005

Cita.

Min Yoongi va a tener una cita.

Una cita y una crisis.

Después de que haya llenado su historial sobre lo que una persona debería hacer en una situación como esa, se encontraba en posición fetal en su cama, con ropa a su alrededor, un par de zapatos por doquier y a su madre acariciando su cabello.

—Voy a llorar.

Hace años que no va a una cita. En realidad, ¿siquiera ha tenido una real?

Por estas razones es por las cuales afirma que enamorarse es complicado.

Su cuerpo se siente pesado, un par de lágrimas salen de sus ojos – mismas que no limpia, aunque le moleste sentir sus mejillas mojadas – y no podría decir con exactitud qué le duele o lastima. Solo se encuentra postrado sin poder levantarse y eso le frustra en demasía.

Además, se sentía totalmente patético. La cita con Park Jimin es en dos días y él ya estaba entrando en pánico.

—Si no quieres, no vayas. Él lo entenderá.

—¡Sí quiero ir! — se quejó, suspirando — Maldito– yo y todo.

Él ya ha tenido citas antes – o eso cree porque ahora parece ser que las citas en sitios como la biblioteca no cuentan –, con sus únicas dos parejas anteriores que tuvo.

Aunque, no sabría si llamarlo así es la manera correcta, ahora hasta duda de que si esas dos personas cuenten o lo cuenten a él como una pasada relación, puesto a todas las trabas que él mismo ha puesto.

Alza su mano en forma de puño y ni siquiera alcanza a tocarse la cabeza porque su madre ya lo tiene sujeto de las muñecas.

Se siente tan idiota, estúpido y–

—Min Yoongi.

—No estoy.

—No hables así. — regañó la mujer, viendo a su hijo soltarse del agarre y fruncir su ceño a la par que cubría su rostro.

—Tampoco me hables así que estoy llorando. — Dijo, tapándose con su manta favorita y que lleva muchos años con él.

—Puedes invitarlo a casa y ver una película.

Yoongi negó con su cabeza. Decidir a dónde ir para su primera cita oficial fue difícil, mucho, y no iba a cambiarlos después de eso.

La noche en la que aclararon un par de cosas, no volvieron a la fiesta hasta las tres de la mañana, cuando Jungkook ya estaba dormido en el suelo y Jin riéndose de sí mismo por estar borracho, con Namjoon cuidándolos, mientras que Taehyung iba de un lugar a otro intentando ser un buen anfitrión y cuidar que no rompan nada de la casa – salió mal, un tipo cayó en una mesa de centro de vidrio –.

Al final, tuvieron que llamar al señor Min para que los vaya a recoger, puesto que Namjoon se sintió mal por haber bebido cuando sabía que era su responsabilidad cuidar a Yoongi.

A la mañana siguiente, encontró un mensaje de aquel rubio que roba sus pensamientos sobre su primera cita.

Estaba más que claro que Jimin tenía la más grande intención de que vayan a un lugar que sea cómodo para ambos, más para él, después de haberle dicho que prefiere evitar los ruidos fuertes porque le dan dolores de cabeza.

El rubio propuso ir a un parque de diversiones que se inaugurará en una semana, pero declinó la idea porque sería un desperdicio de tiempo y dinero pagar su entrada, ya que no se subiría a ninguna atracción medianamente peligrosa y que deje sus pies alejados de la tierra.

Él quiso ir al río Han con la intención de que sea un sitio silencioso para caminar y conversar, pero Park lo rechazó con la excusa que todos los días caminaban y hablaban – lo cual no entendió, porque ya sabe que el propósito de las citas es hablar y conocerse –.

La opción de ir al cine no le agradó a ninguno, sobre todo a él, que le gusta hablar en las películas para criticar el guión o si hay una falta ortográfica en los subtítulos y, muy probablemente, le mandarían a callar en la sala, como ha pasado en anteriores ocasiones.

Sin palabras se pusieron de acuerdo en ni siquiera mencionar que ir a la casa de uno, al vivir con sus padres, sería un poco incómodo.

Un restaurante es mucho para su bolsillo de universitarios mantenidos.

