Fin... o casi 🎃
Uff, ¡ahora sí! ¡Por fin esta linda historia está llegando a su fin! ^u^ Hola a todos, aquí Coco, quien aún no puede creer el rumbo que tomó esto XD, pero que les garantiza que este pequeño plot twist les va a gustar. Por fin le estamos dando un cierre a la temporada otoñal como se debe, y nos clavamos de lleno en el invierno, las vacaciones y, por supuesto, Navidad. Pero no antes de saber qué pasó con nuestro adorable vampiro y hombre lobo. ¿Están listos para saberlo? °u° Ya saben qué hacer.
Muchas gracias por haberme acompañado hasta aquí, les mando un beso, un abrazo, lo que me queda de vibras spooky, y como siempre digo al final de cada obra, ¡nos vemos pronto en otra historia!💋
***
El otoño estaba por acabar, y sus opciones también. Tristán ya había intentado todas las técnicas subliminales que se sabía, indirectas, señales sutiles y hasta hablarle en sueños, pero simplemente parecía que Lancelot no podía entender lo que tanto quería decirle. Él era un vampiro, y por más que hubiera pretendido que no para mantener a salvo su relación, sentía que en cualquier momento explotaría.
«Tengo que decírselo de frente, lo sé», se regañó por quincuagésima vez. «Pero... me da miedo. ¿Qué pasará cuando le diga? ¿Cuáles serán las consecuencias de hacerlo? ¡No tengo ningún plan!». Un plan. Eso era otro problema que se sumaba a la pila.
No era solo que su relación estuviera al filo, es que su vida entera iba a cambiar. Estaban por empezar las que eran sus últimas vacaciones de invierno como estudiante de preparatoria, y cuando estás terminaran, tendría que tomar decisiones. ¿Por qué carrera iba a optar? ¿A qué universidad iba a ir? ¿Volvería a casa de sus padres, o continuaría solo? Pero lo más importante: ¿Y Lance?
«¡Basta! No puedo más. ¡Tengo que hacer algo!». Se levantó de la cama de un salto y, sin importarle que aún hubiera un poco de sol, se vistió y salió disparado hacia las escaleras del edificio. Un hermoso atardecer de tonos rojos lo recibió, y él inhaló profundamente tratando de calmarse, buscando en aquella luz moribunda alguna respuesta. En el fondo, ya sabía lo que debía hacer, pero aún le faltaba el coraje para ir y hacerlo.
—Bueno, entonces, ¡voy a practicar! —Tomó un adorno de calabaza que aún estaba por ahí, el último y, tras hacer un ejercicio mental para convencerse de que era su novio, hizo su apasionada confesión—. Lancelot... soy un vampiro. —Pareció como si la calabaza le sonriera con más ganas y, sintiéndose un poco ridículo, continúo su explicación sin importarle cómo lo tomaría la hortaliza ficticia—. No un vampiro como en las películas, o un gótico con fanatismo, o como el disfraz de Halloween que use.
Era agotador. Tristán comprendía que la calabaza no podía oírlo, y que no era la persona a quien se lo quería decir. Pero sentía tanto alivio al revelar su secreto que soltó un enorme suspiro antes de continuar.
—Hablo de un vampiro real, una criatura sobrenatural que bebe sangre y que le teme a la luz del día. Bueno, más o menos. —rio. Había estado dispuesto muchas veces a quemarse con tal de estar a su lado—. Siento que no le temo a nada cuando estoy contigo. Casi siento que no importa que lo soy mientras estemos juntos. Por eso...
Un golpe. Oscuridad. Antes de entender lo que pasaba, se vio en el piso sometido por una fuerza monstruosa muy superior a la de él. La criatura encima suyo estaba cubierta de pelambre dorado, un hocico alargado y unas fauces llenas de colmillos. Una voz gutural y gruesa emergió de aquella cara, y él se quedó quieto, tratando de comprender lo que decía.
—¿Desde cuándo?
—¿Qué? ¡Ugh! —Sintió su pata presionar un poco más, y la criatura repitió la pregunta tan alto que casi pareció un ladrido.
—¡¿Desde cuándo lo eres?! —Por fin reconoció la voz, ese tono demandante, parco e impaciente. Pero solo estuvo seguro hasta mirar sus hermosos y ardientes ojos rojos.
