio quiere jugar y profanar la casa mientras su papá se encuentra pasando la noche en el hospital. Pues me apunto.

Camino hacia ella con lentitud y la veo exhalar con lentitud, me apuesto a que sus bragas ya se encuentran empapadas porque el juego previo es una de las cosas favoritas de Clover. Al detenerme frente a ella, meto un dedo por el tirante de su camisón y luego lo suelto caminando a su alrededor hasta detenerme a su espalda e inclinarme hacia su oreja para que escuche mi susurro.

—Quiero que te desnudes lentamente y luego subas a la cama, te agarres al cabecero y levantes tu hermoso culo al aire ¿Puedes hacer eso por mí?

—Puedo —dice con la voz afectada.

Avanza dándome aun la espalda, deteniéndose a un lado de la cama y luego con lentitud comienza a sacarse la camisola, dejándola caer al suelo y me estremezco pudiendo imaginar la espléndida manera en la que sus tetas desnudas han de verse. Hay movimiento sensual adrede de sus caderas y culo cuando comienza a bajarse el microshort e inhalo con fuerza cuando se inclina, dándome un vistazo a su abertura húmeda al terminarlo de bajar por sus muslos, porque así es cómo me hace saber que no traía bragas.

Paso de semiduro a duro en el trayecto en el que trepa a la cama, gateando con las piernas abiertas para adquirir la posición que le he pedido. Su espalda se arquea de manera atractiva, las manos toman el cabecero, las rodillas la sostienen y su culo se levanta al aire.

Por todo el oro de Irlanda, tuve que haber sido una persona muy buena en mi otra vida porque desnudarse con Clover es un privilegio.

Su respiración es agitada, a la expectativa mientras me tomo mi tiempo para llegar a ella. Cuando la cama se hunde bajo el peso de mis rodillas cuando al situarme detrás de ella, jadea y sonrío.

—Pareces ansiosa, mi trébol ¿Por qué lo estás?

—Porque quiero que me toques, que me folles —dice sin aliento.

—¿Mucho? ¿Qué tanto?

—Lo suficiente para sentir cómo empapo mis muslos, Callum.

—Tendré que comprobarlo.

—Sí...Hazlo —Me invita separando aún más sus piernas.

Con lentitud ubico mi mano detrás de su rodilla, deslizándola luego en la cara interna del muslo y en efecto, cuando llego a la altura de su entrepierna, encuentro su muslo humedecido. Retiro mi mano y gime en protesta mientras saboreo la leve esencia que ha quedado impregnada en mis dedos. Deliciosa.

Bajo el rostro y la tomo por absoluta sorpresa al mordisquearle una nalga para luego lamérsela y succionar lo suficiente para crear un leve chupetón.

—¿Cómo podría explicarte lo mucho que me encantas? —murmuro contra su piel.

—Puedes demostrármelo.

Ubicando cada una de mis manos en una mejilla de su culo, la separo y me lamo los labios antes de sentirla estremecer cuando percibe mi aliento.

—Me encanta demostrártelo.

Y dicho eso, no tengo más que decir porque mi boca pasar a estar ocupada. Mi lengua no es tímida y amable, ella indaga y acaricia desde atrás pasándose por cada rincón y saboreando la humedad que no deja de aparecer. Alzando una de mis manos, la dejo caer con un sonido que resuena en todo el lugar con un espléndido azote que la tiene empujando su culo a mi cara y restregándose junto a su gemido. Repito la acción mientras chupo y su gemido es más fuerte acompañado de un "¡Joder!". Un par de azotes más y me encuentro recogiendo con mi pulgar parte de su humedad y luego ese pulgar se traslada al orificio fruncido que solo hemos explorado un poco.

Se tensa, pero cuando mi lengua se sumerge en su entrada se distrae queriendo más por lo que a mi pulgar le resulta mucho más fácil hacer una pequeña inmersión de la yema; percibiendo que puede tomar más, la sigo devorando con besos, lamidas, succiones e incluso mordiscos mientras cada vez adentro más el pulgar, para cuando se encuentra profundamente dentro de ella, está jadeando y sacudiéndose.

—¿Te gusta? —susurro contra su carne húmeda.

—Me...Me enloquece.

—Vamos a hacerlo mejor.

La follo lentamente con el pulgar mientras continúo comiéndola y cuando introduzco dos dedos en su entrada húmeda se siente lo suficiente llena para sacudirse y murmurar cosas obscenas sobre querer más, sobre qué es lo mejor, sobre que no pare y le demuestre que soy su irlandés.

Sus gemidos son altos y roncos y cuando doblo mis dedos dentro de ella, parece que toco algo mágico porque un grito escapa y luego estoy follándola con mis dedos por delante y por atrás con más rapidez. Mis caderas se sacuden contra la cama buscando alguna fricción mientras el sudor me recorrer la piel, esto me enciende demasiado.

—Uhmmm, qué bien sabe mi trébol —susurro antes de levantar mi rostro y besarle una de las mejillas del culo— y que bien se ve la manera en la que succionas mis dedos, cómo si no pudieras concebir la idea de no tenerlos dentro de ti.

—Lo amo ¡Lo amo!

—¿Mucho?

—Sí, sí. Muchísimo.

—¿Lo amas tanto que te correrás? ¿Puedes, Clover?

—¡Joder! Te doy todo lo que quieras. Todo.

Mi otra mano abandona su nalga para pellizcarle el pequeño nudo de placer a la vez que le encajo mis dientes en un mordisco sobre la mejilla de su culo y sus grititos junto a los gemidos son música para mis oídos cuando se corre con fuerza, apretando mis dedos tanto adelante cómo atrás de una manera en la que tiene a mi polla envidiosa y deseosa de ocupar cualquiera de los dos lugares.