Así, todas sus ideas se iban acabando.

—No tenemos quince años, mamá — suspiró, todo era más complicado a como en un inicio lo creyó —. Iremos a un taller artesanal de madera.

—¿De verdad?

Él asintió y dijo: — Sí, es una clase de prueba que imparte un maestro del lugar. Debemos comprar la madera y ellos nos dan las herramientas.

—Se escucha como esas citas ya no tan convencionales que hacen los jóvenes. La primera cita que tuve con tu padre fue en un autocinema. Oh, quisiera volver a uno.

—Dile a papá y es capaz de hacer uno para ti sola.

Yoongi ama a su familia.

Agradece tener los padres que tiene, sabe cuán afortunado es, pues no han hecho más que apoyarlo en todo lo que él implica. Como ahora, en el que su madre estuvo al pendiente de él desde esa mañana al tomar su desayuno antes de irse a la universidad. Cuando llegó a casa, lo primero que hizo fue caer rendido en su cama y en la desordenada habitación, al igual que sus pensamientos.

Porque, simplemente, no pudo hacer más. El agotamiento mental y físico era mucho.

Su niñez, adolescencia y ahora adultez son gratas de conmemorar y vivir – aquello después del abandono de su padre biológico que, siendo honesto, ya ni siquiera recuerda el rostro de ese hombre porque hace mucho que no lo ve –.

De aquel hombre que le dio vergüenza tener un hijo como él.

Uno muy diferente a su padre, claramente, pues Min DalSeo no dudó en decir que saldría en ese instante de su trabajo cuando su esposa le avisó que estaba teniendo una crisis.

Lo cual ambos dijeron que no era necesario, solo le pidieron que llegue temprano esa noche.

Pensar en eso le hizo llorar más hasta el punto de esconder su rostro en la almohada para soltar un grito de frustración e impotencia.

Mientras, Min ChaeRin siguió acariciando su cabello.

El día de la cita llegó más rápido de lo que hubiera esperado.

Ni siquiera pudo notar el pasar de los días – todo volviéndolo peor porque nunca tuvo una buena noción del tiempo –, ya que de pronto tenía un mensaje de Jimin en su barra de notificaciones, diciéndole que llegaría un poco más tarde al taller.

Después de haber llorado una media hora más, su madre le ayudó a ordenar su habitación y ya con más tranquilidad, pudo escoger su vestimenta para ese día.

Su armario constaba de prendas básicas y más grandes que su propio cuerpo, siempre buscaba la comodidad – conociendo esto, no es sorpresa que la mayoría de su ropa sean pijamas suaves –, aunque admite que hay ocasiones como esta en la que se esfuerza un poquito más.

Al menos, hoy llevaba una camisa de su talla.

Portaba su usual chaqueta azul, transmitiendo seguridad que ahora necesita en demasía, junto a unos jeans rotos en las rodillas y unos zapatos negros cerrados. Un poco común a la vista de cualquiera, pero muy significativo a quienes lo conocen bien, porque debía ser una ocasión especial para haber dejado atrás sus pantalones de cargo y camisetas blancas que cubren mitad de su cuerpo.

Aún con eso, debe ser sincero consigo mismo, está ansioso y las intenciones de volver a su cama son más grandes que el cielo.

Tener citas es difícil.

A veces, piensa que vivir siendo él es difícil.

Muerde su labio inferior y aprieta las correas de su mochila, ve el reloj en su celular y maldice cuando se da cuenta que no han pasado más de cinco minutos desde que Jimin le dijo que llegaría tarde.

No le gusta estar solo.

Empieza a caminar de un lado a otro, procurando distraerse de sus pensamientos y el cansancio de su cuerpo con las grietas que hay en la vereda. En su cuello reposan sus audífonos, esperando el momento en el que los necesite.

¿Qué debería de esperar esa tarde? Ha decir verdad, está nervioso. Y mucho.

Le preocupa el efecto que Park Jimin tiene en él, es diferente, lo sabe. Aunque está consciente que no debería comparar – y tampoco le gusta hacerlo –, ni siquiera se asemeja a lo que sus anteriores parejas le causaron.

