Capítulo I. Un romance furtivo, un idilio

Dedicación, goce, disfrute y seducción, esos eran algunos de los aspectos que caracterizaban el idilio entre el par de cuñados, el hermano del Rey Vampiro y la esposa del susodicho.

Cada momento que pasaban esos amantes podía considerarse exquisito. Y, a pesar de que el tiempo pasase, Richter no dejaba de admirar a Cordelia como su musa... Una mujer divina, digna de su completa atención y adoración.

—Eres la encarnación del encanto, es obvio que tantos te amen —expresó el de mirar jaspe, haciendo conexión con los orbes esmeraldas mientras caminaban por los alrededores del lugar de residencia de ella, y "el resto".

—Ah... —suspiró Cordelia con brevedad y ligereza— Deseo que no estés ausente, para seguir escuchando tales pensamientos tuyos. No dejes de dedicarme esas palabras dulces ¿Bien?

Aunque la relación entre ellos no podía ser tan estrecha como él deseaba con todo su ser, aceptaba el romance furtivo que tenían. Aquello era algo más que auto-condenarse durante toda la eternidad o gran parte de su vida en ella. Eso significaba una entrada temporal al cielo, lo era si pensaba en que no podían desearse gracias a la derrota que sufrió ante su hermano mayor.

La de largos y lacios cabellos violáceos, la dueña de su devoción, tenía todo de él, aunque Richter no tuviera el entero amor de ella, desgraciadamente. Pero, el de cabellos verdosos lograba olvidar eso en gran parte, lo hacía cuando se entregaban de forma absoluta a las caricias y el placer, pero en el caso de él, la temperatura no sólo aumentaba en el ambiente, sino en una parte interna de su ser. Él sabía que la amaba de forma ciega, pero en ese entonces no sabía si interpretarlo como una bendición o una condena.

*

Besos en el cuello, un contacto hambriento y deseoso entre bocas, toques, caricias desde su espalda hasta los muslos y largas piernas.

Para el varón no existía impedimento alguno al entregarse a ella y fundirse juntos por todo el rato que se pudiese. No importaba que ella pensaba en su hermano, él confiaba en que lograría borrarlo de su mente.

—Richter, no te contengas —pidió ella con firmeza, pero suavidad. Había sido completamente despojada de aquello que la cubriese, estando expuesta ante su contrario, algo que no le molestaba en absoluto.

—Mgh, Cordelia... Eres fascinante —elogió el vampiro, recorriendo el panorama femenino ante él, la veía y apreciaba como una auténtica y magnífica obra de arte, algo mucho más allá del alcance de cualquiera que pudiese desearla.

—¿Sí? ¿Qué tanto? —Interrogó, con una sonrisa socarrona mientras era admirada por su fiel amante.

—Desde las yemas de tus dedos hasta cada punta de tus cabellos —respondió él con total sinceridad, sonriendo de forma leve.

—Ah, si sigues moviendo esa boca tuya de tal forma, creo que no podré evitar quedar más encantada cada vez, nfu~ —admitió la fémina con su característica voz sensual, esa que invitaba y hacía a su cuñado sucumbir aún más ante ella.

—Piérdete en mis besos, cariño mío —sentenció el varón, atrapándola en un delicado pero posesivo abrazo, acariciando sus sedosos y largos cabellos violáceos.

Estaban a total disposición del otro, algo que no vacilaban en aprovechar. La hija de Bry jugueteaba con los cabellos de su amante y con su otra mano sostenía la ancha espalda masculina con gran fervor, mientras él gozaba del interior ajeno, devorando sus labios una vez tras otra.

La mantenía abrazada, pegada a sí, también sosteniéndola de sus preciosos y suaves muslos. Erótica música salía de ambos, llenando el ambiente de ellos, dichos momentos sólo pertenecían a ese par de curiosos.

El "cuñado" quería que los momentos así fueran infinitos, aprovechándolos al máximo, sin ansiosos visitantes de ella, sin verla con nadie más. ¿Estaba mal que la amase tanto? No quería exiliarla del mundo, sólo quería total exclusividad, quería ser el único hombre de su vida.