—¿Lance?
—¡Contesta! —rugió—. ¡¿Desde cuándo?!
—¡Lo soy de nacimiento! —gritó—. Trate de decírtelo, ¿recuerdas? En Halloween. La noche después de que estuvimos... —No pudo continuar. Tristán se ruborizó con violencia, y el hombre lobo se acercó para olfatear su cuello en busca de olor a miedo o mentira. Por supuesto, no lo hubo, pero igual quiso oírlo decirlo con sus propios labios.
—Entonces... —dijo el feroz animal, aflojando la presión poco a poco—. No es como que alguien te mordiera, ¿cierto? Es decir, no permitiste que alguien más te tocara, ¿verdad? —El vampiro por fin comprendió. Lancelot estaba celoso. Celosísimo. Y él no sabía si enojarse o reír.
—¡Pero por supuesto que no! —Pataleó tratando de liberarse, y le dedicó un enorme puchero mientras se rendía y desviaba la mirada—. ¿Y qué hay de ti? ¿Desde cuándo eres un hombre lobo?
—También es de nacimiento. Mi padre es el alfa de la zona, y su luna es una de las hechiceras más importantes del aquelarre principal de esta ciudad.
Híbrido entonces. Como él. Tristán trató de hacer que aquella explicación encajara en lo que sabía de él desde que eran pequeños, y al darse cuenta de lo que implicaba, soltó una risita. Luego otra, y otra más. Al final terminó rompiendo en carcajadas, y el ataque de risa fue tan incontrolable que ni se dio cuenta de Lancelot había vuelto a transformarse en humano.
—¿Somos idiotas, verdad?
—Pues... un poco —admitió el rubio. Y dos segundos después, reía tanto como él.
Las criaturas sobrenaturales recién salidas del closet vieron alzar la luna mientras el secreto dejaba de importar, y para cuando terminaron las risas, descubrieron que seguían siendo los mismos, con todos los sentimientos, problemas y preguntas que implicaba ser un par de adolescentes enamorados.
—Hay demasiadas preguntas.
—Sí. Pero no creo que lo que te preocupe sea solo lo que somos, ¿cierto? —Sus familias aún no sabían que eran gays. Ni que estaban juntos. Ni que le habían revelado su especie verdadera al otro, aunque esto último resultaba ser quizá lo menos grave. Si a eso le sumaba las preguntas que se había hecho antes de subir a la terraza, ya podía ir olvidándose de tener paz—. Sabes que puedes contar conmigo y decirme, ¿cierto?
—Lo sé, Lance. Y te lo diré todo, es solo... no sabes cómo me gustaría contar con la aprobación de tu familia y la mía. No solo sobre esto, sino sobre muchas otras cosas. —Como si el destino estuviera de acuerdo en eso, el timbre de sus celulares sonó casi al mismo tiempo. Lo revisaron a la vez. Y al darse cuenta de que era la misma noticia, se miraron mutuamente completamente estupefactos.
—¡¿Vacaciones navideñas?! —Se cuestionaron uno al otro. Pues sí. El líder del clan vampiro y el alfa de la zona habían decidido pasar las últimas fiestas del año juntos, fingiendo ser normales, y llevando a sus familias a algún lugar del campo en lo que ellos creían serían unas divertidas vacaciones invernales.
—¿Sabrán lo que somos?
—Bueno, ya sea que hables de nuestra orientación o de nuestras especies, solo hay una forma de averiguarlo. Tendremos que salir del closet. —No sabían qué resultaría de eso, pero de una cosa estaban seguros. Estando juntos, todo saldría bien. Se tomaron de las manos, miraron la luna, y desearon que, pasara lo que pasara, pudieran seguir juntos de esa forma para siempre.
***
Fufufu💕 La historia termina aquí, mis coquitos, pero disfrutaremos de un pequeño epílogo que publicaré en otro libro, como parte de los one-shots navideños que saldrán en nuestra "Nuestro Libro de Cuentos Navideños". Esperen su estreno cuando lleguen las fiestas, ¡y ahora sí! Les mando un beso, un abrazo, todo mi amor, y si las diosas lo quieren, nos vemos pronto en otra historia.
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