Antes, pensaba que las personas siempre mentían cuando afirmaban que nadie elige quién le gusta o de quién se enamoran. Porque, a pesar que él no se ha enamorado antes, sí ha elegido querer a sus antiguas relaciones.

Con Jimin es... Bueno, solo no es igual con Jimin.

¿En qué momento se enamoró de él? No lo sabe, parece haberse perdido ese capítulo de su historia y eso no le molesta tanto, estuvo consciente cuando sus sentimientos de gustar nacían dentro suyo como flores en sus pulmones, pero florecieron sin haberse dado cuenta y ahora teme asfixiarse con ellas.

Ahora es poseedor de un lindo jardín que no pidió, tan hermoso y puro que puede ocasionar grandes estragos en él.

Eso es Jimin. Una belleza caótica que arrastra su cuerpo a una engañosa y pacífica deriva.

El amor duele, quiere creer que todo el mundo lo sabe. Sin el dolor, ese vil sentimiento no se sentiría tan bien a personas que no han conocido sufrir por lo mismo, y también empieza a ver que ese podría ser su problema. Nunca ha llorado por amor, al menos, por el romántico.

No derramó ni una lágrima cuando su primera relación con un chico terminó, recuerda haberse sentido un poco triste e irritado por el abrupto cambio de pasar a borrar su contacto, haberse visto bloqueado en redes sociales que mantenía por esa persona en específico y cómo pasó de que sus familias dejasen de hablar. Le molestó más que la ruptura haya sido de un día para otro y en un momento colérico.

Después, su segunda relación con una chica le importó incluso menos. Pues, la razón de su ruptura hecha por ella, fue que no la amaba lo suficiente como lo merecía. Y sí, tiene razón, pero tampoco es completamente su culpa, desde un inicio, especificó que, aunque le parecía linda y sentía un extraño sentimiento de querer, no buscaba ninguna pareja estable.

La única razón por la cual su noviazgo prevaleció por tanto tiempo, fue ceder a todas las peticiones de la chica.

Por esto, enamorarse es nuevo e inestable. Es un campo con el cual no está familiarizado, aún cuando ha pasado varias noches leyendo artículos científicos del amor y cómo sus efectos en el cerebro se asemejan a la euforia que se siente en el consumo de algunas drogas.

Él nunca se ha drogado, tampoco quiere hacerlo para verificar estos datos.

Enamorarse es tan confuso que nadie que no ha estado enamorado puede describir lo que es. Y nadie que no ha estado enamorado puede entender lo que implica estarlo por parte de quien sí lo está.

Pero... admite anhelar ese tipo de amor. Aunque se escuche doloroso físicamente.

Es decir, ¿cómo no hacerlo? Es casi imposible no idealizarse en las situaciones románticas que medios audiovisuales o literarios te muestran, lo siente más personal e íntimo en su situación, creyendo que es una osadía pensar en tener pareja y amarse mutuamente.

Su imaginación siempre ha sido su mejor amiga – tiene qué, es escritor – y constantemente deja en libertad algunos de sus pensamientos y sueños, esos en los que no tuvo problemas emocionales y físicos antes de entrar a la universidad, en los que es independiente de sus padres, en los que no le disgustan los ruidos fuertes o el contacto físico sin previo aviso.

Últimamente, aquellos sueños en los que Jimin y él son una pareja socialmente normal.

La voz de su terapeuta, padres y Namjoon se filtran por sus oídos al igual que la lejana melodía de un piano mientras mueve sus dedos en el aire, no debería pensar así, no debería sentir el enorme rechazo que ignora en su mayoría del tiempo.

Sin embargo, es tan difícil cuando el mundo entero te ha restregado en la cara que has sido catalogado como un bicho raro.

Y, al desear con todas sus fuerzas volver a casa porque su cabeza empezó a doler por el ruido de los autos, le da la razón al mundo de haberlo hecho.

¿Desde cuándo el mundo es tan ruidoso?

—Ten cuidado.

