5
—YoonGi... — el aludido levantó su cabeza hacia el mayor—¿Sabes que sí miras hacia el abismo...? —le dio una calada a su cigarrillo —¿Éste también mira hacia ti? — exhaló gran parte del humo que no había ingresado en sus pulmones—Da igual...—se acercó a revolver sus negros cabellos —Sólo ten cuidado de a quién eliges para destruirte...
Esas habían sido las últimas palabras que había escuchado de su tío JoonSeok antes de que le empujara contra un callejón y se lanzara a la batalla, la cual terminó con el cuerpo del Min mayor en el fuego cruzado, falleciendo gracias a una pelea callejera.
Al principio aquella frase había sido imposible de comprender para el pequeño Min.
¿A qué se refería exactamente con abismo? ¿Se trataba simplemente de un pozo negro sin fin?
¿Y qué tenía que ver eso con dejarse destruir?
A su corta edad había aprendido que sí no eras de los que pegaban primero, te invitaban a cenar y tu formabas parte del plato principal.
Durante toda su existencia había tenido que luchar desde el momento en el que abría los ojos, inclusive si no estaba despierto, el mundo no era un lugar bondadoso que abriera sus puertas para todos por igual.
YoonGi no había sido acobijado bajo los brazos de un hogar tradicional.
No tenía recuerdos de una madre ni mucho menos de un padre.
Los mayores aprendizajes de su vida habían sido producto de las enseñanzas que se habían grabado en su cuerpo.
Min había comprendido que la vida podía ser una absoluta perra, pero el también se había forjado a fuego lento para soportar toda la mierda que le tocara tragar, no sin antes poner de su parte para acabar lo menos dañado posible o tener la mejor recompensa.
El pelinegro había luchado durante toda su existencia para hacerse un lugar sobre la hambrienta sociedad que pujaba por devorarle a él y a los suyos.
Aprendió que no sólo necesitaba fuerza bruta para alcanzar sus metas, sino que con su cerebro y astucia podía conseguir a las personas necesarias para que pelearan sus batallas.
Claro que no por eso se había dejado estar, su arduo entrenamiento había sido parte de la disciplina que enmarcaba su vida.
A sus trece años, YoonGi no había terminado de comprender a que se refería su tío exactamente minutos antes de fallecer.
El niño que había sido no lo entendió y creyó inocentemente que siendo un adulto lo comprendería.
Cuan equivocado había estado, ¡No era su edad la que le daría sabiduría, sino el destino y la providencia divina!
Min sólo lo vislumbró el día en que su destino se había enlazado con el de un castaño con la mirada más vacía que había conocido en todo el universo.
Hoy se cernía sobre sus recuerdos como un hombre al que sólo el universo podría juzgar en el momento en que llegara al más allá.
Pero no aquí, y mucho menos por alguien que había nacido de este mismo infierno que se respiraba en la tierra que pisaban.
Una mueca se formó en su rostro al recordar el día en que una pobre oveja rechazada por su pastor, había llegado pidiendo piedad a su puerta.
JiMin había llegado de rodillas, dispuesto a sacrificarse a sí mismo por su ayuda.
Tendría que haberle echado a patadas al momento en que se tomó el atrevimiento de cruzar el umbral de su puerta.
Tendría que haber tenido en cuenta las palabras de su difunto tío.
Debería de haberle hecho caso al malestar en su pecho que acababa de formarse.
YoonGi siempre había hecho caso a sus presentimientos, entonces ¿Por qué esta vez no siguió a sus instintos y corrió hacía la dirección opuesta?
La realidad era que la curiosidad había sido más fuerte, las dudas alrededor de un apuesto joven con la tez más hermosa que alguna vez había presenciado, la calidez que había embriagado su alma al cruzar sus miradas.
—¡Responde, escoria! —uno de los matones le propinó una patada en la cara interna de sus rodillas, haciendo que éste cayera al suelo.
Algo dentro del Min latió y sus manos picaron por quitar de encima a Jackson, ¿De dónde venían esas extrañas ideas?
En contraparte con ese pensamiento, uno nuevo y opuesto surgió. ¿Qué sí le provocaba mayor dolor? ¿Con eso lograría descubrir el por qué de esta nueva sensación?
Un brillo oscuro surcó su mirada, el pelinegro estuvo a punto de poner a prueba su nueva teoría cuando el apresado tomó palabra.
— ¡A-Ayuda! —logró articular — ¡N-Necesito ayuda! — respiró con dificultad. —¡E-Estoy buscando a Agust D! -el silencio reinó el lugar.
— ¿Qué es lo que un escuincle cómo tú hace por estos lugares... —fue el turno de su segundo al mando de intervenir— Nombrando a gente que podría ponerte al servicio de ser alimento para sus perros? — Jung HoSeok tenía una gran sonrisa en su rostro, tal y como siempre, lo cual nunca era un buen indicio para nadie que no fuera parte de su manada.
—¡Necesito su ayuda! — volvió a exclamar, ganándose una bofetada de Jackson. —¡Tengo que encontrarle! — ¡Llámenle!
