Siempre he odiado a mi vecino de abajo, tan ruidoso y poco "profesional" por así decirlo, salimos ambos de nuestros hogares a la misma hora, cinco de la mañana, es algo frustrante el toparme con el día tras día tras día, yo salgo a trabajar con un traje planchado la noche anterior y el con pantalones para correr, demasiado anchos para él debo de decir y siempre una sudadera gris con rojo, esa chamarra es asquerosa, y aparte de molestarme solo con su existencia busca verme y enseguida saludarme «¡Hola Julián!», para después seguirme hasta el primer semáforo, en ese trayecto parece como un perro al que no me puedo desapegar.

Intente de todo para no cruzarnos, pero parece que nunca he tenido suerte, un día me levante a las cuatro de la mañana y ahí estaba él haciéndose café, saliendo en el momento en el que yo estaba bajando las escaleras, siguiendo la monotonía de todos los días «¡Julián!» me gritó, para echarse a mi hombro a llorar reteniéndome una hora mientras me contaba como su "pareja" de sexo indefinido lo había dejado, no puedo negarlo es un tipo guapo se podría conseguir a otro cuerpo con el que jugar, pero no, lo que hizo ahí fue simplemente alardear de él mismo, me dijo «Me dejaron pero mientras tenga a mis amigas y amigos, estaré bien, y por supuesto a mi Julián» como odio que me hablen como si fuera un objeto, ni siquiera recuerdo lo que le dije, así de poco importante fue esa charla para mí.

Y aquí estoy otra vez a las cinco de la mañana a punto de ser saludado, sí, en cuanto baje las escaleras, a prepararse para otro día de alardes...

Numero de letras: 1574

Participante del concurso: Clocktober 2021

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