La voz de Jimin a sus espaldas le toma por sorpresa mientras intenta hacer equilibrio en la orilla de la vereda, sus brazos extendidos intentaron encontrar un soporte que le impida tocar el suelo. Y lo encontró, o bueno, el soporte lo encontró a él.

—Gi, eres muy torpe — dijo el rubio, viéndolo directamente a sus ojos desde la extraña posición en la que Yoongi estaba inclinado hacia atrás, mientras era sujetado con fuerza por debajo de sus antebrazos —. ¿Esperaste mucho?

Él negó, reincorporándose con rapidez y sacudiendo por costumbre su ropa, tal vez, también con un poquito de desagrado. Con una mueca en su rostro se cruzó de brazos y le dio la espalda al establecimiento que había estado viendo por unos quince minutos mientras esperaba, sintiéndose muy cansado de repente.

Ya no está muy seguro si ir a este intento de cita fue una buena idea.

—¿Estás bien? — Jimin preguntó después de unos segundos de silencio, asustándose cuando vio al mayor negar levemente — Hey, mírame. ¿Qué está mal? ¿Te sientes mareado?

Nuevamente, negó con su cabeza. Ni siquiera se atrevía a levantar la mirada cuando su respiración comenzó a ser pesada y el ruido de la calle se intensificó.

Claro, y los demás querían afirmar que él es normal. Ni una maldita cita puede tener.

—Solo fue un mareo, ya no importa — carraspeó, intentando encontrar la paz que necesitaba tener o las cosas serían peores —. E-Entremos, me está doliendo la cabeza.

Sin esperar nada más, Yoongi casi corrió dentro del establecimiento para ser recibido con una suave melodía en unos parlantes que no logró ver. Detrás de él, Jimin le siguió, un poco confundido.

—¿En qué les puedo ayudar? — preguntó un chico detrás del mostrador que les dio la bienvenida al taller, atento y también extrañado por la presencia nerviosa de aquel pelinegro.

—Vinimos por la clase prueba del profesor Bae. — el rubio optó por responder al notar que su cita no tenía atisbo de hablar.

—De acuerdo. Primero deben de llenar un formulario para poder usar las herramientas de carpintería.

Jimin asintió mientras el contrario buscaba entre sus cosas, mientras él se acercaba con cautela a rodear su cintura con su brazo derecho, sintiendo de inmediato su cuerpo rígido y tenso.

—No me toques.

Oh.

—Lo siento.

—Uhm.

Con un sabor amargo en la boca, el rubio tomó un poco de distancia y escuchó con nula atención al recepcionista en explicar qué harían en las tres horas que duraba la teoría y práctica de la clase, pues era más importante intentar descifrar lo que le sucedía a Min Yoongi.

Después de un par de instrucciones y firmar su consentimiento para el uso de las herramientas, ambos chicos se dirigieron en silencio hasta un salón con más personas de diferentes edades.

—¿Por qué el aire acondicionado es tan ruidoso? — preguntó el pelinegro en silencio, sin intención de ser escuchado mientras tomaba asiento, con la precaución de alejarse de los demás, y masajeaba sus sienes —. Mierda...

Intenta tener control de las muecas en su rostro porque si opta por relajar sus facciones, Jimin podría creer que está molesto hasta con la mosca que vuela a su alrededor. Y sí, puede que esté molesto e irritado, pero no con él ni nadie, sino consigo mismo.

Tan ensimismado estaba en sus pensamientos, que no se dio cuenta que se sentó solo. Por mientras, el rubio fue hasta una máquina expendedora que vio con anterioridad en el pasillo y compró un Mogu Mogu de fresa para él y una limonada para Yoongi.

Al regresar, dejó con sigilo las bebidas en su mesa, dándose cuenta que su mayor estaba perdido entre sus pensamientos y, sinceramente, le daba un poco de ternura y preocupación al verlo perderse tan seguido y con tanta facilidad.

—¿Quieres escuchar música? — preguntó después de haber buscado en su celular una playlist en específico para disfrute de ambos, logrando sacar al contrario de su ensoñación.