Su amor le hizo ser celoso y sumiso, quería complacerla en todo, absolutamente todo lo que pudiese hacer, el sentimiento hacia esa mujer era tan grande que quería poner el mundo a sus pies sin importar el costo. Cordelia era merecedora de eso y muchísimo más, era fantástica en casi todo lo que hiciese, él perdonaría cualquier cosa, si esos labios en un determinado momento volviesen a pronunciar su nombre e invitarlo a hacerla suya, para dejar su nombre en cada rincón de ella.

Y se quemaban, una y otra vez en sus deseos, anhelos que ardían como la lava o las llamas de una imponente hoguera.

Posterior a momentos tan deliciosos e indescriptibles gracias a la compañía mutua, Richter volvía a su infierno, a la realidad de que ella, su cuñada, no era de él, como él de ella.

Si de algo se arrepentía ese varón entonces era de no haber ganado el duelo contra su hermano, pues pensaba que la historia pudo favorecerle más.

Sin embargo, los amores ciegos suelen ser algo riesgoso para quienes los sufren si ellos no son correspondidos, son rechazados, o algo más fuerte les separa de dicha persona amada. ¿Qué deben hacer ellos? ¿Cómo pueden arreglar sus corazones? Deben expandir sus horizontes cada vez más, y crecer en todo aspecto, hasta lograr desligarse de aquellos martirios.

El cohibirse de ver los errores y aspectos no favorables de las personas hacia los amantes, es tan peligroso como lanzarse de un acantilado sin algo que pueda garantizar vivir, es un vuelo sin seguro de vida alguno.

Pero, alguien no se puede desligar si no tiene la intención de hacerlo, o deja que los impulsos puedan más que su raciocinio y lo que sabe que es mejor para sí. Y era lo que le pasaba al hermano del Rey de los Vampiros. Podía ser su tentación, sumando que su adorada sí mostraba un interés en él, aunque no romántico, sí carnal. Lo añoraba y gozaba de su presencia como un ser de la noche a la Luna Llena. Aquello era irónico, doloroso y adictivo, sin duda... Era una mezcla de cuidado.

*

Terminaron los múltiples encuentros amorosos y libidinosos de la mejor manera, a lo que, la pareja quedó completamente extasiada. El de cabellos verdes oscuros procedió a refrescarse, para luego colocarse sus ropajes. Se sentó al lado de su acompañante durante breves momentos, mientras aún seguía oliendo a él y con una sábana cubriéndola tan solo un poco, y por ende, ella lucía mucho más hermosa ante los ojos del vampiro. Acarició una mejilla femenina para arreglar un mechón de cabello tras su oreja, algo que le dejaba escanear mejor rostro, y así guardarlo como otro bello recuerdo en su mente.

Finalizada la muy cálida visita, Richter se levantó del lecho y se inclinó ante la dama, en señal de despedida—: Nos veremos después, Cordelia —dijo con aquella voz profunda y suave, mostrando cierta satisfacción en su varonil aunque delicado rostro. Si él olvidaba ciertos detalles que podrían considerarse importantes, se podía decir entonces que: "No cabía en sí de tanto gozo".

—Hasta luego, Richter —respondió la de potente mirar esmeralda, despidiéndose al agitar una mano y sonriendo de medio lado, de forma atrevida.

Estamos a milímetros y a la vez separados por metros, víctimas del destino y cómplices en amores no correspondidos. Tomando refugio en este fuego, uno que no queremos que se extinga hasta que cese el dolor, y nuestros casi imposibles anhelos.

—Lord Richter

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.

.

¿Qué tal? ¿Esto les tomó por sorpresa?
(。•̀ᴗ-)✧ ( ꈍᴗꈍ)

Pues... Por si se lo preguntaban, sí, 'Close' a decir verdad no iba a quedar como un One Shot con 'Memento' y ya.

Richter, Cordelia y Kaori tienen una historia muy interesante que vale la pena contar en una historia más larga que lo que mostré en el Capítulo Único.

Las actualizaciones dependerán de mi inspiración y tiempo, ya que, estoy asumiendo una responsabilidad más, puesto que tengo 'Broken Innocence' en curso (la historia con los trillizos, específicamente con Laito) y está en una etapa crucial, también tareas y otros deberes.

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