𝓤𝓷𝓪 𝓿𝓲𝓭𝓪 𝓮𝓷 𝓮𝓼𝓽𝓪𝓭𝓸 𝓭𝓮 𝓫𝓾𝓬𝓵𝓮
—Ella es tan bonita —dijo Margaret viendo a Lucy, su amor secreto desde la secundaria.
—"He dicho esto tantas veces", vamos, si te gusta ve a hablarle y ya, no es gran problema, aparte, ella ya salió como bisexual hace un año ¿no te le podrías acercar y ya? —preguntó Joseph, el mejor amigo de Margaret.
—Tu eres hetero, no comprendes esto del amor entre un mismo género. El amor que yo siento es difícil y la sociedad no lo aprueba, el amor que tu sentirías por cualquiera en todo caso podría ser una comedia, un drama, una película porno, lo que sea y sería aceptado por la sociedad— expuso Margaret de forma dramática.
—Haz como quieras, pero solo te digo que los años se van rápido, y ver a quien amas yéndose un poco y cada vez mas de tu lado es un sentimiento doloroso en forma de bucle del que no podrás escapar—susurro, dejando que sus palabras se fueran con el viento.
—Oye esa es una buena frase —dijo Margaret feliz— tal vez la podrías usar para tu novela.
—Creo que sí —respondió fingiendo una sonrisa.
Sonó el timbre como todos los días y fueron a clase, tomaron la clase como todos los días y fueron a casa, regresaron a clase como todos los días, tomaron la clase como todos los días y regresaron a casa, paso una semana como todos los meses y regresaron a casa, paso un mes, como todos los años y regresaron a casa, paso un año como todos los años pasados y volvieron a casa.
En un abrir y cerrar de ojos esa conversación tenida en algún recreo de algún mes de alguna semana de algún día de alguna hora era solo un pequeño recuerdo que no importaba y pronto desaparecería.
Margaret se había casado con un buen hombre, descubrió que era bisexual en la universidad, conoció a su futuro marido en la maestría y se caso al empezar a trabajar, tuvo dos hijos después de cinco años, los vio crecer durante dieciocho años, los vio partir un año después, luego vio partir a su esposo diez años después, y ahora, si es que es importante, veía el atardecer pasar en un parque por el que cruzaban hombres y mujeres con una vida por ver pasar.
El atardecer lastimaba los ojos de Margaret quien los tenía fijos en el sol, sus manos le temblaban, su cabello gris bajaba por sus hombros y en su cabeza resonaba una canción que había disfrutado en su adolescencia. Todo transcurría tranquilamente, pájaros alborotados se escuchaban al fondo, risas y habladuría de personas en todos lados completaban la escena como un hermoso murmullo que tendría su fin una vez que se retiraran, una guitarra empezaba a tocar, Margaret no sabía de donde venia, o si era su mente inventándola, pero sin importarle empezó a mover su cabeza. Recordó cuando su esposo tocaba la guitarra a sus hijos de pequeños, recordó la voz suave de su esposo cantándole a sus hijos, recordó a sus hijos sonriéndoles a su padre y recordó a su marido sonriéndole a ella.
En medio de ese movimiento tranquilo y pausado el sol bajaba lenta pero irremediablemente, los faros se prendieron, los murmullos se acabaron, los pájaros callaron y en frente de ella alcanzo a escuchar a un hombre conocido de antaño decir.
—Eres tan bonita.
Numero de letras: 3107
Participante del concurso: Clocktober 2021
Reto iniciado en el grupo de Facebook: El club de lectura de la escritora del reloj 🕰️📖
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