Yoongi miró a su derecha, encontrando un auricular inalámbrico y notando cómo el rubio ya tenía puesto uno en su oreja izquierda. Iba a negarse, quería optar por sus propios audífonos para librarse un poco de lo aturdido que se sentía, pero el menor habló antes de poder hacerlo.

—Ya hice nuestra playlist — mencionó, invitándole a ver su celular —. Siempre supe que Michael Jackson fue un gran exponente de la música, pero nunca presté demasiada atención a sus canciones, ahora me gustan mucho. Agregué algunas de Queen y otros artistas que pueda que te gusten.

Su corazón se derritió y suspiró, queriendo llorar.

—Gi, ¿te sientes bien?

Uhm, ¿cómo explicar que su cerebro está por entrar en un estado de crisis que le impide usar su cuerpo para comunicarse?

—N-Nunca he ido a una cita. — susurró, queriendo distraerse de sus pensamientos.

—¿Eso te pone nervioso? — Yoongi asintió, aunque no procesó la pregunta — Yo tampoco he ido a una cita. Al menos, esta es la primera con la que me siento cómodo.

—Uhm... Cuéntame más de–, de eso.

—Digamos que yo también tuve algunas malas situaciones con varias personas — Jimin carraspeó cuando consiguió la atención del pelinegro —. Tampoco he tenido una relación formal, por lo que nadie estuvo interesado en pedirme una cita o algo por el estilo. Creo que mi relación informal más larga fue de cuatro meses.

—¿Por qué?

—¿Uh? ¿A qué te refieres con por qué?

—¿Por qué no has tenido una pareja formal o una cita?

El rubio se encogió de hombros, queriendo no darle importancia al tema. Él por un tiempo se preguntaba lo mismo.

—No buscaba nada serio y dejaba que los demás hagan lo que quieran conmigo — Min volvió a mirarlo, puesto a que alternaba su vista en diferentes cosas a su alrededor —. ¿Y tú? ¿Esta es tu primera cita?

—No, pero también es la primera en la que me siento cómodo.

Claro, eso ni él se lo creía.

Porque para nada estaba buscando en dónde captar su atención para ignorar la creciente ansiedad que nacía en su garganta, mucho menos sus dedos se movían sobre sus rodillas como si estuviera tocando la sonata para piano número 14 mientras la melodía se escabulle por sus oídos y quería, realmente quería, que Jimin tome su mano, peroa la vez, el solo pensar que otra persona lo toque le provoca dolor.

—¿Y tus exs? ¿Tienes alguno?

—Sí, dos. Nada serio, supongo. Con mi primer novio duré cuatro años y mi segunda novia, siete meses.

—¡¿Cuatro años–?! — ¿A eso le llamaba nada serio? — ¿C-Cúando? ¿Por qué terminaron?

Pero justo cuando Yoongi iba a responder, el maestro que impartirá el taller llegó con su material de clase y se presentó ante todos los estudiantes.

Cuando Namjoon llegó a la casa Min, se sorprendió de ver a ChaeRin en la sala mientras leía un libro.

—Mamá Min — dijo en voz baja, intentando llamar su atención —. Mamá Min...¡Mamá Min!

La pelinegra, ensimismada en su lectora, dio un gran salto en su asiento.

—¡Kim Namjoon, deja de asustarme así!

—Pero llegué hace cinco minutos y ni siquiera se dio cuenta — contestó el moreno con reproche, sentándose a su lado —. ¿Dónde está Yoongi? No me contesta mis mensajes y me preocupé, pero no lo suficiente porque usted no lo está.

—Fue a una cita con ese chico, Jimin. Hace un par de horas salió de casa.

—¿Hoy? Su cita es el sábado.

—Ya es sábado, hijo.

Con el ceño fruncido, Namjoon revisó nuevamente su celular, ahora dándose cuenta que la fecha en su pantalla de inicio le daba la razón a la mujer. Era sábado y él ni siquiera se había dado cuenta.

—¿Has estado tomando tus pastillas?

—No, perdí su frasco.