Es increíble lo húmedo que salen mis dedos cuando los saco y me inclino para lamerla completa mientras se estremece en su replicas, solloza mi nombre y yo rio contra sus pliegues húmedos antes de incorporarme y bajar de la cama en busca de mi mochila en donde guardo condones, porque sé que nunca nos pueden fallar los condones.

Vuelvo a la cama y me bajo el pantalón de la pijama por debajo del culo, no traigo bóxer, y me cubro rápidamente con el látex mientras ella se encuentra desfallecida con el torso boca abajo contra la cama y las manos aun aferradas al cabecero.

Nuestras respiraciones agitadas llenan el lugar y luego me tomo en una mano dándome un par de tirones, me siento sobre los talones de mis pies, con los muslos separados y después pasando un brazo alrededor de su cintura atraigo su culo contra mí. Tras un poco de juego de mi miembro contra sus dos orificios, me mantengo solo metiendo y sacando la punta en el lugar que más húmeda se encuentra.

—Callum, por favor.

—¿Por favor qué?

—Fóllame. Quiero sentirte todo, quiero que me llenes.

Alzo de nuevo mi mano dándole un azote que tiene a su culo sacudiéndose y luego me empujo a su interior. Qué maldito paraíso.

Con ambas manos en sus caderas, le alzo el culo lo suficiente para que básicamente descanse sobre mi regazo mientras empujo contra ella con golpes profundos y contundentes que la tienen sacudiéndose de atrás hacia adelante contra la cama. Gime y yo también emito sonidos porque esto se siente delicioso además que al bajar la vista lo que encuentro me enloquece aún más: sus nalgas rebotando cada vez que me estrello contra ella y mi miembro cubierto en látex húmedo por ella perdiéndose en su cuerpo una y otra vez. Pronto se encuentra empujando hacia atrás y me muerdo el labio con fuerza, pero no teniendo suficiente le ordeno soltar el cabecero y la hago incorporarse para que esté de espalda a mí, pero sentada, rebotando sobre mi polla con mi ayuda en sus caderas. Imagino la forma en la que sus tetas rebotan y me mata.

Viendo el excelente trabajo que hace por su cuenta, le libero las caderas para rodearle con los dedos una vez más el nudo de placer entre sus piernas y pellizcarle uno de los pezones y eso es todo. Sus gemidos incrementa, su cabello me golpea el rostro y luego se inclina hacia adelante para apoyar las palmas en la cama mientras sube y baja, hace movimientos circulares, y me enloquece. Me aprieta de una manera que me hace ver las putas estrellas cuando comienza a correrse y empujo mis caderas hacia arriba para que lo disfrute todavía más.

Cuando estoy seguro de que acabó, con ligereza salgo de ella y la hago girar. Está increíblemente sudada y el pecho le sube y baja con rapidez debido a su respiración; los ojos le brillan con pupilas dilatadas y la boca la tiene hinchada con un toque de sangre donde seguramente se estuvo mordiendo. Bajo su atenta mirada y tan duro cómo lo he estado en toda mi vida, me arranco el condón dejándolo a un lado y le sonrío.

—Chúpala, mi trébol.

—Con gusto —dice con la voz enronquecida.

De rodillas frente a mí, con los codos apoyados en la cama, el trasero en el aire, una mano envuelta en mi miembro subiendo y bajando y su lengua deslizándose cómo si yo fuese su paleta favorita, me envuelve con su boca y me lleva al cielo con la calidez, la humedad y su garganta cuando me trabaja de manera experta. Recordando que le encanta que la dominen durante las mamadas, enredo los dedos en su cabello y la instó a tomar más de lo que puede, escuchando los sonidos ahogados y viendo la manera en la que ojos humedecidos me miran con pasión.

Somos unos sucios y me encanta tanto.

—Eso, estoy seguro de que puedes tomar más ¿Verdad? —Ante mis palabras tararea haciéndome estremecer.

Me empujo hacia su garganta y permanezco unos pocos segundos que la tienen sin respirar, pero que hace que apriete las piernas porque le encanta. Cuando estoy seguro de que ya ha sido suficiente tiempo, me retiro. Y así es durante unos pocos minutos, entrando y saliendo, deteniéndome largos segundos en su garganta y gimiendo. Me estremezco y un cosquilleo enorme comienza desde la base de mi columna vertebral cuando se me tensan las monedas de oro y me hincho para poco después acabar en su boca donde ella lo traga todo, pero de alguna manera algo de ello se desliza por la comisura de su boca yendo hasta su garganta.

Nuestras respiraciones son agitadas y creo que ambos intentamos asimilar lo que acaba de pasar, porque hemos tenido sexo intenso y sucio, pero siento que hoy nos estábamos volviendo locos y fue... ¡Duendes! ¡Ha sido el mejor sexo de mi vida! Y he tenido mucho buen sexo, pero esto de lejos es otra cosa.

Con el pulgar le limpio mis restos de la comisura del labio y la barbilla antes de llevármelo a la boca y guiñarle un ojo, lo próximo que sé es que le lamo lo que cayó desde su barbilla al cuello, saboreándome a mí mismo en su piel salada antes de dejar un suave mordisco.

—¿Eres el trébol de este irlandés? —susurro contra la vena de su cuello en donde su pulso aun late de manera rápida.

—Soy tu trébol —responde sonriendo y aun con jadeos.



Todo lo que diré es: buenas noches (Ni pensar que aun queda historia por contar y más escenas ehhh...Así de interesantes, creo)

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Twitter: Darlis_Steff

Espero les guste.

Un beso.

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