El lento andar de un anciano empobrecido, por la desgracia o la mala fortuna se veía claro en una noche obscura.

Caminaba de un lado para el otro, llevando todo el peso de su cuerpo en la pierna izquierda, mientras que sobre su espalda cargaba una gran montaña, y su mano apenas tibia envolvía en su totalidad la pequeña y dulce mano de un niño medio dormido.

Ese par tan tierno de mirar, pues reflejaba la vulnerabilidad en su forma más absoluta, se miraban algunas veces, muy pocas, en las calles más deshabitadas de la ciudad. La madre trabajaba día y noche, y en algunas de esas ocasiones en las que su hijo quedaba solo y con insomnio en viejo vecino lo llevaba a dar unas vueltas a la manzana, simplemente para cansar al chico, primero el niño hablaría, de su día, relatos que ya había contado, luego obligaría al anciano a hablarle a él y al final esta escena se presentaría.

Numero de letras: 884

Participante del concurso: Clocktober 2021

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