—Le diré a tu madre — con eso dicho, el menor se quejó mientras se dejaba caer en el resto del cómodo sillón —. No puedes perderlas, Nam. Por estas razones es que debes tomarlas.

—Lo sé, lo sé. Es que tengo muchas en la cabeza últimamente — se excusó —. Aún debo presentar proyectos en la universidad, me asignaron grupos de trabajo con personas que ni siquiera se dignan en decirme que no ayudarán y próximamente debo ocuparme de mi tesis. Además, que Yoongi esté saliendo con Park Jimin no me deja dormir.

—¿Por qué? ¿Conoces al chico? ¿Crees que es malo para mi Yoongi? — preguntó la mujer con una leve angustia.

—Sí, conozco a Jimin. No hemos hablado mucho, pero es un buen chico, es de esas personas que te agradan al instante. Estudia danza y no he escuchado nada malo acerca de él. Aunque, diré que en su primera impresión, parece un poco antipático.

—Kim, casi Min, Namjoon — Chae regañó con la mirada —. No debes juzgar a las personas a simple vista.

—Lo tengo en cuenta. Solo lo comenté por si a Yoongi se le ocurre traerlo a casa un día — se encogió de hombros —. Él no me preocupa, no parece que se le haya acercado con malas intenciones o algo por el estilo. Me preocupa Yoongi.

—Por cualquier santo, Namjoon. Habla de una vez que solo me provocas angustia.

—Es que no creo que le haya dicho que es autista.

ChaeRin separó levemente sus labios por la, no tan, sorpresa al escuchar al mejor amigo, casi hermano, de su hijo.

Bueno, eso ya todos lo veían venir.

—¿Piensas que eso será un problema? — preguntó, sintiéndose aún más paranoica cuando vio dudar al menor — Sabes como es Yoonie, es decir, no le gusta decirlo.

—A veces es necesario. Prevenía que aún no lo había dicho, por lo que intenté decirle que tuviera cuidado con sus acciones y que Jimin, como persona neurotípica, podría malinterpretarse. Hasta el asunto de la cita fue un malentendido, él pensaba que ya estaban teniendo citas en la biblioteca y el parque que está cerca de la universidad, se irritó cuando supo que, para Jimin, no fue así.

—Oh, a él ni siquiera le gusta cuando yo lo menciono — la mayor se lamentó, también recostando su espalda en el sillón —. Espero que ese chico no lo tome a mal.

—No lo dudo — Namjoon quiso dar un voto de confianza, no tanta —. Pero no sé qué esperar de los demás.

—¿Le estará yendo bien en la cita? Hace unos días vino irritado a casa, al final no supe si le fue mal en clases o solo fueron sus pensamientos, y desordenó toda su habitación, lloró por horas.

—Ha de estar bien y disfrutando, de todas maneras, supongo que le debió haber guardado su tarjeta de emergencia — Chae asintió —. Entonces está bien.

Ambos esperaban que así sea.

Después de hora y media de teoría, Jimin y Yoongi se encontraban viendo fijamente una pedazo de madera sin saber muy bien qué hacer con él, ambos sumergidos en una suave atmósfera mientras que Somebody To Love de Queen se reproducía por los audífonos.

El pelinegro admite que es muy cerrado a cambiar su rutina, gustos y demases por personas externas, pero las recomendaciones de Park eran buenas y tenía planeado incluir una que otra en su playlist personal.

Aunque Michael Jackson es y siempre será su artista favorito y mayor inspiración.

¿Lo mejor? Logró calmarse un poco, a pesar que todavía se siente cansado y no quiere que nadie lo toque.

—¿Qué vas a hacer? — preguntó el rubio, ya un poco derrotado al ver las herramientas de carpintería y una leve corazonada de que sus manos no terminarán bien si las usaba.

—No lo sé. Sinceramente, ni siquiera recuerdo qué dijo el profesor.

Debe ser de conocimiento público que Yoongi y la teoría de cualquier cosa no se llevan bien, no le da vergüenza decirlo.

—Entonces, ¿pasamos a la parte de pintura y ya?

—Sí, será lo mejor.