La sonrisa de HoSeok se ensanchó aun más, haciendo que sus ojos se escondieran durante unos instantes en los que nadie que no le conociera se habría sorprendido de la gran velocidad a la que había tomado al recién llegado por el cuello y había estampado su cara contra el suelo— ¿Quién te crees que eres para demandar de esa manera..? —tragó grueso — Tú, ¡Pequeña mierda!- susurró en su oído— ¿Crees que te entregaremos así tan fácil a uno de los nuestros? — agudizó su agarre— No te conocemos, no sabemos de donde vienes y como tal, eres un forajido, ¿Sabes lo que hacemos con los de afuera? — HoSeok silbó, haciendo que sus adorados perros ladraran en respuesta. — Creo que a JinSung le encantaría probar tu tersa piel... — el Jung olió el suave perfume de su cuello, gruñendo en respuesta— No sin antes divertirnos un poco...
—H-hagan lo que quieran conmigo, pero ¡Ayúdenme primero! —una sombría carcajada cortó la escena.
— Creo que no entiendes la posición en la que te encuentras, cariño... —HoSeok tiró de sus cabellos mientras admiraba como un hilo de sangre corría debajo de su nariz. —No estás en condiciones de pedir absolutamente nada.
—Haz lo que quieras—aceptó— pero eso no impedirá que hable.
— Tal vez podría mantener tu linda boca ocupada en algo más —mencionó de forma oscura —o tal vez, todo se solucionaría con un pequeño corte desde aquí& delineó un extremo de su garganta— Hasta aquí— finalizó en el lado opuesto, para luego tomar distancia y poder admirar el bello rostro sangrante del castaño.
—¿Qué hace un simple cordero lejos de su hogar? — preguntó con verdadero interés, mientras el castaño era sujeto por sus hombres nuevamente.
El joven levantó su mirada, siendo dos pozos oscuros la única respuesta que verdaderamente le interesaba.
Su alma resonó en sintonía con la suya.
Ese fue el preciso momento en el que las crónicas de su destrucción comenzaron a narrarse.
Comprendió bajo las suplicas del menor, que su reinado había acabado.
Sus barreras corrían riesgo de derribarse cual castillo de cartas con la simple brisa veraniega.
—¿Usted es Agust? — preguntó con algo que en algún momento podría haber sido esperanza pero YoonGi entendía de lo que realmente se trataba: Desesperación.
Ese sujeto había vivido más de lo que su frágil cuerpo habría podido soportar.
El Min hizo un ademán de retirarse, poniéndose a prueba más a sí mismo que al recién llegado.
—¡Espera! — el castaño logró soltarse de los brazos que le sujetaban y le tomó del hombro, tratando de llamar su atención e impedir que se fuera. — ¡Por favor! — suplicó — Sólo necesito que me escuche, ¡Es mi única esperanza!
No era cierto.
Ese muchacho no era más que un muerto en vida.
El castaño no podía presentarse y hablarle de esperanza cuando no había nada en lo que ese niño creyera.
—Apartate— ordenó en voz baja.
—¡Por favor! —volvió a insistir —¡H-haré cualquier cosa que me pida!
La desesperanza y la desolación podían ser una peligrosa combinación si se ponían en las manos equivocadas, y las del pelinegro serían la personificación del ser incorrecto en tener tal privilegio sobre sí.
— Dime niño... — su voz sonó rasposa, otro síntoma de que estaba perdiendo la voluntad sobre su cuerpo —¿Acaso viste un cartel en mi puerta que dijera "servicio a la caridad"? — YoonGi tomó su fría mano y la quitó de su cuerpo, sintiéndose asqueado de sí mismo— Además, ¿Qué te hace pensar que podrías darnos algo que no pudiéramos tomar de ti de todas formas?
La comprensión se descifró de su mirada.
El recién llegado había podido captar el inminente interés que generaba en él, pero no estaba contando solamente con tener una cara bonita. Ese chico tenía algo más que lo distinguía del resto.
El castaño movió su mano hacía el collar que llevaba escondido y lo quitó de un tirón, colocándolo en frente del Min.
Una pequeña cruz de plata se cernía ante sus ojos y estuvo tentado a tomarla entre sus manos sino hubiera tomado el control de sus pensamientos antes de descubrirse completamente, no sólo ante el joven, sino también ante su gente.
_ Creo que reconoce de lo que estoy hablando... - habló pausadamente— Por favor, sólo pido que me escuche...
YoonGi se rindió ante sus impulsos y le arrebató el collar de sus manos para luego tirarlo por la ventana ante la sorprendida mirada del contrario.
— Ésto no significa nada—le cortó—Pero te has ganado unos minutos de atención... Espero que tengas algo más interesante que una tonta baratija, o de lo contrario tendré que aceptar la idea de HoSeok de tirarte a mis adorados perros... — el castaño tragó grueso al escuchar la manera en la que el Min se había dirigido hacía el, sintiendo como se le congelaban hasta los huesos con la frialdad que le había hablado.
El castaño asintió a su reto.
Ese día, YoonGi aprendió algo nuevo que su tío debería haberle dicho.
Querer destruir a alguien también puede darle el poder de destruirte.
*INSERTAR GRITOS DE PERRA LOCA*
VOLVÍ. Bueno, estoy volviendo! De a poco estoy saliendo del duelo, y espero que este capítulo les haya gustado!
¿Tienen teorías?👀
Les leo
Y nos vemos en el próximo capítulo, ay
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top