Juntos, así como han estado hasta ahora, fueron a tomar varios tarros de pintura y pinceles, pasando la parte de los martillos y pequeñas sierras. Se veían extraños yendo uno detrás de otro en busca de sus materiales, pero a ellos poco les importó cuando se volvieron a sentar para trabajar en su duro lienzo.

—Intentaré hacer un paisaje, ¿y tú?

—Una abeja — dijo Yoongi —. A mi madre le gustan y veré si le regalo esto, aunque vaya a quedar horrible.

—Ibas a contarme sobre tu relación de cuatro años — comenta el rubio, aún un poco aturdido por tal declaración —. Cuatro años son... Mucho, mucho tiempo.

—A él le gustaba llamarse mi novio, pero éramos más amigos, desde un inicio siempre lo fuimos — empezó a relatar el mayor, haciendo trazos no muy visibles en su tabla como si estuviera en modo automático —. Nos conocimos en la preparatoria, Namjoon, él y yo éramos un grupo, uno de raros, claro. Porque los preadolescentes, por alguna razón, aman etiquetar a otros y señalar sus diferencias. Un día me confesó que yo le gustaba y preguntó si quería que fuésemos pareja, respondí que sí también porque él me parecía lindo y era bueno conmigo.

—Espera, pero dijiste que nunca te has enamorado. ¿Y él?

—No, no lo hice — carraspeó —. Sabes que debo de tocar los sentimientos para poder entenderlos, cuando tenía catorce era mucho peor. Namjoon y él debían cuidarme siempre porque era lo suficientemente inútil para reconocer lo que sentía, hice muchos berrinches.

» Creo que estuvimos por cuatro años más por costumbre. Casi no nos besábamos, no dejaba que me toque y hubo ocasiones en el que lo ignoraba porque me olvidaba que tenía un supuesto novio — admitió, bien, eso sí le daba vergüenza —. Terminamos porque él se cansó de mí, mi indiferencia y frialdad, lo mismo fue con mi segunda relación, aunque con ella pensé que, si aceptaba cosas como que tome mi mano, me abrace o cualquier salida a solas, no terminaríamos por esa razón.

—Uhm, ya veo — Jimin susurró, siguiendo con lo suyo, ahora en un debate interno —. No pienso que seas alguien frívolo.

—No lo soy.

No lo es.

Aún le sigue molestando que sus exs le hayan terminado por esa excusa barata que ellos nunca entendieron. ¿Y las manualidades que les dio en forma de regalo cuando él odia hacerlas porque el pegamento es el invento más útil y espantoso del mundo? ¿Del tiempo que pasaron juntos haciéndose compañía? ¿Los días en los que les ayudó con sus tareas o compartieron intereses que nadie más sabía?

Tal vez nunca los amó, pero los quería.

—¿Por qué a veces no dejas que alguien te toque? — preguntó, obteniendo que los movimientos del mayor se detuvieran un segundo para seguir al instante.

—Hay días en los que me siento irritado — Yoongi decidió ser honesto —. Un no quiero que me toquen es, literalmente, no quiero que me toquen. Pero a algunas personas, eso les parece una ofensa, cuando yo me debería de sentir ofendido porque no me respetan.

—Hay quienes no entienden el significado de un no.

—Tocarme duele. A veces–, a veces solo... duele.

Jimin asintió, de a poco comprendiendo a Min Yoongi, aquel chico que le llamó la atención desde el primer momento en el que lo vio la biblioteca, leyendo un libro mientras escuchaba They Don't Care About Us sin saber que, unas mesas junto a la suya, él le miraba con una pequeña dulzura que se fue haciendo cada vez más grande hasta ahora.

—Hazme saber si te hago doler.

—B-Bien.

«Mierda, estoy muy enamorado.»

Fue mentira cuando sus exs divulgaron que él es una persona incapaz de sentir. Ahora estaba sintiendo demasiado.

¡gracias por leer! les quiero mucho, de verdad.

estaba haciendo la playlist de su primera cita, pero aún necesito recomendaciones, si tienen alguna, pueden dejarla en los comentarios uu.

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